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CAPÍTULO 8

Emma.

Cuelgo el teléfono terminando la llamada de los empacadores que llevaron las cosas a mi nuevo apartamento, tengo una copia de las llaves y los veré ahí después de mi reunión con West B.

Desde el día que comenzamos la búsqueda de nuevos apartamentos, Cora y yo hemos visitado tres edificios diferentes en diferentes partes de la ciudad y el que elegimos queda en un lugar céntrico con todos los servicios a pocos metros y las calles principales, el precio es elevado, pero sigue siendo accesible para mi cuenta bancaría.

Incluso si consigo el trabajo en West B, podré ir al trabajo caminando, las oficinas quedan a unos diez minutos en auto, a quince minutos a pie, ya me veo caminando con un buen café a la mano y los sonidos de la mañana en Londres. Una mañana perfecta.

Algo que no podía permitirme en Hilton &Roe por su lugar de ceder en la zona céntrica de Londres, pero en las avenidas principales y lujosas de la ciudad. El trafico ahí es demandante y dominante.

—Cora me dijo que adelantaron tu entrevista dos días y vas a ir hoy a la compañía.

Luke se sirve su taza habitual de café, estoy oficialmente en mi último día en su casa, me recuerdo que debo comprarle una botella de vino para agradecerle su hospitalidad y su amabilidad para dejarme quedarme aquí estas semanas.

—Quería desearte buena suerte. — apaga la cafetera —Arrasa con ellos— con la última parte sus cejas se juntan, es muy impropio de él hablar así.

Me río de su vergüenza. —Gracias Luke, si tengo suerte consigo el empleo, lo que es seguro es que hoy me mudo a mi apartamento.

—No hay prisa por eso, desde ahora te digo que no hay ningún problema para mí en que te quedes unos días más.

Suena honesto, pero mi independencia es algo que quiero completamente de vuelta. La entrevista de hoy es un paso más. Incluso si estaba programada para el jueves, West B me envió otro correo electrónico adelantándola un día antes, parecen interesados en mí e intuyo que la noticia del evento en Birmingham de Hilton &Roe es la razón.

Si tenían algún proyecto entre manos o alguna inauguración les va a ser difícil competir con la atención que está recibiendo su competencia con los medios.

—Yo aún no firmo el alquiler del apartamento, así que por mí no te preocupes— Cora deja su plato a medias.

Cuando comencé la búsqueda de mi apartamento hace poco más de una semana, ella decidió que también quería el suyo, ese era su plan original al venir a vivir en Londres, pero nunca lo concretó.

—¿Entonces se quedarán en ese edifico céntrico? ¿No quieren ver más opciones?

—Ya buscamos por todos lados, me duelen los pies de subir y bajar escaleras todos los días. No quiero buscar más. Además, Emma y yo seríamos vecinas, en pisos diferentes, pero vecinas al final de cuentas. — Cora realmente odia caminar por todo Londres, Trafford es una ciudad más pequeña, Londres es como Hilton &Roe contra una compañía pequeña.

Unos golpes en la puerta de la cocina nos hacen volvernos a un Dylan recién levantado. Su visita entre semana me sorprendió más a mí que a todos, esperábamos que llegara el viernes en la noche, si es que llegaba.

Con él nunca se sabe por su trabajo y creo que eso es exactamente por lo que vino, su trabajo.

Su playera esta arrugada, pero su cabello perfectamente arreglado. Entra descalzo y aunque todavía se ve cansado no bosteza.

Insistió en quedarse en un hotel, pero con lo obstinada que es Cora consiguió que pasara la noche en el suelo de la sala de Luke.

—Buenos días Gray— saludo tomando mi café.

Es muy temprano en la mañana, los primeros noticieros comienzan y soy la única de los tres que ya está vestida formalmente, me siento como si ya hubiera regresado al trabajo y siento una emoción interna que me gusta.

Saluda a todos con un gesto de cabeza y a mí me saluda con una caricia en la barbilla mientras Luke sale de la cocina para sentarse como siempre en el sillón de la terraza a tomar su café matutino, tiene ese hábito flojo que no sé cómo nos prepara comida todos los viernes.

—El desayuno está en la mesa, bon appétit.

Sus cejas se juntas. —¿De vuelta al trabajo? — toma una de las tostadas que hice porque no pude quedarme más tiempo dormida y vine a la cocina en cuanto estuve lista.

—Si— sonrío de lado a lado. —Finalmente voy a trabajar y estoy que me muero de los nervios. —Le da una mordida a su tostada y me escucha atento. —No sé si voy a conseguir el puesto.

Sus cejas se juntan. —¿Te despidieron de Hilton &Roe?

—No— olvidé el pequeño detalle que él no sabe nada relacionado a esto. —Estoy buscando un trabajo de medio tiempo, tal vez en el futuro me independice de trabajar en cualquier compañía, para trabajar en una revista internacional, me vendría bien en mi currículo de publicista tener varias referencias de diferentes empresas.

Sacude la cabeza. —Siento que me hablas en chino, dejémoslo en que tienes una entrevista de trabajo— muerde su tostada y se sirve un café como el mio.

—Ya sabemos que tu cabeza de cacahuate no retiene mucho hermanito, no te esfuerces— Cora estira la mano y lo hace sentarse en la silla a su lado. —Ven, tranquilo, está bien que tu cerebro solo lidia con balas y cárceles y cosas por el estilo.

Carraspeo para ahogar mi risa, aunque la mirada ceñuda de Dylan me lo pone difícil y termino riéndome con Cora.

—Eres un grano en el culo. — le gruñe su hermano.

—Ni que tu culo fuera tan grande— contraataca ella y riéndome me siento con ellos para desayunar y matar los nervios de mi primera entrevista de trabajo en semanas.

Después del desayuno Dylan se ofrece a recoger los platos. El reloj en mi mano marca las nueve y me apresuro a ir por mi bolso y las llaves de mi Mazda, me arreglo el blazer negro que llevo frente al espejo y cuando vuelvo a la cocina encuentro a Dylan solo, tomando su tercera taza de café, Cora está al teléfono en la terraza dónde está Luke.

—Tengo que irme no quiero llegar tarde— le aviso abrochándome los aretes, pero me doy cuenta que no son los mismos por más que rebusqué en mi bolso no tengo el par de éste arete pequeño.

Resoplo frustrada y me lo meto en la bolsa del saco antes de ponerme otro par más pequeño.

—Si consigues el trabajo de medio tiempo celebraremos esta noche con una cena y también por tu nueva casa de la que por cierto me prometiste un tour.

—Ya te envié fotos, pero lo tendrás, pero si no consigo el trabajo no quiero hacer a Luke cocinar de balde— le toco el hombro —Mejor compremos comida china.

Hace gesto de estarlo pensando. —Mejor una buena pasta, en un buen restaurante, me lo deben ustedes dos— señala a Cora a través de la puerta de cristal y a mí. —Hoy no creo poder trabajar, tengo la espalda destrozada por el piso de madera. Voy a pedir otro día de baja y hacer mi reservación en el hotel antes que Cora me arrastre al suelo otra noche.

Anoche mientras cenábamos, me hablo de Sawyer, o más bien el rastro que tiene de él, pero no está en Londres por eso, viene por unos reportes y algo más que no dijo. Cosas confidenciales, que no quiero ser cotilla.

Con el paso de los días hablar de Sawyer o Seth sigue sin ser fácil, pero él sabe manejar el asunto y decir las cosas correctas. Me gusta que Dylan sea así.

— Cora ama tenerte aquí, se más condescendiente y quédate — me siento a su lado —No estuviste en su primera exposición importante y te echó de mucho de menos— le pido, aunque después de lo que pasó él ha tratado de mantenerse cerca de ella, lo más que su trabajo se lo permita. —Es más, hoy tienes mi cama para ti, así no tiene que dormir en el suelo.

—¿Tu cama?

—La cama que Luke me dejó, hoy voy a quedarme en mi apartamento.

—No— me hace arrugar la cara. —La cena de hoy va a hacer que se le olvide que se duerme mejor en el hotel que en el piso, además tengo mucho trabajo y unos colegas llegan hoy— estoy por protestar, pero coloca sus codos sobre la mesa y me interrumpe. —¿No tenías una entrevista de trabajo?

Me levanto bruscamente mirando mi reloj. Ya pasaron diez minutos, ya voy tarde. —¡Joder! — saco las llaves de mi Mazda —Te veo más tarde, llámame— tomo mi bolso y me inclino para dejarle un beso de mejilla a modo de despedida.

Su piel liza está fría por el piso dónde tuvo que dormir. Mi bolso se cae al suelo y su tostada se cae también. Me río y los dos nos agachamos por nuestras cosas. Aunque no se ríe, completamente las comisuras de su boca se alzan.

No es un hombre de muchas palabras ni expresiones, pero con el tiempo te acostumbras y notas las pequeñas muestras de cariño escondidas entre palabras.

—Lo siento— me disculpo y con un apretón de hombros lo dejo en la cocina para ir a West B.

El camino es un poco largo por el trafico mañanero y el botón rojo en el tablero de mi auto que me indica que debo llevarlo pronto a una reparación, pero consigo llegar a tiempo para dar una buena imagen.

Las oficinas son grandes y los ejecutivos tienen el mismo estandarte de vestimenta.

West B tiene prestigio en el mercado hotelero, tanto como otras cadenas hoteleras internacionales. El director de publicistas que me recibe a la entrada se porta amable y educado, pero tiene un porte serio.

—Soy Matthew Clark— se presenta con ese nombre cuando estrechamos las manos, el mismo nombre que firmaba los correos electrónicos que recibí.

La única vez que pude tratar directamente con esta empresa fue cuando mandaron a todos esos periodistas sobre mí a la entrada de Hilton &Roe, sabían que yo dirigía el proyecto de apertura de Birmingham y la reunión después de ese incidente fue dura.

Alexander hablaba de traidores que vendieron información de su empresa, o más bien una traidora, eso nadie me lo quita de la cabeza y menos viendo lo que la pelirroja ha hecho últimamente.

Parece que pasó de trabajar en Hilton &Roe a estar en contra de ellos.

—Dígame Emma Brown, ¿Qué piensa de su moral laboral al trabajar en West B? — el hombre que me recibió se reclina en su silla después de los primeros minutos de nuestra entrevista en la que no me ha preguntado mucho de mi experiencia laboral, parece más interesado en mi último empleo y era de esperarse.

—Leyendo los lineamientos con los que se rige la empresa no me queda duda que tienen sus normas bien definidas— le doy un repaso al reglamento que me dio.

—Estuvo meses trabajando en Hilton &Roe ¿Qué la trae a nuestra compañía exactamente?

—Quiero extender mi experiencia laboral e incluso aunque Hilton &Roe tiene ventaja, West B tiene conexiones hoteleras de años que respaldan el nombre de la firma.

Se queda pensando en mi respuesta y mirando mi currículo. —No voy a mentirle, su solicitud de trabajo me sorprendió, hace unas semanas su rostro estaba en los medios enlazado a la competencia y se convirtió en un enigma.

Sé a dónde quiere ir y estoy preparada para recibirlo aquí, sabía que de una u otra manera sacarían el beso de la exposición al tema.

—¿Puede ser más conciso señor Clark?

—Por supuesto— deja la hoja sobre su escritorio y me mira fijamente. —Somos publicistas, nos encargamos de la imagen y del prestigio. Si bien su imagen se dio a conocer por llevar un proyecto en Birmingham de un hotel ecológico, también pude verla en revistas con el dueño de su anterior empresa.

Respiro hondo y espero a que siga antes de hablar.

—¿Su empleo en Hilton &Roe se vio afectado por su intercambio no laboral con Alexander Roe?

Sacudo la cabeza. —No, yo renuncie a Hilton &Roe por voluntad propia, no puedo ser la asistente de un publicista el resto de mi vida laboral, mis aspiraciones y ambiciones me piden que busque más.

—¿Entonces está aquí para quedarse con mi puesto de Director de relaciones públicas? — veo las señales que da, el sarcasmo tiñe su voz y esos gestos remilgados de cejas juntas y media sonrisa me da información sobre él.

Como dijo los publicistas nos encargamos de mantener una imagen y tengo la experiencia suficiente para saber que cuando tienes a un contrincante así, lo mejor que puedes hacer es ponerte a su nivel.

—¿Por qué no?

Logro mi objetivo y se ríe. —Aquí puedes conseguir ser más que solo una simple asistente, por tu experiencia laboral no dudo que sepas hacer lo que haces, pronto West B puede expandir tu trabajo a una de las revistas internacionales más reconocidas que trabajan para nosotros, el Daily Star ¿La conoces supongo?

—Si.

—El que hayas trabajado en una competencia directa en el mercado inglés te hace valorable para el puesto, eres una de las mejores opciones que tenemos, pero no la única. Así que tu respuesta debe ser concisa e inmediata en esta entrevista.

—De acuerdo— acepto.

—Nos eres más útil que los demás candidatos por tu último trabajo eso ya lo sabes— me habla en tono confidencial.

—Firmé un acuerdo de confidencialidad con Hilton &Roe que dura seis meses después de mi renuncia a la empresa.

Sonríe de lado, es un hombre de cabello negro de no más de cuarenta años, es astuto. —Pero hay cláusulas que no implican un contrato y acuerdos o contratos que seguramente viste, solo tienes que recordarlo muy bien, Hilton &Roe acaba de arrasar con su nuevo proyecto y nosotros tenemos uno en puerta y queremos arrasar también.

Me está pidiendo que venda la información de la empresa de Alexander Roe. Me quedo en silencio con el ceño fruncido.

—Tendrás beneficios extras por cada pedazo de información que nos brindes de la competencia y se te ofrecerá un porcentaje jugoso cada mes adicional a tu salario — sigue diciendo cuando ve que no hablo.

Pienso en lo que dice y me molesta que me hable así. —Ah, creo de confunde de persona— tomo mi bolso lista para irme, pero vuelve a hablar.

—Está es mi propuesta Emma Brown— se levanta para detenerme —No serás contratada como una simple asistente de publicidad como en tu anterior trabajo, aquí serás directora del departamento de relaciones públicas de la cadena hotelera West B.

Me quedo en blanco.

—Esa es una oportunidad que ninguna empresa te dará sin años de experiencia laboral. — me pasa una hoja de papel pequeña. —Este es el sueldo mensual que recibirás ejecutiva Emma Brown.

Cuento tres ceros después de la cantidad binaria. Joder. El hombre sonríe satisfecho cuando tomo el papel de su mano.

. . .

Escribo en la lista de las cosas del súper que necesito para llenar la nevera, estoy en mi apartamento que igual que el de Luke, tiene la cocina separada de una pequeña terraza. Los empacadores dejaron el resto de mis cosas en la mañana y hace una hora termine de acomodarlas. El guardia del edificio me entregó las llaves de repuesto que dejaron.

Como dije, el lugar paga un poco más de alquiler que el anterior y una de las razones es porque tiene un estacionamiento en la planta de abajo para los inquilinos. A estas horas de la tarde hay pocos autos ahí, dos camionetas verdes y un Cadillac negro quedaron al lado de mi Mazda.

Al llegar vi a una pareja visitando el apartamento del piso dos que es el que Cora tiene en mente alquilar y se veían muy interesados que pueden ganarle la oferta si no se apresura. Iba tan distraída que cuando me topé con una mujer rubia llena de tatuajes terminé chocando con ella.

Por suerte solo tire la correa para perros que traía en la mano y ella se portó tan amable que me agradó.

La pantalla de la sala de estar, la encendí para tener un poco de ruido a mi alrededor. Revisé ventanas y puertas para poder acostumbrarme con mi nuevo lugar y el silencio me trajo el recuerdo de Seth en mi antiguo apartamento.

Podría poner una serie, pero en realidad no la estaría viendo, así que solo lo dejé en uno de los noticieros. Veo las fotos de Birmingham que pasan otra vez en la pantalla y pensar cómo se sintió el señor Jones cuando logró su objetivo me hace sonreír.

Alexander nunca respondió el mensaje que le envíe, pero voy a presentarme en el Cavern club como acordamos. Respiro muy hondo. Sí, voy a ir a ese lugar.

—¿Tienes algún tipo de obsesión con el tercer piso? — Dylan entra por la puerta con las manos en los bolsillos. —Desde que tuviste tu primer apartamento a los disóciate siempre has elegido el tercer piso.

—Es una coincidencia poco común— me encojo de hombros, no pensé que nadie lo notara.

—No lo creo, pero tu secreto está a salvo conmigo— me guiña un ojo haciéndome reír y le da un repaso a mi lista de provisiones. —Entonces esto es lo que vamos a buscar antes de ir a cenar.

—Lo que voy a buscar— lo corrijo —Cora dijo que ibas a ir a ver las pinturas que quedaron de su exposición a la galería y nos veríamos en el restaurante a las ocho.

—Estuve ahí hace rato y no quiero volver— ruedo los ojos y le doy mi lista de provisiones, si va a acompañarme no voy a quejarme. —¿Ya tienes todo listo?

—Sí, ya estoy oficialmente aquí— saco la botella de vino que compré de camino a casa —¿Crees que a Luke le gusté? Es uno de mis vinos favoritos. No quiero irme de su casa sin darle las gracias con algo significativo.

—Le va a gustar— le da un repaso a la botella —Pero no sé si la idea de quedarte aquí esta noche sea buena.

—Ya tengo todas mis cosas aquí desde hace días, es ridículo que siga en su casa— le doy también la botella para que la cargue, le puse un moño rojo cerca del corcho para que luzca elegante.

—¿Puedes hacerlo? — pregunta y respiro hondo. No fue fácil hace días, pero ahora lo es poco a poco, más sabiendo que él está a cargo.

—Sí— respondo segura con una sonrísa.

—Entonces felicidades por tu nuevo lugar— me atrae hacia sí y me envuelve con la mano que tiene libre.

El abrazo es liberador, su pecho duro por el entrenamiento me aprieta fuerte como su agarre. Me separo todavía con mis brazos sobre él y lanzo una risita cuando su mano va por mis costillas ligeramente en el lugar dónde tengo cosquillas.

—Te ofrecí mi cama, espero que sepas aprovecharla.

—Ni loco duermo en la casa de Luke otra vez. Es bueno para llevarlo por unas copas, pero es mal anfitrión.

—Aquí puedo ofrecerte mi sofá— señalo la sala de estar, pero ya está sacudiendo la cabeza. —El único loco aquí eres tú, tienes dos lugares calientes para pasar la noche y prefieres quedarte en una fría habitación de hotel. — me sigue a la salida y dejo las llaves en el mueble de la entrada como suelo hacerlo.

—Es porque soy educado.

—O un pretencioso que no sabe en qué gastar su dinero.

—¿Acabas de llamar a un agente pretencioso? — su ceño se frunce.

—Espero que eso no vaya contra la ley londinense. — arqueo una ceja y hace cómo que lo está pensando seriamente. —Tienes que estar bromeando— no relaja el gesto. —¿Acabo de incumplir la ley?

—No, pero apúrate porque nuestra pasta espera— me guiña un ojo y le arrugo la nariz por ser tan mentiroso.

Mientras bajamos por las escaleras un perro amarillo pasa corriendo por el pasillo a nuestro lado, pasa muy rápido que apenas alcanzo a verlo. Dylan me hace a un lado y la chica de los tatuajes con la que me topé antes pasa corriendo tras él.

—Lo siento— se disculpa con nosotros riéndose. —Es muy hiperactivo cuando lo saco a pasear sin su dueño y siempre que lo traigo de vuelta a su casa hace lo mismo.

—No hay problema, se ve que le gusta salir— le doy una sonrisa amable.

—Si pudiera viviría en la calle.

Me despido de ella y después Dylan y yo bajamos al estacionamiento por mi Mazda.

〘 〙

Alexander.

—Estás son las imágenes que la revista publicó señor— Amelia me entrega las fotos impresas. —Tiene dos reuniones por la tarde del jueves y como pidió, cancelé todos sus compromisos del viernes.

—El lugar de nuestro hotel en Brent va a ser clausurado definitivamente como pedí, así que encárgate de que mis arquitectos lo sepan.

—Sí, señor Roe— regresa a la pequeña oficina que tiene Erick en su casa.

—¿Por qué trajiste a la pobre mujer aquí? — Erick se lleva el tenedor a la boca, de la comida que pidió al restaurante ya no queda casi nada.

—Te recuerdo que, aunque estamos en tu apartamento, estamos trabajando, quiero dejar este reporte listo antes de irme a Nueva York— dejo la hoja de reportes de cifras sobre su mesa de billar.

—Te va a tomar varios días arreglarlo, es una mierda.

—Como tú.

Se ríe. —¿Ya viste que arrasamos con el hotel de Birmingham? Los medios no han dejado de hablar de Hilton &Roe desde el día de la inauguración y las cifras que te presentaron con el total de huéspedes es la mejor del año como teníamos planeado.

—Sí— respondo con una satisfacción de un hijo de puta. Me satisface que sepan que soy el mejor porque como la mierda que lo soy. —¿Ya encontraste el error de las cifras?

—Aquí— me señala la hoja que tengo.

La comparo con las demás cifras y el porcentaje que falta mientras lo escucho moverse por su salón. —¿Dónde estabas metido el lunes en la noche? Mi padre te consiguió una entrevista con el BBC, que no diste, por cierto cabrón. — me da un vaso de alcohol.

—Estaba dentro de tus pantalones— bebo el líquido asqueroso y se lo doy. —Sirve algo decente, no alcohol barato, pobretón.

—Gáname en una partida y abro la botella de wiskey escoces— me entrega el palo de billar.

Dejo los documentos en la mesa de al lado y aprovecho la distracción para que me quite el dolor de cabeza. Llevamos más de tres horas trabajando en lo mismo y ya estoy estresado. Tomo la pequeña tiza de su caja negra y la froto contra la punta del taco de billar.

Soplo para que se vayan los restos y lo desafío mientras él hace lo mismo que yo.

—Puto si no ganas.

Se ríe maldiciéndome y acomoda las bolas en el triángulo del centro. Mientras está ocupado voy y saco su botella de wiskey escoceses nueva, esto si es calidad, no como la porquería que me sirvió antes.

—¿Qué vamos a apostar? — me traigo la botella conmigo.

—Esa era la apuesta idiota— me la arrebata y se llena el vaso.

—¿Esto? — me mofo de él y saco un fajo de billetes —Cómprate veinte botellas como está y también algo bonito para que uses está noche— le doy una palmadita en la mejilla —Un traje de colegiala se te vería bien.

—¿Esa es tu fantasía sexual conmigo? — se me pega como lapa bajando la voz.

—Contigo no, con tu papá sí— le alzo las cejas y lo empujo lejos pegándole en el pecho. Se tambalea atrás riéndose ronco en su garganta con la cabeza echada hacia atrás.

—Eres igual de cabrón que siempre— se arremanga los puños de la camisa y se planta en la esquina de la mesa, suelta el primer tiro dispersando todas las bolas. Vamos a jugar a bola-8.

Le dejo el primer tiro para que el juego sea interesante. Las bolas se dispersan y Erick ahoga la primera bola negra. —Mal tiro— se levanta.

Hago un sonido desaprobatorio con los dientes y me reacomodo en la esquina apuntando sobre una bola ocho antes de pegarle con la punta. Le doy en el blanco y me gano otro tiro. Voy por otra bola cercana, apunto y la lanzo al hoyo.

Erick se detiene antes de tirar. —Nos hace falta algo aquí— si dice mujeres lo meto a una jaula. —Música.

Toma el control del mando del sonido eléctrico. La guitarra eléctrica suena de preludio y sube el volumen más. Algo que no le critico es la música. Mueve la cabeza hacia adelante y a atrás con un buen metal.

Se planta en la mesa de billar y su tiro se lleva dos bolas. Me mira con desafío y hace una jugada más que no gana. Mi turno. Me relleno el vaso de alcohol otra vez y le muestro quién es el amo aquí.

No es hasta que Amelia se va y ya los dos estamos claramente ebrios que paramos la tercera partida de billar. Terminamos tomando tragos en la barra de su mini bar acondicionado.

—Deja de servir esto— le tiro el vaso de alcohol al suelo.

—Mi alfombra es nueva— balbucea enojado mirando el piso.

—Como tu cerebro, úsalo... — la comida sube por mi garganta —Úsalo pronto o no te van a dar garantía ni devoluciones después. — le saco la última gota a la botella de wiskey. —Maldita sea ya no hay.

—Carajo— me la arrebata. —Esto es lo único que me baja lo caliente.

Me garro otra botella, es de vodka barato, pero igual me sirve. Tengo la verga dura desde hace varios putos días y ni esta mierda ni nada me ayuda. Me agarro el miembro que tengo duro y me lo aprieto mientras Erick se queja de no sé qué mierda.

Me empino la botella y Erick saca un porro de su bolsa. Se lo arrebato y lo prendo antes de ponérmelo en la boca y darle una calada larga. El humo se mete en mis pulmones y lo dejo salir por mi nariz a medias.

Esto es la mierda que me hace sentir bien, no hay nada más, ni, aunque mi mente me diga que soy un cabrón mentiroso. —Vamos a la jaula— me meto el cigarro en la boca jalando más y rebusco las llaves de mi coche.

—¿Cuál jaula? — Erick se tambalea cuando se levanta.

—Las que tienen los treinta y siete.

Frunce el ceño. —Pero ¿Y nuestros invitados?

—¿Qué invitados idiota? Estamos embriagándonos solos

Llaman a la puerta de su casa y me doy cuenta que dejamos el vodka solo en el suelo. Voy a traerlo y cuando regreso veo al jodido traidor en el salón de la entrada.

—¿Qué coño haces aquí?

—Yo lo llamé— Erick se interpone. —Bebemos mejor los tres que por separado.

—Dijiste que eres una emergencia— Bennett lo mira serio.

—Mentí.

Bennett se ve desmejorado, se ve que ha perdido peso y también está ojeroso, pero ninguna de esas cosas me importa porque es un puto traidor. Su mirada baja a mi porro y lo tiro a bajo al suelo apagándolo con la suela de mi zapato.

—Lárgate o te mato como debí hacerlo.

—No tengo nada que perder— se atreve a hablar.

No me ando con mariconadas y me le voy a los golpes. Le asesto un puñetazo en la boca y se la parto, pero él también me da en la cara cuando nos caemos al suelo. Erick no hace más que vernos de lejos con la musica metal todavía sonando en el maldito estéreo.

Le doy con el puño varias veces en las costillas para dejarlo sin aire y me da en el estómago sacándome el aire primero. Descargo un montón de rabia contra él, que por lo delgado que está no puede darme alcance, aunque estoy medio ebrio.

El sudor se me pega a la cabeza y a la espalda. El sonido de un gatillo nos hace detenernos y levantarnos jadeantes. Me agarro de la pared y comienzo a tener pre resaca en la cabeza. Bennett se levanta de forma desigual en su lado con la boca ensangrentada y no falta mucho para que me le eche encima otra vez.

Pero el sonido del arma no es suyo es de Erick que tiene una mini arma de casa en su mano temblorosa, ni siquiera sabe agarrarla. —Dispárame para que le siga partiendo la madre al cabrón este. — me burlo.

Se da cuenta que ni Bennett ni yo lo estamos tomando en serio, entonces cambia el rumbo del arma y se apunta en la cabeza poniéndose pálido. Miro a Bennett y él me mira a mi. Compartimos esa mirada cómplice de años y me suelto a reír como no lo he hecho nunca en mi vida.

Es una risa amarga cargada de pura rabia y enojo. Camino de vuelta al mini bar con la botella de vodka en la mano, seguido de Bennett. Ninguno de los dos dice nada solo me quita la botella y se sirve un vaso.

—Te ves como la mierda, lástima que tu rubia muerta no puede verte para disfrutarlo tanto como yo— alzo las comisuras de mi boca —Hasta que saliste de tu cueva. — me mofo de él y cuando Erick se une a nosotros lo dejo con Bennett.

Me meto al trafico ebrio y con la verga dura a reventar. Miro mis ojos rojos en el retrovisor cuando doy la vuelta en la siguiente intersección y voy en camino a la casa del agente de la rubia como anteriormente.

Cambié las reglas. Si quiere hablar va a hacerlo hoy.

Paro en la acera frente al edificio buscando mi celular, pero no lo encuentro. Un taxi se detiene a la entrada y de él bajan la rubia y el dichoso Luke. A los pocos minutos llega el Mazda azul y baja del lado del conductor el mismo hombre que vi en Brent.

Sale y le da las llaves a un vigilante antes de abrir la puerta del copiloto y que salga ella riéndose. El calor de los celos me revienta la cabeza cuando le pasa la mano por la espalda para que entren juntos.

Ahora entiendo de lo que quiere hablar, seguramente Maya estuvo de entrometida, me río sin humor, quiere una plática motivacional y una despedida emotiva para hacer la estupidez de cerrar el ciclo, como si yo tuviera tiempo para esas tonterías.

No la he visto desde hace unas noches, pero lo que me acojona más es lo que descubro que es un auto de los azules todo terreno con dos hombres más dentro. Vienen por el hermano de Coraline.

Saco el celular y llamo a Ethan. —El Mi6 está en la ciudad, seguramente van a buscar hacer una audiencia conmigo con hicieron en Brent.

Le doy el número de las placas que trae el todo terreno. Los dos que están arriba no se bajan durante el tiempo que los veo. Pongo el auto en marcha y me pierdo de ahí.

〘 〙

Emma.

Mis primeras dos noches en mi apartamento no han sido fáciles, una parte muy pequeña es porque me tengo que acostumbrar al lugar y la otra es porque voy a ver a Alexander hoy en la noche, tenía planeado regresar a Hilton &Roe en su ausencia, pero con todo lo de West B y la cena con Dylan, una cosa llevó a otra y perdí la noción de mis planes.

Así que hoy mataré dos pájaros de un tiro, hablaré con él y después con el señor Jones. Paso la mañana nerviosa y ansiosa y me decido por correr un poco por las calles para matar el tiempo.

Dejo el auto a unas calles cerca del parque otra vez viendo la luz roja parpadear y mientras corro me recuerdo mentalmente que debo revisarlo.

—Me siento nerviosa. — le texteo a Cora cuando salgo de la ducha horas después.

—Puedes hacerlo sexy.

Ni siquiera he tenido oportunidad de comer, siento un nudo en el estómago cuando la hora de vernos se acerca. Opto por algo más sencillo cuando me cambión un vestido corto en tonos plateados.

Vamos a un bar, tampoco voy a llegar con un traje de oficina. Tomo el celular y veo el último mensaje que me dejó hace solo unos minutos.

<Hay una mesa en uno de los balcones de la segunda planta del bar, siempre elijo ese lugar>

Esta vez s mi oportunidad de no responderle como él no tuvo la educación de hacerlo. Me meto en mi Mazda y durante el trayecto me recuerdo que esa debe ser una conversación madura, cosa que nunca hemos tenido, o solo al inicio del acuerdo sexual hace meses.

Si se le puede llamar maduro a una conversación como esa. Paro en una luz roja y piso el acelerador cuando la luz cambia mi auto no avanza.

—No— lo trato de poner en marcha y no lo logro. La luz roja.

Varios autos pasan detrás de mí hasta que uno de los policías de las avenidas se acerca a auxiliarme. Llamo al número de emergencias y en casi media hora ya está mi Mazda en revisión y no tengo más remedio que esperar.

Veo al hombre trabajar en mi auto, puedo ir en taxi, pero prefiero mi auto para sentirme más segura y confiada. Verlo va a ser difícil, no quiero ponerme incomoda.

—Listo madame— dice el hombre sacándome de mis pensamientos.

Cuando por fin me quedo en el estacionamiento del bar respiro hondo, siento las palmas de las manos frías. Bajo el espejo delantero de mi asiento y me veo un poco pálida por los nervios.

Me froto las mejillas para que tomen color y de mi bolso saco un labial rojo que me aplico cuidadosamente. Cierro los labios para que se esparza perfectamente y reacomodo mi cabello una vez más.

Antes que se me vaya el coraje me bajo del auto y camino a la entrada, me toca hacer fila como todos los demás demorándome casi veinte minutos en entrar. La musica comienza a escucharse desde fuera y los recuerdos se hacen presentes.

Por el incidente de mi auto y la fila de la entrada, ya voy más que tarde, pero esto no es una reunión de trabajo.

Todo está como está igual como en esa noche. Miro por todos lados buscando a Alexander, releo el mensaje que me dejó y voy a los balcones dónde están las mesas individuales y la segunda barra de bebidas.

El corazón me martillea y no es por la música. Me alzo sobre mis tacones negros mirando las mesas individuales vacías, solo hay gente bailando, pero nadie sentado. Reviso que estás sean las indicaciones y lo son.

Ya pasa más de una hora de las ocho. Se fue. o peor, ni siquiera vino. Ignoro la punzada de decepción que me da en el pecho con ese pensamiento y pongo mi bolso corto en una de las mesas vacías mirando a mi alrededor para comprobar que efectivamente no está.

Uno de los meseros me ofrece una bebida y la rechazo, es ridículo quedarme aquí esperando en vano. Tomo mi bolso, pero veo que a un lado hay algo pequeño y blanco.

Lo levanto y al mismo tiempo que lo hago lo siento venir a mi espalda.

—Eso que tienes ahí estaba en mi casa, por lo tanto, es mío— dice sobre la música tensando mi cuerpo.

Con valor que no tengo me giro para encararlo, la imagen vivida de su traje es como un recuerdo de la primera vez que lo vi en persona y no en una revista. Los ojos verdes los tiene cansados, pero la expresión molesta.

Le da un repaso a mi rostro y cuando me mira a los ojos aprieta más la mandíbula.

—Es mi arete— digo alzando la mano, es el arete que le dejé la última vez que estuve en su casa antes que Seth me encontrará.

Su mano sube y ni siquiera la punta de sus dedos me toca cuando me lo quita de las manos y se lo guarda en la bolsa interna del saco. Mira a nuestras espaldas, pero regresa la mirada mí. Nos quedamos así de frente, no hace un esfuerzo por bajar la mirada sabiendo que es más alto que yo.

—¿Te vas a sentar o "hablamos" parados? — arquea una ceja negra remarcando la penúltima palabra que dice.

Vuelve a mirar a mi espalda y cuando sigo la mirada veo a una mujer en la barra mirándonos. Es pelirroja y alta, parece irlandesa. Me siento en la mesa dónde dejé mi bolso y como son asientos circulares termina sentado a mi lado.

Probablemente este es el peor lugar para tener una conversación, la música está a tope con las risas y lo demás, pero también ayuda a los silencios incomodos. Otra vez vuelve a acomodarse frente a mí sin siquiera rozarme.

Me meto un mechón de cabello detrás de la oreja y sigue el movimiento igual de serio. Espero a que hable, pero parece una tumba. Una mujer se acerca a nosotros. —¿Les ofrezco una bebida?

Alexander no habla ni, aunque lo miro. —Un Martini— lo vuelvo a mirar para que pida algo y no lo hace. —Un vaso de wiskey escoces también— le pido a ella amablemente y se retira.

Eso es lo que siempre bebe y como no replica porque haya pedido antes que él, nos quedamos en silencio otra vez. Se ve que no piensa hablar ni por el mensaje que le envié. Siento su indiferencia en todo su aura, está a la defensiva, también veo su frialdad cuando me habla y me duele en el pecho.

—Deja de mirarme así— gruñe.

Su tono de voz es bruco y me doy cuenta lo idiota que estoy actuando. No estoy tratando con el Alexander que vi las últimas semanas, estoy tratando con el empresario Alexander Roe.

La mujer trae nuestras bebidas, pero ninguno de los dos toca la suya. —Te pedí wiskey escoses— digo en un intento de que beba un trago para que relajemos el hielo que hay entre nosotros.

—No bebo porquerías baratas— responde automáticamente.

—No sabes ni siquiera si es barato o no.

—Querías hablar— me interrumpe. —Hazlo.

—Sí— dejo de torturarme a su actitud distante y voy directa al tema.

Esta es la razón que me trajo aquí, Maya dijo que me estaba lastimando ocultado las cosas y quiera o no, tiene razón.

—La última vez que tuvimos una plática así fue cuando terminé el cuerdo casual— alzo las cejas —Independientemente de lo que pasó en ese tiempo, lo terminamos con seriedad.

—¿Lo que pasó? — inquiere con una ceja alzada.

—Con Alesha— le recuerdo. —Acordamos exclusividad, los dos dijimos cosas hirientes y muchas cosas estúpidas más, actuamos de forma inmadura, pero eso ya quedó atrás— añado cuando no lo veo hablar y miro a nuestro alrededor.

Este no es un buen lugar para hablar de la última noche con Seth, cuando entró y mató a Jaden. Hay muchas personas aquí para saber en lo que está metido.

—Me di cuenta que nunca te di las gracias por lo que hiciste con Jaden, estaba... — resoplo —Fue como... como quitarme una tela de los ojos que me mostro algo que no conocía, tanto que me olvidé de lo que habías hecho por mí, cuales hayan sido tus razones — levanto la vista a él —Gracias Alexander.

No dice nada, solo se queda ahí en su lugar. Parece que estoy hablando con una pared vacía.

—También nos diste nuestra libertad y te aseguro que no vamos a hablar nada respecto a tu empresa, pase lo que pase Cora y yo sabemos las consecuencias de abrir la boca.

—¿Qué más? — pregunta como si estuviera aburrido de mi platica y me pican los ojos.

¿Qué más? Que me estoy muriendo por dentro porque me enamoré de él y que esta despedida me está costando tragarme un nudo en la garganta. ¿Por qué no reacciona a nada de lo que le digo?

—Que no juzgo lo que eres, sea lo que sea, el mundo es peor de lo que imaginamos a veces. Ayudaste a Cora, me ayudaste a mí.

—Ya entiendo, es una despedida— se lleva el vaso a los labios y le da un trago largo.

—Sí— respondo y otra vez voltea la mirada a dónde estaba la pelirroja extranjera.

—¿Y cómo va tu nueva vida lejos de toda la mierda que hay? Cuéntame.

Frunzo el ceño. —Perfecta.

—Eso me imaginé— dice con recelo vuelve a darle un trago al wiskey.

No sé a qué viene sus comentarios, pero están fuera de lugar quiero que la conversación sea madura, que los dos hablemos de forma coherente.

—¿Tienes algún problema?

—Ninguno Emma, por favor continua con "la despedida".

Respiro hondo ignorando su tono sarcástico. —Esto no tiene que quedarse como una mala experiencia—le extiendo la mano, pero no la toma solo la mira.

—¿Qué quieres? ¿Qué te estreche la mano como si no quisiera inclinarte en la mesa y penetrarte el coño hasta que me grites que lo quieres más duro?

Mis pezones se tensan y la punzada de deseo me da justo en el sexo. Me mira analizando mi reacción, pero no puedo dejar que se desvié de la conversación original.

—Es muy inmaduro de nuestra parte solo desaparecer después de lo que tuvimos, quería ser madura esta vez.

Pienso si es buena idea confesarme ahora, pero no quiero que lo vea como que quiero retenerlo porque no...

—Lo que tuvimos — repite y se ríe fuerte sorprendiéndome. —¿Y qué tuvimos exactamente Emma? Porque eso no me queda muy claro.

No puede ignorar todo lo que pasó mientras teníamos sexo mientras peleábamos y también lo que hizo y dijo hace unas semanas antes que ambos nos alejáramos. —Sabes a lo que me refiero.

La comisura de su boca se alza. —Solo fue sexo duro como siempre, no tenías que citarme para terminar el sexo duro— se ríe otra vez y lo que dice se me clava en el pecho.

Los ojos me escuecen, pero soporto el dolor porque no me miento sabía que eso era lo que es, aunque escucharlo en voz alta es más cruel que en mi mente.

—Eso es lo que pensé que había sido para ti todo este tiempo y no me equivoqué— ignoro la punzada de dolor que me da en el pecho y me trago los sollozos que me harían verme miserable frente a él. —Para mí no— admito lo que sé desde hace mucho y no lo miro más.

Las palabras casi se me atascan en la garganta, pero qué más da decirlas ahora si de todas formas va a burlarse.

— A lo mejor me confundí y pensé y sentí cosas que no existían y estuve destrozada las últimas semanas torturándome por lo que pasó, queriendo verte, pero tú no lo sentiste así — me río sin humor y su sonrísa desaparece —¿Y soy tonta o estúpida por eso? — me hablo a mí misma más que hablar con él. —Muy estúpida.

Me preparo para decir lo siguiente. Lo miro a los ojos y luego miro el techo tomando valor.

—Soy estúpida al tener sentimientos por un hombre como tú y sufrir estas semanas por haberme ido— lo suelto finalmente y veo como destensa la mandíbula. —Pero creo que puedo vivir con eso.

El coraje y el valor me recorre el cuerpo por todos lados, pero lo dije. Encontré valor para decirlo.

—Gracias por el sexo— tomo mi bolso y ya siento los ojos húmedos —Gracias por cuidar de Cora en el hospital y...— carraspeo. —Gracias por sacarme del infierno que me hizo vivir Seth, no iba a poder hacerlo sola. Cora y yo cumpliremos con nuestra palabra.

No puedo mirarlo después de lo que dije, sus palabras ya fueron lo suficientemente hirientes para ver una expresión burlona después de lo que dije.

—Adiós Alexander Roe— me levanto con el corazón destrozado y el alma hasta los pies.

Se levanta automáticamente detrás de mí, pero ya no lo veo, ni quiero hacerlo. Me pierdo entre la gente que baila recordando la noche en Birmingham cuando me pidió que me quedará, me limpio las mejillas.

Paso entre una pareja de chicos y camino al lado de la barra cerca de una de las columnas que da a la salida. Alguien atrapa mi mano desde atrás impidiéndome seguir caminando.

—Repite lo que acabas de decir en la mesa— dice a mi espalda.

—Ya te burlaste lo suficiente de mí. — tarto de zafar mi mano de su agarre, pero no me deja.

—Repítelo— ordena volteándome para que lo encare. Tiene la cara desencajada, si cuando llegó estaba molesto ahora está peor

Respiro hondo y ya no puedo con el enojo, no le bastó con burlarse de mí. —¡¿Para qué?! ¡¿No te has divertido lo suficiente hoy?!

—¡Repítelo! — grita igual que yo.

—¡Vete a la mierda!

—¡Repítelo de una buena vez! — se inclina hacia mí acorralándome contra la columna.

—¡Qué estoy malditamente enamorada de ti hijo de perra! — le grito a la cara y lo golpeo en el pecho con las dos manos. —¡Y te odio por eso!

Los dos respiramos bruscamente con la música tapando lo que acabo de gritar. Le sostengo la mirada enojada que tiene. Me jala hacia él, pero me retuerzo, aunque se aprovecha que dejé sus manos en su pecho para ganarme.

La fuerza con la que le como la boca no se compara con nada, estoy furiosa en este beso, furiosa conmigo misma y furiosa con él. Sus labios se aprietan con los míos con tanta fuerza que me duele.

Le pego en el pecho varias veces, pero entonces me empotra contra la columna y me tengo que agarrar a sus hombros para no caerme.

Ninguno de los dos separa la boca y apenas puedo respirar. Le muerdo el labio y lo chupo dentro de mi boca haciéndolo gruñir. Me da la vuelta dejándome con la cara en la columna y se pega a mi cuerpo.

—¿Cómo vienes aquí recriminándome nada? — me acusa con la voz cargada de rabia.

—Yo soy la que ha estado sufriendo— gimo cuando se me clava en el trasero, duro.

—Y una mierda— me gruñe en el oído sin tocarme con las manos, solo las tiene quietas en mi cintura. —Y una mierda— repite.

Me gira otra vez, estoy jadeando miserablemente, no como él que solo respira pesadamente, aunque ya no veo nada del verde de sus ojos. —Cobarde— suelto. —No dices nada como siempre.

—Cállate Emma.

—Eres un cobarde Alexander.

—Un puto miserable cobarde como tú nunca— me levanta la barbilla bruscamente y me empotra contra la columna otra vez. —Como si fueras la única despechada aquí— susurra en mi oreja dejándome sin respiración. —Como si no me tuvieras cada puto gramo de mi mente todo el puto día y toda la maldita noche, si alguien debe odiar a alguien aquí, soy yo a ti.

Me gira para encararlo otra vez y por primera vez justo como en Birmingham me deja ver lo que hay. Me pican los ojos de la rabia y de lo que siento. Hago intento de pasar a su lado y no lo consigo, quedo al lado de su hombro y él sigue sin tocarme.

—¿Fue solo sexo? — pregunto y niega con la mandíbula apretada. El pecho me martillea y en vez del beso salvaje que nos dimos antes lo jalo para probar su boca.

El roce es controlado y esquicito y siento un cosquilleo en todo mi cuerpo con las palabras que ambos nos acabamos de arrancar. Quedo atrapada contra la columna y su cuerpo enterrando mi mano en su cabello que está creciendo largo.

Cuando su legua entra a mi boca me olvido de las razones por las que lo besé y me caliento más. Sus manos van a mis muslos subiendo mi vestido y la caricia me hace gemir en su boca cuando me levanta a medias sobre la columna.

—¿Estás caliente nena? — me amasa los glúteos por debajo del vestido igual que en mi sueño húmedo.

Me pego a él, pero no me deja seguir besándolo. Me hace querer atrapar su boca, pero cada vez que trato la aleja dejándome con las ganas. Un carraspeo fuerte nos detiene, pero no dejo que Alexander se separe.

—Voy a pedirle que se vayan del bar— es un hombre negro de los de seguridad —Ya recibimos quejas de que están alterando el orden con sus gritos.

Alexander lo mira asesinamente y me adelanto a responder por ambos. —Está bien.

Lo tomo de la mano y lo jalo a la salida antes que se abalance contra el hombre, pero en el camino lo pierdo de mi agarre. Salgo caminando al estacionamiento con el cuerpo caliente y lo llamo, pero no responde.

Camino a mi Mazda esperando por él, pero solo cuando me meto dentro mi celular suena con su nombre en la pantalla.

—¿Estás caliente nena? — mis pezones se tensan al oírlo.

—¿Dónde estás? — pregunto ansiosa.

—Viéndote.

Busco por el espejo su cuerpo en el estacionamiento, pero no lo encuentro. —No juegues conmigo— le gruño.

—Lo único con lo que quiero jugar es con tu coño— su voz gruesa raspa por la línea.

—Alexander ven— le digo ansiosa, tengo días caliente y no está ayudándome.

—Acaríciate para que te vea nena. — responde con voz ronca. —Si lo haces bien tal vez vaya y coma ese coño que tanto me has negado.

No puedo más con el calor de sus sucias palabras o con la conversación que tuvimos. —¿Dónde estás? — la piel me quema.

—Juega con tu coño Emma— ordena.

Las ganas no se me bajan así que dejo el celular de lado y hago lo que me pide, aunque me cuesta hacerlo en el espacio reducido de mi auto. Me hago a un lado el hilo negro de mi ropa interior y dejo al descubierto una parte de mi coño.

—Ya— el pecho me sube y me baja bruscamente.

—Lámete los dedos.

Me meto el pulgar y el índice y los mojo con mi lengua. No espero la siguiente orden porque los bajo de inmediato a mi sexo. No sé dónde está, pero sí sé que me mira. La caricia con mi humedad me hace gemir y apoyo mi cabeza en el asiento cerrando los ojos.

Esto es bueno, muy bueno.

Alexander gruñe cada vez que gimoteo y son esos gruñidos mi inspiración para seguirme tocando. —Penétrate.

Acaricio más mi clítoris y bajo los mismos dos dedos para metérmelos. Jadeo con la primera estocada y me cuesta tener el celular en la mano. —Piensa que es mi polla— el gruñido ronco me acelera el bulto. —Piensa en cómo te lleno.

Las imágenes mentales que tengo son muy sexuales para ser compartidas, no necesito un recordatorio de eso, lo tengo bien grabado en mi piel. —Metete los dedos más fuerte Emma— gruñe a través del teléfono.

El sonido de mi humedad que entra y sale me pone al borde del orgasmo. —Alex... Alexander— gimoteo rodando los ojos. —Ven y fóllame. — le pido con la voz teñida de necesidad antes de correrme deliciosamente.

Recupero la conciencia poco a poco y cuando hablo por la línea veo que la llamada está terminada.

Los golpes que resuenan en la ventanilla me sobresaltan y veo a Alexander fuera, no pierdo el tiempo para abrir y antes que diga algo lo jalo por las solapas para besarlo con desesperación.

Estoy muy caliente.

—No juegues conmigo. — me levanta del asiento para sacarme, pero se que si lo dejo irse va a dejarme colgada otra vez y los sueños húmedos ya fueron suficientes.

—Bájate— dice cuando me resisto, pero niego con la cabeza.

Le quito el saco por los hombros y lo lanzo al asiento trasero de mi Mazda. —Entra.

Ve mis intenciones claras cuando me paso al asiento del copiloto y lo dejo detrás del volante. —No te voy a follar en tu auto, es una porquería follar aquí.

—No me dejes con las ganas.

—Dije que no— sigue en lo mismo.

Esta igual o peor que yo, la polla le va a perforar el pantalón si no se la saco. —Dejaste a tu nena caliente— lo miro con los ojos necesitados y muy ansiosa. Su mirada se pone seria al mirarme y luego suelta una bola de maldiciones mientras se abre el pantalón y se baja la bragueta.

Veo la cabeza rozada asomarse. —Ven aquí rápido— me jala desde mi asiento así él y voy con gusto.

Me enrollo el vestido en la cintura y paso una pierna a cada lado de su cintura clavando mis rodillas en el cuero del asiento. Su mirada queda atrapada en mi tanga negra y se le pone más dura.

Le abro la camisa a tirones botando los botones y bajo mi mano por su pecho. —No me la toques o no te la meto— me advierte enojado y regreso mis manos a un lugar seguro sobre su bíceps.

No me aguanto las ganas y le como la boca frotándome contra él y sacándole un gruñido muy largo. Cuando siento la carne caliente en la cara interna de mis muslos dejo de respirar y entonces hace a un lado mi tanga sin quitármela y me acaricia los labios de la vagina con el glande.

—¿La quieres Emma? — asiento frenética. —Entonces pídelo.

—La quiero entera Alexander. — mi voz sale estrangulada

—Te tengo tantas ganas que la polla me va a reventar — entierra su mano en mi cabello para que lo mire mientras me penetra pedazo a pedazo.

Grito sin importar que alguien me escuche afuera y entierro mis uñas en en su pecho cuando me ensarta por completo. No espero a que él se mueva y me levanto y bajo de golpe rozándome el coño con la tela de mi ropa interior.

—Despacio Emma— me advierte.

—No— sacudo la cabeza y bajo de golpe. —He estado muy caliente— recorro mis labios por su mejilla agarrándolo del cabello mientras una de sus manos amasa mi pecho.

—¿Cómo de caliente? — rota la cadera haciéndome gruñir.

—Muy caliente que no podía dormir— bajo y subo a un ritmo desacelerado, quiero controlarlo, pero no puedo.

—Más despacio Emma— me regaña dándome un azote en el trasero con su mano libre.

Provoca el efecto contrario porque sus azotes me calientan. Cierro los ojos y comienzo a montarlo con fuerza moviendo el auto bruscamente y haciéndolo gruñir. Cualquiera que pase y tenga dos dedos de cerebro va a saber que está sucediendo aquí dentro.

—Maldita sea nena— le arranco un gemido y alza la cadera para penetrarme duro como solo él sabe hacerlo.

Lloriqueo de puro placer con mis paredes vaginales extendiéndose por el grosor de su polla. Cuando acelero el ritmo bajo la boca a la suya para aplacar mis gritos y sus gruñidos, tampoco soy una exhibicionista.

Su lengua va por la mía y me agarra los glúteos clavándome los dedos en ellos. —Así...

—No puedo follarte duro aquí, esta mierda de auto no sirve— maldice enojado y mira con deseo como su polla entra en mi coño al lado de mi tanga.

—Pero yo sí— me agarro a sus hombros y comienzo a bajar sin control sobre su miembro.

El sonido de nuestros cuerpos chocando me lleva al borde del orgasmo y grito descontrolada. —¡Alexander!

Junto su frente con la mía mirándolo a los ojos mientras tengo un orgasmo intenso que me vuelve la cabeza.

—Eres mi mujer Emma— gruñe y se corre dentro de mí.  


Hola Sexys. 

No hay más que decir que... ¡Feliz año nuevo!

¡Los amo tres millones! (Guiño, guiño)

-Karla. 


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