EXTRA ROE - GRAY
Bennett.
Lo que menos quiero es estar en un bar a esta hora de la noche, no he podido probar comida sin asquearme por la mezcla que me dio Jack. Me meto las manos en los bolsillos y sigo a Alexander y a Erick.
Las llamadas de Dmitry las he estado ignorando desde la mañana, no quiero lidiar con mierda hoy, estoy exhausto, pero Maya sigue insistiendo en que no me meta nada más como si lo fuera a hacer como maldito adicto.
—Quédate aquí y luego entras con nosotros — Erick mira por el bar.
—¿Para qué? — meto las manos en mi bolsillo mirando con asco el lugar.
Alexander pasa frente a mí mirando que tomé de su ropa limpia, Maya lo hizo después de obligarme a ducharme.
—No puedo estar en el mismo lugar que Jack, Logan lo está buscando— me hago hacia atrás viendo a mi primo a lo lejos, si es que es él, no tengo buena vista hace días y Maya se dio cuenta cuando me revisó.
Carajo. Me froto los ojos otra vez y sigo sin poder distinguir si es Jack o solo el cuerpo de un hombre parecido a él.
—Logan no sabe que está en Nueva York— habla Alexander.
—Y si sigue saliendo de fiesta como si nada, no va a tardar en saberlo— me mofo —Dmitry tiene gente siguiéndome por todos lados y este es uno de los bares que le quitaste a Logan, hay informantes aquí también aunque tus hombres estén vigilando
—Con los hombres de Alexander perdieron el rastro, solo nos tomamos unas cervezas y nos vamos, ven a la barra— Erick hace de mediador entre mi hermano y yo. —Quizá consigamos unas bailarinas personales que llevarnos a casa, ya vi un par por ahí.
—Los alcanzó allá— me voy por el pasillo al baño echándome agua en la cara y escupiendo. Tengo la boca amarga por ese maldito té. Mi teléfono vibra en mis bolsillos dos veces antes que lo saque.
«¿Dónde estás? El amo quiere verte de inmediato, vamos a ir por ti» Leo el mensaje de Dmitry.
Ya deben saber que estuve en la casa de Alexander, me siguen todos los pasos, aunque es poco usual que me encuentre en dónde sea que estoy las veinticuatro horas, ni siguiéndome deberían saberlo.
Analizo la situación y mientras lo hago me palpo la parte trasera del brazo, la que me hirieron cuando estaba en Nueva York.
—Puta madre— siento el bulto de lo que debe ser un rastreador implantado.
Jack está aquí y van a venir a buscarme. Se los dije a esos cabrones. Me subo el gorro de la sudadera y me bajo las mangas de la misma para salir desapercibido, tengo que quitarme esta porquería del cuerpo.
En el pasillo de fuera me topo con una mujer que casi no reconozco cuando me saluda porque no le veo bien la cara. —Hola Bennett — dice con asombro y me sonríe acercándose a la luz dónde ya puedo verla.
—¿Alicia?
—Sí, soy yo, te vi de lejos y pensé que me había equivocado, es bueno verte otra vez ¿Vienes a la celebración? — me ofrece una bebida que rechazo, pero su cercanía hace que mi ceño se frunza cuando percibo ese olor en su ropa.
—¿Cuál celebración? — mi celular timbra otra vez con otra exigencia de Dmitry.
—¿Sucede algo? — pregunta mirándome extrañada por mi expresión.
—Tu perfume.
—Ah, eso— lo huele —No es mío, me regalaron un poco, ¿Quieres que te lleve dónde está Emma?
Emma está aquí — No vengo para quedarme, tengo un problema, discúlpame.
La dejo a medias sin decirle más de lo que debe y salgo casi corriendo del bar sin mencionarle a nadie nada y caminando a oscuras en la calle. Le respondo a Dmitry que estoy en casa y si van a seguirme que se hasta ahí.
. . . .
Las drogas me consumieron en mi niñez y buena parte de la adolescencia, Alexander aborrecía verme llegar colado a casa del ministro que nos sacó de la organización. Me gritaba lo que estaba mal y más mierda, pero con quince años poco me importaba porque me relajaba y me sigue relajando aun con el paso de los años.
Las manos me cosquillean mientras camino por mi apartamento buscando el lápiz de mi lienzo virtual, de la pantalla de mi Mac.
Llevo semanas metiéndome coca hasta por los codos, pero con la porquería amarga que me dio a beber Jack siento que no puedo tragar nada sin querer escupirlo, ni siquiera apetezco comida.
Bebo obligado mi tercer intento de café para aplacarme el estómago y arrastro los pies descalzos hasta la sala de estar donde normalmente tengo una mesa de centro para poner la pantalla.
Ya me duché, otra vez, Maya se ha mantenido al margen, pero la reunión con la organización no puede esperar y Dmitry no ha llamado desde que dejé el bar. Quiero saber que se traen entre manos, pero no consigo nada.
Kieran aún revolotea entre mis piernas y le abro la terraza para que salga a la intemperie a distraerse, los perros también necesitan relajarse, no estar encerrados todo el día. Le lanzo su pelota de esponja y corre persiguiéndola para traérmela de vuelta.
Esta feliz de verme jugar con él y no solo ser un pedazo de mierda andante, saca la lengua y meto la mano entre su cabeza acariciándolo y ejercitándolo al mismo tiempo.
—Eso es amigo, arriba— me pongo de cuclillas junto a él y se me viene encima lamiéndome, esa es su forma de decirme que me extrañó sobrio. —Ponte enojado, ahora feliz— le hago una sonrisa.
Mi ánimo se alza un poco como no lo ha hecho en semanas al pasar tiempo con él. Mi viejo y fiel amigo de hace años. El que no me deja solo ni porque soy una mierda.
Lena ha hecho un trabajo excelente cuidándolo mientras yo estaba tirando colado, no hay dinero que valga lo suficiente para pagarle lo bien que lo ha protegido y de vez en cuando me ha hecho de comer a mí también aunque termino fumando hierba cada que se va.
Aun así, mi viejo amigo con todos esos paseos no me deja solo más de un día, ella lo trae todas las noches después de darle su paseo nocturno. Hoy solo vino por la mañana, tiene que trabajar, cuidar a Kieran no es su trabajo de planta, tengo que pagarle bien.
Como el apartamento está a oscuras la luz de la pantalla me ilumina la cara. Abro un lienzo en blanco y deslizo el lápiz digital marcando la primera línea. Me rasco la nuca cuando sigo el trazo a la derecha y me concentro en hacer sombra en las esquinas y en las líneas superiores.
Después de renunciar a la empresa está es la primera vez que diseño. La primera vez que estoy sobrio y no colado de hierba o ebrio, quisiera que el café me quitara el sabor amargo del té herbolario que me dio Jack, tiene mi lengua pegajosa y me palpita de vez en cuando.
Esa porquería sabe horrible, creo que es un sabor que antes había probado.
Ahora en lugar de apretar la cruz que me dejó mi madre como siempre lo hago para diseñar y quitarme la ansiedad, aprieto la banda de pelo que traigo atada en la mano.
Alzo solo una vez la mirada para ver a Kieran recostado en el sofá de la terraza como le gusta. Le llevo su hueso para que lo mordisquee y fortalezca sus dientes. Se pone en ello mientras trabajo con lo que puedo.
Mi celular se ilumina con un mensaje de Maya que respondo para no alterarla y decirle que estoy en casa, sobrio.
Ya sé que mi hermano no me quiere en su casa, si me arrastro a desintoxicarme fue porque ella debió insistirle. Las líneas de la pantalla se ven borrosas, no puedo distinguir tampoco las cosas a lo lejos, esto no me había pasado antes.
Me froto los ojos sin obtener mejoras y sigo con lo mío como puedo.
Diseñar me mantiene concentrado y evita los pensamientos que me hacen buscar las porquerías que me trajeron los kray para inyectarme. Un golpe suena en la puerta sin traer la voz demandante de Dmitry.
Bebo más café y la cafeína altera mi pulso, lo altera como una mierda porque siento que me arden las manos y no es cosa del diseño.
Carraspeo y me abro la camisa sintiendo calor en mi pecho. Levanto la cabeza la oscuridad, no es una reacción que haya tenido mi cuerpo antes. Debe ser el té de Jack.
Tocan a la puerta dos veces más que ignoro, pero en la tercera vez la voz fuera mueve el piso debajo de mis pies mientras Kieran sale corriendo a ladrar.
—Bennett— escucho su voz del otro lado.
Me agarro a los bordes de la mesa contando en mi mente las horas que llevo sobrio, son muchas para estar alucinando con ella otra vez. El temblor empeora con el sabor amargo en mi garganta.
Kieran ladra en la puerta como si de verdad hubiera alguien tocando. Respiro hondo manteniendo la cabeza fría.
—¿No hay nadie en casa amigo? — Kieran revolotea a la voz que le habla del otro lado de la puerta y pierdo los nervios de escucharla con claridad.
Me golpeo, la cabeza con rabia. — ¡Despierta maldita sea! — trato de hacerme reaccionar de esta mierda sin sentido.
Miro la puerta otra vez y tiro el café al suelo quebrando la taza cuando vuelve a hablar con la voz de... Cora.
Me levanto las mangas de la camisa desesperado hasta la vena del codo y voy a los cajones buscando la maldita jeringa que dejaron los kray.
〘 〙
Cora.
Me miro en el espejo del baño refrescándome la cara, no hay forma que siga en la fiesta, sé que Emma puso mucho empeño en esto, pero no puedo seguir viendo como todo sigue sin Bennett.
Habíamos planeado algo como esto hace meses y ahora es difícil vivirlo de forma diferente. Solo quiero acercarme un poco, no decir nada, pero quiero egoístamente ese regalo de cumpleaños para mí.
No entiendo la oferta de trabajo de Alexander, pero tampoco quiero aceptarla, yo no pinto nada ahí, soy creadora de arte no diseñadora, eso es para alguien más, para su hermano.
—Disculpe— paso por el pasillo trasero caminando a la otra entrada del bar, con mi bolso en la mano.
Si regreso a la mesa y veo a Dylan me voy a arrepentir de ir, solo quiero escaparme de aquí. En la entrada trasera paran dos camionetas verdes justo cuando un taxi para a recogerme. Entro mirando a mi espalda como seis hombres caminan alrededor del lugar.
Vienen dos camionetas verdes más del otro lado de la carretera y estacionan frente al bar cuando el chofer entra en el tráfico.
La sensación de que algo va mal no se me quita ni cuando llego al edificio de Emma. Le escribo un mensaje diciéndole lo que vi, pero no me responde. Le escribo a Alicia también, pero tampoco recibo su respuesta.
Camino por el pasillo siguiendo mi propio instinto de lo que debo hacer. Tengo muy claro en la mente que debo hacerlo porque siempre he sido honesta y esa es una de las razones por las que estoy enojada con Alexander, una cosa distinta es la separación natural y otra distinta que este falsamente muerta.
Saber que entre Bennett y yo terminaron las cosas es una cosa y una muy distinta que le haya mentido sobre mi muerte. ¡Por Dios! El hombre está loco y si no fuera porque Emma lo ama que ya le habría metido un tiro en la cabeza, aunque no se usar armas y menos tendría el valor de hacerlo.
Ya es más de media noche y la fiesta de mi cumpleaños sigue en mi ausencia, no tardarán en saber que me fui, pero salí a hurtadillas porque no podía estar en paz conmigo misma.
No soy del tipo de un nuevo año, una nueva perspectiva de la vida, pero soy un poco impulsiva. No he visto a Bennett a excepción un par de veces, pero siempre han sido de lejos.
Mis tacones resuenan en el pasillo de los vecinos que seguramente ya están durmiendo. Me paro frente a su puerta sosteniendo mi bolso y con coraje toco dos veces mirando la luz del pasillo reflejarse en mi nuevo anillo.
Escucho el ladrido de Kieran dentro como cada vez que venía cuando teníamos una nueva cita. Cierro los ojos y espero moviendo los dedos nerviosamente. Los minutos pasan y no abren la puerta, eso no es posible.
—Bennett— toco otra vez y Kieran alerta que estoy en la puerta.
Escucho los pasos acercándose y luego alejándose, no abren. El ruido de algo quebrarse me dice que a lo mejor Kieran está solo en casa revoloteando por todos lados.
—¿No hay nadie en casa amigo? — le digo del otro lado de la puerta.
Toco una última vez que ya se que no recibiré respuesta, solo quiero que mi visita no sea en vano. Unos pasos se acercan otra vez y escucho la respiración pesada del otro lado.
—¿Hola? — pregunto extrañada.
Sueltan una respiración muy profunda del otro lado y de alguna manera también lo hago yo mientras mi pulso salta en mi cuello.
Es él.
—Soy yo Bennett— digo en voz baja y por costumbre vuelvo a tocar.
El pórtico se gira y la puerta se abre un poco. Me pongo derecha y cuando el cuerpo descalzo de Bennett me recibe al otro lado me quedo sin aliento.
El dominio de los cuerpos enamorados es un arte, un arte que pocos saben experimentar y pocos pueden olvidar.
El cabello lo tiene despeinado, la camisa abierta sobre el pecho y... El lápiz de su pantalla de diseño se cae al suelo en la mano que tiene mi banda de cabello ¿La conserva? Subo mi mirada hasta sus ojos cafés y veo una expresión que no esperaba.
—Hola— le doy una sonrisa débil.
Vuelve a respirar fuerte mirándome en silencio, Kieran sale a la puerta y revolotea alrededor de mis piernas mostrándose cariñoso y juguetón que me resulta difícil no acariciar su pelaje amarillo tan esponjoso y suave. Dios cómo amo a este perro.
—Hola amigo ¿Me extrañaste?
Mueve la cola con gusto alzándose en sus partas delanteras. Lo acaricio agradecida de verlo.
—Llevaba veintisiete horas sin meterme nada— dice Bennett haciéndome apartar la mirada de Kieran y caminando de vuelta a su escritorio sin preocuparse en cerrar la puerta.
Veo el movimiento involuntario de sus manos cuando hace de lado la pantalla de diseño y toma su celular de la mesa de al lado. Veo la pérdida de peso notable en su cuerpo.
—Es la una de la madrugada, ya eran veintisiete horas completas— frunce el ceño mientras entro —Siri, llama a Jack o a Maya. — le dice a la inteligencia artificial de su celular, que le pide repetir la orden
Parece como si yo no estuviera aquí. ¿Está es su forma de decirme que me vaya? Dejo mi bolso en su sofá y me acerco a su espalda pisando una jeringa que hay en el suelo. — Pensé que podíamos hablar, si no te importa.
Levanta la mirada de la mesa y veo sus ojos rojos mirándome con enojo.
—Sé lo que te dijo Alexander y no apruebo que me haya utilizado para una mentira tan obsoleta. Creo que vengo a decirte que sigo viva en persona.
El celular se le cae de las manos y cuando se agacha para recogerlo veo los rasguños que trae en el brazo y uno que otro golpe en los pómulos, no puedo decir que son golpes o pintura, el apartamento está a oscuras, la única luz es la de la terraza y la de la pantalla de diseño.
Trata de tomar el lápiz, pero se le cae de las manos temblorosas, el alma se me cae a los pies cuando no levanta la cabeza, pero si escucho el sollozo masculino que viene de su boca.
Dios.
Me agacho a su lado y conteniendo mis lagrimas pongo mis manos sobre las suyas instándolo a que me mire.
—Bennett, soy yo— le toma la cara en las manos y se la levanto para que me mire a los ojos. —Soy yo.
De sus ojos no dejan de salir lagrimas que me cortan la respiración. Me mira como convenciéndose que esta viendo bien.
Su pecho sube y en un segundo me aprieta contra él con fuerza, temblando por todo el cuerpo. Lo abrazo tan fuerte como él a mí tomando un respiro de alivio de que finalmente me vea.
Lloro en silencio mientras palpa mi cabello con sumo cuidado, cuando se separa tiene la cara tan húmeda como si fuera un niño pequeño.
Pasa sus manos delgadas por mi cara, por mi barbilla, por mis mejillas, mis pómulos y mis labios.
—Cora— la voz le sale débil y sin aliento.
Me mira de arriba hacia abajo tocándome como si no fuera real. El agarre en mi espalda nunca se va, pero su otra mano va mi cabello alzándolo y oliéndolo. De repente se levanta alzándome con él y con desesperación va al apagador de la luz.
El reflejo me deslumbra y al él también porque se frota los ojos varias veces antes de volver a mirarme. Verlo con luz es mil veces peor que verlo de espaldas.
—Bennett— se me rompe el alma en mil pedazos. —¿Qué te hiciste? — paso mis manos por su rostro delgado y ojeroso de un hombre que se ve destruido.
No se preocupa en responderme, sigue con su inspección sin detenerse un solo segundo. Me levanta la barbilla para que lo mire. Sus dedos me quitan la humedad de mis mejillas, el pecho me sube y me baja de forma desigual como a él.
—¿Por qué te hiciste esto? — le cuestiono enojada y dolida pegándole en el pecho—¿Por qué mataste así tu cuerpo?
—No puedo vivir sin Cora— dice como una súplica desgarrada y se cae de rodillas pegando su cabeza a mí abdomen —Mi Cora.
Sostengo su cabeza en mi vientre llorando con un dolor que me quema el cuerpo entero y apenas me deja respirar.
Kieran viene corriendo a ponerse a un lado de él y se acuesta con las patas delante de forma que su cabeza queda a la altura de su mano, como queriendo que lo acaricie para consolarlo.
Dicen que el amor duele, pero a mi me quema.
—Habla— suplica con la cabeza baja. —No hablas en mis otras alucinaciones, déjame esto al menos.
—¿Ah? — me agacho con él, pero no deja de abrazarme. —¿Bennett por qué dices eso?
Respira hondo con los ojos cerrados y media sonrisa le cruza la cara. —Habla más, para que lo recuerde mañana, por favor.
—Bennett soy yo— lo hago mirarme y veo su mirada perdida. Su mano quita un mecho de cabello y lo acaricia, otra vez cierra los ojos y me entra la desesperación de lo que hace. —¿Qué te hiciste? Soy yo Cora, estoy aquí.
Asiente suspirando. La jeringa que patee en la entrada me hace mirarlo con miedo y veo el rastro del punto rojo de sangre en su brazo derecho donde sobre sale su vena en la parte inferior de su codo.
—¿Te inyectaste?
—Solo así puedo verte— me acaricia el cabello sin rastro de culpa en sus palabras. —Dmitry va a venir, me das fuerza para soportar lo que hacen conmigo, yo te iba a salvar gatita y no pude. No sabía que te habían llevado con Emma.
—Alexander nos salvó, a las dos. Nos sacó de esa maldita casa.
Sigo en vano hablando, es como hablar con un muro silencioso que no deja penetrar mis palabras en su cabeza.
Lo levanto como puedo, pero se tambalea siguiéndome. Va a donde hay unos cajones y saca otra jeringa nueva, me limpio las mejillas bruscamente y la tiro al suelo.
—¡No! — la piso enojada llorando de rabia y desesperación. —¡No vas a meterte más porquerías!
—No llores— se acerca a mí limpiándome las mejillas. Sus dedos son suaves y lentos por mi piel. — No llores Cora.
—Entonces no te lastimes más— me agarro a sus brazos. —No quiero que lo hagas.
Me jala para abrazarme, lo hago dolida. No sabía que tan miserable era su condición. Quiero gritar de rabia, de dolor. Quiero sacar lo que traigo dentro de alguna u otra forma.
Lo encamino a su habitación y me sigue de buena manera relajado por la inyección que se aplicó. Lo tumbo en su cama y se incorpora aspirando cerca de mi cuello. Entierra su mano en mi cabello y me hace la cabeza a un lado para oler mi cuello.
—Ese es solo tu olor, no se lo des a nadie más, ni a Alicia ni a nadie.
¿Y él cómo sabe eso? — ¿Estabas en el bar?
Asiente. — Alexander me llevó, pero Dmitry me sigue a todos lados y no puede verlo porque se lo quiere llevar, lo van a torturar cuando lo atrape— no tiene sentido lo que dice —Quiere a un biólogo, eso siempre dice Dmitry. Jack no está a salvo aquí. Logan no es imbécil.
Pasa su mano por mi brazo desnudo siguiendo el movimiento con la mirada. Jack el primo esta en riesgo. La gente que llegó al bar Mierda. Saco una de sus camisetas del lugar dónde conozco y me quito el vestido costoso con cuidado en el baño, ni Alicia ni Emma ni mucho menos Dylan han llamado, parece que no han notado mi ausencia en el bar.
Me limpio el maquillaje corrido en su baño y me sorbo la nariz que me queda roja de tanto llorar.
Dejo los tacones en el suelo y me pongo la camiseta saliendo. Bennett se mantienen donde lo dejé mirándome. Por más que quiera hablar con él esta noche no servirá de nada, este colado con lo que sea que se metió.
Además, ya es noche, ambos necesitamos descansar. —Ven— lo levanto y lo llevo a la cama.
—¿Te quedas? — me sigue de buena gana.
—Sí, voy a limpiar un poco este desastre que tienes aquí, ¿Quién limpia aquí y quién cuida a Kieran?
—Lena— esa respuesta me da un enojo más que no quiero sentir y es absurdo sentir sobre su folla amiga de años.
Lo dejo sobre su lado de la cama y sin que me dé cuenta me atrapa por la cintura y me jala para que me siente sobre él.
Me agarro a sus hombros y veo los ojos cafés mirarme en silencio. Tenerlo cerca es una tortura y un alivio al mismo tiempo. Su mano va y me saca el cabello de la camiseta. Sus dedos rozan mi cuello y por inercia me acerco más a él.
Casi creo que va a decir esa frase que me mata y que escucho en mi mente regularmente como un recuerdo bien vivido. «Me posees completo gatita»
—Tienes mi camiseta puesta sin permiso— dice en voz baja y su mirada baja a mi boca.
Su mano se mete por el borde de la prenda y sube por mi muslo calentando mi piel. Hay cosas que no se pueden ocultar, eso lo aprendí con él y no puedo ocultar la reacción natural de mi cuerpo con el suyo.
He rogado por meses que desaparezca, pero aquí esta tan vivido como siempre.
Me toma de la cintura por debajo de la camiseta y me levanta para que estemos a la misma altura. Me atrevo a pasarle la mano por los rizos de castaños suavemente y lo escucho suspirar.
—Mañana que estés sobrio me vas a escuchar, te voy a echar la bronca del siglo.
Asiente de nuevo y una de sus manos baja a acariciar mi muslo desnudo, apoyo mi cabeza en su hombro respirando hondo, no debería tocarme. Mi boca queda a la altura de su cuello y dejo mis labios ahí, sin intención de moverlo, el contacto basta.
Cuando decido que ya es hora de separarme, vuelve a mirarme fijamente y el corazón se me sale desbocado como cada vez que me mira así, tan duro y tan tierno a la vez que me arrebata cada célula del cuerpo.
Mira mi boca de nuevo y no aguanto las ganas de hacer lo mismo humedeciéndome los labios. Esto es terreno peligroso, no debería quedarme aquí, mi cuerpo sabe que ha estado necesitando esto todo este tiempo.
Mi necesidad por él no se apaga ni kilómetros de distancia lejos. No hay moral o pensamiento de arrepentimiento que pueda sacarme de esta habitación en este momento, una vez que los cuerpos se dominan entre sí, basta.
Traga en seco haciendo una mueca de repulsión. —Tengo un sabor amargo en la boca.
Respiro hondo sabiendo que ya no puedo detenerme. Le tomo la cara en las manos. —Yo te lo quito— bajo mi boca a la suya.
Su agarre se aprieta en mi cintura y casi lloro de alivio al sentir estos labios gruesos otra vez. Mi mente explota sin razones para no hacerlo y aunque las hubiera que se jodan, iba a hacerlo de todas formas.
Entierra su mando en mi cabello alzándome y me besa lentamente respirando fuerte por la nariz. Mis dedos se atoran en sus rizos abriendo la puerta de sentimientos que no se cierra en mi pecho.
Jalo las puntas de su cabello y busco su lengua con la mía removiéndome en sus piernas sacándole un jadeo. Cuando abre la boca no soy tierna, le muerdo el labio duro buscando lo que necesito.
Sus dedos en mis muslos pasan a mis glúteos y alza la cadera arrancándome un gemido que ambos ahogamos.
El ladrido de Kieran es como un balde de agua helada para mi cuerpo porque me aparto de inmediato cuando el perro comienza a revolotear a nuestro alrededor. Bennett se queda despeinado jadeando por la boca.
Esto está mal porque Bennett ni siquiera está del todo consciente. Su mirada se ve diferente solo por un segundo.
—Coraline— jadea con la voz que conozco juntando las cejas como si me reconociera al final.
Mi pecho alza su camisa, me levanto rápidamente de su regazo y junto mi ropa del suelo sintiendo mi cuerpo quemar. —Voy a limpiar el apartamento, Kieran también debe comer— salgo corriendo seguida del perro.
No me atrevo a volver a la habitación por otra hora más, mientras acomodo el desastre que hay aquí como puedo no dejo de sentir un cosquilleo en la boca. Le sirvo comida a Kieran en su tazón y limpio la sala de estar.
Dan las dos de la mañana y sigo limpiando, la Jeringa la pisoteo con coraje hasta que se parte y va a la basura seguida de la nueva que no alcanzó a abrir. Paso mis manos por los cajones que abrió y encuentro dos paquetes más que vacío en el baño con asco.
Kieran me acompaña en todo lo que hago orgulloso de que este poniendo orden. Apago la pantalla en la que estaba diseñando y veo su celular tirado. Hay una llamada perdida de Maya y un mensaje de un tal Dmitry con amenazas de encontrarlo.
Recuerdo mi propio celular y cuando abro mi bolso veo casi diez llamadas perdidas de Dylan. Algo ocurrió. —Mierda.
—¿Qué pasa? — Bennett sale de su habitación con un pantalón de chándal sin nada más.
Así es como me habría imaginado mi regalo de cumpleaños hace meses, ahora tengo que apartar la mirada para no verme como una idiota caliente. —Mi hermano llamó desesperado, algo sucedió en el bar.
—¿Qué bar?
—El bar en el que estaban celebrando mi cumpleaños, cuando salí vi unas camionetas acercarse, tengo que llamarlo.
—Tu cumpleaños— repite en voz baja mientras le regreso la llamada a Dylan, pero salta el buzón de voz de inmediato. —Logan o Dmitry deben haber aparecido ahí, ya sabía que iban a ir por Jack por el maldito rastreador, tengo que sacarme esa porquería.
Se palpa el brazo. —Dylan no responde— me rindo a llamarlo.
—Debe haber un tiroteo— me paralizo. —Peor la gente de Alexander estaba rodeando todo el lugar, sino responde déjale un mensaje diciéndole que estás bien que saliste del bar hace horas.
—Si hay un tiroteo mi hermano está en peligro, Emma también.
—Alexander la va a proteger con su vida— me tranquiliza masajeando uno de mis hombros, ya no se ve tan colado como hace horas. —Incluso si atrapan a Jack.
—Eso es cierto— me cuesta no pasar la mirada por su cuerpo —Pero sigo preocupada por mi hermano.
—¿El agente Gray? — alza una ceja y me doy cuenta que si alguien sabe como disparar es él, pero eso no calma mis ansias de que lo lastimen —Ya es tarde, debes dormir, ya limpiaste aquí innecesariamente.
—Limpiar me distrae— me encojo de hombros cuando me lleva al sofá de la sala de estar.
—Te voy a traer una manta— se va por donde vino.
Apago la luz de la lampara y me acuesto en los cojines mirando el techo. Es bueno que yo me quedé aquí y él en su habitación. Escucho sus pasos y cierro los ojos de golpe para que crea que ya estoy dormida.
El calor de la manta me cubre las piernas desnudas suavemente, pero también el calor de su pecho se me pega a la espalda cuando se acuesta conmigo. Aprieto los ojos Cuando pasa su mano por mi cintura y encajamos juntos.
Esto va a ser más difícil de lo que pensé, pero por hoy puedo tenerlo, aunque mañana lo pierda.
Me quedo como estoy y cierro a los ojos rogando que Dylan este bien y que pronto responda mi mensaje porque la preocupación no me dejará dormir, pero la respiración de Bennett me jala poco a poco a la inconciencia.
No pasa mucho que dormimos, si logro descansar la mente y el cuerpo de la fiesta de anoche, pero soy floja a levantarme en las mañanas eso es cosa de Emma.
Es muy temprano para que llamen a la puerta como lo están haciendo, me siento en el sofá enojada por el ruido y Kieran sale de la habitación de Bennett a revolotear a la puerta en la mañana cuando tocan.
La respiración pesada de Bennett se detiene cuando llamo a Kieran que empieza a correr por el apartamento.
—Creo que tocan a la puerta— le digo con voz ronca frotándome los ojos.
Escucho el jadeo ahogado antes que se levante de un solo movimiento del sofá. Sus ojos se enfocan en mi y veo algo peor que las emociones de anoche.
—Regresé de los muertos, Alexander te mintió sobre mí— digo gruñona enojada porque estaba drogado y porque odio levantarme temprano —¿Puedo prepararme un café? — me abrazo a uno de los cojines necesito fuerzas para la conversación matutina.
—Cora— respira hondo.
—Si no estuvieras tan drogado anoche habríamos tenido esta conversación al momento— ni siquiera disimulo mi enojo. —No estoy aquí por caridad, no pensé que fuera justo lo que te dijo tu hermano y teniendo en cuenta que no escuchaste a Emma cuando te lo dijo, esperé que me escucharas a mí.
Si no le da un paro cardiaco aquí mismo frente a mis ojos no le va a dar algo peor. Los toques de la puerta se convierten en golpes y oigo los murmuras de unos hombres.
Bennett mira a la puerta todavía adormilado, pero yo me levanto. —¡Abre idiota! — la voz de un hombre mayor se escucha.
—¿Quién coño es? — me pongo a su lado y Kieran comienza a ladrar.
—Es Dmitry, es gente de Logan— se frota los ojos como anoche. —Tienes que irte de aquí— maldice buscando su celular.
Tomo el mío y veo la respuesta de Dylan y más llamadas perdidas. —¿Quién coño es Logan? — me guía hasta su habitación.
—No salgas de aquí, no hagas ningún ruido.
—Tengo que llamar a mi hermano, no se si recuerdas que me hablaste de un tiroteo en el bar en el que estábamos todos anoche necesito saber si está bien, si Emma también está bien.
—Hazlo en silencio, entra al baño, pero mantente callada— ya se ve totalmente cuerdo. Su mano se atora en mi cabello y me mira fijamente con tanta intensidad. —Estás viva.
Asiento y los golpes de la puerta nos hacen volvernos a la entrada. Me encierro en su habitación y corro al baño llamando a Dylan.
—¿Dónde coño estas? — responde al primer tono. —Te busqué durante el tiroteo en el bar, nadie te vio irte, nadie sabía nada de ti.
—Estoy bien, estoy en el apartamento de Emma, no quise quedarme en la celebración ¿Qué sucedió? — desde aquí escucho los gritos en la sala de estar. Le coloco el seguro también a la puerta del baño y escucho a Dylan hablar rápido.
—¡Llévenselo ahí! — le dice a alguien.
—Emma no apareció en su apartamento ¿Qué sucedió? ¿Está ella bien? ¿Tú estás bien?
—Hubo un tiroteo, Luke te estuvo buscando también, Alicia salió mal herida, está en emergencias— maldigo —Gracias a Dios estas bien. No salgas a ningún lado porque ya voy en camino a dónde estás, tengo que ver que estas bien.
—Dylan ¿Qué pasa con Emma? — pregunto, pero ya la llamada esta cortada.
No puedo salir de aquí, pero le llamo a ella o a Alexander sin recibir respuesta. Salgo en silencio y pego el oído a la puerta de la habitación, aunque los gritos son muy fuertes.
—Cuando el amo diga que quiere verte obedeces, anoche te quería para un tiroteo en uno de sus bares— abro la rendija un poco y veo a un hombre calvo. Bennett lo mira con desagrado sin contradecirlo.
Hay tres hombres más cerca de la puerta los tres tienen ropas similares desparrancados y con armas en sus manos.
—No hay nada que pueda hacer— Bennett mira que tengo la rendija abierta y lentamente niega para que la cierre.
Lo hago y sigo escuchando a través de la puerta. —Quiere al biólogo, de otra forma, te vas a quedar tan ciego como los mugrientos en los que esta probando la nueva droga y ni porque el biólogo sea hijo de la perra de su hermana lo vas a ocultar ¿Qué hacías en la casa de Alexander ayer durante todo el día traidor?
Abro de nuevo la puerta y veo que le apunta con un arma en la cabeza. Le escribo con dedos temblorosos a Dylan. «Hay cuatro hombres» Me tiembla la mano mientras le doy las especificaciones de la gente que hay en el apartamento de Bennett y de que estoy encerrada en una de las habitaciones.
—¿Crees que el amo no sabe que Jack está aquí en Londres? Nadie puede esconderlo, así que dinos dónde lo tienen, anoche se escabulló del bar como una rata— le clava la punta del arma en las sienes.
—Jack no sería imbécil para esconderse en Londres sabiendo que Logan lo busca.
—No me vengas con jueguitos mentales a mí, te ves sobrio, te hace falta tu ración de hierba, pero primero vas a encontrar a esa rata y traerlo a la casa del amo.
Deduzco que ese es el tal Dmitry del que tanto hablan. Bennett tenía razón anoche, quieren a Jack. El tiroteo fue por él, sabían que Bennett estaba con él y lo rastrearon hasta ahí, los guío inconscientemente hasta ellos.
—Logan va a quemar Londres si no le entregan a Jack, va a ir matando todo lo que quiera.
«Estoy en el edificio, enciérrate» Recibo el mensaje de Dylan y cierro la puerta poniendo el seguro para caminar a la puerta del baño.
—Si Alexander lo tiene no va a dejar que lo encuentren— todavía escucho la voz de Bennett.
La risa del calvo me da escalofríos cuando se carcajea. —El lobo ya no puede proteger a nadie— los otros hombres se ríen con él —Anoche matamos a tu hermano.
Me tapo la mano con la boca y corro al baño. Mataron a Alexander. El único nombre en mi mente antes que escuche los primeros disparos es el de Emma. Reconozco el grito de Dylan que sobrepasan los de Bennett cuando se desata una serie de tiros.
Kieran se altera conmigo, en todo el tiempo que estuve aquí se mantuvo en silencio, pero con las balas comienza a ladrar desesperado. —¡Maldito! — escucho el grito de Bennett y más disparos.
Abrazo a Kieran a mí diciéndole palabras tranquilizadoras, pero no se detiene, los disparos deben estar alterándole los oídos.
—¡Coraline! — el grito de Dylan me saca corriendo del baño sacando a Kieran con la correa atada a mi mano. Veo los destrozos en el apartamento y los rastros de sangre.
Bennett esta parado frente a uno de los kray y dispara el arma en su cabeza cuando mi hermano me saca de ahí por el brazo. Veo al mismo agente de anoche protegiéndonos a la salida.
La gente fuera del edificio esta corriendo piso abajo y otros encerrándose, su casa se han vuelto un campo de batalla. —Si no encuentras a Jack y se lo traes al amo te mueres como tu hermano— el calvo sale del apartamento de Bennett.
—¡Necesitamos refuerzos aquí! — el otro agente habla por un aparato en su chaleco azul.
Dylan dice algo sobre si estoy bien, pero no lo escucho correctamente viendo todo el alboroto. Una mujer en las escaleras llora desconsolada sosteniendo a un adolescente al que una de las balas de Dmitry hirió.
Kieran se jalonea de mi mano hasta que lo suelto y regresa corriendo dentro del apartamento de Bennett. Lo que dijo Dmitry pintado con la imagen que veo de frente confirma que están quemando y matando todo lo que vean si no le entregan a Jack.
—Mataron a Alexander en el tiroteo— parpadeo mirando a Dylan que tuerce el gesto sin contradecirme. —Emma— siento que me falta el aire.
El rostro conocido de Ethan aparece entre la gente que baja corriendo y otro hombre más llega detrás de él. Se les ve cansados a ambos y con la expresión seria de antes, no se detienen hasta supervisar por lo que vienen.
—Te voy a sacar de aquí, este edifico va a ser condonado por el MI6— me lleva por el pasillo descalza con los demás.
Miro a mi espalda mientras mi arrastra a la persona a la que Kieran se acerca con la cola caída y la cabeza gacha como si el animal entendiera que es lo que sucedió. Bennett esta inclinado con las manos en el suelo y la cabeza gacha.
Ethan entra por la puerta revisando la zona, seguido del otro hombre. Bajo los escalones escoltada de mi hermano y el agente que trajo. Hay más agentes sacando a la gente y resguardándola a salvo.
Sigo por el ultimo tramo de escaleras que falta y escucho el grito desgarrado que viene de arriba.
El grito de Bennett.
Me giro a Dylan a mitad del camino y me abrazo a él llorando. —Tranquila— me pasa la mano por la espalda. —Estás a salvo.
—¿Dónde está Emma?
—Cora— la voz de Luke viene de lejos en la calle con los de chaleco azul que llegan en los vehículos todo terreno.
Me revisa que este bien, pero ni aun teniendo el cuerpo sano dejo de oír el grito de Bennett en mi cabeza. Ethan sale seguido del otro hombre, cruza a penas una mirada conmigo mientras mi hermano me arrastra a su propio vehículo.
Pase lo que pase... ¡Los amo tres millones!
-Karla
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