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LA REINA

Emma.

Me paseo de un lado a otro, mis lobos siguen cada movimiento desesperado que hago. —Mierda, Bennett— susurro muy bajo con temor a que alguien me escuché. —No era Emilia la que persona que hablaba con Jack cuando quería huir a Irlanda.

Por eso su voz se me hizo conocida, no era una mujer, era Bennett. Todas las veces que los vi me regresan a la mente como una película en cámara lenta. Nueva York, el Score, la empresa, su mirada conocida, el movimiento despreocupado de su cuerpo, me paso la mano por la cara, eso no es lo peor.

Nunca pude ver completamente los rasgos ocultos en el cuerpo de Bennett, pero si los del hacker y más cuando murió. El tatuaje. El maldito tatuaje de la cruz invertida, que en las mafias es de los traidores, pero él y Emilia lo portaban de otra forma.

El tatuaje de Bennett siempre lo tenía cubierto por los pantalones holgados. — Me voy a volver loca.

Abro la puerta y salgo al pasillo sin ver a nadie en la otra ala del chalet, las banderas del país se ondean con la brisa de la playa. Alexander alza la cabeza de su ordenador con las venas de los brazos saltadas. Si mis sospechas son verdad le va a dar un ataque.

—Octavian— llamo al asiático que deja su folleto turístico en el sofá y me sigue casi corriendo.

—¿Desea mis servicios mi señora? — cierra la puerta detrás de si sin mirar a los lobos comer.

Tengo que descubrirlo, necesito saber que pasó la noche en la que Bennett se suicidó.

Tomo mi laptop y abro un número de contacto que nunca perdí en Brent. El de Bennett. «¿Estás ahí?» Es una completa estupidez lo que estoy haciendo, yo vi su cuerpo muerto, vi la sangre, vi las heridas que le hicieron los daneses, vi sus risos, vi a Kieran morir a su lado por la tristeza.

Si Alexander tuviera la más mínima sospecha de que su único hermano no se hubiera suicidado, lo hubiera buscado bajo cielo y tierra, además Bennett nunca habría dejado a su hijo.

«Nadie más sabe de esto, si estás ahí debes decírmelo» Pasan casi veinte minutos sin respuesta. Vuelvo a enviar otro mensaje ante el silencio de Octavian.

No me ando con rodeos. —¿Cuál es la marca de los daneses? El tatuaje, uniforme, lo que sea que los distinga en su mafia— me mira confundido. —Necesito que hables, es el tatuaje de la cruz invertida que tenía Emilia ¿no?

—Es difícil de decir, esa también es la marca de los traidores del lobo y la organización de los treinta y siete.

—¡Octavian! — siento que se me va a salir el corazón —No es un maldito juego.

—Mi señora yo no estoy jugando, toda la información relacionada...

—Si el tatuaje de la cruz invertida es la marca de la mafia danesa, Emilia no era la única Roe que la tenía, y es peor de lo que te imaginas, el hacker anterior...

La puerta se abre de golpe, Alexander entra con la mirada enojada. Mirando entre Octavian y yo. —Maya regresó al palacio del puto Borah para verse con la adicta— me informa. —Los seguiré porque el estúpido de Erick fue siguiéndola.

—¿Vino a Turquía? Se acaba de poner en peligro esto no es como estar cuidado por los asesinos en tú palacio en Dinamarca.

—Nuestro palacio— me corrige y maldice al Borah —Ese pordiosero no quiere perder los beneficios que le da ser el manso de Maya, que no te sorprenda, estaba ebrio cuando James me informó de su vuelo, además trae muestras cero, se metió al laboratorio de Jack. No quiero que nadie se adueñe del experimento, mi arma biológica más fuerte, un solo frasco que pierda puede ser encontrado por cualquiera.

—Soy la única que puede manejar a Erick para que regrese y te de las muestras, no quiero que veas a esa mujer si no te apetece, iré contigo— se va a negar, pero yo misma presencie su rabia sobre Meredith, no quiero que esa maldita lastime más a mi hombre. —Seré cuidadosa por nuestros hijos.

—Maldito hijo de puta, Borah, es sólo una mierda turca— su enojo regresa —Que se toque su diminuta polla en lugar de tocar lo mío.

Si los celos lo desbordaron en el palacio de ese hombre, aquí no le han bajado.

—Estamos muy emocionados con la noticia, todo el palacio y el ala oeste es todo lo que hablan todo el día— dice Octavian interrumpiéndonos —Dos herederos Roe es algo que celebrar. ¡Larga vida al lobo y su reina por sus hijos!

—¿Qué carajo dices? — me quedo boca abierta y Alexander arquea una ceja mostrando sorpresa.

—Erick nos ha contado la noticia, nos dijo cómo sucedió y el día que la recibieron. ¿Es verdad que a uno lo llamaran Bennett? Erick será el cuidador personal, dice que se lo han pedido ya dos veces.

—Lamento interrumpir, pero yo también quería felicitar a mi señor— entra uno de los guardias del chalet que al verlo de cerca parece iraní como Ida, sólo que él si habla. —¡Larga vida al lobo y su reina con sus hijos!

—¡Larga vida a la reina y el lobo con sus hijos! — repite uno de los cuidadores de mis lobos que viene a cambiar sus tazones de comida. —Dos herederos de mi señor— se inclina.

—¿Quién se los dijo? — pregunta Alexander con el ceño fruncido mientras caminamos fuera del chalet donde vuelven a alabarnos y ofrecerse como fieles sirvientes hasta la muerte por nuestros hijos.

—Erick regó la noticia por toda la organización del lobo y juramos que seremos asesinos por sus herederos mi señora— se inclinan de rodillas hasta Ethan. —¡Larga vida a sus herederos! ¡Juramos solemnemente protegerlos con nuestra sangre!

Miro a Alexander boquiabierta. —Erick es un puto chismoso— se muestra ofendido. —Pero ya que todos lo saben tendremos que hacerlo público en nuestra mafia cuando regresemos al Kript.

—¡Længe leve hans arvinger! ¡Vi sværger højtideligt at beskytte dem med vores blod! — gritan a mi espalda.

—¿Cómo se enteró Erick? — lo miro de nuevo cuando se pone frente al volante.

—No lo sé Emma, pero lo haré pagar, aunque tampoco es como si lo quisiera ocultar, soy el mejor maldito Roe de todas las generaciones, quiero que la envidia los recorra por meses y de por vida, sobre todo a Jack. — su ego está por los cielos — Soy el mejor hijo de puta que tendrá gemelos.

—¿Cómo carajo se enteró Erick?

—Jack se lo dijo.

—Erick va a escucharme, no siempre puede ir divulgando nuestra vida privada.

No quería que se propagara la noticia todavía, ni siquiera lo he asimilado por completo. Quería tener un tiempo a solas con mis bebés antes de ser rodeada por sus asesinos, miro a Alexander y si no fuera porque estoy distraída juraría que esa tos corta que lanza antes de encender su Range Rover, suena una burla.

Coloca a marcha en neutro mientras estamos en una luz roja, es en la tercera que se detiene. Saca una especie de desarmador de acero y raspa con su navaja por las esquinas sacando un par de cables que enreda por las puntas.

—¿Qué es?

—Un regalo para el Borah.

No explica más, está concentrado en armarlo. — Si te detienes en cada semáforo, no llegaremos antes que Maya y Erick, déjame conducir.

—El topkapi está a más de una hora de distancia, de todos modos, no los alcanzaríamos. Se fueron hace una hora.

Abro la puerta del copiloto y lo obligo a salir del volante. —Te olvidas que tengo un Mazda tres con malas refacciones y lo conduje por más de cuatro años— me abrocho el cinturón, deja el artefacto lanzándome las llaves.

—Mi esposa está al volante inútiles— dice por su comunicador en su oído. —No te emociones mucho Emma, se precavida.

Muevo la palanca de cambios de la camioneta. —Ethan, detrás mío— digo por mi propio comunicador y la camioneta más alejada acelera hasta ponerse en mi fila, bajo las ventanillas. —Los asesinos a mi derecha— miro por el retrovisor como se mueve su camioneta y piso el acelerador.

Mi celular sale volando por mis pies y mi cabello se golpea con mi cara. Las banderas turcas son una mancha borrosa y las luces rojas no nos detiene, cualquier multa la pagaremos al triple si queremos.

Alexander me mira un segundo antes de abrir otro par de cables. Viene la primera curva según el GPS y según el dispositivo de rastreo Erick está a dos estaciones de gas lejos de nosotros. Giro por una avenida de monumentos saltándome otra luz roja. El marcador comienza a mostrarse cerca de los cien kilómetros por hora.

Dejo de sentir mis piernas, aprieto el volante. Ya no veo la camioneta de asesinos, pero Ethan si pisa el acelerador, lo tengo a dos metros detrás. Alza las luces delanteras advirtiéndome que me detenga y comienza a sonar desesperado la bocina.

—Emma, te dije que fueras precavida ¿Te quieres matar?

Miro al frente de la carretera y el auto alcanza más de la mitad de la capacidad. —No me he dado cuenta cariño— la camioneta de Ethan avanza y consigue colocarse a la par de la nuestra. Comienzo a desacelerar.

No tengo que preguntarlo he perdido la oportunidad. Alexander baja enojado quitándome las llaves. Ethan se baja, nota con dificultad como Alexander, pero Ethan tiene la cara pálida. —Trataba de entender tus señales Ethan, pero no entiendo mudo, la próxima vez tendrás que hablarme por el comunicador o tendré un accidente muy grave— paso entre ambos.

Tengo las piernas temblorosas, escucho como le grita Alexander sobre mi seguridad, pero Ethan sólo se limita a agachar la cabeza. —Erick llegó al palacio del Borah, no tenemos tiempo— le informo a mi marido.

El enojo de Alexander es evidente, me preparo para una discusión grande. Me tenso cuando entra a la camioneta, lo primero que hace es poner su mano en mi pecho para sentir mi ritmo cardiaco.

—A estas alturas de mi vida debería estar acostumbrado a tu maldita forma de ser suicida, no vuelvas a ponerte en riesgo o te encerraré en mi residencia hasta que seas anciana— me advierte muy serio.

—No habrá próxima vez, no por la seguridad nuestras cositas.

—Si ese fuera mi problema más grande no sería una amenaza real.

Lo es y es reciproco porque no admito que algo lo hiera y menos si es Meredith. No dejaré que lastimen a mi hombre, así tenga que mandar a esa mujer al infierno a lo lejos veo las banderas ondear del palacio y preparo mi arma familiar.

Meredith Roe Hilton.

Nunca me sentí tan satisfecha que cuando me quitaron el shemag del rostro, ver la sorpresa y el odio que resaltó entre los Roe y sus propias mafias es mi paga de la noche, aunque veo autos llegar por la entrada trasera del Topkapi del Borah.

Un Cadillac negro se coloca en la selección de autos personales del Borah y azota la puerta contra un Mercedes Benz cuando sale de él enojada.

—Los Roe regresaron, informa al Borah— mando a uno de los legaes. —Y tú— señaló a otro. —Averigua lo que vinieron a hacer.

—Sólo es la gacela, viene sola, no hay rastro ni de sus asesinos o guardaespaldas.

—Dudo que venga sola, los cobardes siempre andan en manada— le palpo la espalda.

La miro todo el camino de la entrada por el ventanal del segundo piso, como corre por las escaleras, me levanto de la silla y me arreglo para ir a mi audiencia personal con el Borah, mucha de la gente civil que sigue aquí sólo están recogiendo sus cosas y despidiéndose de él.

Sé que es un político turco muy reconocido por su gobierno como para perder su fachada por un tiroteo en el que quedó humillado. Miro las camionetas negras que llegan al Topkapi. Los demás Roe han seguido a la gacela de vuelta.

Me limpio las manos con un pañuelo de seda y me arreglo el cabello recolocando mi escote, tendré más de cuarenta años, pero no he dejado mi belleza atrás. —¡Ustedes ya no son bienvenidos en el palacio! — grita uno de los mayordomos.

—¿Ya vas a ofrecerte por un poco de poder? Siempre utilizas el mismo patrón— a voz de Maya me detiene y me pone una sonrísa en la boca.

—Al menos consigo algo, no me ofrezco gratis como tú.

—Siempre queriendo ser el centro del mundo Meredith, yo soy una Roe, no me ofrecería ni por las mejores perlas de cada continente, yo sólo chasqueo los dedos y me las ofrece en bandeja de plata.

Los legaes se ponen alerta del movimiento que toma ella. Por el rabillo del ojo veo la mata de cabello castaño acercarse entre los invitados.

Vuelvo a sonreír sin dejarla sentir satisfacción, conozco cada punto débil de esta familia y lo utilizaré a mi favor —Qué extraño, porque parece que regresaste para ofrecerte al Borah o ponerte de rodillas para suplicarle que haga alianzas con la organización del lobo.

—A mí el Borah me importa un carajo, así como tú. Vine para advertirte que no te acerques a mis hijos— se me planta al frente y los legaes dan un paso adelante—Borra tus planes con ellos, no te atrevas ni siquiera a pisar el suelo a donde pasen— me advierte Maya con la mirada peligrosa que la caracteriza.

—Maya— dice la voz de Alexander a nuestras espaldas. —¿Qué carajo volviste a hacer?

—Jack no parece sorprendido de verme— interrumpo para que lo ignore y entre a mi juego — ¿También me prohibirás hablar con mi sobrino preferido? Ya veremos si se me da la gana o no, siguen siendo mi familia y quiero recuperar el tiempo perdido — me río en bajo, trata de acercarse enojada sacando un revolver de su pierna derecha, pero los legaes hacen que se aleje.

—¡Los Roe no son bienvenidos en el palacio del Borah! ¡Lárguense! — insiste el mayordomo.

—¿Tanto miedo me tienes que te pones cuatro legaes al frente? Pensé que había dejado de ser una cobarde Meredith.

Alzo mi metralleta. —Eres valiente al venir a plantarme cara con todos los otros miembros de tu familia— miro a su espalda a esa castaña que va de la mano del lobo —No son los viejos tiempos gacela, no soy un simple matrimonio arreglado con tu hermano, tengo poder y mucho— le sonrío.

—Maya nos largamos— insiste uno de los asesinos del lobo.

—El poder es algo con lo que se nace, un poder divino que se trae en la sangre, no se gana cielo— sus malditos ojos verdes de nuevo quieren sobreponerse ante mí —Nuestra familia hereda el poder, no aguantaste estar bajo nuestra sombra.

—Los roles se van a invertir, tanto alardean de su dinero, pero lo podrían perder de la noche a la mañana oí que Hilton & Roe estará en una subasta.

—Casi te desmayas cuando supiste la fortuna que heredarías por ser la mujer de Logan, ni tu misma te crees que con tres fortunas una cadena hotelera sería importante, no es ni la cuarta parte de lo que tenemos.

Miro a Alexander de nuevo.

—La próxima vez que vuelvas a llamar a mis hijos tu familia, no tendré consideraciones, perra.

Se alejan con porte los tres, como si fueran los dueños del Topkapi. Vuelvo a levantar mi metralleta, pero esta vez contra ella.

—¡No lo hagas! — un hombre de unos treinta años, un poco más joven que Jack y que se ve está a punto de desmayarse por mi arma, se pone a su espalda cubriendo a donde apunto.

Su grito hace que todos centren la atención en él. Le tiemblan las piernas, pero no se mueve. Sostiene un par de envases —¿Y de dónde salió este? — le pregunto a uno de mis legaes.

—No lo vimos entrar, seguro entro por las puertas de servicio.

—¿Qué haces? — la gacela se vuelve y lo encara.

—No le dispares— me pide como si supiera negociar.

—Deja el drama idiota— dice el lobo tratando de arrebatarle lo que tiene en las manos y ver el rostro me deja en silencio unos segundos. Nunca lo vi en los noticieros o entrevistas, preferí ver el cambio en persona y un niño de seis años jamás será igual a los veintiocho años.

—Amo más a tu tía de lo que piensas— se aleja para evitar que le quiten los pequeños frascos.

La castaña jadea y yo me suelto a reír. —¿Estás enamorado de esa mujer? — señalo a Maya —Pero si es como tu madre hombre.

—El Borah no quiere más escándalos— me informan mis legaes y tensa dejo la discusión viéndolos tomar al loco de los hombros.

Me termino mi vino barato mirando con satisfacción como los Roe se van del topkapi del Borah bajando mi metralleta. Maya se ve confundida, ni mira al loco, se van dispersando mirándome todos con odio como si me importara en absoluto su recibimiento o el de cualquier otro Roe, ese hombre la sigue.

Cruzo los tobillos apoyándome de la barra de las bebidas, la mujer castaña que va de la mano del lobo, voltea a verme sobre su hombro con desprecio. Lleva unas cadenas alrededor de sus manos, pero no veo que animal las lleva.

He mandado informantes por todo el MI6 y por Londres durante los últimos ocho meses y nadie me dijo que ella era tan irrespetuosa a la mafia y menos que iba de la mano del lobo. He oído hablar de ella tanto y más por Emilia que me adelanté a los planes y traté de ver quien carajo se está apoderando de mi sobre nombre.

Cree que porque Maya dio un espectáculo irritante tiene alguna opinión o rebeldía sobre mí, estúpida. Me arreglo el cabello y la miro fijamente con el ceño bajo en mi enojo. Si ningún Roe se atreve a mirarme, menos ella.

—Más te vale apartar la mirada pequeña estúpida, a Meredith no le gusta que la miren— le advierte mi legae y la vena de mi cuello comienza a saltar cuando la veo sostenerme la mirada, sin apartar mis ojos por el rabillo veo a mi legae apuntarle con la metralleta a menos de cuatro metros de distancia.

—¿O si no qué? — ladea la cabeza desatando la rabia del legae.

Si Maya Roe no fue capaz de traspasar la línea de legaes, ella se sobreestima más. Extiendo los brazos a mis costados cuando mi legae llena de agujeros los telares de ceda del palacio del Borah vaciando mi metralleta, conmigo no se juega yo no soy el inútil de Logan.

El resto de los invitados comienzan a gritar pensando que es otro tiroteo, algunos ocultándose bajos las mesas de largos manteles. Veo a varios mayordomos desesperados corriendo a buscar a Borah.

—¿Esa es su gran amenaza? Pensaba que la mafia danesa era poderosa, ya veo que no— dice la castaña.

Pongo mi mano frente a mi legae cuando trata de avanzar a ella perdiendo los estribos, carraspeo mirándola irse, me volteo y miro al Borah mirar a la mujer con sorpresa y algo de atracción sobándose la barbilla.

—Le advertí que no quería más disturbios, han jodido a mis invitados.

—Los invitados pasan a segundo plano en las mafias, pronto se conseguirá otros, lo importante es lo que se ve— me acerco a él —Si esa mujer es de su agrado ¿Por qué no la pone en su cama esta noche? — trato de ser amable por los beneficios que el turco me puede dar. —Parece que su belleza extranjera lo cautivó.

Parpadea apartando la mira de la salida del pasillo. —A mí sólo me gusta admirar la belleza de lejos.

—Lo dudo, su mirada dice otra cosa y en mi opinión en su país nada es imposible, de la orden y la tendrá.

Ni siquiera responde, se queda mirando lejos al pasillo con la mirada entornada, quiero reírme porque no es el típico mafioso del poder, no veo arrogancia, más bien tiene plasmado en todo el rostro su poca falta de poder mental y eso le costará caro en el futuro.

—Ya veo, le teme al lobo.

—Yo no le temo a nadie.

—Es un nuevo Borah, acaba de adquirir el puesto de su padre hace tres años, yo estoy en el poder hace más de veinte— le sonrío falsamente.

—Cuide sus palabras.

—Se sabe que no ha tomado esposa desde la muerte de la madre de su hijo. ¿Acaso debe estar enamorado? Esa mujer es bella

Frunce el ceño y se obliga a parar la mirada. —Si no he tomado esposa es porque todo me parece poca cosa.

—Esa mujer no es poca cosa y lo sabe, pero yo también le tendría miedo al lobo si hubiera cometido el error de mirar con lascivia y pecado a su mujer, porque los rumores en Londres dicen que no olvida y que todo lo que le enoja lo jode cien veces peor que sus enemigos.

—¡Es ella! — escucho la voz de Logan cuando una puerta se azota.

Vuelvo a mi posición anterior y me preparo para el encuentro que siempre deseé hace años.


Narrador Omnisciente.

—¡Es ella! — se oyen los gritos de Logan en el palacio del Borah saliendo por el pasillo agarrándose a tientas de la pared por su ceguera —Juré nunca olvidar esa puta voz y la reconocería en el mismo infierno. ¡Búsquenla! ¡Meredith es el comprador danés!

El Borah se ha quedado humillado por la organización del lobo y no tiene interés en hablar con nadie más, ni siquiera de correr al resto de sus invitados algunos histéricos por los disparos.

—¡Quiero que todos se larguen, que recojan los cuerpos de los muertos y que mi publicista diga que fue un ataque terrorista! Los Roe hacen mierda cada lugar que pisan.

—Borah, los kray de afuera han entrado y han matado al asistente del político de Estambul— le avisa su mayordomo.

—¿Dónde está esa maldita perra? — Logan trata de oírla y el Borah no da crédito de todos los inútiles que arruinaron su fiesta y parte de su reputación.

—¡Ya es suficiente! — grita acercándose al hombre que apenas puede caminar, trae la mitad de la cara vendada, alguien lo torturó y lo jodió —¡Se largan todos los ingleses de mi palacio!

—¡Dimitry atrápala! — grita Logan deshaciéndose de le venda del rostro mostrando la mitad de su cara quemada por su propio hijo, las cicatrices se han arrugado por debajo y encima de sus parpados, la joven pelirroja se coloca al lado del líder de los treinta y siete sosteniéndole la mano, trabajando como su bastón para ciegos personal.

Una mujer de cabello negro mira con diversión la escena de lejos molestando al Borah. —No es bienvenida en mi palacio, después del tiroteo que ha desatado.

—Estaba por irme de todas formas— se encoge de hombros y aunque ha perdido la posibilidad de tener una alianza con la mafia turca, no intenta resolver los conflictos. ha esperado más de diez años para esto, se mantiene sin hablar, porque la elegancia nunca se debe perder en lugares como estos.

El topkapi del Borah tiene tanto lujo como cualquier palacio de los antiguos sultanes, pero no cómo el palacio de los Roe en Dinamarca que remodeló su propio hijo con las manos bendecidas de un buen arquitecto.

Hay un abismo de diferencia en poseer tesoros y oro como el Borah y poseer carácter y riquezas como los Roe.

Ve al ruso calvo acercarse a ella con una ballesta en la mano y los kray que quedan en la casa del Borah arremeten contra sus legaes con ganas de desmembrarlos. Frunce el ceño y se apoya con los tobillos cruzados sobre uno de los pilares, para ella no existe tal cosa como el miedo, ni la preocupación, hace años que mató esos sentimientos y se convirtió en ellos.

Ha pasado años encerrada en Dinamarca, esperando el momento exacto de su regreso a Londres, la satisfacción que sintió al ver a los Roe palidecer y a los kray preocuparse es su ganancia de la noche, cuando armo un tiroteo en los bares de Logan el miedo en los que la vieron fue evidente.

—¡Atrapa a la perra Dimitry! ¡Deja de perder el tiempo! — vuelve a gritar Logan sosteniéndose con los ojos cerrados de Dina Makova. —¿Dónde estás? — Llévame cerca de ella.

—¿Así llamas a tu esposa cariño? — Meredith se burla del ciego y su sola voz hace que la busque entre sus kray con las manos puestas para estrangularla que las piernas le tiemblen y el pulso se le desboque.

—¡Estás viva maldita!

—No debería llamar perra a la que te dio dos hijos.

El calvo, quiebra un vaso con una de las saetas de carbono cerca de su cráneo haciéndola agacharse, su satisfacción de la noche se esfuma cuando la ballesta dispara de nuevo rozándole el hombro a uno de los legae provocándole una herida profunda.

Si algo sabe la mujer es que nunca se debe subestimar a los Roe porque aún ciego es capaz de sacar una de sus dagas familiares y arremeter contra el mismo Borah.

Podría sacar su par de diamantes rojos para clavárselos a Dimitry por atacarla, pero no vino a eso y la paciencia siempre ha sido su mejor virtud. —Nunca has dejado de ser un arrebatado Logan— disfruta el escalofrío que le provoca su voz. —¿No quieres hablar como personas civilizadas?

—De aquí no sales viva adicta, lo juro.

—Tendré que hacerlo porque tú y yo tenemos algo pendiente Logan ¿O no lo recuerdas? — ladea la cabeza con enojo y rabia contenida —Empecemos con la parte donde haces a Bennett adicto.

—Tenías que venir por esa escoria que no fue lo suficientemente Roe para vivir, me alegro que se quitará la vida para que dejará de avergonzarme— la comisura de la boca de Logan se alza sabiendo el punto débil de su ex esposa.

—Cierra la puta boca, no hables de su memoria.

—Entonces ya lo sabes, lo rumores son ciertos, nadie pudo elegir a esa escoria, se suicidó sólo.

—¡Mi hijo me tuvo a mí, que aún en su tumba será mi única elección! — Meredith pierde los estribos y los gritos resuenan en el palacio del Borah, el cual ha dejado de intentar sacar a los intrusos por pura diversión y entretenimiento de los ingleses que discuten.

—Todas las mafias cercanas nos burlamos de su cadáver, recuerdo cuando entré a su apartamento a quemarle los rizos que siempre me molestaron.

—Siempre honraré su muerte, mi único hijo merecía más.

—¿Tú único hijo? Te olvidas Alexander, Meredith— Logan comienza el juego mental que aplica en todos sus mugrientos.

La mujer se acerca a su ex marido con la cara enojada. —¡Bennett era el único que me importaba y él único al que siempre querré!

—Qué patética eres.

De lejos por el pasillo de la salida hay un hombre de veintiocho años de ojos verdes con la mirada clavada en una pared escuchando todo. Se oye un respiro hondo en el pasillo. —¿Cariño? — la mujer del mafioso se coloca a su lado. —Maya nos espera en las camionetas, los sirvientes del Borah ya no nos quieren en el palacio.

Trata de llevarlo con ella, pero es un hombre corpulento.

—Ni siquiera te importaba Alexander, no puedes negarlo— ambos escuchan los gritos provenientes del salón de fiestas turco.

—¿Y por qué habría de importarme Alexander si es tú versión perversa de joven? Debí llevarme a Bennett conmigo para que dejara de ser torturado por ti, mi hijo mecería vivir.

—Yo seré un maldito hijo de puta perverso y torturador, pero nunca dejé de lado a Alexander por Bennett. — le habla con odio —No me suplicó tratarlo como mi hijo como te suplicaba a ti con solo cuatro años.

—Bennett era...

—Pones de pretexto al adicto, pero incluso antes de que naciera no querías a Alexander, en sus primeros dos años ni reconocía tu voz, sólo reconocía las de sus cuidadoras— la rusa acerca a Logan hacia ella.

—Mi vida no dependía de él, era muy joven.

—Aquí vienen las excusas de hace veinte años ¿Vienes aquí por los Roe? — hace que Dina lo acerque más hasta que casi la tiene a menos de diez centímetros —¡Diles que trataste de matar a tu propio hijo al nacer, que querías ahogar a tu primogénito y yo lo impedí al último momento!

—¡Cállate!

—¡Diles que encerraste a Alexander con dos años en las jaulas por llorar con hambre!¡A ver si eres capaz de decirles todo eso Meredith! — sonríe de lado —Diles que disfrutabas tanto como yo torturarlos.

Los ojos de Meredith le escuecen como el pecho.

—Ve a tu propio hijo al que no reconoces, atrévete a ponerle la cara en frente a Alexander mientras relatas como esa noche que el MI6 ataco planeabas llevarte a Bennett, pero no a él. —se burla el ciego a carcajadas —Ve a decírselo, quiero divertirme, tú y yo no somos diferentes, ambos sabíamos que el punto de nuestra farsa de matrimonio sería torturar a Alexander.

—Eso es lo que era una farsa de matrimonio.

—Toda farsa se paga con su propia sangre, así como ellos pagaron por tu traición.

—¿Qué les hiciste cuando me fui?

La carcajada de Logan resuena en las paredes del palacio tensando su espalda y el cuerpo de la mujer del lobo que oye del otro lado del pasillo.

—¿Por qué no le preguntas cómo mis rusos le quitaron la vista tan, pequeño? Mi parte favorita fue cuando ordené que lo mataran a golpes en las jaulas y ya sabes cómo son los rusos, le gusta follar antes de matar— la perversidad de sus palabras mueve el cuerpo de Meredith con el alma escociendo.

—Cuida tus palabras Logan.

—No seas hipócrita, te largaste hace más de veinte años— se vuelve a reír —La noche que tú los dejaste, les mostré el infierno en el que me dejaste perra. Era especialmente para Bennett, pero terminó siendo Alexander. Lo maté a matar por tu traición, con los golpes no puede recuperar la vista ni con cirugía porque le intenté quemar las corneas después que seis rusos no pudieran matarlo, ahí quedó ciego durante casi un mes.

El alma de Emma se queda adolorida imaginando a un niño pequeño siendo golpeado a muerte por seis rusos adultos, mira a su marido con la mirada seria y la rabia visible en sus facciones, los nudillos se le ponen blancos de tanto apretar las manos—¿Alexander? — su voz lo hace salir del trance que escuchaba y su mirada enojada le rompe el corazón aumentando el odio.

Su pulso se desboca mirando confundida a Ethan, su guardaespaldas tiene la mirada perdida en el suelo, escucha como sus pasos se mueven detrás de ella mientras jala las cadenas de sus lobos por el pasillo regresando a la vista de los mayordomos del Borah turco.

Del otro lado del palacio Dimitry Makov le clava la ballesta a uno de los legae de Meredith en la nuca abriendo paso a los kray y a los francotiradores, su primera defensa son los legae de uniforme negro y cuando empiezan a matarlos uno a uno.

Se niega a que los ojos le sigan escociéndole y trata que las palabras de su ex marido no le provoquen un dolor interno que le durará horas.

Incluso esa pelirroja de menos de veinte años que le pareció inteligente va contra su legae mostrándose como un arma mortal. Para haber dejado la organización de los treinta y siete hace años, reconoce que han aumentado en número.

El ruso mata a su último legae a sus pies, eso es una mala idea porque cuando se acaban los legae, salen sus bestias.

Su grupo secreto de monarquía sale protegiéndola. Sus rostros cubiertos como los legaes, pero con cuerpos diferentes, en los años que lleva con los daneses nunca nadie ha sido capaz de traspasar su muro de defensa humana.

Nadie traspasa el muro y vive.

Dimitry y el resto de Krays tratan de ir contra la defensa, son rociados con oxido cirílico. A algunos les queman la cara a otros las saetas de la ballesta les atraviesan el cráneo, su muro de protección la sigue por la puerta, ni un solo kray es capaz de traspasarlo.

Mira a los lejos a Logan protegido por la rusa joven. La carcajada se voltea del lado de Meredith desencadenado otro escalofrío en la espalda de Logan. Ningún ser humano le provoco tal reacción sólo esa maldita mujer a la que maldice en todos los idiomas posibles.

Le clava en los ojos sus dagas con rubies a un kray que la mantiene irritada tratando de bloquearle el paso a la salida y después a un absurdo hombre del Borah que quiere correrlos del palacio.

Ve a la mujer del lobo tratar de abrirse paso con una rabia evidente hacia ella y Logan.

Sus piernas se sienten débiles cuando hecha su peso sobre Dina para salir a buscar esa maldita voz. —¡Más rápido inútil! — la jala del cabello para que no sea tan torpe. —Un asno me llevaría sin problemas.

La escucha jadear y la venda que le recolocan en el rostro le pica la piel quemada, no puede respirar con regularidad, hace veintidós años que murió, escucha la voz de la gacela y su amante y maldice por esta ceguera.

Otro de los kray se apoya contra su espalda ayudando a Dina, desesperación de no poder estar al tanto de la situación, el médico dijo que el maldito lobo le dejó heridas profundas en las cuencas vacías de sus parpados.

El muro de protección de Meredith la guía por la salida trasera para sacarla de cualquier peligro.

—¡Púdrase en el infierno! — Meredith escucha un grito a su espalda, mira a la mujer del lobo con unas bestias encadenadas sostenidas por sus manos. Por inercia y recuerdo del pasado da un paso atrás de esas cosas.

—Es una más de las pocas maldiciones que he recibido estos días.

—Hirió a sus propios hijos— se le quiebra la voz mirándola con rabia —Ojalá pierda lo que más quiere y le queme el dolor en el alma que no tiene por el infierno que le hizo pasar a sus hijos.

—Si piensas que no sé lo que es estar en el infierno eres muy estúpida, ese es mi hogar.

Trata de pasa y la mujer se lo impide.

—El infierno le parecerá poca cosa a lo que yo le haré por haber lastimado a Alexander— la amenaza hace que algunos de los presentes se queden en silencio y se giren a Emma entre ellos Maya.

—Yo no me intimido por nadie.

Alza su mano. — Comience a hacerlo porque deseará nunca haberme conocido— azota el detonador que Alexander activó.

Todos los autos de línea de entrada del palacio explotan. Los vidrios se revientan, el fuego se alza con la gasolina y avanza hasta los de la entrada. Partes de metal se azotan en los jardines turcos. Los vigilantes que estaban cuidando la entrada caen muertos calcinados.

Una columna de humo negra se alza por los ventanales alertando al resto de los invitados. Las alarmas contra incendios se activan, los gritos resuenan en todo el topkapi, la gente corre alertando a los servicios de emergencia.

Más de ochenta vehículos se queman en un radio de más de dos kilómetros, caen muertos más de cuarenta vigilantes, los rosales se incendian mientras el fuego se propaga, las salidas de emergencia se agrupan de histéricos evitando el paso.

Los jardines arden bajo la vista del Borah, las llamas dieron directo a la habitación de su hijo, que, si las cuidadoras no hubieran llevado a la cocina por su cena, en estos momentos estaría muerto y quemado por el fuego, lo habían calculado para matar a Volkan.

Alza la mirada a Alexander Roe con un detonador en su mano, en a otra un cráneo de uno de sus mayordomos y la mirada airada contra el turco, la amenaza está clara mientras llena su piso fino de sangre

—No vuelvas a poner tus putas manos sobre mi mujer— advierte con voz grave apretando el cráneo. —Ni que tu maldito hijo la vuelva a llamar su madre, ella sólo es madre de mis hijos.

Un escalofrió le recorre la espalda al truco, mira la mierda que se desató en un segundo y lo ve irse pisando los escombros.

—¿Qué ordena hacer Borah? La gente está histérica, los servicios de emergencia y bomberos vendrán.

Se queda mirando el incendio, suis jardines quemados, los autos explotan con la más mínima gota de combustible. —Consíguele una nueva madre turca a Volkan, una de tus primas.

La explosión hace que Logan se tambalee, maldice a gritos su ceguera conseguir una donación no es el problema, si no las malditas heridas por las quemaduras que no han sanado, le llevarán meses de recuperación, pero así tenga que desgarrarle el cuello al médico sabe que regresará la vista.

El kray se tambalea a un lado suyo, escucha a alguien tumbarlo y por inercia se azota de cara contra el piso, humillado y gruñendo por el golpe palpa por topkapi para encontrar a su Kray o a la rusa que lloriquea diciendo que se golpeó muy fuerte la cabeza.

Escucha el resuene de unas botas a su lado y el golpe de un objeto en el suelo cuando recibe una oleada de patadas duras sobre las costillas dejándolo sin aliento y sin fuerzas. —Meredith.

Escucha una respiración en su cabeza cuando los arrastran por el suelo sobre los escombros del incendio y vidrios quebrados.

—Por desgracia, no— el lobo lo azota contra una pieza de mármol. Rompiendo su nariz, la sangre moja la venda pegándole a las tajadas quemadas.

Mira con odio al ciego en segundos aplasta su cara con la bota a patadas secas. Logan escupe sangre sintiendo temor de desangrarse, aunque no admite ante nadie que su propio hijo le causa temor, incluso desde que era adolescente

Escupe sangre sudando, desliza su mano por su pierna sintiendo la jeringa para clavársela como venganza por sus ojos. —¡Maldito ciego hijo de perra, sigues enojado porque me llevé a tu puta! — le tira la punta y en la siguiente ronda de patadas, lo toma del muslo para clavarle la anfetamina.

Grave error, el lobo con rabia contenida le toma la mano y se la dobla contra su espalda poniendo presión en el hueso del antebrazo hasta que cede rompiéndose. Su miedo por su hijo está justificado.

Su frente comienza a sudar a gotas mientras el lobo pasea la jeringa en su columna metiendo miedo psicológico de lo que vendrá, lo logra, sabe cómo torturarlo. Aprieta los dientes cuando le clava de un pinchazo en su espalda.

La sangre de Logan quema cuando la anfetamina corre por su cuerpo, gruñe desesperado, el lobo comienza a cortarle con su daga por los glúteos hasta sus rodillas. En un mundo retorcido encuentra gracia mientras lo corta.

Su mismo reflejo hecha la cabeza hacia atrás y comienza a reírse a carcajadas ronco, no espera a que se recupere, lo arrastra en agonía por el topkapi del Borah llevándoselo prisionero.

Alexander.

Hago que encadenen a Logan después de tomarlo como mi prisionero, sus kray arremeten contra mi organización, cierro una de las puertas oyendo a Erick llorar despechado por Maya.

Dejo al inútil en su depresión y regreso a mi camioneta mirando el fuego de lejos, estamos en las afueras del palacio de ese inútil. Veo que Ethan trae cuidada a mi esposa. Me limpio las manos de sangre y me arreglo el cabello para ella cuando la veo de cerca.

Me arreglo también la ropa y bajo para subir a sus bestias en la parte trasera. —Debo conseguir mejores cadenas o sólo salir con uno— me muestras sus manos enrojecidas —No puedo con su fuerza.

—Tienes que ir cuidada por los cuatro— la reviso mirando que no traiga un solo rasguño, me repasa con la mirada y estoy satisfecho de arreglarme el cabello.

—Al momento de la explosión Niles trató de escaparse y mi brazo casi se salió de su lugar por el jaloneo.

—¿Niles? Son los lobos Emma, bestias que traje del sur para comer mugrientos, no puedes ponerles nombres como si fueran mascotas.

Se encoje de hombros abriendo la puerta del copiloto. —Son mis lobos puedo hacer con ellos lo que quiera— no me gusta que le haya tomado tanto gusto a esa ropa turca que guarda en el asiento trasero, todo lo que tenga que ver con este país me desagrada por ese hijo de puta.

Las venas me queman con celos de verla con una bandera turca en su pañuelo. Me detengo unos momentos en la parte trasera de la camioneta acomodándome de nuevo el cabello, debo colocar una loción aquí, a ella le gusta.

—Estoy muy cansada, quiero al chalet.

—Para ti nena— le extiendo mi regalo subiendo al auto.

Su jadeo de asombro y horror me hace fruncir el ceño de que no acepte el cráneo que le estoy ofreciendo. Se aleja hasta que choca contra la puerta. Mis regalos son la mejor cosa turca que tendrá en lugar de llevarse esta ropa tradicional que toco el puto y maldito pobre y pordiosero Borah. —¡Mierda!

—Lo escogí para ti.

Sus ojos horrorizados suben a los míos jadeando. —Es un cráneo— dice con un hilo de voz.

—¿No te gusta?

—En realidad nunca me habían regalado un cráneo.

Frunzo el ceño y lo coloco en el asiento trasero. —Prefieres las miserables cosas de este país, lleno de pordioseros— vuelve el calor en mis venas, ya no la miro, sólo pienso en quemar esa maldita ropa que tocó ese hijo de puta arranco a toda velocidad.

Me toca el brazo y me tenso quitándolo girando el volante. —Alexander no...

La miro silenciándola y consigo que se enoje porque durante media hora la camioneta se queda en silencio. Me irrito ni por estar a punto de llegar al chalet se me ha bajado un poco el enojo.

—Deberían gustarte las cosas que toco yo y no otro pobre— digo cuando estamos a punto de llegar y sus cejas se alzan. —¿Vas a comenzar a explicarte o vas a guardarte tu conversación con ese mugroso mini humano?

—No puede ser, lo escuchaste.

—Casi lo gritabas con un micrófono, querías que todo el mundo te oyera.

Abre la boca indignada—¡Le estaba susurrando! Me sorprende que lo escucharas, además era un niño muy pequeño.

El enojo me deja en silencio o explotaré a mitad de la carretera. Me jalo el cabello desesperado. — Ni siquiera te atrevas a defender al hijo de ese— gruño sin dejar de mirar la carretera mi todo de voz la hace enojarse.

—¿Cómo puede enojarte por un niño de no más de cuatro años? Eres muy irracional.

—¿Irracional? — la miro deteniéndome a un lado de la carretera aparcando delante del chalet —¡Mi mujer le da las buenas noches a un bastardo, diciendo que es su madre! ¡Yo no soy irracional! Ese no es tu hijo.

—No pienso discutir contigo— me pone la mano en la cara y se quita el cinturón de seguridad bajándose de la camioneta. —Hay cosas más importantes de las que hablar, no por estupideces.

Me jalo el cabello otra vez y la sigo afuera azotando la puerta mientras ordeno que encierran a Logan y pongan la seguridad en todos los perímetros por algún ataque de Krays, piso la arena a golpes siguiendo a Emma.

Ni siquiera se preocupa en bajar a sus lobos. —¡Ese no es tu hijo! — le grito a la espalda viéndola tensarse, pero no se detiene ni me responde. Camino más rápido y me azota la puerta de nuestra habitación en la cara. Entro azotándola.

—¡Largo! — avienta sus tacones con patadas, se le está poniendo la cara roja del enojo, tengo advertencias de los médicos, pero debe tener mis malditas reglas claras.

—¡Ese no es tu hijo! — le recuerdo encarándola

—¡Tenía cuatro años! — me empuja.

La tomo el brazo atrayéndola hacia mí. — ¡No eres madre de ese estúpido mini humano! — le grito a la cara. —¡No vuelvas a ser la caridad recogiendo hijos de bastardos!

Le tomo el cuello posesivo para que siente el frio metal de mi anillo matrimonial. Los ojos los entorna respirando a jadeos —No importa decir una pequeña mentira.

Mi posesividad se desborda y en dos segundos la tumbo de cara de un empujo sobre la cama quitándole la maldita prenda del vestido mostrándome sus tetas desnudas. Reviento mi mano por su culo fuerte, grita y bajo de nuevo enrojeciendo sus nalgas, se estremece, pero no le doy tregua mano se ha empeñado en que le duela. Se garra con fuerza de las sábanas escondiendo su cara en las sábanas y le dos cuatro azotes más, hasta que son siete.

Sus nalgas se enrojecen y se quedan con marcas de mis dedos. Se tensa gimiendo excitada con los últimos azotes y gira la cabeza cuando me oye levantarme, me mira mientras me deshago la bragueta quitándome el cinturón para sacar mi polla.

Me quito los pantalones, enojado y me jalo la polla jalándole las bragas rompiéndolas, gime mi nombre mientras le masajeo el clítoris con mis dedos, con la otra mano le paso el grande alrededor de su ano para abrirlo.

Me pongo encima de su espalda aplastándola contra la cama, sus tetas se mecen cada vez que voy metiéndole los dedos en la vagina mojando mis pertenencias, saco de sus jugos y los paseo por mi glande. Se mece tratando de buscar más fricación

—Todos los hijos que vas a tener durante el resto de tu vida serán sólo míos— le advierto metiendo mi verga en su ano.

Su grito se alza en la habitación. Gruño por la estrechez de su culo penetrándola con mi verga entera sintiendo las venas rozarle. Llevo mi mano a sus tetas y se deshace contra mi brazo. —¿Más hijos? — pregunta haciéndose la inocente.

La embisto empujándola hacia adelante dejándola ronca cuando expando a presión su ano. —Vamos a hacer más—confirmo embistiéndola, tomo pies y los doblo hacia arriba sobre su espalda.

Sus gemidos sin desesperados recibiendo mi verga, ni sostenerse de uñas a las sábanas hace que baje un poco la intensidad, me apoyo de sus talones, mi verga da una sacudida cargando mis bolas de semen.

Mi falo se pasea por sus nalgas cada vez que sale buscando el camino a su coño, lo evito, pero eso no evita que mi verga quiera la vagina de mi mujer. La tomo de las caderas y hago que sus nalgas choquen contra mis bolas.

La espalda le comienza a sudar, la fricción comienza a ser más acalorada y sus gemidos más desesperados. —Cógeme duro Alexander— la voz le sale temblorosa y aprieto los músculos de mis piernas para no vaciarme todavía en su culo.

Apoyo mi mano sobre la suya con nuestros anillos matrimoniales chocando y los brazos sudorosos. Masajeo sus tetas jalándose los pezones, su culo queda totalmente abiertos por mi constante martilleo.

Me detengo un poco alzando uno de mis testículos rozándole su vagina con ayuda de mi mano, siente la piel rigurosa, empujo y vuelvo a masajearla, empujo duro con mi verga con la cara bañada en gotas.

Nalgueo la marca rojiza que tiene impregnada y pide más azotes, la cama no ha dejado de azotarse contra la pared. Miro el sillón tántrico que ordene traer para nosotros, la tomo de los muslos sin salirme.

Con mi peso la levanto sosteniéndola con mi mano sobre su vientre. Parpadea mirando el sillón, la coloco excitado en la parte alta para recargar. Su cuerpo sudado se desliza hacia la primera cuerva que le levanta el culo y ella baja su rostro casi a la altura del piso.

Me pongo detrás, sus piernas quedan completamente abierta y veo su ano a la altura de mis bolas. Le tomo una pierna y bajo mi boca a su pequeña vagina, mi verga sique queriendo meterse por esa dirección.

Me levanto colocando un pie sobre la parte baja del sillón, recoloco mi verga y comienzo a reventarla con más fuerza por la posición. Gimo en alto con voz ronca que la hace desesperarse gimoteando a gritos.

Mi verga se hunde en su ano, fueron semanas que no abrió los ojos, semanas que me dejo desesperado. Su cuerpo se desliza por el sillón y yo la sostengo. —¡Mierda! — toma mi mano y se mete dos de mis dedos en la boca chupándolos con desesperación, mis bolas casi se revientan de tanto semen.

Me retiro poco a poco y preparo una embestida fuerte, grita cuando me entierro en el fondo de su culo y comienza a temblar bajo mis manos corriéndose desesperada apenas pudiendo respirar.

Me retiro un poco más y vuelvo a golpear en el fondo, sus músculos se aprietan contra mi falo. Comienza a soltar jugos abundantes sobre el sillón, no para, se retuerce clavando sus uñas en mi mano.

Empujo tres veces más comenzando a descargar mi semen en su culo. Se retuerce otra vez y empujando para enterrarse mi verga. Le vacío toda la leche en el culo, pero vuelve a soltar más jugos calentándome.

—Carajo nena— le susurro al oído pasando mi glande por los jugos —Te encanta que te reviente el culo. Estás bañando mi verga.

Se estremece. —No puedo mi amor— me baña la última vez.

Gimo en alto con un tirón a mi verga, tomo su mano y la hago masturbarme. Lo hace de buena gana jalando como si me la quisiera desprender, se ha quedado agotada por esos orgasmos seguidos.

Le paseo mi polla por el ano, juego con su vagina también. La sostengo donde tiene a mis hijos para que no se lastime. —Mis hijos— le paseo la palma por su vientre —Te amo nena— esas palabras se rasgan de mi garganta.

Escucho como contiene la respiración y hace un esfuerzo por voltearse, la ayudo y cuando logra verme, veo sus ojos brillosos.

—Eres lo que más me importa en esta vida Alexander— pasea sus manos en mi rostro y recuerdo la amenaza que le hizo a Meredith hace unas horas. —Toda mi vida me quemó y un día me pregunté por qué tenemos que suplicar por lo que queremos y dudé un día que hubiera una persona que pudiera amarme sin suplicarle.

La miro fijamente.

—Cuando llegué a Londres pensé que me estaba volviendo loca, pero yo llegué Londres porque el destino sabía que tú me estabas esperando y si no existiera el maldito destino, yo te habría encontrado— lo dice muy seria.

—Emma— es lo único que puedo decir, me ha dejado sin habla.

—Te amo bestia de los ojos verdes— baja su boca a la mía —Te amo señor miradas penetrantes— me jala besándome de nuevo —Te amo lobo— dice por último y respiro hondo.

Paso mi nariz por la suya y suspira aceptando las caricias. Conozco el cuerpo de Emma mejor que ella misma, cuando comience a tener un vientre abultado lo sabré antes que ella. Todo lo que viene con su embarazo es una delicia para mí. La siento prendiéndome a sus tetas, estoy ansioso por probar su leche. Succiono más fuerte y no recibo todavía mi otro alimento.

Me hace subir la cabeza y se prende a mi cuello, besando y chupándolo, con un gemido hecho la cabeza hacia un lado, se apoya en mis hombros y comienza a succionar haciendo que le clave los dedos en las piernas. —Voy a meterme de nuevo en tu culo— le aviso cuando me vuelvo a endurecer y la coloco en la otra curva.

Aguanta la respiración abriéndose las nalgas con ambas manos cuando la penetro jalando su cabello hacia atrás. Araña mis brazos cada que puede, hasta veo rastros de sangre en mis brazos.

Mis pies no resbalan en el sillón. Doy sacudidas lentas, su culo ya está abierto, se aferra al sillón, dando gritos de dolor y placer. No podrá sentarse en los días siguientes sin recordar mi polla —Sólo yo puedo hacerte hijos Emma— le advierto serio, los celos me siguen invadiendo.

Asiente ansiosa moviendo las caderas hacia adelante para recibirme completo. Se pierde en el éxtasis ya no puede hablar, sólo mi nombre sale de su boca atragantándose a mis bíceps. No paramos en el maldito sillón hasta horas después.

Me siento relajado, la luz del puto sol me despierta de mi lugar entra las tetas de Emma. Soy un hombre de fuerza y resistencia, pero Emma no, está completamente agotada después de follarla.

—¿Por qué no hay persianas automáticas que oculten la luz? — gruñe enojada.

—El control está por tu lado.

—Levántalo tú, yo no puedo empezar mi día con tres horas de sueño solamente— se abraza a mi brazo.

Alzo la cabeza, aún adormilado, paseando mi mirada por la habitación no veo el maldito control. Al sillón le quedan marcas de mi semen y su corrida por todos lados, su tanga cerca de mi pantalón y nada más.

—Alexander cierra esas persianas— murmura Emma molesta la escucho respirar hondo pegada a mi cuerpo, después con las piernas entrelazadas con las mías, evitando que me levante.

Tiene las mejillas rojas y los labios abultados. La sabana a medio poner y sus ricas tetas pegadas a mí. —No encuentro el maldito control.

—Que lo busquen los sirvientes— pide poniendo su cara contra mi cuello y maldigo porque me hace volver a dormitar. La deje de follar en la ducha hace unas dos horas o puede que sólo una hora, me siento cansado.

—Cariño— susurra Emma cuando estoy a punto de dormirme.

—Mmm.

—Cierra las malditas persianas o voy a tirarte de la cama.

Respiro hondo y abro los ojos, malhumorado de tener que perder mi lugar cálido en sus tetas. Me rasgo la cabeza entre abriendo los ojos, veo el maldito control en el suelo, pero cuando me levanto me golpeó el pie una maldita cadena de sus lobos.

—Carajo— me quedo pateándola.

Emma se levanta enojada pateando nuestras sabanas al suelo. —Es sólo una cadena— toma el control y cierra las malditas persianas sin ayudarme da un brinco a la cama. —Quéjate en silencio.

Cierro la boca y a tras pies camino de regreso a su lado. Me paso la mano por el cabello para jalármelo y lo encuentro húmedo, definitivamente hemos dormido menos de una hora. Emma se queda de espaldas enterrada en las almohadas.

Sigo enojado por el golpe, me quedo en mi lado si volver a abrazarla.

Me cruzo de brazos y me duermo, no voy a volver a dormir abrazado a ella.

. . .

El zumbido de un celular me despierta. Paso mi rostro entre las tetas de Emma y alcanzo a ver la hora en mi rolex de mi brazo que está envuelto a su alrededor. —Ya pasan de las siete de la mañana.

Emma se remueve entre las sábanas estirándose, estamos pegados como una lapa, en ninguna época de mi vida fue un marica de cosas románticas. —Buenos días cariño.

—Buenos días nena— automáticamente paso mi nariz por la suya antes de besarla y al instante me despierto por completo después de la ridiculez que acabo de hacer. —Vamos a tener que dejar Turquía está noche, nuestro boletín de búsqueda ya fue puesto en medio Oriente por la DEA.

— Espero que sean nuevas fotos— bromea y paso de nuevo a sonreírle.

Enamorado. Carraspeo mientras pasea sus dedos entre las hebras de mi cabello y podría caer dormido si no fuera por la amargura que cargo. —¿Puedo preguntarte algo? — asiento. —¿Qué sucedió cuando Meredith se fue? ¿Logan enloqueció?

Me quedo en silencio mirando el techo por varios minutos.

—No tienes que contarlo, si no quieres.

No aparto la vista del techo. — Tenía cinco años— digo en voz muy baja.

—No tienes que recordarlo mi amor— me abraza con fuerza.

—Tenías cinco años— repito —Una noche antes el MI6 había atacado, había muchos muertos y mucha destrucción, Logan iba directo por Bennett— trató de recordar la escena —Meredith había traicionado a la organización y como la creía muerta, se fue directo a lo que más se parecía a ella.

—Bennett.

Asiento —Oí lo que le harían a mi hermano, Alesha se lo contaba a todos con burlas. — se tensa —Iba a matarlo, pero no hay muertes en la mafia sin torturas. Bennett era un niño de tres años, no lo iba a soportar.

—Tú también eras un niño— la miro con el ceño fruncido.

—No me importó, tenía que proteger a mi hermano menor, para ese entonces a mí ya me gustaba matar, así que intercambié roles— respira hondo —Le pedí a Logan ir en su lugar y aceptó. Maya estaba mal herida o no lo habría permitido. Caterva trató de impedirlo. Le dije a Alesha que ocultara a mi hermano por los días que me tuvieran de diversión para los rusos. Entonces seis rusos entraron y cerraron la jaula.

Escucho a Emma sollozar.

—Y sacaban las correas, me imagine con una mujer que me quisiera, que no le importara la mierda en mi vida, que evitara que mis progenitores mi hirieran y que aceptará a mi hermano.

A los cinco años, sentí miedo por primera vez en mi vida y por última vez.

—Había unos lobos que habían traído de Escocia se jalaban de las cadenas con las risas de esos malditos. Hace poco más de un mes que los tenían encerrados, yo era el único que bajaba a darles agua o comida, sentí la necesidad de hacerlo, y cuando nadie me veía abría las jaulas, me fascinaban.

Sonrío de lado.

—Me arrastré al fondo de la jaula cuando vi los cabestrillos que pondrían en mi boca, me alejé tan lejos hasta que sentí la respiración de los lobos en mi nuca. Sus aullidos se hacían más grandes y las cadenas de tanto jaloneo se estaban desprendiendo de los tubos. Cuando me atraparon, uno de los lobos se soltó y arremetió contra uno de los rusos. Los demás lo siguieron, mordió y le arranco la piel de la cara dejando un charco de sangre, me hice un ovillo mirando como se tragaban trozos de brazos o de piernas.

—¿Logan estaba ahí?

—Mira por fuera de la jaula, pasaron las horas y no podía ni dormir, había gritos suplicantes y maldiciones y me burle de ellos, mi reír en su agonía, tanto como si los lobos me mataban y me arrancaban un brazo, yo me seguiría riendo. — respiro hondo —Me reí de su dolor por horas y cuando no había más que carne, el lobo que había matado al primero, se puso cerca de mis pies y se tumbó al suelo con el pelaje lleno de sangre alrededor de su boca.

—¿No te hizo daño?

—Sólo un poco, pero me evitaron las torturas no me había tocado ni uno sólo, entonces tan pequeño lo entendí— la miro fijamente —Los lobos carroñeros protegían al que los alimentara y me habían protegido. Acerqué mi mano y se dejó tocar, yo había tenido miedo de ellos antes, pero no en ese momento, descubrí que no debía temerles, si no volverme como ellos.

—Tú los alimentabas, te reconocían.

Asiento de nuevo. — Cuando me separaron a los ocho años de Bennett y me llevaron a Rusia, crecí y me convertí como una bestia como mis lobos, adopté su propia rabia, entonces me tatué uno de ellos y diecisiete años atrás, en un ataque en Rusia por el MI6, los convertí en el símbolo de mi propia mafia, cuando me apodaron el lobo.

—Logan siempre te observó.

—Fui su más grande experimento— lo admito. —Yo adquirí mis más oscuras perversiones y torturas desde muy pequeño, yo siempre fui así y no voy a cambiar porque siempre me ha gustado ser así, yo nunca quise a Meredith, ni nadie más.

Me mira con los ojos entornados.

—Hasta que te vi y eso cambió.

Me besa dulce, aliviando un poco más mi amargura. Posa su cabeza sobre la mia y entiendo mi mano al dispositivo que comienza a zumbar de nuevo con un mensaje encriptado colocado en un bloc de notas.

—¿Qué sucede?

—Es un mensaje de James, el MI6 se contactó con él.

—¿Qué le dijeron? Se levanta ansiosa por mirar en la pantalla.

—Sarah intercambiará a Emilia.

—¿Por Richard?

—Por el cojo— mi enojo es evidente. —Su hija por su amante— leo el mensaje en voz alta. 



¡Hola sexys!

Tantas teorías reveladas en el capítulo...

¿Quién es el mejor villano de Deseo? ¿Quién ganara en el final?

Pronto lo sabremos.

Los amo tres millones. 

-Karla.


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