EXTRA PALACIO ROE
Advertencia: Capítulo sólo para valientes.
Erick.
Sigo enterrándome en ella con empujones desiguales hasta que le tiro mi corrida, el sexo es duro, pero lo mejor viene al termina. Un hombre siempre debe ser cuidadoso después de amar a una mujer.
Después de dejar a Emma y Alexander en la cocina supe que tenía que volver a la alcoba de la mujer que amo, no puedo evitarlo, a pesar de las peleas y problemas, el amor siempre termina ganándome.
Ya entiendo porque amigo está demente.
Sostengo a Maya en mis brazos sin querer terminar el beso que he deseado desde Turquía, suspira en mi boca pasando sus manos por mi torso musculado y paso mis dedos por sus senos posando el frío metal del anillo que me dio cuando me dejó.
Se estremece por el tacto, miro con recelo el tatuaje que comparte con el militar. Debo mantenerme sereno y comenzar con estos celos que me abordan. ¿Quién diría que después de una vida de mujeres sentaría cabeza con la tía madura de mi mejor amigo?
—Te quiero— susurro sin dejar que se olvide que soy yo y no un cuerpo sin rostro como sus mansos.
—No empieces, vas a arruinar el momento— me come la boca con ansias.
—Sé que tú también me amas, aunque lo niegues, me has follado con ansias las últimas dos horas, me extrañabas como yo ti preciosa— me recuesto en los cojines de sea de su recámara atrayéndola sobre mí y que no lo niegue me hace sentir tan satisfecho de haber regresado al Palacio Roe.
—Mierda, no debimos enrollarnos de nuevo Erick, fue un grave error— se sienta alcanzando sus joyas para colocárselas de nuevo, dos collares de oro blanco, pulseras de rubies, anillos de diamante cristalino, está llena de riqueza que yo no le puedo dar, lo único que no se quitó mientras hacíamos el amor son los aretes plateados.
—Sí, fue un error, no podré dormir por la culpa— digo sarcástico besando su hombro y su cuello suave, extrañé ese perfume caro a melocotones que vale más que mi piso en Londres.
—Hablo enserio, esto no es como las otras veces— dime cuando mi lengua se pasea por encima de su tatuaje del lobo sobre su pecho. Atrapo sus senos y bajo para arrodillarme entre sus piernas, las abre y le beso el pubis —. ¿No te importa Paulette?
Tuerzo la boca. —Paulina— la corrijo.
—Me importa una mierda— voltea los ojos y quiero pegar brincos felices con sus celos, pero los reprimo dándole un oral satisfactorio. —Sabes lo de Ethan y no será agradable explicar esto, ni siquiera debería decírselo.
Le tomo el rostro y termino sobre ella de nuevo. —No digo que no odie a ese simio y que no me joda que tus hijos sean suyos o que sea tu gran amor del pasado, pero yo soy el de tu presente y si te sigues aferrando a él por cariño de tus hijos nunca podrás ver cómo te hago feliz.
—Erick, esto no se trata sólo de la memoria de Emilia y la vida de Jack— posa su mano en mi mejilla —. Lo amo
Quiero fingir que no me duele, pero me arde el pecho, quiero que lo niegue, que admita que follamos con más ganas que nunca. —¿Y yo Maya? No me quieres ni un poco— me entierro en su cálido coño con una embestida.
—Yo...— gime en alto cuando la embisto de nuevo con un calor desconocido en mi cabeza.
—Dime que no me quieres y me largo.
Se tensa por completo y su cuerpo me rechaza. Noto como busca sacarse mi pene. Lo logra empujándome para que deje de besarla. —Por favor Erick, no es el momento de hablar estupideces, tengo mucho trabajo, ya sabes que mi hermano se ahogó en el lago, iré a ver a mi sobrino para decírselo— se levanta rápidamente recogiendo su ropa y empujando los condones que usamos a la basura rehuyéndome la mirada.
Esa es otra mierda que me harta, no me deja poseerla sin protección.
—Entiendo cuál era mi posición de manso antes, todo se reducía a lo carnal, a complacerte porque al inútil de tu marido ya no se le paraba, pero ahora que ya no soy ni tu amigo, ni tu conocido ¿Por qué te acuestas conmigo cuando lo tienes en la misma casa?
Sus largas pestañas bajan ocultando sus ojos. —Porque tengo una debilidad grande por ti y lo sabes, no puedo resistirme.
Sonrío de lado. —Con eso me basta por el momento— la atraigo desnuda hacia mí y me besa gustosa.
—Para mí también ha sido difícil descubrir mis sentimientos, me los he negado, pero no quiero dejarlos, nos merecemos darnos una oportunidad Maya y dejar atrás las habladurías.
—¿Y cómo sería eso? Ya estoy muy mayor para que me traten como una insolente niñata en citas y pajearme en pasillos oscuros.
Hecho la cabeza hacía atrás riéndome después de días de mierda. —Eres la mejor preciosa— la cargo dejándola a mi altura —Soy un hombre hecho y derecho, tú una madura y yo quiero ser el remplazo de Tyler.
Mi risa se muda a su rostro. A pesar de llevarme edad, no hay líneas de expresión en ningún lado y menos marcada, los Roe tienen genes casi perfectos, un día hasta mi padre pensó en pedirles recetas caseras para mi madre.
—Para casarte conmigo tendrías que poseer más cosas que sólo una cara bonita y un miembro grande— me acuna.
—¿Cómo cuáles?
—Debes pertenecer a la organización del lobo o a la organización de los treinta y siete o al menos a una mafia que me sirva de alianzas, además, debes poseer una valerosa fortuna que se añada a los bienes Roe, tener una apellido de renombre que se iguale al mío, conexiones con algún gobierno o ministro importante— enumera y me deja tenso —Y aun así me seguirías pareciendo poca cosa chico bonito, mi sangre es pura, mi linaje poderoso, mis maridos han sido mi sombra porque la que manda soy yo.
—Rompe esas reglas, ya soy tu tercer matrimonio, no te puedes poner exigente.
—Serías el cuarto cielo— me palpa la cara —Y no eres el único en la lista, tengo lideres políticos, altos mandatarios detrás de mí desde que se enteraron de mi divorcio con Tyler, con este cuerpo que me cargo me y mi perfección tengo de donde escoger.
—¿Y planeas casarte una cuarta vez?
—Por supuesto, la mafia siempre es una vida de arreglos, alianzas y beneficios hasta el día de nuestra muerte, mi primer matrimonio con Beckham el hermano de Caterva fue un arreglo por mi padre y siempre han sido así, no creerás que me casé con Tyler por su puto rostro de mierda.
—Pues ni sus mandatarios serán mejores que yo preciosa— le arranco el uniforme de hospital que se había colocado y le dejo las joyas, saber que mi posición social es baja y que ella está llena de lujos que otros políticos y mafiosos le quieran dar hace que me excite penetrarla más.
La pongo en cuatro agarrándome a su cabello, jalo la cadena de oro llena de rubies caros y la jalo haciéndola mi perra personal.
—Ellos tendrán todo el dinero y poder del mundo, pero tú prefieres a un don nadie en el sexo— la azoto de nuevo contra la seda separándole los muslos para encajarme entre ellos, pero me hace ponerme un condón antes y como siempre lo he hecho con mis amantes no conozco nada más.
Me clavo sin hacerle caso y grita ronco y fuerte. —¿Qué carajo haces? ¡Ponte el maldito condón!
—¡Cállate! A tu edad ya no puedes embarazarte.
—¡Kors i røven! ¡Skidespræller! ¡Røvbanan! — empieza a maldecirme en su idioma natal, se gira y me abofetea.
Tiene el puño muy duro porque me tumba al suelo con pocos movimientos muy bien entrenada. Le tomo la mano con mi fuerza y jalo su cadena empujándola contra mí. Me patea y la someto contra la cama.
Se remueve para liberarse, pero me toma dos segundos abrirle los glúteos, lubricarla y clavarme en su culo por primera vez desde que la conozco. Su gemido casi grito se queda amortiguado por las sábanas.
¡Hija de puta esto es la gloria! Me agarro a sus caderas. — Desde hoy eres mi perra personal Maya.
—¡Erick! ¡Erick! — parece que no puede decir nada más mientras empuja sus caderas contra las mías. —¡Erick!
Los suaves sonidos de sus gemidos son mi recompensa, su cabello raspándose en mi brazo es una delicia, la veo morder la sábana con los choques de mis testículos contra sus nalgas. No dejo de mirarla, empujo mis caderas dentro amando el rebote de sus senos, sean operados o no como dijo Paulina, a mí me encantan.
Empiezo a moverme lento, me aferro a sus curvas gimiendo. Oigo vagamente que tocan, pero mi tiempo gira entorno a Maya. —No debemos seguir viéndonos, esto terminará mal— sigue diciendo eso, pero se abre ambos glúteos con las manos para recibirme con gusto. —Erick, hazlo más rápido... ¡Así!
—Sólo si me dices que me amas.
—Estúpido, idiota, malnacido, haré que te arrepientas, te castraré y daré de comer tus restos a las bestias de Emma— me río cuando me obliga a ir más rápido, tomo su pierna alzándola sobre los cojines y dejo los juegos hasta hacerla gritar con mi potencia juvenil.
—Si no me amas con tu corazón, lo haces con tu cuerpo, te encantan mis penetraciones y a mi cuerpo maduro — sus gemidos empeoran.
—Yo... no soy buena con las palabras —susurra lo que he esperado por semanas, no todo, pero es un avance. —Empiezo a quererte Erick, aunque no debo hacerlo.
Gracias Dios, no puedo vivir sin esta mujer. Me quedo con una sonrísa mientras tocan a la puerta varias veces más la puerta, pero hay gemidos cortos que nos impiden oír. Acelero mis penetraciones y de un momento me da vueltas la cabeza, le relleno las entrañas de su culo y siento su orgasmo con orgullo.
—No tienes que decir más— se tensa con mis palabras, pero sigo besándola hasta que se olvide de sus prejuicios, de las moralidades y del pasado que tanto la atormenta. —¿Quién dice que no podemos amarnos? Hablaré con Alexander para que me dé una solución a tus reglas de matrimonio arreglado y dejaré a Paulina.
Se tensa de nuevo alejándose de mí. —No deberías.
No quiero que vuelva a ponerse celosa. Me río recordando el plan que hice de tener una prometida falsa. —Preciosa, no te enojes, en realidad Paulina no es mi nada.
—¿A qué te refieres? ¿No estás comprometido con Patsy?
Vuelven a sonar los golpes en la puerta y como son los cuartos, ya me desesperan, no quiero que deba salir del paraíso, tomo únicamente mi bóxer y camino a la puerta semi desnudo dejándola tensa en la cama.
Ya no voy a seguir mintiéndole sobre Paulina, si vamos enserio, se acabaron las mentiras.
—Diga— abro encontrando al simio de Ethan del otro lado con su uniforme de siempre, tan arreglado y perfumado el imbécil —¿Qué quieres Ethan?
—¿Maya?
Su voz debe oírse hasta la cama porque escucho el jadeo de Maya y el sonido de las sábanas seguido del de sus pisadas y como se caen algunas de sus joyas —En la cama. ¿Hay algún problema con Alexander o Emma?
Mira mi apariencia, mi cabello desordenado, el sudor de mi frente, el olor que traigo encima y mantengo la puerta entrecerrada para que no pueda ver nada. Carraspea. —Alicia se quedará en el Palacio Roe, mi señora ha pedido que se le prepare una habitación y su tía es la indicada para elegir cual será.
—Ya la informo, pero Alicia no es muy exigente, es mi amiga, la conozco ¿Eso es todo? — digo, pero al instante se abre la puerta y Maya se asoma por mi espalda con la mirada ¿Asustada? ¿Preocupada?
Ethan la mira apenas un segundo. —Eso es todo, pero que sea a más tardar en una hora, lo ordenó mi señora, pasen buenas tardes.
—Ethan — Maya me empuja a un lado con la mirada preocupada.
—Dígame señora Roe— se gira educado.
—No es lo que parece—se apresura ella a decir.
—Si es lo que parece, no le mientas, deja de jugar este maldito juego, ya hemos discutido estar juntos— la tomo del brazo y se jala, el militar no me la va a quitar de nuevo —Hasta las reglas de los matrimonios arreglados por la mafia, díselo, me hablaste de sentimientos ahí dentro, me dijiste que me quieres.
El militar se queda inmóvil mientras hablo, después muy lentamente parpadea y se arregla el comunicador del oído como si tuviera todo el tiempo del mundo para mirarnos, espero a que nos empecemos a liar a golpes o peor aún a que uno de los termine muerte, pero no pierde la compostura.
Maya hace amago de caminar a él y la sostengo. —¡Suéltame Erick! Ethan escúchame, no... no pasó... yo...
—Soy un simple militar bajo su servicio señora Roe, no le pediré explicaciones de su vida privada, no soy nadie para hacerlo.
—No hagas esto de nuevo Ethan— veo por primera vez los ojos de Maya ponerse vidriosos. —No hagas lo mismo que hace años.
El militar me mira y alzo el pecho esperando por el primer golpe, pero nunca llega. —¿Te quiere? — me pregunta a mí, no a ella.
—Me lo dijo adentro.
Ethan baja la cabeza como cuando no hablaba por la muerte de su hija como me dijo Maya y casi siento pena por él.
—¡Cierra la maldita boca Erick! No empeores esto y regresa a la habitación, esta debe ser una conversación privada.
Maya empieza a gritarme, pero Ethan la mira compungido deteniéndola. —Ganaste muchacho, me haré a un lado— me da un asentimiento de cabeza.
—¿Lo dices enserio? — me cruzo de brazos.
—Siempre sé cuándo es mi tiempo de apartarme— mira dentro de la habitación a lo lejos —Siempre he sabido que no soy el único, pero a veces es necesario quedarse un momento más para poder continuar.
Habla de Emilia, no es necesario que lo explique, quería consolarse con Maya por su hija y ahora la culpa se asienta en mi pecho.
—¡Ethan, por favor! —Maya enloquece cuando el militar se da la vuelta y lo sigue por el pasillo casi corriendo cuando lo jala del brazo —Ha sido cosa de un día, una sola vez, te juro no volverá a suceder, te he recuperado después de tanto tiempo, no puedo perderte de nuevo.
Nunca me pareció más un hombre de antaño hasta ahora, que no dice palabras hirientes o da jalones bruscos que podrían tumbarla de un golpe, se comporta como todo un caballero a pesar del dolor que veo en sus ojos.
Ese dolor me abofetea en mi conciencia. —Señora Roe, se terminó, le ruego que no pierda su dignidad por un hombre, no lo vale.
—Ethan, cielo— Maya comienza a llorar por primera vez, quiero acercarme, pero no me deja porque está desesperada por retenerlo —No quería hacerlo, estoy tan acostumbrada a tener mansos que... que ni siquiera lo pensé, fui débil. No esperaba que volviéramos a estar juntos después de tantos años y... yo quería que Jack y Emilia... ellos debían conocerte, pero nunca me dejaste decirles... ¿Qué se suponía que debía hacer?
—Señora Roe— Ethan la obliga a verlo.
—Perdóname, te lo ruego, sólo una oportunidad— pide ella sollozando a punto de tirarse de rodillas frente a él bañada en llanto igualando el mío cuando veo mi error pensando que ella me quería.
El pecho del militar se expande y por un breve segundo veo lágrimas en su mirada, pero sube sus ojos a mí y cierra sus parpados muy fuerte. —Permiso para retirarme señora Roe.
—No, no tienes mi permiso, no me dejes, tenemos dos hijos— Maya finalmente cae de rodillas con un poco de la bata abriéndose por sus pechos. —Logan me obligó a casarme con Beckham una vez que te fuiste, lo aborrecí, pero la organización aceptó el matrimonio y yo no podía hacer nada, era ventajoso para la mafia.
—Deme permiso para retirarme.
—Cuando lo dejé me casé con otro y después Tyler, pero siempre por beneficios y lo sabes, también tuve varios amantes, pero nunca me llenaron sexualmente, siempre te buscaba a ti en cada amante, pero era imposible.
—Suficiente— repite el militar.
—Con el tiempo desarrollé una adicción a los hombres, fuera y dentro de mis matrimonios, Erick es una aventura pasajera, te lo juro, te lo juro por nuestros hijos, te amo desde hace años.
Ethan me mira de nuevo.
—Tus hijos— la corrige en un tono que desconozco y que empiezo a notar que está fingiendo—A sabe con cuantos hombres estuviste antes de decirme que estabas embarazada de Emilia— lo duro de sus palabras hace que Maya deje de llorar y levanta la cara a él. —Yo no creo ser el padre de tus bastardos.
—¿Cómo?
—Lo que oíste, si nunca quise que les dijeras es porque no creo que sean mi sangre, así que bórrate de la cabeza tus fantasías de adolescente y tu complejo de niñata y acepta que ya eres una adulta.
—¿Cómo puede decir eso? — le empuja el pecho. —Mi sangre haría al infamia, nuestro apellido siempre se queda puro, únicamente tenemos hijos con la misma persona, solamente con ellos.
—Yo soy estéril— le suelta —En la guerra de Irak, a todos los nuevos reclutas varones nos esterilizaron a las dos semanas de llegar, soy estéril incluso antes de conocerte a los diecisiete años, quería un pase directo a la mafia, eras muy fácil de manipular, pero no me funcionó el plan cuando te casaron con Beckham— ladea la cabeza.
Miente.
Lo veo en sus ojos, pero Maya está tan enojada que no lo nota. —¡Forbandet! ¡Røvbanan! ¡Te mataré hijo de perra! ¡Juro que te mataré!
Ethan acepta los golpes de buena manera, hasta que ella está por sacar su daga y cuando está por clavársela en el cuello, la toma de las muñecas. El dolor de Maya se ha transformado en rabia, se jalonea y él la suelta.
Pasa a mi lado azotando la puerta de su habitación, sale sacando un collar viejo, una placa de los militares de años, la arroja en la cara de Ethan y vuelve a azotar la puerta. —Síguela muchacho o hará alguna tontería.
—No— me le planto al frente abrumado —Le mentiste, soy abogado, veo tus nervios y tus tics nerviosos en el ojos derecho. Ve tras ella y dile que la amas y que toda la mierda que le dijiste es mentira.
—A mis cuarenta y ocho años, ya no puedo darme el lujo de ofrecer una vida que ni siquiera yo tengo, mi mayor responsabilidad será mi señora, tú tienes la vida por delante, aprovéchala.
Camina, pero ve el collar en el suelo, se agacha a recogerlo y se pasa la mano por la cara, está llorando, pero no se le nota, se lo pasa por el cuello mirando la puerta, no podré vivir con la culpa, quisiera retroceder el tiempo y no haber regresado al palacio.
—Ethan, dile la verdad, eres un soldado no un cobarde. ¿Cómo vas a vivir si la pierdes?
—¿No la amas?
—Ella no me quiere a mí y si la hago infeliz nunca me lo perdonaré, fue una vez de debilidad, ella se dejó seducir, yo la provoqué.
—Si la haces feliz, pero no te has dado cuenta— se va por donde vino y siento como me derrumbo.
No debí aceptar la infidelidad. La habitación está cerrada por dentro y yo sigo sólo con mi bóxer. —Carajo— toco y no abre, paso descalzo por el piso frío, no tengo ropa aquí, me estoy alojando en una pequeña villa de cabañas por el pueblo. —¿Y ahora qué hago?
Me da vergüenza caminar entre los guardias que cuidan y que me vean en pelotas. El ala oeste está llena de habitaciones únicamente para los Roe, el ala donde alojan las habitaciones de Alexander y Emma esta hasta el otro extremo del pasillo.
Además, me acaba de regresar el dolor de estómago, no quiero herir los sentimientos de mi amiga, pero su pastel de frutas sabe a popo de paloma.
Necesito un baño urgentemente. Malditos billonarios, deberían tener señalamientos por todas estas habitaciones, ni que fueran los reyes de Inglaterra. Camino encontrando una habitación con cosas de un hombre delgado.
—¿Qué coño es esto? — la ropa tiene rastros de sangre y hay luces encendidas como si estuviera preparada para alguien.
La curiosidad me gana y me siento en la cama revisando la billetera que trae y cualquier cosa que me diga quien es, encuentro una identificación que no entiendo está en árabe o turco yo que se y no tiene foto.
—Dimitry Hilton Aslan Çelik— leo —Tus padres no te querían, se nota— guardo la identificación y encuentro un fajo de dinero dentro.
Miro a ambos lados que no me vean y me lo guardo en el elástico del bóxer. Se oye un crujido en el armario y me sobresalto. Trato de ver por debajo de la puerta y creo que distingo una sombra.
He visto esto antes en películas de terror, soy chismoso, pero no pendejo. Mejor aquí corrió que aquí quedó. —No sabía que había alguien entro— Alicia sale con una bata de baño.
—¿Qué haces aquí?
Raspara en mi desnudez y me quiero cubrir con un cojín a pesar de que en varias ocasiones ya le he dado y no consejos, pero eso fue antes de enamorarme de Maya. —Me enviaron a una habitación y no pude evitar entrar a la de Bennett— se abraza a sí misma —Cuando me lo dijeron no lo podía creer.
—Sí, lo del suicidio jodió a todos, siéntate conmigo— empuja la identificación y pega sus rodillas a las mías.
—No puedo imaginarme cómo se siente Emma y el señor Roe, ver a su hermano vivo y dispararle... no quiero meterme en estos temas, pero no se alegrarme de ver a Bennett vivo.
—¿Qué? —me levanto con la sangre bombeando en mis oídos. Lo que dice no tiene sentido. —¿Bennett está vivo? — asiente —¿Y por qué coño nadie me lo dijo?
—Está siendo operado, le perforaron un riñón y están buscando a un donador.
—¡¿Qué?! Mierda, me voy unos días y hay chisme fresco, carajo— salgo desoyendo lo que dice —Voy por mi ropa, debo ir a ver a mi amigo, esto debe ser un sueño y cuando Paulina lo sepa se pondrá eufórica. —Creo que yo puedo ser compatible, si Bennett está vivo y me necesita, lo ayudaré.
Toco de nuevo, pero noto que ya el seguro está botado, entro buscado a Maya, pero en la cama no está.
Busco mis deportivas con el ruido de la ducha de fondo. Hay una botella de vodka casi vacía en el suelo y una laptop abierta en su diván. No la molesto o me matará, pero de nuevo la curiosidad me gana y me acerco a ver lo que tiene abierto.
Suena una pequeña música y parecen voces graves, me coloco las deportivas y me acerco cauteloso a abrirla de nuevo.
El video tiene mala calidad, pero se ve que lo arreglaron en un nuevo formato, es casi de cámara antigua, con fecha del cinco de agosto, no dice de que año. —Tercer evento anual de inversionistas ingleses, cede Irlanda— leo y aprieto el botón de reproducción.
Hay una reportera hablando de finanzas, la escena detrás de ella es de adinerados en un tipo de cena como el evento anual actual, pero décadas atrás. No entiendo lo relevante del video más que entender la economía pasada.
Hay un pequeño baile atrás, pero la mayoría de personas cenan. Estoy por cerrar la laptop hasta que mis ojos se dirigen a la versión antigua de mi mejor amigo. Un hombre que tiene cara de malhumorado con una copa de vino y cejas muy pobladas. —Ese patas flacas era Logan— me tapo para evitar carcajearme y que Maya me descubra.
Le hago unas fotos con mi móvil enviándoselas a Jack, Alexander, Paulina y al número antiguo de Bennett, el maldito resucitado querrá echarse unas buenas risas, ya entiendo que lo importante no es la reportera, es la gente a su espalda.
Se me salta el pecho con la joven no más de dieciocho años de rulos castaños casi rubios y ojos verdes que está en la pista con una sonrisa de oreja a oreja y un vestido rojo entallado descubierto por los hombros.
Me dedico a admirarla con vehemencia, Maya es hermosa por su línea familiar y sigue conservado esa belleza de juventud, pero ahora más madura. Le hago varias fotos para mí mismo.
Una la coloco de fondo de pantalla con una sonrísa de estúpido. Necesito que esta mujer se case conmigo.
Escucho la ducha cerrarse y me apresuro a levantarme, pero en un segundo mis ojos reparan en el hombre con el que baila.
Un hombre de ojos grises sin insignias, todavía con el uniforme verde del ejercito militar de nuevo recluta, joven como ella, pero fornido. Muchos miembros bailan, pero estos dos están comiéndose con la mirada y con un brillo diferente, más personal y ella tiene una argolla matrimonial.
No tiene la mirada fiera de Logan que está solo en una de las mesas, se ríe y parece un gesto real como los de Emma, no fingido como los de Alesha. Él se me figura a un veterano viejo, pero su rostro carece de amargura ese año, hasta se arruga la piel de sus mejillas con tanta familiaridad entre ellos.
—Es Ethan— mis ojos se abren más de la cuenta.
—¿Qué carajo ves? — Maya sale desnuda secándose el cabello y me arrebata la laptop.
—Son Ethan y tú en un evento de inversionistas ingleses— quedo petrificado. —¿Logan sabía de lo suyo?
—No sé de lo que hablas.
—Me tomo diez segundos ver el video y entender que traían algo desde esa época, te mintió, tienen como diecisiete años aquí y Jack tiene treinta— hago mis cuentas como buen comunicativo —Ethan aún trae el uniforme de cabo en el video, lo que significa que no iba a su servicio a la guerra todavía ¡Si son sus hijos!
—Tenía dieciocho y por supuesto que lo son, no soy estúpida, soy una Roe.
—¿Entonces cómo pasó? ¿Quiero decir la situación de los hijos y el romance? Era tu amante ¿no? — no quiero incomodarla, pero si me voy a dormir con las dudas, tendré insomnio toda la noche. —Necesito conocer la historia Maya.
Se sienta en el diván mal mirándome. No dice nada, pero sigo viendo una parte del vídeo, la reportera se gira.
—Los matrimonios de esta noche relucen la pista, hasta los más jóvenes, ha sido un buen año para la economía inglesa, regreso contigo al estudio para el análisis.
Mi boca cae abierta y Maya cierra la laptop de golpe con el ceño fruncido. ¿Oí bien? ¿Matrimonio bailando? —¿Qué carajo dijo la mujer?
Sus hombros caen y me preparo para una bomba de información que no quiero oír porque me va a doler. —Beckham no fue mi primer marido, fue Ethan.
¡Carajo! Camino de un lado a otro procesando todo. Soy el tercio de una relación más fuerte de lo que pensé. Donde están mis amigos cuando se necesitan. —¿Y por qué se terminó? ¿Es que no se amaban? ¿No tenía dinero para las alianzas como yo? — me siento junto a ella tratando de ver de reojo si en el video él también tenía argolla matrimonial —. ¿No era un problema que fuera militar?
Su mirada se pierde unos segundos en el video, se ve como acaban de bailar y van a la mesa del piernas flacas de Logan, el cabo se sienta frente a ella y coloca su mano en su barbilla mirándola con adoración.
Maya cierra los ojos y también la laptop. —Era un matrimonio arreglado y Ethan ofreció ser militar infiltrado por la organización de los treinta y dos lideres de ese momento, antes de que nacieran los herederos de mi hermano, pero cometió un error, se enamoró de mí y eso afectó la alianza.
—¿Logan lo notó?
—Y los lideres, por esos años también aparecieron unos malditos agentes del MI6 jodiendo lo demás, era un matrimonio joven como nosotros, Olivia y Robert, esos hijos de perra nos daban un puto dolor de cabeza y mataron a mi madre, que bueno que los matamos años después.
—¿Te obligaron a divorciarte de Ethan?
—Peor aún, me obligaron a intentar asesinarlo o entregarlo al MI6— hay una tortura en sus ojos, no sé si quiero que continue —Lo hice, lo entregué al teniente Wall y lo obligaron a irse a Irak, en la guerrilla dorada, donde se sabía que ninguno sobrevivía y a los nuevos los obligaban a hacer cosas atroces, lo envíe al infierno con tan solo dieciocho años.
—¿Y qué pasó después?
—Lo volví a ver cuándo comenzó a trabajar para Alexander, pero era tarde, ya habían pasado veinte años— casi siento dolor por sus palabras —Y ni siquiera me reconoció hasta que vio a Jack hecho un hombre, yo estaba en mi tercer matrimonio, el ejército y la mafia habían robado nuestras almas.
La abrazo sin poder evitarlo, se tensa, los Roe no son demostrativos, pero quiero protegerla, quiero poder regresar el tiempo y evitar que la mafia dañara a esa joven enamorada. —No lo entiendo, me dijiste que tu familia sólo puede enamorarse una vez y dices que lo amas.
—Que amemos a una persona durante el resto de nuestra vida no es garantía de que estemos con ellos, ninguna unión es para siempre Erick, ni mi maldito hermano permaneció con Meredith ni mis hijos o sobrinos con sus parejas.
—Emma y Alexander no entran en ese jodido molde.
—Ruego porque sea así— no me doy cuenta que se escaparon dos lágrimas solitarias hasta que me toca la cara para quitármelas. —¿Por qué lloras? No seas un cobarde.
Niego con la cabeza con media sonrisa. Me quito el anillo que me dejó en Turquía y clavo una rodilla en el suelo frente a ella. —No dejes que el pasado atormente tu futuro, quiero ser el que quita tu culpa, tu rencor y sobre todo quiero ser el que alivie de nuevo tu alma Maya Roe.
—¿Qué haces Erick?
—Ofrezco para este matrimonio una alianza de lealtad, mis atributos como abogado y en la parte económica, una pequeña fortuna que he estado guardando desde que trabajo, supongo que a mi padre no le importara darme la herencia que me toca, aunque esté vivo.
Veo su sonrísa ladeada a punto de soltar una burla, pero no me detengo. —A la mierda las reglas, la mafia, la política, casémonos preciosa.
Suelta una carcajada sin humor. —Eres de la edad de mi hijo.
Me encojo de hombros. —Siempre quise tener una sugar mommy.
—¿Si acepto dejarás a Penny?
Ya no la corrijo, es su forma de celos a Paulina. —Sólo di la palabra y soy tu fiel esclavo.
—Con mi físico no me sorprende tu propuesta, además no he hecho una indecencia hace tiempo— cruza las piernas soberbia —Tengo cuarenta y siete años y tu treinta y uno, quiero enloquecer a todos un poco— raspa sus perfectas unas caras en la laptop —. Acepto.
Siento un golpe en mi abdomen, no esperaba llegar tan lejos. —¿Aceptas?
—¿Eres sordo además de pobre?
Hecho la cabeza hacia atrás y grito de excitación. Me mira de arriba abajo como una diva y me extiende la mano, paso el anillo plateado por sus dedo anular y a pesar de ser suyo lo mira con desprecio. —Quiero una verdadera joya, no una porquería, tienes dos días para cambiar este anillo.
—Lo que me pidas— le beso la mano y sus ojos se ponen perversos.
—Te metiste al infierno bonito.
—Vengo a saludar al diablo, así como tú me sanaste las heridas, haré lo mismo con las tuyas.
〘 〙
Alexander.
—Abre los ojos— no parpadeo con la luz fosforescente que me da directo a la pupila. Jack acerca los visores a mis corneas, se detiene un momento y anota en la libreta, la luz vuelve a mi ojo izquierdo—. Parpadea otra vez, déjame tomar el instrumental y dime lo que ves, así sea el más mínimo destello.
Siento un soplo leve de aire por el equipo médico. —Nada.
—Vamos a intentarlo de nuevo, tu cornea del ojo derecho también está lastimada, eso no me gusta, al menos de este lado puedes ver, pero ya tengo un diagnóstico para el otro.
—Ya dilo.
—Mi madre te intervino toda la noche y las condiciones siguen siendo las mismas, basándome en la experiencia que tengo con la anfetamina, durante el tiempo que Bennett se drogaba, confirmo tu condición como mi madre.
—Anota las nuevas revisiones para analizarlas después con uno de los especialistas que iba a visitar.
Se pasa la mano por la nuca y respira hondo para empezar a joderme. — ¿Cuándo se lo dirás a Emma? Merece saber que no estás bien como se lo dijiste esta mañana.
Está sucediendo.
Me miro en uno de los espejos que hay al frente, mi expresión es seria, mi barba recortada perfecta y mis ojos se ven igual, pero hay una gran diferencia ahora después del maldito de mi hermano, he quedado ciego de mi ojo izquierdo por culpa de la inyección de anfetamina.
Los cierro y los abro y sólo hay luz en uno. —No lo sabrá, anoche en el ataque del perro, fue lo último que sucedió, estos meses estarán en paz por ella y por mis hijos.
—Primo, estás en desintoxicación, la anfetamina, saldrá de tu cuerpo en días o semanas si tu condición empeora, pero tu vista se jodió no puedes ocultárselo, estás parcialmente ciego de la córnea izquierda, merece saberlo, te inyecto una dosis pequeña porque de lo contrario te jodió la córnea derecha también.
Me quito la intravenosa de medicamento para la desintoxicación y me levanto enojado. —¡Te callarás o lo haré yo mismo permanentemente! ¡Emma no lo sabrá imbécil! — me abruma de nuevo este cambio de visión, incluso me marea.
Cierro los ojos agarrándome de una de las maquinas, los abro y sólo hay luz en uno. Mi respiración comienza a ser desigual, es la combinación de la anfetamina todavía en mi sangre y la ceguera.
Me pego en la frente duro para hacer reaccionar a mi maldito sistema.
—Tu cuerpo no está reaccionando como debería, siéntate, te inyectaré un nuevo fármaco que si sea compatible para que acelere el proceso de limpieza de tu sangre o tus síntomas empeorarán— Jack me tumba en el sillón de nuevo. —¿Has tenido vómitos o convulsiones como anoche?
—Dos veces, me tiembla el puto cuerpo, ponme una dosis fuerte.
—Mejor cambiaré la intravenosa, en unas horas se verá si has desarrollado dependencia por la droga, en todo caso, si comienzas a presentar síntomas de abstinencia, te daremos una pequeña dosis que calme los temblores y la iremos disminuyendo con el paso de las semanas, es un nuevo tratamiento que estoy aplicando, pero no podrás estar cerca de tu esposa.
—¿Por qué no?
—Por tus hijos, la más mínima ingesta de droga en Emma podría afectar su embarazo.
—Ya pensaré en una alternativa.
—Díselo, no debes dudar que ella pasará contigo todas las situaciones posibles, pero si se lo ocultas, cuando te vea convulsionar a mitad de la noche en su alcoba le provocarás un infarto— me clava de nuevo aguja en el brazo y el líquido del nuevo fármaco me quema o quizá es un síntoma de la anfetamina.
—Suficiente, no quiero oír más del tema.
—Eres como una bestia ¿lo sabes?
—Y no me importa.
—Recuerdo que tengo un conocido en el área, voy a contactarlo de nuevo, en mi experiencia, podemos arreglar tu cornea derecha para evitar que termine como la otra, creo que tengo algo por aquí que ayudara— rebusca en uno de los cajones y saca un paquete de una caja, me extiende un objeto negro. Siento mi sangre hervir cuando lo descubro. —Es un parche para que no fuerces la vista del ojos bueno, pero ¿Has considerado un trasplante de ojos?
Pierdo la razón, lo sujeto de su maldita bata blanca y lo arrastro hacia mí con un solo brazo. Comienzo a ahorcarlo con mi codo y se desvanece tosiendo. Lo levanto arrancándome la intravenosa y comienzo a golpearlo airado.
Los médicos de la otra sala y por el ventanal ven lo que hago del otro lado, hasta se oye el miedo en la voz de la maldita doctora Kriss. Ethan entra a la sala a mi arranque de ira sin poder detenerme con sus hombros.
Azoto mi cabeza contra la de Jack, y luego contra el mostrador repetidas veces oyendo el crujido de sus dientes y la sangre que se derrama contra el suelo. Me pierdo en mi enojo por Bennett, por la ceguera y por la mierda que le hicieron a mi mujer en Turquía.
Azoto a Jack contra el instrumental, cerca de las pinzas de operaciones y las tomo perdiendo mi cordura. —¿Te parece que soy un débil ciego y moribundo? ¡Cierra la puta boca o te extraeré los ojos aquí mismo y no verás más a tu hija! ¡Haz tu puto trabajo o lárgate y que venga otro!
No me reclama como suele hacerlo, se agarra la mandíbula rota y contiene la hemorragia que le pude provocar.
—¡No soy un puto débil! ¡No tendré los ojos de nadie más! ¡No usaré tu maldito parche porque no me quedaré ciego! ¡Mataré a cualquiera que se atreva a insinuarlo hijos de perra! — uno de los sirvientes fuera de sala asiente sumisos junto con el biólogo.
Ethan corre alzando la cabeza de mi primo y en medio de mis gritos desesperados noto que tengo la pinzas llenas de sangre, si alcance a rozarle la mandíbula a Jack y creo que se la perforé. —Llama a Maya, de inmediato—manda a uno de los sirvientes.
Me da todo vueltas, me pego en la frente para aclararme el ojo bueno.
La puerta de la sala médica del palacio se abre y mi mujer entra con un vestido de flores nuevo. Debió escuchar la pelea y los gritos de Jack. — ¿Cómo va todo? — da una sonrisa cálida que no alcanza sus ojos porque en ellos hay preocupación y luego miedo mirando a Jack.
— ¡Jack! — el grito de Maya me cala los oídos —¿Le atravesó la mandíbula? ¿Le toco alguna artería? — le pregunta a Ethan sacando unas gasas mientras mi primo jadea.
—Tiene una herida profunda en el mentón, sutúrala, temo que sea una hemorragia— lo sigue sosteniendo con preocupación que no sé desde cuando desarrolló.
Corro contra Ethan con ira de que ayude al biólogo. Uno de los sirvientes se impone y le trueno el cuello pateando su cadáver con mis botas hasta que le desfiguro el rostro. Emma respira entrecortadamente mirando la sangre del suelo, mi rabia vuelve cuando tengo que girar la cabeza para verla y a todos los sirvientes dentro.
Voy a matar a Ethan, se lo quito de encima a Jack y lo jalo del cuello, Maya trata de intervenir, pero estoy hecho una bestia.
—¡Largo de mi vista! — aviento las pinzas contra Ethan —¡Lárguense todos de aquí! — pateo el tubo de la intravenosa y como no parecen acatar mis ordenes saco mi arma apuntándole a Jack paralizando a Maya.
Ethan la tranquiliza y la ayuda a levantar a mi primo que se va quejando con la boca atravesada. La herida es más profunda y su lengua parece involucrada. —Jack— Emma palidece.
—¡Lárgate tú también! — le grito a la de ojos castaños y sube una mirada triste a la mía con lágrimas contenidas. Ethan regresa a tomarla del brazo, pero no logra moverla —¡Que te largues Emma!
—¡Con mi señora no! — Ethan se pone frente a ella.
—¡No pedí tu opinión criado! ¡Empaca sus cosas! ¡Llévatela al palacio pequeño!
Las primeras lágrimas salen a mojar las mejillas de Emma y no habla justo como Jack. Ethan me mal mira, se atreve a desafiarme aun sabiendo que es menos que mis criados de las jaulas. — ¿Está seguro mi señor?
—Me mentiste ¿no es así? Algo sucedió con la anfetamina ¿Qué fue lo que pasó en realidad? — Emma vuelve a hablar.
Enloquezco cerrando los ojos, a ver si la maldita cornea izquierda funciona —Mis putos problemas no son tu asunto, deja de joderme— soy frío y mantengo mi ira a flote para impedirme parecer un marica débil.
—Señora Roe, es mejor que venga conmigo, ya vio lo que sucedió con Jack, mi señor... mi señor necesita tiempo— Ethan la toma del brazo.
—¿Tiempo para qué idiota?
—¿De verdad quieres que me vaya del palacio? — pregunta mi esposa jaloneándose.
—¿Qué no entiendes? — me planto frente a ella atemorizándola con mi tamaño —No quiero verte ¡Largo!
Cierra los ojos con su pecho subiendo y bajando, tragándose unos sollozos que me queman en el pecho y me resisto a las ganas de sostenerla entre mis brazos.
Entonces deja que Ethan la guíe a la salida, pero se gira unos segundos antes con la barbilla alzada —Si cruzo la salida, te juro que nunca volverás a verme Alexander Roe— me advierte abriendo una herida que me quema el pecho y es un golpe duro —. Te juro que me buscarás bajo cielo y tierra por años sin encontrarme a mí y a nuestros hijos, porque si me estás echando de mi propia casa, eso significa que puedes vivir sin mí.
Me da una última mirada y se gira para seguir con Ethan.
—No — mis pies se despegan automáticamente del suelo en ese puto instante para seguirla, empujo a su guardaespaldas y la retengo. Mira mi mano y la jalo a mi cortando mi jodida agonía y ese fuego que encendía con su amenaza. —No— repito sosteniéndola.
—Eso pensé— susurra diciéndole al otro que se vaya. Me alza la cabeza y me mira enojada sin rastro de sus lágrimas. —No vuelvas a gritarme de esa forma o te castraré ¿oíste? — me clava su dedo en el pecho.
—¿Qué no ves que estoy hecho una bestia?
—Quiero que te calles.
Voy a decirle algo cruel, pero alza las cejas y termino asintiendo con el pico cerrado por prudencia. Me jala al asiento de antes levantando la intravenosa, trata de colocármela otra vez, pero lo hace mal. —Es del otro lado de la...— abro la boca y me lanza una mirada fría.
Vuelvo a cerrar el pico.
Soy más alto que ella, dos metros que sobre pasan su altura menuda, pero me toma del cuello levantándose sobre la punta de sus pies, pegando su cara con la mía, doblo el cuello para verla. —Vuelves a arrancarte la intravenosa sin que termine tu desintoxicación y pagarás— me la coloca de nuevo con movimientos bruscos.
Miro el ventanal de los otros médicos donde dos de ellos se atreven a reírse, pero en cuando notan que los veo se giran horrorizados volviendo a sus labores, mandaré a azotarles la espalda a los malditos más tarde.
Emma empieza a recoger todo el instrumental tirado evitando pasar donde hay sangre. Si no llegaba a tiempo iba a encontrar una carnicería completa. —Deja que los sirvientes lo recojan.
Se levanta dejando unas jeringas en la basura y camina hacia mí con las manos en la cintura. —Pensé que eras inteligente, pero ya veo que no, no quiero que converses conmigo, quiero que uses tu tiempo de silencio para pensar como pedirme disculpas por tus gritos, de lo contrario ve haciendo espacio en el sofá para tu maldito cuerpo de bestia.
¿Cómo carajo me amenaza? No hablo porque me recoloco la intravenosa, no por su advertencia.
¿Autos? ya tiene, ¿Joyas de rubies? pueden gustarle, ¿Un yate de lujo en las islas caribeñas? buena opción, ¿Otro par de lobos a su cuidado? no querrá más.
Termina de ordenar y se acerca a limpiarme una herida que tengo en el pómulo por los golpes que le propiné a Jack. Me toma la cara con cuidado y pasa el algodón con más cuidado. —Pensé que estabas enojada.
—Lo estoy, pero eso no significa que voy a herirte el cuerpo más, todavía te amo— dice seria y cuando le alzo la barbilla a la mía se aparta sin besarme. Me toma el rostro y lo repasa de arriba abajo, moviéndome para que le de acceso a todo su recorrido. —¿Cuál es el diagnostico real de la anfetamina? ¿Por qué atacaste a Jack?
—No tiene importancia, ya no se hará una...
—No te atrevas a mentirme Alexander Roe Hilton— suelta y mis ojos se abren de par en par, uso mi puto nombre completo.
Por el rabillo del ojos veo las cejas alzadas de los criados que aún siguen aquí.
—Quiero la verdad nuestro matrimonio siempre debe tener comunicación o...— va a decir esa maldita palabra — divorcio seguro.
—Ni siquiera pienses en utilizar esa maldita palabra otra vez Emma.
—Pues controla tu ira conmigo y no hables de sacarme de mi propio palacio, soy una Roe también— me clava los ojos determinada y jalando mi cabello para que la mire—Soy tu esposa y la madre de tus herederos, no uno de tus sirvientes. ¿Por qué hay un parche en el suelo?
—Pregúntaselo a Jack.
—Te lo pregunté a ti— pasa sus manos por mi frente y siento una caricia suave. —Como no quieres cooperar, sólo piensa en cómo serán tus noches en el sofá, solitario noche tras noche y puedo escaparme mientras tanto.
La tomo por los muslos subiéndola encima de mí. —No vas a dejarme.
—Entonces dime que carajo sucede— me estudia y veo su ceño fruncido. Pasa su mano por mi rostro del lado izquierdo, la mueve o eso creo porque tengo que girarme para descubrirlo. La compresión baña su mirada y respira hondo con preocupación. —¿Cuántos dedos estoy sosteniendo?
Giro la cabeza rodando los míos. —Dos.
—¿Y porque giras el cuello para responderme?
—Porque la droga me arruinó la córnea y se jodió mi ojo izquierdo— digo tan cruel sin darle tiempo a procesarlo. —Ahora tengo un puto ojo sin vida.
Espero su jadeo asustado en cualquier momento. Su enojo baja evidentemente. —Entonces esto provocó todo lo de antes y el ataque a Jack, eso explica lo de la habitación también— susurra en su lugar extrañándome y siento sus dedos en mi pómulo de ese lado.
—Tienes a un maldito ciego inservible frente a ti.
Me toma el rostro estampando su boca con la mía, abre sus labios a mi lengua y lo lleva lento. —Le atravesaste a Jack la mandíbula con unas pinzas y casi le rompes el cráneo con una sola mano a Ethan, mataste a un sirviente, todo eso en menos de diez minutos, ni tú te crees que eres inservible.
—Eso lo dices por compasión.
—La bestia de los ojos verdes no necesita compasión, eres un terco, debiste decírmelo antes — vuelve a buscar mi lengua, no ha empezado a rechazarse por estar mutilado.
—Nadie va a mirarme de esa forma o los torturaré a todos.
—Sigues estando muy guapo, seguro que encontramos una solución o alguna forma de adaptarte de nuevo.
—Ya no puedo verte completa.
—Es un efecto, perdiste parte de tu campo de visión, no estás acostumbrado— me trata con demasiada ternura que me abruma, quiero un golpeteo que saque mi ira, pero Emma mantiene activo su maldito lenguaje afectivo sobre mí. —Quiero que traigan al mejor oculista al palacio— ordena y los sirvientes salen cumpliendo su petición.
—Como ordene mi señora.
—No tienes que ocultarme cosas importantes— me agarro a su cintura y comienza a bajarse mi ira.
Pego mi rostro a su abdomen y me sostiene ahí por un buen rato. Esta mujer va a terminar matándome.
—El MI6 y los otros te quitaron la vista de un ojo para tener una pequeña posibilidad de enfrentarte porque los has matado a todos uno por uno mi amor— me pasa las manos por el cabello relajándome.
—Y aun así no pueden conmigo y mi puta perfección— replico mientras mete sus dedos por las hebras de mi cabello, beso donde están mis hijos por encima de la tela y comienza a masajearme la espalda deshaciendo los nudos de tensión, pasando el frío metal de su anillo de bodas. —Carajo nena, amo ser tuyo, todo tuyo.
La intravenosa se ha terminado, pasa quitándome la aguja y limpiando la zona como debe hacerlo, a veces olvido que estuvo en el equipo médico del MI6 por meses. —Mientras te hacen la revisión de la vista, estarán sin estresarte, pon a alguno de tus inferiores a cargo, como a Caterva.
—No, tengo trabajo y una subaste que voy a sabotear.
Voltea los ojos y mira la caja de antes. La tomo de la barbilla y vuelve apartarse sin besarme, sigue molesta por los gritos. — El parche es caliente, te da un toque más oscuro.
—¿No te vas a poner como Jack a sugerir trasplantes por verme como un misero débil que no soy?
—¿Qué pasa si te digo que un hombre me quiere follar?
Me arranco una intravenosa antes de que ella termine de hacerlo y la tomo del cuello posesivo para que sienta mi argolla matrimonial. —Lo torturo, le quemo el miembro, le arranco las bolas y lo mato poco a poco por ponerte los ojos encima.
—¿Lo ves? El ojo es una parte, el ego y el carácter lo tienes intacto.
—¿En quién imbécil estabas pensando?
Me pega en el pecho. —Deja de hablarme golpeado que con las hormonas disparadas te armo el escándalo del siglo y no habrá ser humano que detenga mi llanto y ni te has disculpado, no te perdono.
Me levanto con ella, miro los vidrios que dejé en el suelo y no han limpiado la sangre, le hago señas a un criado cuando salimos y corre a arreglar el desastre, aún no estoy acostumbrado a tener una mitad de mi vista negra, no mido bien mis pasos en la escalera y sigo mareándome.
Emma me jala hacia arriba con su mano entrelazada con la mía. Bajamos a la Cripta donde está el armamento y la guío por el pedestal que le estoy armando. —Tuyas— señalo.
—¿Qué es esto? — se cruza de brazos.
—Las dos bombas que armé en honor a ti, como regalo por darme a nuestros primeros dos hijos, yo armé cada bomba alrededor de diecisiete horas por día y las he encriptado con piezas rusas, de modo que cada una tiene un maldito alcance de más de catorce kilómetros a la redonda para destruir hasta el jodido país si se te da la gana— le paso la mano por el rostro mientras ladea la cabeza.
—¿Y regalarme flores era tan difícil?
—Te doy todos los putos lujos que te mereces por ser mi mujer y no cosas simples como si yo fuera un don nadie— gruño pasando mis dedos por su tatuaje de lobo en su antebrazo—Eres reina de un imperio de la mafia que ni si quiera eres consciente de que esto se queda corto a todo lo que te daré por el resto de tu vida.
Miro lo nuevo que voy a tatuarme será su nombre, que mi jodido cuerpo se quede pintado de ella. Pasa sus dedos por un detonador que falta armas y mira con sorpresa cada pieza de la enorme mesa.
—Primero los hoteles de Emma Roe a los que no me he acostumbrado y ahora dos bombas que desatarían el infierno, estás loco.
—Por ti.
Se niega a sonreírme y también a besarme por mucho que la veo querer hacer eso. —¿No quieres visitar a Bennett? No han terminado su operación y creo que no hay donador de riñón.
—No me menciones a ese maldito, por mí que se muera— apago las luces de la Cripta y subimos tensos —Mi hijo no se llamará como ese traidor, le buscaremos otro nombre.
—Como digas— vuelve a portarse sensata ¿qué está tramando? —Vamos a la cocina, te prepararé pasta.
Dejo caer mis hombros. —Creí que ya me había disculpado y vas a torturarme.
—Pero si es pasta de caja, solo se añade agua y listo.
—No es sólo la comida, por si no lo has notado las cenas familiares terminan mal, comienzo a creer que los Roe somos el problema— digo y niego al instante —No, son los pordioseros que no saben comportarse como billonarios.
Me arrastra hasta la cocina donde unas horas antes la tenía abierta de piernas gimiendo mi nombre. El recuerdo es placentero y la sigo con más gusto que antes tratando de acercarle las caderas a ese culo respingón.
Sus lobos se asientan en el piso de la cocina siguiéndola a todos lados como la mini humana a mí. Emma toma un delantal colocándoselo y con orgullo miro la pequeña y apenas visible curva de su vientre que alza la tela.
—Nos he inscrito a una clase de padres primerizos en línea, nos darán toda la información y ejercicios que necesitaremos durante los próximos siete meses, las sesiones son todos los días a las siete de la noche, empezamos la próxima semana.
—¿Qué cosa? — tomo la botella de aceite quitándosela de las manos para evitar una purga monumental en mi sistema y preparo yo mismo la caja de pasta. —¿Para qué queremos esa cosa?
—Cariño— me toca la mejilla tierna y le acerco la cadera al vientre de nuevo —Vas a conocer el mejor lado del embarazo conmigo porque si yo voy a sufrir tú también.
—No pienso hacer esa estupidez Emma— casi me revienta la cabeza de nuevo, entre la vista y el estrés, pongo agua suficiente y el fuego de la pasta como un perfecto chef sorprendiéndola con mi perfección.
—¿Dónde aprendiste a cocinar? Si Octavian no estuviera recuperándose se sentiría humillado de lo bien que lo haces.
—¿Acaso hago alguna cosa mal? — extiendo la mano atrapándola contra la encimera que ya han limpiado los criados y tomo una caja pequeña, le quito los pendientes que lleva y me confundo en tratar de ponerle una pieza nueva.
—¿Pendientes nuevos? — sonríe como una mimada.
—Me dijeron que no dejabas de ver las dagas de la traidora adicta cuando la seguiste por el bosque, pero estos rubies son más caros y una pieza exclusiva hecha por nuestro joyero personal— le quito el otro y el frio la estremece.
—¿Cómo me quedan? — se ve en el reflejo del granito blanco.
—Te quiero follar con sólo eso puesto.
Se ríe alejándose de que la clave ahí mismo, pero hace un sonido de satisfacción cuando la azoto cerca de la pasta. —Quiero que me lleves de compras por todo el país para remodelar una de las habitaciones para nuestros hijos.
—¿Qué dijiste? — me distraigo en su culo respingón.
—Hijos.
—Sí, hagamos más nena— se ríe de nuevo y paso a ponerle especias a la mezcla de la pasta y se apoya con los codos para verme trabajar. —Soy irresistible, pero apaga el fuego o incendias la cocina también.
Nos sirvo dos platos y los sirvientes lo ponen en el comedor donde ya no son admitidos estos indigentes que se han alojado en mi palacio. —No somos la caridad, ve corriendo a tus amigos de aquí— le digo a Emma que como siempre se queda sentada en mi regazo.
No le doy a notar el terrible dolor de cabeza que tengo, tener solo un ojo bueno me hace forzar la vista del sano cada vez más. No hay convulsiones, ni temblores, la desintoxicación está funcionando.
—Deja de quejarte de todo, mejor abandonamos el palacio y que se maten entre ellos con tu familia, con la organización y los presos— pide con un brillo perverso que amo —Nos vamos mañana sin decirle a nadie y en unos días estarán suplicando porque regreses.
—Tengo que trabajar en la subasta de mi cadena hotelera con Erick por mucho que odie al pordiosero.
—¿Mis hoteles entran ahí?
—El gobierno confiscará tus posesiones como criminal, pero te protegí con una patente extranjera, nadie te despoja de nada— me ve muy satisfecho, le alzo la boca y va a besarme, pero esa voz tan irritante aparece entre los sirvientes que recubren el comedor.
—Tío Alexander.
Emma se aparta sin besarme y me jalo el cabello. —¿En qué momento mi casa se volvió una maldito albergue?
—¿Qué pasa cariño? — Emma se levanta ignorando mi perfecta pasta y la levanta en brazos trayéndola a mi lado.
Sus ojos están rojos y su nariz goteando. —Es que me duele mucho la nariz— frunce el labio y llora en silencio. Emma trata de inspeccionarla y dice que la llevara a revisión con Maya, pero la mini humana se aprovecha y se ríe lanzándose a mi cuello.
—Emma— miro por ayuda, pero se dedica a reírse.
—¿Me cuentas un cuento tío Alexander? — las lágrimas se le cortan.
—No.
—¿Me das galletas?
—No.
—¿Juegas conmigo y con Kieran?
—No.
El labio empieza a temblarle y Emma la toma en brazos haciéndole cosquillas y mirándome mal —Después de herir a su padre es lo menos que puedes hacer, iremos a verlo en cuanto la pongamos a dormir— me giro para poder verla con mi ojo sano. Emma tiene un brillo especial en los ojos, la carga y la sigo a la habitación que le acomodaron, un cuarto digno de una Roe pequeña.
La acuesta con el cachorro y saca un cuento en nuestro idioma para que la niña empiece a ser bilingüe. Me cruzo de brazos mirándolas de lejos y mi mente comienza a volar, mi esposa me mira y me imagino una versión pequeña de ella con esos mismo ojos.
Cuando vago en una propia versión mía con mis mismos ojos, mi dolor de cabeza regresa. ¿Qué pasará si la anfetamina jode mi otro ojo durante estos meses y no alcanzo a verlo? ¿Qué si no alcanzo a ver a Emma justo como está con la mini humana de Jack, pero con nuestros hijos?
Mandé la última búsqueda por Logan, pero de nuevo, el lago pudo matarlo. Tengo a Sarah y a Meredith en las jaulas para torturarlas, pero todo pasa a segundo término si no puedo ver a Emma en un futuro.
Salgo dejando a Emma susurrarle una canción a Emilia y me quedo mirando una esquina del pasillo con el parche en la mano. Escucho unos pasos ligeros venir, alzo la cabeza y a medias apenas puedo ver a un niño sucio del rostro.
—Tengo frío Alexander— pide en mi demencia.
—Ya no puedo ayudarte, lo hice por años, pero ya no— susurro queriendo apartar la mirada.
—¿Ya no me quieres?
Miro a Emma salir con la mirada preocupada mirando a donde hablo, aparto la mirada y vuelvo a marearme por la falta de vista. —Se durmió con mini Kieran— me pasa la mano por el hombro —¿Quieres ir a ver a Bennett?
Endurezco mi gesto. —No.
—No pude evitar oír, pero venia de camino— la tal Alicia aparece con una bata saliendo de otra habitación diferente a la que le asignaron —Estaba buscándote— se pone roja mirándome y la ignoro tomando a mi esposa.
—¿Qué sucede? — pregunta mi mujer.
—Erick accedió a ser su donante y es compatible.
〘 〙
Cora.
Tres semanas después.
—Voy a comerte están manitas si no dejas a mamá cambiarte bebito— tomo las manitas de Aaron desatando una risita tierna de angelito que cura mi corazón.
—Déjame ayudarte.
—No es necesario James— lo aparto y me centro en besarle las mejillas haciéndolo reír de nuevo —Es que me muero por tenerlo en mis brazos todos los días— no quiero decirle que iré al ala oeste para llevárselo a Bennett.
No es como si las cosas hubieran estado bien estás últimas tres semanas. Entre la operación de Bennett y el accidente de Jack nadie ha reaccionado a Erick y su compromiso con Maya. Hasta yo me quedé en shock cuando lo supe y eso trajo problemas.
Hago una mueca recordado a la mujer latina que visita el palacio Roe tres veces a la semana. Habría preferido que Paulina no entrará en la ecuación.
—Han sido unas semanas tranquilas— James me ayuda con la formula láctea. —Después del ataque se calmó todo con la muerte de Logan y la del ministro Madden.
—Creo que el gobierno atacaba porque tenía la esperanza de que lo soltarán, pero ahora ya no tienen nada para seguirlo haciendo— le dejo a Aaron en brazos un momento mientras entro al cuarto de baño.
Me miro al espejo con las mejillas un poco pálidas todavía, me la he pasado preocupada por mi bebé y su recuperación de oídos para ponerme decente en mi apariencia. Me arreglo el cabello, que se digna a no crecer tan rápido.
Me pongo color en las mejillas y cambio mi ropa holgada por un pequeño vestido de primavera, el clima en Dinamarca ha cambiado y amo salir a los jardines y verlos sin nieve y todo soleado.
A Aaron le gusta estar fuera, oír las aves y la fuente que Emma mantiene encendida. Con James las cosas se han puesto tensas porque no quiero seguir con esa cosa que empezamos en el último mes de embarazo y aunque dice entenderlo, sus expresiones muestran lo contrario.
Ha tratado de besarme y se lo he negado, ha tratado de quedarse en mi alcoba y Emma casi lo saca a rastras con sus lobos dándome ánimos de entender que aquí no puede pasar nada que yo no quiera y que soy dueña de mi cuerpo y de mi mente otra vez.
—Comete estas galletas, a Alicia le ha hecho gracia experimentar con los postres, pero debe quedarse sólo como cocinera— le paso el plato a James que cumple mi petición sin rechistar.
—Te ves hermosa— me halaga y extiende la mano a mi cabello, pero lo piensa mejor y la aleja entregándome a mi bebé. —¿Recuerdas que Octavian la hecho de la cocina cuando supo que llevaba ocupando su puesto por días?
Se me escapa una risa de foca y Aaron se vuelve a reír. —¿A mi bebito rubio, le gusta la risa de mamá? — raspo mi nariz por sus mejillas y le recoloco el chupete que le compró su tía Emma y todos los regalos que le han llegado, me estoy quedando sin espacio y eso que estas habitaciones son del tamaño de un piso londinense.
James se ríe, pero Aaron no.
—Tengo que buscar unos archivos para el señor Roe.
Perfecto. Así podré escabullirme a donde voy casi diario. — Yo... estaré paseando por los jardines con Emma, Aaron ha estado inquieto toda la mañana, se muere por salir. Los ojos castaños de mi bebé suben a los míos como sabiendo que ha sido el angelito mejor portado de todos los Roe.
—Si veo a Millie le diré que las alcance, se pone eufórica si no los encuentra.
Sonrío de lado agarrando cualquier juguete que entrega a Aaron más tarde. —Es muy tierno ver lo feliz que está con su primo, joder, amo a esta familia.
Maya siempre la trae a jugar porque Jack sigue recuperándose, le suben la comida a su habitación y no se le ve ni por el área médica, no sé qué tan grande fue la fractura de su rostro, ni como se la hicieron.
Pero amo a la princesa Millie con sus vestiditos de ballet y lo grande que se ha puesto Kieran. James y yo nos alejamos en el salón y voy saludando a todos hasta que cruzo a ala oeste ansiosa por ver a Bennett. ¿Olvidé ponerme perfume?
Aaron comienza reconocer nuestro recorrido porque mueve las manos inquieto, pero nadie debe saber de nuestra visitas, ya suficiente tenemos con las de Paulina.
Entro y se sienta mejor en la cama. Los rizos castaños han comenzado a recobrar su color natural, sigue sin decirme porque se tiñó. Una de las razones por la que los Roe no se niegan al matrimonio de Maya es porque Erick fue el donante y le salvó la vida.
—¿Cómo te encuentras? — le doy una sonrísa cálida que no me devuelve —Aaron estaba inquieto, supongo que quería verte.
Antes de que pueda protestar le pongo a nuestro hijo en brazos y mientras dejo el bolso en el diván, noto un top de mujer arrugado sobre él. —¿Entonces?
—¿Disculpa?
—¿Te pregunté si no le hace daño a tu hijo estar en una habitación tan cerrada? Ya no deberías traerlo y yo no tengo fuerzas para estarlo cargando todo el tiempo— su voz no suena normal y veo que su cabello está desordenado.
Me muerdo una y de reojo miro la puerta de la ducha cerrada. —Es tu hijo, tendrás que llevarlo en brazos las veces que quiera, además no eres el único, no quiere dormir en la cuna sin mí.
Sigue mi mirada y se pone a la defensiva. Hay alguien aquí. —Pues esa es tu responsabilidad no la mía.
—¿Ha venido Paulina? — pregunto yo al mismo tiempo.
—No y a gente que no conozco debería dejar de entrar a mi maldita habitación— la rabia en sus ojos me duele, pero soy optimista, saco el juguete de Aaron y me siento de su lado de la cama moviéndolo por mi bebito.
—¿Te vas a poner a llorar si seguimos visitándote?
Me mira mal, pero se le escapa algo parecido a una risa que corta automáticamente al darse cuenta, pero Aaron se ríe cómo lo hizo conmigo captando su atención. No lo toma de forma parental, pero como es un bebé pequeño es cuidadoso.
—Comienza a ponerse rubio— vemos el nacimiento de pequeño pelo, mi familia enloquecería si pudiera conocerlo, como la tía Mary y... mi hermano.
Me duele no poder esta con ellos y compartir mi alegría como lo hago con los Roe. Le paso el juguete a Bennett, pero me lo regresa al instante. —Estoy cansado, será mejor que se vayan.
Miro la puerta del baño de nuevo y se me revuelven las entrañas. —¿No quieres pasar cinco minutos más con tu hijo?
Se oye un ruido de algo que se cae en la ducha y ambos miramos. No dice nada y yo tampoco. —Ya te dije que no es mi hijo, no quiero que lo sigas trayendo aquí, estoy retenido como prisionero— me lo entrega casi a empujones y lo tomo con un nudo en la garganta mientras se acomoda en los cojines.
Pongo a Aaron con sumo cuidado en el porta bebé y mir giro a traer el juguete. Mira mi vestido con el ceño fruncido todo el camino. Soy tonta porque le sonrío. —¿Te gusta?
Rueda los ojos en un gesto cínico. —Me parece ridículo que te vistas como colegiala si ya eres madre, tus caderas se han hecho anchas, no te queda con tu nuevo tipo de cuerpo.
Me trago mis lágrimas y acomodo mis cosas. Como todos los días, le dejo una pequeña pintura que hago por las noches, la dejo en su mueble de noche y ni siquiera la mira. —¿Sigues trayendo esas baratijas?
—No son para ti— sonrío triste —Son para mi Bennett, por si un día regresa.
Me giro para irnos y dejarlo con la persona con la que está, pero me toma de la mano y mi corazón late rápido. —Espera— siento una esperanza muy grande —Te quiero hablar de algo, siéntate.
—¿Qué sucede?
—He hablado con el tal Erick y legalmente tengo una identificación inglesa, quiero recuperar ese documento— lo miro con los ojos entrecerrados tratando de adivinar si habla enserio o si me está engañando como cuando dijo que me recordaba.
—¿Volverás a tomar tu nombre real y botarás el que te dio Meredith?
No parece tan real, cuando se la llevaron a otra Cripta lejos de aquí se puso como demente, tanto que le tuvieron que poner una camisa de fuerza para que no se abriera la herida de la cirugía.
—Han pasado muchas cosas—mira a los lejos y por una fracción de segundo se parece a mí Bennett —Quiero recobrar una parte de mi normalidad al menos, así me retengan como prisioneros o pase otra cosa, lo necesito.
—Me parece perfecto, el nombre de Dimitry no te sentaba bien.
Me mira enojado y las dudas de que sea mentira crecen. —Como sea, el punto es que Erick como abogado me hablo de mi aparente condición civil y eso del matrimonio.
—Te dije que era real— me acomodo a su lado más relajada —Verás, incluso cuando él me dijo a mí, no estaba segura de poder...
Levanta una mano interrumpiéndome. —Quiero el divorcio.
Me quedo inmóvil mientras se abre una brecha en mi corazón. —¿Qué? — digo con un hilo de voz que tiende a convertirse en llanto pronto.
—Recuperaré mi identidad legal y todos los documentos que poseo y ya vi el acta de matrimonio— explica —Quiero el divorcio y deslindarme de cualquier unión o contrato prematrimonial firmado, al niño por supuesto que le daré mi apellido, pero tú no llevarás.
Me visualizo esa última vez en Londres donde pintamos a Kieran. —¿Es que hice algo malo?
Se ríe sarcástico. —Mujer, no te conozco, no te quiero, no busques esperanzas donde no las hay, incluso si su mierda de retenerme aquí funciona, es evidente que no estaba en mi juicio para casarme contigo, Erick me lo contó todo, estaba todo drogado, esta vez estoy muy cuerdo y con semanas de abstinencia para saber lo que hago.
Recuerdo como gritaba que tenía un hijo con su mujer y que no nos necesitaba a mi o a Aaron. Soy una torpe niñata de veintitrés años que pasó las últimas semanas viniendo con esperanzas de que las cosas cambiaran.
—Le dije a Erick que prepare el acta de divorcio, abre la gaveta de la izquierda por favor— pide y temo lo que veré si lo hago.
Hay un montón de documentos que no había visto y su antigua identificación. Lo cierro extrayendo el principal que me señala. Leo su nombre y el mío en letras grandes por encima de la fecha y las demandas nupciales.
Me quedo de piedra, esto debe ser un mal sueño, sólo un mal sueño.
—Supongo que la estaremos firmando en unos días o una semana a más tardar los documentos oficiales de tu hijo, así que no es necesario tener el matrimonio valido hasta entonces.
Está decidido, lo veo en su mirada y yo no puedo poner a nadie más en mis prioridades donde está mi bebé. Extiende su mano a un bolígrafo cerca de la cama como si todo este escenario estuviera preparado desde antes y me tiembla el labio.
—Aclaro en el acta que no quiero ningún vínculo legal con el niño, eso no significa que no vele con mis responsabilidades paternales, se le dará una vida digna y un fidecomiso de mis posesiones como un tal Roe que tú administrarás— dice con desagrado el apellido de su familia.
Mis mejillas comienzan a humedecerse mientras sigue leyendo algunas cláusulas que cree que debo saber. —¿Por qué haces esto? Si quieres recobrar la cordura y tu vida de antes ¿Por qué me sacas de ella?
Me mira llorar y veo algo de preocupación pasar por su mirada, pero se pierde como todo lo demás hasta dudo que él sea consciente. —Porque así recuperará todo lo que me rodeaba antes, yo a ti ya no te quiero y no te querré más, no puedo seguir ligado a una mujer y tener el corazón en otra.
Eso me termina de derrumbar y soy masoquista porque necesito saber. Sé que no me dirá nombre o más de lo que quisiera indagar, pero hay una cosa que me detendrá de volver a caer en depresión como cuando lo creía muerto. —¿Ella te hace feliz?
Lo tomo desprevenido por mi pregunta, mira a Aaron como si de verdad lo mirara de verdad. —Mucho.
Se me clavan mil dagas en el pecho, pero entiendo el curso del destino, he perdido a las personas que más amaba, traté de luchar por mantener a mi hermano y a Bennett y al final los perdí a los dos.
Quisiera que cuando toma el bolígrafo pasara como en cualquier película y no lo hiciera, que en los segundos finales se detuviera por alguna u otra razón, pero estampa su firma con aparentes ansias.
No soy fuerte para verlo, agacho la cabeza tirando mis lágrimas silenciosas al piso y cuando me lo extiende me tiemblan las manos, pero no miro su expresión. Un firma cambiará todo y también terminará todo.
El dominio se esfumó junto con el amor y sólo queda un dolor muy grande.
Pero supongo que me lo merezco, no sé porque en este momento recuerdo la primera vez que lo vi en el apartamento de Emma, con una camisa mal arreglada y los rizos peinados con los dedos o la vez que se quedó a dormir en el apartamento porque Emma se fue a Birmingham.
Me faltaría vida para revivir esos momentos, pinturas, la galería, sexo, risas, dolor, desamor, dominio... miro esos ojos sin el brillo de antes. —¿Puedo darte un abrazo antes?
Su ceño se frunce de una forma diferente, casi como si fuera mi... niego con la cabeza sin herirme más. Asiente y corro a abrazar su espalda ancha. Necesito fuerza para hacerlo, necesito tomar valor para seguir con mi bebé.
—Tuve que perderte para luchar por ti— le digo al oído —Pero lucharía otra vez y cien más por lo nuestro sabiendo el final.
Se tensa y le dejo un beso en la mejilla que no es suficiente para nada. Me toma el rostro en las manos con la boca abierta, está jadeando y el corazón le late muy deprisa, lo siento bajo la palma de mi mano.
Su pecho es cálido, eso no cambia. Le tomo los rizos y se sorprende de lo fácil que se pega a mi toque. Esto me dolerá toda la vida, pero no quiere a Aaron, menos a mí y yo no puedo quedarme eternamente en el Palacio Roe.
Me toma de las mejillas respirando con dificultad, debería llamar al médico debe sentir dolor por su recuperación.
—Gracias por darme a mi bello bebé— le acaricio la nariz con la mía cegada de dolor y vuelve a respirar con dificultad. —Acepto los términos.
Me aparto con un dolor en el vientre y en todo el cuerpo y tomo el documento firmando al lado de mi nombre en las tres páginas, ni siquiera detengo las lágrimas que mojan el papel y cuando termino dejo una parte mía en el documento.
—Quizá sea mejor que haya distancia inmediata.
—¿Qué? — apenas y se oye su voz.
—Haré unas llamadas y en unos días recogeré mis cosas— le digo tratando de fingir una sonrisa cálida —Iré a vivir con la tía Mary Gray a Manchester.
—Pero... — carraspea y no le sale la voz por más que tose. —Eso está... muy lejos.
—Ella estará encantada, no te preocupes, regreso a mi país, además mi bebé y yo ya hemos dados muchas molestias aquí— sonrío — Puedes visitar a Aaron estos días si quieres despedirte si no, no hay problema.
Le paso los documentos y se ve pálido, demasiado para ser sano, no sé si es mi imaginación, pero veo un ligero temblor en sus manos cuando los toma, pero ya estoy girándome a mi hijo. Le pellizco suavemente las mejillas haciéndolo reír y eso me da valor para caminar a la puerta.
Me trago un sollozo cuando salgo y cierro detrás de mío rompiéndome sólo hasta que estoy en el pasillo, me tapo la boca para llorar en silencio y no asustara a Aaron. Me fallan las fuerzas. No siento mis piernas, ni recuerdo que pasillo debo tomar para ir a mi habitación.
—Coraline— dice una voz femenina y veo a Paulina venir con un vestido entallado —¿Está despierto? Quiero verlo y no me lo impedirás como los últimos días.
Ni siquiera reparo que no era la mujer del baño, pudo ser cualquiera, una empleada, otra ex. —No tienes que pedirme nada Paulina, yo ya no soy nadie para él— mi voy se pierde en la última frase.
Su ceño se frunce. —¿Estás bien? ¿Quieres que llame a Emma? — pregunta.
Vuelvo a sonreír y niego caminando por el pasillo.
. . .
Cuando Emma fue obligada a irse a Brent lloraba todo el día por haberle disparado a Alexander y una noche Jack la llamó y le dijo algo que se me quedó clavado en la mente;
"Hay historias que no deberían tener un final Emma, pero esta es la vida real y es injusta con los buenos, sólo nos queda revivir esos momentos en los que fuimos felices para poder seguir nuestro camino".
Me agacho dentro de las jaulas. —Hermano— lo que queda de Dylan ni me mira. Vine a despedirme hace una hora, pero me ha escupido dos veces dado que eso es lo único que puede hacer y Sarah se ha reído de mí. —Por más errores que hayamos cometido todavía te quiero Didi, espero que un día la vida nos junte de nuevo.
No puede moverse, pero tampoco me habla y subo mirando a Maya junto a Erick a la puerta donde están las camionetas. —Cuida a mi amiga o te las verás conmigo, recuerda que una mujer embarazada es peligrosa— le advierto al cabezota que voltea los ojos, pero hay algo en su mirada que no distingo, en especial en su ojo izquierdo.
—Si no vienes a mi boda hablaré mal de ti, después crearé un rumor y la ciudad completa te odiará— me advierte Erick y lo golpeo en el hombro.
—¿Por qué están todos en la puerta parece que voy a mudarme al otro lado del mundo? Además, Emma y tus simios asesinos van a llevarme— aligero el ambiente y los Roe se ven aliviados de romper es formalidad.
A excepción de uno que permanece lejos y no sé por qué se levantó. Bennett está detrás de todos sosteniéndose de la barandilla, hace casi cuatro días que firmamos el divorcio, no debería estar aquí.
Ethan guarda la última de mis maletas y Emma sube en la camioneta junto con Alicia, es difícil deshacerme de ellas, a Emma la amo demasiado y mentiría si dijera que no amo que vaya conmigo al aeropuerto porque ya no puede viajar en avión por su embarazo.
El llanto de Millie rompe mi corazón y mi mejor amiga mira por la ventana también. Esla primera vez que veo en semana a Jack salir desde su accidente, tiene un collarín todavía, pero carga a Millie.
Acerco a Aaron a ella y moja su carita con las lágrimas. —Se llevan a mi amigo papi— sostiene el unicornio de peluche más fuerte.
—Debe ir con su madre princesa— veo el esfuerzo que hace Jack por hablar, pero le nota que le cuesta como si su mandíbula se trabará. —Des... despídete.
Millie le pasa el unicornio a Aaron. —Te voy a querer siempre y si puedes llevarte mis dulces, puedes llevarte al señor Wall contigo.
Jack la consuela con una paleta que la hace reírse y dejar de llorar al instante. —¿Estás mejor?
—Me duele la nariz papi.
Suben por las escaleras con ayuda y se acabaron las despedidas a excepción de una. No creo que Bennett se acerque y si lo hace no podré irme. Le ondeo un adiós fingiendo todavía la sonrisa más dolorosa que aprendí estos últimos días. —Coraline— dice cuando bajo la escalera, me detengo a medio camino.
Lo miro una última vez, no creo venir a la boda de Erick y Maya, y por más que me duela quizá cuando vuelva en unos meses por el nacimiento de mis sobrinos ya no esté aquí. Los rizos castaños cada vez se notan más.
Voy a amar a este hombre toda mi vida, no sólo se convirtió en la inspiración de mis cuadros, si no de mi vida también y ni siquiera verá crecer a nuestro hijo, lo rechaza, pero yo lo amaré el doble y le daré el cariño que su padre no le dará.
Camina escalones abajo, aunque no estoy segura que deba hacerlo, se le dificulta, pero no despega la mirada de mi bebé. —Mi hijo.
Sonrío triste y miro otro temblor de manos en su cuerpo. —No hace falta fingir sólo por ser la despedida, yo lo querré lo suficiente por ambos — miro sus ojos una última vez, mi consuelo es saber que los veré todos los días en nuestro hijo, su mini versión rubia. No soy fuerte de mirarlo más. —Encuentra a alguien que te haga feliz y luche por ti.
—Yo no...
—¡Cora de prisa! — grita Alicia impaciente interrumpiéndolo, pero ni así me arrepiento de que ella me tenga que acompañar hasta Manchester por insistencia de Emma. James irá también, pero ambos volverán al palacio en cuanto me instale.
Veo el horror en su mirada cuando me encamino a la camioneta, pero puede que me lo esté imaginando. Subo tomando la mano de Emma y cuando Ethan arranca juro por Dios que se oye el grito de mi nombre con su voz.
—¿Y si ponemos música clásica? — dice Alicia subiendo las ventanillas con Aaron en brazos—Leí en internet que estimula el desarrollo mental de los bebés, eres muy hermoso pequeñito.
—¡Coraline! — se oye otro grito raspado demasiado fuerte a pesar de la música que me deja perpleja.
—¿Qué coño hace? — James maldice mirando el retrovisor, sigo su mirada.
La venda se ha ensangrentado y Bennett corre detrás de la camioneta. —¡Coraline! — cada grito está rasgado de dolor, o culpa.
—No estás cuerdo ¿verdad? Seguro es uno de sus episodios— pregunta Alicia y Emma niega.
Es uno de sus episodios de esquizofrenia, pero todos sabemos que en cuanto pare volverá a ser la piedra fría de antes. Emma me toma de la mano mientras dos lágrimas solitarias corren por mis mejillas y su cuerpo se hace borroso a la distancia.
Sé feliz mi Cupkake.
Hola sexys.
¡Últimos capítulos de Deseo!
¡Que el padre Roe los acompañe al cierre de un gran libro!
¡Los amo tres millones!
-Karla.
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