CAPÍTULO 72
Cora.
Veo como la unidad del lobo y la misma Emilia se preparan para ir por Emma, aunque mi hermano les lleva la ventaja con siete unidades del MI6, Lucy hizo que lo sacaran, aun cuando no está en condiciones por su adicción, pero ruego porque Emma sea liberada de esos malditos, no me importa ir contra los ideales de mi hermano cuando se trata de ella.
En la residencia Roe me tratan con educación, no como la última vez, pero decido ir a casa, sin causar más molestias.
Abro la puerta del apartamento y camino hasta la sala de juegos donde tengo mis bocetos, esperando noticias de Maya por lo que debo hacer para sacar a Erick de prisión. Uno de los de la organización del lobo se queda en mi puerta cuidando, es extraño sentirse cuidada de nuevo.
Veo el cuadro que hice recientemente de Bennett, está con sus rizos desordenados mirando fijamente al frente, lo coloqué al centro de su apartamento... nuestro apartamento. Ni ese cuadro cubre el dolor permanente en mi ser de perder al amor de mi vida.
Todo este apartamento tiene su esencia y quiero que mi hijo crezca con la esencia de lo que fue Bennett. Miro junto al cuadro el pequeño ultrasonido que me realizó Maya hace unos 'días, cuando descubrí que sería un niño.
—Ayudé a Alexander para salir de prisión y seré parte de la organización de lobo si me deja— digo a ese cuadro perfecto que me tomo noches enteras y muchas lágrimas pintarlo. —Comeremos y pintaremos— le digo a mi vientre abultado de mis casi seis meses pasando la mano suavemente por él.
Como cada noche que he vivido aquí, me obligo a comer esos rollitos de canela que siempre preparo, me pongo los pantalones holgados que se expanden donde mi vientre, me hago un moño despeinado y camino al reproductor de música poniendo esa torpe canción que hace a Aaron moverse a veces con pequeñas pataditas.
Comienzan las notas de Rude de nuevo en mi apartamento solitario.
Me tumbo en el piso para seguir pintando, un retrato de Bennett con un pequeño niño como me imagino que será Aaron. Me queda pintura en la mejilla y me doy cuenta que la estrella de todas mis exposiciones siempre será Bennett.
El timbre de la puerta suena y como no escucho al vigilante quejarse abro encontrando a James del otro lado— Hola Cora, espero que no sea demasiado noche para una visita— me sonríe, también trabaja para el lobo, es seguro hacerlo pasar.
—No esperaba visitas del postulado de ministro.
Pasa cerrando la puerta detrás de él. —Como me corrieron de la candidatura y soy prófugo, creo que puedo visitar a quién se me antoje. — pasa entre mis pinturas en el suelo, sí que soy una pitora desordenada. —Y como ambos somos nuevos en la organización del lobo, creo que es bueno que tengamos un poco de normalidad.
—Si, eso creo.
—Hola amigo— me sorprendo cuando habla con Aaron no tengo tiempo para procesar o agradecer su gesto porque se pone a mirar a los alrededores. —Son demasiadas pinturas ¿Piensas venderlas?
Niego con la cabeza y comienzo a guardar mis pinceles en su estuche. —La galería de los Pitt entrará pronto a una subasta con otras compañías, nos despidieron a todos los colaboradores, así que pinto sólo para mí.
—¿Ninguna otra galería te ha llamado?
—Un par lo han hecho, pero he rechazado las ofertas— miro los cuadros con nostalgia de mis siguientes palabras —Creo que puedo iniciar mi propia galería, era un sueño que tenía desde hace años y me ayudaron a hacerlo— me tiemblan los labios —Bennett lo hizo, sólo que no me verá cumplirlo.
Me avergüenzo de tener que llorar frente a James. Me giro guardando cosas distrayendo mi mente hasta que lo siento a mi espalda. —Estoy seguro que valió la pena para él hacerte cumplir tus sueños y no se arrepintió.
No ayudan sus palabras, porque todo lo que veo es nosotros hace un año, bailando en la galería, pintándonos la cara en su apartamento, corriendo con Kieran, acostados en el césped de la quita avenida de noche mirando el cielo mientras nos contábamos los sueños más ridículos que tuviéramos.
—Cora, no quise traerte recuerdos— la mirada de James se pone preocupada —No llores, por favor.
Me toma en sus brazos y me atrae a su pecho mientras mi pequeño cuerpo se deshace en sollozos que ocurren cada noche cuando trato de dormir en la habitación principal hasta que me recuerdo la última frase de su carta.
"Cada vez que sientas que no puedas, recuerda que tiene tienes una pequeña versión de ambos que te hará soportarlo"
—No tienes que hacer esto por Dylan, ya no puede promoverte a General por cuidarme— me separo y sigo guardando mis cosas, pero James vuelve a distraerme, se pone frente a mí.
—Quizá mi razón principal fue esa cuando me propuso estar contigo— me mira fijamente —Ya no, menos siendo un prófugo, al poco tiempo de salir, me di cuenta que eres la mujer más cautivadora que he conocido. Puedes hablar horas y horas de tus pinturas y actuar con tanta naturalidad sin que te importe lo que la gente dirá porque así eres feliz.
—Han pasado casi dos meses de su suicidio, no soy feliz en este momento
—Nadie lo es, ni siquiera yo y ninguno de los que conocemos, vivimos en el mundo más jodido de todos, donde hay muertes, adiciones, secuestros, traiciones— respira hondo —La vida es muy difícil por si sola para que nosotros nos la compliquemos más. ¿No te parece?
—¿Por qué no te vas de una vez?
—Te ayudaré a limpiar.
—Vete, no quiero a nadie en mi casa— le arrojo un pincel, pero lo único que hace es encogerse de hombros yendo por la escoba para recoger el desastre.
Me pongo los pijamas y lo dejo solo para que se vaya, pero en cuanto salgo para cepillarme los dientes lo veo ordenando todo el apartamento, camino hasta donde está tirando la basura y me cruzo de brazos con pijama de bananas y mi vientre abultado.
—¿Te vas a quedar toda la noche limpiando?
—Es mejor que estar en la casa del lobo viendo como prende en fuego a sus empleados.
—¿Qué?
—No querrás saber sobre el oriental que llamaban Ida, es de las peores cosas que he visto en mi vida.
Tiene razón, no quiero saberlo, pero me lo imagino, Alexander Roe es muy sanguinario y vengativo. Me quedo mirando como limpia, tampoco es como si pudiera dormir por las noches, qué más da pasar una hora mirando a James sacudiendo sofá por sofá.
En el reloj de mi Laptop pasa de media noche, no creo que yo sea la razón por la que James limpia, quizá le traumatizo ver a Alexander quemar a Ida y borra el recuerdo manteniendo su mente ocupada.
Me he revindicado por mis malas decisiones, sin darme cuenta que no podemos siempre tener lo que queremos y lo que deseamos, debemos escoger uno, finalmente apoyaré la organización del lobo.
Las arcadas nocturnas me hacen corren al baño con precaución, siento las manos de James en mi espalda moviéndolas de arriba hacia abajo mientras termino con mi rutina nocturna de embarazada.
—Gracias. — lo miro por el espejo.
—Siempre voy a ayudarte.
—No lo merezco— suspiró pesadamente —Perdí al amor de mi vida por no luchar por él y sólo trata de remediarlo ayudando en lo que puedo lejos del ideal de Dylan.
—Todos cometemos errores Cora, no te puedes culpar toda la vida por buscar a tu hermano.
—Eso no es suficiente James, si lo pienso, podría perder a Dylan y duele sólo imaginarlo, pero con Bennett no duele— me miro en el espejo —Con Bennett quema, todos los días se abre la herida y la única razón por la que lo sigo intentando es por Aaron.
—¿Aaron? — parpadea sorprendido. —Pensé que lo llamaría como su padre.
Niego con la cabeza. —Ya duele demasiado para hacer algo como eso.
No hace más preguntas como Dylan y de alguna manera se lo agradezco. Comienzo a cabecear cuando James aspira los pisos y las alfombras, debe parar, pero se repite que es un agente y que ha visto cosas peores.
Las lágrimas nocturnas aparecen incluso entre mis sueños, pero esta vez duran poco porque a los minutos siento un calor muy humano que me pega hacia sí mismo, siento su palma en mi vientre dándome protección.
La alarma de un reloj de mano me saca de mi sueño y al parpadear noto la luz del sol filtrándose por las ventanas, escucho el motor de un auto continuamente y es molesto que me despertó, no he dormido tanto estas semanas.
Me levanto despacio y veo a James con su brazo sobre sus ojos y el otro dejándolo como mi almohada personal como me abrazó anoche.
No es un auto lo que escucho.
Lo conozco desde los ocho años cuando comenzó a ser amigo del colegio de Dylan y nunca lo había escuchado roncar. Me cubro la boca con la mano para evitar reírme. Frunzo el ceño de inmediato. La primera risa en semanas.
Me quito de su lado mirando los cuadros, otra parte de su carta viene mi mente cuando mencionó a James Lewis como una buena persona y que le prometió cuidar de nuestro hijo y de mí.
Preparo el desayuno unos simples huevos benedictinos para James y para mí. Veo su celular sonar dos veces, se despierta y me mira de lejos después de responder a la llamada. —Es Maya, dijo que debemos sacar a Erick de prisión porque Sarah mando juicio a todos los prisioneros a Escocia por quemar la base de Brent, está demasiado preocupada por él.
—Tu número de empleado ha sido quitado del sistema del MI6, pero yo tengo acceso libre a las unidades de Londres por Dylan— se sienta comiendo de mi plato.
—Me parece perfecto, si Dylan está en la unidad de rescate a Emma, Sarah irá detrás de él por llevarse cinco unidades bajo su mando, aún está suspendido como General, también investigaré los cambios de turno de la seguridad — asiento — Necesitamos infiltrarnos para sacar a Erick antes que los trasladen Escocia, pero necesitaremos dinero para sobornos y mucho.
—Eso no es un problema.
—¿Tienes lo suficiente para sobornar a al menos veinte guardias de vigilancia del parlamento para obtener acceso a la celda de Erick?
—Más que eso.
Se levanta y pide prestado mi ordenado para acceder a los horarios de la base, me repugna que cada sitio Web tenga el nombre de Sarah con el rango de teniente. Veo a James trabajar mientras desayuno.
Saco sufriente dinero de la cuenta que me dejó Bennett, será difícil entrar por Erick, la última vez que lo vi estaba muerto de miedo en su celda. Me coloco una chaqueta ancha y tomo las vitaminas de embarazo mirando en mi mesita de noche la foto de mis padres, siento una culpabilidad de ir en contra de lo que ellos lucharon.
Siempre llevo el dije de Dylan en cuello, me lo dio cuando ingreso al servicio de entrenamiento, representa todo para mí, mi apellido, la muerte de mis padres y mi hermano, que es todo lo que me quedaba.
Me lo quito por primera vez y lo coloco junto a la pelota de esponja de Kieran. Sonrío triste, parece que todos los que quiero, siempre mueren, pero se acabó, no más prejuicios, ni moral.
—Sé que ya no puedes verlo Bennett y que solo hablo a la nada, pero desde ahora en adelante, sólo seremos Aaron y yo y ante todos los que más amé, prometo solemnemente proteger a nuestro hijo sobre cualquier cosa, incluso de mi propio hermano, lo prometo cupcake.
. . .
Camino con mi clave de acceso a la prisión del parlamento, en el centro de la ciudad y el palacio de Windsor. Maya dijo que sólo necesita un acceso dentro, no sé si está aquí, pero cumplo mi parte.
—Bienvenida señorita Gray— me saluda el guardia de la entrada.
—No pasaré por el escáner, estoy embarazada.
—Jamás la haría pasar. ¿Cómo se encuentra el general Gray? — se muestra amable como todas las veces que he venido.
—Está recuperándose, si trabaja duro, pronto regresará a las filas.
—Lamento lo que le sucedió hace dos días en Brent, la teniente Wall quería rescatarla.
Lo dudo. — Me tomaron como rehén para salir de la base, pero me liberaron horas después, creo que se apiadaron de mi condición.
—Sigue caminando Cora— dice James en mi oído con ese pequeño aparato asustándome —La celda está por el pasillo diecisiete justo frente a la cabida del ministro Madden. Lo resguardaron como criminal de alto riesgo.
Paso lejos del guardia y busco entre las paredes la indicación del pasillo diecisiete, pero hay más de tres. Me pierdo entre los primeros dos, ninguno lleva a dónde dijo James. Algunos agentes se quedan mirándome.
Paso por la oficina que era de mi hermano y pongo el código de clave, entro cuando se quita el seguro y miro que no han movido las cosas de Dylan. Corro a uno de los cajones del escritorio y fuerzo el seguro de la llave con un lapicero con mi labio entre mis dientes.
Me cuesta inclinarme por mi vientre, pero me apresuro. Una copia exacta de los códigos de acceso de cada pasillo sale cuando se abre, busco el número diecisiete. Escucho pasos y me tumbo debajo del escritorio.
Aaron se mueve en mi vientre y me provoca un dolor repentino. Azotan la puerta de la oficina, la voz de Sarah enojada se oye. —¿Cora? — James dice en mi oído, pero no puedo hablar.
Me levanto segura de que no me vean y corro por el pasillo doce, faltan cinco más para el de Erick, está muy lejos. Me toco el vientre y corro hasta el quince jadeando con el estómago en mi garganta.
—Vamos Aaron, coopera con mamá— retomo aire para seguir.
Me topo con un agente alto de rizos oscuros, jadeo del susto, pero cuando veo que es James siento un alivio recorrerme. Trae una gorra negra y los lentes negros del servicio ocultando su apariencia, sólo el uniforme se ve y nadie lo cuestiona. —¿Cómo está el bebé? — pregunta antes incluso que de los códigos.
—Uh... Bien— asiento, confundida —Corrí con mucho cuidado.
—Déjame comprobarte— pone sus manos en mis mejillas mirando que no me haya golpeado bajo el escritorio. —Estás bien, no vuelvas a cortar comunicación conmigo, estaba preocupado — suspira aliviado —¿Cuál es el código de la celda de Erick? — habla en voz baja.
—Cuatro, nueve, nueve, cero, cinco, cero, dos, ocho.
Lo repite memorizándolo y me toma de la mano. —Encontré que mi huella aún está activa, si podremos sacarlo. Corramos.
Finalmente llegamos al pasillo diecisiete. Está con vidrios blindados. Veo una figura distorsionada dentro, supongo que es Erick. James abre el control de acceso virtual y pone su huella, la pequeña pantalla se pone en verde y coloca los números que le dije.
—Larguémonos de aquí— dice y notamos que no es Erick es un hombre ruso.
Cierra la puerta antes que salga y por más que revisemos ninguno es Erick. Nos dirige por el pasillo y salimos por la puerta trasera. —Vámonos de aquí, Sarah no iba a ponerlo a fácil acceso.
Tratamos de comunicarnos con Maya cuando regresamos al apartamento, pero no hay red en ninguno de los servicios, James dice que es porque entraron a una cripta donde creen que está Emma.
Se pone a trabajar con una orden de uno de los hombres de Alexander y al caer la tarde me preocupo de que no haya noticias sobre Emma, así que vuelvo a pintar, de nuevo con mi mejor muso.
Pinto los ojos marrones de Bennett y mezclo los colores para el tono de su piel. —Increíble— la voz de James en mi espalda me cosquillea. —Es asombroso como pintas cada facción tan cual era, eres muy talentosa.
—Gracias — un revoltijo instantáneo en mi vientre me hace soltar los pinceles. —Dios.
—¿Qué sucede? — se levanta preocupado y de nuevo cuando vuelve a hablar regresa ese movimiento.
—Creo... que es tu voz.
—¿Mi voz?
—Salimos juntos mucho tiempo, supongo que te reconoce.
Sonríe de lado y se acerca pidiendo permiso con su mirada para tocarlo. —Amiguito no te vuelvas loco ahí dentro— ambos sentimos ese movimiento demasiado fuerte.
Sonrío de lado a lado y James en silencio comparte conmigo este momento especial. Me doy cuenta que llevo más de veinticuatro horas viviendo, saliendo de ese hoyo negro en el que he estado casi dos meses.
Se levanta y vuelve a trabajar, esta vez no lo corro, se ve agobiado todavía y ha disipado la soledad de cada noche en este apartamento enorme. Paso mirándolo de lejos mientras habla con el mismo Alexander, algo de que su hacker no le responde más y lo cree muerto.
Salgo a la pequeña terraza de Bennett y me tumbo mirando la ciudad.
Siento una manta en mis hombros cuando me levanto medio dormida y veo a James colocándola. —Por si tiene frio.
No le respondo, simplemente me cubro y lo veo sentarse en el suelo junto a mi mirando lo mismo que yo, ambos en silencio. Saco la mano de la manta y tomo un puñado de su cabello para jalarlo como cuando éramos niños.
Suelta una carcajada y niega con la cabeza. —Sigues siendo la hermana loca de Dylan.
—Es para no perder la costumbre.
—Es bueno sentirse normal dentro de toda esta mierda.
—Si quieres sentirte más normal te invito a mi sala de juegos— alza las cejas sorprendido —Construida por el mismo Alexander Roe.
—No— abre la boca siguiéndome al mejor aposento de la casa.
—Si, él la construyó— pasa por la gran creación —¿Juegas una partida de billas o tienes miedo de perder ante una mujer embarazada? — tomo un taco de madera frotando brea en la punta.
No lo piensa dos veces y va por el suyo. — Vamos rubiecita, juguemos.
—No me llames así— le aviento una de las bolas, pero la esquiva.
Lo miro hablar de Dylan mientras acomoda las bolas, es perfecto para convivir con los Gray. Dylan le daría cualquier aprobación para nosotros, pero esos ojos azules por más intensos que sean nunca se compararán con los castaños de Bennett.
Mi mente se estanca en los cientos de veces que jugamos aquí.
Su recuerdo no se va a pesar de los meses.
Juego con James, pero sin bromas, no quiero que note mi tristeza, pero termina haciéndolo. Me disculpo fingiendo estar cansada para irme a dormir, pero paso las horas mirando el techo.
Me acomodo otra vez contra su pecho entre sueño. —No te vayas— le pido con voz ahogada. —Por favor Bennett.
Me aprieta contra sí y despierto mirando su ropa azul, alzo la mirada con la cara bañada en lágrimas y veo que es James. —Lo siento Cora.
Me alejo de él y me doblo de dolor como el día que lo encontré muerto en su terraza.
—No es bueno para tu bebé Cora— James tarta de tranquilizarme.
"Tienes que vivir por nuestro bebé nena" Esa es la parte de su carta que más me derrumba.
Siento la mano de James en mi espalda. —Sé que aún te duele y va a doler y mucho Cora hasta que te queme respirar y por mucho tiempo no querrás seguir, pero vas a sobrevivir.
〘 〙
Emma.
Me levanto con cortadas en mi brazo izquierdo, hay restos de concreto en el suelo levantando una columna de humo, los vidrios desquebrajados sobre nuestros cuerpos, todos están tirados por la explosión, mucho muertos, Richard está con la cara doblada y sangre en su frente, se ve inconsciente.
—Mierda— me toco el brazo sangrando, me lleve un golpe fuerte en la cabeza, mi frente sangra como la de Richard.
Estiro las manos y logro levantarme apoyándome en el cuerpo de un kray, estoy aturdida. Logan tose varias veces mientras sus kray lo levantan, los empuja quitándose vidrios rotos de la cabeza. Kyle lo ayuda limpiándole el uniforme, otro kray va corriendo con el ministro, le dan el trato igualitario al líder, ya que son socios.
Camino hacia adelante todavía con la mirada borrosa por la explosión. Quedaron los restos de la granada, es azul, las vi en Brent. Los agentes del MI6 atendieron a mi llamada de emergencia, antes que la misma organización.
No me importa, lo único que quiero es sobrevivir y salir de este infierno al que me han sometido con golpes.
Logan me mira limpiándose la sangre y reacciono. Huye. El pensamiento es instantáneo y con rapidez camino entre las cenizas del sótano para largarme de aquí, si es el MI6 atacando a los treinta y siete, aprovecharé.
Logan también reacciona y corre hacia mí, empujándome de nuevo a la pared —¡No te vas! ¡Tráiganla a mi auto y pongan la dirección la cripta, nos largamos de aquí! — dos kray del suelo se levantan, no tendré oportunidad de salir del sótano.
Pero ya no seré prisionera, así tengan que matarme.
Camino a uno de los kray muertos y tomo su arma, la metralleta pesa y estoy débil, quito el seguro y le coloco las municiones. apoyo en mi rodilla el gatillo y la levanto contra la pared, pero ni eso lo asusta.
—Por favor, deja el drama y ponte a limpiar, ya que no queda casa de compañía irás a trabajar en los bares como bailarina, como estabas destinada a hacerlo cuando tu padre te vendió— Logan se ríe y ha estado jugando tanto con mi mente que le tengo miedo.
Me veo rodeada de Krays que no me dejaran conseguir mi libertad. Le dan el arma a Logan de un calibre alto, es armamento de los francotiradores y escucho las instrucciones para matar a los que soltaron la granada aquí dentro.
—Traigan a la reina conmigo.
Nos miramos fijamente, me han herido tanto aquí al punto que odio los verdes y que me llamen con ese sobrenombre.
Tengo la metralleta levantada apuntando a ellos, aunque sé que estoy rodeada de francotiradores que me mataran al segundo que dispara. —Pensaste que podías lárgate, pero eres mi diversión especial y no te voy a soltar hasta que me canse— sonrie de lado, aún herido. —Tampoco eres estúpida, sabes que debes sobrevivir.
—No.
—La prioridad de ellos es el lobo, no tú.
Me arden los ojos mientras recuerdo el anillo verde que me quité, tenía un rastreador, días enteros lo tuve puesto.
—Yo seré un maldito, pero siempre iré por mis kray. Lo hice por Katherine y Beckham incluida esa odiosa de Dina. — se pone serio y por primera vez siento que habla con sinceridad. —Nadie se preocupó por venir por ti, si no hubieran evitado la tortura.
Siento mis mejillas mojadas, sintiendo tanas mentiras que nunca cumplieron. Bajo la metralleta y camino a mi destino con un ardor en los parpados, lo único que me trajo el tatuaje del lobo fue tortura.
Me atan las manos muy apretadas que seguro dejaran cicatrices. Me hacen caminar detrás de Logan y salir por la puerta de la celda para subir unas escaleras. Escucho disparos muy lejos como si el MI6 estuviera recién intentando entrar en la casa de los treinta y siete.
Dar órdenes de tener los autos preparados para su amo y el ministro Madden, al que no deben dejar morir. Veo a Logan como el mejor kray entrenando matando a dos agentes del Mi6 en cuanto nos los topamos arriba.
—Abajo— Logan me empuja al suelo con otros prisioneros. Traen a Ethan en hombros.
Veo los uniformes azules cubiertos de sangres, dos cuerdas negras salen de las ventanas y a los segundos las botas de siete agentes que entran al primer piso las rompen, sus cascos les cubren de las balas.
Me cortan las ataduras de las manos para que levantemos el contendor para cubrir a Logan. Cuando se alejan escucho un jadeo llamándome y me acerco a los heridos.
—Emma, el camaleón vino por ti— jadea uno de los agentes moribundos.
—¿Lucy?
No responde, ya murió. ¿Dylan? Alzo la mirada cuando nos arrojan a un contenedor para cubrirnos, Logan se va sobre un agente.
Analizo mis opciones y no tengo ninguna salida. Que nadie le diga que no puede defenderse sola. Me miro en mi mente con el recuerdo en la sala clandestina con dolor en mi vientre con esa médico obedeciendo sus órdenes.
Me veo de nuevo en mi boda, con Alexander diciendo juramentos peligrosos y dolorosos que no se cumplieron.
Miro a los kray atacando a los del Mi6 con las burlas y humillaciones de días, con mi cuerpo siendo lastimado día con día. Puedo ceder a esconderme para que nos lleven, pero hay algo más fuerte que el miedo.
El enojo.
Tomo el arma del cuerpo de Lucy y disparo vaciando el cartucho contra el amo de la organización de los treinta y siete.
Mi cuerpo se azota en la pared con cada impacto, cada bala que rompe los últimos objetos que quedan y que dan en uno que otro cadáver. No disparo al azar, quiero un objetivo y es matar a Logan, incluso si me matan en el proceso.
Espero el disparo de los francotiradores, pero dos caen muertos. Al instante, tengo un cuerpo a mi lado disparando, ropa verde, pero no como la de ellos, se levanta la manga para que vea el tatuaje del lobo.
—Mi... mi señora— jadea dándome municiones mientras disparar a muerte como él. Le reconozco la voz, es uno de los conservadores rusos, el que quedó vivo. —Su organización y mi señor vinieron por usted, manténgase a mi espalda.
Mi cuerpo tiembla, creo que me lo estoy imaginando, pero me zarandea para que me ponga a su espalda.
—Vamos.
Lo muerto en mi interior revive unos segundos.
Le dispara a Kyle derribándolo y corriendo nos escondemos detrás de un contenedor para evitar las balas y lo veo cargar municiones.
—¡Nos informan de una C17 activa amo! — le grita Kyle corriendo dentro —¡Debemos evacuar la casa de inmediato!
—¡Saquen al ministro de aquí y manténganlo a salvo, que todos los francotiradores maten a los agentes del MI6! — ordena.
—El MI6 también está aquí. — le digo.
—Una desagradable coincidencia de la que nos desharemos— dice el conservador ruso.
Se me acaban las balas y tampoco tengo fuerzas para seguir deteniéndola. La pongo sobre mi pecho mirando a los kray venir contra el conservador y yo cuando sacan al ministro lejos corriendo. El ruso me tumba al suelo y me cubre contra su propio cuerpo debajo de un andén metálico como protección.
La C17 explota contra la casa de los treinta y siete.
La explosión me deja sin oír y aturdida.
Veo los trajes verdes de la organización del lobo y el rostro enojado del más alto de ellos disparando a muerte a cualquiera entre el fuego de la explosión de la bomba.
EL conservador ruso está herido, me levanto viendo el fuego y después el hombre alto con la cara cubierta, la ropa es verde. Alza la mano y veo el anillo de matrimonio, corro hacia él cuidándome de los agentes del MI6, a la par que él mismo avanza hacia mí y me estrecha con cuidado contra su cuerpo.
No le reconozco la silueta por su traje de kray, pero me siento a salvo. Me sostiene con demasiada delicadeza. — Pensé que no ibas a venir.
No me responde, me abraza más fuerte, sólo me señala con su arma por dónde debemos seguir. Me alza sobre un hueco del segundo piso y me ayuda a pasar entre el, viene a mi espalda siempre pendiente de mí.
Lo único que me preocupa es el ligero temblor de su cuerpo.
Un agente del MI6 nos encuentra del otro lado y me preparo para que le dispare, pero nos deja irnos. Alexander me toma de la mano y nos dirige en silencio por otro pasillo cercano, veo el fuego quemando paredes, me levanta y me hace correr por el pasillo, los pies descalzos, me carga sobre su espalda y nos tira por un cuarto destruido bajando por unas escaleras.
Hay kray ahí, nos quedamos en silencio por al menos diez minutos, pero no me importa. Me recargo en su pecho y pone su mano en mi abdomen tensándome. Su anillo me hace sentir arrepentimiento por alguna vez quitarme los míos.
Escucho una voz muy lejos y noto que trae un comunicador en el oído. —¿Ese es Ida? — asiente de nuevo sin hablarme. Los Kray despejan la sala donde entramos y salimos libres, a dos puertas está la salida.
Me pone un arnés en la cintura y me pone contra la ventana. Veo el piso, pero la cuerda la sostiene un arnés de un auto abajo que no veo. Salto con cuidado bajando hasta que un hombre que no reconozco me recibe abajo.
Soy libre.
Alexander baja también y lo ayudo a levantarse cuando toca el suelo, pasan un auto muy normal para subirnos, en ese momento siento su boca sobre la mía besándome con demasiada urgencia, es entonces cuando el beso me provoca más enojo del que tengo.
Lo empujo lejos de mí quitándome sus restos de mi boca. —Tú no eres mi marido.
Se descubre el rostro y veo a Dylan enojado. —No, pero soy el que te salvo de ese infierno.
—Fuiste el que lo provocó. ¿Cómo conseguiste ese anillo? ¡Dámelo! — trato de quitárselo, pero esquiva mis manos.
—No vamos con el MI6— trata de tomarme del brazo.
—No me toques, la organización está aquí y es a dónde pertenezco— miro a mis espaldas para regresar dentro.
—Emma, nos vamos, no hagas esto más difícil.
—Ellos vinieron por mí, ya te puedes ir largando.
—¡Ellos no vinieron por ti! Si no quieres salir herida ven conmigo, no quiero causarte daño — retrocedo, pero niega con la cabeza. —No hablo de un daño físico Emma, yo no soy como ellos, conmigo no te hubiera sucedido todo esto al igual que Jack mira los rastros de sangre por mis rodillas y ese dolor en mi pecho regresa.
—Voy a salir de aquí con ellos, no contigo, lo encerraste en un juicio con Sarah sabiendo lo que me hacías a mí.
—Es lo que se merece y mucho más y cuando lo sepas sabrás lo correcto.
Dos disparos matan al agente del auto, corren hacia nosotros dos unidades del MI6 que esperaban a las afueras, al menos seis autos para proteger a Dylan. Caen del arnés Emilia y un cuerpo más alto que reconozco porque, aunque trae la mitad del rostro cubierto y no trae anillo reconocería esos ojos toda mi vida.
Por eso el cuerpo de Dylan se me hizo extraño desde que lo encontré. Dylan me sostiene de los hombros cuando el caos se desata entre la organización del lobo y el MI6. Nos resguardan detrás de un auto azul.
Lo peor sucede cuando los francotiradores de los kray salen. —Te lo dije Emma, debimos largarnos— Dylan me sigue sosteniendo, viene uno del Mi6 y le pide instrucciones a Dylan que se arregla el chaleco antibalas y saca unas esposas para mí.
—No puedes hacer esto.
—Haré lo que quiera para hacerte entrar en razón. No dejes que se vaya, nos la vamos a llevar, aunque no quiera, espósala, pero no la lastimes— por el rabillo del ojo veo a Logan el miedo que me infundió durante días.
—Traigan a la bailarina— da la orden a Kyle.
El agente se apresura a esposarme para meterme a una unidad del MI6. Miro de lejos a Alexander que ve como me esposan.
—Todos ustedes están muertos— susurro en voz baja.
Respiro hondo cuando aprietan las esposas haciéndome daño y veo a la bestia de los ojos verdes azotar el cristal de la puerta de una patada empujado a Dylan al suelo, con su arma le da golpes secos y le rompe el cráneo al que me esposó.
El enojo claro en su mirada es poco cuando lo levanta y lo azota contra el auto mientras los de la organización matan a los agentes, miran a los kray correr con su armamento, me quedo sin respiración, salen veinte... treinta... cuarenta, son demasiados.
La organización del lobo.
Reconozco a los rusos, a los daneses. Alexander le revienta la mandíbula a Dylan, un ruso que ni siquiera conozco corre hacia mí, el infierno se desata. Dylan se atreve a golpearlo, pero mi marido fue entrenado y especializado en combate cuerpo a cuerpo.
—Mi señora— el ruso pone una navaja suiza en las esposas.
Veo a Kyle venir a nosotros. Le clavan una daga en la garganta, cuando su cuerpo cae veo a Maya enojada buscando entre la gente a Logan. —Quítate inútil— Emilia se inclina conmigo y logra abrirlas antes. —A mi espalda, cuando digo abajo, te agachas— me dice muy seria, su actitud ha cambiado. —Ponte esto, para mantener comunicación con la organización. — me mete un comunicador en el oído.
Veo a Alexander de lejos. La casa de los treinta y siete ha sido bombardeada, hasta el momento escucho las hélices de uno de los bombardeos aéreos, pero no tienen ninguna insignia de MI6 o la DEA. Pasa Emilia disparando.
No veo a Jack ni a Ethan.
Cruzamos por la salida trasera y noquean a Emilia. Un kray la arroja al suelo y aunque ella es muy audaz, un kray la asfixia con ambas manos. Tose con la cara pálida y patalea, corro y tomo parte del arnés del MI6 y comienzo a asfixiarlo hasta que no puede librarse y se queda inconsciente.
Emilia tose mirándome con el ceño fruncido. —Necesitamos bajar a las celdas e ir por Ethan.
—¡Tú eres la prioridad, no él!
La miro enojada recordando que me trajo aquí obligada, algo sucedió que la hizo ayudarlos. Corremos y veo las camionetas negras. Pierdo el conocimiento con un golpe en la cabeza, oigo los quejidos de Emilia, pero todo está negro.
Respiro hondo y abro los ojos aturdida estoy en un ato de los kray con Logan dando órdenes de matar a los Roe. Emilia está tirada inconsciente en el suelo, veo a Dylan también, con la cara ensangrentada y cojea ligeramente ¿Qué está pasando?
—Si tu dejas vivir a los agentes del MI6 nosotros, peleamos con tus kray.
—Tenemos un trato, se nota que como Sarah todos ustedes saben negociar.
Dylan se toca el comunicador del oído. —Todas las unidades atacando contra Alexander Roe y su organización.
Alexander causó una gran explosión que todo el perímetro arde a doscientos kilómetros a la redonda. Miro con desprecio a Dylan que nota que desperté. Jadeo sin fuerzas mirando el horros.
No pueden contra la organización del lobo, por eso se unen. Toda una ciudad completa está siendo masacrada por el lobo. Saco lentamente los anillos de mi bolsa y me coloco de nuevo ambos.
La luz del verde parpadea.
Dylan golpeó muy fuerte a Emilia. Veo a Logan matar a diestra y siniestra, pero su diversión no les dura mucho porque explotan tres de los vehículos verdes. Me agacho para evitar heridas y caminando entre los escombros viene Alexander.
Dylan saca su cómodo 49, pero el lobo alza su metralleta y mata a dos kray desde larga distancia, trato de zafarme de Dylan, pero si Alexander vino la organización viene detrás de él.
Logan recarga los brazos y me sorprende a Alexander hacer lo mismo dejando a Maya contra Dylan. La unión corta de kray y agentes hace que cuando Maya se va sobre Dylan dos de los asesinos la retengan y alcanzan a golpearme dejándome aturdida y casi sin conciencia.
Alexander.
Ciego o no mantengo los brazos contra Logan, su pierna sangra del disparo y su miembro es el siguiente, paso cuando entre cuatro kray tratan de cortarme la respiración, pero en mi enojo me cargo a todos los hijos de puta y les fracturo los tobillos con mi mano, a otro le reviento los parpados y le corto la lengua.
Empujo a Logan contra la pared y le reviento un corte seco con mi daga entre su frente. —Hijo de perra— se queja y me asesta de golpes con sus botas en la cabeza tirándome al suelo.
Meto mis dedos en la herida de bala y los bajo hasta que se queja. Tuerzo su brazo y le saco las puntas de dos dedos yendo por sus corneas para sacarle los ojos, disfruto la tortura tanto que sonrío de lado cuando grita.
El puto cojo me empuja atrás antes que deje ciego a Logan y me revienta un puñetazo en la cara. Lo empujo al suelo y lo arrastro por los escombros. Veo los ojos castaños de mi mujer a lo lejos jadeando con sangre en la cabeza.
—Nena— susurro y corro hasta ella que va descalza con el pecho agitado y el traje de kray sucio.
Se azota contra mi pecho cuando llego a ella. La aprieto fuerte y hace lo mismo. La levanto del suelo en mis brazos para que sus pies dejen de herirse, beso su nuca y sus sienes cuando jadea en mi oído.
La miro con cuidado viendo las jodidas heridas, le compruebo los brazos, todo. Mira a su alrededor viendo lo que las dos C17 causaron en toda esta ciudad. —Sabía que vendrías por mi— su voz es un susurro.
Le quito tierra de una de sus mejillas. — Siempre— digo y se prende a mi cuello sollozando y también haciendo gestos de dolor, la sostengo con fuerza y con rabia de todo lo que la lastimaron.
—Ethan está herido en las celdas subterráneas y Logan sabía del embarazo, hace dos días él...
Emma.
Quiero hablarle sobre... lo que sucedió, Logan y la cosita, pero se me hace un nudo en la garganta.
—Tranquila, me lo dirás en casa— me tranquiliza y asiento, pero el infierno aún no termina.
Comienzan a disparar de ambos lados, la organización nos resguarda, pero la pelea arrecia con la aparición de la DEA, del lado del MI6. —Cúbrete voy a hacer una matanza aquí— me besa la mejilla, aunque esté peor, pero no nos besamos porque no hay tiempo.
Corremos por el sur, pero la DEA es especializada es como si fueran tres mafias contra nosotros, Alexander tenía razón, el mundo no estaba preparado para vernos juntos. Entramos Somos emboscados por el otro lado cerca de entrar a los restos de las celdas para rescatar a Ethan.
—Son Kytters, francotiradores especializados, los más peligrosos de la organización de los treinta y siete— me explica. —Maya, iremos por Ethan — dice en el dispositivo de su oído y corremos por la vereda.
—Si nos cubrimos pasaremos desapercibidos.
Maya nos encuentra del lado superior y recuerdo en mi aturdimiento que Emilia quedó desmaya en el suelo, me agarro de la mano de Alexander, pero me cuesta enfocar, creo que el golpe en mi cabeza está haciendo efecto, siento síntomas de estarme desmayando, pero me obligo a seguirlos.
—Voy a votar los candados— dice Maya alejándose hacia los francotiradores, pero vemos a agentes del MI6 entrar en busca del ministro Madden.
—Se envió una orden de desaparición del ministro ha mandado a todo el MI6 a buscarlo mi señor— le avisan a Alexander y nos apresuramos por mi guardaespaldas.
Las celdas siguen cerradas todas Ethan esta tirado boca arriba en el suelo, esperamos por la señal de Maya a que se abren, pero nos informa que no podrá alcanzarnos ya que los agentes del MI& están acordonando la zona.
Uno de los de la organización del lobo quita el seguro de la celda mientras Alexander dispara a uno de los kytter. Ethan va inconsciente, pero lo levantan entre tres. Corremos de vuelta a la salida.
La zona es acordonada, Ethan poco a poco recobra el conocimiento y me insta a ir más rápido. Corremos, ya no me molestan los pies descalzos Alexander mandó a una mujer a ponerme calzado. —¿Dónde está Maya? Hay un escondite detrás del andén si algo pasa cúbranse— Alexander revisa la zona donde dijo que estaba.
Sólo Ethan y yo caminamos dentro y pasamos de largo, hasta que escucho un jadeo, volteamos y vemos a Maya de rodillas desarmada, con Rebecca apuntándole con un revolver directo a la cabeza.
—¡Maya! — le grito, pero niega con la cabeza y Ethan me detiene en el escondite.
—Por Dios, Emma, no hagas una escena de mi querida tía— Alexander no regresa de su revisión. —Por fin merecerá esta perra egoísta su castigo y fingiré que la maté por el ministro Madden.
Se oyen disparos fuera, Ethan se coloca delante de mí y pasan corriendo unos agentes, pero sólo una entra revisando la zona y es la misma Sarah, trae la placa de teniente encima de su costado derecho.
—¡Rebecca te separaste de la unidad!
—Tenía asuntos pendientes teniente.
Sarah entra de lleno y nos mira apuntándonos hasta que repara en Maya arrodilladla y golpeada, algo le hizo la sobrina de Tyler que se ve desfallecer ya casi sin fuerzas.
—Te ordeno que dejes de apuntale.
—Me parece que su orden está fuera de lugar, eso no era parte de la alianza de mi tío con el MI6.
—A Maya no Rebecca— le ordena Sarah de forma impersonal viendo a la madre de Jack, pero no se detiene. —Es la abuela de mi hija y la adora.
La veo contenerse poniendo la mano para que Rebecca deje de apuntarle, Maya se levanta poco a poco, pero grito cuando la propia Rebecca le clava la bala directo en el pecho desatando un reguero de sangre en el suelo, Sarah maldice, su propia sobrina la deja riéndose citando el infierno de Dante en danés, mandándola al infierno.
—¿Qué hiciste? — Sarah le reprocha auxiliando a Maya.
Cuando Rebecca se va corro por el cuerpo de Maya, se oyen sus jadeos y sus manos tiemblan. Ethan levanta su cabeza y abre la ropa de kray para buscar la bala y hacer presión, no me gusta que se detenga cuando la ve.
No me dice nada sólo me coloca la cabeza de ella en las rodillas. La sostengo mientras Sarah nos mira tratando de ayudar.
Veo a Alexander venir, se descubre la cara cuando me ve con Ethan. —Tenemos que salir por el sector dos a...— se detiene a ver a Maya convulsionando y le apunta a Sarah de inmediato.
—No lo hice, ellos te lo pueden explicar— ella levanta las manos en rendición.
Ethan le toca el hombro y en un susurro explica la gravedad de la herida. Alexander le da el arma para que le siga apuntando a Sarah, pero no se inclina a verla, simplemente se queda parado en su lugar mirándola desde arriba.
— ¿Tía Maya? — dice y es la primera vez que lo escucho llamarla tía.
Maya abre los ojos como si reconociera su voz. Mueve a tientas su mano, pero como no tiene fuerzas para alcanzarlo toma la mía, quisiera poder entender que trata de decir. Le quito el cabello del rostro y sigo haciendo presión en la herida.
Miro a Alexander y se inclina conmigo. Hay una última convulsión y Alexander le cierra los ojos, serio, pero se oyen pequeños jadeos.
Me ayuda a levantarme dejando a Maya, mis mejillas van mojadas y no dejo de sollozar, caminamos por el pasillo y al alzar la cabeza veo a Jack recargado en la pared mirando el cuerpo. Sarah lo mira con la mirada, preocupada, pero él no nos presta atención.
—Jack nosotros... —trata de decir Sarah, pero su espalda se mueve lentamente con un sollozo que no escucho ni tampoco veo.
Alexander le dice algo en danés, pero Jack no hace intento de escucharlo ni a Ethan, ni siquiera nos mira en su lugar camina a dónde está el cadáver. —Jack, hazlo, mi hacker ya no responde, debe estar muerto— Alexander hace el último intento.
—Podría ayudarte con la unidad de primeros auxilios a llevarte el cuerpo— Sarah se ve afligida.
—Váyanse todos — dice Jack de rodillas al cuerpo de su madre.
—No te dejaremos aquí— insisto.
Se rompe con mi voz, no estoy preparada para ver a un Roe llorar porque desgarraría el alma de cualquiera, pero Jack se dobla con el cuerpo de Maya con sollozos roncos muy dolorosos y muy amargos, quiero ir a consolarlo, pero Alexander me sostiene por el brazo.
—Suéltame, por favor.
Camino a Jack llorando y lo sostengo por la espalda. Siente mi toque y se quita. —¡Largo! — el grito me hace echarme hacia atrás y a la misma Sarah se le llenan los ojos de lágrimas.
—¡Cuida como le hablas! — el grito de Alexander lo supera cuando me levanta con cuidado y me pone al lado de Ethan.
—¡Mi vida era mejor en Nueva York! — se levanta con las mejillas húmedas—¡Nunca quise pertenecer a la mafia de nuevo! Quería una vida tranquila con Millie y mi madre— se jala el cabello llorando — ¡No quería trabajar para nadie y aun así me obligaron! — levanta la cabeza mirándonos con rabia —¡Todos ustedes me han quitado las cosas que más amo! — jadea con un sollozo.
—Jack...
—No Emma— niega con la cabeza —Ya no quiero oírte, esto me pasa por ayudar a alguien y no esconderme, debí largarme con Millie cuando pude y me quedé — se levanta una manga mostrando tres jeringas atadas con cinta a su brazo. — Si no quieren que los mate con mi veneno lárguense.
Cae de rodillas junto a Maya y le siente el pulso, no dice más, pero su amenaza es real. Corremos por el andén derecho para subir al ala este. Alexander le da una última mirada a los Roe y seguimos a la salida, me sorprende la habilidad que tiene la DEA para allanar una propiedad.
Subimos por el último par de escaleras y encontramos a la organización del lobo, los disparos al vernos se intensifican y la DEA nos atrapa o eso es lo que parece con tantas luces sobre nuestras cabezas.
La organización de los treinta y siete está dando salida y los del lobo harán lo mismo en unos instantes.
—Ríndete Emma, el castigo será menor si intervengo por ti— Dylan avanza disparando queriendo ser el salvador del mundo entero, pero mi rabia se enciende.
—Ni siquiera me dirijas la palabra, no sabes cómo te odio — me jalo de Dylan y lo veo contener el llanto, veo la mirada de satisfacción de Alexander al oír eso y apunta a uno de la DEA matándolo.
Dylan se para frente a ellos cubiertos por la unidad, veo tan lejos a Alexander matando a diestra y siniestra que será eterno tocarlo al largarnos. Da la orden de retirada y cuando viene por mí por primera vez su mirada baja a la sangre seca que baja por mis rodillas y veo la preocupación en su mirada.
Dylan ven que nos vamos y comienza a gritar, camino con algunos porque no sé cómo responder a lo evidente en mi cuerpo. Alexander camina hacia mí y me preparo para la pregunta más dolorosa de mi vida.
—¡Él mató a Kate Emma! — grita Dylan a mi espalda deteniéndome ante la mención de mi madre. Alexander aprieta la mandíbula y siento de nuevo las resacas del desmayo.
—¿Qué? —me detengo con el piso moviéndose a mis pies.
—El erbio de Erick me contó que vivió en Trafford con el adicto a los diecisiete años— Dylan comienza a hablar y Alexander comienza a avanzar hacia mí más rápido
—¡Emma! — su grito es de evitar que Dylan hable.
—En ese entonces vivió en una propiedad acordonada por la DEA, me puse a investigar, hizo un trato con tu padre y le pago lo suficiente para poner un veneno similar en los medicamentos inyectados de Kate durante las intravenosa de su última quimioterapia— lo repite Dylan con lágrimas en los ojos.
—Cierra la boca, adicto— Emilia le advierte a Dylan, pero él continua, no sé en qué momento ella llegó.
—Kate lo iba a lograr, Emma, el hospital logró llegar a su última quimioterapia, él cáncer iba a desaparecer— se limpia las mejillas hablando rápido porque estoy en medio de la organización del lobo y el MI6—Pregúntale por qué si es tan arrogante dona millones a las organizaciones de cáncer cada año.
Volteo a mirarlo, suplicando a Dios o lo que exista que sea mentira, pero veo arrepentimiento en su mirada verde y la herida en mi interior se vuelve una hemorragia de dolor.
Niego con la cabeza varias veces a Dylan, pero él asiente. Caigo de rodillas llorando en el suelo con el alma rota, recordando a mi madre muerta en esa cama de hospital rogándome lograr se publicista.
—No, Dylan— miro a mi amigo de toda la vida. —No.
Suelta unas lágrimas solitarias. —Lo siento— susurra. —No quería herirte al decirlo.
Se siente como si mi infierno nunca hubiera comenzado porque duele peor que cuando estaba siendo torturada. Mi madre hubiera vivido. Me duele el pecho, todo ocurre de prisa y me da vueltas, siento que ni puedo respirar.
Un ataque de pánico.
—MI señora— la voz de Ethan me hace alejarme del lado de la organización con las mejillas mojadas.
Dylan me ayuda a levantarme con el golpe mental que me han lanzado. Miro a los Roe sollozando. —Di que es mentira— se lo pido, pero Alexander no dice nada y es eso lo que termina de romperme, el silencio que confirma todo.
No tengo fuerzas para maldecir o para gritar de dolor, ya he sufrido lo suficiente. Se terminó.
Te amo Emma.
Te amo mamá.
Esas fueron las últimas palabras que oí de ella, una noche antes en ese hospital.
—¿Te casaste conmigo sabiendo que me quitaste a la persona que más quería?
No responde.
Saco de la bolsa de mi vestido uno de los anillos que mi quite sosteniendo la mirada a Alexander, jalo el maldito anillo verde que me rasga la piel del dedo anular al lograr sacarlo, ya estoy destruida.
Los tiros, ambos anillos.
Su mirada los sigue hasta que tocan el suelo.
Veo como esa mirada verde se pone brillosa, pero no dice nada.
Pongo las manos al frente para que el MI6 me espose, pero Dylan les da la orden de no hacerlo y me hace caminar, el primer paso me hace ver borroso. —¡Emma! —escucho el grito de Alexander cuando me desmayo.
Una mujer del equipo de primeros auxilios esta frente a mí en el auto donde despierto, ha comenzado a llover, estamos lejos de la ciudad, no se escuchan sirenas ni disparos.
Cuando despierto sigo llorando, pero me giro para que nadie me vea, Dylan comprende el dolor de Kate, ella nos crio a ambos juntos. Los agentes del MI6 van en una guardia diferente.
Dylan da direcciones, él es el que conduce el auto donde voy. Me gustaría sentir el ador de las heridas en mi cuerpo, porque me dolería menos del que siento en mi pecho.
Veo por la ventana perdida en mi mente, Dylan me habla, pero no me interesa oírlo. Estoy perdida, hago las cosas automáticamente, porque no las siento. Veo la mirada de perdida de todos los agentes e incluso me parece oír los gritos de Sarah cuando nos trasladamos a una de las bases del MI6.
Cada cierto tiempo mi cerebro reacciona y termino sollozando amargamente. Dylan trata de abrazarme en cada uno de esos episodios, pero lo alejo, tampoco voy a pertenecer de nuevo al MI6.
Lo sigo odiando, más que nunca.
—Así que fuiste por este de nuevo desobedeciendo mis órdenes y mira que tuvimos que ir por el ministro si no iban a morirse ahí— Sarah está aquí —¡Te di de baja de tu unidad y a todos los que fueron con él también se largarán! — siento un tirón en mis brazos.
—Sarah— Dylan se enoja, pero yo no me deshago de su agarre.
—¡Tú no perteneces aquí y tampoco te vas a quedar publicista!
—Entonces mátame— digo muy calmada —O haz conmigo lo que quieras, todo el mundo lo hace y a mí no me queda nada.
Su ceño se frunce al ver mi tranquilidad, me suelta diciendo algo que no escucho. Camino sin rumbo hasta que respiro aire hondo que no aclara mi cabeza. Veo que mis manos siguen lastimadas.
Sigo llorando en silencio.
Siempre te voy a encontrar.
Te amo carajo.
No hago promesas, pero te juro que esto no se acabara.
—Imprudente— dijo eso la primera vez que lo vi en persona.
Paso horas completas sumida en recuerdos, pero todos acaban por destruirme, me duele hasta respirar. En algún momento de la noche Dylan me hace entrar, me ducho con sumo cuidado y después uno de los médicos de la unidad me cura las heridas y los golpes.
—Mañana quisiera hacerte otra revisión y creo que sabes por qué.
Asiento y paso por el servicio de emergencias, me piden esperar por mi diagnóstico, tomo un vaso de agua que tanta falta me hizo. Pasan de la tres de la madrugada, pero en emergencias hay muchos.
Camino con la ropa limpia que me brindaron mirando de habitación en habitación por sus ventanas, los enfermeros no me prestan atención, pero a una persona que no conozco en la sala de espera, me mira de reojo.
—Buenas noches señorita— me habla con demasiada educación, pero la ignoro y sigo caminando perdida en mis pensamientos.
Miro los uniformados del Mi6 que comen en la cafetería.
—¿Duele no?
Miro por mi hombro enojada a la misma mujer que está firmando unos papeles todavía en la sala de espera. —¿Qué cosa?
—Perder lo que más amas.
No le respondo sigo caminando, seguro los chismes aquí vuelan con los agentes, no quiero verla, pero ella me sigue. —Cuando te hablo me respondes.
Quizá es alguien importante aquí para hablarme de esa forma, pero me da igual. Molesta me giro a verla, trae un abrigo largo, botas negras y ropa negra, es alta un poco más que yo. Un cabello castaño perfecto del mismo color de sus ojos. Hasta trae guantes como si le molestara la suciedad o el polvo.
Su presencia de alguna forma se impone tanto que me dan ganas de pedirle perdón, pero no me intimido, ya me tiene fastidiada todo el mundo, me yergo en mi espalda y le sostengo la mirada.
Le pongo un dedo en el hombro. —Oblígame.
Alza la barbilla arrogante y con movimientos automáticos saca un pañuelo de su bolso y se limpia donde mi dedo toco. —No peleo con gente tan común.
Me río sin humor. —No tendrías ninguna oportunidad contra mí.
—Siempre me subestiman— sonríe de lado y no veo venir el hincapié en mi pantorrilla que me hace caer casi de rodillas ante ella. —Y siempre se equivocan— me mira desde arriba.
Me levanto jadeando y mi puño va en instantes a su mandíbula volteándole la cara. —¡Señora! — corre un hombre del pasillo sosteniéndola y me mira con la boca abierta.
—Conmigo también se equivocan.
Veo el enojo en el rostro de la mujer tocándose la cara donde la golpeé. Sólo hasta que el hombre la suelta me doy cuenta que ella y yo estamos poniendo la misma expresión.
—Alguien me enseñó que la reina no se pone de rodillas ante nadie y menos una extraña.
—Vas a arrepentirte de golpe, te voy a mandar al infierno— dice y camino hasta alzarle la barbilla.
—Ya vivo en el infierno.
Su expresión pasa de enojo a satisfacción como si respuesta la convenciera. Se suelta de su guardaespaldas, amante o lo que sea el hombre de color. —No veo porqué pelear, me gusta someter a los idiotas, pero no a las mujeres inteligentes— se quita los guantes blancos que lleva y me extiende a mano.
Trae una joyería lujosa en anillos y pulseras sobre la mano adornada. Veo un tatuaje de una cruz invertida en el interior de su muleca. La miro con precaución y se da cuenta a donde va mi mirada y sonríe de nuevo.
—¿No vas a darme la mano?
Levanto la mía y por debajo de mi manga al extenderla se ve el tatuaje del lobo al tomar su mano.
Mira el tatuaje y su mirada se ensombrece.
Nos miramos sutilmente y después que me suelta toma un bolso negro y camina con el hombre negro a su lado para la salida. Desaparece de mi vista y camino a las hojas de internos que estaba llenando.
Con sorpresa noto que no estaba llenando el formulario lo único que hizo es escribir una palabra en danés.
Den danske mafia
La mafia danesa.
Hola sexys.
Vamos rumbo a la etapa final del libro, pero aún no es tiempo.
Los amo tres millones.
-Karla.
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