Capítulo 8
—No me gusta que estemos peleados hermano, pedime perdón —le exige Beltrán a Borja y este lo mira con cara de incrédulo.
Hace media hora que estamos todos afuera, esperando ver cómo se organizan en los autos y estos dos están peleando por cuál va a manejar. Mientras siguen discutiendo, veo a Tute acercarse hasta donde estábamos Ludmila y yo. Se notaba a leguas que estaba re en pedo porque venía cantando una canción de Tini Stoessel y riéndose como boludo.
—Hermanitaaaaaddd —se abalanzó sobre mí y me abrazó como si fuera el hermano cariñoso que nunca es.— Me voy con Ludmi yop, a vos te llevan los chicos —dice estirando la "S" y chasqueando la lengua.
No sé de quiénes me está hablando.— ¿Qué chicos Tute? Tas re pelotudo.
Se empieza a reír de la nada y levanto una ceja al ver el boludometro romperse. Ludmila se empieza a cagar de risa con él por el estado en el que está y lo agarra del brazo.
—Ellos... Bueeeno, me voy, te amo musho —me deposita un beso en el cachete y me quedo pasmada en mi lugar, viendo como se va caminando con Ludmila hasta el auto de Solari.
—Tranqui, yo lo cuido beba —me advierte Ludmila a lo lejos y se despide con un gesto en la mano. Aun así, no me quedo del todo tranquila porque no la conozco del todo, pero tampoco me da mala espina así que los dejo ser.
Me giro viendo como todos se adentraban en los autos, y luego mi mirada va hacia los únicos que quedaban afuera esperándome a mí. En ese preciso momento quise que la tierra me tragara y me escupiera en el más allá o en algún lugar bien lejos de Argentina. No quiero ni mirarlos, más bien ya lo había hecho y era demasiado tarde como para retractarme. Así que solo caminé hasta donde se encontraban, con la cabeza gacha y tratando de no mostrar mis nervios y ansiedad.
Enzo Díaz está cruzado de brazos sin una pizca de alcohol en sangre, al igual que Enzo Pérez, lo puedo notar por lo serios que están, sobre todo Enzo Díaz, que parece más que nada enojado.
—Bueno, vamos o el chofer nos va a dejar re tirados —amenaza Enzo Pérez, y por un momento creo que trata de ser gracioso, excepto que ni Enzo Díaz ni yo nos reímos, más bien ni nos miramos. Los tres nos subimos en el Uber, a pesar de que ambos venían auto estaba segura de que preferían dejarlo acá por seguridad, más que nada por eso.
Enzo Pérez se sienta del lado izquierdo, Enzo Díaz en el lado derecho y yo en el medio. Siento todo mi cuerpo tensarse ante la presencia de ambos y por un segundo noto lo intimidada que estoy, parezco un caniche temblando.
—Eh wacho, no arranqué' —aparece en el asiento del copiloto Barco con una botella de sky— Me va a dejar como el de mi pobre angelito.
No puedo evitar reírme por ese comentario y miro de reojo a Enzo Díaz que busca ocultar una sonrisa por el comentario del delantero. Me quedo como pelotuda viéndolo. Tiene la sonrisa más linda de todas el hijo de puta.
—Nos vamos entonces —exclama el chofer y arranca.
No pasan ni cinco minutos que Barco ya le empieza a contar toda su vida al chofer, quien parece no querer escucharlo más, sin embargo no le queda otra que tener que aguantarlo así durante todo el trayecto hacia el boliche.
Por otro lado, atrás parece otro clima completamente diferente. Ninguno de los tres hace u omite algún comentario, más bien el silencio inunda el ambiente. No me atrevo a abrir la boca, ni siquiera me quiero mover o hacer cualquier cosa, siento mis piernas temblar pero de los nervios y, un poco, por la brisa fría que entraba por la ventana, tanto que se me pone la piel de gallina y busco refugiarme en mis brazos.
—Chofer —Enzo Díaz interrumpe mis pensamientos y le habla al señor. Este lo mira por el retrovisor como si fuera su única salvación de Barco— ¿Puede cerrar la ventana? Entra frío.
El chofer asiente y agradezco mentalmente por eso. Ni siquiera había empezado el otoño pero yo me consideraría una de las personas más friolentas en el mundo. Ante la mínima baja de temperatura, sufría demasiado.
De pronto, observo que Enzo Díaz saca su celular, el capitán imita ese gesto como si hubiera estado esperando. Entonces me quedo en el medio, estirando la cabeza hacia atrás y esperando que pase el tiempo, pero la curiosidad me es más fuerte y como soy chusma de nacimiento no puedo esquivar la idea que se cruza por mi mente. Giro apenas mi rostro hacia el lado de Enzo Díaz puesto que la curiosidad me carcome la cabeza, y sé que estoy quedando como una desubicada, pero prefiero sacarme las dudas antes que andar haciéndome la cabeza una y otra, y otra vez.
Observo que mira reels y memes de River Plate, nada interesante. Sus chats son solo amigos, jugadores de fútbol, pero el calor me sube hasta la cara cuando veo un chat con una chica, y más abajo otro, y otro, y giro la cabeza hacia el frente para no mirar más. Es entonces cuando noto que se da cuenta de que le estaba chusmeando el Instagram, pero no hace nada, solo bloquea su celular y mira por la ventanilla.
¿Por qué mierda me estoy sintiendo con tanta bronca? Siento que el enojo comienza a ser protagonista de mi cuerpo cuando el mal humor se hace presente y lo único que quiero es bajarme del auto y romper o golpear a alguien. Nunca me había sentido así, no entendía lo que me pasaba y me daba más bronca no poder simplemente estar contenta.
—Por acá jefe —le señala el capitán al chofer, que estaciona fuera de un enorme salón de paredes negras al estilo matte. Había también un cartel de presentación situado a la entrada, entre letras de neón quemadas, justo encima de la enrejada entrada del boliche, a varios metros.
Ni bien salimos los tres, los chicos le pagaron y se despidieron. Vimos que ya algunos autos reconocidos estaban estacionados fuera, así que por deducción nos dimos cuenta de que muchos de los chicos ya habían llegado.
—Chicos tienen muy mala vibra hoy —nos advirtió Barco mirándonos con la botella de Sky en la mano poniéndose "corte espiritual" de la nada.
—Flaco, no te puedo tomar en serio con esa cara y el vodka en la mano —comenta Enzo Díaz y Barco se hace le ofendido.
—Eh más respeto a los adultos —el delantero le sacó la lengua como si fuera un nene chiquito.
—Medís uno sesenta, no cuenta como adulto —se burlo el castaño y rodé los ojos al ver como a los dos segundos ya se estaban abrazando.
Caminamos los cuatro hasta la entrada donde habían parados seis patovicas.
Enzo Pérez saludó a uno de ellos y automáticamente nos dejaron entrar, era el privilegio de ser reconocido, ¿qué nos quedaba a los simples mortales?
En cuanto entramos me encontré a Ludmila y a mi hermano chapando contra una pared. No bueno, lo que me faltaba. En vez de meterme solamente me digné a mirar hacia otro lado y buscar a los chicos. Barco ya se había ido a la barra casi corriendo, incluso vi que se le estaba haciendo el lindo a la de la tarima. Era dejarlo dos segundos y que se convirtiera en un enano chamuyero.
Miré hacia un costado y observé a Enzo Pérez y Enzo Díaz irse. No me iba a poner como un perro a seguirlos así que hice la mía y caminé con seguridad hacia la barra. Le pedí a uno de los barman que me preparara un vodka con speed, mi trago favorito aunque me entonaba rápido, pero en ese momento quería sacarme de la cabeza a los dos jugadores y pensar una vez en mí, y en lo que quería.
Así que sola guie mis pies hacia la pista abarrotada de gente, haciéndome paso entre los cuerpos hasta encontrar un hueco en la pista y poco a poco, comencé a moverme al ritmo de la música que sonaba desde los parlantes. A medida que me iba soltando con la música, me movía mucho más, animándome incluso a contonear más las caderas al ritmo de las canciones. En un momento, el primer trago se convirtió en un segundo y luego en un tercero, hasta que noté unas manos en mi cintura.
—Cuanta confianza che —levanté las cejas al ver que esa persona había afirmado su agarre, apretando aquella parte de mi piel.
—No puedo dejar de mirarte —escucho una voz masculina que desconozco y me giro para increparlo. No me molestaba que un hombre o mujer me encarara, lo que sí me jodía era el cómo y la forma de confianza que tomaban para hacerlo. ¿No era mejor primero preguntar el nombre o invitar un trago? Definitivamente no pertenecía a este nuevo mundo.— ¿Cómo te llamas? —Insiste.
— ¿Qué te importa? —Escucho una voz familiar detrás nuestro. Esa voz sí que la conozco.
—No te estoy hablando a vos flaco —le dijo el desconocido a Enzo Díaz que venía con la peor cara que alguna vez había visto. Estaba enojado y pude deducirlo no solo por su expresión, sino porque apretaba con fuerza el vaso de plástico que llevaba en la mano.— No te metas —le devuelve molesto.
Enzo suelta una risa sonora que denota sarcasmo, y su cara da miedo. No hago otra cosa que alejarme del chico que desconozco su nombre y lo agarro de la mano a Enzo, sosteniéndola y dándole a entender que no arme quilombo.
Pero es totalmente en vano porque se suelta y empuja en el pecho al muchacho.
—A mi no me hables así porque te cago a trompadas, ¿me escuchaste? —levanta sus cejas y lo agarra de la camiseta con fuerza— Rajá de acá antes de que te la emboque.
Trago saliva notando lo rojo que está. La vena que está en su cuello parece a punto de explotar, nunca lo había visto así y no sabía qué mierda hacer.
—Se ve que no atendes bien a tu wacha porque se me estaba haciendo la linda a mí, banana —le contestó el chico rubio y abrí los ojos de par en par. ¿Qué? Este pelotudo se la estaba buscando.
En ese momento me acerqué a Enzo poniéndole mi mano en la espalda.
—Enzo, cortala. Dale, vamos, dejalo al pito corto este que delire solo —le dije buscando apaciguar su enojo. En efecto no funcionó. Era terco a más no poder.
—¿Te haces la difícil ahora? Si me estabas refregando todo el orto trola —me contestó el rubio con pinta de agrandado y riéndose.
—Te avisé, pelotudo de mierda —escupió Enzo molesto y fue lo último que escuché salir de su boca antes de que le encajara una trompada al chico.
Inmediatamente Enzo lo tiró al piso y el otro buscó defenderse, lo que fue en vano porque el castaño tenía mucha más fuerza y volvió a pegarle una piña en el pómulo, que ya comenzaba a quedar rojo.
— ¡Enzooo! Basta, cortalaaa, por favor —le grité y lo agarré del brazo separándolo del tumulto de gente que se había armado. Todos nos estaban mirando y Enzo tenía la mirada ida, era una faceta desconocida de él que nunca había visto y se me estrujaba el corazón al saber que quiso defenderme. Sean celos o lo que fuere, no estaba bien resolverlo de esa forma. Aunque si debía admitir la verdad, yo también le hubiera pegado.
—Les voy a pedir que se retiren por favor —un patovica lo agarró a Enzo del brazo y le saqué la mano de un manotazo.
—No lo toques —lo miré y caminé junto al castaño hasta la puerta.
Miré hace todos lados pero no vi a ninguno del grupo, el boliche era enorme y extenso así que podían estar por cualquier lado. En cuanto salimos le escribí como pude un mensaje a Ludmila y al vikingo.
yo
me fui con Enzo D porq hubo un bardo
dps hablamos beso ♡
03:55 a.m
Al ver la tilde de que les había llegado, decidí apagar el celular y guardarlo en mi carterita de mano. Lo único que faltaba era que empezaran a llamar de todos lados y se armara un malentendido.
Miré a Enzo una vez que estuvimos los dos afuera y noté que soltó mi agarre de su brazo sin dirigirme la mirada. Bue, lo que me faltaba.
—¿Qué mierda te pasa ahora se puede saber? —pregunté mientras aceleraba mis pies ya que iba más rápido.— Si te vas a hacer el boludo al menos da la cara —le grito y muerdo mi labio al darme cuenta de que quizás había levantado la voz de más.
Enzo se frena en seco y se queda así unos segundos, hasta que se gira a mí con la misma expresión que tenía en el boliche antes de pegarle al rubio.
—¿Vos me estás jodiendo? ¿Yo hacerme el boludo? Mirate vos, me das lástima —habló con la voz quebrada y tensando su mandíbula. Nunca me vi venir esas palabras, me quedé helada y con los labios entreabiertos— Cogiéndote a un tipo casado, que tiene hijos ¿qué te crees? ¿que se va a enamorar de vos y va a dejar a su familia? —suelta una risa que resuena— Dios, sos una nena.
Tragué saliva sintiendo una presión en mi pecho al saber de quién estaba hablando. Era claro que de alguna forma se había enterado.
—No sé de qué estás hablando Enzo, pero no es lo que vos pens....
—No, cortala, tendré la cara pero no soy boludo —se acercó a mí y apunto su dedo índice en mi pecho— Me cansé de esto. Me cansé de vos.
Escucharlo hablar me estaba haciendo mierda y sentía los ojos arderme buscando contener mis lágrimas y ganas de largarme a llorar. Sobre Enzo Pérez tenía toda la razón y odiaba que así fuera, porque me hacía sentir más culpable de lo que ya era.
—Enzo, para —mordí mi labio y sentí una lágrima bajando por mi mejilla.
Me mira a los ojos y siento que quiero llorar todavía más. Ni siquiera sé qué decirle.— Hace lo que quieras si total no somos nada y nunca lo fuimos.
Esas palabras solo lograron crear un nudo en mi garganta y lo empujé con fuerzas, golpeándole el pecho.
—Claaaro, la culpa la tengo yo pero vos me usaste para sacarte las ganas nomás ¿no? —lo provoqué y vi la expresión de su rostro cambiar a una de tristeza— Decilo, dale. Fue divertido cogerse a la minita del grupo.
Enzo se mantenía inmóvil y sin dirigirme la mirada.
—Pensá lo que quieras, me voy —expresa con la voz apagada y ahora mira hacia otro lado, evitándome—. Ya fue todo esto... No quiero volver a verte.
—Pensé que te importaba un poquito más —susurré casi en un hilo de voz y tragué saliva tratando de aguantar.
—Pensaste mal Julieta.
Y es lo último que dice antes de irse caminando y darme la espalda. Cuando lo veo desaparecer de mi vista, me largó a llorar con fuerza y me arrodillo en el asfalto tratando de respirar, aunque sentía que me estaba ahogando y mi pecho presionaba con fuerza contra sí mismo.
⋆ ˚。⋆୨୧˚
cap triste :(
basado en hechos reales casi todo a
bueno cancion de tay pq lo amerita este cap :) nos vemos prontito.
diganme si les gustaría q narre enzo diaz algun cap🫂💘
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