CAPÍTULO 75
Cora.
Me siento incomoda con las amenazas en televisión y sospecho que hace días la gente que está en mi puerta no está para cuidarme precisamente, si James no estuviera viviendo conmigo todas estas semanas me sentiría insegura.
Hay noches en las que se va o la organización lo requiere, pero siempre vuelve a mí. Los dos estamos en el mismo sofá mirando la repetición de la transmisión interrumpida por Alexander hace unas horas, el país completo no puede dormir después de la amenazas y Sarah me ha llamado más de una vez.
Alexander Roe ha desatado su furia por lo que le hicieron a Emma y todos los noticieros la han transmitido, los críticos analizan las opciones.
Sabía que él era el único que podría salvarla de ese infierno, mi hermano estaba perdido si creía que podría con dos mafias al mismo tiempo. Alexander dijo que lo secuestro también y aunque no quiera tengo una ligera preocupación, pero no como antes.
Dylan se metió en este lío y el mismo deberá pagar las consecuencias de sus actos.
La ONU no quiere poner a Londres en estado de emergencia sin analizar todas las opciones, los medios amarillistas dijeron que los altos mandos se reunieron con la casa real y que han estado varias horas encerrados en una reunión privada y a nosotros nos han pedido no salir de casa al menos cuatro días seguidos.
No me tomaba enserio las amenazas del cabezota, pero desde que James regresó hace un par de horas que se lanzó el comunicado se le ve nervioso y más de una vez me ha mirado como si quisiera confesarme algo.
—Es una amenaza muy seria, el parlamento hará todo lo posible para que suelte al ministro Madden ¿Tú interrumpiste la transmisión? — digo a forma de platica para que me hablé de los planes que tienen, pero se limita a asentir y de nuevo veo que quiere hablar, pero no se decide.
Pasa su brazo por el respaldo del sofá y me acurruca contra él, la primera noche lo sentí extraño, pero se ha vuelto un hábito que me gusta.
—No te asustes, yo voy a estar para protegerte.
—No tengo miedo, me quiere como intercambio y Emma está ahí— le sonrío, pero no me la regresa. —A menos que sepas algo que yo no.
—Algo así— se levanta y se pasea por la cocina.
Termino la de ver la transmisión interrumpida donde el lobo amenaza a la misma monarquía y tomó prisionero al ministro Madden. Ofreció entregarlo por Millie y por mi hijo. James tiene que explicarme por qué yo entró en el intercambio. Sé que no soy parte del intercambio, lo hace por Aaron.
—No creo que me quiera de intercambio para soltar a Dylan— me levanto con él tomándome las vitaminas que me recetó el médico. —Seguro que se lo llevó a Dinamarca.
—No lo está tratando como invitado, eso tenlo por seguro y no te lleva por él, quiere otra cosa— su mirada se pierde y se pasea con más rapidez de un lado a otro.
—Eso se nota, si no, no estarías nervioso y callado desde que llegaste.
—No puedo Cora.
Lo tomo de la mano y lo siento conmigo de vuelta al sofá para tranquilizarlo. —Sea lo que sea lo podremos solucionar— no logro que se destense, pasa dolido sus manos por mi rostro y en un segundo dudoso coloca sus labios contra los míos.
En otro tiempo me apartaría, pero al igual que los abrazos y arrumacos, los besos han sido pocos, pero siempre me dejan en paz por las noches. Es un beso corto, casto y suave, es su forma de tranquilizarme antes de soltar información.
Besa mi frente. —Habla de una vez— le tomo las manos, le tiemblan.
—Cuando estaba en la Cripta lo oí hablar con Caterva, el lobo quiere un intercambió, pero no por ti, él quiere a... — respira hondo y quita sus manos de las mías— Todo esto es por Aaron. El lobo lo quiere sólo a él.
—¿A mi hijo? — respiro hondo —Dijiste sólo a él, no me mencionaste.
—Porque sólo al niño, no a ti, Caterva tienen la orden de mantenerte vigilada durante el parto para deshacerse de ti.
—No, imposible— el enojo me inunda —Imposible que me quieran separar de mi bebé. ¡No puede quitármelo James, no puede, ni él, ni Caterva, ni toda su maldita organización! Emma no permitiría que me hagan esto.
—Cora, necesito que te calmes.
—¿Calmarme? — aprieto las manos en puños. —¿Cómo mierda voy a calmarme cuando me acabas de decir que quieren quitarme a mi hijo? Eres imbécil James, un completo imbécil si crees que voy a dejar a Aaron con Alexander Roe.
—No tienes opción o te matarán.
—¡Emma me ayudará!
—¡Emma no está consciente! Lleva más de dos semanas conectada a un respirador artificial, los médicos le dijeron al lobo que en cualquier momento su corazón se va a parar. No tienes alternativa.
Siento un dolor en el vientre que me tambalea hacia atrás. James trata de ayudarme, pero quito sus manos con un manotazo. —Cora, déjame ayudarte.
—¿Qué dijiste de Emma? — mi voz tiembla y me arden los ojos.
—Lo siento, no debí darte la noticia así, pero no creo que sobreviva, la torturaron hasta el punto que su cuerpo no soportó más.
Mis rodillas se doblan al suelo y sólo alcanzo a agarrarme de la pared antes de azotarme contra el suelo. James corre a sostenerme, pero mi cuerpo de ha soltado por completo con la noticia de mi mejor amiga, lo único que se repite en mi mente, es el no va a sobrevivir.
No me avergüenza llorar en el suelo estando embarazada. Emma. Mi hermana, mi otra mitad. James me sostiene, pero me duele el pecho. Dylan nunca debió encerrar a Alexander, él nunca hubiera permitido que la dañaran.
—Tengo que verla, si está tan grave quiero estar a su lado.
—Lo sé, pero si te acercas a la organización saldrás de ahí sola.
—No pueden hacerme esto James, me voy a morir del dolor.
—Lo hará, Alexander te odia— agacha la cabeza. —Está decidido, no pensé que fuera una amenaza real, pero ha preparado una habitación especial en Dinamarca para Aaron cuando se quede con él, te lo quitará a toda costa y si quieres ver a Emma tú sola te entregaras.
—No puede, es mi bebé— comienzo a sentir que mis parpados se humedecen —Y es mi mejor amiga, ella y yo no somos sólo una amistad, ella me complementa, si va al infierno la sigo, si decide aventarse a lo desconocido, siempre voy.
Nadie comprenderá cuanto a Emma, ni Dylan, no me importan las malas decisiones que tome, no me importa si decide que no quiere vivir en el mismo país, siempre voy, siempre me quedo a levantarle el corazón roto.
—Al principio pensé en infiltrarte a la residencia de Dinamarca, pero lo supo, puso vigilancia en la habitación de Emma, tienes prohibido entrar, aunque supliques.
—El día del funeral de Bennett Alexander me juró que me quitaría lo que más quería y lo está cumpliendo— su mano se mueve por la mía dándome ánimos, pero no me siento aliviada. —¿Qué voy a hacer James?
No puedo elegir, ni entre Emma ni Aaron, cualquier decisión me mataría en el proceso y él lo sabe.
—No puedo darle a Aaron— niego varias veces. —No me quitara a mi hijo, sé que cometí un error con Bennett, pero ya no soy la inmadura de hace meses, puedo ser muy joven para tener un hijo, pero es mío y de Bennett, Alexander no puede hacerme esto, pero tampoco puedo vivir tranquila sin ver a Emma en su condición.
—El perder a su esposa lo marcó, no sabes todo lo que ha hecho para descargar su rabia. — lo peor es que lo sé, no cambiará de opinión y mientras tanto mi amiga se está muriendo — Lo siento tanto, ojalá hubiera algo que pudiéramos hacer, podríamos largarnos, pero sabes que nos encontrará, tu apartamento está siendo vigilado hace días Cora.
Me levanto bruscamente. —Tiene que haber otra forma, tú eres hacker puedes borrar nuestro rastro y llevarnos a Escocia o Irlanda, quizá si vamos a... — me detengo cuando niega repetidas veces.
—No puedo Cora, soy un sirviente más para él— se levanta la manga del brazo izquierdo y veo el tatuaje del lobo en su antebrazo —Me marcó a la fuerza, en cualquier país me cazarían las otras mafias, incluso si me mata mientras te sacó de Londres, seguirás corriendo peligro, te odia tanto que incluso planea meterte a las jaulas estando embarazada
Mi pulso se desboca con la amenaza, oí que en las jaulas torturan, que me espera a mí embarazada ahí. — Estoy perdiendo lo que más amo James.
—Por eso vine a prevenirte antes de que lo hagan por la fuerza.
Me niego a perder a mi hijo, no puedo, no puedo olvidar a Emma. Ni siquiera Dylan secuestrado podría ayudarme, Alexander tomo a todos los que amaba y me los arrancó. Me jalo a tirones la chaqueta hasta quitármela. El MI6 puede ayudarme, aunque dudo que Sarah los dejé. No puedo deshacerme de mi hijo de ninguna manera.
Sollozo incontrolable con la cabeza hundida en mis pensamientos, no me queda Dylan, Bennett, Emma y mi bebé pende de un hilo que no podré sostener. —Debemos encontrar una manera.
—No lo hay Cora, yo le pedí tiempo a Caterva, para ayudarte a tomar una decisión sensata, sólo me dio dos días, menos de los que acaba de decir Alexander en la trasmisión.
—Es mi bebé, mi única razón para vivir.
Lo veo preocuparse por mis lágrimas. — No quiero que sufras, pero debo abrirte los ojos y ayudarte a aceptar la mejor que te están ofreciendo.
—No James— sacudo la cabeza —¡No!
—Tienes dos opciones Cora— me cubro lo oídos sin querer oírlo —Darlo voluntariamente y pasar los próximos cuatro meses viva y en un lugar decente en su cripta o... resistirte y pasar el resto de tu embarazo sufriendo encerrada en una celda sin comida y siendo golpeada, con torturas diarias y será peor para tu hijo.
—Alexander Roe no puede ser tan perverso, quiere a Emma, la buscó en el Caribe, la salvó de Seth— mis mejillas se humedecen poco a poco. —No me quitaría a mi bebé.
Ambos sabemos que es capaz y es tan perverso para importarle poco.
—Cuando se lo des al nacer te dejarán irte— promete —Pero si te niegas, cuando nazca te encerrarán con los mugrientos y... Caterva me avisó que a Aaron también, debes pensar en el futuro de tu hijo.
Encerrado, años en las jaulas, como Bennett cuando era niño, miro el cuadro en mi pared, pareciera como si me mirara, le prometí darle un buen futuro a nuestro hijo, es momento de cumplirlo. No tengo ninguna alternativa.
Lo siento Bennett.
Camino sollozando a mi habitación, azoto la puerta poniendo el pestillo para que James no entre y derrumbándome sobre el piso junto al cuadro en el que pinté a las únicas dos personas que me importan, Bennett y la figura pequeña de cómo me imaginé que sería mi hijo.
El dolor me abre el pecho, me quema, están intenso que me arrastra hasta el infierno. Mis sollozos se convierten en gritos desesperados, gritos que me dejan sin respiración. El pequeño bulto en mi vientre se remueve dos veces bruscamente y opto por tranquilizarme.
—Lo siento cariño, no debí llorar— me toco el vientre tranquilizándome, Maya dijo que no es bueno en mi condición hacerlo. Me puede causar una depresión prematura y afectarlo.
Me siento en el piso por minutos puede que horas, no pienso bien. Sólo sollozo en silencio mirando a Bennett en el cuadro, mire a donde mire nuestro apartamento está lleno de pinturas suyas.
Trato de llenar el dolor de su muerte con su rostro en mi día a día. Le prometí hacer todo por Aaron y siendo golpeada en una celda no podré hacerlo.
James toca dos veces en la puerta, pero no abro, necesito estar sola. De nuevo mi bebé se mueve, la vida que crece dentro de mi cada día, al que le pongo música y le hablo de mis cuadros y mis sueños.
Me apoyo en la pared para levantarme, mis pies están hinchados casi diario. Me paso por uno de los muebles de Bennett donde solía guardar sus notas. Saco una de sus plumas preferidas y me deslizo al suelo otra vez con un pequeño tablón de hojas cortas que apoyo en mi mesa.
—Cuídalo desde arriba— digo a la nada horas después de haber meditado —Porque voy a cumplir lo que te prometí.
Alzo la pluma sobre la hoja con el alma rota. Cumpleaños número uno, cumpleaños número dos... cumpleaños número doce. Me detengo para poner mi mano sobre mi vientre y tener valor. —No voy a dejar que sufras, no vivirás en las jaulas, prefiero morirme de dolor toda mi vida.
Aaron Roe,
No sé si tu tía Emma te hablado de mí, soy Coraline Gray una pintora sin reconocimiento y también tu madre. Me imagino tus ojos grandes y avellana como los de tu padre, de él te hablarán Bennett Roe, mi alma gemela.
Puede que tu padre y yo no hayamos tomado las mejores decisiones en nuestra vida o relación, pero cuando supimos que venias te convertiste en nuestro mundo, todavía lo eres para mí.
Bennett y yo pasábamos horas y horas en su apartamento soñando en como serías, en tus primeras palabras y si tendías el cabello rubio o castaño. Nadie en tu vida te negará que no hubo personas en este mundo que te quisiéramos más que nosotros.
No me hace falta verte para saber que eres el que ilumina cada cena de los Roe, el que se ríe con ellos y los hace soñar, que tienes un corazón tan noble que te atreves a llamar a Emma mamá y que pintas lo que sientes.
Te quise aún sin conocerte y te sigo queriendo aun sin poder estar contigo.
Me encantaría abrazarte cariño, mostrarte las pinturas que hice para ti, me encantaría que pusiéramos esa canción de Rude en volumen alto mientras pintamos. Me encantaría estar en cada cumpleaños, cada logro o cada lagrima y lograr que cumplas tus sueños, pero no puedo, aunque siempre pienso en ti.
Eres mi razón de vivir Aaron, no estamos para ti, pero Bennett y yo siempre te amaremos.
Varias de las gotas de mis lágrimas caen mojando la hoja.
Sé un buen chico cariño. La tía Emma te va a amar como yo lo hubiera hecho, persigue tus sueños y nunca dejes que los prejuicios te detengan.
Te amo.
-Mamá.
—Haz que Emma viva para quererlo— le pido al cielo y a Bennett.
Beso la carta y dejo mi alma en ella, muerta y sin esperanzas, Alexander me hará pagar, pero no a mi bebé.
Saco otra hoja y escribo en cada uno de sus cumpleaños, mojo cada hoja y la beso esperando que cuando las lea sienta el amor que le tengo, voy por su cumpleaños número dieciséis, cuando ya será casi un adulto y no me necesitará más.
Escribo la carta final y la última dedicatoria.
Estás por ser un adulto hijo, ya no necesitarás leer mis cartas, pero no me olvides, no dejes de escuchar Rude en los malos momentos y no le temas al monstruo bajo la cama, mejor sé su amigo.
Y cuando le tengas miedo, papá y yo lo asustaremos desde lejos.
Siempre te amaré.
Mamá.
Firmo el final.
Se queda casi una caja completa de cartas llenas de amor y lágrimas también. Termino con el alma destrozada y mientras doblo el pequeño pedazo de papel, meto dentro una foto mía con Bennett. Mi único consuelo es pedir que Emma viva y ella estará para él y le dará mis cartas.
Paso por los cajones donde he comprado un montón de ropa suya, comienzo a empacarla entre lágrimas, no lo veré utilizarla. Paso por unos pequeñitos zapatos de felpa y me imagino sus primeros pasos a los brazos de mi mejor amiga.
—Haz que Emma lo cuide y que lo ame como nosotros lo haríamos— miro el techo imaginando que Bennett me oye desde el más allá. —Y que yo pueda sobrevivir con el dolor.
Se oye un crujido y luego la puerta se abre con James abriendo de una patada. Mira dentro con la mirada avergonzada por el desastre que causó. —Estaba preocupado, llevas horas encerrada y sin hacer ruido.
Ya amaneció, pasé toda la madrugada escribiendo, sus ojos se mueven por la maleta sobre la cama y sus cejas se juntan. —¿Qué es esto?
—Tomé mi decisión. Voy a pasar los últimos meses en paz por Aaron— mi voz se oye rota, no hace falta explicar sabe lo que quiero decir. —Y al final se quedará con... con Alexander.
Me rompo de nuevo y me abre los brazos para que llore sobre su pecho, apretándome fuerte, lloro hasta que me duele la garganta, hasta que siento hinchados los ojos y hasta que grito por el dolor. —Mi bebé— lloro en su pecho —Mi bebé James.
Lo escucho sorber por la nariz y pasa su mano por mi cabeza, pero el dolor no se detiene. —Cuando no puedas seguir más, yo estaré contigo Cora, me voy a quedar toda la vida— me susurra al oído varias veces.
El consuelo de James dura poco tiempo porque a las horas me deja sola sobre la cama de nuevo creyendo que estoy dormida, pero esa probabilidad ha desaparecido. Cierra las persianas para que el sol de la mañana no me moleste.
En el reloj de la pared miro como pasan dos horas, después tres. James me trae una charola de comida que ni toco, miro el reloj, esperando que se detenga el tiempo y no lleguen los dos días que le dio Caterva, pero mientras más lo miro comienza a atardecer y James cambia mi comida por una caliente.
—Tengo un poco de avena por si quieres— intenta.
No respondo, el reloj sigue avanzando hasta que se anochece.
La oscuridad me perturba, después de tantas horas quizá dormito, quizá puedo descansar mi cuerpo unas horas antes del viaje, pero comienzo a tener pesadillas.
Mi cuerpo tiembla cuando despierto entre sueño y sueño no hago más que llorar.
Miro la ventana de mi habitación el cielo oscuro fuera, finalmente despierto de mi trance y me levanto para beber un poco de agua, una mano cae de mi vientre y me sobresalto asustada mirando una mata de risos castaños regados sobre la almohada.
Me tiembla el cuerpo completo, cierro los ojos dejando que los sueños y las visiones sobre él desaparezcan antes de que me haga más daño yo sola. Bebo el agua lentamente, sé que cuando me gire habrá desaparecido.
Volteo y mi corazón duele cuando sigue ahí, comienzo a sollozar y cierro con fuerza los ojos. —Desaparece ya Bennett— aprieto con más fuerza mis parpados. Abro apenas un ojo y sigue en el mismo lugar. —Desaparece, por favor. Vete ya.
—¿Por qué?
Casi me caigo de la cama, mi cuerpo comienza a temblar de nuevo, de todo lo que creo ver a altas horas de la noche nunca lo había oído hablar. Estoy volviéndome loca, el dolor me acaba de destrozar la mente.
—¿Por qué quieres que me vaya? — repite y respiro hondo.
—¿Bennett? — mi voz tiembla.
No responde, pero me aviento contra él muy fuerte, tiene cuidado de mi vientre, lo sostengo fuerte, metiendo mi mano en sus rizos despeinados que mientras más acaricio menos siento que sean rizos.
Beso su cuello y voy por su mejilla hasta su boca, que no es suave, es áspera. Lloro en un beso que no es como los otros, es un beso que no es dominado, es uno lento. Me agarro a sus brazos que no son delgados, son más musculosos de entrenamiento.
Lloro entre beso y beso deseando que siga mi sueño y mis delirios y golpeando el pecho de James. Me separo y lo veo reparar hondo sabe que lo llamé Bennett y me deja creer fantasías que no existen.
Necesito dejar de pensar, necesito que me deje de doler el alma desesperadamente, quiero un poco de paz. —Bésame— le pido en voz baja.
—Cora no que sea buena ide...
—Por favor James, no quiero pensar más— lo interrumpo.
Veo como se torturan sus ojos y asiente finalmente. — Esta bien— pega sus labios lentamente sobre los míos, tan ásperos, pero a la vez tan suaves. Lloro en ese beso y me deja hacerlo, porque no es suficiente, jamás volverá a hacer suficiente sin mi Cupcake.
Pasa con cuidado sus manos por mi espalda lo escucho suspirar hondo mientras me coloco a horcajadas sobre él. Se ve que lo disfruta y mucho jadea tanto que debería provocarme algo, algún tipo de excitación física o al menos ponerme caliente, pero parezco estar en modo automático, que ni gimo.
Me gira sobre la cama y siento su boca en mi cuello lamiendo desesperado y yendo más abajo por mis pechos, los muerde con lamidas desesperadas, yo siento repulsión. No debo sentir asco. Me repito mentalmente con cada acción sexual.
—Hay mucha ropa, hagámoslo con cuidado por el bebé — me sonríe y quisiera regresársela, pero no puedo.
Alza mi pijama sobre mi cabeza, me alzo por instinto hasta que la quita, le sonríe a mi vientre abultado y siento su barba por zonas prohibidas comiendo. Me quedo mirando el techo en un tipo de transe con su boca en mi sexo hasta que su gemido satisfecho me hace reaccionar.
Mis manos quedan colgando sin fuerza sobre la cama, así como todas mis extremidades y dejó que él se haga cargo.
Lo veo desnudo masturbándose cerca de mi sexo. Hago una mueca cuando siento las primeras penetraciones, son muy cuidadosas, pero no duran mucho con ese ritmo. Respiro hondo cuando alza mis piernas sobre su espalda con cuidado y comienzan las embestidas, no me gustan, el estómago se me revuelve, pero yo inicie esto.
Me mueve en cuantas posiciones quiere siempre diciendo que lo hará con cuidado por el bebé.
Mis manos se resbalan cuando pone mis rodillas sobre las sábanas. Jadeo y miro una pequeña luz casi imperceptible en el reloj de la pared, es roja.
Siento repulsión de mí misma quiero empujarlo y sacarlo de mi interior, pero al instante vuelvo de vuelta a mi trance donde me veo dándole mi cuerpo a James sin poder oponerme, es mi mente la que no coopera tener sexo con él, aunque mi cuerpo lo quiera.
Él disfruta, gime y jadea, yo sólo parezco una muñeca de trapo que usa a su antojo, mientras pienso en Bennett, trata de besarme y en muchos intentos ve que no le regreso el beso, decide dejar de hacerlo.
Creí que mi cuerpo tendría algún tipo de reacción si teníamos intimidad, pero cuando James se corre la segunda vez dentro de mí, no siento más que un insignificante cosquilleo en mi sexo mientras su cuerpo sudoroso cae a mi lado.
—No te corriste esta vez— no me corrí ninguna, pero ni siquiera lo notó —Déjame hacerte sentir bien rubiecita— chupa sus dedos y después los pone en mi sexo masajeándolo.
Me siento sucia y con ganas de vomitar. No me excita que me esté masturbando, no debí dejar que me follará.
—No lastimamos al bebé— mete sus dedos en mi sexo y comienza a penetrarme con ellos —La próxima vez tenemos que hacerlo en cuatro, puedo preguntarle a tu ginecóloga técnicas de sexo con embarazadas.
¿La próxima vez? Lo empujo quitándome sus dejos de encima, me levanto buscando algo de mi ropa, alcanzo mi camiseta y corro por mis malestares nocturnos a vomitar al baño. Pongo el pestillo para que no entre porque lo escucho levantarse de mi cama.
Termino de vaciar mi estómago y me levanto a lavarme la boca y mojarme la cara. Me miro en el espejo con asco, todo mi cuerpo tiene su tacto impregnado. Soy una idiota. Hay uno de los cuadros de Bennett en una de las repisas y lo pongo cara abajo sintiéndome culpable.
Me limpio entre las piernas su esencia y salgo enojada conmigo misma, para mi sorpresa sigue en la habitación. —¿Aun no has recogido la ropa? — quiero que se vaya, paso de nuevo por el reloj de noche tratando de ver de nuevo la luz roja y lo que sea, pero ya no la tiene.
Un reflejo de la calle no pudo ser.
—No si vamos a dormir desnudos— se me revuelve el estómago de nuevo con la voz de James, trata de buscarme la mirada, pero la evito tomándome las vitaminas del embarazo.
Soy idiota. Soy idiota. Me repito a cada momento. ¿Cómo pude dejar que me follara en mi estado? Siento sus manos en mi espalda. Carraspeo para alejarme y de nuevo vuelve a estar pegado a mí, me siento tan incómoda, que me obligo a hablar.
—No debimos acostarnos James— no le miro a la cara. —Fue un error.
Respira hondo, espero que se largue, pero sigue aquí. — Lo dices dos folladas después, es un poco tarde y nada valido que llames un error Coraline.
—Estoy embarazada.
—No me sentí menos caliente por eso.
Me quema la cara. —No estoy lista.
Resopla. —De nuevo, tus prejuicios vienen dos folladas tarde— no respondo y me hace mirarlo. —Sea como sea, me gusto, me encantó y no me importa un carajo tu condición, lo queríamos somos adultos, no hay que reprocharnos nada.
La incomodidad rebasa mis limites salgo a la cocina por algo de privacidad y desprecio a mí misma, pero vuelve a seguirme. Tengo las piernas débiles, de lejos lo veo pasar sus cosas a mi habitación con toda confianza. Carajo.
Me maldigo un sinfín de veces y aparece en la cocina con el rostro relajado.
—Nos tenemos que ir en unas horas a Dinamarca. Los que están afuera son sirvientes del lobo, nos llevarán.
—Ya lo sé.
—Será más fácil llegar a la organización del lobo después de esto porque sabrán que llegamos juntos— dice y se va.
Me quedo en medio de la cocina atónita y dejo caer mi rostro sobre mis manos. ¿Qué carajo hice?
〘 〙
Emma.
Cierro los ojos y disfruto de los suaves dedos de Alexander que limpian mis brazos suavemente en la tina espumosa. Su otra mano trata de hacerme un moño despeinado para que pueda lavar mi espalda.
No puedo protestar porque el mismo va a darme un baño cálido. Tiene más cuidado por los golpes que aún quedan a la vista cuidando de mí. Todo queda lavado, mis manos mi espalda y lentamente mi entre pierna.
Tuve que estar cuidada medicamente con algo en la zona por esos días inconscientes, pasa sus manos por mi vientre dejando un poco de espuma ahí donde está nuestro hijo, pongo mi mano sobre la suya y acaricia mi cara suavemente con la suya.
No tengo dudas de que quiere a la cosita, pero yo soy a lo que más atención le presta. Estoy tan relajada por el agua caliente de la tina que quiero volver a dormirme, pero no quiero preocuparlo.
No dice nada sólo se dedica a cuidar de mí. Pasa sus manos por los productos de ducha que hay tratando de adivinar cual es el de mi cabello. Toma el acondicionador con una de sus manos y me suelta el cabello llenándolo de producto.
Ya entiendo porque se duerme cada vez que le acaricio la cabeza. Sus dedos masajean entre las hebras y poco a poco comienzo a cerrar los ojos. Lo enjuaga poco a poco y me giro a ponerme entre su pecho, me está cuidando demasiado, tengo el corazón a punto de explotar.
Vamos a la ducha y parece que no tengo manos porque de nueva cuenta él se hace cargo de todo, incluso al salir coloca mi propia toalla antes de ponerse una en la cintura. —Gracias por el baño.
Me toma de la cintura con el cabello mojado besándome. —Estoy siempre a tu servicio.
—Estoy agotada y muy relajada.
Me lleva hasta la cama y me da un ligero sobresalto el pecho cuando los lobos se levantan al verme, me tumbo sobre las sábanas con gusto—Descansa un poco, pero no tanto, haré que uno de los inútiles te traiga el desayuno.
—Quédate un poco conmigo— no tengo que pedirlo dos veces porque se tumba a mi lado, voy rápido a su lado y me abrazo a su cuerpo entrelazando mi pierna con la suya. Su mano libre la dedica a pasar por mi pierna de arriba hacia abajo mientras vemos nevar por los ventanales, su otra mano se dedica a jugar con mi cabello.
Mientras me relajo, veo que tiene dos tatuajes más en el brazo, se dos líneas rectas alrededor de músculos y otro por debajo del codo, que no puedo ver bien por mi posición y no mueve el brazo para que lo vea, pero es grande. le toco los dos y me encanta como se le ven.
Subo mis labios por su cuello mojado y lamo una gota solitaria hasta su mandíbula. Respira hondo y sigo lamiendo hasta el punto débil de su garganta mientras mi mano se desliza por el nudo de su toalla.
Succiona piel de su cuello y sus dedos se clavan en mi pierna cuando ahoga un jadeo. Deshago el nudo de la toalla y paseo mis manos por su glande. Me toma la mano antes que lo envuelva con mi mano. —Vamos a aclararlo desde el principio para no tener líos con esto— la voz la tiene ronca —No vamos a tener sexo en un tiempo, estás lastimada en la entrepierna por lo que te colocaron los médicos.
No puedo negar que me duele, incluso si camino, pero sé que era necesario. —No es necesario tener sexo— meto de nuevo mis manos dentro de la toalla y cuando lo tengo se la empiezo a jalar de arriba hacia abajo, pero se mantiene firme.
—No vamos a andarnos con juegos Emma, no hay sexo oral, ni mamadas, ni nada, te conozco bien, no te vas a contener y lo vas a llevar a más y no... — se la jalo mientras paseo mi dedo por su glande haciéndolo tragar grueso.
—No lo voy a llevar a más.
—Eres una mentirosa, no te vas a aguantar las ganas si te dejo.
Quiero responder, pero me viene un dolor en el vientre. Me detengo tensa y me levanto tocándomelo. —Mierda— se levanta en automático.
—¿Qué sucede?
—Me duele— me doblo un poco, pero a los segundos pasa. —Ya no, fue un poco intenso.
—La doctora Kriss te hará una revisión en media hora para comprobar que nuestro hijo esté bien— asiento, un poco asustada — Voy el otro médico inservible.
—No, esperaré a la doctora Kriss, el dolor ya pasó— lo tranquilizo, pero no se ve convencido. —Ve a los asuntos de la organización, yo me quedaré descansando un poco.
—Jeg vil ikke forlade dig, du er min prioritet.
—At? — ¿Qué? Espero que traduzca.
—¿Cuándo vas a mejorar tu danés? — ya se estaba tardando en ser realmente él.
Se levanta para vestirse, pero yo me quedo en la cama en reposo pensando en la cosita, pensando en las cosas más peligrosas que me pueden suceder en mi estado. No me atrevo a dormirme mientras Alexander está en la habitación o le dará un infarto.
Cuando sale puedo cerrar mis ojos con las respiraciones pesadas de los lobos. Escucho mis propias respiraciones un poco altas en mi inconciencia y preocupada no sólo por la cosita sino por todo lo que está mal en Londres.
Mis pensamientos en el ministro Madden y la otra mafia, me hacen soñar con armas, hasta que...
Veo dos pares de ojos verdes y una mano muy pequeña sosteniendo la mía.
Despierto sobresaltada y con el pecho desbocado.
Me quedo mirando la habitación confundida, dormí casi una hora, mi cabello está casi seco. Una media sonrisa se me queda plantada en la cara, me toco el vientre en silencio, mi sonrisa desaparece cuando Octavian entra sacando ropa de mi closet.
Me la los buenos días, pero no puedo pensar en nada más que en mi sueño.
Una mano pequeña sosteniendo la mía.
—¿Señora Roe se encuentra bien?
Alzo la mirada a Octavian y me doy cuenta que sigo sonriendo como tonta. Carraspeo obligándome a pensar en otra cosa. — ¿Podrías traerme el desayuno?
—Enseguida.
Me pongo de pie con el estómago aleteándome con emoción, no sé cuándo dejaré de sentir miedo por las bestias al lado de mi cama, pero debe ser rápido, me coloco el vestido que está colocado al lado de mi cama, elegido por Octavian, es ropa de la reina de la organización.
Un vestido plateado a mitad de mis piernas y con un escote enorme por la espalda, que no muestran mis moretones. Aun me duelen algunas partes del cuerpo, pero los médicos me revisan meticulosamente por órdenes del lobo.
No hemos tenido oportunidad de hacer el ultrasonido sé que Alexander ha desatado problemas en todo Londres, lo supe cuando la organización pidió reunirse con él con urgencia hoy.
Octavian vino a prepárame porque sabe que debo estar presente. Me recojo el cabello en una cola alta, pronto este tipo de vestidos ajustados desparecerán por mi embarazo. Me encanta tener de vuelta color en las mejillas. —¿Está lista mi señora? — Octavian viene con toda la intención de cepillar mi cabello, pero me he adelantado.
—¿Se notan los moratones de la espalda?
—El vestido, aunque es corto los cubre a la perfección, excelente elección de peinado, se ve espectacular.
—Si me voy a reunir con mis súbditos, debo estar perfecta, además será la iniciación de Jack en la organización en unos días quiero estar informada de todo— tomo la loción de manos y cuando quiero quitarme el anillo matrimonial y el del rastreador siento dolor en mi dedo anular. —¿Qué carajo? — cuesta sacarlo en lugares que no sean nuestra casa, pero aquí no debería tener problema.
—¿Necesita ayuda?
—No puedo quitarme ninguno de mis anillos.
—Era eso— coloca sus manos detrás, despreocupado. —Ya no podrá quitárselos.
—¿Por qué no? En lugares seguros sale mi anillo rastreador y el matrimonial siempre sale.
—Ya no hará, mientras estuvo inconsciente mi señor trabajo en una de las capas de oro de la tira superior debajo de las incrustaciones de diamante, las corto en divisiones y las bajo con supervisión de su joyero personal en pequeñas puntas sobre la piel— explica —No entiendo mucho de joyas, pero lo que si puede ver es que al alzar la joya de su dedo sube también una pequeña porción de su piel y si quiere quitarse alguno seguro que se hace una herida considerable.
Levanto mi mano y con los ojos entrecerrados compruebo lo que dice Octavian es cierto. Alexander cumplió su palabra. Está demente, maldito posesivo. Ni quiera puedo opinar algo contra de lo que hizo, ya no puedo quitármelo.
Como si supiera que hablamos de él Alexander entra por la puerta del corredor y Octavian casi se desvanece en silencio lejos de su mirada, se queda pegado a la pared. — ¿Por qué te levantaste? El médico ni siquiera te ha revisado hoy.
—Estoy un poco harta de las revisiones médica, no es necesario que me la hagan cada cuatro horas, sólo me haré la de la cosita que es lo que me importa más.
—Deja de llamar a nuestro hijo con ese apodo.
—A mí me gusta— me acercó a él y le planto un beso confundiéndolo—Me has cuidado toda la noche y está mañana, pero ¿Por qué no me has dado los buenos días? No parece que me hubieras extrañado tanto— frunce las cejas mirando a Octavian. —Te sigo esperando.
—¿Buenos días nena?
—Eso es— lo vuelvo a besar. —Buenos días cariño.
Se escucha la puerta cerrarse por Octavian y con esta privacidad Alexander baja a darme dos besos en el cuello aspirando. —Buenos días nena— besa delicadamente pasando su mano por la parte desnuda de mi espalda. Le doy espacio a los besos y aprovecho su tranquilidad, le doy mi collar del lobo para que me lo coloque y lo hace.
—Octavian estaba tan ocupado en mi atuendo que no ha subido el desayuno, pensé que yo puedo cocinarlo.
—¿Tú cocinarlo?
—Puedo hacerte un desayuno espectacular, con tocino, un poco de ensalada y jugo recién hecho.
Pone los labios en una línea recta como si lo estuviera pensando. —¿No me vas a intoxicar?
Le golpeo el pecho, ofendida y casi se ríe. —No dudes de mis artes de cocina, eso o puedes irte sin desayunar.
—Octavian puede cocinar para mí.
—Idiota— ruedo los ojos y retrocedo lejos de los lobos ignorándolo, respiro hondo yendo por las cadenas al lado del sofá. Trata de hablarme, pero me mantengo en silencio dándole la espalda.
—Yo no como comida calórica ni grasa, no podrías hacerla.
—Cómo sabras si ni siquiera lo pruebas— me encojo de hombros y cuando lo escucho resoplar sonrío porque sé que me salí con la mía.
—Du er stædig— niega con la cabeza —Muy obstinada, soy alérgico a las fresas, no tomo jugos por la mañana, sólo café negro sin azúcar y verduras al vapor con un poco de proteína, puede ser salmón con espárragos sin sal y freídos al aire en el frier a ciento cincuenta grados.
—Yo me encargo, tú sólo prepara la mesa.
—Eso lo hacen los criados.
—Entonces espera a que todo esté listo— voy a salir, pero me detiene.
—Los lobos.
—Sólo iré a la cocina.
—No hay lugar fuera o dentro de esta casa al que puedas ir sin tus bestias. Ni siquiera protesto está reciente las torturas. —Aún me asustan — confieso y levanto las correas—Sidde— repito como Alexander y se sientan al ínstate para que se las coloque en el cuello —Tienen prohibido arrancarme las manos— les advierto mientras Alexander sólo mira de lejos.
Me tiemblan las manos, pero no hay lugar en nuestra casa o fuera de ella donde pueda estar sin mis bestias, cierro los ojos mientras cierro sobre el primero, el segundo casi me mata con la mirada, lo juro. Y ahí está el tercero, el mejor cuidado de los tres, pelaje casi brilloso y mejor recortado que de los tres.
Todos hacen pequeños ruidos roncos o movimientos bruscos mientras se los coloco, pero este no, puedo decir que este no fue criado en las criptas, se ve que ha salido de ese agujero más veces.
Voy por el otro y me azoto en el suelo cuando abre la boca. Alexander se pone a mi lado tranquilizándome y él mismo le pone la correa. — No te van a dañar— me ayuda a levantarme dándome las cuatro correas.
—¿Cómo estás tan seguro?
Ambos nos miramos fijamente, nunca me daría algo que me matará. Salgo con poco tiempo para preparar el desayuno las bestias caminan a mi lado ocupando todo el espacio de los pasillos.
Muchos de los sirvientes los miran, algunos asustados, otros no tanto. Paso por la sala de los Roe y me recuerdo ir a visitar a Ethan esta misma tarde, los lobos no me causan problemas y no tengo que jalar las correas porque no se desvían del camino, están muy bien entrenados, al igual que los sirvientes, porque todos bajan la cabeza a mi paso.
Los miro atónita, otro pasillo y hacen lo mismo. —Mi señora— algunos murmuran hasta que llego a la cocina, una taza se azota en el suelo rompiéndose.
—¡Señor sé que he sido un hijo de puta toda mi vida, pero que no me maten! — grita Erick pálido apoyado en la encimera mirando con horror a mis bestias—¡Alexander! ¡Jack! ¡Quién sea! ¡Ayuda!
—Erick.
—¡Ayuda! — grita más fuerte. —¡Maya sé que estás recuperándote, pero te necesito!
—¡Erick soy yo!
—¿Emma? — sus ojos parpadean y de repente su cuerpo se desvanece en el suelo.
—¡Erick! — no puedo pasar por ese estrecho mueble.
—¿Crees que esté muerto? — pregunta Jack sentado en una mesa lejos de la puerta dónde no lo había visto. Bebé uno de sus tés mientras mece sus pantuflas en el aire.
—¿Muerto? Debemos ayudarlo.
—Ya despertará en veinte minutos, con suerte se queda muerto por acostarse con mi madre— me extiende la mano mientras dejo a los lobos sin correa y se plantan en la puerta. —Mi prima favorita finalmente despierta. Créeme que si no despertabas no iba a quedar nada de Londres.
—Tú y yo debemos sentarnos a conversar, tienes que darme cada detalle de lo que sucedió mientras estaba inconsciente.
—Podemos hacerlo ahora.
—Le prepararé el desayuno a Alexander, no quiero interrupciones.
—No te molesto, además me gusta tomar el té cerca de la piscina, pero te dejo al manso de mi madre en el suelo.
—No podemos dejarlo tirado.
—Ese no es asunto mío— dice camino a la puerta.
Los lobos arremeten contra él hasta que tengo que calmarlos. Me pongo el delantal de cocina y preparo mis utensilios para el mejor desayuno a mi hombre. ¿Dijo café con azúcar y jugo de fresas? ¡No! Es alógico.
Saco salmón del frigorífico y comienzo a preparar la freidora de aire compreso. Unos espárragos para acompañar, café. Estoy haciendo un buen trabajo. Por el ventanal veo a un jardinero remover la nieve de una parte del jardín.
Me distraigo tanto que no me doy cuenta que dejo el salmón más del tiempo y sale de un color negro no del habitual. —Mierda— coloco los espárragos encima para que no se vea y un poco de lechuga al lado —No lo notará, sólo están un poco quemados.
El café es más sencillo, pero como está colocado en frascos echo más de medio frasco mientras preparo un plato especial, con un ligero toque de sal, pongo un par de fresas en forma de corazón cerca de la ensalada.
Abro el frigorífico buscando algo dulce y encuentro un bote grande de helado, me coloco de forma que no me descubran porque Alexander no me dejaría comerlo. Me como más de medio bote.
—Estoy aquí— dice su voz sobresaltándome. —
Mierda la policía me atrapó. Cuido que no vea el helado y cierro el frigorífico justo cuando lo veo entrar en la cocina.
—Desayuno listo señor Roe.
Mira el plato no muy convencido y se acerca. Un quejido del suelo lo distrae. —Mi cabeza duele.
—¿Qué le pasó al pordiosero?
—Los lobos lo asustaron— lo levanta a tirones sin saber que estaba desmayado y lo saca a empujones dándome tiempo de poner el café listo.
Me quito todo y me doy cuenta que parece que explotó el horno, todo está sucio y fuera de su lugar. —Lamento el desorden, no sabía dónde estaban muchas cosas y es parte de ser chef.
—¿Y la harina voló a tu mejilla? — con dedo quita los restos del polvo y de mi barbilla un poco de salsa de soya. —Todo es parte de ser chef ¿no?
—Lo sabrás cuando pruebes el desayuno, excepto la fresas esas son para mí.
Toma los cubiertos. —No es mi desayuno habitual, yo desayuno tus tetas, pero en abstinencia me conformo con tu comida— me pongo frente a él en la encimera ansiosa de recibir halagos por mi esfuerzo mientras corta el primer trozo y se lo lleva a la boca.
Me va a amar más.
Se queda inmóvil. Soy mejor de lo que pensé carajo. —¿Tan bueno...? — me interrumpo cuando su cara se empieza a poner roja y comienza a toser. Se levanta tomando su café y o ayuda porque esa tos se vuelve más fuerte, le doy golpecitos en la espalda hasta que lo escucho tragar.
Mira el plato y el café derramado. Me pongo tan roja que me quema la cara. Se limpia los restos de comida de la boca con una servilleta y sin decir nada nos miramos fijamente, carraspea aun sintiéndose ahogado.
—No está tan bueno— pruebo que no se me oiga la vergüenza en la voz.
—Está horrible.
—El salmón se quemó un poco y los condimentos de la ensalada fueron...— lo veo tomar de nuevo los cubiertos y hacer amago de volver a comer. —Dijiste que está horrible.
—Y lo está, es de las peores cosas que he comido hasta en las jaulas— prueba otro bocado con una mueca de arcadas.
—¿Y por qué te obligas a comerlo?
Me mira fijamente. — Porque lo hizo mi pequeña seductora— le oculto mi sonrisa satisfecha. —Pero no vuelvas a cocinar Emma, lo haces horrible— se pone a mi espalda tirando el resto del plato casi vacío a la basura.
—Lo sé, pero todo el mundo me miente diciendo que es buena comida.
—No creo que pueda comer de nuevo algo en la vida.
—¿Ni mis tetas?
—Esas las comeré de por vida— dice muy serio. —Voy a entrar a una reunión con la organización, mi esposa debe estar ahí si lo desea, también para la iniciación de Jack como nuevo miembro.
—Tengo información importante para la organización.
—Nosotros tenemos al comprador danés, identidad y ubicación Caterva irá a matarlo.
—¿Quién es?
Me lleva fuera de la cocina con mis lobos. —La mamá de Katherine.
—¿Cómo?
Entramos subterráneo en la Cripta donde se reúne la organización. Cierran las compuertas antes de que lleguen los integrantes junto con los conservadores rusos, haya más de setenta lugares reservados aquí dentro.
Jack también está ahí, sólo bebiendo su té.
Sé que no me van a abrumar con todo lo que debo saber por mis días inconscientes, pero me dará una buena parte. Nos sentamos en los asientos de piel, mis lobos se quedan siempre a no menos de un metro mío. —Hablarás sólo cuando yo lo ordene— le informa el lobo y Jack asiente.
—¿Cómo sabes que es la madre de Katherine? Hace poco supe que había muerto y que Katherine creció huérfana en la organización de los treinta y siete, un kray hablaba mucho de ella.
—¿Qué kray?
—Uno de tantos, se llamaba Kyle.
Hace memoria por sus expresiones y niega. —No conozco a ningún Kyle, pero la madre de Katherine se dio por muerte el mismo año que Caterva logro largarse con Richard. — se levanta paseándose por su colección antigua de libros. —En Londres en ese hospital donde estaba Coraline no fue la primera vez que vi al cojo.
—¿Dónde lo conociste?
—Unos atrás cuando me estaba aliando a mis conservadores rusos, el maldito lideró un operativo donde mató al primo de Logan, el que era el conservador de la organización de los treinta y siete.
—No sabía que tenías un tío.
—Una abuela también.
—No somos huérfanos, bueno Alexander sí— Jack interrumpe y con una mirada se disculpa —Pero eso no es lo importante.
—En Rusia conocí al cojo— sigue Alexander — Me intrigó que era muy joven para liderar una misión en Rusia con el MI6, a lo mucho tenía diecinueve años, así que investigué de él. Padres, Olivia y Robert Gray. ¿Los recuerdas y cómo murieron?
Asiento. —Olivia y mi madre eran muy amigas, el señor Gray era más reservado, pero amaba a sus hijos, son placas doradas, eso significa que murieron en una misión del MI6.
Sonríe de lado. —Logan los mató y yo los desmembré con tan sólo ocho años, después colgamos sus restos frente a la base de Brent. — mi estomago se revuelve, no es la parte principal de su historia, pero se ve satisfecha al contarla. —Esa noche, fue el peor ataque a la organización de los treinta y siete y la noche en la que casi me quedé ciego.
Me quedo en silencio escuchándolo, se gira mirándome fijamente. —
—El MI6 venia liderando una misión en la que sacarían a los niños de la mafia, pero muchos traidores la utilizaron para escaparse, cuando alguien traiciona a la mafia se le hace un corte de cruz invertida en la cara como a Emilia— explica —Un año antes grupo de traidores que querían derrocar a Logan fueron atrapados. Entre ellos la madre de Katherine y la adicta de Meredith.
—Ella recibió el peor castigo. —Jack le recuerda.
—¿Por qué?
—Porque era la esposa del líder y aun así quería matarlo—vuelve a sonreír —Por eso Logan mató a la maldita antes que se escapara, yo se lo informé, yo la vi correr a una de las camionetas del MI6 y me odió con sólo verme.
Jack deja su té sobre la mesa y se pone serio. —Yo tenía once años y mi madre nos escondió a Emilia y a mí, pero cuando los agentes informaron que iban a sacar a los niños de la mafia, tuvimos que salir entre ellos. La tía Meredith quería llevarse a Bennett con ella, pero Alexander lo retuvo y la entregó a su padre.
Me toco el pecho con un cumulo de emociones encontradas. —No le tengas compasión— dice Alexander al ver mi expresión —Esa maldita volvió a mi hermano un adicto, era peor de lo que es Logan, torturaba con quemaduras y me tenía odio por ser igual al cabrón y no como ella como Bennett.
Los miembros de la organización comienzan a reunirse, Alexander como líder pide reportes de toda el área metropolitana de Dinamarca y los suburbios, hay varios bloqueos de camino al aeropuerto.
—Hemos descubierto que el comprador danés es la madre de Katherine— informa y varios de ellos murmura maldiciones para ella —Cuando salió de la organización de los treinta y siete se unió a los traidores, todos esto años al igual que Emilia se han unido a la mafia danesa y nos están dando mierda de momento, ellos mutilaron el cuerpo de Bennett.
—Ellos portan el tatuaje de cruz invertida en sus muñecas mi señor— dice uno de los conservadores rusos. —Y se están haciendo el control de la base militar del Gard donde se guardan armas nucleares.
—No sólo eso, sé quieren hacer del poder de Londres, del parlamento y ese es para mí—la mirada de Alexander se oscurece.
Miro a todos desde mi asiento como reina de la mafia cubierta por mis lobos donde nadie se me acerca o me habla sin que Alexander se lo permita. —Los daneses llegaron a Londres el tiempo que estuve encerrada, estábamos en unos bares en la parte baja de la ciudad cuando una mujer llego a quemarlos y tratar de matar a los kray que había ahí— doy la información que sé.
—¿Cómo era la mujer? — pregunto uno de ojos rasgados.
—Rubia, ojos verdes, alta, con una cicatriz.
Jack asiente. —Definitivamente es ella. La madre de Katherine y debe estar en un rango alto para hacerse pasar por el comprador danés.
—Vamos a bombardear Dinamarca— pide otro.
—No hasta las elecciones de Richard— Alexander se ve molesto.
—Primo, mi veneno es una buena arma biológica contra los daneses, pero sería mejor tener la anfetamina de David con nosotros, créanme que se dé lo que hablo, en Nueva York testeamos dos fórmulas de cianuro y tetracloruro de carbono para la composición de la droga.
—Ya lo había pensado— Alexander concuerda con él. —Puse Londres en un estado de emergencia, pero podemos propagar la anfetamina como una epidemia por el país y hacernos del control de la monarquía, si lo convertimos en estado de Alerta por la ONU.
—El problema es que la anfetamina fue ocultada por Richard Madden y lo hemos torturado y no ha abierto la boca, la ubicación que nos dio fue revisada, pero cambiaron la ubicación sin su consentimiento— explica Jack.
—Mi señor hay un equipo de investigación con su nuevo hacker y sólo tiene poca información.
—La ubicación fue cambiada seguramente en la misión de los camaleones donde murió Lena— Jack mueve su pantufla de un lado a otro.
Reúno toda la información que me han dado y sé que voy a cambiar las miradas de desprecio de algunos miembros y a otros que eran amigos de Tyler les cerraré la boca para que aprendan a darme mi lugar.
Me levanto y enciendo el dispositivo de Alexander, mi celular se conecta vía internet con el aparato y envío los datos que saqué del celular de Dylan, hasta poner el lugar y la clave de acceso al mismo.
—Yo sé dónde está la ubicación de la anfetamina— la mayoría de las miradas incluida la de los Roe se giran a mí.
—¿Puede probarlo mi señora? — dice el amigo de Tyler.
—¿Dudas de mí?
—Es muy poco probable que lo sepa si el mismo ministro Madden lo sabe y la última vez que se besó con él le dio pruebas falsas.
—Cállate inútil— Alexander lo silencia y deja su trabajo para venir conmigo mirando todo lo que he colocado.
Me levanto a mi propio lugar y miro a mi organización y a mi marido. —Hace tiempo que el General Gray duda del ministro Madden, antes de la misión de los camaleones cambió la ubicación de la anfetamina y cuando estaba internado fue muy astuto para darme una ubicación incorrecta como decían.
—Y aun así nos engañó— murmura de nuevo.
—James y yo nos infiltramos en el MI6 después de mi tortura para sacar todos los datos de su base y por mi parte conseguí todos los códigos de las últimas bases del MI6 dónde la anfetamina se movió y la encerraron en el palacio de gobierno de Reino Unido y está siendo resguardada por el FBI por orden de la Organización de las Naciones Unidas.
Jack se queda callado con los ojos muy abierto, Alexander me mira con demasiada satisfacción. —¿Tú hiciste todo eso sola?
Asiento. —El palacio de gobierno inglés tiene una clave de acceso a los almacenes subterráneos, esa no se encontraba en los archivos de Dylan.
—Tan buena no eres— me tiene harta el amigo de Tyler.
—No, pero después de horas pensándolo, torturar a Dylan no funcionará, puede morir por el MI6 con la boca sellada. —Por tu mirada veo que tienes un plan. ¿Qué sugieres nena? — Alexander se levanta para colocarse a mi lado.
—Utilizar a Dylan para que Sarah nos dé todo en bandeja de plata, pero si el plan no funciona, mientras hacemos negociaciones, podemos meter infiltrados en el MI6. Tengo muchas claves de acceso de muchas bases y James puede ponernos dentro.
Todas las miradas asombradas no me interesan porque la que me interesa es la de Alexander con media sonrisa en el rostro.
—Y lleva un día despierta cabrones— Jack suena satisfecho.
Alexander entrelaza nuestras manos y nos pone de frente a la organización. —La reina ya ordeno lo que se debe hacer y se cumple de inmediato.
Todos se levantan siguiendo el protocolo. —Vi gør det som dronningen beordrer— hablan los conservadores rusos.
Hacemos lo que la reina ordena.
—Tráiganme a mi nuevo hacker.
Me quedo con mi marido dando órdenes que obedecen mis fieles sirvientes. Nos quedamos trabajando en la infiltración de los nuestros en alguna base, pasamos por tres bases en Londres y elegimos la de Manchester.
Entran de vuelta los conservadores rusos con James llegando de su viaje por lo que me informaron, pero no viene sólo una mata de cabello rubio hace que Alexander se levante enojado hacia Cora que trae los ojos hinchados.
—Cora— camino a ella con una sonrisa y me atrapa en brazos.
—Emma, estás mejor, pensé que no habías despertado, no sabes lo preocupada que estaba.
—Ayer desperté — mantenemos el abrazo un tiempo largo. —No debiste viajar en avión en tu condición, tu embarazo ya está muy avanzado sexy. — sus ojos se llenan de lágrimas de inmediato.
—Yo no...
—Caterva— la voz enojada de Alexander la pone tensa y me pasa una pequeña caja que trae James por ella.
No pesa, pero sí que está llena de muchas hojas, la miro confundida esperando una explicación, pero de vuelta la voz de Alexander y el grito molesto corta cualquier conversación que podamos tener.
—Caterva, mete a las jaulas a esta ramera embarazada.
—¡Cuida a Aaron Emma!— grita Cora entre lágrimas.
Hola sexys.
Esta vaina se prendió y que el padre Roe nos protega.
Doy spoilers en mi instagram a la media noche.
No olviden que el tres de Marzo les tengo una sorpresa...
¡Los amo tres millones!
-Karla
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