Capitulo 5 - La lima de uñas
Esa misma noche, en una zona muy lejana al barrio en el que Nikki vivía, en una torre de color púrpura localizada en el anillo de la lujuria, en el centro de la metrópolis del placer, unos tipos hablaban sobre algo intrigante.
Se encontraban en una sala oscura. Sentados en torno a una mesa redonda no muy grande.
Eran tres. Una mujer enana con apariencia de muñeca, un señor alto de aspecto futurista (cuya cabeza tenía la forma de una tele), y un tipo arácnido de piel lila y de traje rojo. Sus sonrisas de hienas daban escalofríos.
Mientras conversaban, el extraño con apariencia de araña, el cual llevaba un sombrero que le cubría parte de la cara, observaba en un protector, que tenían instalado allí, fotografías pornográficas de Angel Dust. Era como una especie de presentación algo pobre sobre sus mejores poses y escenas.
Por cada foto que pasaba la dama muñeca, pulsando el botón del proyector, los ojos escarlata de la araña lila brillaban de puro placer. Le volvía loco aquel joven.
- Valentino... - le gruñó el tipo de la cara cuadrada muy molesto. Tras ver cómo miraba este las diapositivas. Parecía un chucho hambriento - Que estoy aquí... ¿Sabes?
- Ay... Perdona, cari... - murmuró. Desviando sus ojos de las imágenes para mirarlo a él - Es que... Nuestro querido Angi está hecho todo un pimpollo...
- Ja ja... - río la mujer enana. Señalando al demonio tele en plan chistoso - Vox está celoso...
El tal Vox, dándole la espalda a la mujer, dijo con aspereza:
- Déjame en paz, Velvet...
- Ja ja ja ja... - siguió riendo esta - Qué mono eres cuando te pones así... - le rodea el cuello con sus brazos y le da un tierno achuchón - Vamos... No te enfades, papi...
- ¡Velvet! - exclamó avergonzado. Sin ser capaz de quitársela de encima - De... ¡Déjame!
- Ja ja ja ja... - siguió riendo esta.
Viendo que esos dos estaban distraídos, Valentino, ahora más serio, prosiguió con su pasatiempo. Contemplando aquellas imágenes en las que Angel Dust mostraba su lado más salvaje.
Para él, ese muchacho era su tesoro más preciado. Ni la joya más valiosa del infierno lo podría sustituir. Mataría por él. Y si alguien trataba de arrebatárselo, si alguien intentaba engatusarlo para enamorarlo, acabaría con su vida.
De sólo pensarlo, su sonrisa se acentuó. Recordando entonces una noche. Esa noche en la que logró acorralar a Angel Dust en una habitación donde estaban a solas sin nadie alrededor. Y donde abusó de él (pero para Valentino eso simplemente fue un juego consentido). Provocándole graves heridas.
- Sí... - dijo con una voz sensual - Nadie... Absolutamente nadie... - se levanta y se dirige a la pared. Donde estaba proyectada una foto de Angel Dust. Foto en la que salía con él. En una fiesta que tuvo lugar hace ya muchos meses atrás en el OZZIE'S - Nada en el mundo me quitará lo que es mío... - posa su mano en la pared. Tocando la cara de Angel a través de aquella proyección - Y si alguien se atreve a hacerlo... - frunce el ceño - Que se dé el que sea por jodido...
*
Al día siguiente...
Los primeros rayos de la luz mañanera que entraban tímidamente por la ventana del apartamento despertaron al cansado Angel Dust. El cual abrió los ojos lentamente. Sintiendo como si hubiera dormido durante más de mil años.
Tras haberse acostumbrado de nuevo a la luz que iluminaba el cuarto, con cuidado, se fue incorporando.
Acto seguido, colocándose de rodillas sobre el sofá cama, pegó un exagerado bostezo.
- Pfuaaaggg... - se acarició la nuca medio adormilado - Mmmm... He dormido mejor que nunca...
Se puso a estirar sus brazos y su espalda. Sintiéndose muy satisfecho por lo bien que había descansado aquella noche. Hacía tiempo que no tenía un momento de descanso como aquel. Tantas veladas trasnochando le habían hecho olvidar lo que significaba un buen descanso.
Apenas se hubo acariciado los ojos en plan cansado, soltando un débil suspiró a la vez, cuando una voz detrás de él lo medio sobresaltó. Diciendo en un tono suave:
- Al fin estás despierto...
Este, que no se esperaba tal sorpresa, se dio media vuelta lentamente, sin necesidad de moverse de la cama.
Ahí frente a él, manteniendo las distancias con él, Nikki, el chico que lo dejó alojarse en su apartamento anoche, lo miraba con gesto simpático. Mientras se retiraba el flequillo de la cara.
Entonces, tras ver quién era, suspiró aliviado. Se le había olvidado por completo que ese tipo también vivía en ese piso. Que había estado durmiendo en la misma habitación que él. Recostado en una esquina del suelo, dentro de un saco de dormir.
Angel quiso preguntarle la hora que era. Pero cerró de inmediato la boca cuando vio el reloj digital de la mesita de noche por el rabillo del ojo. Eran las once y media de la mañana. Había dormido mucho.
Justo acababa de ver la hora, cuando otro objeto que estaba colocado sobre la misma mesa le llamó la atención. Una placa de agente.
De sólo verlo, sus pupilas se dilataron. Los agentes eran los mayores enemigos que tenían Cherri Bomb y él.
Sin embargo, Nikki, que pareció darse cuenta de lo que había visto, le dijo con gesto tranquilizador:
- Descuida... - le sonríe - No soy ningún chivato...
En un principio, Angel Dust lo observó con el ceño medio fruncido. Sabiendo que hace poco cometió un crimen por el que probablemente lo estarían buscando. Pero como ese chico había sido muy hospitalario con él, al final dejó de tener sospechas hacia él. Por el momento.
Antes de que pudiera ponerse en pie, este notó una sensación distinta en su cuerpo que no se esperó para nada. No sentía dolor por las heridas que le hicieron.
Con cuidado, se puso a inspeccionar su rosada piel. Esperando encontrarse esas cicatrices y hematomas horribles y feos. Pero para su asombro, para su tremenda sorpresa...
- No están... - murmuró, tras mirarse sus brazos desnudos y sus piernas. Los cuales ya carecían de heridas infectadas y de moratones. Eran inexistentes. Habían desaparecido por completo. Como por arte de magia - Pe... Pero...
Boquiabierto, Angel recordó que anoche, antes de irse a dormir, el tal Nikki le había cubierto sus heridas con una sustancia extraña que escocía mucho. Entonces, señalándolo con el dedo, le preguntó medio tartamudeando a este:
- Co... ¿Cómo lo has...?
Pero el joven, negando con la cabeza, sin perder su aire amable, le respondió en plan divertido:
- Un mago no cuenta sus secretos...
Su respuesta hizo que el arácnido demonio lo mirara medio vacilando. Pero seguidamente, sintiéndose algo agradecido por sus servicios como curandero, le medio sonrió fríamente. Gesto que a Nikki le alegró un poco. Al menos ya no estaba tan asustado como la otra noche.
- Bueno... - murmuró Angel. Todavía sin creerse la desaparición de sus heridas - Supongo que tendré que irme... - se repeinó el cabello con sus manos - No creo que a tu casero le agrade que metas a alguien como yo por aquí...
- ¿Qué? - dijo este un poco confuso - ¿Cómo que a alguien como...? - pero entonces, el arácnido demonio le guiñó el ojo en plan travieso. Lo cual lo hizo comprender a qué se refería - Ah... Ya entiendo... - se sonroja - Sí... Creo que tienes razón...
Angel soltó una risita al verlo colorado. Le pareció muy lindo. Le recordó un poco en ese gesto a Husk. El caso era que el joven para nada era feo. Tenía unos rasgos muy bellos. Además de un físico bastante potable. No se fijó en eso anoche por lo agotado y dolorido que estaba. Pero ahora que lo veía con atención, era muy atractivo.
Las miradas de ambos se cruzaron. Quedándose estáticos nada más verse. Callados y con los ojos muy abiertos. Sintiendo algo extraño que jamás habían experimentado.
Sin embargo, Angel negó con la cabeza. Volviendo a retomar lo que quería hacer. Y soltando un suspiro algo falso, se cruzó de brazos y dijo con aire presumido:
- En fin... Me ha encantado tu hospitalidad, chiqui... Pero tengo asuntos muy muy importantes que atender... - se gira hacia la puerta. Evitando mirar al pobre muchacho - Me... Me voy... - agita la mano hacia él con torpeza - Chao...
Hizo ademán de abrir la puerta. Tomando el pomo con los dedos. Pero entonces, Angel, sintiéndose algo mal por irse de allí sin darle las gracias, se volvió hacia Nikki. El cual se sorprendió tras ver que lo estaba mirando. Y con un tono de voz algo bajo, le murmuró:
- Oye... No sé cómo agradecerte lo bien que me has trata... - se mordió la lengua. No era capaz de decirle lo alagado que estaba. No tenía como costumbre hacer eso. Era demasiado orgulloso - Lo... Lo que quiero decir es que... - mira al suelo avergonzado - Yo... - sus mejillas se encendieron - Tú...
- Co... ¿Cómo?
Pero al final negó con la cabeza en plan exagerado. Y dándose media vuelta en dirección a la salida, se fue con prisas de la habitación. Añadiendo antes de marcharse, sin mirar al chico:
- ¡Bueno, me voy...! ¡Adiós!
- E... ¡Espera! - trató de detenerlo Nikki. Dirigiéndose hacia él. No comprendía a qué venía tanta prisa. Parecía que estuviera huyendo de su presencia.
Sin embargo, Angel Dust ya había atravesado la puerta. Lanzándose al pasillo. A los pocos segundos, el agente pudo escuchar los pasos frenéticos de este. Bajando las escaleras del piso en dirección a la calle.
De nuevo, el silencio de todos los días, tan frío y desolador, regresó a la habitación. Lo que hizo que Nikki suspirara con amargura. Podría haberse quedado un poco más antes de marcharse.
Tenía pensado antes invitarlo a un desayuno. Él era muy servicial por naturaleza. No le habría importado, a pesar de que estuviera simpatizando con un criminal en busca y captura. Pero es que, a pesar de todo, lo veía tan inofensivo y adorable...
- "¡Por Satán, Nick!" - se dijo a sí mismo en el interior de su mente - "¡Deja ya de pensar en tonterías! ¡Ese al que acabas de ayudar es amante de Valentino!" - se lleva una mano a la sien tras recordar eso último - "¡Olvídate de él!"
Medio cabizbajo, dándole la razón entonces a su subconsciente, dijo en voz alta:
- Ok... - se dirige hacia la puerta para cerrarla - Aquí no ha venido nadie... Todo está en perfecto orden...
Caminó con lentitud a la entrada. Mientras un sentimiento extraño le nublaba el corazón. Sintiendo tristeza. Recordando los moratones en los brazos de Angel Dust la otra noche. Esas heridas horribles que teñían de rojo su piel rosada. La infección que asomaba por sus muslos...
Justo estaba pensando en aquello, cuando su pie derecho pisó algo que había en el suelo. Llamándole entonces la atención. Bajándolo de sus pensamientos.
Curioso, se agachó a ver qué sería lo que acababa de pisar. Quizás sería algún objeto que se quedó por ahí tirado. Alguna cosa sin importancia.
Para su sorpresa, dicho objeto no era exactamente lo que se imaginaba. De hecho, no era suyo.
Era una lima de uñas. Plateada y alargada. Brillante y afilada. El caso es que también se asemejaba a la hoja de una navaja.
Nada más verla, Nikki supo a quien pertenecía.
- "Se le habrá caído..." - pensó, medio sonriendo - "O la habrá olvidado..."
Con cuidado, este la recogió del suelo. Y nada más tenerla en sus dedos, se puso a inspeccionarla con la mirada muy atentamente. Por algo era agente. Siempre tenía la costumbre de observarlo todo.
Tras mirarlo un momento, se dio cuenta de que en la otra cara de la lima había escrito un número. Un número de teléfono algo largo. El cual parecía haber sido escrito a base de rayados. Al lado de dicho número había dibujado de forma amorfa un corazón.
No cabía duda. Era el número de teléfono de Angel Dust.
Se había dejado la lima de uñas a propósito para que después él lo llamara... ¿O tal vez no? De sólo pensarlo, al joven agente le dio por reírse.
- Ay, caray... - murmuró sorprendido - Este muchacho...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro