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XI. Deseo

Capítulo 11
Pequeño Law



A la mañana siguiente, Sibila realmente fue despertada muy temprano, el sol ni siquiera había salido y ella ya estaba despierta mientras hacía caso a las instrucciones del viejo hombre el cual la miraba como demonio porque no balanceaba bien la espada, porque su postura era incorrecta, porque estaba agarrándola mal, que esto, que aquello, que su cuerpo, que su agarre, que su actitud, que esto otro y así sucesivamente.

Ese hombre realmente era un demonio.

¡Un demonio!

Pero al menos sentía como si su cuerpo se fuera fortaleciendo muy lentamente, casi imperceptiblemente sino fuera porque ella no sentía que entraría en otra crisis de telequinesis salvaje, ¡Que buen maestro! La dejaba hecha polvo, pero la fortalecía a su manera.

Entonces cuando fue medio día, ella fue entregada a sus padres los cuales lloraron preocupadamente mientras la veían y el hombre les explicaba que la pequeña se cayó por el rio y él la salvó, por eso es que la trajeron hasta el día de hoy... junto con que quería entrenarla en el manejo de la espada ya que veía en ella "el espíritu de un espadachín" y un montón de mierdas que ni él se las creía.

Pero bueno, era eso o que ella le explicara cosas que no quería, pero que el hombre tan amablemente le guardó silencio. Vamos, que esos dos se complementaron con los padres para empujarlos a una esquina y que aceptaran la educación en el arte de la esgrima a su pequeña hija.

Y ese fue el comienzo infernal de Sibila en el arte de la espada, era como lo que hizo Zoro de pequeño, ¡Pero peor! ¿Por qué? ¡Porque el maldito hombre podía y quería hacerlo así! Vamos, que se estaba jugando la vida en cada uno de sus entrenamientos y regresaba como gelatina a la casa, con todo su pequeño cuerpecito blando y lleno de moretones que tenía que esconder de sus padres o se negarían a que ella volviera a las clases de espada con ese "abusador bárbaro".

A su vez, ¡Su aprendizaje en la facultad médica va de viento en popa! Desde que la señora Trafalgar ya no se puede mover mucho por su estado de embarazo avanzado, ¡Ella le enseña todo lo que puede mientras que su madre hace las tareas del hogar por la castaña! Era un gran plus, porque aprovechaba de estudiar todo minuciosamente, tomando una infinidad de apuntes que luego volvía a repasar una y otra vez para que no se le olvidaran en su tiempo libre.

Entre estudios y entrenamientos del infierno, ¡La hora del nacimiento de Law llegó! Dios santo, esperó tantos meses para que eso sucediera y... ¡Y entonces por fin le dejaron ver al pequeño Law! Era... ¡Era un hermoso bollito de leche! Tenía mejillas regordetas y un poco de cabello oscuro con unos ojos grises tormentosos que la hacían chillar, ¡¿Cómo un bebé podía ser tan hermoso?! ¡Normalmente son tan feos y arrugados! Pero ese niño... ¡Dios santo ese niño! Estaba dispuesta a arrodillarse ante él y alabarlo.

Cuando Law por fin pudo abrir sus ojos, distinguió a una niña de ojos azabaches y cabello oscuro que le miraba con adoración, simplemente él como bebé que era no entendía nada y no se sintió intimidado por la "intimidante y fiera" mirada de la niña y estiró sus regordetes dedos hacia la pequeña dama, tocando todo su rostro con sus cortitas manos y finalmente descansando en el corto cabello de la chica.

Sibila odiaba el cabello largo, en especial en este mundo que era un inconveniente atroz, ¿Qué pasa si te agarraban del cabello y te lo tiraban? ¿Si se te quedaba enganchado en algún lugar? ¿Por qué tener todo ese peso innecesario en la cabeza? Y no necesitaba cuidárselo mucho ni gastar cantidades industriales de champú en mantenerlo bello, ¡Unas cuantas gotitas y parecería que su cabello es el más suave y esponjoso del mundo!

La niña cerró sus ojos dejando que el pequeño bebé jugara con su cabello, ¡Law estaba contentísimo! ¡Esa cosa extraña era tan suave y esponjosa! ¡Y también olía bien! La Señora Trafalgar llegó justo en el momento en que vio como la pequeña niña tenía sus ojos cerrados dejando que Law acariciara su cabello con fascinación, al principio estaba preocupada porque Law le estuviera tirando del cabello, ¡Pero parecía que ambos se llevaban bastante bien en realidad! Incluso parecía que Sibila disfrutaba del toque del bebé en su cabello.

Una pequeña risita se escapó de Sibila cuando el niño empezó a morder su cabello y llenarlo de baba, ¡Se veía tan tierno, pero ella no era comestible!

—Pequeñín, eso no es comestible —habló suavemente la niña mirándolo con adoración en sus ojos negros.

El bebé hizo un pequeño puchero mientras parecía que iba a llorar, pero entonces Sibila empezó a jugar con un pequeño peluche de tigre de las nieves y el bebé se concentró en el peluche mirándolo fijamente y con concentración, ¡Que interesante era ese peluche! Se veía tan suave y esponjoso, era un deleite para sus pequeños ojos tormentosos, ¿Qué eran esas líneas negras? ¿Por qué estaba blanco? ¿Y esa forma?

La señora Trafalgar miró como interactuaban ambos niños y no pudo evitar que el calor se asentara en su corazón, por lo que discretamente llamó a la madre de Sibila y ambas observaron el espectáculo juntas, solo para que luego se unieran los dos padres de ambos infantes viendo la escena con ternura. Bueno, hasta que Law empezó a llorar y Sibila miró hacia los lados hasta que encontró a la señora Trafalgar.

—Creo que tiene hambre —habló la niña y la señora asintió antes de acercarse suavemente y tomar al niño en brazos para tranquilizarlo y darle pecho.

Tranquilamente Sibila miró la interacción tomando notas de como cargarlo, la firmeza de los músculos, la suavidad en su aura, como apoyar su cabecita, el hacerlo eructar después de tomar la leche y demás, ¡Todo eso le serviría en un futuro para cuando ella tuviera sus propios hijos! Quería sus propios hijos, ver esas bolitas de amor le calentaban el corazón y, para que sean tan guapos como Law bebé, ¡Ella decidió que se acostaría solo con hombres guapos y de buena pinta! Quería que sus hijos tuvieran buenos genes.

—Sibila, ¿Quieres cargar a Law? —preguntó la mujer adulta y la niña le miró sorprendida.

—¿Y-yo? —tropezó con las palabras y mirando incrédulamente a todos lados.

—Si, ven.

—¿Segura...? —preguntó insegura Sibila acercándose.

—Vamos, Law no te va a morder —rio divertida.

—Claro, aun no tiene dientes —habló directamente Sibila y la mujer castaña solo negó riendo y se agachó a la altura de la niña para entregarle suavemente al bebé.

Sibila miró con adoración al pequeño niño y lo cargó tan y como había visto, inciso enderezó toda su postura para darle un agarre firme, pero seguro al pequeño bebé y que no se sintiera inseguro con ella. La calidez brotó de los ojos de la niña la cual sonrió radiantemente mientras parecía como si lirios blancos florecieran a su alrededor, Law rio divertido ante la escena frente a él y agitó sus manitos para seguir jugando con el esponjoso cabello de la niña la cual con gusto de lo permitió, pero no sin antes darle un suave besito en la mejilla.

¿Cómo un bebé podía ser tan lindo?

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