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Capítulo 4



Durante las siguientes dos semanas, Alec y Magnus se volvieron expertos en mostrar su desprecio mutuo en público, y follar con locura en privado. También en semi privado, donde fuera que pudieran ponerse las manos encima hasta conseguir un fantástico orgasmo. Alec se ponía duro solo de ver a Magnus, y parecía que el brujo igual, porque al segundo que estaban solos, no podían esperar para tocarse.

Para suerte de Alec, nadie cuestionaba la presencia más frecuente de Magnus en el Instituto. Gracias al Consejo y la búsqueda de Valentine, la presencia de Magnus estaba más que justificada.

El brujo en cuestión se encontraba ahora mismo trabajando con Jace e Isabelle en encontrar a Valentine. Y Alec se encontraba luchando por mantener su vista en su computadora, mientras escribía un correo, y no en mirar al brujo.

– ¿Señor? –

Alec dio un brinco y se giró para ver a un cazador de sombras rubio y guapo, acercarse a él. El hombre le miró sonriendo, y estrechó su mano.

– Andrew Underhill, del Instituto de Los Ángeles. –

– ¡Cierto! – Alec apretó su mano. – Arthur Blackthorn mencionó que vendrías. –

– Si, es un viaje rápido para tratar unos asuntos con unos hombres lobo– Underhill contestó, sonriendo hacia donde estaba su equipo.

– Me alegro que les encontraras, – Alec comentó. Dos adolescentes habían sido mordidos en California, por un hombre lobo, en venganza, contra el padre de los chicos, que también es hombre lobo, lo que había llevado a una gran pelea cuando estos se habían convertido. Su madre mundana les había sacado de la ciudad por miedo, y Underhill les había encontrado para ayudarles. – Habían estado en movimiento para evitarlo. –

– Tenemos suerte de encontrarlos. Su padre ha estado preocupado, temiendo que pudieran hacerse daño ellos o hacerle daño a alguien. –

– Por suerte la luna llena no es hasta dentro de otra semana. Tendrán tiempo de ir a casa y aprender, – Alec sonrió, y Underhill también.

– Así que, ¿realmente están trabajando con subterráneos? ¿Los rumores son ciertos? – Underhill preguntó, girándose para ver a Magnus.

Alec se giró también, y notó la mirada glaciar de Magnus sobre ellos. Alec solo giró los ojos y miró a Underhill.

– Si. Tenemos una buena relación con el jefe de los vampiros y de hombres lobo, y Magnus Bane es el Gran Brujo de Brooklyn. Su ayuda a sido invaluable, – Alec respondió, intentando sonar casual. – Aun trabajamos en nuestras relaciones con las hadas. –

– Wow. Nunca pensé ver a subterráneos siendo bienvenidos en un Instituto, – Underhill dijo, asombrado, curiosamente mirando a Magnus, aunque sin notar la mirada asesina con la que este le miraba de vuelta.

– Bueno, todos vivimos en el mismo mundo. Deberíamos se capaces de convivir en paz y juntos. –

– Claro que si. Yo pienso igual que tu, – Underhill agregó, aclarando su punto. – Lo he sugerido un montón de veces en mi anterior Instituto, pero siempre es rechazada mi propuesta. Ahora, en el de Los Ángeles, estoy intentando mejorar las relaciones con los subterráneos. Creo que es increíble que ustedes lo estén logrando. Podrían servir de ejemplo para otros Institutos. –

– Oh. Gracias, – las mejillas de Alec se sonrojaron por el cumplido, y decidió llevar el tema de vuelta a los hombres lobo. – Um, aquí están las carpetas de los chicos. Solo necesito llenar la hoja final para que puedan ir por los chicos a Jade Wolf. –

– ¿A dónde? –

– Oh, a los cuarteles de la manada de lobos de la ciudad. El alfa Luke Garroway, con quien trabajamos, se ha ofrecido a cuidar a los chicos mientras terminamos con los tramites. – Alec comenzó a llenar la hoja. – También es un restaurante con la mejor comida china de la ciudad. –

– ¿De verdad? – Underhill sonrió aun más amplio. – Mmm... podría comer algo antes de viajar. –

– Yo invito, si quieres, – Alec se ofreció.

Alec no notó como la sonrisa de Underhill se ensanchaba. Pero una sensación ardiente en su cuerpo le hizo jadear y levantar la vista. Underhill le miró preocupado, y Alec fingió que tosía, para después girarse hacía el brujo. Magnus tenía una mirada oscura y peligrosa, mientras veía a Alec, quien tampoco podía quitar su mirada. Finalmente, Magnus se giró, para escuchar algo que le decía Isabelle. La boca de Alec se secó, por la implicación de esa mirada.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Underhill. – Entonces, ¿nos vamos? –

– ¿Qué? Oh, si. Va... vamos. – Maldito brujo






Después de bastante comida china, Underhill y sus hombres, acompañados de los chicos, se fueron por un portal de vuelta al Instituto de Los Ángeles. Alec se encontraba ahora sentado en su oficina, llenando unos reportes, cuando un toque en su puerta le distrajo. Magnus entró sin esperar.

– Bane, –

– Lightwood. –

– Solo un segundo para enviar esto y... listo, – dijo, mandando el reporte de la Clave a el Instituto de Los Ángeles. El brujo solo le miraba con los brazos cruzados. – ¿Qué pasa? –

– Jace te estaba buscando. Cree saber donde se esconde Valentine, – Magnus explicó, con mirada aburrida.

– Gracias. Le iré a buscar, –

Alec caminó hacía la puerta, pero Magnus le detuvo, tomándole de la mandíbula, y presionando su espalda contra el escritorio, acorralándole.

– ¿qué...–

– Te deseaba, – Magnus le dijo, con un gruñido, restregando su cuerpo contra el de Alec.

– ¿Jace? –

– No te hagas el estúpido conmigo, Lightwood. No te queda. El rubio de los Ángeles. –

– ¿Underhill? – Alec frunció el ceño, recordándole. – Claro que no. –

– Estaba coqueteando contigo, cazador. Y después le invitaste a comer. Que casualidad, – el brujo escupió, tomándole del cabello para jalárselo. Alec jadeó, tomándole de la chaqueta. – Espero que hayas tenido una cita agradable. –

– No fue una cita, – Alec jadeó. – Y no estaba coqueteando conmigo. Solo estábamos ayudando a dos chicos hombres lobo, eso fue todo. Yo no le quiero. –

– Pero el te quiere a ti. Lo vi en sus ojos, la forma en que te miraba, – Magnus le susurró, pasando sus dientes por el cuello de Alec. Sin demoras, metió su mano libre en los pantalones de Alec.

– ¡Mierda! – Alec le tomó del brazo para mantener el balance, mientras que la mano de Magnus tomaba su polla.

– ¿A quien es al que deseas, cazador? – Magnus le susurró, pasando su lengua por la mejilla de Alec.

– Maldito bastardo, sabes que a ti, solo a ti, – Alec soltó, acercando sus caderas a la mano de Magnus.

– Bien dicho, Lightwood. Nadie puede tenerte, – Magnus puntualizó cada palabra con una estocada. Alec cerró los ojos, cuando Magnus le besó bruscamente. – Él no puede tenerte, – le susurró de nuevo, sobre su boca.

Magnus se separó de repente, sacando la mano de los pantalones de Alec. Un segundo después, dos cazadores de sombras pasaron por la oficina. Alec no podía creerlo, había olvidado por completo que su puerta estaba abierta.

¿Qué mierda le estaba haciendo ese brujo? Magnus solo sonreía satisfecho consigo mismo.

– Esta noche, Lightwood. Ven a mi departamento, – Magnus le dijo, antes de caminar a la puerta. – Y Jace está en la biblioteca esperándote. No es muy educado de tu parte hacerle esperar. –

Alec solo abrió la boca, pero nada salió. Magnus desapareció por el pasillo. Maldito brujo. Respiró varias veces, antes de terminar de componerse y salir a buscar a su parabatai.



Lo que le espera a Alec en la noche C:

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