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CAPITULO 4

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MOGLIE.

Antoni.

Los hijos suelen superar a los padres, Braulio sobrepasó a mi abuelo y yo lo sobrepasé a él, así como mi descendencia me sobrepasará a mí. El gen malicioso que nos rige se va dañando con cada generación y por mis hijos no puedo permitir que el legado de otro sobreviva.

El mundo no está preparado para algo más malo que los Morgan que ya se conocieron o para algo más sádico que los Romanov y por eso le quité un peso a la humanidad matando al Underboss, ya que bastante hay con Damon. Eso ya es motivo suficiente para temer.

A su edad ya tiene a su conejillo de indias en decadencia con la fórmula que lo tiene agonizando, «Yo logré mi primera creación a los once». Damon tiene siete y ya logró el sufrimiento constante que lo tiene chillando de dolor.

Me adentro en la casa que mandé a construir en uno de los barrios de Florencia observando el interior espacioso e iluminado, está como la pedí y me vuelvo hacia la mujer que tengo atrás posando las manos en su vientre.

— ¿Te gusta, bella? —pregunto.

—Sí, mil gracias.

Dejo un beso en su mejilla antes de quitarle al niño que tiene en brazos. Tiene un año, pero conoce a su padre y por ello me abraza. «Lucca» es mi hijo menor hasta el momento, ya que el otro viene en camino y lo porta Greta Klein, mi amante desde hace casi dos años.

No hay sentimientos, adoración o importancia y obviamente es poca cosa ante mi esposa quien es la mujer más importante de la mafia, pero esto cumple un fin y es extender el legado de mi apellido hasta que Rachel pueda volver a concebir.

Todo criminal debe asegurar la perseverancia de su legado, era algo que me recalcaba Braulio. La inteligencia de nuestros genes es algo demasiado importante para dejarnos extinguir.

Lo evalúo, le doy sus vitaminas y paso tiempo con él en la habitación llena de juguetes lúdicos analizando su perfil. Le dedico las tres horas diarias que le doy desde que nació y recalco su cuidado antes de entregarlo.

—No quiero problemas con este tampoco —le advierto a Greta—. Sigue todas las instrucciones del médico.

—Usted esté tranquilo —asegura la madre de Angela—. Lo único que nos preocupa es la señora Mascherano.

—De ella me ocupo yo —dejo claro antes de marcharme.

Salgo a abordar la limusina que me mueve. Rachel está por volver, esa engañosa que me sedujo hace unos años en los bares de Moscú y ahora es mi esposa. Tengo un mal sabor desde hace meses, dudas que no me dejan dormir.

Poso los ojos en el anillo que le quité a Phillippe antes de felicitarlo por la única buena cosa que ha hecho en la vida y es matar a Christopher Morgan. Mi hermano lo tenía cuando lo maté, sin embargo, acabar con su vida no hizo que lo dejara vivir, había irrespetado al líder y eso no podía dejarlo pasar.

El sol está en furor y apunto la chaqueta de mi traje apreciando el edificio cristalizado, el cual alberga más de sesenta y siete pisos en pleno centro de Florencia. Es el laboratorio de creación más grande que tengo, el corazón de mi negocio y el que cuenta con los equipos más avanzados.

La mafia tiene un solo líder, un solo rey, un solo ser supremo; ese sujeto se llama Antoni Mascherano y mi mejor arma no es una de fuego, es una por la que mueren todos denominada HACOC, la droga de la esclavitud que nadie puede imitar, pero que actualmente todos necesitan.

La heroína que se distribuye en el mundo es la mía, al igual que la cocaína, el éxtasis y el PCB. Eso multiplica mi fortuna, mi poder y mis alcances, como también logra que la pirámide me idolatre y me sea fiel.

El laboratorio me recibe y visito a las víctimas de los últimos componentes, los que están en contra de mí son traídos aquí para morir bajo los efectos de lo que hago. Actualmente son pocos, solo los imbéciles están en mi contra.

—¿Cómo te sientes Mia? —le pregunto a la joven adicta que está en la camilla. «Mia Lewis», una de las primas gemelas del actual ministro quien se niega a entregar a Lucian.

Los labios agrietados, la piel pálida y las ojeras moradas me indica que va en buen camino para mí y mal camino para ella que se arranca el cabello desesperada por una dosis.

Termino con ella y a través del microscopio reviso los efectos del veneno implementado en el hijo de Rachel. Lo evalúo en distintos casos y no me explico cómo sigue vivo. Hay algo que no lo deja morir, algo casi igual de tóxico a lo que creé, pero no sé qué porque no he podido analizar su sangre. En la medicina actual no hay nada, en lo que he indagado tampoco.

Lo único que me tranquiliza es que no está muerto, pero sufriendo si está.

—Antoni —me llama Angela desde la puerta.

No se ve muy elegante estando alterada y molesta, tenía una tarea y aparece días después.

—¡Es una niña y un niño! —me informa logrando que me aleje del microscopio— No están deformes, ni sufriendo como dijiste ¡Lo que quiere decir que eso no te da ningún derecho de matarlos si cabe la posibilidad de que puedan sobrevivir!

—¿Qué pasó con lo que pedí? Las probabilidades de fallar eran mínimas, por eso te lo encomendé.

—Todo se fue al caño —contesta—. Hubo un incendio, mataron a varios mercenarios...

—¿Quién?

—¡No sé! —alega— Todo este tiempo he estado persiguiendo a un par de niños que tienen una vida por delante.

Siento que la garganta se me va cerrando con las sospechas que ya estaban latentes, «Siempre falla algo», siempre hay una intromisión. Trabajo con expertos y eso da para que desde hace mucho estuvieran muertos.

Procuro no perder la calma, pero Alí entra a informarme lo que sucedió en Londres.

—Yo ya me encargué —se marcha Angela rápido—. Trataré de componer un poco mi moral y espero que esto sirva, así que te veo en un par de minutos.

Mi alrededor se va oscureciendo y el control sobre mi mismo va desapareciendo mientras me pone al tanto de todo.

—¿Dónde está Rachel?

—Acabó de aterrizar, está herida y aún no le digo lo de su padre.

Me muevo rápido a la mansión y debo aflojarme el nudo de la corbata lidiando con la limerencia que empieza a notarse en el cosquilleo que surge en la punta de mis dedos y en la sequedad que toman mis cuerdas vocales.

El traje es sofocante y abierta la puerta subo las escaleras que me llevan a la alcoba donde está ella de espalda con un cabestrillo en el brazo. La figura se mantiene recta luciendo un traje de dos piezas y el poder que tiene ahora se acentúa más con el cabello elegantemente recogido en una cola de caballo.

—¿Qué te pasó en el brazo?

—Un Antonegra quiso sobrepasarse, me rehusé, me disparó y lo maté.

Me acerco a ella en busca del olor de la mentira y rechaza mi contacto de inmediato.

—Necesito a mi esposa —susurro.

Vuelve a negarse y por un momento la veo como Emily que me obligaba a sacar lo malo.

—Eso no te importó a la hora de estar con Greta Klein —me hace frente—. Estás dejando que otra me sobrepase y como si no fuera poco procreas con su prima.

—Contra ti no es nadie y lo sabes.

Se mueve por mi izquierda y alcanzo su brazo, pero me entierra las uñas de inmediato apartando el agarre de mis dedos y la semilla de la duda que tengo dentro saca raíces.

Va en busca de la salida, pero las puertas se abren antes de que llegue dándole paso a Luciana y Sam James, quienes vienen acompañadas de Angela.

—Thomas Morgan mandó a acuchillar a papá —le informa la hermana en medio del llanto—. Está en cuidados intensivos y nos han golpeado...

Luciana abraza a su hija cuando el llanto no la deja hablar y Rachel se queda como una estatua mientras Angela se acerca extendiendo la mano para tocarla.

—Pude ponerlas a salvo —le explica—. Tu padre...

Da un paso más y el movimiento de Rachel es veloz obligando a su hermana y a su madre a retroceder cuando saca el puñal que se entierra en el abdomen de la alemana.

—¿Para qué las traes? —inquiere mientras la sangre salpica— ¡¿Para que mierdas las traes?!

Saca y vuelve a arremeter, pero la tomo por detrás mientras rompe en llanto cargada de ira. La alejo mientras su hermana intenta atender a Angela y su madre trata de quitarle el puñal.

—Cariño, basta —le habla—. Escúchame...

—¡Vete que no quiero verte! —le grita.

—¡Soy tu madre, seas lo que seas lo soy! —le recalca.

—¡Fuori Tutto! —demando.

Esta incontrolable, los halcones sacan a Angela junto con las James y Ali llega con la jeringa que vuelve a dejarla fría cuando la ve. La encaro y no deja de detallar el objeto plateado que tengo entre los dedos. El HACOC es una de sus pesadillas y amnésica o no, hay miedos que son inalterables.

—Me estás mintiendo —digo— ¿Por qué tantas fallas?

—Pregúntale a tus hombres, pidele el truco a Thomas Morgan y mátalo de paso.

Sacudo la cabeza en señal de negación.

—Angela actúa como se supone que tiene que actuar...

—A ellas no les gusta que te haya elegido —contesta— ¿Para qué las quiero aquí? ¡¿Para que las trae si no las pedí?!

—Ahora tienen que vivir con eso —rompo su objeción y no pierde de vista la jeringa que destapo poniéndola a prueba—. El diálogo todo lo arregla, tener a tu familia tiene que hacerte feliz, ¿O no?

—¿Esto es para que te perdone lo de Greta?

—Una buena esposa sabe que esto es común en mi mundo —contesto— ¿No eres una buena esposa, Rachel? ¿Tienes algún motivo para dudar de lo que siento por ti? —me acerco más— ¿Te sientes amenazada?

El cabestrillo le inmoviliza un brazo y sigue sin moverse cuando paseo la jeringa por su garganta buscando el pánico que ha de tenerle. La Rachel amnésica es normal que le tenga miedo a algo tan peligroso, pero la que recuerda todo va a entrar en crisis con la droga que la ha dañado más de una vez.

La aguja araña su piel y sigue igual de quieta mientras espero el golpe, el empujón y la lucha que me confirmará las sospechas.

—¿Recuerdas los efectos de esto? —me concentro en sus ojos— ¿Sabes lo que se siente tenerlo en tu cuerpo?

—¿Por qué habría de saberlo?

Responde sin titubear, sin ningún tipo de duda. Debo saber si me está mintiendo o no, ya que le estoy dando todo y de ser cierto va a quedarse sin nada, porque voy a inyectarle todas las drogas habidas y por haber a ella y a sus hijos. Puedo amarla, pero si no me prefiere, no seremos más que enemigos.

No me voy a quedar con la duda y por ello dejo que la aguja acaricie su arteria carótida, no pierdo de vista sus ojos mientras entra en su yugular, «Vamos Rachel, muestrame tu verdadera piel». Sigue quieta, en calma, firme, como si no supiera lo que puede llegar a hacer. Poso el pulgar en el émbolo y no hay rastro de nada, cosa que me hace sacar la aguja antes de sujetarle la cara uniendo mis labios a los de ella.

—¡Algo me ocultas!

—¿Algo como qué? —pregunta confundida.

—Necesito a mi esposa —la desafío—. Si me amas tienes que hacer un sacrificio y aprender a controlarte.

La vuelvo a besar y tampoco se opone, deja que le quite el blazer, que despunte la camisa y los vaqueros que le quito dejándola con el mero cabestrillo. Las lágrimas surgen e intenta abrir la boca, pero me le adelanto a la única excusa que puede sacar.

—Greta no es nadie, tú eres la única dama de la mafia.

La vuelvo a besar y vuelve a llorar soltando mis labios y vuelvo adelantarme a todo.

— Te amo a ti y tu familia, tu padre, todos estarán a salvo conmigo si eso es lo que te preocupa.

Le prometo ansioso por tenerla con el fin de descartar todas las dudas que me avasallan llevándola a la cama. Mis prendas caen y deslizo un preservativo en mi miembro, «No puede concebir todavía y el distanciamiento la tiene sin anticonceptivos». Podría ponérselo, pero necesito poseerla ya mismo, sentir que me ama y por ello poso las palmas en sus omoplatos avasallando los labios rojos que sueltan besos hipnóticos.

La lleno de caricias calientes y avidas antes de abrazarla, esto es otra forma de probarla. La Rachel que conozco es terca, moralista e impulsiva cuando no le gusta algo y me fijo en sus ojos buscando el asco, pero no lo hay. Rabia si siento, cosa que puede atribuirse a lo de Greta, pero no dejo que eso sea un impedimento para abrirle las piernas y penetrarla disfrutando el placer que me da sumergirme despacio, abriendo su coño con mi falo erecto y alargado.

Ubico su pierna detrás de mi espalda y sumerjo mi lengua en su boca nuevamente antes de volver al contacto visual.

Dos opciones; o no miente o es un soldado demasiado preparado. Las dudas me toman otra vez, es un 50/50 porque se ha portado tan bien, pero ella es tan engañosa... Se arquea soltando el delicioso gemido que hace moverme más rápido ¿Eso se puede fingir? Me confunde e hipnotiza al mismo tiempo.

Mi miembro se deleita con el calor de sus paredes y empujo dentro de ella sin dejar de verla, «Va a flaquear». Busco la manera de que lo haga arremetiendo, entrando y saliendo de su sexo, follandola duro, pero con elegancia.

Su rechazo me quebraría y con eso saldría ese demonio que descansa plácidamente sumido en su encanto, pero en vez de rechazarme respira sexualmente dejándome contemplar el cuerpo que podría convertirse en el protagonista de miles de poemas.

Mi instrumento viril se sigue agitando dentro de ella y mi boca queda a centímetros de la suya. Quiero detallarla más de cerca mientras me sigo hundiendo y así lo hago, pero no encuentro el engaño y termino con mis labios en la separación de sus cejas a la vez que le doy rienda suelta al derrame que la deja quieta.

—Ti adoro, principessa —le susurro quitándome el preservativo.

—¿En que te miento según tú? —pregunta con rabia.

—En nada.

La dejo y me visto mientras se da la vuelta en la cama negándose a ponerse de pie y salgo de la alcoba abotándome la camisa. Luciana tiene la cabeza de su hija contra su pecho consolándola y verla me hace querer dejar de ser bioquímico y convertirme en un genealogista, el cual tiene como único fin estudiar de dónde viene la belleza de las Mitchels.

Alí me informa que ya están al tanto de todo, asustadas como era de esperarse, pero no van a hablar, saben las consecuencias de todo esto y necesitan que Rick James sobreviva.

Bajo los escalones y puedo oler su miedo, los temblores de Sam James y la cara de repudio de Luciana. Me acerco despacio grabandolas en mi cabeza. Ni maltratadas dejan de lucir como joyas.

No se mueven, Alí está armado atrás y sujeto la mano de Luciana plantando mis labios en el dorso dándole mentalmente las gracias por sus bellas creaciones antes de moverme al puesto de Sam James que no quiere salir de los brazos de su madre, así que suavemente poso las manos en su cuello alejándola sin ser brusco. El Halcon negro está a centimetros de Luciana que se queda quieta, pero alerta.

Sujeto el rostro de Sam, «Azul, bello azul que me deslumbra tanto». Beso la divinidad de sus ojos lentamente antes de dar un paso atrás.

—Bienvenidas a la familia —alzo la vista y Rachel está en la segunda planta observando lo que hago retandome con la mirada.

Solo me falta Emma James para completar mi bella colección de ninfas. 

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Andamos con capítulos suaves dando la introducción a Deseo. No olvidemos que esto al igual que Lujuria es un primer borrador que luego tomaremos y veremos como volverlo digno, asi estoy yendo despacio como quien esta aprendiendo a montar bicicleta. 

Quiero dedicarle este capitulo a Yancita por su cumpleaños. 

No siendo más, nos vemos el jueves.

Con amor. 

Besitos. 

Eva.







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