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CAPITULO 23

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APOCALIPSIS.

TIPO DE NARRADOR: OMNISCIENTE.

Hora: 18:00.

Rusia, tierras frías con edificaciones gigantes, donde habitan seres extremadamente poderosos. País que actualmente alberga uno de los comandos más grandes de la Fuerza Especial Militar del FBI.

Los soldados trotan sobre la nieve recorriendo los 121 km que se les exige, las banderas ondean en el aire y Simon Miller baja sus binoculares concluyendo la tarea que lo mueve, ya que dentro de unas horas empieza uno de los operativos más grande de su carrera militar.

Se aleja con un maletín en la mano, mientras que a kilómetros de Moscú, en Florencia, Antoni hunde los dedos en el piano, dejando que la melodía acaricie sus oídos, pensando en una sola cosa.

En Londres, Bratt Lewis concluye pendientes colgando el teléfono sin tener idea de que al otro lado del mundo, hace 51 horas y 14 minutos atrás, en lo más recóndito de Gehena, una aeronave aterrizó dándole paso a un soldado y a un mercenario.

Llevan horas recorriendo sus tierras, pero nadie lo sabe y siendo las seis de la tarde, la capital de la ciudad oriental recibe a sus reyes con una pequeña celebración privada, donde Cédric Skagen, príncipe de Gehena, se reencuentra con sus padres, mientras que Boris Korolev y Dominick Parker atraviesan una de sus selvas vestidos como los dos ciudadanos que tuvieron que matar y torturar en busca de información. Tomaron su ropa y en estos momentos se abren paso decididos a sacar lo que vinieron a buscar.

El palacio real aviva la fiesta familiar, el sonido de las palmas e instrumentos musicales se filtra a través de los muros consiguiendo que Christopher Morgan cruce miradas con Ilenko Romanov, ambos con el mismo instinto asesino latiendo en las venas. El ataque de tos cesó, en cambio el enojo no y ambos son orgullosos, pero inteligentes y hay factores que quieran o no, hacen que su alianza ahora tome un ámbito un tanto personal, ya que hay algo más en común aparte del poder.

Dicen que el animal salvaje siente cuando lo van a sacar y los dedos del coronel se pasean por los barrotes de la celda lleno de ansiedad. El lobo está sediento y lo huele, presiente el maldito olor a libertad.

La espalda de Parker queda contra los muros del palacio, está exhausto, ya que fue una odisea llegar. Ha tenido que matar a varios y el último fue un guardia que meaba en el bosque y al que Boris le sacó el paradero del Vor y el Boss. Dominick le robó el uniforme, se lo puso y ahora mantiene el casco puesto tratando de trazar un plan.

Revisa la hora, son las 18:40, a Patrick le urge que se proceda rápido, ya que es justo y necesario. La puerta del calabozo la rondan cinco guardias y, teniendo en cuenta las entradas y salidas, diría que hay diez más en el interior.

—Es un tal Hans, el carcelero de las llaves, y está adentro —le avisa Boris y Parker asiente—. Lo voy a matar y luego se las meteré en el culo...

—Cálmate —lo frena Parker—. Primero la distracción.

—Ya está.

A lo lejos, un árbol se prende en una espesa llamarada la cual alerta a los hombres que rondan, varios señalan dando la alerta de fuego y empiezan a moverse, cosa que aprovecha el capitán para tomar a Boris, le quita las pertenencias y le lleva las manos atrás como un prisionero armando la pantomima de que no quiere dejarse encerrar.

Los soldados toman las medidas que se requieren cuando las llamas del bosque se extienden a tres árboles más. Son tan amantes de las creaciones de Dios que las cuidan a como dé lugar y, por ello, varios guardias se adentran en el sitio. En otro punto, se enciende otro árbol y en siete sitios más también, moviendo el personal de adentro, ya que no pueden permitir que las llamas lleguen al castillo.

Gehena empieza a arder y los Skagen levantan sus copas de licor en el enorme salón que resguarda a la familia real; príncipes, reyes y duques celebran frente a la enorme pintura de la princesa, quien es el único miembro faltante, y al que Cédric detalla contando los días que faltan para verla a ella y a su madre.

Chocan sus copas mientras que Boris pelea con Parker que lo remolca dentro de los calabozos manteniendo la cara baja. El casco le ayuda, una cualidad de los agentes de la FEMF es saber imitar lenguas, así que el capitán habla en el idioma natal fingiendo ronquera, saca la excusa de que halló al mercenario robando en el palacio y el guardia, preocupado por el fuego, los deja pasar.

—¡Hans, abre la celda que tenemos un prisionero! —llama a su colega—Déjalo y sal a ayudar. No se pueden exponer a los ciudadanos.

Parker asiente ante su advertencia sin levantar la mirada y avanza forcejeando con Boris, detrás cierran la pesada puerta de madera. «Hay once guardias adentro», cuenta el alemán y desde su punto reconoce al coronel que se pasea dentro del calabozo, está pasos más adelante junto a la celda del Boss.

El sitio tiene un aire medieval, con antorchas colgadas en las paredes de barro, el suelo es de arena y no hay señales de cámaras. El soldado que tiene las llaves y el fusil amarrado en la espalda llega apresurado mientras que Parker lleva a Boris contra el suelo, a la vez que los otros guardias empiezan a acercarse queriendo ayudar, pero...

La cara de Hans queda contra los barrotes cuando Boris se le zafa al alemán llevándolo al hierro, mientras que Parker desenfunda el arma con silenciador disparándole a los uniformados que yacen en el interior del sitio e intentan defenderse.

—Esta celda no es la que vas a abrir —Boris toma a Hans dándole de baja al resto de soldados complementándose con Parker.

La puntería es clave para un asesino, los hombres se desploman en el suelo y el capitán se apresura a ir por los que se devuelven a alertar. El mercenario arrastra al carcelero a la celda de sus líderes y estos se mantienen serios, mientras él no deja de celebrar internamente, ya que la puta que le dio las coordenadas no mentía y ahora será conocido como el hombre que liberó a los dos grandes cabecillas de la mafia rusa.

—¡Viva el Boss, viva el Vor! —suelta a reír como un maniático— ¡Abre esa maldita puerta!

Suelta al soldado sin dejar de apuntarle y esté temblando busca las llaves. Tienen preparación, hacen parte de un ejército, sin embargo, no es sencillo rehusarse cuando tienes a un demente enterrándote un cañón en la cabeza. Abre la celda del Vor antes de moverse a la del Boss, el tiempo es el enemigo y, mientras el mercenario libera a sus amos, Parker acaba con los soldados que le faltan quitándoles los uniformes lo más rápido que puede.

Roba las botas, los vaqueros y las chaquetas, mientras que los prisioneros sienten la adrenalina que les recorre el cuerpo cuando las argollas ancladas a la garganta de ambos caen. Sin perder el tiempo, toman una de las cadenas envolviendolas y el Boss junto con el Vor se colocan la ropa que les arroja el capitán.

La melodía alegre sigue sonando a través de los muros, ya que el festejo de los Skagen no para. Están bailando entre ellos, disfrutando del ambiente tranquilo, mientras que en los calabozos, con los uniformes puestos, el Vor y el Boss pasan por encima de los guardias asesinados.

Se suben la capota interna que se usa contra la arena, la cual les cubre la cabeza y parte del rostro, toman las armas que les entrega Boris, las balas, los explosivos y los puñales; se acomodan todo y rápidamente abandonan el sitio que cierran, a la vez que los que vigilan alrededor tratan de ayudar con el fuego.

Christopher se queda con el radio que le da Parker y con la cabeza gacha avanzan lejos de la puerta adentrándose en las sombras.

—Encárgate del avión —le pide el coronel al capitán— y espera con los motores encendidos.

—Hay que irnos ya —alega Dominick entre dientes.

El coronel sacude la cabeza y con el ruso se desvían por el corredor que aparece.

—Christopher...

Parker maldice su terquedad, Boris obedece las demandas del cabecilla de su organización yéndose por el otro lado, dejando al alemán solo quien no tiene más alternativa que largarse a conseguir lo que le pidieron. Deben partir lo antes posible y no hay tiempo, ni ganas de devolverse a buscar la aeronave en la que llegaron.

Los Skagen siguen aplaudiendo en el salón felices, comiendo y bebiendo, disfrutando los privilegios que te da ser parte de la realeza.

Dicen que en ocasiones, el ser humano tiene momentos de júbilo antes de una tragedia, que sin querer somos nosotros los que labramos nuestra propia condena y quien creó esa filosofía no está equivocado; es totalmente cierto, ya que mientras la teniente James recuesta la cabeza en el avión que la lleva rumbo a Moscú, Christopher Morgan camina a través del palacio con la cabeza caliente y un arma en la mano acabando con todo el que se le atraviesa.

Boris hace lo suyo tomando medidas a la velocidad de la luz, a la vez que la guardia real que merodea, cae con los tiros que disparan las armas con silenciador, desatados por los dos asesinos que yacen dentro de sus aposentos. Y es que el hijo de Alex Morgan ahora no es padre, no es esposo, ni mucho menos coronel; es un asesino, el cual enceguecido patea las puertas del salón del festejo bajándose a los que salvaguardan a la familia real que intenta huir corriendo como una manada de burros cobardes cuando se baja la capota dando la cara.

El mercenario de la Bratva deja caer el cerillo que inicia el incendio dentro y alrededor del castillo. Los Skagen no pudieron escoger un peor día para reunirse y se van directo a la segunda salida, mientras que el coronel tranquilo cierra las puertas dobles, a la vez que ellos se frenan cuando ven al ruso que los devuelve sellando el otro umbral.

Buscan la manera de protegerse entre ellos mismos juntándose en un mismo sitio, todos menos el príncipe que intenta escapar por una de las ventanas, sin embargo, el ruso le lanza la argolla que se cierra en su cuello trayéndolo de vuelta, mientras que el coronel inicia los disparos que manchan el piso de sangre dándole a Gehena una de las peores masacres de la historia.

—Tengo el avión —confirma Parker a través del radio— ¡Tengo el avión!

El palacio arde y no con llamas comunes, los soldados no pueden entrar, ya que el fuego no baja con los extintores y el príncipe de Gehena es arrastrado fuera. Más soldados se suman, pero es demasiado tarde, ahora Christopher Morgan e Ilenko Romanov no están desprevenidos, están furiosos, frustrados, cansados y a la defensiva, arrastrando el cuerpo de Cédric mientras corren.

Boris los cubre disparándole a los soldados que intervienen en la pista privada. Los explosivos son claves, ya que vuelan a varios cuando los pisan, a la vez que Parker pone los motores en marcha dejando la entrada de carga abierta.

—¡Fugitivos! —gritan y Boris entierra la bala en la cabeza del que alerta.

Salta desde el muro donde está y se da a la huida, los hombres que van adelante arrojan el cuerpo del príncipe al interior del avión y este se estrella mientras que ellos se adentran. La pista empieza a llenarse de soldados y el alemán sella la puerta de carga dejando que el coronel tome el mando de la aeronave, poniendo los motores en máxima potencia cuando lo ponen al tanto de todo. Mientras esto pasa, el reloj mueve la aguja que marca las veinte horas basándonos en el horario Europeo.

Christopher pilotea desafiando todas las malditas leyes de la aeronáutica, absorbiendo el nombre de la persona que soltó las coordenadas, a la vez que entiende porque Alex detesta tanto a su hermano y es que a Thomas no le gusta ser plato de segunda mesa; en vez de aportar, lo que hizo fue armar un mierdero que ahora no sirve para nada.

—Tenemos que apurarnos —insiste Parker— o nos vamos a ir por la borda otra vez.

El coronel mantiene la vista al frente negándose a eso, su derrota ya fue, sin embargo, Parker no está errado, porque mientras ellos se mantienen en vuelo, Patrick hace lo que puede tratando de mantener a los suyos con vida e intenta mejorar las trampas de la ciudad, pero la tarea queda a medias, ya que la Garduña manda abajo la antena de su sistema, la cual yace en uno de los rascacielos de Moscú. Las pantallas de los paneles de la furgoneta donde está parpadean y teclea rápido queriendo retomar, pero los dispositivos empiezan a perder señal y los gritos de afuera lo hacen abrir la puerta.

—¡Sal de ahí! —le grita Leni a los lejos— ¡Sal de ahí ya!

Viene corriendo a toda velocidad y voltea a ver a su derecha, captando que a unos metros se están preparando para derribarlo. A duras penas alcanza a dar el salto, puesto que una camioneta arremete contra su vehículo llevándoselo por delante, rueda en el piso en busca de un lugar para cubrirse, ya que empiezan a disparar. La furgoneta volcada derrapa en el piso sacando lo que hay en el interior e intenta ir por el portafolio que es el cerebro de todo su equipo, pero Lenin lo manda al suelo, debido a que hay demasiados francotiradores y dos de ellos levantan el portafolio a tiros destruyendo el sistema informático y tecnológico que le quita vida a todos sus artefactos.

Gregory termina de descargar el arma dejando al hacker sin su herramienta número uno y canta victoria marcando Moscú como suyo; monta vigías y se larga con sus hombres al punto de encuentro donde la dama de la mafia le exigió estar.

Lenin cubre a Patrick para que recoja lo suyo, pero ahora no es más que basura.

—¡Maldita sea! —se desespera el capitán viendo lo que quedó— ¡Ahora sí nos jodimos!

Brenda les advirtió, les dijo que lo mejor era rendirse, ya que no tienen oportunidad contra la pirámide, pero insisten en mantenerse y he aquí las consecuencias.

Los mercenarios de la pirámide se despliegan en la bodega techada de dos plantas que está ubicada en la zona industrial de Chernoit, un pueblo a pocos kilómetros de Moscú, que se caracteriza por albergar grandes fábricas de alimentos, automotrices y elementos mecánicos.

Las personas que llegan son delincuentes de antaño, pertenecientes a lo queda de las triadas, la Garduña, los búlgaros y demás. Gregory Petrov es uno de los primeros que entra seguido de los hombres que cargan las cajas que dejan caer y es Laila quien los recibe haciendo uso del cambio de imagen que la hace ver como una mercenaria más al igual que Brenda, Stefan, Dalton, Simon, Ivan, Make y Gauna.

El maquillaje ayuda valiéndose de accesorios e implementos que transforman los rasgos de cada uno.

—Traje armas rusas para todos —avisa el búlgaro.

—Tenemos armas —le avisa Brenda.

—Lo sé, son buenas, pero estas son mejores —siguen entrando cajas y Simon mueve la cabeza insinuando a Brenda que lo mejor es no discutir.

—Acompañenme —los invita.

Arman la reunión que les explica cómo se procederá y tratan de ser lo más explícitos posible. En la pirámide, cada clan tiene un cabecilla, el cual lo representa, y el momento amerita a que se reúnan todos, ya que no es cualquier cosa lo que se hará.

Escuchan atentos la explicación de Laila ante la mirada de Gregory Petrov, ninguno quiere privarse de detalles, sin embargo, la atención del búlgaro se pierde con el mensaje que recibe y lee bajo la mesa.

—¿Sucede algo señor Petrov? —pregunta Brenda.

Sacude la cabeza y apaga el aparato, Brenda continua alegando que Rachel viene en camino y los cabecillas de cada clan se miran entre ellos, ya que les gusta lo que escuchan, conscientes de que la mujer del líder armó una muy buena estrategia. Los asesinos reciben posiciones, mientras el coronel le sigue inyectando potencia a los motores, el pecho le pesa, la ropa le estorba y la angustia aumenta cuando las horas se suman al reloj dándole paso al amanecer, el cual traza un antes y un después en esta historia.

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Hora: 6:00 A.M.

Gehena despierta con los lamentos ciudadanos y con el olor a sangre derramada en el suelo del palacio. Hay cuerpos abiertos, molares esparcidos y degollamientos que muestran el interior de las gargantas. Un par de asesinos han matado a la familia real que tanto amaban dejando un solo miembro importante vivo y el grito de dolor que sueltan en la entrada del salón no es más que el inicio de una serie de acontecimientos para los cuales nadie está preparado, pero las fichas ya están en el tablero y el mundo quiere saber cuáles son las que realmente funcionan.

Sara Hart pisa Ucrania anhelando reunirse con sus nietos, Paolo se encargó de traerla y no es la única que llega, ya que Luisa también lo hace encontrándose con Peyton y Harry. Los abraza dándole las gracias a Luciana por cuidarlos, pero esta se mantiene seria en su sitio.

—Rachel está a unas horas de tomarse la FEMF —comenta la psicóloga mientras Sara saluda a la madre de la teniente que le corresponde con una leve palmada en la espalda.

—Dios quiera que cuando lo haga vaya por Christopher —súplica Sara— ¿Han comentado algo al respecto?

—No todavía, pero supongo se planeará más adelante —responde Luisa—. Lo más seguro es que Rachel y Alex se ocupen de eso.

Luciana no disimula la mala mirada que le dedica a la mejor amiga de su hija, una persona coherente ni siquiera sopesaría eso, pero aquí todos tienen memoria selectiva olvidándose de todo lo que Christopher Morgan ha hecho. Siempre pasa, hasta Sara que no es capaz de olvidarse del cerdo de Alex.

Se mueve a tomar la pequeña bolsa que ya tenía preparada para el momento de partir.

—¿Y eso? —pregunta Luisa y ella simplemente se acerca a darle un beso en la mejilla pidiéndole que se cuide.

La psicóloga le insiste en que no se exponga, puesto que ahora no es el momento, sin embargo, la madre de las James ya tomó una decisión. Paolo intenta comunicarse, pero el teléfono de emergencia nadie lo contesta, ya que los labores no lo permiten y al detective no le queda más alternativa que ceder ante la mujer que se impone abordando el auto; y es que si hay algo que sepa hacer Luciana, es conseguir que los otros hagan lo que ella pida.

Luisa se queda en la salida preocupada cuando el auto acelera, el que Rachel no conteste es señal de que ha de estar en algo importante y ahora quiera o no debe confiar en el trabajo de Paolo. Trata de ayudar en lo que puede subiendo las escaleras que la llevan a la puerta de la habitación de la hermana de su mejor amiga.

—Em —golpea la puerta de su alcoba—, ya llegué. No sé si necesitas algo o si quieres bajar a comer con nosotras.

Luisa creció con Rachel y, por ello, le tiene cariño tanto a Emma como a Sam, ya que son personas que hicieron parte de su infancia. La hija de Rick no responde al llamado y revisa la hora, son las siete de la mañana y ha de estar dormida, así que se aleja de la puerta volviendo con Sara a quien tiene la tarea de poner en contexto, debido a que Paolo no le dijo mucho y por ello se sientan a dialogar con una bebida entre las manos, entrando a lo que se llama"Tiempo muerto".

¿Qué es? Una serie de segundos, horas o minutos donde el mundo se encarga de poner las fichas en su lugar, ya que en esta partida cada quien tiene una posición.

Alexa, Patrick, Abby, Tyler y Death se refugian en el búnker que lograron mantener, sitio donde yace el resto del ejército rojo y donde empiezan a llegar todos los miembros de la hermandad, incluyendo a una parte de los Romanov y los Vory v Zakone que estaban en otras ciudades.

Bratt Lewis junta sus labios con los de Gema, quien mantiene las manos en su cuello y juntos abandonan la oficina adentrándose en las filas de los soldados que están formados frente al comando.

Alex Morgan se adentra a la casa de Ucrania con Cayetana y los mellizos, a los que Sara recibe emocionada, mientras que Angela Klein amarra sus botas, Lucian Mascherano abandona Florencia y Rachel James llega a Moscú con Sam y Rick.

Christopher sigue en vuelo excediendo los límites de velocidad y el reloj va sumando horas donde la teniente James aborda la camioneta que la espera con su padre y con este repasa lo planeado. Las cámaras de la casa de Antoni no muestran novedades en Florencia y se mueve a la bodega donde la pirámide la recibe.

Sam se va a su puesto recibiendo los suministros médicos, estipulando donde quiere cada cosa, tiene dos asistentes y se recoge el cabello queriendo relucir la carrera que tanto hace sentir orgullosa a su madre.

La teniente continúa con su labor revisando los vehículos, las aeronaves y el sistema de comunicación, las pantallas, las municiones y los detectores; se asegura del estado físico de todos sus hombres mientras que los uniformes se reparten, al igual que la artillería.

Con Rick sale a revisar el perímetro y este le da el "Ok" que necesitan para devolverse. Ciento veinte minutos se suman al reloj y Christopher Morgan entra a la capital de Rusia donde su aterrizaje es una completa mierda, ya que no ha terminado de aterrizar cuando los levantan a tiros obligándolo a esconderse bajo la base de la cabina.

Los vigías de la pirámide no están jugando, la avioneta es de procedencia desconocida para ellos e intentan bajarse a los que están adentro, por ende, las pandillas de la hermandad tienen que intervenir. Los pasajeros se cubren la cara y el rostro, mientras los otros les limpian el camino y logran adentrarse al Búnker arrastrando al príncipe de Gehena en el proceso.

—¡Hermano! —Patrick se apresura a entrar— ¡No saben lo mucho que los he buscado!

El Boss lo atropella yéndose directo a su oficina y el ejército rojo, en vez de celebrar, da paso a la ola de quejas. El sistema de seguridad no sirve, en pocas palabras están acorralados, ya que cada que salen no hacen más que bombardearlos. No saben dónde están los mellizos, el príncipe de Gehena no hace más que pedir que lo dejen ir y el Vor lo levanta a patadas, ya que lo único que hizo fue dañar el trabajo de semanas.

Se niega a soltar al esclavo siguiendo con golpes, entrando en discusión con Parker que le pide que se calme, pero lo empuja para seguir con lo mismo. El Boss vuelve afuera y Patrick termina con el cañón de su arma en la cabeza reclamándole afanado, Alexa trata de intervenir, el coronel se va contra el ruso, el ruso contra el coronel dándose puños hasta que los separan y cada uno tiene que respirar, ya que el ambiente está pesado.

—¡¿Vamos a pelear o a trabajar?! —reclama Patrick.

Uno mira al techo, el otro se pasa las manos por la cara, están en aguas turbulentas y otros apenas se están aproximando a ellas.

El silencio de la hermana de Rachel preocupa a Luisa y decide buscar el llavero subiendo otra vez, la última vez que habló con la teniente le pidió que se ocupara de ella cuando regresara y al no atender el tercer llamado se le hace sospechoso, por ende, introduce la llave en el pomo que se abre dando paso a la habitación vacía que enciende sus latidos.

—¿Emma? —pregunta nerviosa moviéndose al baño, pero tampoco está y el que Luciana abandonara la casa hace más de tres horas la pone a sumar dos más dos, «tonta».

Se apresura a hablar con Harry, quien le dice que en la casa no ha visto a otra niña que no sea Peyton y corriendo baja las escaleras buscando el teléfono, sin embargo, ya es demasiado tarde, porque puesta las fichas se lanzan los dados.

Luciana Mitchels se adentra en la bodega llena de mercenarios preguntándole a Paolo dónde está Sam y este le señala el puesto que tienen designado para ella, tenía todo preparado para venir solo, pero la madre de la teniente le insistió tanto que tuvo que traerla.

—No le digas a Rachel ni a Rick que estoy aquí —le pide con la mano dentro del bolso donde aprieta el teléfono que esconde desde que partió de Manarola. Rachel le quitó el suyo a Sam y cuando intentó hacer lo mismo con ella le dijo que lo había perdido.

Se apresura al sitio donde está trabajando Sam que levanta el rostro sorprendiendose cuando la ve, sin embargo, no duda en moverse a saludarla.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta la doctora y nota que Paolo es el que la trajo— Mamá, este sitio es peligroso.

—Hay que irnos —toma su mano—. Nos van a poner a salvo.

Tira de la muñeca de Sam sin dar explicaciones queriendo irse, pero ve a Simón dándo instrucciones en la puerta y parece que va a tardar.

—¿Hay otra salida? —pregunta.

—Creo que por el otro lado —contesta la doctora— ¿Quién nos va a poner a salvo?

—Luego te explico, ahora hay que salir de aquí.

Se la lleva casi trotando y a Sam no le da tiempo ni de quitarse la bata, no tiene idea de lo que está pasando; solo le preocupa el estado de Luciana a quien trata de calmar sumergiéndose al pasillo que lleva a la otra salida. La esposa de Rick solo quiere que ella y su hija estén lejos del caos que le ha tocado vivir a las malas.

—¿Mamá?

Rachel la llama a pocos pasos con Rick y el detective a su lado, mientras que Gauna entra con Brenda y Stefan por la puerta que pretendía atravesar.

—¿A dónde van? —la teniente repite la pregunta— ¿Por qué tanto afán y por qué le pides a Paolo que me mienta?

El rostro de la ex científica de la NASA se tensa y Sam la mira esperando una respuesta, pero...

—¡Rachel! —Laila se acerca corriendo atrás con el teléfono de emergencia en la mano — ¡Rachel!

Mantiene la pantalla encendida y esta muestra las siglas de "casa", a la vez que Laila suelta las palabras repitiendo en voz alta lo que le acaba de informar Luisa, palabras que enfrían el cuerpo de la teniente y hacen que Rick se vuelva hacia la madre de sus hijas, la cual explota con la mirada que le dedica su marido.

—¡Esta familia se fue a la mierda hace años! ¡Años, Rick! —exclama— ¡Cuando permitiste que Christopher Morgan entrara a la familia y cuando las malditas malas decisiones de Rachel no hicieron más que hundirnos!

La cara se le llena de lágrimas, mientras que la teniente se mantiene de espaldas, el general estático y Sam quieta.

—Les aplaudes todo lo que hacen y lo siento, pero yo no lo voy a seguir haciendo, ya que esto va de mal en peor y tanto Emma como Rachel deben enfrentar sus problemas solas, así como yo que, durante años, le hice frente a los míos sin perjudicar a nadie.

Continúa consiguiendo que Rick dé un paso al frente al igual que Gauna quien empieza a oler las intenciones del general.

—Esta maldición familiar no dejará de perseguirnos hasta que ellas no actúen como se debe y es hipócrita de mi parte que se lo exija a Emma y no a ti Rachel, quien hace mucho debiste comparecer ante la justicia.

—¿Dónde está Emma, Luciana? —inquiere el general con los ojos llorosos.

—Pregúntale a Thomas Morgan —confiesa tirando de la mano de Sam—. Dile que te cuente lo que me contó a mí y entenderás porqué dejé que se la llevara cuando vinieron por ella...

Se da la vuelta para irse y Rick James no tiene nada que decir, ni que alegar, ya que con una sola acción quiere gritarlo todo y por ello se lleva la mano atrás desenfundando el arma con la que le apunta. Rachel hace lo mismo con la suya dándose la vuelta y Brenda se la lleva a Luciana al suelo evitando los disparos que le sueltan ambos, a la vez que Gauna atropella a Rick, Stefan a Rachel y con la caída de los dos empieza la violenta partida.

El comando ruso de la Fuerza Especial Militar del FBI abre las puertas desplegando vehículos, helicópteros, tanques y soldados, que con sus armas se encaminan a Chernoit con Bratt y Gema a la cabeza. Los socorristas evacuan a los habitantes del pueblo industrial y el ministro enciende el sistema de comunicación iniciando el operativo simultáneo que logró planear a tiempo con la colaboración de Luciana.

—¿Posición? —le exige a Kazuki.

—Entrando al objetivo señalado —le confirma el viceministro y el otro escuadrón de soldados que lo acompaña rodea la casa de Ucrania, lanzando los succionadores especiales que se adhieren a los vidrios blindados, los cuales mandan abajo adentrándose en la propiedad donde rodean a Alex, Sara, Luisa, Harry, Peyton y los mellizos con la emboscada sorpresa que no le dio tiempo ni de respirar y la que oye Laila, ya que su amiga no alcanzó a colgar el teléfono.

—La suegra de su hijo no lo quiere mucho, ministro—los soldados les apuntan dejando un centenar de luces rojas sobre ellos—. Los tengo, en hora y media estoy en el comando de Moscú.

—Copiado.

Dicen que un hombre ardido es un arma sin seguro y Bratt Lewis lo está. Recibe la confirmación de Kazuki y con Gema continúa a su destino, mientras que Gauna intenta desarmar a Rick y la alta guardia llega para arrastrar a Rachel lejos de su madre.

—¡Calma! —Laila intenta que razone, pero es absurdo que pida eso, sabiendo que la traicionó, aún cuando le explicó miles de veces que hacía esto por todos.

Stefan ayuda a Gauna con Rick, Brenda no sabe ni qué decir y simplemente suelta a Luciana yéndose al sitio de la teniente a quien la ira le quita el razonamiento, la capacidad de pensar, cuando rompe en llanto lidiando con el amargo sabor de la decepción, ya que a Luciana se le olvida que tanto Emma como ella también son sus hijas, con errores y defectos, pero sus hijas; su familia, al igual que los mellizos y Amelie.

—Salgamos de aquí —Luciana vuelve a tirar de la mano de Sam, pero esta vez su hija no se mueve—. No tenemos nada que hacer aquí, en el programa de protección a testigos tendremos un cambio de identidad formal, será temporal, pero...

Quita la mano que le sujeta con las lágrimas deslizándose en su rostro. Amar a una persona puede tomarte años, pero para que te decepcione marchitando eso, solo bastan dos segundos.

—Emma tenía miedo y lo sabías, porque te lo comenté —trata de que no le tiemble la voz — y Rachel no ha actuado bien, pero el entregarse o no, es su decisión... No las comparto, pero son sus asuntos...

Intenta tocarle la cara para explicarle, pero no se lo permite deteniendo su muñeca, bajando la mano que suelta, devolviéndose por el pasillo por donde venían, apresurandose a buscar a Rick.

—¡Sam! —la llama su madre con un rasguño en el pecho— ¡Sam!

—Salga de aquí —se la lleva Paolo sintiéndose culpable por haberla traído y por ello se pone a la tarea de sacarla lo antes posible.

Luciana no deja de mirar la puerta esperando que su hija salga, sin embargo, no lo hace por más que la vuelve a llamar. No es capaz de asomarse y todo se le hunde por dentro cuando el detective la pide ayuda a uno de los mercenarios que ronda metiéndola al auto a la fuerza, mientras que Sam llega al sitio de Rick abrazandolo en el rincón donde Gauna se esmera por calmarlo y donde se obliga a pasar saliva.

Rachel intenta tomar las armas, pero no puede, tiene un problema bestial, encima debe ir por los mellizos, por Emma, por su sobrina y eso no se va a lograr si no sale del maldito pantano.

—Prepara el plan de defensa —le ordena a Simón— ¡Ya!

A las malas debe secarse las lágrimas, Rick pide unos segundos para tranquilizarse, en tanto Laila y Brenda se ponen en la tarea de centrar a Rachel que ni sabe lo que hace.

—¡Si nos dejamos atrapar otra vez será peor! —exclama Laila— No iremos ni por unos, ni por los otros, y si crees que no nos sentimos como tú, acuérdate de que Harry, Luisa y Peyton que también estaban en Ucrania.

Aprieta el cuello de su chaqueta. «Tiene razón», se está ahogando, pero tienen razón, Brenda está en su misma situación al igual que Simon, que parece un loco queriendo reorganizar.

—Carguen la artillería que falta —dispone la teniente con la voz rota—. Que no se nos quede nada, vamos a atravesar y a atacar, Bratt ha de venir con gran parte del comando.

—Bien —Laila mueve a la Élite, Stefan le pregunta si necesita algo, pero lo manda a apoyar a los de afuera, apresurandose a buscar el chaleco antibalas que le pone a Sam; Rick le ayuda ajustarlo y no es un buen momento para los James, sin embargo, tienen que centrarse en que harán todo lo posible por salir invictos en esta batalla, ya que en el ejército se los conoce por la capacidad que tienen de seguir, pese a estar nadando en un mar de problemas.

La fortaleza no puede perderse, debido que a kilómetros del sitio, Gema manda adelante el primer escuadrón de soldados que empieza a tomarse el pueblo, Bratt ubica francotiradores puliendo la trampa, porque saben que para llegar al comando deben cruzar el Chernoit y en dicho sitio los va a esperar con más de setecientos cincuenta soldados distribuidos en puntos estratégicos.

La teniente termina de ubicar los artefactos que necesita, los mellizos, Emma y su sobrina no salen de su cabeza, sin embargo, la preocupación tiene que hacerla a un lado para poder prepararse y lo mismo pasa con Rick, que junto a Sam se une a Élite a cargar lo que falta, en tanto Rachel se apresura a reunirse con los cabecillas de la pirámide quienes deben saber el cambio de planes.

Sube los escalones y los demás montan lo que necesitan en el auto de carga en donde hasta Sam tiene que contribuir.

Rachel sigue trotando a través del pasillo en busca de los cabecillas y lo ha hecho bien, muy bien ha decir verdad; engañó a Antoni, a Bratt, contribuyó al hecho de que los mellizos no les pasara nada en estos tres años, se ha esmerado en buscar soluciones médicas para Owen, rescató a la Élite y liberó a Gauna, Rick y Alex, sin embargo, el que algo no te muestre las consecuencias de una vez, no quiere decir que no las tendrá y el mundo estan hijo de puta que hizo que la caja se llenara para ahora dejarla caer en el peor momento.

Luciana no fue la única que llegó y, mientras que Rachel le hacía frente a su madre hace unos minutos, Antoni Mascherano se adentraba en el mismo sitio con Bernardo, Angela, Alí y los Halcones negros, sin alertas o intromisiones, porque es el líder. Los mercenarios de todo el mundo criminal lo saben y el italiano no es que esté muy contento con la teniente, que abre las puertas afanada consiguiendo que la mirada del italiano y sus socios recaigan sobre ella dejándola pálida.

—Hola amore —saluda desde su puesto frenando sus pasos— ¿Me extrañaste?

El brazo de Alí la rodea por detrás, a la vez que el mafioso le apunta con el disparador que suelta la dosis del compuesto químico que sale disparado a su dirección, pero ella manda el codo a las costillas de Ali, moviéndose, consiguiendo que se entierre en la madera de la puerta y no en su pecho. Los demás sacan armas y manda el halcón negro hacia adelante dándose a la huida.

Una bala centella en la baranda y lleva el pecho al suelo cuando Bernardo ataca al otro lado, Angela prepara a los mercenarios afuera y la teniente, como puede, vuelve arriba evadiendo el siguiente disparo de Antoni.

—Antoni está aquí —se comunica a través del intercomunicador— ¡Prendan motores que Antoni está aquí!

La Élite suelta lo que tiene y Simon da un salto a la cabina del auto de carga, Ivan y Dalton se apresuran a abrir las puertas y el resto toma posición para disparar, ya que los mercenarios se toman su sitio iniciando el intercambio de disparos.

—¡Sube y no salgas! —Rick mete a Sam en el puesto del copiloto y Stefan sube las láminas de acero al camión que cubren dos de las ventanas.

Simon enciende motores, Rachel huye lo más rápido que puede, Antoni viene con toda con el disparador en alto, tratando de atinarle y Alí se une a Bernardo corriendo tras ella, mientras los cabecillas se despliegan en busca de sus grupos. Las piernas de la teniente se mueven de prisa tomando el corredor de su izquierda, el halcón negro es bastante veloz y Bernardo se prepara para disparar otra vez, pero Antoni le baja el arma, «La quiere viva», ya que muerta no le va a poder dar la lección que se merece.

Alí le pisa los talones e hizo mala elección de pasillos, debido a que en vez de una desviación, lo que encuentra es otra baranda de metal por donde sin pensar debe deslizarse. La diferencia entre la primera y segunda planta es grande, sujeta el tubo para no irse abajo y cerrando los ojos no le queda más alternativa que soltarse cayendo sobre el containers de plástico que amortigua el impacto cuando cae sobre su brazo.

Se incorpora en busca de sus compañeros y Alí se devuelve con Antoni, mientras que Rick, Gauna y Make disparan para que los demás puedan salir. Simón avanza afuera con Laila, Brenda y Stefan. Angela se prepara para avanzar, pero Rick manda la granada que los hace buscar un sitio para cubrirse, entre tanto los otros aprovechan para huir.

—¡Avanza! —Gauna golpea el techo del auto de carga, Rachel les avisa que ya está llegando, la detonación de la granada la manda al suelo de nuevo, pero logra salir y correr al vehículo que está tomando camino.

El italiano ya está en la parte trasera abordando su auto con Alí que se pone al volante, Gregory y Bernardo en otro vehículo, mientras que Angela hace lo mismo, a la vez que la teniente corre detrás de sus compañeros, extiende la mano y su dedos se entrelazan con los de Rick que la sube. Simon acelera y los vehículos de la pirámide hacen lo mismo empezando la persecución.

El capitán se pone a la cabeza a lo largo del camino con Sam aferrada a su asiento, los de atrás no tienen más que dos láminas para cubrirse y preparan armas mientras que la tierra se levanta bajo los vehículos que los siguen.

—Matenle a los amigos, ella es lo único que me sirve —dispone Antoni.

Simon no puede dejar que se le pongan a la par por la izquierda o por la derecha, ya que si lo hacen serán caso perdido y todos comparten el mismo miedo, debido a que todos tienen a alguien que los espera y los necesitan.

El pecho de Rachel se acelera con los mellizos, su sobrina, sus hermanas, Rick, la Élite... Todos están en peligro ahora y alza su arma disparando a la camioneta que viene atrás, Make trata de respaldarla, pero cae con el disparo que le suelta Ali matándolo frente a Dalton e Iván, que llevaban años trabajando con él, dándole el primer trago a la teniente que odia ver morir a su gente.

Antoni recarga el disparador, salivando por las ganas de que la teniente sienta lo que es estar a su merced de nuevo. No está sopesando riesgos o consecuencias, ya luego verá eso, ahora simplemente quiere que pague por haberle visto la cara y es que todos están en su peor modo en este momento, enfrentándose como en años pasados.

Angela apunta otra vez consiguiendo que Stefan e Ivan coloquen la lámina blindada en modo de defensa sin saber que metros más adelante, los soldados de la FEMF se preparan en las cumbres de los edificios, listos para la emboscada; son como invasores uniformados que se mueven por las calles. Gema se adentra con su equipo mientras que Bratt lo hace con el suyo y los agentes ajustan las armas que dispararán desde lo alto.

Le dan paso al AMX-10RC, uno de los vehículos más peligrosos de la fuerza especial con siete metros de altura, blindado, equipado con armas y cañón multipropósito, el terror de todo operativo de ataque. Se adentra con cuatro soldados a bordo, los cuales se preparan para soltar los proyectiles.

—¡Más rápido! —le exige Rachel a Simon.

Las láminas que usan los de atrás para cubrirse no resistirán mucho y los nudillos del capitán se ponen blancos en el volante, mientras Sam palidece con lágrimas en los ojos cuando ve lo que les espera y es el ejército. La Élite alza la vista atrás con los uniformados que salen en las azoteas y no les queda más que llevar las láminas arriba cuando empieza la lluvia de disparos quitándole velocidad a Simón, el vidrio del lado de Sam se quiebra y el AMX-10RC viene de frente moviendo el cañón.

—Vía libre para derribarlos —demanda Bratt.

—Objetivo en la mira.

El panel de adentro enfoca el punto, la teniente trata de mantener el escudo arriba acorralada, asfixiada, y con las esperanzas en el suelo, mientras el AMX-10RC avanza a su sitio.

—Derrumbe en 5, 4, 3, 2...

El misil balístico que suelta el coronel desde el este acaba con el conteo regresivo cuando el artefacto explosivo impacta contra el vehículo militar, que por muy blindado que esté, explota en miles de pedazos, a la vez que en la otra calle, el Boss con otro explosivo, se lleva la primera línea de camionetas de la pirámide.

—¡Vengan los fuegos artificiales! —grita Boris conduciendo a toda velocidad el tanque que aparece y al que le da la vuelta quedando frente a los soldados que intentaban avanzar.

La mandíbula de Gema se descuelga, mientras que las piernas de Bratt tiemblan al reconocer a la persona que viene arriba.

—¡Ahora sí! —espeta el Vor detonando la bazuca que suelta el siguiente explosivo que arrasa con los vehículos de atrás— ¡Vamos a ver quien es el Ministro!

Bratt alcanza a atropellar a Gema, cayendo metros atrás y aunque nunca había tenido problemas respiratorios, ahora los tiene... Porque el.. El coronel no puede... Con Gema se mueve queriendo cubrirse en uno de los postes.

—Dime que no es Christopher —comenta Gema con el estómago en la garganta—. Él...

—¡Mandalo a la puta de la madre que lo pario! —exclama Boris soltando más proyectiles— ¡Demuestrale quiénes son los que están en la mierda!

Remontar no es fácil, pero bien como se dijo, la caída del coronel ya fue. Los miembros del ejército rojo se toman las calles saliendo de los vehículos con los que se enfrentan a Alí y los mercenarios de la pirámide, mientras que otros emergen de las alcantarillas corriendo al punto del Vor que salta del tanque a la vez que Patrick cruza Chernoit en busca del complejo de telecomunicaciones que está al otro lado y que necesita para reparar el equipo que le destruyeron.

Para Bratt, es más fácil creer que está alucinando y no es el hijo de Alex el que está aquí, pero pese al pánico que lo corroe, se lleva el radio a los labios.

—¡A sus puestos! —demanda— Con toda contra el enemigo, muerte para la Élite y denle de baja al coronel.

Con Gema busca un sitio para disparar cuando el Vor avanza cambiando de arma, los soldados apuntan a su sitio y el ejército rojo se junta con los escudos que arman la pared, los cuales son anti explosivos que respalda al líder, a la vez que los rusos se baten a duelo con los italianos sacando a Angela y Ali.

— Kazuki, necesitamos refuerzos —demanda Bratt— ¡Repito, necesitamos refuerzos!

—Copiado, estoy descendiendo con los capturados.

Los helicópteros alzan el vuelo desde el comando ruso que prepara a un nuevo batallón de soldados dándole salida, la Élite intenta incorporarse, pero están disparando desde muchos lados. Rachel logra bajar del auto de carga junto con los demás cuando los pisos de la azotea de los francotiradores explotan, la Élite aprovecha para buscar una zona segura y Rick toma a Sam que no deja de temblar, entrando en el shock que hace que empiece a llorar sin poder ubicarse en medio de la balacera.

La pirámide se enfrenta a la Bratva y esta contra los soldados de la FEMF, siendo una minoría bastante letal, ya que arroja granadas y vuela autos como si fueran de juguetes, aturdiendo a la teniente que no sabe ni para dónde mirar con el caos que tiene alrededor. Una bomba de gas tóxico mueve la barrera del ejército rojo y...

—Rachel —la llaman y voltea a ver el arma que le lanza Parker y recibe—, guarda los tapones de oído que están colgados.

No entiende lo último, tres halcones se vienen contra ella obligándola a disparar, quedando a la espalda del coronel quien está cerca del tanque haciendo lo mismo.

Rick toma posición al otro lado con Sam a los pies, Brenda se une con Parker, mientras el resto de la Élite busca sitio para defenderse cuando el enfrentamiento toma violencia y la granada que lanza la FEMF hace que se alejen del vehículo, mandando a Christopher y a Rachel al interior del concesionario que tiene los vidrios rotos. La espalda de ambos queda contra una de las columnas y el coronel vuelve a tomar su arma levantándose.

—Thomas Morgan... —intenta reclamarle.

—¡Si, si, si, ya sé que vas a decir que es mi culpa también! —se vuelve hacia ella furioso— ¡Ya vas a decir que fui yo y no la perra perfecta de tu madre! ¡Échame la culpa a mí y ve a salvarla! ¡Ve a matarte por ella y ve, como siempre, a darle atención a quien, según tú, se lo merece!

Las fibras del pecho se le mueven con el tono frío que emplea, tiene la cara amoratada, se ve agotado, demacrado y hastiado.

—Ten —le tira la llave secundaria del tanque—. Lárgate con los que tanto amas, ponlos a salvo, huye con los que sí son "dignos de ti". Sacrificate otra vez, ve a hacer todo bien y aléjate de los que quieren hacer todo mal, porque les importa una maldita mierda lo que dicen los otros y tú ¡Vete, que como bien lo dijiste, puedes sola y no me necesitas!

—¡Vor!

Lo llama Boris yéndose contra los soldados que bajan la escalera. Juntos arremeten contra ellos, pero otro escuadrón entra por ambos y no les queda más alternativa que usar la maniobra de evasión tomando direcciones diferentes.

Hay demasiadas balas, demasiados proyectiles y la teniente se frena cuando ve el helicóptero que está por partir, es de combate, si empieza arremeter se llevará a más de uno y desde su punto le dispara a los que intentan abordarlo corriendo hasta este sin soltar el arma. Puede cargarse al menos a una buena parte de mercenarios que más adelante no dejarán de perseguirla, por ello, corre este tomándolo, rápido enciende el panel y...

—El paseo no será sola, teniente —siente el frío del cañón que le entierran en la cabeza y sabe muy bien quien es.

—¿Dónde está mi hermana, hijo de puta? —inquiere con los dientes apretados.

—Ah, ahora si notas que no está, tarde como siempre —suelta las detonaciones que acaban con la vida de los soldados que intentan acercarse—¡Eleva esta maldita mierda ya o no respondo!

Rabiosa, con el arma en la cabeza y con el ruso atrás inicia el ascenso, mientras que Christopher se enfrenta en combate con Bratt, quien le manda toda la artillería encima acorralando a una parte del ejército rojo en el establecimiento de piezas mecánicas donde se refugian, a la vez que Patrick arma el cerebro de su sistema desde cero en el complejo de telecomunicaciones en el que logró entrar, en tanto Parker le entrega armas, tapones y municiones a la Élite.

Desde lo alto, la teniente contraataca activando el cañón automático del helicóptero que lanza los proyectiles que derriban camiones, soldados, mercenarios y halcones, facilitando la tarea de los miembros del ejército rojo que logran salir de la encerrona liderada por Gema que se ve obligada a retroceder.

—¡No son más de 120! —enfurece Bratt— ¡Quiero armas arriba y al enemigo caído!

Por otro lado, Alí capta el chiflido que esperaba oír y baja a los Mascherano cuando logra despejar el edificio que necesita; tienen que cuidar a los líderes y estos se apresuran a moverse rodeado con sus hombres de confianza.

El escolta de las tríadas pide que entren rápido y Gregory es uno de los que cruza el umbral, sin embargo, el italiano se detiene tomando a Bernardo, mientras que dentro, los treinta y siete cabecillas dejan de correr cuando, desde arriba, revientan la cápsula de vidrio que desata la lluvia de cristales. El helicóptero que sobrevuela les quita claridad dejando caer el explosivo que impacta contra el suelo.

—¡Maldito! —se devuelven al notar el conteo que llega a cero y los pone a correr buscando la puerta, pero el aparato explota acabando con los treinta y siete pilares más importante de la muralla que hacía casi invencible a Antoni Mascherano, a quien Alí aparta cuando el edificio se viene abajo con la detonación que sacude el helicóptero el cual Rachel debe aterrizar a las malas cayendo con el ruso que se levanta.

Los Halcones negros se aglomeran donde está el italiano y los asesinos de la piramide sueltan las armas, llevando las manos arriba.

—¡Fuera de conflicto! ¡Fuera de conflicto! —gritan los distintos mercenarios de los búlgaros, triadas y demás al ver la masacre del detonador— ¡Larga vida al líder, larga vida al Boss!

El panorama se ennegrece cuando Gema manda a elevar los helicópteros, que desde el sur se toman el cielo queriendo ponerle punto final a la contienda. Boris pasa saliva al lado del coronel, Sam se pega a la pierna de su padre y Gauna siente un vacío en el pecho al igual que Parker, Brenda, Simon, Laila y la teniente.

—¡Dioooos! —se queja Patrick en la radio tratando de terminar, necesita acabar con lo que están armando o ahora sí se van a ir a la mierda.

El número de aeronaves es excesivo, Bratt está demostrando el poder que tiene, ya que el ejército es el ejército y los proyectiles que sueltan son como si fuera una lluvia ácida, la cual se avecina al complejo industrial, dando inicio al tipo de momento donde sientes que la vida pasa frente a tus ojos.

La mafia italiana se adentra a sus vehículos junto con los halcones, los mercenarios de la pirámide se dan a la huida saliendo de la guerra de los clanes, que convierten la pelea en algo de dos organizaciones supremamente poderosas. Los soldados expuestos se cubren, la Bratva empieza a correr junto con la Élite y Rachel, que el instinto la hace tomar el mismo camino que el coronel.

Todos recogen lo que necesitan moviéndose hacia una misma dirección confiando en Patrick que suda con la vida de todos entre sus manos.

—¡Hazlo ya! —le grita Christopher a través de la radio— ¡¿Qué estás esperando?!

—¡Maldita sea! —exclama— ¡Te dije que no era sencillo!

Parker le vocifera a la Élite que use los tapones y nadie entiende para qué diablos quiere eso, pero lo repite con tanta insistencia que como pueden lo terminan haciendo incluyendo Rick y Sam. Las aeronaves se ven como una plaga de aves enormes a lo lejos perforando todo lo que se les atraviesa, desatando la sonrisa de Bratt al ver como huyen de lo inevitable, recordando lo que pasó tres años atrás donde tuvieron que desplegarse de la misma manera en el bosque que fue el inicio del calvario de muchos.

El corazón de la teniente se acelera con solo sopesar que los mellizos no tendrán a su madre otra vez, que Emma se quedará con la idea de que nunca fue por ella... Por otro lado, Rick más que morir, a él le preocupa el saber que así como parte él, lo harán todas sus hijas. Christopher solo puede pensar en una sola cosa acelerando la marcha, viéndose en aprietos, pero...

La pantalla de Patrick cobra vida devolviéndole el alma al cuerpo, todo el sistema se enciende cargando datos, los transmisores se disparan y las antenas satelitales del complejo de telecomunicaciones liberan la onda expansiva que manda a los soldados al suelo. Las emisiones vibratorias entran por sus oídos con un pitido intenso que acelera los latidos convirtiéndose en una tortura auditva y la onda desestabiliza los tableros de las aeronaves desprogramando todo los artefactos ajenos a la Bratva.

Bratt y Gema quieren arrancarse la cabeza con el efecto que sienten como si fueran a arrancarle el cerebro. Es un calvario para todos, los vidrios, que quedaron ilesos con la contienda, estallan en miles de pedazos, mientras la horda de helicópteros cae, chocando contra los edificios y los depósitos de las fábricas incendiando todo con la explosión a metros del caos.

—¡Andando! —Alexa levanta al capitán y juntos emprenden el trote que los saca a la calle uniéndose a los demás.

«Cinco minutos». El efecto solo tarda cinco minutos y todos pasan por la torre donde se mantienen ocultos los máximos jerarcas, pero estos no son capaces ni de empuñar un arma, ya que lo único que quieren es proteger sus oídos.

Rick levanta a Sam cada que se cae y es que no es fácil mantener tal velocidad, Chernoit empieza a quedar atrás dándole espacio a la carretera abierta por la que se despliegan, mientras que el presidente del país más poderoso de Europa y Asia, "Rusia", se reúne con los altos mandatarios de su gobierno tomando decisiones.

La onda expansiva disminuye, el coronel empieza a ver las paredes del comando a lo lejos, la última emisión desaparece y los halcones encienden motores que tardan en arrancar, pero lo hacen junto con Bratt que se embarca con Gema y los soldados que logran sumarse, ya que las calles están llenas de barreras.

Al ministro no le importa la mafia italiana ahora, ya que alcanzar a su peor pesadilla, es lo primordial.

La interferencia en el sistema de comunicación es un asco, las salidas de los tanques y vehículos tienen las puertas del comando abiertas y Kazuki Shima, desde lo alto, ve lo que se aproxima y es a más de cien personas corriendo hacia una de las centrales más poderosas de la FEMF.

—Cierra las puertas, Kazuki —demanda el ministro cuando retoma el sistema y el soldado no contesta.

Los centinelas preparan sus armas y eso no los detiene, el coronel sabe lo que quiere, a lo que va y el ejército rojo también.

— ¡Cierra las puertas!

El coreando se mantiene quieto, los miembros de la milicia voltean a verlo confundidos, Bratt se está comunicando directamente con el viceministro, porque, según el protocolo, ya era para que hubiesen empezado a atacar.

—¿Qué esperas? —se desespera Bratt— ¡Ataca y cierra la maldita puerta!

El viceministro se quita el auricular y lo que no tenía que pasar, pasa cuando todos cruzan el umbral adentrándose en el comando.

—¡Cierren las puertas! —Kazuki suelta la demanda que detiene a Bratt cuando nota lo que acaba de hacer.

Los miembros del ejército se apresuran a hacer lo suyo desplegando la bandera roja que cae en los muros marcándolo como suyo y trazando la ruptura en el sistema judicial, asegurando la central con los misiles de plutonio, capaces de arrasar hasta con el mismo comando si se ponen a prueba.

Alí es otro que se detiene con Antoni, Bernardo, Angela y el resto de los halcones, la sangre del líder hierve preso del enojo, sin embargo, respira hondo, ya que sabe que con la cabeza fría se piensa mejor.

—Da la vuelta —le pide a Alí—, esta no es mi zona.

Se retira con el mentón en alto; es una batalla, más no la guerra y tiene muchas planeadas ya. Bratt sigue estático frente al volante sin creer lo que acaba de pasar.

—Lo siento, capitán Lewis, pero a partir de ahora Rusia deja de verlo como el Ministro de la Fuerza Especial militar del FBI y apoya la causa del opositor —la cabina del auto de Bratt se inunda con la voz del presidente ruso cuando Gema le da paso a la llamada—. Nos unimos al quiebre, nos unimos a la revolución.

Los jerarcas se quedan estáticos y el mandatario cuelga. Bratt y Gema no tienen ni frases de ánimo de uno para el otro, ya que lo único que cabe en ambos es decepción. La línea vuelve a encenderse otra vez, es Lucian quien llama a preguntar cómo les fue y es la viceministra que desahoga, ya que lo ve como un hijo.

—Entiendo —comenta el italiano— y me da mucho pesar porque, según lo que he estudiado, solo conozco a una persona capaz de combatirlos.

—¿Quién?

—Antoni Mascherano —contesta Lucian consiguiendo que ambos se miren—, pero bueno, es absurdo lo que estoy diciendo.

La cabeza se le calienta y se da a la retirada, mientras que adentro los mellizos salen a saludar a su madre junto con Luisa, Peyton y Harry, que se juntan con la Élite que no entiende nada de lo que están pasando, pero están bien y eso es lo que importa, sin embargo, Simon no deja de mirar a Kazuki.

—¿Qué? —pregunta— No creerán que Leonel era el único candidato de la mafia.

La teniente revisa a sus hijos y Rick en su móvil nervioso evalúa el mapa de Alaska con Gauna mientras un helicóptero desciende por el ruso que se va, ignorando a Sam que da dos pasos para preguntarle por la hermana, pero el miedo no la deja cuando le vuela la cabeza a uno de los sujetos que estaba en combate, largandose.

Alex y Sara esperan impacientes que Christopher se desocupe, pero le está dando indicaciones claras a Parker, ya que las tareas no se acaban todavía y debe partir otra vez. Manda a Boris por Cayetana y los mellizos y éste los toma levantando a Rachel que intenta alegar, pero nota que el papá los está esperando.

Sara aprovecha para abrazarlo llorando y la deja un par de segundos sin corresponder. Por su parte, Alex se está quemando por dentro, pero no lo siente bien y se queda en su puesto, ya que es tan orgulloso como él.

—¡Patrick! —lo llama el coronel marchándose con los mellizos que le entrega Boris y que voltean a ver a su mamá.

—Vamos para Alaska —le avisa el capitán a la teniente y Rick deja el teléfono de inmediato—. Voy a unirme a la búsqueda de Emma, siento que le gustaría verte, pero es entendible la situación y si no quieren venir, le diré que están bien.

Avanza con su esposa y la teniente podría reorganizarse, pero tardaría días o semanas y podría encontrarla, pero el problema va a seguir y ya es hora de encarar la situación con los Romanov, por ello sigue a Patrick junto a Rick y Sam.

—Yo voy también —Luisa se une a ella «Rachel está para ellos siempre y le preocupa la hermana».

La Élite se organiza, unos se quedan con Parker quien debe mantener el comando y otros se unen a la búsqueda. Dominick le pide ayuda al ministro, ya que la experiencia tiene peso.

El coronel espera que Cayetana termine de acomodar a los mellizos, «Con tanta mierda es mejor que los tenga con él». Empieza a preparar todo para partir, Patrick sube y se queda quieto por un momento cuando ve a la teniente hacer lo mismo con los James y los otros que se ubican, mientras arranca rumbo a la otra parte del mierdero que no cesa todavía.

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Dedicado a: Marisa Zavala, Agustina, Jasbleydy (espero que mejores pronto) Williannys, Mayte, Isabel, Dayana, Yoli, Luna M. Jime Katherine, Yoli, Tessa, Karenm Agustina, Emileydis.

Feliz Cumpleaños a todas, también a Yele, Laura, Sofi, Denisse. 

Que cumplan muchos años más. 

Besitos

con amor.

Eva. 


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