Capítulo 3: El típico, ¡Hola! ¿Eres la nueva?
MALÚ:
Quiero gritar de exasperación gracias al chico que se encuentra frente a mí. Sus ojos me observan avergonzados, mientras en su manos descansa un vaso de café vacío que anteriormente ha volteado sobre mi camisa. Intento calmarme mientras respiro suavemente por la nariz.
-¿Necesitas que te de papel desechable? -su pregunta me irrita más todavía así que le observo entre sorprendida y enfadada.
-No necesito papel desechable, necesito que desaparezcas -murmuro esquivando su cuerpo para dirigirme al baño.
Se suponía que el día sería tranquilo, a excepción por supuesto de la pequeña disputa entre África y yo a primera hora de la mañana por el yogurt de banana, y aquí estoy, en el maldito baño de la universidad con la cara fija en el grifo de agua intentando mentalizarme que asesinar a personas inocentes se puede conciderar un acto penado seriamente por la ley.
Decido al fin abrir el grifo para mojar mis manos y estas a su vez pasarlas por mi rostro, tomo una servilleta para secarme dispuesta a salir de aquí como si no hubiese pasado nada. Abro la puerta para caminar hasta el auditorio donde recibiré mi clase cuando mi mejilla impacta contra la espalda de un chico.
-Lo siento por segunda vez en el dia -sonrie apenado y lo ignoro para continuar con mi camino -Hey!, de verdad lo siento vale, déjame al menos presentarme adecuadamente -pide mientras camina en revesa intentando no caerse en el suelo.
-Malú -contesto a secas, y el enarca una de sus cejas casi rubia con cierta confusión.
-¿Malú?, a por supuesto que tonto soy eres la chica nueva -sonrie y asiento sin ganas de entablar algo más que este perezoso saludo -Debe ser un poco extraño mudarte -comenta haciendome rechinar los dientes.
-Para nada y si le disculpas tengo clases -apresuro a decir mientras me alejo disimuladamente -Nos vemos por ahí chico de las disculpas -grito y apresuro el paso para perderlo de vista.
Escabullo mi cuerpo entre la masa de personas hasta llegar a mi destino. Quedo totalmente al ver el enorme auditorio que se expande frente a mis ojos, en Miami no era tan grande como lo es aquí en Chicago. Camino en dirección a la última ilera de asientos para sentarme un poco lejos de la multitud.
La primera vez que supe que quería ser periodista fue a los nueve años cuando conocí a la mejor profesora que he tenido en mi vida. Ella siempre portaba una sonrisa en su rostro, sin embargo yo desde mi perspectiva de niña pequeña veía que fingía delante de las personas, y efectivamente eso fue lo que me hizo escoger esta carrera, nunca olvidaré su voz al decirme que un verdadero periodista debe contar una historia y vivirla como si fuese suya propia.
-Divagando entre los pensamientos chica nueva -una voz susurró a mi lado haciendome dar un pequeño salto de susto
Giré mi rostro a la izquierda para encontrarme al mismo rubio de hace un rato observandome expectante, ¿Es que acaso no se da por vencido?.
-No, y por favor deja de seguirme -musito para volver a enfocar mi atención hacia delante.
-No te estoy siguiendo chica nueva, tambien estudio periodismo -curvo sus hombros indiferente -Además quiero invitarte a unirte a mi grupo de amigos.
-No -ni siquiera lo pienso para responder.
-Por favor, déjame enmendar la desastroza forma en la que nos conocimos -extiende su mano para estrecharla.
Suspiro derrotada, supongo que conocer a un par de personas no me meterá en problemas, aunque conociéndome como me conozco en algún momento daré un paso en falso y ya estaré cayendo en problemas.
-Trato, pero ahora sí por favor déjame respirar estos segundos de paz -imploro u él asiente conforme con mi respuesta.
Observando mejor al casi rubio cuyo nombre desconozco, tiene el cabello largo no lo suficiente para hacerce una cola pero sí un pequeño moño, además de llevar un piercing en su nariz posee unos ojos que vn entre el marrón y el verde que lucen preciosos, es bastante guapo.
-Oye -pincho su mejilla con el bolígrafo llamando su atención -¿Como te llamas chico del café? -pregunto causando que ría.
-Me llamo Jean, pero tú puedes llamarme Je María Lucía -me guiña un ojo juguetón.
-Como lo descubriste -susurro por lo bajo.
-Un mago nunca revela sus trucos cariño -respomde haciendome rodar los ojos y acomodoarme ñara prestar atención a la charla.
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Salgo del auditorio a toda prisa, Je corre detrás de mí como un loco mientras mis psos se dirigen a la enorme cafeteria del compus. En lo poco que he podido apreciar la facultad de letras se encuentra al lado de la facultad de ciencia por lo que según Je es muy normal toparnos con los chicos que estudian Ingeniería.
Por supuesto, la cafeteria es groseramente enorme como toda la universidad en general. El bullicio de estudiante es tan abrumador que me siento como e n una de esas peliculas americanas, donde la típica chica nueva es el centro total de atención.
-Tranquila siempre sucede lo mismo cuando ven a alguien que b o conocen -Jean aclara a mis espaldas.
Bufo porque evidentemente este chico no sabe que soy una maldita diva cuando quiero serlo, así que ignorando las miradas de muchos retiro mi chaqueta dejando al aire mis brazos, por supuesto como siempre sucede las miradas se centran en la tinta que recorre mi brazo izquierdo.
-Estas que arde cariño -Jean silva haciendome reír -Ven voy a presentarte a alguien importante.
Ambos nos dirigimos a las mesas cerca de las ventanas y no paso desapercibida la forma en la que los murnullos y negaciones de cabeza se hacen presente. Nos detenemos frente a una mesa donde una chica con el cabello teñido de morado se encuentra con un montón de libros abiertos mientras acaracia a un gato.
-¿Me has traído a conocer a alguien que tiene un gato? -pregunto -¡Jean!, odio los malditos gatos.
-Pero no odiaras a Francia -sonrie encantado -Que hace mi ingeniera favorita -canturrea besando tu cabeza haciendola removerse para sacárselo de encima.
-Dejame en paz Jean, estoy ocupada en mierda -la chica responde.
-Vine a presentarge a alguien cascarrabias -refunfuña alejandose de su lado.
-Con que sea una de tus conquista voy a .....-su frase queda suspendida al observarme con los ojos bien abiertos impresionada -Eres la chica nueva, ¿No?.
Reprimo una risa al verla observarme fascinada por los tatuajes en mi brazo.
-Esa soy, así que espero que no seas una de esas grupies molestas que andan todo el dia preguntando si soy nueva -aclaro arrastrandoa silla para sentarme.
-En primera: odio las grupis, no me gusta llamar la atención y tercero, ¡Tienes unos tatuajes de infarto! -chilla dmocionada por lo que se tapa la boca avergonzada -Francia apasionada de los riesgos -se presenta con una sonrisa.
-Maria Lucía, pero llamame Malú, apasionada de las motocicletas -sigo su juego provocando que a mi lado Je escupa su jugo de naranja.
-¿Coduces motocicletas? -la sorpresa en su expresión me causa risa por lo que negando con la cabeza respondo:
-No conduzco, malditamente vuelo en las motocicletas.
Paso el resto del almuerzo compartiendo con ellos y tengo que aceptar que Francia me cae demasiado bien. Descubrí que ambos se conocieron por un error en la inscripciones de las habitaciones cuando comenzaron la universidad, y aunque a primera vista parace tenee una tensión entre ellos, la realidad es que son muy buenos amigos.
Francia por otra parte es de esas chicas super intemigentes que te destruye la autestima en cuestión de segundos y tu nisiquiera te das cuenta porque la forma tan eduacada y rebuscada en lo que lo hizo. Su cabello morado es corto hasta la línea de su barbilla contrastando con el azul oscuro de sus ojos.
Ya en la tarde me dirijo a casa tomando el bus y por primera vez desde que puse un pie en Chicago hago un pequeño tour por el pequeño parque cerca de la urbanización.
Estoy abriendo la puerta del salón cuando África viene bajando las escaleras con una mueca en su rostro, me apresuro a entrar y acerca a ella para ayudarla a terminar de bajar.
-Gracias cielo -jadea cansada -Estos pies cada día me matan más -se queja. Río haciendo que ella tambien lo haga.
-Voy a traerte un poco de agua -informo para dirigirme a la cocina y servir un baso de agua helada cuando observo a mi padre quitando el una bolsa desechable de una motocicleta.
-¿Papa? -pregunto confundida observando el transporte de dos ruedas de color negro reluciente.
-¡Sorpresa! -lo veo gritar mientras los ojos se me llenan de lágrimas debido a la emoción. No lo pienso y me acerco para abrazarlo enterrando mi cara en la curva de su cuello.
Los sollozos me acuden y lo siento apretar mi espalda. Estoy tan emocionada de saber que recordó mi obsesión por las motos que no dudo en despegarme de su cuerpo y aún con la cara roja debido al llanto beso su cara repentinamente.
-Gracias, Gracias papá, no sabes cuanto te agradezco por recordar que md encantan las motos.
-Hace un tiempo estaba buscando algo para regalarte y no emcontraba nada que encabara contigo mi princesa -me aperieta a su cuerpo -Así que África me dio la idea de comprar una moto -habla y yo asiento sonriendo ampliamente.
El corazón me late apresurado al observar la joya frente a mis ojos. Desde que tomé el vuelo fuera de Miami me había propuesto recuperar mi antigua motocicleta, sin embargo ver como mi padre se ha esforzado durante meses para reunir este dinero y comprarla, me hace sentir super emocionada.
-La verdad es que estuvo días con un humor de perros -África pasa los brazos por encima de mis hombros abrazandome.
-¿De verdad? -pregunto emocionada aún con restos de lágrimas en mis mejillas.
-Tú eres su vida Malú, estoy segura que tu padre no amará a nadie más de la forma tan especial en la que te ama a tí -susurra y sonrío ampliamente.
-Lo sé, esa pequeña y yo tendremos al mejor padre del mundo -comento separandome de ella.
Corriendo como la primera vez que lo ví después de tantos años, me subo a su espalda haciendo que de vueltas, demostrandome sin duda que el destino me otorgó al mejor padre del universo.
Nota de autor:
Holaaaaaa, Holaaaa espero que les haya gustado mucho mucho este capítulo, debo aceptar que me he emocionado escribiendo esa escena entre Malú y su padre.
Dejen un voto y un comentario, para apoyar a la historia.
Se verán algunas sorpresitas en el proximo capítulo.
Hasta el próximo miércoles!.
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