Capitulo 2 - Lo conocí esa noche
-------------------Voz de Nikki------------------------
Sam y yo, guiados por Loona, llegamos al grandioso local. El cual brillaba en todo su esplendor aquella noche. Como nunca antes. Se notaba que iba a haber algún evento especial. Como un concierto o la visita de algún overlord importante. Pero esa no era nuestra prioridad en esos momentos. Estábamos decididos a dar con Valentino. El cual, y nosotros lo sabíamos, probablemente estaría allí dentro. Como de costumbre.
Nos habíamos vestido con unos atuendos de aspecto caro para aparentar ser Vips. Unos trajes de piel muy llamativos que a simple vista recordaban a los que llevaba la villana Cruella de la película 101 dálmatas. Sólo que de colores más chillones.
La única que no iba así era Loona. Que sólo se había puesto un vestido negro digno de un funeral. Se notaba que no le gustaba ir elegante a los sitios.
- Bueno, niña... - le dijo Sam a esta por lo bajo - Si no realizas bien tu trabajo ya sabes lo que te espera... - frunce el ceño con gesto de superioridad - Así que más te vale no cagarla...
- Descuida, picha floja... - le contestó con tono de burla - Mis amistades con los dueños de este antro son confiables...
Acto seguido, Loona golpeó con los nudillos un par de veces a la puerta.
Recuerdo que tardaron un par de minutos en abrirnos. Por lo que, en ese tiempo, yo, que no comprendía por qué el local estaba tan bien arreglado aquella noche, me acerqué a la oreja de la mercenaria y le susurré por lo bajo:
- Oye, Loona...
- ¿Sí, cara culo? - me respondió.
- Ésto... - le indico con el dedo los decorados del edificio - ¿Qué se celebra hoy?
Al principio, ella se quedó callada durante unos segundos. Pero después, soltando un bufido, como si le molestara mi pregunta, me contestó:
- Esta noche viene a actuar Angel Dust...
Tras pronunciar ese nombre, Sam, que en aquellos momentos estaba distraído mirando a una pareja lésbica dándose el lote en una esquina, se giró bruscamente a nosotros.
- ¿Angel Dust? - dijo casi boquiabierto - ¿Hablas de la estrella porno? ¿La araña gay? ¿El suculento deseo de todos los pecadores? - se recoloca las gafas - ¿La musa de Valentino?
Loona, la cual pude ver cómo sonreía bajo su flequillo lacio, le contestó:
- Sí... - arquea las cejas - Sabes mucho sobre ese tema... ¿Eh?
- Argh... Cállate... - le gruñó sonrojado. Y cambió de tema rápidamente - A ver si ya nos abren la puerta... De lo contrario vamos a pillar un buen resfriado aquí fuera...
Por aquel entonces, yo desconocía de la existencia del tal Angel Dust. Jamás lo había visto. Ni en los medios ni en persona. Pues el tema del porno no era mi pasatiempo preferido. Pero me sorprendió el descubrir que era una de las trabajadoras de Valentino. Y lo que no entendí fue por qué Sam no me lo había contado antes. Si él ya sabía aquel dato curioso.
Al poco rato, unos ojos rojos como la sangre se asomaron por la rendija de la puerta. Mirándonos de forma siniestra. Como si nos estuviera amenazando.
Por suerte, Loona, que sabía ya cómo funcionaban las normas del establecimiento, levantó la cabeza hacia aquellos ojos y le dijo:
- Descuida, Gaspar... Sólo son mis acompañantes...
Entonces, el siniestro extraño, que pareció convencido por las palabras de la mujer, entrecerró los párpados y cerró la rendija de golpe.
Acto seguido, la puerta se abrió. Acompañada de un chirrido. Dando paso a un sonido de música muy potente. Proveniente del interior.
- Pasen... - nos invitó el tal Gaspar con un tono frío en su voz. Cuyo aspecto daba algo de escalofríos. Parecía un bicho palo desnutrido.
Los tres entramos a paso ligero y en fila india. Sin separarnos todavía. Cruzando el estrecho pasillo iluminado por unas fuertes luces rojas. Similares a las de los prostíbulos.
Sentí cómo se me helaba la sangre tras escuchar el portazo de la puerta al cerrarse detrás de mí.
Habíamos logrado entrar con éxito.
Tras dejar atrás el pasillo dimos con una puerta roja. En la cual ponía entre mayúsculas el nombre del local.
Sin dudarlo ni un momento, la abrí con cuidado. Y entramos a lo que claramente era la sala de celebraciones.
Era bastante inmensa. Tenía unas cuantas mesas esparcidas por todas partes. En las que ya había gente sentada. Y en el centro se encontraba instalado un escenario enorme. Tapado por un telón escarlata.
Loona nos llevó a una de las mesas. Que estaba muy cerquita del escenario. Y nos sentamos en torno a ella. Intentando parecer que estábamos intoxicados por el ambiente de la noche.
- Mantén los ojos bien abiertos, muchacho... - me susurró Sam al oído - El proxeneta podría aparecer en cualquier momento...
Pero fue sólo decirme eso, cuando mis ojos verdes dieron con el sujeto que estábamos buscando. Al poco estuve de saltar de la silla.
Valentino estaba instalado justo al lado de nosotros. No muy al fondo de la sala. Fumando una kachimba con la que soltaba por la boca un humillo rojo. Acompañado de un grupo de mujeres que estaban acurrucadas a su lado. Como siameses.
A Sam casi se le escapó una exclamación. No llegamos a esperarnos que ya estuviera allí con sus clientas. Creíamos que aparecería más tarde.
Pero antes de que pudiéramos planear por lo bajo un plan para ir a por él, de pronto, las luces que iluminaban la sala se apagaron. Dejándolo todo a oscuras.
Las caras de los invitados se giraron hacia el escenario. Como si acabaran de ver a un fantasma. Y después, para nuestra sorpresa, el telón comenzó a abrirse lentamente.
No cabía duda. Iba a dar comienzo el espectáculo.
En medio de la penumbra pude ver cómo la sonrisa perversa de Valentino se acentuaba. Iluminada por el humo rojizo que le recubría los dientes.
Aterrado por semejante rostro, volví mi vista al escenario. El cual ya estaba completamente al descubierto ante los ojos del público adinerado. Exponiendo la sorpresa que tenía escondida en su interior.
En él, agarrado a una barra de stripper instalada en el centro del pedestal, había un demonio delgado de ocho brazos. Medio cabizbajo. El cual exploraba con sus ojos rosados a los presentes. Con gesto triste.
Como estaba muy oscuro, sólo podía ver su figura. Tapada por el velo de la oscuridad. Así que me resultaba imposible verle la cara.
Pero al instante, como si el destino quisiera que reconociera a aquella persona, un foco del techo se encendió. E iluminó al demonio. Dejando ver su verdadera identidad.
No supe el por qué. Pero apenas lo miré detenidamente unos segundos, cuando mi corazón comenzó a latir a mil por hora.
Era lo más hermoso que había visto en mi vida.
Su piel rosada esponjosa, sus cabellos blancos y esos ojos penetrantes me dejaron sin argumentos. Olvidando entonces a qué habíamos ido allí.
La linda criatura comenzó a cantar, con una voz más suave que el terciopelo, el tema "Suffer", de Charlie Puth. Mientras daba vueltas lentamente en torno a la barra en la que estaba sujeto.
Loona, la cual pareció darse cuenta de cómo miraba a aquél demonio, se acercó a mí y me dijo por lo bajo (para no interrumpir la actuación):
- Una lindura... ¿Eh?
- Eh... - salí de mi lapsus y me volví a ella. Meneando la cabeza pasmado - ¿Qué?
- Ay, tontin... - pude ver su mueca burlona en medio de la oscuridad - Eres gay...
Me sonrojé. Cosa que a ella le hizo reír.
- Pe... Pero... - traté de decir - Co... ¿Cómo lo sa...?
- Basta con ver cómo miras a la arañita transexual... - me contestó. Regresando a su recta postura sobre su asiento - Aparte de que ya te lo notaba de antes...
Era cierto. Soy homosexual. Pero jamás había sentido nada por nadie. Ni siquiera me había enamorado todavía. Y eso que ya rondaba los veinticinco años. Nunca noté la fuerza del amor anteriormente...
Bueno... Hasta ese momento.
Mi vista regresó nuevamente a la figura del exuberante Angel Dust. Que, en aquellos instantes, me pareció la cosa más increíble del mundo. Me era imposible dejar de observarlo. La forma sensual en la que se movía era hipnotizante.
Pero hubo algo que hizo que al poco estuviera de descender de mis fantasías. Y es que Angel, en mitad de su actuación, le regaló una sonrisa traviesa a Valentino. Quien se la devolvió en plan divertido. Y fue entonces cuando recordé que él era la musa de aquel proxeneta. Por lo que mis sentimientos amorosos se desvanecieron casi por completo.
El caso era que parecía como si bailara para él. Aunque para mí, era como si me lo estuviera dedicando personalmente a mí. Era tal la forma que tenía de poseer a las miradas de los presentes...
En plena danza sensual, Angel Dust se arrojó de espaldas contra el suelo. Estirando sus brazos y cruzando las piernas. Acariciándose su pecho tatuado con las yemas de los dedos. Pasandose la lengua por sus colmillos. Como si estuviera deseoso porque alguien lo montara.
Al estar nosotros muy pegados al escenario, lo pudimos ver muy de cerca.
Loona le silbó por lo alto. Añadiendo seguidamente:
- ¡Bien hecho, nena!
Pero Sam la agarró por los hombros y la sentó para que no armara ningún follón. Si llamaban la atención, probablemente nos descubrirían. Pero apenas presté atención a el par de dos.
Yo me mordí el labio inferior. Aferrándome a mi asiento. Desde esa distancia, que por cierto, era todo lo contrario a lejana, podía oler el aroma a carmín que desprendía el sedoso y rosado cuerpo del joven travesti. Era un aroma tan dulce... Tan esquisito...
Para mi gran asombro, Angel Dust se volvió a mí. Clavando sus ojos penetrantes en los míos. Por un segundo creí que me estaba sangrando la nariz. O incluso pensé que había descubierto nuestra tapadera. De ahí a que me mirara así. Con lo cual, casi me aterré.
Pero no. No fue por eso la causa de su repentina atención hacia mí.
Apenas fue observarme, dándose cuenta entonces de lo muy concentrado que estaba mirando su cuerpo, cuando sonrió en plan divertido. Y entonces, hizo algo que no me esperé para nada.
Incorporándose un poco de su plataforma, con uno de sus brazos, me agarró del traje. Y con fuerza, me atrajo a su lado. Acercando su cara a la mía. Poniéndome de rodillas en el borde del escenario.
Detrás de mí pude oír a Loona soltar otro silbido agudo y a Sam renegar algo. Pero no lo escuché a causa de la violenta situación en la que me encontraba atrapado.
El hermoso demonio, sin dejar de mirarme sonriendo (y sin dejar de cantar), acarició mi mejilla izquierda suavemente. Haciéndome temblar nervioso. Pareció ser que mi reacción le gustó. Pues soltó una ligera risita en mitad del canto.
Seguidamente, su mano comenzó a descender de mi cara hacia abajo. Pasando sus dedos por mi piel lentamente. Acariciándome. Hasta finalmente llegar a donde me temía que llegaría.
Sin temor a que las otras personas, entre ellas su jefe, nos estuvieran mirando, agarró mis testículos de sopetón.
- ¡Ah! - gemí tras el tacto. Mientras sentía el rubor de mis mejillas ardientes. Al mismo tiempo que noté cómo mi entrepierna temblaba como un flan por el placer.
Me estaba volviendo loco...
Viendo que me estaba dejando completamente hipnotizado con sus encantos, Angel Dust, sin dejar de sonreírme, se humedeció los labios. E hizo ademán de besarme. Sacando su lengua.
Yo, que no podía evitar caer en ese deseo insaciable al que me estaba sometiendo el muy condenado, me terminé dejando llevar. Y cerré los ojos para sentir su beso caliente.
Pero para mi tremendo impacto, el transexual, en lugar de besarme, me tapó, bruscamente, la cara con el sombrero que llevaba puesto sobre mi cabeza. Y con el pie, me apartó de un empujón de su lado. Arrojándome para el suelo. Haciendo que cayera sobre la mesa donde estaban Sam y Loona sentados. Los cuales, tras verme, me ayudaron a incorporarme.
Después de volver a ponerme en pie, gracias a los otros dos, Angel Dust, soltando una risita traviesa desde donde estaba, nos sacó la lengua en plan chistoso y continuó con su espectáculo. Levantándose con prisa y agarrándose nuevamente a la barra del escenario.
- ¿Te encuentras bien? - me preguntó Sam. Después de ayudarme a sentarme en mi asiento. Medio mirando al transexual un poco embobado.
Pero yo no le respondí.
La sensación que acababa de tener ante la presencia de esa extraña musa me había dejado sin palabras. Sin nada que decir. Estaba enloquecido de amor. Jamás había sentido nada igual por nadie en la vida.
El show terminó a los pocos minutos. Dando fin con una gran cantidad de billetes de 100 dólares lanzados por el público hacia el escenario. Cubriendo a Angel Dust en una lluvia de papeles verdes. El cual, sin dejar de posar en plan atrevido, lanzaba besos en dirección a su jefe. Quien en esos momentos mantenía su cara escondida tras la capa de su traje.
Mientras sucedía ésto, desde donde me encontraba sentado, muy paralizado, pude darme cuenta de que la sonrisa de Valentino se había extinguido de su escalofriante rostro. Y dicha actitud la mantuvo hasta el final del espectáculo... E incluso después de abandonar la sala al final de la velada.
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De vuelta al presente...
- Es como si hubiera sido ayer la noche en la que entramos allí... - murmuró Sam. Sin poder apartar la mirada del luminoso incendio.
Nikki, después de haber recordado la única noche en la que visitaron el local OZZIE'S, tragando saliva, le contestó medio adormilado:
- No... - se acaricia la sien - Más bien parece como si hubiera pasado hace cinco minutos...
Tras su respuesta, Sam se giró a él medio vacilando. Y como si hubiera leído sus pensamientos, le dijo con un tono de falsa credulidad en su voz:
- Vaya... Cómo se nota que te lo pasaste muy bien aquella noche... - sonríe en plan forzado - La próxima vez recuérdame que llame a alguna putita para que te haga compañía en la siguiente misión que tengamos...
- Oye... - le gruñó este. En plan molesto.
Entre tanto, las llamas del incendio consumían el establecimiento. Reduciéndolo a escombros.
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