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CAPITULO 2

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Vástago.

Rachel.

Las plagas se transforman, ponle un insecticida a la peste que te ataca el campo y con el pasar del tiempo notarás que eso ya no basta, por ello debes buscar algo más letal para aniquilarlas. Esa ley también aplica en las mujeres que evolucionan, ya que poco a poco los golpes de la vida no van siendo más que cosquillas como el insecticida que no es más que una leve molestia para las plagas.

Abro la puerta de Damon guiandolo a la alcoba que tiene en la mansión que tenemos en Florencia, hace trece meses que estoy con los Mascherano y compartir con él es una costumbre para mí.

—¿Seguro que no quieres cenar con la familia? —me agacho a ayudarle con el traje que le quito y él sacude la cabeza en señal de negación.

No le gusta el desorden y por ello tiendo a dejar todo perfectamente organizado doblando las prendas sobre el sofá. Le coloco la pijama y lo ayudo a subir a la cama.

—Vendrás luego, ¿Cierto? —me dice en italiano.

—Por supuesto —le doy un beso en la mejilla antes de encender las luces que mandé a instalar en su habitación—. Intenta dormir un poco mientras vuelvo.

Lo arropo antes de marcharme. Su padre cuida su rutina con el fin de que no baje su rendimiento, no solo tiene una estricta rutina de sueño, también toma vitamínicos creados por su progenitor, los cuales contribuyen a un sano crecimiento.

El largo pasillo me recibe y bajo las escaleras donde me espera la familia italiana con Angela. Bernardo se levanta a correrme la silla y antes de tomar asiento saludo al consigliere de la pirámide (el padrino de Antoni).

El líder de la mafia no se hace esperar ubicándose en la cabeza de la mesa y la cena inicia en silencio como todos los días. Los raviolis están deliciosos y de reojo reparo el arañazo que Antoni tiene en la muñeca, muevo la mano pasando el dedo sobre esta logrando que me mire, está enojado y omito la sonrisa maliciosa.

Bernardo y su hijo acaban de instalarse y desde ya se sabe que Domenico será el próximo sottocapo de la mafia italiana, es un año mayor que Damon y, por lo que oí, también será instruido por Antoni.

—Ángela, ¿Qué hay de tu familia?

Indaga Bernardo y la alemana se inclina la copa de agua como si estuviera evitando una respuesta.

—¿Te he incomodado con la pregunta? —insiste él y ella trata de aclararse la garganta.

—Contéstale, bella. No somos quien para juzgar —habla Antoni—. Y una mujer no es menos dama por ser una prostituta.

La respuesta la toma desprevenida y mueve la cabeza en señal de agradecimiento.

—Es bienvenida aquí o donde sea que quieras ponerla —asegura el consigliere —. Antoni, sabes que lo mejor es sacarla de los burdeles antes de que el HACOC llegue a su sitio, si es que no llegó ya...

—Es algo de demasiado poca cosa para el HACOC...

—Italia las recibirá si así lo deseas. Eres una de los nuestros, recuérdalo.

—Gracias —dice ella.

La cena avanza con los ojos de Bernardo y el padrino sobre mí, suelen estudiar todos mis movimientos, algo normal aquí, ya que la mafia es desconfiada y recelosa. A muchos no se les olvida que por mí Brandon está muerto, al igual que Jared, Danika y Alejandro. Eso es un error que tengo que tapar si quiero salirme con la mía.

—¿Cuándo vamos a matar a los Romanov? —suelto la pregunta que los hace felices a ellos y a mí— La Bratva sigue sin arrodillarse y eso me da tortícolis, al igual que el desorden que dejó Phillippe, pero que de seguro podré empezar a arreglar con tu ayuda, padrino.

Me llevo el tenedor a la boca sin perder de vista al anciano, no necesito impedimentos, necesito poder, grandeza y solidez en todo el mundo criminal.

—Cuenta conmigo —dice—, siempre y cuando todo sea por el bienestar de la pirámide y de la familia.

—Obviamente —los inquisidores ojos negros de Antoni se clavan en mí cuando contesto y me vuelvo hacia él— ¿Te apetece algo más, querido esposo?

—No, gracias.

Sigo con la cena y bebo dos copas de vino antes de retirarme cuando todos acaban. El consigliere está haciendo hablar a Angela de su familia y de lo segura que debe sentirse sobre sí misma.

—Los dejo —me despido.

Busco el camino a la alcoba matrimonial topandome con los Halcones negros que rondan la casa, cruzo el umbral y suelto el aire cuando estoy sola. El cuadro de mi desnudo dibujado por Dominick Parker es lo primero en que me fijo; en mi imagen desnuda en el sofá decorando la pared principal de la habitación.

Me llena de amargura en ocasiones porque no tuve un buen día cuando la trajeron y siento que perdí el tiempo con quien lo tenía.

Llevaba doce semanas en Italia cuando Alí Mahala incurrió en Londres con el único fin de borrar los rastros de mi vida pasada y entre las pertenencias que trajo estaba el cuadro que ahora es una reliquia especial para Antoni y la copia de la carta donde el difunto padre de mis hijos estipulaba claramente que, en caso de faltar, Thomas Morgan tendría poder total sobre los hijos engendrados en el matrimonio Morgan James.

No podía opinar ni decidir, todo se haría como ellos lo impusieran y por ello me apegue más a esta vida, a este plan, porque sé que esta es la única manera de tenerlos. Los Morgan son poderosos, pero los James somos perseverantes.

—Hola —Angela se asoma y tomo asiento en mi tocador soltando la jadeita.

Se sienta en la tumbona que tengo al lado.

—Noté un poco de incomodidad en Antoni —comenta— ¿Todo está bien? Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa.

La imagen de los dos niños falsos sigue en mi mesa y vuelvo a recordar todo lo que debo hacer para tener a los míos. No hay un maldito día que no los extrañe, que no odie a esos que se creen con el derecho de estipular que no los merezco.

—¿Estás bien? —insiste Angela.

—Si, solo que a cada nada tengo recuerdos difusos cargados de ira —miento—. A veces pienso que me voy a volver loca y voy a empezar a matar gente a diestra y siniestra.

Noto como pasa saliva cuando la miro.

—¿Qué querías contarme? —cambio el tema como si nada.

—Traeré a mi madre —confiesa—. Si yo he contado con una buena amiga pese a todo lo que he pasado ¿Por qué no darle una oportunidad a ella?

—Cierto.

—Presiento que las cosas mejoran cada vez más para ambas —continúa—. La mafia nos respeta y ahora más después de haber matado a la madre de Gema y no me lo estás preguntando, pero creo que es lo mínimo que nos merecemos después de tanto, así que hay que apreciarlo.

Se pone de pie cuando entra Antoni.

—¿Interrumpo? —indaga.

—No, ya me iba.

La alemana avanza a la puerta y él se quita la chaqueta al igual que la corbata. Antoni nunca muestra ningún tipo de prisa, suelta los botones despacio observando el cuadro donde yazco desnuda. Lo repara con esa adoración tan típica de él y tomo la iniciativa abordandolo por la espalda.

Su perfume italiano entra a mi olfato y mi tacto lo yergue cuando paseo las manos por su pecho a la vez que me atrevo a besarle el cuello antes de darle la vuelta.

—Siento que te adoro —le confieso y se ríe—. De una forma muy rara, pero lo hago.

Le suelto el cinturón del pantalón dándole una probada de mis labios, obligándolo a retroceder fundido en medio de un beso profundo que lo hace alzarme el bajo del vestido, dejándome en ropa interior y con el cinturón de armas que tengo en el muslo. Sus dedos se mueven por la línea de mi espalda mientras le saco la camisa y vuelvo a sumirlo en mi boca.

Percibo el proceso de su miembro levantándose, el fogaje que emite su polla caliente y ansioso por mí, cosa que me hace llevarlo a la cama sentándome sobre él. La boca de Antoni es impetuosa al igual que los besos que propina a lo largo de mi pecho y clavícula. Sujeto sus hombros y permito que su mano se deslice dentro de mi sexo a la vez que le gimo en el oído disfrutando la sensanción.

Dedos suaves, elegantes, al igual que la agitación que ejerce en mi coño. La pintura me inspira, me hace sentir más bella de lo que ya soy recordando el momento cuando la retrataron. Antoni absorbe el olor de mi piel y lo empujo atrás buscando lo que tanto suplica mi atención y es la dura erección que dejo en mi mano imitando lo que él hacía hace unos segundos y era masturbarme.

Sé tocarlo, darle placer y besarlo como le gusta. El movimiento de mi mano lo distrae mientras que la otra se cierra sobre su cuello, dejo de tocarlo y me voy contra él apretando con furia, logrando que sujete mi muñeca mientras le corto el paso del aire.

—¿Miedo? —susurro— ¿Qué pasa si aprieto más?

Le inmovilizo la mano libre y sigo apretando haciendo que luche por respirar. No me basta con la asfixia, así que cambio la maniobra tomando la navaja del cinturón y rozando la punta en sus costillas. Eso sí lo hace moverse haciéndome a un lado antes de levantarse mientras escondo el arma blanca.

Me poso de rodillas en la cama tomándolo del vaquero cuando se voltea para volverlo a besar, pero me rechaza.

—¿Por qué me huyes? —inquiero con descaro— ¿No me amas?

Recoje la camisa furioso buscando la puerta.

—¡Antoni!

Es un hombre listo al marcharse, es normal en mi caso, maté a más de treinta hombres yo sola en un ataque de rabia y no lo recuerdo muy bien, pero pasó, está en mi expediente y él lo sabe, como también sabe que eso puede repetirse y que mi situación es un arma filosa para él.

Duermo con Damon como todas las noches y al día siguiente me encargo de darle toques a la casa indicando los cambios a la servidumbre mientras Ángela espera sentada en el sofá. Mi hijastro aparece y me vuelvo hacia él notando que tiene un sobre en la mano, pasos atrás está Antoni recostado en el umbral y su hijo voltea a verlo antes de entregarme los documentos.

Abro mientras el niño espera, leo con detenimiento las dos hojas y releo antes de volver a fijarme en el italiano que me está dando la custodia compartida de su hijo. Legalmente quiere que sea su madre participando en todo lo que tenga que ver con él.

—¿Vas a firmar? —me pregunta Damon y sujeto su mentón con suavidad.

—¿Quieres que lo haga?

—Si.

Recibo la pluma estampando la firma, nunca rechazaría esta propuesta esté en la situación que esté y por ello firmo donde tengo que firmar. Le doy los papeles al niño y camino al puesto de Antoni entregándole el bolígrafo que recibe serio.

—Tengo una nueva creación ¿Sabes? —empieza— Al primer contacto con tu sistema destruye todas las funcionalidades de tu cerebro y quedas postrado en una cama para siempre—advierte alardeando sus alcances—. Solo puedes ver y respirar, imagínate eso.

El calor de su aliento cala en la piel de mis mejillas cuando se me acerca más. Son pruebas, quiebres que intenta buscar, pero yo no lo muestro brecha.

—Tener la facilidad de volver un vegetal a tus enemigos —sigue—. O mejor aún, a aquellos a los que ama —baja el tono—. Los placeres de la vida están en moverse, en sentir y con esto ya no será posible para muchos y muero por usarlo en los seres que más detesto.

—¿Los Romanov?

—Si —afirma— y en los mellizos Morgan.

Me mantengo firme extendiendo los labios con malicia.

—Perfecto —contesto—. Menos palabras y más acción, Angela —miro a mi amiga—. Duplica la recompensa por los bastardos y anuncialo en voz alta para que todos puedan participar.

Lo digo segura, con firmeza, mientras él me escanea en busca de la falla, tarda y sigo igual negándome a que me intimide.

— A partir de ahora yo creo y tú diriges — me dice lo que tanto quería escuchar y Angela se pone de pie.

No hay duda en la demanda del líder y por ello le doy mi mejor cara. A mí no me quiere solamente por mi cuerpo, Antoni es demasiado inteligente para perseguirme solamente por eso, él sabe mi experiencia en la FEMF como también sabe lo que puedo llegar a ser en la mafia; ambos odiamos a los Romanov, ambos queremos la FEMF y tomar ventaja es algo primordial para mí ahora, así tenga que juntarme con el mismo diablo.

—Quiero el camino limpio y la pirámide mucho mejor que antes.

—Como digas —contesto segura. Me besa antes de marcharse a los laboratorios y me quedo en mi sitio dando saltos internos. Las cosas empiezan a encarrilarse y eso me gusta.

Angela me acaricia los brazos demostrándome su apoyo y Damon sujeta mi mano feliz. Es cuestión de días para que empiece a empaparme de todo sin la supervisión de nadie y empiezo a buscar las fallas que me quitan poder.

La madre de Ángela llega cuatro días después, es una mujer de edad y viene con su sobrina de veintinueve años. Las recibo con Antoni y Damon en el vestíbulo.

—Elba Klein —nos saluda la señora.

—Ella es mi prima Greta Klein —la presenta Angela—. Ambas estaban en el mismo...

No termina y Antoni besa la mano de ambas como todo un caballero.

—Gracias por recibirnos, señor —agradecen ambas y el italiano vuelve a mi sitio dejando la mano en el centro de mi espalda.

—Ella es mi mejor amiga —comenta Angela— Rachel James, es la dueña de la casa y somos las dos mujeres más importantes de esta organización.

Antoni nos deja cuando Ali viene por él y las hago seguir al comedor, la madre repara todo en silencio mientras la prima no hace más que dejarme en claro que puedo ocuparla para lo que quiera; limpiar, organizar, acompañarme en lo que sea con tal de no volver a los vida que tenía, nadie quiere eso con el HACOC comercializandose en cada rincón.

Antoni trabaja desde los laboratorios y sus creaciones se vuelven más letales con el pasar del tiempo. Las industrias farmacéuticas le pertenecen y la mafia italiana es la única que tiene derecho a distribuir y fabricar alucinógenos.

Angelo, el padrino, y Ali son dos piezas fundamentales en la mafia italiana; el primero es el consejero, no solo de los Mascherano, sino de todo la pirámide. Sabe cosas de todo el mundo y por ello Antoni siempre sabrá porque lado irse si le llevan la contraria.

Ali Mahala sigue a Antoni a todos lados, sabe todo sobre el italiano y vela por la seguridad de él y la de Damon. Me entregan toda la información que define la historia, la importancia y lo que necesita cada clan.

Estudio todo con cuidado. En la noche y en pijama busco la habitación de Damon acostándome a su lado mientras él se vuelve una bolita bajo mis costillas al sentir mi calor. Se mueve varias veces y termina levantando la cara con los ojos somnolientos y le acomodo el cabello castaño tras las orejas pensando en Owen, en mi bebé, en mi rey y pequeño guerrero quien no merece cargar el karma que carga y por ello no seré digna de llamarme madre hasta que no le quite lo que tiene.

—¿Me quieres? —le pregunto a Damon y asiente— ¿Mucho o poco?

—Mucho —contesta despacio. Él tiene un tono suave cada que pronuncia una palabra.

—Eres un niño muy talentoso —lo convenzo—. Tengo mucha fé en ti y necesito que pongas todo tu esfuerzo aprendiendo todo lo que te enseñan mientras no estoy, ¿Vale?

—¿Por qué?

—Porque eso me haría muy feliz y más adelante hay muchos planes para nosotros, pero para eso tenemos que aprender muchas cosas primero.

—Como digas.

Dejo que me abrace. Antoni en vez de crear antídotos crea más venenos y Damon es una herramienta que necesito, pero no voy a engañar al decir que no es especial para mí, son pocos los que me importan ahora y él hace parte de ese selecto grupo.

Beso su coronilla antes de levantarme a la mañana siguiente.

La muerte de Marie Lancaster sigue en los noticiarios de la FEMF al igual que la denigración de mi apellido que cada día decae más. Soy la mala, la traicionera, la prófuga y la mujer que está cazando a sus propios hijos mientras que Bratt y Gema son los héroes de la justicia.

Son los que hacen lo imposible por capturar a la mujer que mató a la madre de la primera dama de la ley. Bratt Lewis ha sacado el dote de líder, acaba de anunciar que Gema está embarazada, Kazuki Shima es su viceministro desde que el ministro contrajo matrimonio y defienden la FEMF con uñas y dientes sincronizado con el Concejo. Su fortaleza se demuestra en no poder traer a Lucian Mascherano que se mantiene bajo su custodia. Eso obviamente no le gusta a Antoni y mucho menos su rechazo, es el protegido del ejército, es un militante más, el ministro es su tutor y por lo que he averiguado tiene un futuro prometedor en la milicia.

Irons Walls se vuelve cada vez más impenetrable, el último estudio me lo asegura. Mi padre sigue ahí. Las convocatorias a la FEMF pasó de ser una vez al año a tres veces, por ende, ahora tienen más soldados especializados.

la FEMF no es cualquier cosa, la pirámide tiene un bache y es la Bratva que sigue haciendo resistencia. Por ello roba, trunca y a cada nada demuestra que los Mascherano nunca serán sus líderes.

El problema es que ambos tienen una falla y no han notado que a ambos los tengo en la mira. Sé que el camino a la cima tiene huecos y se necesita más, mucho más que caminar de la mano del líder. Eso no es suficiente con tantos baches en la carretera, por ello pongo en marcha lo trazado y es ser la mujer más temida del mundo criminal, así que tomo el poder que me ha dado Antoni y me preparo para partir acompañada del Consigliere.

Esto hay que alinearlo, Antoni es consciente de ello y me despide acompañado de Damon y Angela dejando que tome el avión privado.

Emprendo el viaje lejos de Italia, hay muchas cosas que me molestan y son voces constantes que me hablan día a día, dichas voces me recuerdan a Owen y a Milenka, me hace imaginar a mi padre en prisión y la situación de mi familia, de la cual me niego a saber de ella teniendo presente que todavía no es el momento.

Japón es mi primera parada, Hiroshima me da la bienvenida y mi primer encuentro se da con el clan que lleva más de 300 años. La cabeza principal me recibe mostrándome el respeto que se debe, los líderes de la pirámide siempre estarán por encima de todos, pero ese respeto no me sirve ahora.

Yo necesito que mi nombre se oiga en cada rincón del mundo, necesito que mi apellido sea poderoso, grande y majestuoso.

Tomo el mando de la organización, nadie puede decirme nada porque la dama es la que manda si el líder así lo quiere. Dejo que me muestren, que me expliquen con detalle, pero en lo que más me enfoco es en mostrarme reforzando mis tácticas en el proceso y ganándome la credibilidad del padrino de Antoni.

No tengo miedo a la hora de posarme en los tapetes donde se practican las artes marciales y es que el Ninjutsu no es novedad para los soldados de la FEMF, pero en el mundo criminal siempre se ve lo peor de lo peor y yo lo absorbo.

Me pulo en el combate de pie, con armas, y sin armas, triplico mis conocimientos sobre espionaje, infiltraciones y durante semanas soy una asiática más, la cual se mete en el papel que le toca. No hablo, demuestro porque siempre fui digna de ser llamada un soldado Élite y porque es que tanto quieren mi cabeza.

Dejo claro que mis caídas no me hacen menos, que mis tropiezos no me quitan valor, por el contrario, me engrandecen porque las batallas internas cuentan y esas son las que vale la pena relucir.

Maté a más de 30 Halcones negros yo sola en un ataque de ira y eso es algo para destacar, pero me siento más orgullosa de contar como superé el HACOC dos veces.

Podría relatar cómo llegué a ser teniente de la tropa Alpha o como estando en recuperación me gané el cinturón peleando en un deporte solo para hombres, pero me siento más orgullosa contar cómo traje a mis hijos al mundo contra todo pronóstico.

Preveo cada uno de los golpes que me lanza mientras retrocedo, son rápidos, ágiles, pero yo no me quedo atrás y espero el momento para lanzar la patada al pecho que lo devuelve arrojando los golpes certeros con el puño cerrado antes de lanzar el codazo que lo tira al piso. La clave está en saber dónde pegar y yo lo sé, sé tomar esos lados que los hacen suplicar piedad y me dan la ventaja de matarlos sin necesidad de ensuciarme, sin derramar una gota de sangre porque las Mitchels somos sofisticadas y mamá nos enseñó a nos embarrarnos la ropa.

Los japoneses manejan el arte a la perfección, para quien no es de aquí debe ser un problema, pero yo desde los cuatro años marcho en filas militares y, por ende, maniobro todos los artes en la pelea.

Kenjutsu, el arte del sable japonés, es donde pongo a relucir todo lo que aprendí aquí. Maniobro la katana como si fuera una extensión de mis brazos, me acerco agitando el sable a ambos lados de mi cuerpo tomándolo con las dos manos para que sea más preciso. Me cruzan la katana deteniendo la mía sobre mi cabeza y aprovecho a patear el pecho que lo devuelve unos pasos, giro sobre mi eje dando un paso con el pie derecho moviendo la espada que toma velocidad trazando la herida que mata a mi contrincante.

Sigo blandiendo la espada empuñando firmemente el mango cuando se acerca el siguiente, esquivo los cortes que intenta darme atravesando el sable e impidiendo que me apuñale, ejerce fuerza, así que lanzo el rodillazo al vientre y me doy la vuelta antes de clavar la espada que acaba con su vida.

Tardo seis meses en Japón, vuelvo a Italia y me tomo un receso de siete días antes de sumergirme en las triadas donde paso de Taiwan a Hong Kong cerrando negocios, cobrando lo que por derecho deben pagarle al líder, pero en especial instruyendome siete meses en los barrios chinos.

Paso de dirigir la mafia japonesa a encabezar las triadas y con ellos le hago frente a los comandos asiáticos que quieren venir por mí. Mi reputación empieza a crecer, estoy en todos los periódicos de la FEMF, la teniente se va volviendo más grande de lo que ya era. Me sumo en su método de defensa y ataque, en esos que te mata y no sabes cómo. No me cuesta abordar soldados por detrás tomando los puntos mortales que lo hacen caer en tres o cuatro segundos. Son militantes especializados, pero yo también soy una de ellos y sé muy bien cómo maniobran.

Me pongo en posición esperando el ataque del general de la central de Shanghái quien intervino en mi zona queriendo capturarme. Su tropa está atacando adentro y en uno de los callejones. Arremete con un golpe que detengo al tomarlo de la muñeca y devuelvo el golpe con énfasis, retrocedo pegándole una patada en la cabeza, no cae, así que sigo arremetiendo patadas en sus costillas y en los muslos evitando que se acerque y realizo una vuelta dándole la última patada que lo noquea. Mi bota presiona su pecho cuando yace en el suelo y me agacho a asfixiarlo con las manos. Las sirenas se oyen y me pierdo antes de que me alcancen.

Muay Thai es otro arte que se vuelve tan fácil como respirar, ya lo conocía, ya lo manejaba, pero ahora tengo que sacarle brillo a todo. Hago mi trabajo convirtiendo la pirámide en algo inmenso y las grandes familias están tranquilas porque mis maniobras de defensa les facilitan el trabajo.

La boda de Ángela me devuelve a Italia, se casa de blanco y por la iglesia con Bernarndo Mascherano. Ahora es la madrastra de Domenico, es la esposa del Sottocapo y adquiere poder en la pirámide como toda una Mascherano.

—¿Dónde está Greta Klein? —le pregunto a Antoni cuando no la veo y él se acomoda los puños del traje antes de levantarse cuando su padrino lo llama.

—Está trabajando —me contesta la madre de Ángela demasiado rápido para mi gusto—. El señor le consiguió empleo y por eso no pudo venir.

Hago un gesto con la cabeza fingiendo que le creo. Antoni me reluce como siempre y pasada la ceremonia me quedo dos días con Damon antes de viajar a los Estados Unidos donde perfecciono el Krav Maga con las mafias de Chicago.

Convivo con los turcos, con los albaneses, en Río de Janeiro me sumerjo en las mafias que manejan las favelas y en todo sitio que visito está la misma recompensa para quien mate a los mellizos Morgan y los apoyo. Hago todo lo que se requiere para que se convenzan de que estoy con ellos y, por ende, tienen que confiar y obedecerme. El padrino de Antoni empieza a mostrarse más flexible al ver lo que estoy alcanzando y a mí lo único que me importa es que ahora tengo mucho más poder que Thomas Morgan y le voy a poder dar pelea cuando llegue el momento.

Paso cuatro meses conociendo cada detalle de los Halcones negros, actuando como ellos, matando como ellos y es que las líneas se respetan. Los clanes están en armonía, no hay dudas que los líderes somos nosotros y nadie lo contradice.

Son veinte meses donde todos saben quien es Rachel James, donde con Antoni me convierto en la amenaza más grande de la FEMF. Él crea mientras yo expando el poder hasta el último rincón y es que no soy la dama que se sienta a dar órdenes; soy la que se encarga de conocerlos, de mostrarles que no estoy donde estoy por mi linda cara.

Reviso todo, los únicos enemigos son la FEMF que no deja de buscarme y la Bratva que se las sigue dando de rebelde.

Las piedras truenan bajo la presión de mis botas mientras camino al bar con unos vaqueros ceñidos y una blusa ajustada, la cual resalta mi busto. Las obscenidades no se hacen esperar por parte de los que están afuera del bar y la falta de iluminación me ayuda a camuflarme entre las golfas.

Hay un letrero de "No armas de fuego, solo puñales" y son costumbres raras, pero costumbres al fin.

Las puertas del bar se abren cuando las empujo y la madera rechina cuando me acerco a la barra. Unos están jugando billar, follando y bebiendo mientras yo luzco como una de las mujeres que merodean.

—¡Un trago! —exijo en la barra— ¡El más fuerte que tengas!

Lo deslizan en la mesa y lo abrazo con mis dedos antes de llevarlo a mi boca mientras arrastran a un italiano a un cuarto de atrás para torturarlo seguramente, porque es lo que hacen estos malnacidos cada que les apetece.

El culo del vaso queda contra la madera y saco el cigarro que meto a mi boca mientras detallo el lugar, lo enciendo y con pasos firmes me muevo hacia la bandera que cuelga en el sitio, le doy una calada al cigarro y con el mismo encendedor le prendo fuego a la punta que se alza en llamas atrayendo la atención de todos.

—Hay premio para el ruso que se le arrodille a la mafia italiana —digo avivando la furia de toda la pandilla —. O mejor aún, premio doble para el que le bese los pies a Rachel James.

Me arrojan la silla que esquivo y le echo mano a mi arma lanzando el tiro que acaba con la vida del agresor. En segundos tengo toda la ira de la pandilla encima y van cayendo cuando empiezo a disparar sin fallas. Son una manada de mastodontes que me atacan con todo lo que tienen y las paredes se tiñen con cada una de las detonaciones.

—Piensenlo —sigo— ¡¡Les perdono la vida si me dicen dónde están los Romanov!!

Las botellas vuelan, pero no alcanzan a tocarme al refugiarme en una de las columnas. Le echo mano a la otra glock arrinconando a todo el mundo al no hallar una respuesta, es que con el desplome de los Romanov garantizo la caída de este maldito clan.

Intentan atacarme por atrás y rápidamente me muevo a la barra. Con un impulso quedo encima atinandole a los que están arriba con ambas armas, caen cuatro y recargo las Glock en nanosegundos a la vez que destrozan la puerta y un pandillero se abre paso arrojando flechas con una ballesta de tortura. Enseguida me voy al piso cayendo de lado a la vez que aprovecho la caída para dispararle a los que están bajo la mesa.

Las balas disminuyen, guardo las últimas y me pongo en pie librando la batalla cuerpo a cuerpo lleno de codazos, rodillazos y patadas, peleando con puñal en mano como lo hacen ellos. No me ensucio, clavo la hoja donde tengo que clavarla y me doy la vuelta en busca del siguiente.

Arremeto sin piedad a quien se me atraviesa. Apuñalo a uno en el pecho que cae sobre la mesa de pool y cuando estoy por quitar el cuchillo, se me viene uno encima con navaja en mano. Lo esquivo a la vez que tomo el palo de billar que tengo cerca y se lo atravieso en el pecho. Le quito el puñal antes de empujarlo y se lo lanzo clavándoselo en el corazón a quien intenta acercarse. Tomo mi puñal y sigo embistiendo, aniquilando, dando estocadas exactas sin tanta arandela.

—¿Es tan difícil decirlo? —me agacho con el puño que me arrojan y mando la mano a las pelotas— ¿Dónde están los Romanov?

Aprieto lo que más puedo, no recibo respuesta y por el rabillo del ojo vislumbro el que se acerca por detrás y viene con tanta ira que me aparto dejando que apuñale a su propio colega.

Repito la pregunta una y otra vez mientras blando la hoja, pateando y golpeando, pero no recibo respuesta, así que arremeto puñaladas certeras que terminan con sus vidas. No sé dónde están esos hijos de puta y ellos lo protegen. No me dicen dónde está el malnacido de Ilenko Romanov.

La ira me apaga y mi cuerpo se convierte en una máquina de autodefensa que mata sin saber cómo, solo lo hace haciendo uso de todo lo que he aprendido desde que tengo cuatro años. La sangre llega a mi piel cuando parto una silla en la cara de uno y es que voy a matar a todos los que se han metido con mi apellido.

Van a pagar caro el que no pueda tener a mis hijos y sobre todo van a saber lo que conlleva subestimar a una James. Los contrincantes me van dejando cansada y sudorosa, el último intenta venirse encima mío y le apunto obligándolo a dar dos pasos atrás mientras me levanto.

Hay cuerpos por todos lados, vidrios reventados y una escena que sin duda hará sonar mi nombre en la Bratva.

—De rodillas o te mato —le exijo y se niega— ¡Te acabé la maldita pandilla, así que de rodillas!

—¡Muerte al líder, larga vida al Boss! —abre la chaqueta para que le pegue el tiro que acaba con su vida.

Cae y las luces parpadean mientras mi pecho se agita con el arma en la mano. Ahora soy una figura de poder en el mundo criminal, lo soy y si de algo estoy segura es que en la guerra que se aproxima voy a salir invicta.

Guardo las Glock tomando el camino a la salida, los tacones vuelven a sonar entre las piedras, las motos abandonadas de los pandilleros siguen afuera y sigo caminando con el mentón en alto. Ya pasaron tres años y estoy lista, dispuesta y preparada.

Por mis venas corrió la Lascivia, se desató la lujuria y ahora ardo en llamas en medio de un violento deseo, pero de arrasar con todo. Abro la puerta de mi auto y limpio la mancha de sangre que hay en mi mejilla cuando me detallo en el vidrio. Mi ropa está intacta y lo que acaba de pasar me demuestra lo que soy y es la mujer más temida del momento.

Me gusta ese título porque ahora lo pensarán dos veces antes de atacarme. Respiro hondo encendiendo el motor recordando que cierta persona no se equivocó al decir que una cosa es querer matar a un cualquiera, pero otra es querer matar a Rachel James.

Parto a Italia centrada en lo que se viene y es la llegada de la era James. 

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¡Feliz cumpleaños a todas las cumpleañeras de Marzo! 

Besitos. 

Con amor.

Eva. 




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