Capítulo 1
Advertencias:
- Una historia que sigue la línea de Shadowhunters, solo que cambiando algunos aspectos de la relación entre Alec y Magnus (volviéndola +18)
- Tiene cierta temática BDSM, Magnus Dom, Alec Sub. Si no les gusta esto, ps mejor no leer. Si es de las cosas más fuertes que he traducido y se que no es para todos este tipo de relaciones. Todo lo que pase en esta historia es consensuado, simplemente Alec disfruta un poquitín del dolor...
Así que en vez de dejar malos comentarios, o reportar, ir a mi perfil donde tengo otras historias Malec para todos los gustos y sabores (:
- Todo comienza siendo puro sexo, pero es Malec... así que ya saben
Si a pesar de las advertencias, se animan a leer ... adelante y que disfruten!!
Fucking and fighting on...It's our paradise and it's our war zone
– ¿Señor? –
Alec levantó la vista de su reporte en el que trabajaba. Lindsay le miraba desde la puerta de su oficina como director del Instituto. Su oficina. Algo nuevo e increíble. Ella bajó la mirada.
– No, no. Por favor, no me des malas noticias. No cuando acabo de obtener esto – le rogó, al notar la mirada de la chica.
– Lo siento jefe, pero... el Gran Brujo de Brooklyn está aquí, – ella le dijo, con tono de disculpa.
Alec gruñó. El Gran Brujo de Brooklyn era la definición de sexo andante, algo que Alec no podía evitar notar. Pero también era un gran dolor en el culo desde que Clary había aparecido, ligándoles a ambos a Alec. Alec usualmente no trabajaba con Subterráneos, pero desde que Clary había llegado, se había visto en la obligación de interactuar con el Gran Brujo para encontrar a Jocelyn, Valentine y la copa Mortal. Y esas interacciones siempre eran complicadas porque el brujo se negaba a hacer las cosas sencillas y cooperar, siempre le sacaba de sus casillas.
– Déjalo pasar, supongo, – Alec murmuró. – No es como que se vaya a ir si me niego, de todas formas. –
– Buena suerte, – ella le dijo, cerrando la puerta.
Alec comenzaba a sentir una punzada de dolor de cabeza, cuando finalmente el brujo entró a su oficina.
– Lightwood, – dijo, en tono superior, haciendo que Alec rechinara los dientes.
– Bane. –
– Así que...– Magnus movió sus manos por la oficina. – ¿Eres el nuevo Director? Y yo que pensaba que la Clave finalmente iba a nombrar a alguien que no fuera un completo incompetente...–
Alec intentó controlarse, respirando profundamente. – ¿Qué puedo hacer por ti? –
Magnus caminó hacia el escritorio, recargando sus dedos en el. Alec solo giró los ojos, viendo como Magnus se acercaba.
– Puedes comenzar por dando una disculpa formal en nombre de la Clave por la forma en que han estado tratando a los Subterráneos. –
Alec alzó una ceja, – ¿Disculpa? –
– Demandar pruebas de ADN, interrogar subterráneos acusándolos de asesinato, poner chips en los hombres lobo...– Magnus cruzó sus brazos en el pecho.
– Tu bien sabes que no estuve a favor de nada de eso, – Alec le interrumpió, levantándose de su silla. – Y que lo primero que hice como Director fue suspender esa orden de los chips. –
– La atrocidad ya había sido cometida, Lightwood. –
– ¡E intento arreglar las cosas! –
– Demasiado tarde. –
– ¿Entonces simplemente me culparas de cosas que alguien más ordenó? –
– Eres el representante de la Clave en Nueva York. Así que si, eso haré. –
– Pues vete a la mierda, – Alec le contestó, rodeando el escritorio para quedar cara a cara con Magnus. – Solo demandas esa disculpa formal porque no te agrado. Lo has dejado claro en muchas ocasiones. –
– Tienes razón. No me agradas porque eres igual de estúpido que los otros cazadores, – Magnus escupió, acercándose aun más a Alec, apuntando su dedo en el pecho de Alec. – Ustedes que creen que son mejores que los Subterráneos solo por tener sangre de ángel. Pero les tengo noticias, no los son, ¡solo los convierte en unos bastardos insufribles! –
– Yo no creo ser mejor que nadie, – Alec protestó. – ¡Pero tampoco puedo ayudar a los Subterráneos si se rehúsan a trabajar conmigo! –
– Los subterráneos se rehúsan porque cada vez que lo intentamos, terminamos perdiendo. –
– Eso no será así...–
– ¡Claro que lo será! – Magnus gritó, enrollando su mano en el cuello de Alec, mirándole con rabia. Alec inhaló fuerte, tomando la mano del brujo, sintiendo la adrenalina y la tensión recorrer su cuerpo. – Te he visto, se que no te agrada la forma en que tu raza trata a los Subterráneos, pero también te he visto no hacer nada para detenerlos. –
– Tienes razón, no me agrada como les tratan, y quizá no hacía nada, pero era porque no tenía autoridad. Ahora la tengo, – Alec le contestó, sus manos aun sobre la muñeca de Magnus, acariciando la suave piel.
– Eso es pura mierda, Cazador, – Magnus se inclinó aun más. – Has controlado este Instituto por años, aunque no fuera oficial. Tus peones te hubieran escuchado si hubieras querido decir algo. –
– Intentar cambiar la forma de pensar de los Cazadores, sin ninguna autoridad oficial es imposible. Claramente no nos conoces bien, – Alec contestó, a pesar de la situación, su voz y su cuerpo se sentían calmados.
– Lo dices como si debiera conocerlos, Cazador, – Magnus contestó, sus dedos acariciando la garganta de Alec, mientras que este luchaba por meter aire a sus pulmones. – Y lo cierto es que he lidiado con Cazadores de Sombras por más de cuatrocientos años. Los conozco mejor de lo que tu les conoces. –
– Tu no sabes nada de nosotros, brujo. –
Magnus dio otro paso más hacia Alec, estrellándole contra la pared. Alec soltó un suave gemido al sentir la pared en su espalda y al brujo pegado a su cuerpo. Su mano libre voló a la camisa de seda del brujo, no estando seguro si para empujarle, o acércale aun más a él.
– No jodas conmigo, Lightwood, – Magnus le advirtió, susurrándole a su oído, haciéndole temblar. Magnus lo notó, y soltó una risita, apretando aun más su garganta, haciendo que Alec cerrara los ojos, y mordiera su labio. – Las cosas que podría enseñarte sobre ti mismo...–
Magnus presionó su miembro contra la pierna de Alec, haciendo que el chico soltara un gemido.
– Podrías hacer la diferencia, si tan solo quisieras, – el brujo le volvió a susurrar como una caricia en su oído, arremetiendo nuevamente su cadera contra la de Alec. Alec se sentía desvanecer, ahora estaba seguro que le estaba acercando más a su cuerpo y no alejando.
– Entonces ayúdame a hacer la diferencia, – Alec logró decir, entre gemidos. – Tu lo dijiste, no se nada. Entonces enséñame. –
Magnus sonrió con un brillo oscuro en sus ojos. – Suena como que estás pidiendo por un maestro, Alexander, – le susurró, esta ves mordiendo el lóbulo de su oreja.
– Joder, – Alec jadeó, girando sus caderas contra las de Magnus.
Magnus sonreía de forma salvaje. – Si tanto lo quieres...– Magnus chasqueó los dedos, cerrando las puertas de su oficina con seguro y moviendo los manos. – Ahora ninguno de tus queridos nefilim podrá escucharte gritar.
Alec sintió un poco de miedo, cuando Magnus le miró lleno de deseo, y le giró bruscamente para que quedara viendo la pared. No podía creer en lo que se había metido.
– Gracias por la advertencia, imbécil, – murmuró, gimiendo al sentir como Magnus se presionaba contra su cuerpo. Alec pudo sentir el miembro excitado de Magnus a través de su ropa, sintió como se acomodaba entre sus nalgas, arremetiendo fuertemente. – Mierda, – Alec gimió, alzando las caderas para darle más acceso.
– Hablas demasiado, – Magnus le dijo, aun apretando la garganta de Alec con una mano, y con la otra levantándola para meter dos dedos a la boca de Alec. Alec los lamio sin dudar.
– Oh, dios, – Alec susurraba.
– ¿Aun te las arreglas a hablar con la boca llena? Claramente necesito encontrar otras formas de callarte, – volvió a chasquear los dedos y Alec se encontró completamente desnudo de la cintura para abajo. – Abre las piernas, nefilim, –
Alec tembló, su mente estaba nublada por el deseo. Nunca había hecho algo así. Los dedos del brujo aun estaban en su boca, la boca de Magnus le mordía sin parar el cuello. Sacó los dedos de la boca de Alec y los llevó a su entrada, tocándola para provocarle.
– ¿Entonces? –
– ¡Hazlo, maldita sea! – Alec gritó, lleno de deseo. – ¡Mierda! – su cuerpo se tensó de dolor cuando Magnus metió abruptamente dos dedos en su interior.
– Tómalos. Y respira, – Magnus le susurró, mordiéndole la mandíbula. Le dio un segundo para acostumbrarse, antes de continuar penetrándole profundo, para luego volver a sacarlos lentamente, una y otra vez.
Alec aun sentía la incomodidad dentro de él, pero de alguna forma le gustaba el dolor, mientras luchaba por relajarse ante la intrusión. De repente sintió la lengua de Magnus en su cuello.
– Tómalo, hermoso bastardo, – Magnus le ordenó, penetrándole con más fuerza. Pasando la incomodidad tener algo dentro de él por primera vez, se sintió perfecto. No podía dejar de gritar, al sentir un tercer dedo dentro de él. – Que bueno que silencie la habitación. Sabía que ibas a ser ruidoso, –
– Entonces... ¡oh! ¿Qué mierda estás... esperando? – Alec demandó, desesperado a la vez que asustado.
Magnus chasqueó la lengua y sacó los dedos. Alec tembló, cuando, un segundo después, el gran miembro de Magnus comenzó a jugar con su entrada. Magnus le tomó de las caderas, manteniéndolo quieto, para lentamente deslizarse dentro de él. Alec temblaba, mordía sus labios tan fuerte que sentía que iban a sangrar. Sentía como si le estuvieran partiendo a la mitad con ese gran miembro.
– Mierda, mierda, mierda...– Alec no podía dejar de gritar, incapaz de parar.
– Tienes un culo deliciosamente apretado, – Magnus jadeó, finalmente con sus caderas pegadas a las nalgas de Alec, llegando al fondo.
Alec cerró los ojos, sabía que estaba sonrojado en todo su cuerpo. Solo sintió como Magnus le abrazó, tomándole nuevamente de la garganta.
– ¡Mierda, si! – Alec gimió, poseído por el deseo. Se sentía arder.
Magnus salió completamente de él, para luego penetrarle con fuerza, haciendo gritar a Alec, quien dejó caer su cabeza contra el cuello de Magnus.
– Te voy a destrozar, – Magnus le susurró al oído, mientras lo mordía. – Voy a arruinar este perfecto trasero para que nunca puedas tener otro polla sin pensar en la mía. Por que lo sé... se que...–
– ¿Ahora quien es el que habla demasiado? – Alec le cortó, apretando sus músculos para apretar el miembro de Magnus.
– Maldito calientapollas, – Magnus gruñó, apretando su mano contra la garganta de Alec y comenzando un ritmo fuerte y rápido, penetrando a Alec sin parar.
Alec solo podía gritar al sentirse destrozado por esa gran polla. No podía ni respirar, mientras sentía como su miembro comenzaba a gotear, anticipando lo que pasaría si el brujo continuaba golpeándole de esa forma en su interior.
La habitación se llenó de sonidos de sexo, el golpe de del cuerpo de Magnus contra el de Alec, las palabras sucias que Magnus le susurraba a su oído mientras le penetraba con fuerza.
– Estás tan apretado. No te podrás sentar en días... maldito trasero perfecto. Y no quiero que te cures el dolor, quiero que me sientas cada segundo del día...–
Alec solo podía gemir asentimientos, con las manos en la pared, desesperado, intentando no caer, ayudado por el brazo de Magnus en su cadera y el otro en su garganta.
– Dime lo que quieres, Lightwood, – Magnus demandó, mordiendo el cuello de Alec con fuerza. – Tienes la polla de un sucio Subterráneo en tu trasero, gimiendo como una puta. Dime lo que quieres. –
– A ti, – Alec gritó, desesperado. – ¡Maldita sea, a ti!... quiero... quiero mas... dame más, mierda...–
La mano de Magnus bajó hacía su polla, comenzando a acariciarla.
– ¿Qué pensarán tus amiguitos nefilim de esto? – Magnus siseó, penetrándole con más fuerza. – Si pudieran verte ahora, abierto para mi, rogando por mi polla. –
– ¡No me importa! –
– ¿De verdad? ¿Te quieres correr para mi? ¿Ensuciar tu pulcra pared con tu semen? Muéstrame, Lightwood. Muéstrame cuanto me deseas...– Magnus no dejaba de golpear su próstata con fuerza, mientras hablaba
– ¡Mierda! – el mundo explotó, mientras Alec se corría contra la pared. Alec dejó caer su cabeza, sintiéndose más agotado que nunca, mientras que Magnus seguía golpeando su interior sin control,
– ¡Mierda, me voy a correr! ¿Adentro o afuera? – Magnus le susurró, aumentando las embestidas como un animal, en el cuerpo agotad de Alec.
– Dentro... dentro...– Alec rogó, aun dentro de su orgasmo.
Un segundo después, Magnus se enterró profundamente, le mordió el cuello con fuerza, y le llenó de semen su interior. Así se quedó unos segundos, hasta que Alec sintió la enorme necesidad de probarle. Lentamente, alejó a Magnus de su cuerpo, jadeando cuando la polla de Magnus salió de él. Se hincó frente a Magnus y lamió el miembro para probar las gotas de semen que aun quedaban en la punta de él. Salado y amargo, le encantó tanto el sabor que se metió todo el miembro a su boca.
– Mierda. Eres un ángel muy sucio, Lightwood, – Magnus gimió, tomándole del cabello para follarle la boca, como el había follado el culo. Alec sintió lágrimas en sus ojos, y los cerró al sentir como un líquido comenzaba a salir de su trasero y se deslizaba por su muslo.
Finalmente, sacó el miembro de Magnus de su boca, cuando terminó de limpiarlo. Se sentía un desastre, desnudo de la cadera hacía abajo, y con su camisa y saco aun puesto, con semen saliendo de su entrada, y saliva y semen en su cara.
No puedo creer que acabo de tener sexo por primera vez. Y con un maldito Subterráneo.
Magnus no lucía como un desastre como él. De repente le tomó de las solapas del saco, y asaltó la boca de Alec en un salvaje beso en el que Alec se derritió. Después de todo lo que habían hecho ya, también le estaba dando su primer beso. Abrió la boca y dejó que el brujo hiciera lo que quisiera con él.
Se sentía mareado cuando finalmente Magnus le soltó, acariciando el labio hinchado de Alec. La mirada de Magnus era oscura.
– Fuiste una muy buena follada, Lightwood, – dijo, con una sonrisa sensual. – ¿Ibas enserio sobre querer mejorar la relación entre la Clave y el Submundo?
– Yo... yo, si, claro que si, – Alec respondió, intentando aclarar sus ideas, caminando con piernas temblorosas hacía donde Magnus había puesto sus pantalones.
La mano de Magnus le detuvo antes de que pudiera tomarlos, jalándole para tenerle entre sus brazos.
– Si vas realmente enserio, entonces te ayudaré. –
– Solo quieres follarme de nuevo, – Alec le acusó, muriéndose de ganas por gritar que el quería ser follado de nuevo, también.
– Bueno, no negaré que ese es un buen incentivo extra, – Magnus sonrió, divertido, y se soltó de los brazos de Magnus, para tomar un pañuelo en la mesa. – No te limpies aún. –
– ¿Qué? – Alec le miró con ojos sorprendidos, al sentir como Magnus le manoseaba nuevamente por detrás.
– Ponte tu ropa de nuevo, pero no te limpies, – el brujo le murmuró al oído, mordiéndole. – Me calienta demasiado pensar en ti caminando por el instituto con mi semen goteando de tu entrada. –
Le dio una nalgada y un apretón en su culo, antes de quitar las protecciones de la puerta y abrirla. Sin mirar atrás, salió de la habitación.
Alec miró la caja entre sus manos, y luego la ropa. Así que solo tomó un pañuelo para limpiar su rostro y luego se puso su bóxer y pantalón. Tomó el reporte terminado de su mesa, y caminó a la salida, sintiendo la incomodidad del semen goteando por su agujero muy abierto y doloroso, hacia sus muslos.
Y... Qué les pareció???
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro