Capítulo 3: Bosque
La verdad, Chuuya se levanto mucho mas antes de lo que su usuario normalmente es, mas en los fines de semana, pero algo le decía que debía levantarse. Al abrir sus ojos, se encontró con un conejo de ojos grandes que lo miraba por encima, moviendo su nariz como si estuviera juzgandolo.
Es la primera vez que lo veía, pero se le hacía conocido de alguna forma, por el collar suelto que traía con un símbolo que lo recordaba, pero no exactamente el que.
—¿Buenos días, Conejito? -ladeo su cabeza intentando dar con el pelinegro, pero todo aún estaba obscuro, se sentía en una encrucijada entre levantarse y mover el conejo, o quedarse así hasta que el animalito se mueva.
Por otro lado, el conejo no espero nada mas que escupirle en la cara. Ahí fue cuando el pelinegro entro en la escena, dejando ver el pijama a blanco y negro que tenía puesto.
—¡Dai! ¡Eso no se hace! —tomo a la coneja el contrario, teniéndola en sus brazos, observándola con el poco ceño que tenía de forma fruncida, la coneja solo decidió darle la espalda-, maleducada, lo siento, Chuuya. Ella suele portarse mejor de lo que aparenta.
El pelinegro dejo a la conejita en un corral bastante grande que estaba al lado de la mesa principal, de vez en cuando ella le dirigía miradas asesinas moviendo una de sus patas con rabia contra el suelo.
Mientras tanto, Chuuya aún no podía creer que un conejo le había escupido.
—Esta bien, no importa, de igual forma iba a tomar una ducha esta mañana. —dijo suspirando acompañado de subir los hombros indicándole al otro lo que decía—, me retiro, muchas gracias.
—Espera, primero me gustaría hablarte sobre algo —el chico se detuvo dándole toda su atención—, tengo que ir a un lugar que mi maestro me pidió ir, pero tengo que ir contigo.
—¿Ah?
—Sé que suena confuso, pero él dijo que ambos encontraríamos algo que nos hace falta, que es el final de mi camino.
—No sé si quiera su nombre, ni el tuyo —dijo intentando no sonar demasiado serio al respecto, sin embargo quería hacer saber lo que opinaba sin tener que explicarlo mucho.
—Mi nombre es Ryuunosuke. El nombre de mi maestro es Oda, Oda Sakunosuke. —aclaro su garganta como si eso explicara todo.
Chuuya lo observó por unos momentos, cosa que Akutagawa lo tomo como al menos media hora. Antes de si quiera saliera una palabra del pelirrojo.
Tampoco podían culparlo, cuando el chico acababa de realizar que el señor de hebras rojas obscuras era el maestro del chico, sabiendo las platicas que tuvo con él, las veces que lo salvo de que lo regañaran en aquel bar, también el mismo que le enseño como mezclar tragos de forma correcta, además de hablarle sobre distintos tipos de vinos.
Ese era el Oda que conocía, que dejo de ir de repente, sin previo aviso, las copas que le dejaba cuando entraba siempre quedaban llenas, pensó que se había mudado o solo empezó a frecuentar otro bar, pero esto era distinto, cambiaba las cosas. Si el podía hacer algo por ese hombre, lo haría.
—Iré —le regalo una sonrisa cálida al contrario, agarrando su abrigo en mano, dirigiéndose a la puerta con pasos lentos, hasta que se detuvo para mirar de reojo al pelinegro— ¿Vienes? También, un gusto conocerte, Ryuunosuke.
El chico pelirrojo salió por la puerta, por el contrario el otro estaba estático aún, pensando en lo fácil que había sido convencerlo, se preguntaba que tipo de historia tendría su maestro y Chuuya.
«¿Qué es lo que hiciste, Oda?», pensó.
Al abrir la puerta, se encontró a Chuuya al lado del ascensor que estaba observando su celular, al percatarse de la mirada, le guiño el ojo, cosa que Akutagawa aparto la mirada sabiendo que estaba jugando. Aunque escucho una pequeña risa del chico.
Fue una caminata bastante larga hasta el apartamento de Chuuya, el cuál era bastante largo de color vino, que resaltaba por las pequeñas tiendas de los vecinos y una feria que estaba abriendo en la calle. Ahí es cuando recibió una llamada de su hermana al escuchar el tono que le había puesto por si necesitaba algo.
Contesto de inmediato, de forma obvia.
—¿Alo? —se detuvo al lado de una banca sin avisarle a su acompañante, quién paro de igual forma—, si, esta todo bien, si necesitas que llame al banco lo haré, no es problema, de todos modos no ando ocupado.
Corto la llamada, ahora tratando de retomar su camino, pero el pelirrojo lo observaba curioso.
—¿Pasa algo? —Ryuunosuke alzo una ceja intentando descifrar que es lo que el otro quería—, era urgente, por si preguntas.
—No es eso, solo quería saber si tienes algo mas que hacer, puedo esperar para ir a buscar lo que me dijiste. —dijo posicionando sus manos entre los bolsillos de sus jeans.
Akutagawa suspiro, a medida que relajaba sus hombros.
—Necesito hacer una llamada durante hoy, tengo una hermana en el extranjero estudiando y tiene problemas con su tarjeta de crédito, eso es todo. —Akutagawa procedió a hacer la llamada rápida sin esperar la respuesta del contrario, en realidad no era como si fuera de su consentimiento, pero le quería hacer sabe
Al finalizar esta, ambos caminaron de forma amena hasta el vehículo, él cual era una camioneta familiar o al menos así se veía por la cantidad de corridas que tenía.
Akutagawa abrió el mapa que tenia en su bolsillo, tratando de obtener la ubicación exacta, guiando a Chuuya entre todas las calles, además de esquivar callejones que en el mapa aparecía como que no existieran.
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