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3. La tentación de tocarte.

Darius me invitó a qué los acompañará a comer al principio quería negarme por lo incómoda que me sentía estar cerca de Santiago pero la necedad de mi jefe hizo que aceptará al final.

Danielle no quería despegarse de Santiago fue una de las razones porque acepte en acompañarnos porque cuando intenté tomarla de los brazos de Santiago lloraba al alejarla de él. El encanto de la pequeña hace que Santiago muestre una parte dulce de ese ser frío que aparenta. 

El restaurante era cómodo para nada elegante, el ambiente es armonioso y sencillo hizo que me relajara, nos sentaron en una mesa con buena vista de la calle.

—Lie cuando es el cumpleaños de la pequeña Danielle—pregunto el señor Vólkov mientras esperábamos nuestras órdenes.

—En pocos días cumplirá su primer año—conteste.

—Es tu hija señorita Landero—interrogo el joven Vólkov.

—Si—dije secamente.

—Como está la familia—pregunto mi jefe tratando de aligerar el ambiente.

—Mis padres están bien gracias a Dios y Agus trabajando como siempre—dije mientras miraba a la calle.

—Ese muchacho siempre ocupado con el trabajo debes de decirle que venga a la oficina tengo unos proyectos en los que quisiera que el me asesore—mi hermano era un gran ingeniero en tecnología era uno de esos nerds como los llamo yo.

—Claro que le diré ahora tiene mucho trabajo y aveces se le dificulta ayudarme con Danielle—la mesera llegó con nuestros pedidos.

Tome a la pequeña dejándola en la sillita para bebés le dejé su pollo con papas, ella gustosa empezó a comer solita.

—Tu esposo es un hombre ocupado por eso Danielle está aquí contigo—expuso Santiago.

Lo mire rara, mi jefe soltó una carcajada mientras que el otro se le veía algo extrañado ante el gesto de su padre.

—No estoy casada señor Vólkov— encogiéndome de hombros respondí tomando un bocado y empecé a comer.

—Angeline es una gran mujer Santiago de las pocas que quedan, quien se case con ella se ganará una lotería—me sonroje ante las palabras de mi jefe.

—Ella es así de independiente—cuestiona el hijo de mi jefe con la mirada en Danielle quien comía gustosa.

—Desde pequeña recuerdo cuando tenía pocos meses de nacida ella era muy expresiva y atenta a su alrededor. Con mis padres bromeamos que es una pequeña adulto quizás es así por su padre—lo último fue más para mí misma.

Durante el embarazo me preguntaba a quien se iba a parecer mi bebé, deseaba que ella solo se pareciera a mi y no a él pero no todo lo que deseas se cumple. Danielle tiene el mismo color de ojos, la nariz y la cejas es parecido a su donador de esperma cómo lo llama mi hermana, ella solo saco mi risa y sus actitudes graciosa pero tiene un carácter serio, además es muy inteligente para su edad eso no lo heredó de mi. Mi hija miro a Santiago haciéndole ojitos estirándose sus manos abriendo y cerrando en puños.

—Ya se aburrió y quiere que la cargues —le dije a Santiago quien se levantó de su asiento para cargar a una Danielle sucia, la cara de asco de Santiago me causo risa que no pude contener.

—No es gracioso—exclamo irritado.

—Si que lo es hijo—se burló Darius pero fue interrumpido por su celular—Si me disculpan es una llamada importante—se retiro de la mesa.

Santiago ya se había sentado y estaba tratando de limpiar a Danielle de su cara y manos. Al verlo luchar con la pequeña busque mi bolso. 

—Ten con esto sale más rápido—le di las toallitas húmedas.

—Lo haces ver fácil—murmura.

—No lo es señor Vólkov, solo uno se acostumbras y lo importante es la práctica—conteste me fijé que Danielle estaba haciendo de las suyas.

—No hueles algo raro—su nariz arrugada me causo gracia me reí en su cara.

—Es Danielle quien hizo del baño—le informé divertida.

—Diablos—exclamo.

—Oye no digas malas palabras —reclame.

—Lo siento pero ten a tu cosa—solo rodé los ojos y negué con la cabeza.

—No, la tendrás que limpiar tú.

—¿Yo? acaso está loca yo no sé limpiar y cambiar pañales.— vocifero histérico, Danielle lo miraba sería si verlo que lo alejo de su regazo.

—Pero lo harás por eso te miro y pidió a ti que la cargues entonces te toca cambiarle los pañales—el trato de darme a mi hija pero está empezaba hacer muchas muecas por la actitud del hombre, Santiago  al verle el puchero que formaba la tomo de vuelta maldiciendo; Darius volvió a la mesa.

—Que huele raro—fue primero que dijo al sentarse.

—Es Danielle, apúrate Santiago que va irritar su  piel el pañal y no querrás lidiar con su mal genio—el negaba mientras que su padre se reía.

—Lie tiene razón Santiago haz lo que te pide—mando su padre, pero Santiago no se veía convencido.

—Pero no se cómo hacerlo. —trato de excusarse.

—Te acompañaré pero todo lo harás tú.

Obvio que jamás dejaría a mi hija con un desconocido, era muy precavida cuando se trataba de Danielle, a raíz a todo lo que viví en el embarazo mi padre trato de estar mucho al pendiente de ella. Por ello siempre me aconsejaba qué estuviera siempre atenta a las personas que se acerquen a mi hija.

Luego de mil quejas de Santiago llegamos al baño de mujeres había una estación para cambiar  pañales. Tome mi maleta sacando el desinfectante esparciendo en la superficie de este para luego pasarle unas toallitas por último una sábana.

—Acuesta a Danielle—dije.

—Eres muy cuidadosa.

—Desde que ella nació procuro de cuidarla lo máximo además no sabemos quiénes han pasado por ahi y no quiero que se enferme.—suspire.

»Bueno quítale el shorts con el calzón—seguía mis indicaciones—Desabrocha el pañal, toma sus dos piernitas fuertes pero no tanto levantándola con cuidado, retira el pañal—. Santiago hizo lo que indique pero al sentir el olor del que provenía del pañal no pudo resistir al olor y su  cara de asco me dio gracia al ver un hombre tan imponente no pudo con un pañal  y negó con la cabeza rindiéndose, al verlo así mejor me acerque y la termine cambiando.

—Como puedes cambiarla sin hacer una mueca—dijo Vólkov.

—Ya me acostumbré —terminé de acomodar su ropa— La puedes cargar mientras yo guardo todo.

Mi hija alegre se acurrucó en los brazos de Santiago, termine de guardar todo y salimos del baño regresamos a la mesa. Mi jefe no estaba solo, había un hombre con una mujer demasiado joven pero muy elegante.  Santiago se sentó con Danielle quien jugaba con su corbata y este estaba embelesado con la bebé que no le prestó a los desconocidos.

—John él es mi hijo menor quien quedará a cargo del negocio —presentó Darius al hombre.

—Un gusto conocer a su descendiente. —saludó y alogio el señor.

—Buenas tardes—dijo serio Santiago.

—Tanto tiempo si vernos Vólkov—interrumpió la desconocida.

—Si demasiado Gina...—contesto Santiago.

—Pero que hermosura bebé—dijo sonriendo de manera falsa.

—Claro que lo es—dijo el señor Darius.

—Si lo es, ademas es mía—fue Santiago que dijo de una manera natural.

Estaba incrédula ante sus palabras, Darius solo río negando dando a pensar que ya sabía lo que su hijo diría. La cara de asombros e interés cruzó en la cara de la pareja. Dios mío las cosas se pondrán intensas.

—Felicidades, no sabía que eras padre, bien guardado te lo tenías Darius y tú también Santiago—agregó el señor John.

—Me gusta ser reservado con mi vida personal y más si se trata de mi  familia—respondió con serenidad Santiago a los invitados.

Miré a Danielle cómoda, miré mi reloj de la muñeca viendo que era la hora de su mamila. Tome el biberón y un pañuelo, ne acerque más a dónde estaba Santiago, le di su biberón.

—Entonces tu esposa a de ser hermosa—dijo el señor John.

—Claro que lo es—contesto la mujer para luego dirigir su mirada analizando mi atuendo.—Oh querida  porque no te retiras la niña estará bien con su padre tómate un descanso,  es de mala educación escuchar conversaciones ajenas.

—No es ajena cuando se habla de mi hija y de mi persona—hable por primera vez, la cara de los Vólkov mostraron satisfacción ante mi respuesta; en cambio, el de la mujer fue un poema al escuchar mi respuesta mientras que el señor John no quitaba su mirada de mi.

—Disculpa pensé que eras la niñera—trato de salvar la situación.

—Ella es mi esposa Angeline Landero y madre de mi hija, Gina—presentó Santiago interrumpiendo a Gina.

—Tengo la suerte de tener una nuera maravillosa—comento Darius con un tono divertido.

—Yo soy el afortunado de tener a estás dos bellas mujeres—me tomo de la mano dejando un beso.

—Si están casados, ¿Porqué no hubo noticias al respecto?—interrogó la mujer.

—Teníamos planeo hacer algo pero por las circunstancias y las ganas de estar juntos nos venció entonces sin pensarlo nos casamos a escondidas—sonrió.

—Oh se adelantó el embarazo—su comentario fue mal intencionado.

—Para nada todo fue planeado—dije de forma natural, miré mi celular. —Si me disculpan tengo que contestar.

Por fin contestas—exclamó mi madre una vez que contesté, me dirigía a la parte de los baños para escuchar bien.

—Disculpa estaba almorzando con mi jefe y su hijo—dije.

Hija, tienes que venir es algo importante—la voz de mi madre se escuchaba nerviosa.

—Es algo malo—interrogue.

—No, es algo importante por eso te pido venir— volvió a decir.

—Bueno en una hora estaré ahí—dije, la llamada terminó me di la vuelta y me fijé que Gina estaba a mi lado.

—Entonces eres su esposa—dijo mientras ladeaba si cabeza mientras me analizaba.

—Si.

—Pero no veo los anillos— ella quería intimidar y sacar información.

—Yo igual extraño mis anillos pero Danielle de las ingenió para agarrarlos y los perdió la semana pasada—conteste como una experta mentirosa.

—Es una lástima—sonrió de manera hipócrita.

Le devolví la sonrisa y me dirigí a la mesa.

—Disculpen era importante—dije  miré a Santiago—Me tengo que ir mi madre hablo para que fuera a su casa es importante.

—Bueno señores nosotros nos retiramos—anunció Santiago.

Luego de unas despedidas,  salimos del restaurante, fue difícil, uno: Danielle no soltaba a Santiago, dos: no había traído el auto, tres: luego de un largo debate contra los dos hombres quienes estaban insistentes en llevarme accedí luego de negarme.

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