III
—Perdón no era mi intención enfadarte, Katsuki— Bakugo se quedó helado, frente a él estaba la persona que menos pensó ver —Es que pensé que no habías escuchado por eso volví a timbrar, en serio lo siento Katsuki.
Al escuchar su nombre provenir de la boca del pecoso pudo salir de su trance, ¿Lo acababa de llamar por su nombre? — ¿Puedo pasar? Por favor— Dijo el joven de cabello verde con una tímida sonrisa, el rubio solo gruñó y se hizo a un lado para dejarlo entrar a su apartamento, el visitante rápidamente pasó y se quitó los zapatos, Katsuki cerró la puerta y lo siguió por el pequeño pasillo que llevaba a la sala.
—Perdón por no venir antes a verte, pero he estado muy ocupado, casi no he tenido tiempo, hoy es mi primer día libre en semanas— dice el héroe número uno mientras se queda de pie en medio de la sala viendo el pulcro apartamento.
—Está bien Izuku, yo entiendo que ser un héroe es una tarea ocupada, siéntate—. La molestia se escuchaba en la voz de Katsuki, aunque realmente él no quería hablarle así, sus sentimientos estaban lejos de parecerse a la molestia, en esos momentos su corazón estaba desbocado en su pecho, frente a él después de siete años de no verlo en persona, estaba su amado, pero para el rubio no pasó de ser percibido que el chico lo llamó por su nombre, no por su apodo como siempre lo había hecho, era extraño pero con solo eso lo sintió aún más lejos que antes.
El peliverde se sentó en el sofá y miró la televisión haciendo una expresión de extrañeza. Katsuki miró hacia allí y vio que en la pantalla había una película romántica de esas que no le gustaban, aparentemente quedó en ese canal cuando se levantó a abrir la puerta. Rápidamente tomó el control remoto de la mesa y apagó el televisor — Quieres algo de tomar, tengo agua, té, café y cerveza— le dijo mientras se dirigía a la cocina apoyado en su bastón.
—No te molestes Katsuki, estoy bien— habló Izuku con vergüenza.
El rubio mira con enfado al hombre sentado en su sofá —Ya llegué hasta aquí, así que no me salgas con esa mierda y dime que quieres de tomar— Bakugo espera con impaciencia a que su visitante responda, Izuku se queda un largo tiempo viendo sus manos.
—Un café está bien— dijo al fin mirándolo antes de seguir viendo su alrededor.
Bakugo aprovechó la distracción del joven para verlo más detenidamente mientras sirve los cafés. Él estaba más alto y un poco más musculoso pero nada exagerado, su cabello estaba más corto que cuando eran jóvenes pero seguía siendo revoltoso, sus brazos tenían unas cuantas cicatrices extras y su rostro era más varonil, más maduro aunque aún tenía un poco de dulzura en él que lo hacía ver encantador y guapo en partes iguales, tenía una pequeña cicatriz en su mejilla derecha, su piel estaba morena debido al sol y sus ojos eran serios, conocedores, pero brillantes, sin duda aquel niño inútil había crecido, aunque ya lo había visto muchas veces en la televisión y las revistas, no se comparaba a tenerlo en vivo y en directo, era muy sexy.
Al terminar de servir le llevó el café a Izuko antes de regresar a la cocina por el propio y se sentó con su taza en una silla al lado del sofá. Estuvieron en silencio por unos incómodos minutos hasta que Izuku habló —Mi madre me contó que la visitaste mientras no estuve, eso fue muy amable de tu parte, gracias— le dijo sonriendo tímidamente. El rubio miró a otra parte para ocultar su rostro avergonzado.
—No fue nada, solo iba porque andaba de paso, recuerda que aún vive cerca de la casa de mis viejos— dijo con desinterés, apretó los puños y se obligó a ver a Izuku, quien miraba la taza de café, él suspiró y le dio un trago al propio antes de volverlo a verlo —El pelos de mierda me contó que tú me rescataste... te debo una muy grande. Izuku no sé cómo agradecerte.
Los dos entraron en otro incómodo silencio sin saber qué más decir, de nuevo fue el de ojos esmeraldas quién habló primero—Me alegro mucho de que estés bien, realmente me asusté cuando te vi bajo esos escombros mientras el edificio se movía, siento mucho no llegar antes—. El silencio volvió a reinar en el lugar hasta que Izuku pone su taza vacía en la mesa de centro y se levanta —Se me olvidó darte esto Katsuki, fue bueno verte, gracias por el café, ya me voy, tengo que ir a ver a mi madre, se molestará si no la visito en mi día libre— mientras habla le ofrece una bolsa de papel y Katsuki la toma e intenta levantarse para acompañarlo a la puerta —No tranquilo, no te levantes, sé que te dificulta aún, espero que nos volvamos a ver pronto, cuídate mucho Katsuki.
Midoriya camina rápidamente a la salida sin dejar hablar a un muy confundido Katsuki, como si huyera de la incomodidad, como si escapara de esa extraña situación, como si no quisiera estar un minuto más con él, y eso hundió a Bakugo, realmente lo había perdido. Esta no fue la visita de un amigo preocupado sino una visita por obligación, quizás para ver si su antiguo compañero se encontraba bien o quizás era para confirmar el estado de salud de una de las personas que salvo, quería llorar, quería gritar a los cuatro vientos y sacar de su pecho el sordo dolor que se empezó a formar en él, era tan doloroso, era peor que el repetirse aquella frase ¿Si hubiera? Una y otra vez, al menos ella dejaba un marco de posibilidades donde la gloriosa imaginación alimentaba su esperanza.
El rechazo era una mierda, la esperanza que aún mantenía en su corazón, que le decía que tenía una oportunidad con aquel hombre de cabello verde que estaba en la entrada de su casa poniéndose los zapatos, se apagó dejando una helada sensación que pulsaba su pecho con hirviente frío, entonces lo recordó, a su mente vinieron esos instantes antes de perder la conciencia en aquel edificio, recordó ese momento en el que creyó que moriría, aquel en el que se llenó de arrepentimientos, ese instante que le hizo evaluarse su vida y replantearse sus decisiones. Uno de sus arrepentimientos en particular lo hizo levantarse como un resorte de la silla, dejando caer su bastón para salir corriendo con dificultad a la puerta, y gritó con toda su fuerza, con desespero, con una desgarradora súplica —¡Espera!— deteniendo así al hombre que estaba a punto de abrir la puerta de su casa para quizás nunca volver.
—¡Deku, yo te amo!— Su respiración se agitó, su pulso se aceleró, lo había dicho, por fin lo había dicho, se sentía bien, pero al mismo tiempo estaba temeroso, su cuerpo estaba hecho un mar de dudas y sentimientos contradictorios mientras miraba la espalda rígida del hombre frente a él. "Si lo iba a perder ¡maldita sea! Si iba a perderle definitivamente al menos sacaría ese secreto de su sistema".
Bajó la cabeza y vio hacia sus pies con el ceño fruncido. Después del arranque inicial su adrenalina menguó, se sintió repentinamente avergonzado por sus actos "¿Realmente le grité eso sin más? ¿Es que acaso he enloquecido?" Estuvo tan sumergido en sus pensamientos, que no notó la presencia que se acercaba a él hasta que escuchó una voz que lo sobresaltó —Kacchan. — El mencionado alzó la vista para encontrarse de frente con un par de esmeraldas que lo miraban con una expresión desconocida para él. — ¿Es en serio lo que dijiste Kacchan?
Bakugo le sostuvo la mirada con un fuerte sonrojo en sus mejillas, no sabía cómo responder, su voz no quería salir de su garganta, estaba totalmente en blanco, lo único que pudo hacer fue dar un leve asentimiento, y su corazón se detuvo por un instante al ver aparecer una pícara sonrisa en los labios de aquel joven pecoso antes de que este se inclinara y le besara suavemente —Yo también te amo Kacchan, siempre te he amado— dijo antes de besarle ahora con más desespero, tomándolo fuertemente de la cintura. El de ojos rubíes tardó unos segundos antes de reaccionar y corresponder aquel beso llevando sus brazos al cuello contrario y una mano a sus suaves cabellos verdes.
Cuando sintió que era correspondido, Izuku lo tomó de sus piernas y lo llevó al sofá sentándolo en él —He esperado por mucho tiempo por esto, y realmente quiero ir justo al grano, pero antes necesito tener algo claro.— El pecoso rostro del hombre se encontraba fuertemente sonrojado, al igual que el de Katsuki, ambos tenían la respiración agitada y las manos inquietas sobre el otro, pero aun así Midoriya se separó haciendo que su acompañante le gruñera —Kacchan, si los dos nos amamos ¿podemos ser novios? ¿Eso te gustaría? Realmente quiero asegurarme.
El joven héroe número dos miró al hombre frente a él y sintió vergüenza, así que rápidamente vio hacia la silla en la que minutos antes estaba sentado, pero antes de contestar notó una manzana tirada en el suelo y recordó algo.
—Deku ¿Tú eras la persona que todos los días me dejaba manzanas mientras estuve en el hospital?— Le preguntó a este mientras volteaba a verlo, el de cabello verde se puso aún más colorado mientras daba un leve asentimiento.
Así que él había sido aquella persona misteriosa, eso quiere decir que Deku lo visitó sin falta mientras estuvo en el hospital, su corazón se aceleró aún más, su rostro se tornó de un fuerte rojo y la alegría que sintió no podía ser contenida por su cuerpo, la persona que amaba, aquella que tanto deseó ver por todos esos años, estuvo con él cuando lo necesitó, sin decir más lo tomó de las mejillas y lo besó.
Era un beso apasionado, deseaba saborear a profundidad los labios del héroe número uno, quería grabar en su mente aquel sabor a café que tenía en ellos, le mordió con suavidad el labio inferior haciéndolo soltar un leve jadeo, momento que aprovechó para atacar el interior de su boca con su lengua, exploró la cavidad con ansias, la recorrió completa antes de juguetear con la lengua contraria, solo se detuvo al sentir la falta de aire separándose unos milímetros para recuperar el aliento —Claro que si estúpido nerd, quiero que seamos novios, ya no perderé otra oportunidad, no sabes cuánto desee volverte a ver todo este tiempo, no pienso apartarme ni un minuto más.
Izuku sonrió ampliamente antes de darle un casto beso en los labios —Yo también quise volver a verte, pero siempre pensé que tú no querrías, y con el pasar del tiempo solo sentí que la distancia entre los dos se abría cada vez más, por eso solo fui a verte mientras dormías, creí que sería la única forma de estar a tu lado— en ese momento Bakugo suelta una sonora carcajada sorprendiendo a el pecoso.
—Que puta ironía, los dos somos unos idiotas— dice antes de volver a juntar sus labios con los de su amado en un necesitado y dulce beso. Todo le parecía tan irreal, pero en ese momento no quería pensar en nada más que no fuera el hombre entre sus brazos, ahora por fin ya sabía la respuesta a su pregunta, si le hubiera dicho aquella vez que lo amaba habrían estado juntos como ahora, todo hubiera sido diferente si él hubiera dicho te amo, puta cobardía que lo separó de su Deku todo este tiempo, pero ahora estaba dispuesto a nunca dejarlo ir.
Llevaban un tiempo besándose cuando Bakugo soltó un gemido de sorpresa al verse empujado contra el sofá por una fuerte mano y sentir el pesado cuerpo del contrario sobre él. Se separó para ver el rostro de Deku y lo que encontró le quitó el aliento, sus labios estaban entre abiertos y húmedos, sus ojos medio abiertos y oscurecidos, su expresión denotaba un gran deseo —Estás más delgado pero aun así te las arreglaste para no perder tu físico del todo, es algo que solo tu lograrías Kacchan— dijo el pecoso antes de descender a su cuello para llenarlo de besos y lamidas —No crees que vas demasiado rápido— dijo temblorosamente el rubio mientras intentaba ahogar los suspiros que amenazaban con escaparse de su boca —Espere esto por años, no me detendré ahora— le respondió el Midoriya antes de morder con delicadeza el lóbulo de su oreja haciendo que una sensación agradable le recorriera todo el cuerpo.
Bakugo supo de inmediato que el deseo que sentía Izuku no podía ser frenado, el pecoso empezó a tocar y besar cuanta piel expuesta encontraba dejándolo sin fuerza para detenerlo, presa de todas aquellas deliciosas sensaciones que le provocaban sus caricias, no fue hasta que sintió una mano debajo de su camisa pellizcando su pezón que reaccionó. Por supuesto que no, él no se dejaría hacer, él quería hacer, deseaba llevar a cabo todas aquellas fantasías que de vez en cuando se permitía imaginar, él sería quien tomara a Deku no al revés. Usando la poca fuerza que tenía en ese instante y aprovechándose de la distracción de quien estaba sobre él devorándole el cuello, lo empujó en un intento de ponerlo debajo de él, pero no calculó bien el movimiento y los dos terminaron en el suelo dándose un fuerte golpe. — ¿Qué pasa Kacchan? ¿No te gusta? ¿Quieres que me detenga?— Le decía Deku con preocupación en el rostro mientras se sobaba la espalda. Se notaba que los dos eran unos completos inexpertos, el mismo no supo que hacer ahora que por fin lo tenía debajo, era frustrante, se volvió a sentir como un tonto adolescente nervioso y asustado.
Miró al techo intentando controlar sus nervios para dar rienda suelta a su deseo — ¡Maldición!— Gritó dejando salir así la opresión de su pecho y tomando el borde de su camisa se la quitó con rapidez descubriendo su ahora delgado y levemente marcado cuerpo. Izuku se quedó mirándolo fijamente, el rubio cenizo casi podía sentir como su mirada quemaba su torso mientras lo recorría con cuidado, el peliverde llevó una de sus manos al abdomen de este y con delicadeza lo acarició, su cuerpo tenía unas cuantas cicatrices que no estaban allí en sus años de estudiante, era mucho más alto que en aquel entonces, tenía una perforación en la parte superior de su oreja izquierda, su cabello estaba corto, su rostro era anguloso y masculino, su piel seguía igual de pálida, el héroe número uno sonrió al imaginarlo untándose todos los días con cuidado bloqueador para evitar ser quemado por el sol, Bakugo era muy cuidadoso con su cuerpo, se notaba y eso le encantaba.
Mientras Midoriya estaba perdido en sus pensamientos, Katsuki lo miraba con cuidado, prestando atención a cada movimiento, vio cómo se inclinó y empezó a besar aquel lugar que momentos antes acariciaba, no pudo detener el estremecimiento que lo recorrió y aquellos pequeños suspiros que salían de sus labios entreabiertos. Con una mano tomó con firmeza los rizos verdosos y jalándolo hacia arriba se apoderó bruscamente de sus labios, el contrario correspondió de igual forma solo separándose para poder quitarle la camisa, se abrazaron disfrutando la sensación del contacto directo de sus pieles, Bakugo sintió como Deku acariciaba con desespero su espalda, mientras él bajaba una de sus manos por su cuello rozando su clavícula para después dar atención a uno de aquellos pequeños círculos en su pecho, un suave gemido salió de los labios del pecoso quien empezaba a temblar entre sus brazos.
—Ka...Kacchan— Dice el de ojos esmeraldas en un suspiro antes de empujar al rubio y hacerse sobre él acomodando sus caderas juntas para empezar a moverse frotando ambos sexos ya endurecidos. De la garganta de ambos salió un fuerte gemido de placer, Bakugo pone sus manos sobre las caderas del joven de ojos esmeralda y las aprieta obligándolo a hacer más contacto contra aquel lugar necesitado de su cuerpo. El de mirada verde cierra los ojos mientras se deleita en la sensación de aquel roce, ansioso por obtener más de ese delicioso placer que crecía sin freno en su cuerpo, mira a su amado que se encuentra con los ojos cerrados con fuerza y los labios entre abiertos dando sonoros jadeos.
Él quería sentir más y estaba seguro que Kacchan igual, así que se detuvo y se levantó. El rubio lo miró confundido y frustrado —No me digas que ya te arrepentiste estúpido Deku, porque te juro que si no vuelves te ma...— su voz se pierde al ver como Izuku se desabrochaba el pantalón para quitárselo junto a su ropa interior, quedando gloriosamente desnudo frente a él.
No puede evitar comerse con la mirada a Izuku mientras este se arrodillaba frente a él, el pecoso empieza a subir sus manos con lentitud desde sus pies hasta la pretina de su pantalón deportivo para empezar a bajarlos junto a la ropa interior liberando la gran erección que se estaba formando entre sus piernas, dejándolo lentamente en igualdad de condiciones.
Podía ver como los ojos del peliverde observaban con atención la piel que iba exponiendo a su paso. Al llegar a su rodilla Bakugo pudo notar como la expresión de Deku cambiaba a una llena de culpabilidad y tristeza cuando sus ojos se posaron en la gran cicatriz que la atravesaba —Esto fue mi culpa, si hubiera sido más rápido, si no hubiera tenido miedo al rechazo habría ido a el cuarto piso a ayudarte después de evacuar las personas que se encontraban en el segundo, pero el miedo me detuvo y casi te pierdo por mi cobardía, no merezco nada, no merezco esto, aun así no puedo detenerme, ya me he alejado por demasiado tiempo de ti.— Bajando la cabeza le dio una lenta y larga lamida en toda la extensión de aquella cicatriz mientras lo terminaba de desnudar.
Se sentó y se acomodó para quedar con sus piernas a cada lado de las caderas de Midoriya, alzó la mirada para encontrarse con sus ojos —Eso no fue tu culpa, tu llegaste a tiempo Deku, de no ser por ti ahora no estaríamos aquí juntos—, le dio un dulce beso y se separó con un suspiro, sin poder resistirse más tomó el erecto miembro del héroe de cabello verde y empezó a acariciarlo. Izuku no pudo detener el fuerte gemido que subió por su garganta, Bakugo se quedó mirando fijamente cada expresión que hacía su amado y tomando la mano de este la llevó a su propio miembro el cual recibió atención de inmediato, soltó un fuerte jadeo y se dejó llevar por el momento, todo su apartamento se inundó de los suspiros y gemidos que los dos soltaban sin reparos ni vergüenza, por fin estaban juntos y no permitirían que nada más los separara, ni las dudas ni el miedo volverían a interponerse entre ellos.
Se miraron a los ojos soltando un sonoro gemido de placer al unísono cuando sintieron que el clímax los alcanzaba, dejando caer la cabeza en el hombro del contrario estuvieron allí sumergidos en su pequeña burbuja, escuchando la respiración del otro, sintiendo los pequeños roces que tenían al moverse, se abrazaron y sin importarles nada se acomodaron en el suelo hasta quedar profundamente dormidos, embriagándose en aquella alegría infinita que no querían que jamás se extinguiera.
El timbre de la puerta sonó varias veces despertando a ambos héroes —Vino alguien— dijo Izuku adormilado separándose de Katsuki, el de ojos rojos no pudo más que soltar un gruñido iracundo, mataría a quien fuera que se haya atrevido a interrumpir ese momento, luego recapacitó, solo tenía que ignorarlo y se iría, así que tomó las mejillas del pecoso y lo atrajo hacia él besándolo antes de volver a acomodarse para seguir durmiendo, pero el timbre sonó varias veces más antes de escuchar el clic del cerrojo abriéndose, entonces por fin se angustió.
— ¿Qué hora es?— Pregunto el héroe numero dos mientras miraba el reloj en la pared, eran las cinco y dos minutos, hora de sus ejercicios, Kirishima había llegado y al no responder había abierto con la copia de las llaves que le había dado el día anterior.
El rubio cenizo intentó levantarse para ponerse los pantalones pero cayó al suelo soltando un sonoro quejido, entonces vio como Izuku reaccionaba empezando a vestirse con prisa y luego lo ayudó a él, no tenían mucho tiempo para ponerse la ropa, escucharon como la puerta se abría —Katsubro, es hora de ejercitarse— se escuchaba desde la entrada, Izuku rápidamente le subió el pantalón y le dio su camisa, se la puso con apremio y acomodaron como pudieron el resto del desastre antes de sentarse en el sofá justo en el momento que su mejor amigo se asomaba a la sala.
—Midoriya, que sorpresa, ¿Viniste a ver a Bakugo?— Los dos amigos se sorprendieron al escuchar una sonora carcajada nerviosa provenir del pecoso, Katsuki solo atinó a mirarlo y sonreír al ver sus mejillas fuertemente sonrojadas, estuvieron a punto de ser descubiertos, pero de cierta forma eso no le importó, lo único que en ese momento realmente le interesó era que por fin había obtenido aquello que tanto deseó por los últimos siete años, el amor de su precioso Deku.
Ninguno de los dos enamorados se dio cuenta que el héroe de cabello rojo los veía con una mezcla de tristeza y alegría, no había pasado de ser percibido por él lo que posiblemente sucedió aquella tarde, ambos eran muy obvios, no conocían el significado de la palabra discreción o disimulo, aun así no dijo nada, no dañaría el bello momento que la nueva pareja compartía, así que solo se fue a alistar todo lo necesario para los ejercicios de su amigo, dejando a la feliz pareja pasar unos minutos más a solas, y aunque un punzante dolor perturbaba su pecho, aun así sintió paz, pues supo con certeza la respuesta a su pregunta: ¿Si hubiera? Ahora por fin podría seguir adelante.
Fin
Este es el fin de esta historia, a todos aquellos que llegaron a este punto mil gracias por leer hasta el final. Esta es mi primera vez escribiendo una escena como la de este capítulo, así que espero que les haya gustado y me gustaría saber su opinión.
De nuevo muchas gracias, no leemos en otra historia.
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