CAPITULO 17
COMANDO ÉLITE.
Tipo de narrador: Omnisciente.
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Horas después de que Christopher haya dejado Manarola.
El juicio suele nublarse cuando estamos heridos, ardidos, cansados, sea física o emocionalmente. Y mientras que unos empiezan a despertar encerrados en las paredes de una mansión italiana, otros se preparan para operativos que pueden costarles la vida.
Rachel no sabe cómo eliminar la sensación de amargura que le abarca al saber que el hombre que ama tiene las manos manchadas al igual que los criminales que tanto persigue, y es que a ella las circunstancias la obligaron a aliarse con Antoni, pero ¿Qué excusa tiene Christopher Morgan?
«La ambición» piensa la teniente, esa es su única justificación; las ganas de poder desmedido lo hacen sobrepasar barreras sin detenerse a pensar en las consecuencias o en los seres con los que se junta.
Limpia su cara cargada de enojo y respira hondo frente al espejo acomodándose el equipo tecnológico. Christopher se marchó hace unas horas y ese tiempo no lo ocupó para lamentarse, lo empleó para conseguir la información que necesitaba.
Acomoda las armas estratégicamente en su traje, cierra la chaqueta y se pone al teléfono llamando a la persona que contesta al otro lado quedándose fría cuando escucha su voz.
La teniente habla arriba mientras que Luciana abajo lidia con la conmoción de los últimos acontecimientos. Sus dos hijas están en el sofá, Sam con una taza de té relajante entre las manos y Emma mirando a la nada.
—Sabías que Rachel actuaba y no dijiste nada —le reclama Luciana a su hija menor—. Nunca sé qué esperar de ti.
—Nadie me preguntó y los secretos de Rachel no son los míos —contesta impaciente—. Problema de ella si quiere sustituir a Megan Fox.
Los ojos de Luciana se achican y Sam suspira anhelando paciencia, «Su hermana menor es tan tonta e inmadura en ocasiones». Una hija, 21 años y no toma seriedad, claro está que la segunda hija de Rick no sabe que "Bromear" es un método de evasión a la realidad, porque aunque a Emma la vean como si nada, por dentro no deja de pensar en las palabras del coronel que vino a buscarla queriendo que cumpla con lo que le tocó.
—Lárgate a tu alcoba —la saca Luciana—. Si no vas a aportar soluciones mejor mantente ahí.
Se va a la cocina por una bebida que la calme a la vez que su hija toma camino. Sam y Luciana tenían la sospecha de que Rachel tenía algo entre manos, sin embargo, no era nada seguro y el que llegara soltando todo las ha dejado anonadadas.
El colmo de todo es Christopher vivo. Luciana nunca ha sido gustosa de los Morgan, siempre ha odiado su soberbia cargada de ego, el machismo y la forma de denigrar.
Sería hipócrita de su parte decir que su muerte no la alivió, ya que nunca lo ha querido con Rachel. Acepta a sus nietos solo porque sabe que con una crianza digna se pueden corregir, pero a ese neardental que regresó nunca lo va a tolerar y mucho menos ahora que está aliado con el asesino que quiere matar a Emma.
Sam, por su parte, no sabe qué hacer en esta encrucijada, ella solo anhela tranquilidad, lejos de homicidas, armas y delincuentes. Quiere salvar vidas con su carrera como lo había planeado, trabajar en Hong Kong, New York o Londres, gozar de la pareja que ama y ahora lleva meses sin ver.
Se pasea con las manos en la cintura a través de la sala mientras que Rachel baja preparada.
—Mañana temprano te quiero en el centro médico Mascherano, necesito que mis heridos se recuperen rápido —dispone reuniéndose con ella y su madre —. Luciana, encárgate de Damon que está en su alcoba. Si pregunta por su padre dile que tiene asuntos pendientes con la pirámide y no se sabe cuando volverá. Emma se va a Gehena mañana.
Sale decidida a reunirse con los soldados de la realeza que la esperan. Los halcones líderes están custodiando la ciudad y en Manarola solo dejó vigías que resguarden la hacienda. Rachel se despide y mientras lo hace, en otro lado algunos cabecillas de la pirámide se reúnen preguntándose dónde está Antoni.
La teniente se ha ganado su respeto, su fama es merecida siendo una mujer temida y de admirar, pero hay un problema y es que Dalila años atrás malogró el imperio de la mafia cuando se metió con uno de los clanes más poderosos rompiendo uno de los cimientos más importantes. Dicha acción desestabilizó a la Bratva y la pirámide con Antoni lo terminaron de empeorar yéndose todos contra uno dándose por ganadores, pero ahora la contienda volvió y está tocando la puerta.
El estrés los tiene acorralados y lo único que esperan es que Antoni aparezca pronto, cosa que estará complicada, ya que Ángela y Alí, por más que maniobran el sistema de la casa donde están, no pueden bajarlo y el líder solo piensa en su peor modo.
Continuemos que eso no es todo. Rachel le da órdenes a los soldados que tiene alineados dejando claro su próximo objetivo mientras que Christopher viaja a Rusia donde se empieza a desempolvar la mansión de Regina Morgan, la cual yace en uno de los sitios más acaudalados de Moscú y a cuyo sitio entra Thomas Morgan recto como lo hacía su madre.
El tío del coronel repara los lujos de la ex general fallecida quien era la única mujer que quería y detestaba al mismo tiempo y es que Regina en ocasiones se parecía a Alex limitando cuando algo no le parecía.
Tenían una fortuna incontable, pero su madre a cada nada le reiteraba que, por muy rico que fuera, eso no le daba derecho a despilfarrar como él quería hacerlo con mujeres, juegos, licor y juergas.
Podrían aplastar a los otros apellidos de la milicia, tomar sus fortunas (como los James, por ejemplo) y ser supremos, pero no, Regina sabía que eran los mejores, sin embargo, no le quitaba crédito a los que también habían peleado por lo suyo.
Elijah murió aumentando las peleas que lo hicieron dejar el ejército y fundar el Mortal Cage a la espera de que Regina muriera y le diera la parte que le correspondía para sí engrandecer su fortuna, pero se jodió porque no le dejó ni un mísero centavo, «Regina era orgullosa hasta con sus hijos».
Recorre los sitios donde vivió su infancia burlándose, de igual forma no lo detuvo. Tropezó con el Mortal Cage, pero ahora tenía en la mira algo mejor gracias al hijo de Alex.
—Magnifico lugar —Agatha Romanova toma una de las piezas de la mesa reparándola—. Perfecto para una hermosa familia.
La propiedad era algo que Regina hizo a su gusto y fue escriturada con su apellido de soltera, por ende, con la caída de los Morgan la FEMF la pasó por alto en la herencia de Christopher y solo quedó como una enorme propiedad abandonada, la cual está evaluada en millones de Euros.
—La de nosotros tiene que ser más grande —comenta Thomas cuando su esposa se acerca—. Nuestro hijo lo amerita.
Para él todas las mujeres son unas perras, pero Agatha es de buen pedigree, ya que es la tía de Ilenko Romanov, la cual está a cargo de las finanzas de la Bratva. Siendo él abogado y ella contadora formaban un buen dúo, por eso cuando la vio no dudó en querer envolverla.
Christopher como ministro y él a cargo de la Bratva serían seres supremamente poderosos. Por eso no quiere al coronel distraído, ya que él está concentrado en lo suyo haciendo su parte.
En fin, sigamos, que mientras Thomas sigue recorriendo la antigua casa de su madre, lo que era la Élite cumple con sus labores forzadas en Tartus.
Parker está harto de eso y la única que medio lo anima es Brenda quien cada día se ve más agotada. Casi no ven a Harry, descansan poco y llevan años sin saber qué sabe un trago o una cena familiar.
El cuerpo de Laila está resentido con tantos operativos y ni hablar de los demás que ya parecen zombies; su jornada laboral es denigrante y lo que más se extraña es esa época de gloria donde eran los mejores, esa que estaba llena de medallas, salidas y momentos de gloria en el comando donde eran ellos los que mandaban.
En el casco chocan las gotas de granizo en medio de la tormenta, el sonido de las balas se oye a lo lejos y las botas de Alexadra se hunden en el mar corriendo a tomar las cajas de hierro que están desembarcando.
—¡Más rápido soldado! —le exigen— ¡Más rápido!
La furia de la marea dificulta la tarea, las cajas pesan, el cuerpo de Simón cae y el golpe en la espalda con el fusil del capitán a cargo lo obliga a levantarse.
—¡Arriba prisionero que estos suministros no se van a cargar solos!
Vuelve arriba. Llevan seis horas haciendo lo mismo sin descansar, el barco no puede acercarse más a la orilla y deben sumergirse a recibir las cajas cuidándose de no ahogarse, ya que las lanchas están transportando personas y el mar está embravecido.
—¡Rápido, Rápido! —se les exige con más brío.
Simón recibe la última caja nadando a la orilla, los brazos le duelen por tanto esfuerzo y mientras trata de no ahogarse, otros los observan desde lejos a través de los binoculares y cuentan el número de soldados esperando entre la maleza.
—Cascos terminados con el serial cuatro —anuncian—. Ellos son nuestro objetivo.
Parker acomoda su fusil antes de echarse una caja en el hombro soportando los gritos e intenta llevar los suministros de Brenda quien no puede más, pero no se lo permiten, por el contrario, el capitán los pone a caminar en línea recta ordenando que marchen a la carretera.
El soldado a cargo tiene una orden y es tratarlos como prisioneros. Ivan, Dalton y Make son los que trotan delante de Laila.
—¡Rápido! —le gritan— ¡Rápido...!
La demanda no se concluye, ya que el zumbido de una bala atraviesa la carótida del capitán desatando las gotas de sangre que emergen en medio de la lluvia. La tarea se frena poniendo en guardia a todo el mundo y acto seguido se desencadena el enfrentamiento.
Alexa, Brenda y Laila se ponen en posición apuntando a las personas que vienen, pero estas no se enfocan en ellas, sino en sus superiores carceleros derribándolos. «Los están matando». Parker reconoce a la mujer que viene abriéndose paso con el arma en alto y Brenda se pone en pie temblorosa.
—Es Rachel —dice— ¡Parker es Rachel!
No viene sola, llega con los soldados de Gehena y Simón, pese a estar sorprendido, toma su arma yéndose en contra de sus superiores.
—¡Baje el arma, soldado...! —le apunta soltando un disparo a la frente mientras los demás hacen lo mismo abriéndose paso.
La lluvia de proyectiles los hace cubrirse entre el matorral y no dejan de disparar, arremeten contra los soldados que momentos atrás los golpeaban con sus fusiles.
Rachel lleva mucho tiempo queriendo hacer esto, ir por ellos, y tuvo que tener paciencia, había que esperar más, pero gran parte de lo trazado se fue a la basura poniéndola a improvisar. Sin embargo, dejar de lado a los que siempre han estado para ella no hace parte de sus planes, por ello, esperar treinta dos horas camuflada entre la maleza con el ejército de Gehena rindieron sus frutos.
La emboscada sorpresa pone a la antigua Élite en contra de sus carceleros mientras que la teniente solo se enfoca en disparar.
Lleva su cuerpo al suelo cuando una pequeña tropa se acerca y gira buscando un buen perímetro para ametrallar; las balas impactan en la garganta o el rostro haciéndolos caer y así se mantiene arremetiendo en medio de la lluvia.
—¡Ya! —vuelve arriba sacando la granada que lanza antes de perderse con la Élite que siguen a los hombres que no saben de donde salieron, sin embargo, huyen junto con la teniente perdiéndose.
Rachel es la que se frena una que otra vez fusilando a los que la siguen y no son los únicos que intentan salir del mandato Lewis Lancaster, porque en Londres Luisa Banner se apresura caminando rápido por las calles de Soho con Harry, Abby y Peyton quienes cada uno lleva su mochila. Se detiene en la acera, espera identificando la placa del taxi que se aproxima y al que su amiga le pidió que le sacara la mano.
El sujeto contratado por la teniente se detiene recogiendola y con los niños se sumerge en él dejando que se la lleven, ¿A dónde? No sabe, pero cualquier sitio es mejor que Londres ahora, cualquier lugar es mejor y por eso, cuando Rachel la llamó, no dudó en hacerle caso.
Los soldados siguen huyendo hallando el camión que los recoge y al que suben al llegar a la carretera. Ivan y Dalton son los últimos en abordar y con todos arriba se ponen en marcha.
Durante cinco horas no hacen más que volar en el camino mientras que atrás la Élite sabe lo que tienen que hacer y es sin anestesia sacar los chip de rastreo.
Los gritos de dolor tienen que tragarselos y tardan, pero lo logran y, con pinzas especiales, los soldados de Gehena se ocupan de los brazaletes. La Élite trata de recomponerse mientras que Luisa aborda la aeronave que la llevará al sitio designado por su amiga.
Cruzan pueblo tras pueblo hasta que se sumergen en el destino que los espera; un antiguo criadero de animales techado y abandonado. La teniente respira cuando se cierran las puertas y todos bajan reuniéndose.
Brenda, Laila, Alexa, Parker, Simon, Make, Dalton e Ivan no tienen chip, no tienen brazalete, su ropa está llena de barro, son fugitivos otra vez, pero están fuera del mandato Lewis Lancaster.
¿Hay preguntas?
Si, miles y Make abre la boca para hablar, pero...
—Todo aquel que piense que la vida es desigual, tiene que saber que no es así,
que la vida es una hermosura, hay que vivirla —empieza a cantar Brenda feliz de un momento a otro bailando en el centro del círculo porque esto era lo que más quería.
— Todo aquel que piense que está solo y que está mal, tiene que saber que no es así, que en la vida no hay nadie solo, siempre hay alguien —la sigue Laila como si no acabaran de salir de un tiroteo—. Ay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando...
Rompen en carcajadas antes de abrazarse con Rachel saltando como un grupo de adolescentes. Simón es uno de los que se une a la vez que Ivan solo se aplaude a sí mismo agradeciendo al cielo, Brenda sale del grupo para comerse a Parker a besos mientras que la teniente no sabe ni a quien tomar.
Si a Alexa, a Laila, a Dalton, a Ivan o a Make... Es una pequeña celebración hasta donde Simón besa la mejilla de Parker.
—Hay que irnos —Rachel les pide que aborden la avioneta de afuera—. La charla para el camino.
Obedecen de inmediato sin vacilar, la aeronave no tarda en alzarse en vuelo y después de casi cuatro años los soldados prueban una gota de felicidad lejos de sus carceleros.
Rachel les cuenta absolutamente todo lo que pasó y está pasando; Antoni, Christopher, el ejército rojo y Patrick logrando que el pecho de Alexa se quiebre en segundos espabilando varias veces con lo que dice la teniente y no solo ella queda confundida, los demás quedan en blanco con lo de él y Christopher. «Vivos», es un milagro que hayan sobrevivido después de los disparos.
—¿Patrick? —pregunta Alexa como si se hubiese equivocado— ¿Dijiste que Patrick? —se lleva la mano al pecho— Mi esposo... ¿Está vivo?
—Y con la Bratva.
Alexa se aparta temblorosa. «Vivo», su esposo, su chiquito, el hombre por el cual no ha dejado de llorar desde que le dispararon vive y... No se lo cree. Las lágrimas no las puede contener y es Simón quien la abraza prestándole su hombro para que se desahogue porque a él la noticia también le saca lágrimas, ya que Patrick es uno de sus mejores amigos.
—¡Lo está! —exclama ella conteniendo las ganas de saltar— ¡Abby no me lo va a creer!
—Alexa, las cosas no son como antes —Rachel no quiere apagar su felicidad, pero tampoco le parece justo que se lleve una decepción—. Fue marcado por la mafia rusa y trabaja para ellos voluntariamente como Christopher.
—Está vivo —repite sin salir de su asombro y es que para Alexa, Patrick es su esposo, el amor de su vida y todo lo que está bien.
—Termina de hablar —pide Parker.
Rachel continúa dando detalles sobre la iniciativa del coronel, el plutonio y lo que pasó en la mansión de Florencia. Los pone al tanto de todo mientras que Dominick absorbe cada palabra. Con cada acontecimiento son horas debatiendo entre ellos hasta que aterrizan en el pueblo de Italia que se estipula y donde espera Luisa con Harry, Abby y Peyton.
Esto no lo sabe la pirámide y la alegría de la señora Miller al ver llegar a Simon le hace abrir la puerta corriendo a abrazarlo a la vez que Harry hace lo mismo con Brenda y Abby con su mamá.
Harry Smith creció y sigue teniendo una mata de rizos chocolates que Rachel mueve antes de darle un beso ganándose una sonrisa de su parte.
—Hay trabajo, soldado; dos primas que deben ser vigiladas —le dice Rachel—, Milenka Morgan y Amelie Skagen.
—Puedo enseñarles a patear el balón —simula dando una patada con fuerza y Rachel le vuelve a mover el cabello pensando en Owen.
—Está vivo —Alexa abraza a su hija— ¡Tu papá está vivo!
Repite como un loro y a Abby se le iluminan los ojos con la mera mención de su padre. Avanzan hacia dentro y buscan asearse antes de recibir la comida que les dan. Es una casa de pueblo con aires rurales donde Luisa durante las horas que viajaron se encargó de conseguirles ropa de cambio.
Por suerte Rachel no salió herida, ya que decidió concentrarse en el operativo. El sistema de la vivienda de Florencia no ha lanzado alertas todavía, pero debe pensar en cómo marchar en contra de la FEMF y en cómo sacarle la cura de Owen a Antoni. No tiene nada planeado hasta el momento, pero confía en que algo se le va a ocurrir.
Rick, Alex y Gauna hacen falta, otra cosa que la tiene pensativa es Christopher a quien siendo lógicos y honestos debe encarcelar. Es eso o tener que matarlo, «cosa que nunca ha podido hacer». Y es que sabe que Luciana jode, pero tiene razón en muchas cosas y es que el coronel es un peligro, el cual decidió estar en la misma línea de Antoni y el Boss.
Luisa no deja de besar a Simón en el sofá en el que está con Peyton, Brenda y Parker brindan la misma escena frente a la ventana con Harry dejando que el capitán los abrace a ambos estando pensativo.
Ivan, Dalton y Make están con Laila. Merecen comer y asimilar todo lo que está pasando y por ello se une a ellos disfrutando de la compañía de sus amigos.
—¿Y cómo está Sam? —le pregunta Ivan haciendo que Dalton sacuda la cabeza—. Ha de estar hermosa como siempre.
—Olvídalo que no la voy a dejar estar con mi perra —le contesta la teniente—. Te quitará tiempo.
—Eso ya caducó.
—¿Cuándo que no me di cuenta?
El ex escolta prefiere callarse dejando que Laila cuente todo lo que tuvieron que pasar; los operativos, las humillaciones, las jornadas laborales... Y mientras ellos dialogan, Bratt se entera de las últimas novedades junto con Gema que de inmediato se encamina a emitir la orden de búsqueda.
—Orden de aniquilamiento esta vez —dispone el máximo jerarca sorprendiendo a Sabrina—. Hay vía libre para matarlos si se rehúsan, ¡Ya no les voy a dar más oportunidades!
Gema acata su demanda y el ministro toma asiento concentrándose en Lucian que está frente a su escritorio.
—Tengo una duda y es ¿Qué tan enamorado está Antoni como para recibir a tantos por amor a la "Dama"? —le pregunta— ¿También está colgado de la Élite?
—Me intriga —contesta el italiano—. Siempre he tenido claro que su fascinación es hacia la teniente, es normal que se extienda un poco hacia las personas que se le parecen, pero su historial nunca ha mostrado interés por la Élite exceptuando a Angela Klein que es la esposa del sottocapo.
El capitán se queda pensando. De querer llevarse a los soldados lo hubiese hecho hace mucho tiempo y el papel de Rachel enamorada de Antoni es algo que nunca lo terminó de convencer teniendo en cuenta lo mucho que lo odiaba, aparte de que está entrenada para engañar.
La reunión de los fugitivos continúa en Italia a la vez que Antoni explora cada una de las salidas de la mansión sin hallar resultado. Lleva toda la tarde haciendo lo mismo junto con Bernardo a quien le preocupa Domenico, que puede subsistir durante un par de semanas sin Antoni a cargo, pero de todas formas tienen que salir lo antes posible.
La conversación de los soldados se extienden, ya cada quien contó todo lo que pasó y están dando detalles pequeños. El frío hace que Rachel se levante queriendo ir por algo que la abrigue, faltan minutos para las diez de la noche. Sube a su alcoba tomando el suéter que necesita e intenta devolverse, pero se encuentra con Alexandra en la puerta sujetando la mano de Abby.
—Gracias, en verdad no sabes cuánto te agradezco esto —le habla con los ojos llorosos—, pero siento que Patrick me necesita y quiero irme con él.
Luisa se asoma seguido de los otros debido a que se les hizo raro el que Alexa se levantara de la reunión sin decir nada y que ahora Abby tenga su mochila puesta se les hace más raro todavía. Se adentran en silencio y Luisa es la primera en indagar.
—¿Te vas a ir? —Alexa asiente con la pregunta de su amiga— ¿No vas a apoyar a Rachel? Se supone que como amigas es lo que hacemos siempre y ella ha estado para nosotros...
—Yo también me voy a ir —la interrumpe Parker y Brenda se sorprende con lo que acaba de decir—. Te aprecio Rachel, te admiro y te agradezco, pero hacerme el bueno no tiene sentido ahora cuando quiero lo mismo que el coronel y es sangre para todos los que nos han pisoteado. La FEMF no es la misma de antes, hay más soldados, gente preparada y he de reconocer que Bratt ha sabido dirigir, pese a tener una estúpida fachada —da un paso adelante—. Siento que esto de elegir equipos es absurdo porque unidos seríamos invencibles...
—No necesito al coronel —responde la teniente— ¿Si captas con quien está y la clase criminal que es ahora?
—¿Y qué más da? Hace mucho que lo es. Si va a matar a Bratt, retomar el poder devolviéndome mi cargo y mi vida, estoy dispuesto a tolerarlo y serlo si me toca también...
—¡Vete entonces! —Rachel le señala la puerta— Aquí no se le ruega a nadie y si es tu decisión marcharte, tranquilo, ¿Quién más quiere hacerlo? ¿Quién más quiere irse con la mafia rusa y el ejército rojo? Llevense el camión si lo necesitan.
Se saca las llaves dándoselas a Parker y Alexa se acerca sintiéndose mal. Quiere a Rachel, es su amiga, pero Patrick es su esposo y esta nueva oportunidad con él no la puede perder, así haga parte de la Bratva, de una secta, o de lo que sea. Ella confía en su marido, si está en dicho sitio es por algo, porque siempre ha querido lo mejor para los dos.
Deja un beso en la mejilla de su amiga, la cual no le dice nada mientras que a Brenda se le atoran las palabras viendo que en verdad Parker se va a ir.
—¿Qué te pasa? —le reclama ella—. Años queriendo huir y ahora me vas a dejar...
—Busco ventajas para Harry y para nosotros, eso es lo que hago —contesta—. Christopher es un hijo de puta, pero si siendo así va a matar a Bratt logrando que mi hijo y tú estén felices en un futuro, lo acepto así muera yo también en el intento. No estoy pensando en amistades y no temo a que me digan mal amigo por irme —mira al resto—. Hace tres años todos pusimos el pecho siguiéndolos hasta al final. No pedimos ayuda, no aceptamos uniones ¿Y cómo terminamos? Mal y un soldado dos veces no puede cometer el mismo error.
Se aferra al cuello de Brenda dejando un beso sobre sus labios, el cual la hace llorar.
—Parker...
—Dile a Harry que este año sí vamos a ir al campeonato que anuncian en la tele —se despide y ella no lo quiere dejar, pero Laila la sujeta y él levanta a Abby yéndose con Alexandra.
—En la mochila está parte del dinero que recibió hace unas semanas —le avisa Luisa.
Simon le entrega las armas que traía a Parker. Dominick no subestima Rachel, la aprecia, pero siempre se ha identificado más con la forma de pensar de Christopher que odia y ha odiado a Bratt tanto como lo odia él.
El capitán se despide de Harry que duerme y vuelve a besar a Brenda que trata de no llorar.
La mirada de Luisa a Simon le dice que ni lo piense, y es que el ex capitán también tiene sus dudas, no porque no confíen en Rachel, solo que le da la razón a Parker al decir que juntos serían invencibles, sin embargo, tampoco juzga los motivos de la teniente para rehusarse.
Rachel... Sus miedos son entendibles; ya perdió a Harry, a Reece, ha tenido que desprenderse de sus hijos, su padre está preso y se niega a volver a sentir ese dolor de la pérdida que experimentamos cuando alguien se va y sabes que no lo volverás a ver y por eso busca la forma de poner a salvo a todo el mundo.
Parker y Alexandra se enrumban camino a Rusia y la teniente recoge a los soldados de Gehena y a sus amigos. Los halcones están custodiando la ciudad y la Élite se camufla entre los soldados de la realeza viajando a Manarola.
Todo el sistema tecnológico lo maneja ella, por ende, las cámaras están apagadas y una vez dentro puede acondicionar uno de los pisos para que puedan estar sin problema. El viaje consume unas horas y cuando están por llegar llama a Sam para que vaya teniendo todo preparado indicando a los empleados internos que se pueden tomar un receso de varias semanas, ya después se les llamará.
—Dile que tenga una botella de vino —le pide Laila mientras habla por teléfono—. Aunque sea un ron.
La teniente suelta a reír por un momento.
—Ya lo oíste, no se le quita lo alcohólica.
Sam no contesta, simplemente termina la llamada dejando que la teniente abrace a sus amigas en la camioneta y media hora después la hacienda los recibe de madrugada. Damon estaba pequeño cuando vio a la Élite y en el estado que se encontraba es difícil que los recuerde, sin embargo, con cautela suben aprovechando que el hijo del líder está durmiendo.
La última planta ya está acondicionada y la teniente se reúne con ellos tomando la botella que pidieron, la cual Laila descorcha.
—¡Sirve que lo necesito con mi vida! —pide Luisa. Brenda no es que esté de muchos ánimos, por ende, prefiere rechazar la copa.
—Una, ya no estamos en ese estúpido ejército de paz —pide Laila logrando que reciba desanimada.
—¡Sam! —exclama Luisa cuando aparece e Ivan se plancha su camisa con las manos.
Junto con Simon Luisa se apresura a saludarla a ella y a Luciana que entra también. Ambas corresponden con un apretón de manos o un abrazo con los que se tienen más cercanía; Brenda, Laila, Luisa, Simón, Payton y Harry. Al último Sam lo alza como si fuera un James más.
—¿Emma está abajo? —pregunta Luisa— Necesito que me autografíe el trasero.
—¿Por? —pregunta Simón.
—¿No sabes? Ganó un olímpico en patinaje artístico sobre hielo —le cuenta—. Lástima que su carrera acabara tan pronto.
—Por seguridad la tuve que enviar a Gehena —le hace saber Rachel.
Luciana se cruza de brazos mientras que Sam se concentra en Harry alertando a la teniente de inmediato, su madre y hermana no son muy buenas ocultando cosas.
—Se fue a Gehena como ordené, ¿Verdad?
A Sam se le enrojece la nariz queriendo llorar y Rachel sale disparada de inmediato a la alcoba de su hermana menor en tanto la doctora le pide a Élite que no salga y Luciana es la que la sigue al sitio donde hace tres noches que no está.
—Sam le dijo que no se fuera, pero se llevaron a Amelie...
Intenta explicar Luciana, pero su hija no la deja terminar atropellándola con el hombro a la vez que estanca las ganas de llorar que la devuelven pasando por encima de todo lo que le enseñaron.
—Una más —la encara—. Una más con Em, Luciana, y para mí mueres como madre, ¡Te me estás cayendo del pedestal!
Los ojos idénticos chocan enfrentándose madre e hija. No le perdona que no haya notado su ausencia en el secuestro y ahora no le perdona el que la dejara ir y que no sea lo primero que le hacen saber cuando se contacta.
—¿A dónde vas? —pregunta cuando sale de nuevo— ¡Rachel!
El enojo que tiene con todo el mundo la ciega y va por Simón sacándolo sin dar explicaciones, todavía tiene el uniforme de los soldados de Gehena y le pide que alce el cuello tapando la mitad de su cara. Con Damon no alcanza a toparse, simplemente sube a una de las avionetas alzando el vuelo otra vez con el esposo de su mejor amiga como copiloto.
Tres horas donde a cada nada se limpia las lágrimas. Simón evita preguntar y, mientras atraviesan líneas enemigas, otros abordan los vehículos encaminándose al único lugar donde puede aterrizar y es que, para algunos, reconocer las camionetas privadas de Antoni no es problema y estas no son desplomadas por una única razón; el líder sigue encerrado, por ende, la única persona la cual podría tener la osadía de ir es...
—Dios, ¿No puedo pasar un día sin una misión suicida? —se queja Simón cuando las llantas de la avioneta se deslizan en la azotea del edificio.
Los matones rodean el área con las ametralladoras, la puerta cae y Rachel baja con arma en mano seguida de Simón. No le tiene miedo a los sujetos que rondan ni al que viene entrando caminando con soltura.
—¡Mortal Cage, aquelarre, duelo! —espeta Rachel caminando a su sitio— ¡¿Qué rayos quieres para ponerle fin esto?!
El Boss se saca el puro de la boca dejando que el humo se pierda en la niebla de la madrugada de Moscú.
—No te voy a disparar porque respeto los códigos, pero si sueltas una bala, de aquí viva no sales por muy mujer del Vor que seas.
—¡No soy la mujer de nadie! —se altera más de lo que ya estaba.
—Ah, qué novedad.
Lo del diario del cazador, la nota final, lo que ha pasado con la pirámide, lo de Florencia y lo de Christopher son cosas que no dejan de dar vueltas en su cabeza.
—¡Habla! —exige cuando están frente a frente— ¡¿Qué es lo que quieres?!
—A tu hermana —contesta—. Es lo que quiero y es lo que tengo, así que no sé qué haces aquí.
—Palabras de un canalla malnacido que no es capaz de ponerse a la par con alguien a su nivel —le reclama— ¡Emma es una niña y fui yo la que maté a Sasha! ¡Fui yo la que mandé la corona de flores, así que desquítate conmigo! ¿O es que te da miedo?
La mano enguantada del ruso viaja a la garganta de la teniente la cual saca la glock enterrando el cañón en el abdomen dejando el dedo en el gatillo a la vez que un centenar de armas le apuntan. Podría matarlo, pero mueren los dos y Simón también.
—No eres lo que me interesa, tengo lo que me apetece, así que deja de llorar y patalear porque no te la voy a devolver—se impone enfureciéndola más—. Quédate con la perra de tu madre, con tu perfecta otra hermana y asimila que esta murió, ya que es mi esclava.
—Te la voy a quitar y la voy a mandar al culo del mundo donde tú ni nadie la va a encontrar y me voy a reír porque así no tendrás con qué joderme, hijo de perra —responde enterrando más el arma mientras él no la suelta—. Te vas a quedar con las ganas...
—La que se va a quedar con las ganas es otra —la suelta.
—Eso lo veremos —se dan la espalda tomando direcciones contrarias.
Rachel James e Ilenko Romanov, uno estorbando en el camino del otro por una contienda que viene desde años atrás con un me das y te doy. Simón respalda a la teniente que vuelve a la avioneta sentándose en el puesto del piloto furiosa mientras que el ruso aborda el ascensor que se cierra.
—Rachel —le hablan en el radio y es Patrick—, has de estar alterada, pero quiero que sepas que tu sobrina está a salvo, logré que la llevaran con los mellizos...
—¡Hermano! —exclama Simón tomando el aparato— ¡Soy yo, Miller!
—¿Simón?
—¡¿Dónde está el hijo de puta de Christopher?! ¿Ya son pareja?
—Pero, ¿Qué haces ahí pinche pendejo? —contesta Patrick feliz al otro lado—. Me dijeron que con Parker marchaban cantando: Ma-ia-hii, Ma-ia-huu, ma-ya-hoo, maya-haa...
Simón suelta la carcajada golpeando el panel.
—Dime la verdad, ¿Volviste por Felicia?
El genio de la teniente empeora con la contracción que toma su garganta al oír el chiste y le arrebata el aparato terminando la llamada que acaba con el escándalo- Lo de su sobrina es lo único que le permite respirar.
—No hablamos con el enemigo —advierte calibrando los motores mientras que Simón recuerda que ahora están en bandos diferentes.
—Perdón —se pone serio.
La teniente no es que tenga nada contra Patrick, el problema es que ahora está enojada con medio mundo.
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Feliz cumpleaños para: Silvi, Ignacia, Sofia, Valery, Griselda, Aieen, Kay, Denisse, Jessica, Luz, Isabel y Clara.
Dios las complazca con el soldado de sus sueños.
Besitos.
Con amor.
Eva.
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