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Capítulo 15


Alec se despertó a la mañana siguiente, con un gemido al sentir la boca de Magnus alrededor de su polla. Las caderas de Alec empujaron hacía delante, al abrir los ojos la luz del día brillaba sobre la morena piel del brujo, quien se encontraba hincado sobre la cama, chupando el duro miembro de Alec.

– ¿Qué mierda...? – Alec jadeó, adormilado, enredando sus manos en el cabello de Magnus. El brujo gimió, con el miembro aun en su garganta. – Mierda... mierda... Eres hermoso, – Alec susurró, sin dejar de mirarle.

Tomó a Magnus del rostro, y le jaló para besarle apasionadamente. Magnus sobre él, Alec le rodeó con las piernas. – Buenos días, – Magnus murmuró, sonriendo.

– Idiota, engreído, – Alec sonrió, besándole de nuevo, sintiendo el duro miembro de Magnus contra sus muslos. – Quiero que me folles. –

– Alec...–

– Dijiste que necesitaba dormir, y ya dormí. Ahora, te quiero dentro, – Alec giró sus caderas contra las de Magnus.

– Siempre tan desesperado por mi polla, – Magnus se burló, moviendo su mano para jugar con la entrada de Alec con sus dedos, haciendo que este se dejara caer contra la almohada, jadeando. – Me encanta verte así. – dijo, penetrándole con un dedo.

Unos momentos después, agregó otro dedo, haciéndole gemir sin control. Magnus le besaba todo el cuerpo, dejándole marcas a donde pudiera, mientras que con sus dedos, golpeaba su próstata sin control. Magnus agregó un tercer dedo, abriéndole aun más para él.

– Siempre tan perfecto para mi, cariño, – Magnus murmuró, su voz llena de afecto, mientras le abría con sus dedos, y le besaba los labios, mordiéndolos y chupándolos.

– Te quiero...– Alec suplicó.

– Me tienes, – Magnus le prometió, sacando sus dedos del interior de Alec.

Alec agarró la almohada con fuerza, y cerró los ojos, al sentir la gran polla de Magnus en su entrada. Arqueó la espalda y gimió cuando finalmente Magnus le penetró, sintiéndole tan grande y dentro de su cuerpo.

– Déjame escucharte, Alexander. He extrañado demasiado tus gemidos, – Magnus le susurró, tomándole de las caderas.

– ¡Oh mierda! – Alec gritó, cuando Magnus llegó hasta el fondo. Era como la primera vez, siendo partido en dos. Su respiración era errática.

– Eres tan hermoso, Alexander. Tan perfecto alrededor de mi polla, – Magnus le dijo, comenzando a mover las caderas de forma rápida, entrando y saliendo sin control. – Aprieta mi polla. Aprieta tu pequeña entrada, Alexander. –

Alec hizo lo que se le dijo, viendo como Magnus temblaba lleno de deseo. Alec puso los ojos en blanco, cuando Magnus continuó con las fuertes estocadas, golpeándole sin control.

– Quiero escucharte, Alexander, – Magnus dijo, hundiéndose en él.

– No puedo... no puedo... tan grande, – Alec jadeaba sin control, haciendo que el brujo sonriera complacido. – No... no me dejes de nuevo...–

– Eres mío, Alexander. Estás atrapado conmigo, – Magnus le prometió.

– Eres mío, – Alec repitió, cuando Magnus le folló de nuevo, impulsándose para llegar más profundo.

– Todo tuyo, amor, – Magnus le dijo, inclinándose para besarle de nuevo. El corazón de Alec dio un vuelco al escuchar como el brujo le había llamado. La conocida sensación comenzó a formarse en su polla, con cada dura estocada, el dolor en su entrada era demasiado y a la vez tan placentero, pero también había una nueva sensación. No sabía que era, pero quería explorarla, solo con Magnus.

Alec podía sentir la polla de Magnus en todo su cuerpo, moviéndole sin control, y Alec solo se sentía desesperado por más. En una de esas estocadas, el cuerpo de Alec voló contra la cabecera de la cama, golpeándose la cabeza.

– Maldito bruto, – Alec jadeó, sin detener los gemidos que salían de su boca, al seguir siendo penetrado con brusquedad.

– Te encanta que sea rudo, – Magnus le recordó, golpeando su próstata cada vez más fuerte y salvaje. – Te encanta que lastime tu hermosa entrada. Te encanta que te posea, y te marque como mío. –

– Mierda... si... si, me encanta. Me encanta que me folles...– Alec jadeó, agarrándose de la cabecera con las manos, para evitar chocar con ella por los movimientos.

– Me encanta estar dentro de ti. Nunca ha habido nadie como tu... en todos mis siglos...–

– Magnus, bebé, por favor...– Alec sentía que iba a morir si Magnus no le llenaba ahora mismo. estaba a punto de correrse. Alec escondió su rostro en el cuello de Magnus, dejando pequeñas mordidas ahí.

– Córrete por mi polla, Alexander, muéstrame cuanto te gusta, – Magnus le dijo, aumentando la velocidad de las embestidas,

La última embestida golpeó directamente la próstata de Alec, haciendo que sus músculos se apretaran, y se corriera sobre su abdomen. Magnus le tomó de las caderas con fuerza, corriéndose dentro de él, llenándole por dentro.

– Eres tan hermoso, cariño. Tan perfecto para mi, – el brujo le susurró, besándole de forma desordenada, mientras continuaba enterrado dentro de él, para que no saliera ni una gota de semen. – Tu trasero es un maldito milagro, – Magnus le dijo, mordiéndole los labios.

– Siento que no voy a poder caminar, – Alec comentó, cerrando los ojos y dejándose llevar por la sensación de los labios de Magnus en su piel. Sus músculos temblaban y su entrada comenzaba a arder.

– Bien, – el brujo dijo, simplemente, mordiéndole el hombro. – Quiero que todos sepan que tienes dueño. –

Alec le miró, jadeando. – ¿Lo tengo? –

Magnus le besó dulcemente. – Seré completamente honesto, cazador. No se a donde nos va a llevar esto, – contestó, besando la nariz de Alec. – Pero... quiero intentarlo. Si tu quieres. –

El corazón de Alec se hincho de felicidad y esperanza. – Si. Si quiero intentarlo. – susurró, acariciando la mejilla de Magnus, sin poder creer su suerte.

– Aunque no quiero que esperes mierdas románticas de mi parte, – Magnus le advirtió, haciendo que Alec girara los ojos.

– Se que no serás un ángel romántico. No me gustarías si no fueras un completo idiota, – Alec respondió sarcásticamente, jadeando cuando Magnus salió de su interior.

– Eres tan malditamente hermoso, – Magnus dijo, mirando la enrojecida entrada de Alec, llena de su semen.

– Claramente no te has visto en el espejo, – Alec murmuró, bajando la vista.

– Hazme un favor, – Magnus dijo, mirándole directamente a los ojos. – Cuando te diga un cumplido, acéptalo. –

– Okey, – Alec dijo, con el corazón latiendo a mil por hora. – Y gracias. –

Magnus le besó una vez más. – Como si alguien tan perfecto como yo no fuera a salir con alguien igual de perfecto, – comentó, saliendo de la cama, chasqueando los dedos y limpiándoles a ambos. Alec tomó su teléfono, sintiendo su estomago caer al leer el mensaje. – ¿Alexander? ¿Qué pasa? –

Alec simplemente le mostró el mensaje de Isabelle.

Clary desapareció.





Durante la primer semana de la muerte de Clary, Alec vio a su parabatai cerrarse ante todos, aislarse. No fue hasta que Luke apareció con pruebas de que podría estar viva, que comenzó a reaccionar de nuevo, a pesar de que Izzy y Alec le pedían que tuviera cuidado.

Isabelle estaba más que entusiasmada con la idea de que Alec y Magnus estuvieran saliendo, y no dejaba de molestarle cada vez que veía una marca en su cuello, o Alec se quedaba embobado cada vez que Magnus entraba a la habitación, o si quiera le tocaba.

– Mientras tu estés feliz, yo soy feliz, hermanito, – ella le dijo, abrazándole.

Pasaba todos los días en el Instituto intentando arreglar el desastre dejado por Lilight, y todas las noches en la cama de Magnus. La mitad de ellas, siendo follado sin control por el brujo, hasta hacerle ver las estrellas, para después dormir entre los brazos del brujo, en el departamento.

Alec se dio cuenta de que se había preocupado por nada. Las cosas caían en su lugar poco a poco en cuanto a su relación con Magnus. Aun seguían discutiendo porque el brujo era un idiota arrogante, insufrible, pero Alec así le quería.

Magnus pasaba casi todo el día en el Instituto con él, ayudándole con el desastre de Lilith. Ese día se encontraban en la biblioteca, buscando información sobre Lilith. Alec no dejaba de lanzarle miradas a Magnus, lo que tenían era tan nuevo, que aun no sabía muy bien como actuar a su alrededor cuando no estaban solos. De repente, leyó algo interesante.

– ¿Alexander? ¿Encontraste algo? –

Alec brincó, y le miró con culpa. Debería estar buscando información de Lilith, no de...

– Um... no, no de Lilith. Es... una entrada sobre tu padre, Asmodeus, – Alec explicó, rascándose el cuello.

– Pareces bastante interesado, – Magnus dijo, con cautela.

– Bueno, dice... mmm– Alec sentía la garganta seca. – Dice que es el Príncipe del Infierno... un ángel caído, un general del infierno y... um... el demonio del... deseo, – dijo, aclarándose la garganta, antes de mirar al brujo. Que calor hacía de repente. – Solo... creo... que... es interesante. –

– ¿Interesante que mi padre sea el demonio del deseo? – Magnus repitió. Las mejillas de Alec ardían.

– Um... si... porque eso te haría... te haría el hijo... del demonio del deseo, – Alec dijo, sin poder dejar de mirar el dedo del brujo, que se paseaba por su labio.

Magnus asintió, un segundo después se levantó de su asiento. Alec le miró, sintiendo como su pulso se aceleraba, hasta que Magnus se detuvo detrás de él, con su manos en sus hombros, dándole un pequeño masaje, antes de tomar las manos de Alec entre las suyas y presionar su pecho contra la espalda de Alec.

– Cazador, ¿me estás diciendo que no creías ya que yo era el hijo del demonio del deseo? – Magnus le susurró, al oído, haciendo que Alec temblara.

– No... si... si lo creo, – Alec tartamudeó,

– ¿De verdad? Porque te ves sorprendido con la información, – le susurró, mordiendo el odio de Alec.

– Si lo creo, – Alec jadeó, cuando Magnus le tomó de la garganta con una mano, y con la otra del cabello.

– Levántate Alexander, – Magnus le ordenó, poniéndole duro con la autoridad en su voz, haciendo que este obedeciera. Magnus chasqueó los dedos, cerrando la puerta de la oficina. – Desabróchate los pantalones. –

– ¿Para qué...?–

– Obedece, – la voz de Magnus no daba para más comentarios, así que Alec obedeció. – Ahora bájalos. Junto con tu bóxer, – le dijo, aun apretándole la garganta. La polla de Alec saltó al ser liberada, ya dura. – Así que, ¿Estás sorprendido de saber que soy el hijo del demonio del deseo? –

– No... no me sorprendió, – Alec insistió.

– ¿No me ves como alguien con el poder del deseo? – Magnus preguntó, pasando su mano lentamente por la polla de Alec.

– Mierda, ¡claro que si! – Alec jadeó, cuando Magnus apretó su polla.

– Parece que necesitas que te lo recuerde, – Magnus comentó, como si nada, soltándole la garganta y la polla, para empujarle sobre la mesa llena de libros. Alec tomó el borde de la mesa con sus manos, para sostenerse, mientras que Magnus le levantó la camisa, para después golpear su trasero, y abrirlo para él.

– Vamos, ya fóllame, – Alec soltó, girando su rostro para ver a Magnus.

– La anticipación es a veces tan buena como el mismo acto, – el brujo susurró, golpeando nuevamente el duro trasero. – Quiero intentar algo nuevo. Si tu quieres. –

– ¡Si quiero! –

Magnus soltó una risita, por la necesidad de Alec, y comenzó a besar la espalda de Alec. – Ni siquiera sabes que quiero intentar, – le dijo.

– Siempre me gusta todo lo que haces. Además... confió en ti, así que... hazme lo que quieras, – Alec añadió, levantando sus nalgas para Magnus.

– Alec, ven aquí, – dijo Magnus, levantándole de la mesa, y girándole para poder verle y besarle suave y dulcemente. Alec le tomó de la cintura para sostenerse, hasta que Magnus rompió el beso, sonriendo y mostrando sus ojos de gato. – Me... me gustas, – dijo, con un poco de duda. – Me gustas, – repitió, más seguro esta vez.

Alec le miró con la boca abierta. Esta era la primera vez que Magnus se confesaba, y parecía casi ridículo que estuviera pasando en la oficina de Alec, mientras que este estaba casi desnudo y Magnus completamente vestido.

– Tu también me gustas, – Alec suspiró, con el corazón a punto de salirse de su pecho, y besando a Magnus una vez más.

– Te estás distrayendo, – Magnus suspiró contra los labios de Alec.

– Tu comenzaste, – Alec contestó, mordiéndole el labio. – ¿Qué quieres intentar? –

Magnus conjuró un objeto y los ojos de Alec se agrandaron. – ¿Qué colo...? –

– Verde. –

El brujo rio, haciendo que el corazón de Alec se hinchara de felicidad. – ¡Ni siquiera me dejaste terminar! –

– No me importa. Verde. Es verde. – Alec masculló, sin dejar de ver el plug en la mano de Magnus.

– Entonces inclínate, cazador, – le ordenó, al odio. Alec obedeció, inclinándose sobre la mesa. El brujo le lubricó con magia, y comenzó a penetrarte con el díldo. – Solo relájate, cariño. –

Alec presionó la cara contra la mesa, intentando enfocarse y respirar, al sentirse penetrado por el plug. No sabía lo que Magnus estaba planeando, pero le emocionada.

– Lo estás haciendo muy bien, Alexander, – Magnus le murmuró, terminando de acomodar el plug en su ano. – Eres tan hermoso, amor, – Magnus le abrió los glúteos para apreciar la vista. Las piernas de Alec temblaban. – ¿Qué tal? –

– Se siente... raro. – Alec masculló, con voz temblorosa, aun sosteniéndose de la mesa.

– ¿Raro malo? –

– No, solo... diferente, – Alec le explicó. Magnus le tomó de la cadera, besándole el cuello.

Un golpe en la puerta hizo que Alec se congelara, demasiado consciente de su estado de desnudez. – ¿Cerraste la puerta con llave? – le susurró.

– Nop, – Magnus contestó, e inmediatamente llegó a la puerta para bloquearla. Alec aun no se podía mover, por el plug dentro de él, y sus piernas temblorosas. Alec vio con miedo, como Magnus abría un poco la puerta.

– Magnus, ¡hola! ¿Está Alec aquí? – escuchó a su hermana preguntar.

– Esta... ocupado, por el momento. ¿Te puedo ayudar en algo? – Magnus le dijo, con voz calmada.

– Gracias, pero no. Luke cree tener una pista sobre donde está Clary, así que Jace fue a encontrarse con él. Me pidió que se lo hiciera saber a Alec, – Isabelle le explicó.

– Que bueno. Me aseguraré de pasarle la información, – Magnus le prometió, intentando cerrar la puerta, pero el pie de Izzy no se lo permitió.

– ¿Qué está pasando? – Izzy preguntó, de repente llena de sospecha.

– Alexander y yo estamos teniendo una conversación. –

Ella jadeó. – Oh por dios, ¿Están teniendo sexo? – ella susurró, emocionada.

– No por el momento, aunque no descarto esa opción de mi lista aun...–

– ¡Magnus! –

– Pero no con tu hermana aquí, obviamente, – el bujo le aseguró. – Danos cinco minutos, – el brujo le dijo a Isabelle.

– ¡Magnus! – los músculos de Alec se tensaron contra el plug.

– Que sean diez, – Magnus le dijo a Izzy, antes de cerrarle la puerta.

– ¿Diez minutos? – Alec dijo, viendo al brujo caminar hacía el, para besarle. Alec se derritió contra el beso, agarrándose del brujo para mantenerse parado. Magnus llevó su mano a su trasero, para mover con cuidado el plug, haciendo que Alec jadeara.

– ¿Alguna vez te he dicho, que una de las cosas que más me gusta de ti es lo receptivo que eres cuando te toco? – Magnus le dijo, contra sus labios. – Me encanta verte gemir y temblar por mi. Eres tan perfecto.

– Magnus... si me vas a follar, apresúrate, – Alec le recordó, temblando entre sus manos.

– No te voy a follar, Alexander, – Magnus insistió, pasando sus uñas por la cadera de Alec. – Vístete. –

– Espera... ¿qué? –

– Quiero que estés así por el resto de la tarde, y cuando llegues a casa te lo voy a sacar, y te voy a follar hasta que tu polla ya no pueda correrse, – Magnus le dijo, con voz oscura. – ¿Color? –

Alec tragó con dificultad, imaginándose las palabras del brujo. – Eso suena... si ... si. Verde. –

Magnus sonrió, besándole una vez más, haciéndole jadear de placer, antes de hincarse, besarle la polla solo una vez, para luego acomodarle los bóxer y pantalones. – Tu hermana nos espera. –

Alec soltó un sonido desesperado, sintiéndose duro, necesitado y con el plug dentro de él presente. Todo lo que quería era que Magnus le follara sin control. – Esta tarde va a apestar, – masculló.

– Anticipación, cazador, – Magnus le recordó, abriendo la puerta.






Hay nueva adaptación en mi cuenta de AO3, ya saben que aquí no me dejan subir adaptaciones:


https://archiveofourown.org/works/46980577/chapters/118351912


EL MAESTRO DEL PRÍNCIPE

Un Maestro manipulador y un Príncipe huérfano atrapado en sus planes. No se suponía que fuera una historia de amor

Separado de su familia después de un intento de asesinato, el Príncipe Alexander es rescatado por Edom, una escuela aislada para telépatas, un nido de intriga, rivalidad y corrupción.

Cuando Magnus Bane, el hombre más poderoso de Edom, reclama a Alexander como su aprendiz, este se encuentra confundido. Corrupto despiadado y manipulador, Magnus juega con la vida de quienes lo rodean y Alec es solo otro peón, sin embargo, se encuentra anhelando su atención como una droga sin la cual no puede vivir.

Magnus nunca ha entendido los conceptos de bondad, amor, pero para su disgusto, su insolente aprendiz tiene una forma de meterse bajo su piel como ninguna otra persona.

¿El Maestro manipulador ganará el juego o el mismo será atrapado en él?


Donde también pueden encontrar otras adaptaciones que antes tenía aquí, y otras nuevas (:

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