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Capítulo 3

-¡Son unos inútiles! De que vale los que les pago si pueden hacer las cosas bien- Decía Anderson.

-Señor, los hombres salieron de la nada. Según dijo uno de los hombres antes de morir- Decía Murtagh a Anderson.

-Quiero a esa mujer y la quiero ya, ella debe de saber donde esta Clarisa-

-Señor, no sabemos quienes se la llevaron-

-Claro que si sabemos-

-¿El viejo Bain?-

-Por supuesto que él, ¡Idiota! ¿Han podido infiltrarse en la casa?-

-No, el viejo tiene muy amenazado al personal y nadie quiere perder el trabajo-

-Yo se quien nos puede ayudar, nos dará toda la información que necesitemos-

-Así, ¿Se puede saber quien es?-

-Sólo una sirvienta. Otra cosa, ¿Qué se han hecho los hombres en cargados de secuestrar a mi sobrina?-

-Todos han desaparecido como se les pidió, incluso Shadow-

-A ese en especial es al que quiero, me traiciono. Debía de deshacerse del cuerpo de Clarisa y no dejarlo en el hospital-

-Lo encontraremos señor-

-Si ofrece una recompensa. Alguien hablará-

Anderson tomó su móvil y le marco a su posible aliada en la mansión de su difunto hermano.

-¡Hola! Preciosa-

-¿Qué quieres Anderson?-

-¿Por qué el mal humor?-

-Todavía preguntas. Sabes, que si el señor Bain se entera que hable contigo me despedirá-

-Sabes muñeca, tu y yo podríamos tener un futuro-

-¡Futuro! Hace años me dijiste lo mismo. Me hiciste hacer cosas malas. Me hiciste creer que había algo entre tu y yo. Pero aun sigo siendo una criada- Y cuelga.

-Murtagh, has que mi contador le transfiera cien mil libras a la cuenta de ciara-

-Si, si señor-

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Mientras la enfermera Marshall era llevada a la mención Craig, el viejo Bain estaba en el estudio de la gran casa, cuestionándose si leer o no los documentos que se encontraban en el sobre que tenía sobre el escritorio, eran los resultados las pruebas de ADN de la ropa de Clarisa. Tenía miedo, miedo a lo que él ya presuponía. Decididamente tomo el sobre y saco los documentos y los leyó, con cada documento su ira y su dolor crecía exponencialmente, aun así no derramó ni una sola lágrima. Después de varias horas, alguien toco en las puertas del estudio.

-Pase- Se oyó decir y la puerta se abrió.

-Señor Bain, la señora Adara Marshall esta aquí- Dijo Datchnner entrando al estudio con la enfermera.

-¿Por qué me han traído aquí?- La voz temblorosa da Adara se dejo oír en el estudio.

-No tenga miedo, señora. Es más la hemos salvado- Dijo Datchnner.

-¿Quién es usted? Y quiero ir a mi casa-

-Yo soy Evan Bain Murray. El abuelo de Clarisa-

-Creo que eso no va ha poder ser. ¿Pero queremos saber donde esta la señorita Clarisa?- Preguntó Datchnner.

-Datchnner, podrías dejarme con la señora Marshall- Dijo el viejo a su jefe de seguridad.

-No se de quien habla-

-Lo sé, se que salvo a Clarisa y se lo agradezco. Mi niña es lo único que me queda de mi Arlene, mi única hija. Sé que la trajeron en contra de su voluntad, pero si no lo hacíamos en este momento, Anderson la estaría torturando para que le entregue a Clarisa-

-¿Cómo sé que no le hará daño? Usted no sabe cómo la dejaron. Creí que no soportaría la cirugía y si la sobrevivió-

-No, no lo sé. Solamente puedo imaginarlo. Encontramos la ropa que llevaba puesta ese día y lo que leí, solamente me hace imaginarlo-

-Usted lo imagina. Pero yo la vi. Tirada en la calle frente a la puerta de emergencia, envuelta de un trapo sucio y apestoso. Desnuda, la violaron por todas partes, como si no hubiera sido suficiente la molieron a golpes tanto que estuvo en coma inducido por la inflamación cerebral y para rematar una bala en su abdomen- La mujer dijo las palabras con tanto dolor que el viejo se conmovió.

-Me alegra oírla hablar así no por qué yo sea el causante de semejante daño, sino por los sentimientos que espesan su tono de voz. ¿Usted sabía que es Clarisa?-

-¡¿Le alegra que dejaran a su nieta en semejante estado?!-

-No mal interprete mis palabras señora. Al menos mi nieta recibió un poco de compasión en momentos muy duros-

-¿Qué hará conmigo?- Pregunto la mujer.

-Agradecerle lo que ha hecho- Dijo Bain.

-¿Cómo, si ese malvado hombre debe de estar buscándome?-

-Primero que nada, ¿Dónde está Clarisa?-

-Esta en mi casa-

-Datchnner, envía a dos hombres por mi nieta y que no sean bruscos. Sino la harán correr-

-Debería ir yo- Dijo Adara.

-No, los hombres de Anderson deben de estar cerca de su casa a la espera de saber el paradero de Clarisa-

-¿Qué hay de mi entonces?-

-Ya esta todo arreglado. Una nueva identidad, un nuevo trabajo, una casa nueva y vida en otro continente. ¿Qué le parece América? Piénselo, usted no tiene familia, no tiene que preocuparse de dejara a tras a nadie-

-¿Qué hay de Clarisa?- El viejo Bain sonrió al darse cuenta que la mujer le había tomado cariño a su nieta.

-Tranquila, la buscaré y la traeré a su hogar y será tan querida como siempre la ha sido-

-¿Qué hay de ese desgraciado. Él que le hizo daño?-

-No se preocupe, me encargare de que sufra y mucho- La mujer lo miro con una sonrisa y asintió con la cabeza.

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Mientras Clarisa miraba la televisión en a fuera de la casa se escucharon sonidos de llantas al frenar con fuerza, lo que llamó la atención de la chica. Con mucho cuidado miró por la ventana; frente a la casa había dos autos de cada auto salieron cuatro hombres. Clarisa sabía que iban por ella, temió por la mujer que la había cuidado, pero tenía que salvarse a si misma en ese momento por lo que tomo una mochila que guindaba de un perchero y empezó a poner dentro ropa, bajo tomando de la despensa galletas y agua, para finalmente esconderse en el lugar que Adara le había indicado.

Después de encerrarse en el compartimento escondido, segundos después de oyeron ruidos de cosas siendo destruidas, goles y rasgaduras.

-No hay nadie- Dijo un hombre.

-Debe haberse ido cuando nos vio llegar, en una de las habitaciones había una televisión encendida y ropa en el suelo- Dijo otra voz.

-Al jefe no le va ha gustar que haya escapado de nuevo- Dijo una tercera voz.

-¡Préndanle fuego a la casa!- Ordenó uno de los hombres quien al parecer estaba a cargo.

-Como digas- Dijo otro.

Clarisa escuchaba con atención las voces que hablaban guardándolas en su memoria, algún día les pasaría factura por todo lo que la habían hecho pasar. Cuando dejo de escuchar voces y empezó a sentir el calor del fuego salió de su escondite por la parte trasera de la casa a un patio vecino con mucho cuidado de que los autos que había visto llegar a la casa no estuvieran cerca.

Pero a una distancia prudente de la casa había un auto, dentro de este había dos ocupantes quienes eran testigos de los hechos e informaron a su jefe que se habían llegado tarde y que los hombres de Anderson ocho en total habían irrumpido en la casa de la enfermera, habían salido sin la chica, pero que sin embargo habían prendido fuego a la casa.

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En sus estudio Anderson ardía de la rabia, como era posible que Clarisa se le escapara por tercera vez, la mocosa como le decía tenía más vidas que un gato.

-Murtagh, ¿Cuánto tengo que pagar para que me traigan el Cuerpo de la mocosa?-

-Son unos inútiles señor. Tendremos que aumentar la suma de dinero a quien la traiga-

-¡HAZLO!- Grito Anderson.

-Si señor- Dijo Murtagh.

Anderson divago en como quería a s sobrina muerta molesto de como las cosas no habían salido como él lo había planeado, también estaba planeando como quitar al viejo Bain de su camino y por último como invalidar el testamento de su difunto hermano.

También estaba buscando al traidor de Shadow, quien debía terminar con Clarisa y en ves de eso la dejo en un hospital para que la salvaran, lo haría sufrir y luego lo tiraría al mar para que no encontraran su cuerpo.

Anderson era una persona iracunda, ambicioso y despiadado a la hora de querer obtener algo, sobre todo dinero y poder, cuando su padre moría estaba feliz de ese hecho ya que el obtendría el poderío de su padre como hijo mayor; pero no fue así en lugar de dárselo a él su padre había dejado todo en poder de su hermano menor, el siempre perfecto Richard, los ojos de su padre.

Anderson había sido amado ciegamente por su madre quien lo alentó a hacer lo que a él le venía en gana, cuando Anderson no quiso ir a la secundaria y vivir del placer de la vida siendo un adolescente, el cabeza de la familia se decepcionó de su hijo mayor. Muchas veces se discutió la suavidad con la que madre la madre de Anderson lo trato y lo riguroso que fue su padre.

El día que se leyó el testamento se juró a si mismo lograr por cualquier medio hacerse con la inmensa fortuna y legado familiar de los Craig, ninguna niña estúpida por más sobrina que fuese obtendría lo que era suyo, ni sus hijos obtendrían lo que el poseía.

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Mientras Adara iba de camino al aeropuerto con cambio de identidad y de apariencia; el señor Bain recibía la noticias de que los hombres habían llegado a la casa de la enfermera y la habían quemado; sin embargo lo mejor fue de que no habían encontrado a Clarisa.

-¿Señor que haremos?- Pregunto Datchnner.

-Lo que ahora esta haciendo Anderson. Pagar una recompensa por su paradero-

-¿Usted cree?-

-Por su puesto, esta desesperado por obtener el dinero de su hermano. Ve tu mismo y mézclate con la gente que trabaja en los muelles y ofrece la recompensa. Diles que doblaremos cualquier cantidad que Anderson les ofrezca-

-Como diga señor- Dijo Datchnner y se retiró.

Evan Bain se lamentaba de no ser joven y no tener esa energía de sus tiempos mozos, ya que él en persona estaría buscando a su nieta y tomando la justicia por su mano.

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Mientras tanto Clarisa busco una farmacia y compro tiente de color castaño y luego a una óptica y compro unos lentes de contacto para cambiar su apariencia, llego a una estación de buses y en los sanitarios corto su cabello y luego lo cambio a castaño oscuro. Tomo un auto bus para que la llevara lejos del centro de Londres, exactamente a Oxford, ya que había ido ahí algunas veces con su padre.

Cuando llego al ciudad busco un hotel muy económico y con el dinero que le quedaba pago unos días de alojamiento y comida. Pero lo que Clarisa no sabía era lo que se le vendría encima, había vivido la vida de una princesa y por lo que no conocía la vida real.

Cuando el dinero se le estaba acabando empezó a deambular por la calles pensando que haría para obtener dinero ni siguiera había terminado el instituto y nunca se había planteado que haría después de eso, le llamaba la atención el trabajo de su padre pero, le gustaba mucho construir cosas, como su mamá, su padre le había contado que su madre era arquitecto.

Mientas deambulaba por las calles de Oxford, no se había fijado que había llegado a un callejón por lo que se devolvió y al querer seguir caminando se encontró con dos chicas que parecían mayores que ella.

-¿Estas perdida niña?- Pregunto la mas corpulenta.

-No, no lo estoy- Dijo Clarisa.

-¿Andas dinero?- Pregunto la otra chica.

-Pues no, no tengo-

-Estas mintiendo - Dijo la mayor de las dos chicas.

-No, no tengo- Replicó Clarisa.

-Pues, que crees. No te creemos-

Las chicas tomaron a clarisa y la llevaron al fondo del callejón fuera del ojo de cualquier transeúnte.

-No, no déjenme. ¿Qué me van a hacer?-

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