Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 9

Emma.

Me separo jadeando sintiendo su semen caliente derramarse a chorros dentro de mí.

Jadeo con más fuerza cuando siento que me llena dándome las ultimas estocadas profundas, bajo la vista a donde nuestros cuerpos se unen y veo que poco de su esencia se sale al lado de mi pubis mojando mi tanga y nuestros muslos.

Dejo de mirar relamiéndome los labios con las mejillas calientes y la frente sudada, poco a poco subo la mirada a la suya. Tengo mis manos pegadas a su pecho desnudo y se alza con su respiración pesada alzándome con él también. Nuestras respiraciones son todo lo que se oye en mi auto.

Las palpitaciones de su miembro no terminan llevándome a cerrar los ojos por un segundo para aguantar las ganas que tengo de seguir. Mi mano resbala por una de las ventanillas empañadas y me agarro a sus hombros para no perder el equilibrio.

Eres mi mujer Emma— gruñe con un jadeo masculino caliente repitiéndome lo que dijo antes dándome una última embestida para terminar de vaciarse dentro de mí.

El pecho me da un vuelco por la seriedad con la que lo dice y entonces me doy cuenta de lo que acaba de pasar. Se corrió conmigo montándolo. Lo que tanto me negó durante muchas veces que tuvimos sexo, ahora me lo dio.

—Quita esa cara de espanto, que me oíste bien— se ve enojado de mi reacción a lo que dijo.

Trago grueso mientras me hace sostenerle la mirada que cambia de estar excitado a enojado y furioso, como si le hubiera arrancado las palabras de la boca a la fuerza como esa noche en su cocina.

—No digas estupideces— frunzo el ceño.

Su mujer.

Miro el verde oscurecido alterada. Dejo mi mano en su cabello y pongo la barbilla en su hombro mientras... dos lágrimas silenciosas salen por mis ojos, no puede decir algo como eso. Seth me violó, Jaden trató de hacer los mismo, ¿En qué clase de mujer me convierte eso?

Nos quedamos en silencio oyendo mis débiles sollozos, lo siento tensarse, debo ser peor que una cobarde, pero desde que sucedió lo de Jaden no pensé que podría dejar que alguien volviera a tocarme, pero con Alexander no siento repulsión en mi cuerpo, no siento dolor, ni decepción de mi misma.

Él último pensamiento me hace recordar esa noche y comienzo a contraer mi cuerpo, me tenso y creo que debería apartarme.

—Lo que pasó con Jaden...— digo en voz baja. Quito las manos de sus hombros con inseguridad de que recuerde lo que pasó en esa casa de prostitutas, o que recuerde lo que dije en el hospital.

No debe repetir eso, de ser su mujer ni a mitad del sexo. Lo suelto, sintiéndome diferente, no me había tocado desde esa noche y ahora todo se siente diferente incluso aunque ninguno de los dos lo quiera. No podemos borrar el pasado.

—Nada de eso fue tu culpa— su mano se queda en mi espalda baja.

Paso mi mirada por mis marcas, en mi espalda deben quedar marcas también, marcas que se quedan de por vida.
Me levanto apoyando mis rodillas sobre el asiento de mi Mazda y lo saco de mi interior provocando que los dos hagamos un sonido bajo.

—Lo sé, pero el recuerdo siempre me está persiguiendo la mayoría del tiempo. — aparto la mirada de la suya. —La seguridad del estado está buscando al maldito que me llevó hasta ahí, pero no sé cuánto tiempo va a pasar hasta que lo encuentren.

Esa es información debería ser confidencial, solo Dylan me da las actualizaciones, pero se la comparto a Alexander.

—No puedo— admito en voz baja cuando el silencio se extiende entre nosotros —Quiero esto, pero no puedo confiar en nadie después de lo que pasó ahí. —levanto la vista —Confié en mi padre después que Seth... —miro la ventanilla hacia el estacionamiento —Confíe en Sawyer y me pagó con la peor moneda— l e confío uno de mis secretos más oscuros y lo escucho respirar hondo.

El silencio se extiende entre nosotros, tengo tantas cosas que decir, estoy cansada de quedarme callada. Lo vuelvo a mirar.

—Tengo miedo de lo que eres— quiero ser honesta como dijo Maya.

Todo su cuerpo se tensa debajo de mí, pero esa es la verdad, un día lo vi como un empresario millonario y al siguiente como un asesino. Un asesino a mi favor.

—Pero no tengo miedo de ti— termino en voz baja haciendo que me mire—. Ni siquiera sé a dónde va esto Alexander, no sé cómo me encontraste, no sé ni la mitad de lo que pasó ahí, ni que ocultas.

Quiero decir más, mucho más, pero no quiero ser la única en hablar, quiero que también diga algo, lo que sea.

—No puedo ayudarte entonces— responde seco.

Sé queda en silencio después de esa respuesta corta mirando por la ventanilla. Me limpio las mejillas con coraje y le tomo la cara para que me vea, ahí dentro del bar dijo que no fue solo sexo y ahora va a tener que repetírmelo después de follar.

—¿Entonces qué quieres de mí? — le pregunto cansada de jugar un juego que no nos lleva a ningún lado —. Me llamaste tu mujer ¿Qué demonios significa eso? Sé claro conmigo o termina esto de una buena vez porque yo sí sé lo que quiero Alexander.

Lo quiero a él, pero no puedo arriesgarme a que me lastimen de nuevo, ya fue suficiente. Aprieta la mandíbula y me mira furioso de que le esté plantando la cara de frente.

—Te dije que íbamos a ser claros cuando nos viéramos— trago grueso otra vez sintiendo mi garganta seca —Dentro del bar dijiste que... que no fue solo sexo, entonces dime lo que fue para ti —el pecho me palpita.

Me recorre con la mirada pero no dice nada.

—Si no respondes me voy y esto se terminó definitivamente— le digo seria.

Como no habla, me muevo de su regazo para bajarme, pero sus manos van a mi cintura y me detienen al instante.

Los huesos alrededor de la mandíbula se le marcan, el ceño lo tiene fruncido tanto que se le marca una línea entre las cejas y cualquiera que viera esa expresión con la que me mira diría que si me odia, hasta yo lo pienso.

—Quiero una oportunidad — dice entre dientes enojado.

Mi pecho se contrae de todo lo que he pensado las últimas semanas. —¿Otro acuerdo casual?

—No.

Respiro hondo. Yo también quiero eso, pero necesito saber. —¿Fue solo sexo?— Quiero que lo diga de nuevo. Las lágrimas se cargan detrás de mis párpados y la voz me sale ronca porque estoy cansada de que la vida sea una mierda conmigo.

—Repite lo que dijiste en el bar— me obliga a sostenerle la mirada. Esta todo tenso, debe costarle la vida haber dicho eso.

Me pone nerviosa la forma con la que me mira y no digo más, una confesión por hoy es suficiente. Ya le dije que estoy enamorada de él, no sé por qué quiere escucharlo otra vez. Ahora que estamos los dos solos me queman las mejillas por lo que le grité en el bar.

—Quieres una oportunidad y también yo— lo miro a los ojos y no me pasa desapercibida su expresión enojada por evadir su petición. Bajo la boca y le doy besos castos en la boca cerrada hasta que consigo que entre abra los labios. —Pero ha pasado mucho, así que solo pongo una regla. —lo hago mirarme mientras suspiro. —Hagámoslo poco a poco.

—¿Poco a poco?

—Esto no es un acuerdo casual, vamos a tratarnos con cordialidad como la gente normal hasta ver a dónde nos lleva esto.

Me abrazo a él con cuidado cómo en Brent, como en muchas ocasiones que solo he sido yo la que lo abraza. Sus brazos rodean mi espalda y me atrae a él escondiendo la cara en mi cabello y aspirando cerca de mi cuello acelerándome la respiración.

Me siento como su energía envuelve mía de una forma diferente. —¿Por qué cambiaste el aroma de tu gel de ducha? — su voz queda ahogada por mi cabello.

Me encojo de hombros. —Estuve quedándome en la casa de Luke, no tenía muchas opciones de compra en el supermercado local.

Me debato en decirle sobre la camioneta misteriosa que noté apenas hace dos días, que bien parecía ser de Ethan siguiéndome.

—Es una mierda— medio sonrío y siento la tibieza de sus labios en mi hombro desnudo. —Por eso no te dejé sola.

Lo último que dice me confirma que no me equivoqué con mis suposiciones, ha mandado a Ethan a cuidarme. Una de sus manos va por detrás del asiento tanteando a ciegas hasta encontrar su saco, rebusca en el teniéndome pegada a él. No voy a dejarlo ir fácilmente. Siento la seda pasar entre mis muslos y por mi sexo.

Se le forma una línea entre las cejas mientras se concentra en lo que hace y lo dejo hacer. La única vez que hizo eso fue en Birmingham y de eso ya pasaron varios meses. Me sostiene por la cintura, todavía sobre él. En lo que termina también ayudo metiendo su erección entre su pantalón, No me aguanto a besarlo otra vez mientras le subo la bragueta a medias.

—Estate quieta que todavía no termino — dice cuando dejo de comerle la boca. Su mano resbala por mi vestido y las yemas de sus dedos tocan ligeramente mi abdomen. —¿Todavía tomas la pastilla?

—Sí— me separo reacomodando mi ropa interior cuando termina dejándome con una ceja arqueada por su pregunta y mojándome los dedos por descuido con su esencia caliente cuando apoyo la mano en su muslo para quitarme de encima, pero no lo logro.

Veo el paquete metálico que sobresale de su bolsillo delantero y lo saco con un suspiro. —¿Por qué no lo sacaste?

—No contigo.

Me hago la que no oí lo que dijo, aunque mi sonrojo puede delatarme, y lo aviento al asiento de atrás. —Eso se saca antes del sexo cariño, pero descuida, aun no procreamos a nuestro hijo— digo con ironía y me chupo el dedo que tengo mojado con su esencia.

Me mira fijamente y vuelve apretar la mandíbula, para enojarse es más fácil que dirigir una reunión de negocios.

—Es sarcasmo, parecemos conejos en celo cada vez que nos vemos y si las pastillas protegen la mayoría del tiempo, siempre hay que estar prevenidos. — me pica la nuca estar hablando de esto con él.

Acabo de decirle que vamos a ir poco a poco y ya estamos hablando de hijos. Mierda.

—No soy un niñato Emma, sé lo que hago.

Me quito de encima para colocarme en el asiento del copiloto. El espejo del retrovisor me da una mejor vista de la que tenía cuando llegué al bar. El labial ya no existe, pero si el color en mis pómulos.

—¿Traes a todo tu ejercito contigo? — miro por el estacionamiento buscando sus clásicas camionetas negras de siempre mientras me arreglo el cabello.

—Cállate Emma— gruñe metiéndose el miembro bajo la bragueta, trabajo que yo estaba haciendo, pero no terminé. Le cuesta porque vuelve a estar duro y sospecho que es por la mirada que le dio a mis pechos cuando me estaba quitando de encima.

Sonrío para mis adentros, lo metí en mi auto, follamos y acabo de sacarle muchas cosas dichas. Aunque no es tonto, bien pudo guardarse todo lo que me dijo, pero no lo hizo.

Lo veo reacomodaron su camisa y no es el único que quiere más. Estiro mi mano hasta envolverla en su cuello y jalarlo hacia mí. Cuando lo tengo de frente su mirada se alterna entre mis ojos y mi boca.

—Si quieres que deje de hablar, entonces cállame— mi aliento baila por sus labios.

Baja la boca a la mía y me besa duro dejándome respirar a medias. Su lengua recorre mi labio inferior, pero no le abro la boca a su lengua. Mi mano libre baja por su pecho palpando sus músculos bien trabajados. Aprieto sus bíceps, me encanta su cuerpo, pero me encanta más él.

—Que duros, me encantan— alcanzo a decir entre su boca haciendo que me bese más duro.

Mi mano sigue palpándolo y sigue bajando hasta que toco su entre pierna sobre la tela del pantalón que mojé con mis humedad. Pega la pelvis a mi mano mientras vuelve a chupar mi labio queriendo que le dé lugar a su lengua.

Aprieto el bulto haciéndolo gruñir y luego lo acuno entre mis dedos pasando mi mano de arriba hacia abajo masturbándolo. Gruñe en mi boca empotrándome con mi asiento lo mejor que se pueda en el espacio reducido de mi auto. Pero de repente me alejo deteniéndolo.

Le arranco la boca de la mía jalándolo del cabello y alejo mi mano de su miembro.

—Poco a poco— le recuerdo. —Además no me hiciste gritar como siempre, creo que perdiste práctica.

Le doy otro beso en la boca y como cualquier cosa quito mi mano de su cuello, tomo mi bolso y salgo de mi Mazda reacomodando mi vestido como si nada hubiera pasado aquí dentro. Me arreglo como puedo el cabello otra vez mirándome en la ventanilla de la puerta del copiloto. La otra puerta se abre y un Alexander furioso baja de ahí.

La camisa la trae abierta mostrando los músculos, se la reventé y no va a poder cerrársela, el cabello castaño está también desordenado por mis manos y me gusta que también se vea recién follado.

Camina hasta mi lado volteándome hacia él. —¿Qué haces?

No me responde solo baja la boca a la mía y me empotra contra la puerta del Mazda al mismo tiempo que su lengua entra sin permiso a mi boca haciéndome tirar mi bolso. Sus manos se pierden en el bajo de mi vestido y gruñe pegando su erección contra mi vientre haciéndome soltar un gemido.

—Alexander— jadeo y me agarro a su pecho cuando levanta mi pierna y se rodea la cintura con ella. Su polla se encaja entre mis pliegues.

—Jugaste con el diablo, ahora ve las consecuencias.

Jala el hilo de mi tanga y la rompe por los lados bruscamente. La hace un bulto en su mano y la apoya sobre el techo del Mazda sin soltarla. Deja de comerme la boca con ganas y me gira hasta dejarme con la cara en el auto.

—Voy a follarte el culo tan duro para que grites de verdad. — amenaza en mi oído y sus dedos bajan a acariciar mi sexo. La humedad que había limpiado aparece de nuevo y abro las piernas para que siga. —Lo siguiente que voy a follar van a ser estas— su mano libre amasa mis pechos a su antojo.

El cabello se me pega a la frente y controlo mis gemidos como puedo, aunque es imposible porque sus dedos no se detienen.

Vemos a lo lejos como a la entrada del estacionamiento viene un grupo de personas que recién salen del bar. Vienen riéndose y tambaleándose entre ellos. Me muerdo el brazo para controlar mis gemidos, la presión de su erección encajada entre mis glúteos desnudos y las caricias circulares de sus dedos son demasiado bueno para pedirle que pare.

—¿De quién es este coño? — besa mi hombro desnudo hasta chupar mi lóbulo y morderlo.

Veo a las personas acercarse más, si no paramos van a ver que me está metiendo mano detrás de mi auto. —Mmm— es lo único que logro articular sintiendo como mi libido sube cuando estoy a punto de correrme.

—¡Te hice una pregunta! — Dominante, logré hacerlo hablar, lo follé en mi auto y lo dejé con las ganas, eso lo tiene furioso —¡¿De quién es este coño Emma?! — me asesta un azote rebotando mi carne en su mano y amasándome el gluteo que acaba de azotar.

—Las personas... — trato de decir, pero aumenta la velocidad de su mano y me corta las palabras de la boca —Vienen personas... —  no logro terminar porque ya estoy gimiendo pegándome a su erección en mi trasero suplicando silenciosamente que me la meta.

Puede cumplir su amenaza ahora mismo si quiere. Me arde todo el cuerpo. Pega la pelvis a mi trasero abriéndome los glúteos para que lo sienta bien, está muy duro. Las piernas me tiemblan y lloriqueo de placer.

—¡¿De quién es este coño que voy a follarme Emma?!— vuelve a azotarme el trasero con un gruñido bajo y los dedos en mi sexo me penetran de una sola estocada.

—¡Tuyo! — grito necesitada escondiendo mi cara en mi brazo, paso mi mano atrás a tientas y entierro mis dedos en su cabello —¡Solo tuyo Alexander! — me corro en su mano enterrando más mi cara en mi brazo para callar mis gemidos y que las personas que vienen no los escuchen.

Pero Alexander tiene los planes muy diferentes porque me abre las piernas todavía más y se agacha para meter la cabeza entre mis muslos. La primera lamida de su lengua me dificulta esconder definitivamente mis lloriqueos tanto que me hago daño mordiéndome los labios.

Sigue lamiendo mientras me derramo en su boca, de vez en cuando pasa los dientes por mis labios vaginales hasta que atrapa mi clítoris con ellos y lo chupa a su boca. —¡Di... dios Alexander! — grito con la cabeza echada hacia atrás ya sin importarme que nos escuchen y las mejillas se me humedecen mientras abro más las piernas para darle mejor acceso.

Baja y sube la lengua hambriento de mi, gruñendo bajo hasta que encuentra justo el punto que más loca me vuelve. Bajo mi mano buscando a tientas su cabeza y lo hago quedarse ahí.

—No pares— gimoteo echando la cabeza hacia atrás otra vez, pero eso es justo lo que hace. Para.

Lo miro sobre mi espalda ansiosa porque termine lo que empezó. Me arden los pezones de lo excitada que estoy y tengo mi sexo muy sensible.

—Poco a poco ¿No es lo que dijiste? Esa fue tu regla— me recuerda relamiéndose los labios con mi esencia y me obligo a asentir. —Buenas noches— saluda a las personas que salen del bar como si nada cuando pasan frente a nosotros.

Las mujeres del grupo reparan en su camisa abierta poniéndome molesta y me reacomodo el vestido aun sin creer que se haya detenido.

—¿Te llevo a tu casa? — pregunta cuando pasan de largo los otros. Le veo el bulto de la polla y como quien no quiere la cosa, baja la mano hasta que se lo toca. —¿Qué hago con esto? — pregunta al aire apretándose el paquete.

Metérmela. Trago en seco. Fue mi propia y muy estúpida regla, por eso no puedo reclamar nada. Me tiemblan las piernas cuando me agacho y recojo mi bolso del suelo, veo que todavía tiene la mano izquierda echa en puño con los restos de mi tanga.

—Tengo que pasar al baño del bar primero. — no pretendía que mi voz saliera molesta, pero lo hace, estoy tensa y necesitada.

Carraspea como ocultando una risa. —Aquí te espero— se recarga en el cofre de mi Mazda como un modelo que me cuesta apartar la mirada de su cuerpo.

Consigo que me dejen entrar de nuevo al bar y paso por los pasillos de mala gana con la musica de fondo hasta el conocido tocador de damas. Hago lo propio y me lavo las manos intentando bajarme el calor del cuerpo, pero nada sirve mucho menos sabiendo que Alexander me está esperando.

Me agarro a los bordes del lavabo y me veo con las mejillas rojas.

La vida es una perra.

—La música adentro está muy buena, deberíamos regresar y bailar un poco— le digo a Alexander cuando regreso al estacionamiento encontrándolo dónde lo dejé, apoyado en el cofre de mi auto. Lo hago para molestarlo ya que ni yo tengo buen estado de ánimo para regresar ahí, ni él tampoco.

—Yo no bailo— arquea una ceja y camina el resto del camino hasta encontrarme. —Pero vi a una loca bailar en una fuente ebria una vez.

Alzo la barbilla. —Tú mismo lo dijiste, estaba ebria. Tú deberías bailar sobrio o ebrio así se te quitaría el mal genio que te cargas. — alza la comisura de la boca por mi mal genio y no debería verse malditamente follable.

Sacude la cabeza y su mano va la mía mientras me guía a otra parte del estacionamiento. Veo su Aston Martin negro mientras nos acercamos. Como a tres autos lejos veo una de las camionetas negras. Me parece vislumbrar la silueta de Ethan dentro o la de un hombre grande.

Me agarro a su antebrazo y lo detengo. —Buen viaje, yo me voy en mi Mazda a casa.

—Emma.

—Poco a poco. — le repito para que vea que no es el único que puede jugar con esta regla estúpida y le extiendo la mano agarrando la suya sin que la levante. —Buenas noches Alexander.

—Me estas tocando las bolas— gruñe.

—Ya quisieras, primero llévame a cenar o algo antes de quererme llevar a tu casa.

—Te quiero en mi casa para que hablemos de tu trabajo— me detiene —Independientemente de esto, no puedes botar tu trabajo de la nada, Christopher es un grano en el culo.

Yo ya tengo un trabajo.

—Eso no está a discusión.

—No seas irracional, la carta de renuncia no era necesaria, cuando te vi en hospital hace dos semanas no te corrí de la empresa. El proyecto de Birmingham fue tuyo y Christopher lo llevó a cabo, ya sabes los ingresos que tuvo, ya viste las noticias. — se pone serio —El trabajo es independiente de cualquier relación personal, eso lo sabes desde que tuvimos nuestro acuerdo.

Me relamo los labios que de momento siento secos. Ya estoy trabajando para West B, no puedo mentirle.

—Piénsalo, pero con la cabeza fría y siendo ejecutiva.— no deja de mirarme por lo que no tengo más remedio que asentir.

—Lo haré.

—¿Vas a donde Luke?

—No, tengo un nuevo apartamento, ya estoy viviendo ahí, pero de momento no te diré dónde está porque debemos ir poco a poco— de la camioneta negra sale Ida mirando a su alrededor. Le doy una mirada rápida y vuelvo a mirar a Alexander. —Llámame o algo— digo la típica frase que le das a tus conquistas de una noche y regreso a mi Mazda.

Conduzco por la ciudad con la mente en una nube. Cuando para en la luz roja ciertos los ojos y aspiro el olor que quedó impregnado de Alexander. Estoy dando un salto a lo desconocido y siento esa presión en mi cuerpo como cuando algo me asusta.

Es el tipo de miedo que sentí cuando esa mujer me estaba vistiendo para diversos hombres ricos y también está lo de mi trabajo en West B.

Entro a estacionamiento de mi nuevo edificio aparcando a dos autos del Cadillac negro y cuando dejo mis llaves en la entrada de mi apartamento llaman a la puerta, apenas tengo oportunidad de encender las luces y regreso a la puerta a abrir. Alexander está del otro lado con el saco sobre su camisa rota.

—Felicidades por el nuevo apartamento— levanta una botella de vino ocultando su expresión de satisfacción que no le costó ni una hora encontrarme.

—Gracias — le gruño y hago que entre, mis vecinos no serán como los del anterior edifico, no pienso montar espectáculos aquí.

Era obvio que iba a encontrarme, pero no espere que lo hiciera tan rápido, ni siquiera me dejó quitarme los tacones.

Veo la cosecha de la botella que me trajo y es una botella de Chapel Down, mi vino favorito. Lo miro para saber si lo hizo al propósito, pero se mantiene parado a mitad del apartamento mirando todo a su alrededor como lo hizo Maya. Me ofrece la botella de vino y vuelvo a darle las gracias metiéndola en la nevera.

—Te ofrecería un bocadillo mientras el vino se enfría, pero mis provisiones están limitadas.

—¿Planeabas invitarme a cenar?

La nuca me pica de nuevo y me pongo a reacomodar un florero vacío cerca de la sala de estar. —Solo estoy tratando de ser educada.

Me quita las manos del florero, sus dedos están fríos. —¿Estás hambrienta?

Asiento, ni tuve oportunidad de comer nada antes de ir al bar, tenía un nudo en el estómago, todavía lo tengo, pero es menor que el anterior. Saca el celular y ya está llamando a Octavian. Oculto mi sonrisa cuando pide comida para dos y cuando termina saco dos copas de uno de los estantes.

Le paso el vino para que lo descorche y nos sirve a los dos. Hago girar mi copa y bebo con los ojos cerrados por el placer culinario. Me relamo las gotitas que quedan en mis labios a propósito y lo veo mirarme fijamente.

—Esta delicioso— digo actuando inocente.

Satisfecha con los resultados voy a la nevera a buscar nada en particular y me agacho por cualquier cosa. La mano en mi cintura me hace enderezarme y lo tengo a mi espalda otra vez.

—No juegues a lo que no vas a ganar pequeña seductora— su aliento me roza el oído.

Eso es lo que él cree. Me deshago de su agarre, aunque quiera seguir pegada a él. —Ya es noche— miro mi celular —Creo que deberíamos dejar la cena para otro día, me voy a dormir, ya sabes dónde está la puerta.— la mirada se le desencaja y me cuesta un mundo no reírme —Buenas noches— le beso la mejilla y me voy por el pasillo a mí habitación.

Me quito los tacones de un puntapié y... escucho la puerta principal cerrarse. Me quedo con la boca abierta. Se fue. Mi celular suena y cuando lo reviso es un mensaje suyo. <Poco a poco> Sé está burlando de mí.

Me quito el vestido y me pongo una camiseta de tirantes, las bragas las omito, me dejó a medias y prefiero dormir así.

Por una parte sensata sigo sin creer que esté aceptando mi regla de ir poco a poco. Joder. Me tumbo sobre mi cama mirando el techo, apago la luz de la lámpara y me quedo pensando en todo lo que ocurrió hoy.

Paso mucho tiempo pensándolo hasta que comienzo a dormitar y me alcanzo a cubrir el cuerpo semidesnudo. Oigo ruido, pero no abro los ojos hasta que siento la caricia lenta en mi pierna. Los labios que recorren mi cuello dejando besos húmedos son lo que me hacen jadear.

—¿De verdad creíste que me iba a ir sin follarte?— la voz ronca de Alexander me hace despertarme.

Palpo a mi espalda hasta que retengo su cabeza y volteo para ver que sea efectivamente él y me da una sonrisa ladeada.
Mando mi regla al demonio y me giro hasta que quedo bajo su cuerpo con la boca pegada a la suya.

Sus manos recorren mi cuerpo hasta que agarra mi camiseta. —Sin bragas chica sucia— gruñe acariciando mi monte de Venus que esta depilado para él.

—No puedes dejarme caliente y esperar que duerma bien— digo mordiendo su labio inferior.

Su boca deja la mía y baja por mi cuello chupando la piel sensible. Me sienta sobre la cama y me arranca por la cabeza la camiseta de algodón y mis dos pechos quedan frente a él. Me sienta sobre sus piernas y su boca baja para apoderarse de mis pezones.

Respiro entrecortadamente sintiendo su lengua codiciosa comérselas. —Alexander— gimo jalando su cabello mientras comienzo a frotarme con la erección que tengo debajo. Su mano va a palapas mi pecho izquierdo y lo amasa a su antojo.

—Hoy voy a mandar tu regla de poco a poco a la mierda— me advierte y asiento ansiosa.

Los gruñidos bajos de su garganta me ponen más y levanto su cabeza necesitada y le como la boca enredando mi lengua con la suya. Me agarro a sus hombros desnudos y le jalo la punta del cabello cuando retuerce mis pezones entre sus dedos haciéndome gritar.

Me tumba sobre el colchón y lo veo bajarse el bóxer liberando el miembro erecto. Se lo envuelve con el puño y se masturba mirándome. No aguanto las ansias me pongo en el borde de la cama y lo jalo hacia mí. Me abre las piernas tumbándome de espalda otra vez y se coloca entre ellas.

Siento que el pecho se me abrir, mi pulso salta en mi cuello. Siento como pasa el glande por mi pubis y luego sobre mi clitoris. arqueo la espalda jadeando mientras traza pequeños círculos sobre él. —Estas empapada Emma, mira cómo me la mojas.

Levanto la cabeza y veo cómo su polla se moja cuando la pasa entre mis pliegues. Vuelve,con la tortura de trazar círculos y me vuelvo loca de gemidos. Me está masturbando deliciosamente con su erección. Abro más las piernas, se mete más entre ellas y se inclina hasta que su rostro queda sobre el mío.

Se mueve hacia adelante y ambos gemimos al unísono. —Repite lo que dijiste en el bar— gruñe molesto.

La piel me arde por mi excitación y lo miro fijamente a los ojos tragando grueso. —Estoy enamorada de ti— apenas termino la oración me penetra de una sola embestida haciéndome gritar.

Mis paredes se estiran a su tamaño y sale dejándome vacía, pero solo para volver a entrar. Me agarro a su espalda, sus penetraciones me suben y me bajan contra la cama. Clava una pierna en el colchón y con una mano levanta mi pierna y la pone sobre su hombro para tenerme más abierta.

—¡Si!— se me rompe la garganta cuando comienza a embestirme duro machacando mi sexo.

Jadea ronco y le clavo las uñas en la nuca. Mis paredes se cierran contra su miembro y aumenta la velocidad. Pego mi boca a la suya para apagar mis gemidos, pero me está follando tan duro que nada pueden callarme. Cada vez que sale roza mi sexo, las venas de su miembro las siento más que antes.

Su cadera sube mientras contrae el pecho. Agarra mi otra pierna y me sujeta del tobillo sobre sus costillas antes de penetrarme otra vez.

—Siempre logras ponérmela tan dura Emma— gruñe. Mi humedad resuena cada vez que su miembro entra y sale. —¿Cómo te cabe entera nena?

El vientre me cosquillea y ya no aguanto más. —No sé, pero siempre la quiero entera— gimo agudamente cuando aumenta la velocidad. Sus músculos y sus bolas chocan contra mi pobre coño haciéndome lloriquear.

Muerdo su cuello aguantando la excitación que se me viene cuando me corro inesperadamente soltando una cantidad grande de jugos mojándolo y mojando la sabana debajo de nosotros.

Mira mi sexo con codicia mientras sube mi otra pierna a su otro hombro y me embiste sin piedad haciéndome gritar moviendo mis pechos de un lado a otro hasta que me rellena mientras aún tengo los espasmos de mi orgasmo.

Quedo sin fuerzas sintiendo como me llena. Se tumba sobre mí y me agarro a su espalda mientras baja mis piernas. Me hizo mojarlo todo. Controlo mi respiración y su espalda deja de bajar y subir bruscamente.

Me da cinco arremetidas más y después de tener mi lengua en su boca me agarro a sus hombros envolviendo mis piernas en su cintura, mientras me levanta para limpiar nuestro desastre.

. . .

El sonido ruidoso vuelve a repetirse y no es mi teléfono, es el de él. Me remuevo entre sus brazos para que despierte, quiero seguir durmiendo plácidamente, apenas hace un par de horas que me dejo dormir. Cuando caímos exhaustos.

El sonido vuelve a sonar por toda mi habitación y abro los ojos molesta. —Alexander— digo a medias y vuelvo a caer sobre su pecho desnudo, me aprisiona por la cintura dejando que me acurruque otra vez e ignora la llamada.

Su respiración se vuelve pesada otra vez, pero yo no logro conciliar el sueño porque en cuanto termina la llamada, comienza otra nueva. —Alexander tu celular— gruño de mal humor.

—Ignóralo— ni siquiera abre los ojos, me sube por su cuerpo hasta que mete la cabeza entre mis pechos desnudos y se vuelve a dormir.

El celular vuelve a sonar y abro los ojos molesta. Estiro la mano hasta el mueble de noche donde está su iPhone y respondo la maldita llamada, sin mirar el número. —Hola Alex.

—Estamos en la cama deja de molestar— ni siquiera dejo terminar a la mujer cuando ya le colgué. Cuando la llamada miro la hora, son las siete de la mañana. —Le grité y le colgué— le digo para que después no me eche la bronca por responder sus llamadas.

—Me da igual— se rodea la cintura con mi pierna.

Qué bueno que no discute porque yo tampoco tengo ganas de discutir. Me pego a él con un suspiro largo y volvemos a dormirnos.

No es hasta unas horas después, que me da un mañanero duro para despertar metiendo el glande húmedo en mi coño mientras arqueo la espalda y me come las tetas chupando con su lengua.

Suspiro con los ojos cerrados envuelta en todo tipo de sensaciones placenteras, cada vez que sale me roza el con las venas de su miembro.

El roce es exquisito y me tiene alzando la pelvis para recibir cada una de las penetraciones mientras gruño con la voz ronca por el sueño que ya desapareció.

La cama comienza a golpearse cuando termino en cuatro con la cara enterrada en las almohadas y su esencia caliente se derrama en mis glúteos.

—Buenos días nena— me susurra al oído luego de correrse.

Cuando salimos de mi cama me siento ligera después de haberme corrido. Alexander se mantiene como si nada con la erección dura y solo cuando estoy preparando café en la cocina finalmente se digna a revisar su celular.

La marca de mi mordida en su cuello ya se le puso roja, pero parece que no le molesta.

Me ajusto la tira de mi albornoz y lo veo con su camisa rota. Técnicamente estoy manteniendo la línea de llevarlo poco a poco hoy en la mañana, la regla volvió después del sexo mañanero y Alexander lo sabe.

Le doy una taza de café mientras meto un par de rebanadas de pan en el tostador. Sale a la pequeña terraza a hablar por teléfono y aprovecho para revisar mis correos del trabajo. Le escribo a West B para una reunión el Lunes a primera hora en la mañana y cierro la laptop.

Tengo algo en mente desde que decidí trabajar en West B. Miro a Alexander terminar su llamada y saco la crema batida. —¿Ya pensaste en lo que dije anoche sobre el trabajo?

—¿Puedo darte mi respuesta el Lunes en la tarde?— le doy la espalda para que no intuya nada.

—Si.— lo escucho caminar detrás de mí —¿Cómo diste con este edificio para alquilarlo?— pregunta.

—Cora y yo estuvimos buscando por la zona, algo más caro, pero con más vigilancia.— le doy una mordida a mi tostada.

—¿Has visto a tus vecinos?

Sacudo la cabeza. —Hace solo unos días me mudé, solo he visto a una mujer con un...— detengo mi tostada a medio camino. El perro de la mujer y la actitud de Alexander. —Ay no, Bennett vive aquí.

—Si.

—Vaya— alzo las cejas y le ofrezco una de mis tostadas. Cora lo sabía y aún así quizo venir aquí. —Las coincidencias inoportunas si existen, pero al menos tendré un vecino agradable— sonrío de lado, pero, Alexander no.

—No lo veas por el lado bueno, Bennett es un traidor.

—¿Un traidor?— frunzo el ceño. —¿Por qué?— su expresión lo delata, es algo relacionado con lo que es él. —¿Tiene que ver con lo que eres?

Asiente y no me apetece comer mis tostadas. —Está metido con uno de los socios de los treinta y siete.

—¿De las casas de compañía?— quiero que diga que no, pero asiente. —Dame un momento— le pido para asimilar lo que dice. Me muerdo los labios, pero no soy capaz de seguir escuchándolo. Es difícil hablar de eso cuando yo estuve ahí y ahora saber que Bennett tiene que ver gente que trabaja con esas casas donde tiene mujeres me repugna.

Salgo a la pequeña terraza para tomar un poco de aire y veo una camioneta verde llegar desde la acera. Escucho el timbre de la entrada y cuando volteo veo a Octavian en la entrada. Salgo de la terraza y veo dos platos perfectamente preparados en una charola de comida.

Jugo fresco y fruta. Alexander aparece cuando me meto la segunda uva a la boca y no hay rastro de Octavian. Pone dos platos en la encimera de la cocina y me olvido de Bennett disfrutando de las artes culinarias de Octavian.

〘 〙

Alesha.

Aviento el celular lejos de mi cama cuando la llamada se va al buzón de voz. Aprieto las manos en puños y grito enojada. Maldita puta barata. —¡Maldita!—grito.

—¿Todo bien señora Smith?

—¡Lárgate!

Corro a la incompetente que Logan me dio por secretaria y asistente. Ninguna de las compañías baratas que tiene se compara con Hilton &Ro y ninguna de sus empleadas me sirve.

—Traté de llamar a Alexander y ni se dignó a responderme— le digo a Katherine mi amiga.

Ella como yo estándar del mundo ejecutivo, pero dentro no en la arquitectura, sino en los negocios. Le tengo aquí para que me asesore para desacreditar a Hilton &Roe.

—Mantén esos caprichos a raya porque si uno de los kray te oye y se lo dice a Logan, te vas a poner en aprietos.— se acomoda el saco sobre su piel afroamericana.

—Como si Logan no se metieran con las zorras que le llevan los rusos.

—Mejor concéntrate en lo que vamos a hacer en el siguiente evento. Le prometiste a Logan quitarle la reputación a Hilton &Roe para que Alexander quiebre y como el plan de venderle información a apestaban no funcionó será mejor que nos pongamos a trabajar.

—Lo que Logan quiera me tiene sin cuidado.

Me sirve un vaso de agua. —Llama a Mike y pregúntale por nueva información.

De mala gana tomo mi teléfono mientras dos sirvientas nos sirven comida en mi habitación. Traen queso, fruta y dos margaritas! Una para cada una. Estamos en la terraza del segundo piso con el jacuzzi de fuera, disfrutando del sol. Llamo a Mike que responde tarde como siempre.

—Señorita Alesha. Estaba esperando su llamada.

—¿Qué información me tienes de Hilton &Roe?— voy al grano, no lo deje de espía en la empresa por gusto.

—Una muy jugosa— baja la voz y aprovecho para poner el altavoz y que Katherine escuche —Hace unos días el señor Roe vendió el veinticinco por ciento de sus acciones a un socio danés. Tyler Hilton.

Katherine yo compartimos una mirada.

—La asociación se mantiene privada para el público, solo los ejecutivos lo saben, lo están guardando en caso que la cadena hotelera sea desacreditada por los resientes descensos de los hoteles ecológicos.

—¿Tienes acceso al contrato que firmaron?— pregunta Katherine.

—No, pero puedo conseguirlo.

—Hazlo y ya sabes que vas a recibir una cantidad jugosa cada mes.— le recuerdo y cuando veo las camionetas verdes aparecer en la casa termino la llamada.

—El evento anual de inversionistas ingleses va a querer tener a Hilton &Roe ahí, si conseguimos tener el contrato que firmó Alexander con el socio, podemos preparar una sorpresa que no se espera.

—¿Tenemos tiempo?

—Solo un mes antes del evento— toma su martini estirando las piernas en la tumbona en la que está tomando el sol, pero yo me levanto y bajó al salón de la entrada. Logan viene entrando con los kray.

Desde lejos veo como repara en las tiras de mi bikini. —Querido— me le abalanzo mirando a la estúpida mujerzuela que trajo el ruso mirarnos desde la biblioteca, ni siquiera se acerca ayudarlo, sabe que el lugar de mujer de Logan solo es mío.

Logan me aparta a jalones sin mirarme y entra en su comando que está escaleras abajo casi en dos plantas a la derecha de la otra casa donde tiene a sus amiguitas de compañía. Lo sigo molesta de que me rechazara y veo al calvo de Dmitry en una de las sillas. Hay olor a mariguana en el aire como siempre.

—El MI6 tiene el detonador que dejaron tus hombres en Brent.

—¡¿Cómo putas pasó?!— Logan grita enojado y en momentos como este me recuerda más a Alexander que nunca.

—Ya no están siguiendo el rastro, los vimos ayer en un operativo y se llevaron a uno de los vigilantes de una de las casas.

Logan se va a uno de los escaparates de la parte trasera y saca una de los por armas que exportan los rusos y saca un silenciador de dos milímetros. Me lo entrega en un estuche más pequeño. —Ya sabes lo que tienes que hacer— me exige con la mirada —¿Dónde está esa rata?

—Down Street, ahí tiene asentado un pequeño comando.

Salgo a mi habitación para cambiarme y al salir de la casa salgo escoltada por tres camisetas de los kray. Piso el acelerador por la autopista. Me toma así dos horas llegar a Down Street. Cuando llego aparco a unos veinticinco metros de la entrada más cercana donde el MI6 tiene su comando.

Cuando me llega el mensaje del hacker de Logan que acaba de desactivar las cámaras de la entrada donde está el mugriento, los kray van delante y comienzan a disparar. El Mi6 prende fuego con las armas también, pero yo me mantengo lejos del caos.

Los de chaleco azul sobrepasan en número a los kray, pero no venimos a atacar, solo son de distracción.

Camino por un pasillo vacío acomodando el silenciador en la punta de mi arma y sigo hasta la celda donde está el mugriento, en cuanto me ve se levanta. Levanto el arma y dejo ir el gatillo haciendo que se desplome en el suelo. Salgo de la base y los a kray retroceden.

—Está hecho — llamo a Logan saliendo a la autopista de nuevo.

En vez de tomar la ruta de vuelta a su casa cambio el GPS y pongo la ruta del Score en el buscador porque Alexander puede tener a sus zorra en turno respondiendo sus llamadas, pero la familia es la familia. No entro por el estacionamiento, entro por la recepción y subo al último piso.

Las puertas del elevador se abren dejándome entrar a la estancia y saludo con una sonrisa al ex militar extranjero. —Busco a Alexander.

El sonido del seguro de un arma siendo quitado viene a mi espalda. —Propiedad del lobo— Ethan está a mi espalda.

Alexander aparece en la entrada controlando a sus hombres y no controlo la sonrisa que se me escapa.

—Hola querido.


¡Hola sexys!

No griten, NO GRITEN *risita* porque debemos ir poco a poco...

Feliz cumpleaños a todos los sexys que nacieron en Enero.

¡Los amo tres millones!

-Karla


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro