Capítulo 8
So it's gonna be forever... Or it's gonna go down in flames
Alec y Magnus cayeron en la cama del brujo, metiéndose entre las sabanas y enredando sus cuerpos. Continuaron besándose, sin control. Magnus subió sobre el cuerpo de Alec, abriéndole las piernas para acomodarse. Alec le tomó de la cadera, para mantenerle ahí.
– Eres tan perfecto, – Alec le susurró entre besos, viendo los ojos de gato. Frunció el ceño, cuando Magnus cambió sus ojos. – Espera, espera... ¿Por qué los escondes? –
Magnus parpadeó confundido, sentándose sobre el regazo de Alec. – Siempre lo hago. –
– No tienes que hacerlo. No cuando estás conmigo. Si no quieres, no tienes que esconderlos– Alec le dijo, acariciándole el rostro.
El brujo le tomó la mano entre las suyas y dejó caer el glamur. – No eres como ningún otro cazador. –
– ¿Eso es algo bueno?
Magnus giró las caderas, sobre la polla dura de Alec. –¿Tu que crees? –
– Mierda, – Alec gimió, sintiendo como el brujo se movía sobre su miembro.
– ¿Quieres hacerlo? – Magnus le susurró.
– ¿Qué? –
– ¿Follarme? – Alec se quedó sin palabras y Magnus le besó. – Regularmente no dejo que cualquiera lo haga, pero por ti...– Magnus le mordió el cuello. – Creo que será increíble. Darle a toda esa fuerza un buen uso, enterrar esa gran polla dentro de mi...–
– Mierda, – Alec rogó, desesperado, besándole sin control, llegando al límite solo con las palabras de Magnus.
– ¿Supongo que eso es un sí? – Magnus le susurró.
– Si. Mierda. Si, – Alec contestó, besándole entre cada palabra. – Solo yo... no quiero hacerte daño, quiero decir...–
– No te preocupes, ángel. No es mi primer viaje, pero ha pasado tiempo. Solo hazlo como cuando te estabas penetrando a ti mismo, y todo estará bien, – Magnus les giró, haciendo que Alec quedara sobre él, y abriendo las piernas para Alec. Mágicamente, lubricó los dedos de Alec. – ¿o prefieres que yo mismo me prepare? –
– Maldita sea no. Yo quiero hacerlo, – Alec susurró, tocando la entrada de Magnus con un dedo, y con su otra mano, tomándole de la cadera, mientras le penetraba lentamente. Magnus gimió, cerrando los ojos y arqueando su espalda.
– Mierda, eres tan caliente. Te sientes tan bien, – Alec susurró, metiendo un segundo y después un tercer dedo.
– Y se sentirá mejor cuando estés dentro de mi, – Magnus jadeó, al ser penetrado por los dedos de Alec. – Estoy listo, cazador. –
Alec sentía su corazón a mil por hora, cuando sacó sus dedos de la entrada de Magnus, y acomodó su polla para entrar. Magnus le rasguñó la espalda al sentir como entraba en él.
– Mierda. Estas tan apretado, – Alec jadeó, viendo como su polla desaparecía dentro de Magnus, y bajando sus labios para besar los pezones de Magnus.
– Parece que has aprendido algunos trucos, – Magnus jadeó, arqueando la espalda cuando finalmente Alec estuvo completamente en su interior.
– Tuve un buen maestro, – Alec bromeó, comenzando a mover sus caderas, agarrando a Magnus para tener mejor acceso.
– En ese caso, espero excelentes resultados, cazador, – Magnus le dijo, arañándole la espalda, y enrollando sus piernas en la cadera de Alec.
– No sabía que me estabas calificando, – Alec sonrió.
– ¿No? Pero si eres mi estudiante favorito, Alexander, – el brujo apretó las nalgas de Alec, al sentir como salía de él.
– Espero ser tu único estudiante, – Alec gruñó, comenzando a penetrar con más fuerza, amando como su polla desaparecía dentro del cuerpo de Magnus y los sonidos que este hacía.
– No he sido capaz de mirar a nadie más desde que comencé a follarte, – Magnus le susurró, abrazándole más cerca a su cuerpo. El corazón de Alec saltó, y no pudo evitar besar suavemente a Magnus. – Ahora, fóllame fuerte, –
Magnus le ordenó, mordiendo el cuello de Alec.
– Y yo que pensaba que yo era el que estaba a cargo, – Alec murmuró, tomando la mano de Magnus y besándola con suavidad.
– Ni de broma, cariño. – Magnus contestó, sonriendo. – Yo siempre voy a ser el que esté mande en esa relación. –
El corazón de Alec saltó de nuevo, y le miró. – ¿Relación? –
– Relación. Equipo. Follamigos, amigos con beneficios. Como quieras llamarlo. Yo mando, Alexander. Y ahora mando que comiences a follarme con fuerza, que me partas con esa gran polla que tienes, que me llenes...–
– Si, señor, – Alec contestó, tomándole nuevamente de las caderas y comenzando un ritmo de embestidas fuertes y certeras contra la próstata de Magnus, haciendo que este gritara sin control.
– ¡Mierda si!, ¡justo ahí, Lightwood! ¡No pares! – Magnus demandaba, su cuerpo moviéndose al ritmo de las embestidas.
– Nada en el mundo me haría parar, – Alec jadeó.
Y era verdad, el mundo podría estarse acabando ahora mismo y a Alec no le importaría, con tal de continuar enterrándose en el cuerpo de Magnus. El brujo era hermoso, desinhibido, demandante, perfecto...
– Quiero ver como te corres, Bane, – Alec le urgió, sintiendo su propio orgasmo llegar. – Muéstrame lo hermoso que te ves cuando te corres, Magnus...–
– Oh mierda, – Magnus jadeó y se corrió sobre su abdomen. Al instante, Alec le siguió, enterrándose en el fondo de Magnus, llenándole.
Alec colapsó sobre Magnus. Ambos respiraban con dificultad. Magnus comenzó a acariciar el cabello de Alec con una mano, y con la otra le abrazó.
– Maldito cazador. Follas fantásticamente, – le susurró, aun con voz temblorosa.
– Si lo dices tu, debe ser verdad, – Alec rio, sintiendo el cansancio en su cuerpo. – Solo dame un minuto y me iré. –
– Está bien. Te puedo dar diez y luego te echaré, – Magnus murmuró, sobre el cabello de Alec.
Alec sonrió y cerró los ojos. En diez minutos llegaría al instituto y nadie tendría que enterarse que se había ido.
*
Definitivamente habían pasado más de diez minutos. Cuando abrió los ojos, se sentía mucho más descansado, aunque sus músculos aun le dolían por el fantástico sexo que había tenido.
– Sigues aquí, – Magnus masculló, su cuerpo apretando al de Alec.
– No me echaste, – Alec le respondió, con voz adormilada.
– Ya pasaron más de diez minutos, – el brujo apuntó, notando como su cadera estaba a la altura del culo de Alec.
– Y no tu no me echaste, – Alec repitió, moviendo su culo contra la polla de Magnus, temblando.
Magnus suspiró, mordiendo el hombro de Alec, y Alec enterró el rostro en la almohada al sentir como Magnus jugaba con su entrada, tomándole por detrás, de forma posesiva.
– ¿Quieres que te folle, ángel? – Magnus le susurró, besándole la espalda
– Si, por favor, – Alec rogó, desesperado por que el brujo le marcara como suyo.
Magnus continuó se acomodó entre el culo de Alec, con otra mano, manteniéndole en su lugar.
– Siempre amo esta parte, – Magnus le confesó, masturbándose contra el culo de Alec, – El momento en que mi polla atraviesa tu entrada, sin nada que la detenga, hasta llegar al fondo. Siempre que lo hago, sueltas ese delicioso grito de dolor y placer, como si no pudieras creer que esté dentro de ti. No creo que si quiera lo notes. Y es tan caliente, me pone tan duro, porque se que lo haces por mi. Solo por mi. Eres mío. –
– Solo tuyo. Todo tuyo, – Alec arqueó su espalda. – Solo fóllame ya. –
La polla de Magnus le atravesó, sin advertencia, y por primera vez, Alec fue consciente de su reacción, la forma en que gritó, y tembló entre los brazos de Magnus.
– Ahí está. Me encanta, – Magnus le susurró, entrando hasta el fondo. – Tan hermoso solo por mi. –
Alec solo podía gemir, sintiendo como el brujo llegaba al fondo, para llevar su mano a la polla de Alec, tomar un poco de su presemen, y luego llevarla a la boca de Alec.
– Te sientes tan bien, lleno de mi, Alexander, – Magnus le murmuró, sin moveré. – Apretado y caliente. Tan perfecto. Fuiste creado para mi polla. Nadie se había sentido tan bien. –
Alec enterró su sonrojado rostro en la almohada, apretando sus músculos para apretar la polla de Magnus. – Vamos...– susurró, tratando de penetrarse el mismo, desesperado por obtener fricción.
– Ah, Alexander. Mírame, – Magnus le tomó del abdomen, deteniéndole.
Alec alzo el rostro, y lo giró para que Magnus pudiera besarlo. Alec se dejó llevar en el beso, completamente a su merced, mientras el brujo masturbaba su polla.
– Magnus... mierda, – Alec rogó, temblando, entre besos.
– Amo cuando me ruegas por mi polla, – Magnus le dijo. – Me encanta tenerte desesperado por mi polla. Así quiero tenerte siempre.
– Vete al demonio, Bane. ¡Ya fóllame! – Alec gritó, pero Magnus no se movía, solo continuaba masturbando el miembro de Alec.
– Quiero que te corras conmigo dentro, sin moverme, Lightwood, – Magnus dijo, mordiendo la runa del cuello de Alec.
– Eres un maldito bastardo, – Alec dijo, apretando las sábanas con sus dedos.
– No te voy a follar hasta que te corras, Alexander, – el brujo continuó, moría de ganas por ser follado, fuerte y duro. Pero Magnus solo le mordía y masturbaba.
– Te odio, – Alec soltó, entre gemidos.
– Se que no es así, cariño, – Magnus murmuró, mordiéndole el hombro. – Se que quieres ser un niño bueno, quieres obedecerme. Así que te vas a correr con mi mano en tu miembro, y mi polla dentro de ti. Y después... te voy a follar hasta llenarte. Así que obedece. Córrete. –
Alec se corrió, con un grito, apretando su entrada contra la polla del brujo, mientras ensuciaba las sábanas.
– Hermoso, Alexander, – Magnus dijo, con voz ronca, sintiendo como el cuerpo de Alec temblaba entre sus brazos. Y finalmente comenzó a penetrarle, fuerte y rápido, moviendo el inerte cuerpo de Alec con el suyo. – Estás tan apretado. –
– Por favor, – Alec continuaba en estado adormilado, mientras que Magnus jugaba con su cuerpo a su antojo, pellizcando sus pezones, penetrándole con fuerza. Magnus puso a Alec boca abajo, enterró su cara en la almohada, se subió en el para tener mejor acceso.
– Estate quieto, – Magnus le tomó del cuello, y le golpeó el culo, cuando Alec intentó moverse. – Quiero ver como mi polla se hunde en ese perfecto culo. –
La siguiente embestida fue acompañada de otro golpe, y Alec solo podía morder la almohada, mientras Magnus le perforaba con su polla.
– Saca tu cara de la almohada, quiero escucharte gritar y rogar por mi polla, – Magnus insistió, embistiéndole sin parar.
– ¡Por favor! Oh, dios, te necesito. No pares. Por favor. Amo como me follas. Te sientes tan bien, bebé. – Alec balbuceó sin control.
Se agarró de los postes de la cama para no golpearse por las fuertes embestidas que Magnus le daba, que movían su cuerpo hacía adelante con cada golpe. Sintió como en una última y poderosa embestida, Magnus se corrió dentro de el, llenándole, y sin poder evitarlo, Alec sentía que estaba a punto de correrse también.
Sin decir nada, Magnus salió de él, le giró, y tomó su polla en su boca, y comenzó a chiparla. Alec no duró mucho, y después de algunas lamidas, se corrió en la boca de Magnus. Magnus tragó cada gota, y Alec cerró los ojos agotado, mientras Magnus continuaba lamiendo el semen en su cuerpo, besando, y mordiendo a su paso.
– Joder, – Alec dijo, cuando finalmente Magnus se detuvo.
– Acabo de hacerlo, – le dijo, para después mirar el reloj. – Deberías volver al instituto. Probablemente te estén buscando, y no querrás que te encuentren con mi polla en tu culo. –
– Vete a la mierda, imbécil, – Alec gruñó, se puso de pie, y gimió de dolor. Sus piernas temblaron y Magnus le agarró de la cintura para sostenerle.
– Con cuidado, – Magnus murmuró, moviendo las manos solo para limpiar con magia el semen que Alec tenía fuera de su cuerpo.
– ¿De verdad? –
– ¿Qué puedo decir? Pensar en ti caminando por tu estúpido Instituto con mi semen saliendo de tu culo es muy caliente, – Magnus se encogió de hombros, dándole una nalgada.
– Estás enfermo, – Alec murmuró, girándose para esconder el rubor en sus mejillas que le delataba. Caminó a la sala para tomar la ropa que estaba en el suelo.
– ¿Un portal? – Magnus le había seguido, usando solo unos pantalones de seda.
– Si, por favor, – Alec murmuró. Alec bajó la mirada. Siempre sentía esa mala sensación en su estómago cuando se iba, después de una gran follada. Como si faltara algo.
– Espera... solo... lo siento, – Magnus soltó, deteniendo a Alec de atravesar el portal.
– ¿Por qué? –
– Por lo que dije... antes. La ultima vez que te grite. – Magnus evitó su mirada.
– Bueno, no te equivocabas. En algunas cosas, al menos, – Alec no quería recordar la pelea. – Sabía que era gay antes de que me follaras. Pero definitivamente no pienso casarme con una mujer y tener hijos. Y si, era virgen. Solo has sido tu, Magnus. Solo tu. –
Alec tomó las manos de Magnus entre las suyas. Magnus le veía sorprendido, mientras que Alec le besó suave y dulcemente, sintiendo su corazón en el beso.
– Deberías irte, ángel, – Magnus murmuró, contra su boca, apareciendo otro portal. – Antes de que te extrañen. –
– Um, ¿te veo después? – Alec susurró.
– Definitivamente, – Magnus le prometió, con un brillo en los ojos. – No he terminado contigo, Alexander. –
Alec sonrió, y le besó de nuevo, para después atravesar el portal. Caminó hacía su oficina, sonriendo al sentir el semen de Magnus salir de su entrada. No había terminado de cerrar la puerta cuando Jace, Clary e Izzy entraron.
– ¡¿Dónde has estado?! – Izzy demandó.
– ¿Perdón? – Alec le miró, confundido.
– Desapareciste de la fiesta ayer en la noche. No volviste al Instituto. No contestabas mis llamadas. ¿A dónde fuiste? – ella insistió.
– Creo que lo que Izzy intenta decir es que estábamos preocupados, – Jace añadió, sonriendo.
– ¡Relájate! Fui a hablar con Magnus y arreglar las cosas. Eso es todo, – Alec explico. Aunque claro, eso no había sido todo.
– ¿Magnus? ¿Desde cuando le llamas "Magnus? – Jace le miró confundido.
– ¿Y pudiste? ¿Confía de nuevo en nosotros? – Clary preguntó.
– Um... si, supongo...–
Isabelle le miró alzando una ceja, y le bajó el cuello de la camisa.
– Por el ángel, Alec, ¿Cómo fue que arreglaste las cosas con Magnus? – ella sonrió, divertida.
– Creí que Magnus era un brujo, no un vampiro, – Jace se rio, viendo las mordidas en el cuello de Alec.
– ¡Estás saliendo con Magnus! ¡Lo sabía! – Izzy gritó, contenta.
– No... ¡no estoy saliendo con él! – Alec contestó, mirando mal a los tres. – Solo...–
– ¿Solo? – Clary le insistió en seguir.
– Bueno, por las marcas en tu cuello, definitivamente estás durmiendo con él, – Isabelle dijo.
– ¿Puedes bajar la voz, por favor? – Alec pidió.
– ¡Pero es un imbécil! ¿Cómo puedes tener sexo con él? – Jace preguntó, haciendo caras.
Las mejillas de Alec se calentaron. – Lo hace bien, – admitió, con la mente en blanco, pensando en Magnus.
– Oh, wow, – Clary soltó una risita.
– ¡Lo sabía! – Isabelle exclamó.
– Bueno, en ese caso. Mándale un mensaje al imbécil avisándole que saldrás de la ciudad por unos días, – Jace le dijo, aun sin poder creerlo. – Vamos a ir a Idris para la Ceremonia de Clary. –
*
Regresaron de Alicante varios días después. Tan pronto como llegaron, Alec le mandó un mensaje a Magnus, haciéndole saber que había vuelto.
Instantáneamente, recibió una respuesta que le hizo temblar.
Pandemónium, a media noche. No llegues tarde
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