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KRAKEN: PARTE 2

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Christopher 

Haber perdido tanto me hace querer el triple de todo, me hace anhelar ser más poderoso de lo que era antes. Pasaron tres años, evolucioné, crecí y ahora merezco pertenecer a algo mejor que el Mortal Cage. Me temieron como el coronel, me temen como el peleador del Mortal Cage y ahora falta que me conozcan como el asesino que no se va a dejar tocar los cojones.

Reparo el entorno, el bar está lleno está de rusos y los que están en pie me abren paso mientras camino al puesto de Ilenko Romanov decidido, centrado y dispuesto a salirme con la mía. Suelto la cabeza que cae y me saco la playera fichando mi objetivo e identificando al Vor que tiene la cruz en el cuello y se mantiene al lado del Boss.

Me limpio el mentón y escupo a un lado antes de extender el brazo retándolo a la pelea mientras los otros se levantan, tiene que venir y defender el puesto que lo hace el jefe de los Vory v Zakone.

Baja quitándose la chaqueta y ninguno se anda con vueltas, ya que él es el primero en lanzar el golpe que me saca sangre y el rodillazo que me quita el aire. Son buenos, por algo tienen la fama que tienen, pero estoy tan rabioso que termino rápido sujetando el antebrazo que parto antes de llevarlo al piso enterrandole el codo en la parte trasera del cuello, el cual se quiebra con la fuerza que ejerzo.

Pensar está de más, sopesar lo bueno y lo malo cargado de tanta mierda. Sé que de esto no se sale, que venir aquí es algo que solo acaba con la muerte, pero no me importa porque aquí está lo que necesito y por ello tomo la cabeza de Angelo Mascherano, la cual se desenvuelve cayendo a los pies del Boss de la Bratva logrando que los miembros se miren entre ellos.

—¿Ese es el pago de tu deuda? —inquiere y clavo mis ojos en él.

—No — respondo —. Es mi entrada a la mafia roja.

Estoy dispuesto a lo que sea por lo mío, a lo que sea por la FEMF, a lo que sea con tal de apagar las ansias que me consumen.

—¿Nos vas a jurar lealtad? —alega poniéndose de pie — Tú, el coronel Morgan, ex candidato a ministro de la FEMF. Ten claro que esto no es como la maldita mierda militar que diriges donde valen las virtudes —deja claro—. En mi organización pesan las creencias, vale la palabra y una vez dentro solo se sale muerto, por lo tanto, una vez marcado estarás aquí para siempre. Si la hermandad da la vida por ti, tú tienes que darla por ellos, no es algo de momento, no es una estación de tren y si fallas o te burlas te voy a empalar no sin antes abrirte las costillas porque aquí la deslealtad se paga caro.

Los músculos se me contraen y elevo el mentón, todo lo que dice ya me lo sé y no me importa.

—Lo reté, no pudo mantener el puesto, por ende, es mío —señalo el cadáver—. Así que cumple las normas y trae al maldito animal.

—¿Traerlo? —se ríe— No lo voy a traer, lo voy a buscar.

Se devuelve. Por el rabillo del ojo vislumbro el cuchillo que me lanzan y atrapo el mango dispuesto a culminar esto, se necesita un animal para entrar, así que abordo la camioneta con el ruso yendo por él.

Varios vienen atrás y en mi cabeza no dejo de repetir la imagen de Rachel con ese italiano, no dejo de recordar lo que pasó hace tres años, los tiros a Patrick, el despertar en una fosa de porquería y el ser encerrado a las malas mientras que los cobardes se engrandecían.

La camioneta se estaciona y estrello la puerta mirando al hombre que baja por el otro lado. Una elegante vivienda yace frente a nosotros mientras los rusos se encargan de la seguridad y entro con el Boss asumiendo lo que hará cuando veo los retratos que están en una de las mesas.

—¿Qué mierda tienes en la cabeza? —inquiero.

—La misma mierda que tienes tú.

Podría largarme y nadie me lo impediría, pero no, no lo hago porque es como dice. Si, tengo mierda en la cabeza también y por ello saco el cuchillo subiendo los escalones en busca del animal. El pasillo es extenso y él ubica la puerta, los colores claros predominan y el pedazo de basura está en su sitio luciendo feliz.

—Lárgate si quieres, no necesito ayuda —insiste el ruso.

—No —quiero hacer esto y lo peor es que sé que lo voy a disfrutar.

Voy por él, saco al animal, al pedazo de mierda que se mueve. Lo coloco en el suelo sujetándolo y ofreciendo el cuello que el ruso rebana salpicandome del líquido carmesí en el mentón. Prosigo con las alas y me desquito la rabia con esto que me recuerda en lo que me convierto cuando me provocan.

Me vale mierda todo, si soy un sádico más o un mal nacido como el que tengo al lado. Hace mucho que no tengo valores y por ello participo. Lo desplumo junto con él picando a la par y pongo los restos en la sábana que se lleva el ruso.

Me lavo, no tolero tener en mi piel esa sangre de porquería, por ello tardo bajando el chorro y quitando el rastro que me asquea. Los demás están esparciendo el líquido carmesí en las paredes, el resto está abajo y yo me muevo a la habitación aledaña donde tienen a la dueña de la casa.

—¡Por favor! —suplica llorando recordandome a Meredith que clamaba incoherencias.

Palabras al viento que a nadie le interesa, que a nadie conmueve cuando estás ante seres que tienen de todo menos sentimientos. Observo como la torturan, como hacen que se retuerza de dolor con un mero toque. Le clavan objetos puntiagudos en los pies y se enfoca en mí gritando como si fuera el menos peor.

—¡Por favor! — sigue y me burlo. Lo que menos me importa es la puta de Antoni Mascherano.

Acorto el espacio haciéndole frente mientras el hombre de atrás pasea un cuchillo por su vientre como si se lo fuera a rebanar.

—Háblame de ella —le exijo—. Háblame de la "Dama de la mafia".

—Yo... —no puede hablar—. No tengo idea...

Clavo la bota en los dedos del pie haciendo presión queriendo que se fracturen.

—Es la mujer más poderosa de la mafia, el señor la adora, mi prima es su mejor amiga y no me habla mucho de ella —duda—. Solo sé que dejaron el ejército para unirse a la mafia italiana... Ella es intocable, los halcones la cuidan y su madre y su hermana vinieron a vivir hace poco con ella...

—Nombres —sigo ejerciendo presión.

—Sam y Luciana James...

Tanto criticar y caen en lo peor, «Hipócritas». Ya me las imagino hablando mierda de mí porque nunca fingí lo poco que me importaban.

—¿Qué más? ¿Hace cuánto y por qué eres la amante del italiano?

Se rehusa a hablar, así que le quito el cuchillo al Vory y...

—Hace dos años cuando la señora se fue —explica llorando—. Ella lo adora, pero está poco tiempo en casa y él necesita una mujer que complazca sus necesidades carnales.

El moreno llega avisandome que tenemos que irnos y tomo a la puta de Antoni llevándola conmigo, huele a comida en el pasillo y la obligo a bajar la escalera. Sigue suplicando y no hago nada, ni cuando el ruso le repara el abdomen y ella lo mira ganandose que le entierren una navaja en la mejilla.

—¡Hay que salir!

Avisan. La puerta trasera de la camioneta ya está abierta y subo a la mujer atrás mientras el ruso conduce de vuelta. El llanto me harta y después de media hora se detiene en una guarida provisional. Al ser clanes enemigos, lo que se acaba de hacer es una declaración de guerra a la mafia italiana.

Estando abajo el consejero trae el círculo metálico con trinche que el Boss ata al cuello de la víctima mientras yo me encargo de las manos apretando las cadenas, se la entrega al moreno y mis reflejos se ponen a la defensiva cuando cuatro sujetos me toman por detrás.

La fuerza bruta empleada me dificulta zafarme y me rompen la playera mientras el ruso clava la rodilla en mi abdomen antes de recibir la pistola con aguja que le dan.

—Si me traicionas, te mato —la aguja maltrata la piel de mi pecho—. Mi gente es tu gente, pero si fallas no dudarán en masacrar a todos los tuyos así les tome años. La mentira se paga con sangre y aquí se entra, pero no se sale.

Entiendo lo que hace y dejo de forcejear, tengo claras las normas, ya que me sé todas las reglas de las mafias habidas y por haber. No voy a gastar energías, la victoria es de quien aprovecha la ventaja y esta la voy a usar para crear lo que quería con el Morgal Cage y es una nueva raza de soldados, una nueva era para la FEMF donde el único que manda soy yo.

Una vez siendo ministro era lo que iba a hacer, por esos mis lazos con los peleadores, me hice un nombre con el fin de usarlos más adelante para que entrenen a mis hombres y eso solo lo sabía Thomas, solo él era consciente de mis intenciones con la FEMF y me las aplaudió.

Alex hubiese querido que entrara en razón, por eso siempre se lo callé, simplemente esperé a que me hiciera la propuesta de querer ocupar su cargo.

Siendo yo el ministro no podría decir nada, no iba a poder intervenir en que tuviera la gran rama judicial siendo la más agresiva de todas, no iba a evitar que todos temieran al escuchar que están en la mira de la FEMF.

Bratt se entrometió ¿Y que logró? Empeorar las cosas, porque ahora aparté la vista del Mortal Cage y la puse en algo peor, ya que la Bratva no solo sabe pelear y matar, también sabe torturar y lo mejor es que también sabe instruir desde que se nace. Ya veo a Christopher Owen Morgan siendo mil veces peor que yo.

La cruz queda en mi pecho, me pongo de pie y el ruso se aparta con rabia medio mirando lo que hizo, los Vory v Zakone se posan a mi espalda y entiendo que ahora, aparte de coronel, peleador e hijo de puta, también soy el jefe de los asesinos de la Bratva.

Lo del animal me deja claro que aquí nadie tiene ética ni moral y eso me gusta, pero dejo las cosas claras antes de seguir.

—No te olvides de algo y que es Emma por Rachel —le recuerdo—. De la teniente me encargo yo y Emma es la James que tiene que morir, así que espero que no se te olvide cuál es tu presa.

Su desquite es ella, eso garantiza la vida de la teniente que me pertenece a mí. Es Emma por Sasha y ya está.

—No, no se me olvida —medio se voltea antes de avanzar—. Y como bien lo dijiste, "Es mi presa". Así que tampoco te metas que yo veré cuando la mato.

Los Vory siguen a mi espalda y son los que me siguen cuando abordo el avión, el consejero me entrega una bolsa con ropa junto con un arma de alto calibre, me baño y suprimo todo lo que me taladra, «Ya nos vamos a ver», de eso no tengo duda, pero ahora tengo una prioridad más importante.

—¿Qué haremos? —me pregunta uno de los Vory y meto el cargador en el arma.

—Iremos por Owen y Milenka Morgan —miro al ruso que blanquea los ojos—. Mis hijos.

Avanzo pasando por su lado.

—Porque yo sí tengo.

—Bien por ti, basura —murmura y bajo con mis Vory v Zakone. Quiera o no, en ciertas cosas le llevo la ventaja. 

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Un feliz cumpleaños para Fabiola y Sofía, que cumplan mil años más. 

Oigan tenemos a un hermoso novio que me pidió que le dedicara este capitulo a Elena Nieto, ella es fan de esta saga, asi que se lo voy a dedicar con mucho cariño. Mis mejores deseos para los dos.                                                     

Bueno, no siendo más me despido, creo que nos veremos pronto muy, pronto.

Con amor.

Besitos.

Eva.











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