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Relámpago.

Horas después.

Christopher.

La verdad duele, pero es la verdad aunque no quiera asimilarse. Hay cosas que una vez hechas no tienen vuelta atrás, como cuando te unes a alguien y de un momento a otro pretendes que se haga el ciego y finja que no le molesta verte con su peor enemigo, quien en un ataque de locura es capaz de matarte.

¿Cómo diablos se le va a explicar eso a un hijo? O ¿Cómo podría explicármelo yo mismo?

No es solamente Owen, también es Milenka... Tendría que tolerar sus reclamos toda la vida si una cosa así pasa. Ya he tenido demasiados tragos amargos y no tolero uno más.

El techo de la hacienda de Manarola queda bajo mis pies y troto a una de las chimeneas deslizando mi cuerpo en ella. La espalda se me maltrata con la bajada, las manos me quedan negras y las rodillas vueltas un desastre, pero termino aterrizando dentro de la propiedad.

Los años de entrenamiento siempre serán una ventaja, el poder escabullirte, camuflarte y moverte a tu antojo es un punto que sobresale más cuando trabajas con mercenarios, ladrones y tienes al mejor hacker sistemático de tu lado.

La voz de Luciana discutiendo con Rachel se alza en la cocina y desde mi sitio vislumbro la figura de Sam.

Recorro el área con los ojos y subo rápido las escaleras sin hacer ruido en busca de lo que necesito. En la primera alcoba no está, en la segunda y tercera tampoco; el silencio me acompaña y en la cuarta la hallo metiendo prendas en una maleta.

Las cortinas están abiertas, huele a loción dulce y cierro logrando que pause la tarea cuando me muevo quedando frente a ella.

—Debiste hacerme caso cuando te dije que lo mejor era pegarse un tiro —le digo.

—¿Por qué es lo mejor? —contesta Emma James soltando lo que tiene en las manos— ¿Porque tú lo dices? ¿Porque así lo quieres?

Las imperfecciones no caben en ninguna James por muy sencilla o mal arregladas que quieran lucir.

—Si lo quisiera, lo hiciera yo, sencillamente te mataría y ya —le aclaro—, pero no lo quiero yo, es lo que quieren ellos. Es lo que te tocó, así como a tu hermana le tocó un hombre capaz de hacer todo por ella y no es culpa de nadie, es culpa del destino de cada quien y el tuyo es asimilar lo inevitable.

Baja la vista a las prendas que doblaba, posponer esto es una pérdida de tiempo. No han venido por ella, pero lo harán y antes de que suceda me ahorro el tener que volver llevándomela de una vez.

—Vámonos.

Doy un paso adelante queriendo tomarla, pero la entrada repentina de su hermana quien aparece con el arma en mano me deja quieto. Sam y Luciana entran tras ella estupefactas, el odio que destila su madre es palpable y la decepción de ella es más notoria todavía.

—¿No te bastó con hundirme y ahora también vienes por mi hermana? —me reclama rabiosa— ¡¿Qué sigue?! ¡¿Matarme también?!

Nunca entiende una puta mierda. Tiene la capacidad de comprender a otros, pero no a mí quien llevo años peleando con Antoni conociendo su forma de actuar.

—Ya sospechaba de todo, era cuestión de días para que se enterara —me sincero—. Y llevo tres putos años lejos de mi mujer, ¡¿Por qué habría de tener que tolerar salir y tener que verla con otro?! ¡¿Cuánta mierda más tengo que aguantar y cuánto más tengo que sacrificar, según tú?!

Los ojos se le empañan sacudiendo la cabeza.

—¡Eres un egoísta!

—Si, lo soy. Lo soy por quererte solo para mí y para mis hijos sin importarme si tengo que hacer un maldito pacto con el diablo —continúo—. Si ibas a pelear de su lado, no te cuesta nada entenderme y pelear del mío.

—Mátalo —pide Luciana—. Es un asesino, así que mátalo y acaba con esta maldición de una vez por todas.

—No me queda grande mantener a Owen vivo —le hablo—. Ni a él, ni a ti, ni a Milenka. Lo único que necesito es que confíes en que puedo hacerlo y dejes de lado tu maldita terquedad.

—¡¿Y los demás qué?! ¡¿Los dejo solo porque te estorban?!

—Esto es un sálvese quien pueda, allá ellos si no luchan por su vida. Esa no es mi responsabilidad.

—Mátalo —insiste Luciana—. Puedes hacerlo sola, no te merece, así que mátalo antes de que acabe con la vida de miles aliado con ese otro criminal.

—Se iba a llevar a Emma —secunda Sam—. Ya le has tolerado demasiado, Rachel.

Paso la mano por mi cara. No tenía porqué soportarlo, el haber recibido dos tiros fue condena suficiente como para tener que tolerar una más y como no es quien vive las cosas, no es capaz de ponerse en mi lugar.

—Valórate —insiste Luciana—. Mereces más que un homicida, para esto no te crió tu padre.

—Cállese...

—¡No! —se adelanta— Vergüenza me da el saber que mi hija tuvo que quedarse con lo peor, con un malnacido que no hecho más que traer sufrimiento, porque nada de esto estuviera pasando si no hubieses aparecido.

Declara llena de rabia y su opinión me vale tres quintales de mierda.

—Acaba con él, por favor —le suplica a la teniente—. Es algo que muchos te van a agradecer.

Logra que me mire cargada de ira, Luciana no deja de repetirle lo mismo y respiro hondo.

—Lo iba a saber —reitero—. Te iba a tomar desprevenida porque él es así, pero me adelanté y maté dos pájaros de un solo tiro confirmándolo y haciéndole saber que su peor pesadilla había vuelto. —Río con sarcasmo—. Y no me pesa, de hecho, disfruté bajarlo de la nube, como también bajé a Stefan y a Bratt reiterando que pueden hacer lo que sea para tenerte, pero de nada vale porque siempre seré yo.

—Cuánto cinismo —sigue Luciana—. Cuánto descaro...Asco me das y asco me darías Rachel sí te vuelvo a ver con él.

Explaya los ojos cuando su hija baja el arma por un momento sacándose el anillo de bodas que me arroja y alcanzo a atrapar.

—Lárgate con tu mierda —pide—. No te necesito.

«Pero yo sí». Miro la pieza que queda en mi mano. La incomodidad en la garganta me hace tragar grueso y elevo el mentón mirando a Emma James.

—Dijiste una vez que habías aceptado tu destino por ella y por tus sobrinos —le recuerdo—. Ahora veo que la falta de cojones es de todos y, al igual que tu hermana, también eres una cobarde. 

Avanzo pasando entre ellas. No me arrepiento de nada, no iba a dejar el papel de marido para ocupar el papel de amante. Guardo la joya en el bolsillo de mi chaqueta y alzo la capota de esta. Ya veo que Thomas no estaba tan equivocado después de todo. 

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Feliz cumpleaños a Nare espero que cumpla mil años más. 

Besitos. 

Con amor. 

Eva.