CAPÍTULO 7
Alexander.
Paseo mis dedos por el arete y me bebo el vaso de wiskey completo escuchando a Ida a medias. Tengo que aclararme la cabeza de una puta vez.
—Caterva fue a dónde Logan como predijo mi señor— Ida me informa.
—Y aun así no hizo que Alesha regresara porque sigue jodiéndome.
Las traiciones son algo a lo que debes estar preparado. Desde niño vi a Logan echarse a varios a la bolsa por cometer errores y estupideces, siempre debes estar atento a las señales, ni porque duerma a tu lado significa que no va a clavarte un cuchillo por el costado.
—Ya sé que lo de Alesha te jode, pero ¿No te preocupa que el Mi6 está buscando tener una audiencia contigo? El dueño del hospital está siendo investigado. — dice Erick una vez que Ida nos deja solos.
—Mis hombres los van a mantener a raya y si es necesario te vas a Brent para tratar los temas legales, no quiero a esos entrometidos metidos en mis asuntos privados. Ya dijimos que fue un ataque terrorista y con la declaración que de mañana el jefe de estado los medios van a confírmalo. — saco mi celular —Mañana se pone fin a los medios amarillistas y Alesha tendrá que hacer méritos para aumentarlos sola.
—Como siempre tienes todo planeado.
—Las cosas salen mejor si yo las dirijo y no quiero al hermano de Coraline Gray cerca— esto lo digo mirando a Ethan para que se encargue. —Llama a tu padre y dile que se vaya a Birmingham, mañana se inaugura el nuevo hotel como lo teníamos planeado.
—¿Es buena idea?
—Ya hemos retrasado esa apertura casi dos meses, que vuele con su nuevo asistente y su grupo de publicistas, quiero que todo esté listo. — presiono el botón del altavoz del teléfono fijo. —Amelia ven a mi oficina. —No podemos retrasarnos más, cuando West B se enteró del proyecto se puso en marcha, gracias a un vendedor de información que salió de esta misma oficina. Alesha.
—¿Por qué no hacen correr la notica que Emma Brown vendió la información y por eso la despidieron? Así matas a dos pájaros de un tiro.
—No vas a inculpar a una mujer inocente solo para lavarte las manos de un error empresarial— Maya entra por la puerta sin tocar.
—Traté de detenerla señor Roe, pero la señora se metió a la fuerza— Amelia viene detrás de ella.
—¿Detenerme? Soy esposa de Tyler Hilton, el nuevo socio de Alexander Roe y también soy su...— la miro mal para que deje de abrir la boca de más, le dije a Tyler que quería discreción —Haz algo de provecho y tráeme un café linda.
Le hago una seña a Amelia para que se vaya y Maya ya está abalanzada sobre Erick. —Cuanto has crecido desde la última vez que te vi. — se dan dos besos en cada mejilla.
—Fue el año pasado Maya— le regresa el abrazo.
—Un año es un año.
—A abrazarse en la calle— los interrumpo cuando se ríen. —No vuelvas a entrar a mi oficina sin tocar. Y ya dejen de parlotear, no me gustan las bocas imprudentes. — parpadeo centrándome en mi contrato. —¿Qué quieres?
—Bennett. — dice poniéndome de mal humor. —No me deja verlo
—¿Y qué te ha dicho la policía sobre eso? — pongo mi barbilla sobre mis manos. —¿El equipo de rescate ya está en camino?
Erick aparta la cabeza sacudiéndola y ella se queda en silencio. —Los dejo hablar solos, te enviaré toda la información al correo electrónico. — sale por la puerta dejándola aquí.
—¿Algo más Maya? — inquiero.
—No es como si antes no fueras un bloque de hielo. Te olvidas que la familia es importante, por eso estoy aquí con un nombre que ni siquiera me pertenece. Aborrezco ser parte de sangre de la organización de los treinta y siete, pero hasta tu sabes que a la familia nunca se le da la espalda.
—Cuéntame otra historia que no me aburra.
—Si sigues enfrascándote solo, no vas a lograr nada más que seguir jodiéndote.
—Soy un adulto, no un mísero niño de diez años.
—Y aun cuando solo eras un niño tenías la inteligencia que tienes ahora. — deja su bolsa sobre la mesa —¿Dónde está Emma Brown?
—De eso se trata— me río.
—Habla con ella. — dice y ladeo la cabeza. —Sí, tienes mucho por hacer— señala los documentos que hay sobre mi mesa. —Pero desde que llegué vi tus prioridades— me da la mirada de una Roe. —Ni siquiera me respondas, traje esto para ti antes que me eches— saca unas fotos de un sobre blanco.
Me las pone en el escritorio y veo al calvo de Dmitri Makov con dos Kray. Las siguientes son dos placas de dispositivos rastreadores de una de las camionetas verdes que usa la gente de Logan.
—Si dices que mis visitas a Bennett han sido en vano, te dejo eso como recuerdo.
Ida entra a mi oficina y la saca sujetándola del brazo mientras miro las fotos que me dio. Dmitri Makov es la nueva marioneta de Logan Roe.
—Por lo que sé, el ruso no era de los mejores elementos de los pioneros— Ethan mira las fotos con detenimiento. — Si se escapó o se ganó su libertad ya sabe que no le durará mucho.
—Y Logan también lo sabe por algo lo tiene con él.
—La audiencia del director General del hospital de Brent será en esta semana, quiero que se mantengan cerca para que la seguridad del gobierno no venga a nosotros, retrasen su visita lo más que puedan.
Amelia aparece en la entrada con el café de Maya. —Deja eso ahí y programa mi viaje a Birmingham para la apertura de los nuevos hoteles, la reunión será hoy a medio día, encárgate que los ejecutivos estén ahí y también los arquitectos.
Los siguientes tres días que pasan se vuelven una resolución de cosas. El jefe de gobierno de Brent proclama un atentado terrorista a la ciudad con evidencia del incendio del hospital y el derrumbe de mi hotel.
Por lo tanto, la imagen de mi cadena hotelera quedó intacta, pero por los informes de mi gente los agentes del gobierno siguen con las investigaciones secretamente. Tengo que usar una estrategia para quitármelos de encima, ya me están tocando las pelotas.
—Su jet está listo señor Roe— abordo con el capitán para llegar a Birmingham.
〘 〙
Emma.
La siguiente empresa también me rechaza del puesto diciendo que no hay vacante para ser publicista. Voy por pequeñas compañías como de revistas o constructoras que recién comienzan en Londres, pero he tenido poca suerte.
El tono de mensajes como de una campana vuelve a sonar. Es un texto de Alicia con un simple "Hola". Lo leo con un suspiro y escribo una respuesta, pero antes de enviarla me arrepiento y la elimino.
Cora y Luke están en la Galería haciendo su trabajo con nuevos cuadros y un nuevo patrocinador que planea unirse a la galería, me siento como un estorbo sin hacer nada productivo.
Me puse a trabajar cuando me di cuenta que me estaba tocando. Toda la mañana he estado tensa y caliente... No traigo más que una playera de algodón y unos pantalones cortos puestos del mismo material porque incluso traer ropa larga era demasiado.
Tuve un sueño húmedo anoche con un hombre de ojos verdes y desde entonces no he podido sacarlo de mi cabeza. Haga lo que haga siento como mi clítoris sigue hinchado, esperando atención y si fuera de él sería mejor.
Coño. ¿Qué estoy pensando?
Me relamo los labios abanicándome con la mano para bajarme las ganas y pulso enviar mi propuesta a otra compañía. Paso a la siguiente para tener más opciones en caso que rechacen mi currículo y con solo ver el nombre me detengo.
West B.
Lanzo un suspiro largo y mis dedos se mueven solos por el teclado de la laptop de Luke. Hace días que envié mi solicitud de empleo a ellos y ahora tengo un correo electrónico de respuesta que aún no he abierto.
Me armo de valor y leo lo que dicen, tengo que presentarme el jueves por la mañana en la empresa para una entrevista. Confirmo mi asistencia y me detengo cuando el timbre de la puerta suena.
Abro la puerta y casi me caigo al suelo al ver a la tía de Alexander con una bolsa de panecillos ingleses en la mano y una sonrisa en la cara.
—Hola Emma— se escucha frenética.
—¿Señora Hilton? — alzo las cejas para que vea mi sorpresa.
—Por Dios Emma, solo dime Maya — me regaña —Además— mira ambos lados del pasillo comprobando que no haya nadie —. No se lo digas a nadie, pero mi nombre no es Hilton, es Roe—me guiña un ojo.
—¿Maya Roe? — eso tiene más sentido.
—No lo repitas— pide con precaución confundiéndome y alza la bolsa de papel que trae llena de panecillos—. Traje algo para picotear antes del almuerzo ¿Puedo pasar o soy inoportuna?
Trato de decir una respuesta coherente, pero estoy tan confundida de verla aquí que solo me hago a un lado. —Adelante, no importa, estoy sola en la casa.
—Gracias a Dios— pasa en unas botas de piel negras con un tacón de más de diez centímetros y trae otro gabán largo que le llega por debajo de las rodillas, es también de furry como el blanco, pero este es de color negro.
—¿Entonces su nombre Maya Roe? — frunzo el ceño.
—Sí, fuiste la primera con la que practiqué el nombre de Hilton— me da una sonrisa ladeada. —Mi esposo Tyler y Alexander tienen un negocio en puerta así que dejemos que los demás piensen que soy Maya Hilton en las cenas de negocios. — me guiña un ojo. —Y comienza a tutearme, no me gustan las formalidades— levanta el dedo con una uña perfectamente pintada de rojo.
Mi mente se llena de una cadena de preguntas que prefiero reservarme a mí misma y me limito a asentir. Ahora que la veo más de cerca veo que comparte un color de ojos similar al de Bennett.
Pasa quedándose a mitad de la entrada y sus ojos se mueven por el lugar bajo sus pestañas largas.
—Lindo— dice con educación. —¿Estás quedándote sola aquí?
—No, mi mejor amiga y su manager...— cierro la boca de golpe, no tengo que darle explicaciones a esta mujer — ¿A qué debo su visita señora Roe? — me muerdo la lengua en cuanto sale la última palabra y ella me mira con una ceja arqueada —¿A que debo tu visita Maya?
—Eso está mucho mejor ¿Puedo? — pregunta quitándose el abrigo y asiento otra vez. —Te vez mucho mejor desde la última vez que te vi, es una pena que no hayamos coincidido otra ocasión en la casa de Alexander.
Lo dice como si Alexander no le hubiera dicho nada sobre nosotros o como si ella no intuyera lo que pasó. Me mira esperando una respuesta.
—No vivo ahí, su sobrino me dio asilo durante pocos días. — si quiere cotillear que vaya con él a preguntarle.
—Sí, me enteré que en tu edificio hubo un robo, Ethan me lo dijo, porque Ida es como una tumba, no habla ese hombre, ni siquiera sé si es mudo o no— se ve realmente molesta —Pero pudiste quedarte más días en el Score, o incluso en mi casa, te va a encantar cuando la veas.
—Señora Roe, digo Maya...— me corrijo yo misma, pero ella sigue hablando.
—Tiene un diseño francés clásico, yo misma lo elegí— se ve muy orgullosa de sí misma —Si no tienes dónde quedarte puedes quedarte conmigo.
Esta mujer está perdida, veo que no tiene ni la más mínima remota idea de lo que pasó.
—Maya— la detengo antes de que siga desvariando. —Alexander y yo terminamos.
Deja de hablar y me relamo los labios. Eso que dije en voz alta también es una respuesta para mí misma. —Terminamos hace dos semanas, por eso me fui de su casa, aunque le claro que no vivíamos juntos, lo de asalto a mi edificio es verdad.
—Eso explica todo— mira a lo lejos. —Lamento haberme entrometido en lo que no me incumbe. Discúlpame Emma— se ve claramente avergonzada. Se le marca una línea entre las cejas.
—Disculpas aceptadas— no quiero hacerla sentir mal.
—Estoy tan avergonzada, solo quería traerte un bocadillo, no pensé que te incomodaría así, no sabía lo que había pasado entre ustedes— suspira.
Recuerdo como me subió el desayuno a la habitación de Alexander. —Me gustan los panecillos ingleses— digo para aligerar el ambiente.
Consigo que sonría y me acerca la bolsa. —Están recién horneados.
El olor sube a mi nariz y le doy una mordida grande. Están deliciosos. Ella hace lo mismo y la escena de una mujer elegante comiendo panecillos me levanta el ánimo. Le ofrezco café y cuando asiente voy a prepararlo a la cocina de Luke.
Todavía me cuesta recordar en qué lugar está cada cosa, pero consigo llevar dos tazas a la sala de estar.
—Este apartamento no está lejos de mi casa de verano— removiendo solo una cucharada de azúcar en su taza.
—¿Se quedará mucho tiempo en Londres?
—Espero que solo unos meses. Soy buena socializando, pero desde que tengo que mentir con mi nombre me quedo más tiempo en mi casa sola, Tyler sabe que no soy buena mintiendo y ni su pase VIP al club va a quitarle que siga durmiendo en el sofá durante otros tres días.
Habla con tanta naturalidad y lo dice en un tono molesto que se le marca una arruga a mitad de la frente otra vez.
—Lamento que tenga que mentir. — la curiosidad por saber por qué lo hace me mata, pero no se lo pregunto.
—Los negocios son negocios Emma, estoy acostumbrada, pero es un tanto aburrido, eres una de las pocas personas agradables de este lugar.
Recibo su alago con educación. —¿Cómo supo que me estaba quedando aquí?
—Eso— se ríe nerviosamente —Solo lo supe— se encoje de hombros —¿Quieres otro bocadillo?
Evade el tema y ya no tengo que preguntar, si tiene tanto dinero como Alexander, me encuentran hasta por debajo de las piedras. —Gracias, pero ya estoy satisfecha. — me agarro el estómago con ambas manos.
—Estos panecillos son los favoritos de Bennett— susurra soñolienta. —Ojalá pudiera llevárselos.
—Cuando regrese de Nueva York puede una dotación entera si quiere— sonrío.
—Bennett regresó de Nueva York hace unas semanas. — cruza las piernas y mi sonrisa desaparece. —Solo que no ha querido ver a nadie, ni siquiera a mí.
¿Bennett volvió? Ni siquiera llamó. Lo dicho, después de lo que ocurrió no íbamos a poder seguir con nuestra amistad, pero ¿Y Cora? —Debe estar muy ocupado, no son tiempos buenos para Hilton &Roe— me duele haber perdido a alguien tan sincero como él, no quiero ni pensar cómo debe sentirse Cora.
—Más bien, está despechado— lo último lo dice mirándome fijamente. —A veces hablar es la solución a nuestros problemas, poner las cartas sobre la mesa y decir las cosas de frente porque si no nos lastimamos más ocultando las cosas que sentimos.
Me quedo en silencio sintiendo una presión en el pecho.
—Eres muy noble Emma— deja su taza sobre la mesa — En las revistas se decía muchas cosas de ti, un beso en una exposición y todo el mundo estaba especulando hasta que quitaron las noticias. Había muchos rumores en esos pocos días. — Su mirada pasa por mi laptop abierta antes de volver a mirarme.
Frunzo el ceño. —Lo que la gente diga de mi me tiene sin cuidado.
La comisura derecha de su boca se alza. —¿Por qué?
—Porque dicen que la única opinión que debe importarnos es la nuestra— respondo lo primero que se me viene a la mente.
—¿Y qué es lo que piensas de ti Emma? — me deja en blanco otra vez. —Sufrir y tener miedo no te hace una cobarde, te recuerda que eres un ser humano como cualquier otro. — su mirada cambia. —Sé que te asusta y te confunde lo que viste, no sé por qué Alexander te lo ocultó.
—¿De qué está hablando?
—Ambas sabemos que hablo de lo que viste con Alexander. No sé cómo ocurrió, pero infiero muchas cosas.
Me levanta parpadeando. —Su sobrino nos dio nuestra libertad a Cora y a mi mientras no habláramos con la policía sobre eso.
Sus cejas se juntan. —¿Te amenazó? — no le respondo. —Emma no te conozco, pero desde que te vi supe que tiene un carácter fuerte, que eres una mujer que sabe lo que quiere.
—Si vino a hablar de lo que no le incumbe. Váyase de mi casa. — señalo la puerta. —Tengo mucho trabajo que hacer.
Se levanta con un suspiro. —Me imagino— señala la laptop —Vine porque realmente quería verte, pero acéptame un consejo. — se coloca el abrigo y toma su bolso — Lo que haya pasado entre tú y Alexander, tienen que hablarlo, si está terminado, termínenlo de frente porque ambos se están lastimando inútilmente en el proceso.
Me pican los ojos. —No hay nada de qué hablar, ¿Quiere escucharlo? tuvimos un acuerdo casual sexual y se terminó hace meses, me ayudó a salir de un infierno y ahí descubrí que él es un asesino. — no hace ninguna expresión al escucharme decir la última palabra, ella lo sabe.
—Me plantaste cara el primer día que te conocí como ahora, ten el mismo carácter para decirle a Alexander todo lo que me acabas de decir, olvídate de lo que se hayan dicho hace dos semanas que los trajo hasta aquí, no estoy hablando de lo que sucedió alternamente si no de lo que hay entre ustedes dos— dice determinada. —Ya no puedo seguir, a ti mirándote así y a él bebiendo como un maldito poseso todo el tiempo.
Mi pecho retiene las últimas palabras.
—Si tanto te repudia que sea un asesino díselo a la cara y terminen esto como debe ser, no siendo un par de obstinados. Terminen lo que hubo entre ustedes de una buena vez o arréglenlo. — respira hondo —Todo esto también se lo grite a él y no me escuchó.
—¿Así que vino a abogar por su sobrino? — me cruzo de brazos con los ojos húmedos.
—No, vine por ti Emma. — baja la mirada un segundo y cuando vuelve a mirarme veo sus ojos brillosos —Porque, aunque no sé qué te ocurrió, sí sé que estabas mal la última vez que nos vinos, porque yo he estado ahí, en el mismo infierno que tú y sé que no es fácil salir solo cuando todo el mundo te ha quemado.
Mis sollozos me los trago mientras nos miramos fijamente. Con los días trato de arrancármelo de la cabeza, mi moral siempre gana la batalla trayéndome a la mente todo lo que hizo.
—Aceptar que tenemos miedo no es de cobardes— se limpia una mejilla discretamente —Es de valientes.
Camina hacia la puerta dejándome parada a mitad de la sala, en el apartamento de Luke, respirando entrecortadamente.
—Dígale a Alexander que, si quiere hablar, estoy dispuesta a hacerlo. — necesitamos terminar con este círculo repetitivo que hemos venido llevando desde hace tiempo.
Esto debe terminar definitivamente, de frente, sin máscaras, ni hipocresías.
Se vuelve sobre su hombro. —Tienes un celular en tu mano linda, las cosas se hacen de frente y si él no tiene cojones para llamarte, hazlo tú y demuéstrale que una mujer también tiene el valor de dar la cara.
Abre la puerta encontrando a Luke y a Cora del otro lado de la puerta. Maya saca unos lentes negros de su bolso después de mirar a Cora fijamente. —Buenos días a todos— dice con educación y pasa entre ellos.
—Buenas— murmura Cora con las cejas rubias alzadas —¿Quién es esa mujer? — dice a su espalda.
—Maya Ro... Maya Hilton, tía de Alexander.
Miro con recelo como su espalda se pierde por el pasillo. Cora arquea una ceja y veo a Luke meter las bolsas del súper por la puerta, pero sé que escuchó perfectamente.
—¿Qué quería? — me mete a la casa con ella.
—Hablar— frunzo el ceño cruzándome de brazos.
—¿Hablar? — repite y asiento. —¿Estás bien?
—Perfectamente. — Maya Roe supo cómo levantar la parte de mi coraje que hacía falta recuperar. —Tengo hacer una llamada, en privado.
Tomo la laptop de Luke y me la llevo a mi habitación temporal. Abro el correo electrónico escribiendo mi propuesta de trabajo a la última compañía que dejé abierta y lo envío. Las palabras de la tía de Alexander se siguen repitiendo en mi cabeza como una canción que no se termina.
Abro la bandeja de mensaje de mi celular y le escribo a Alicia. Voy a dar la cara para presentar mi renuncia oficialmente. No he recibido ninguna liquidación en mi cuenta bancaría, lo que me dice que mi jefe sigue sin firmar.
Fui torpe al irme así sin decir nada. No tengo quince años, ni tampoco soy una inexperta, soy una publicista de calidad y como tal debo portarme.
<Emma, pensé que nunca responderías> La respuesta de Alicia me hace tomar una respiración profunda y le escribo lo que debí hacer hace días. Los cotilleos de los que me habla son sobre mí y lo que vieron los últimos días de Alexander.
Piensan que me botó del trabajo como hizo de su vida. Aprieto los dientes. Voy a ir por última vez a esa empresa y me Ire como debe ser. Como dijo Maya Roe, una mujer también debe dar la cara.
Termino de escribir ya pasado casi dos horas y cuando termino siento un cosquilleo en mis manos como de anticipación y nerviosismo. Miro el contacto seleccionado en mi teléfono, pero no encuentro forma de presionar el botón verde.
—No hay otra forma de seguir— me digo a mi misma.
Es como regresar al inicio de mi llegada a Londres, pero esta vez estoy blindada porque se lo que me espera allá fuera.
Presiono el botón verde.
No he oído su voz en más de dos semanas, no he sabido de él ni siquiera por los noticieros locales que he estado evadiendo. Cuando me dejó en el hospital no me miró, solo se fue y sé que en ese momento yo necesitaba ese respiro que me aclarara la mente, aunque no sé si dos semanas hayan sido suficientes.
El primer tono de la línea suena y ya tengo las palmas de las manos frías. Responde sin dejar que llegue al segundo tono. La línea se queda en silencio.
—Alexander.
Silencio.
—Emma.
Cierro los ojos empapándome de ese sonido. Cometí un error abriéndome a él y debo repararlo. Debo poner punto final, pero de frente, con todas nuestras cartas sobre la mesa. Ninguno de los dos dice algo.
—Estos son los presupuestos señor Roe— dice alguien de su lado y todo el ajetreo que escucho me dice que lo interrumpí a media reunión.
—Llamaré más tarde si estás ocupado.
—No— lo escucho moverse, una silla, murmullos, una puerta y entonces silencio. —Habla.
Tomo una respiración profunda. —Quiero que... Necesitamos hablar— me obligo a decir, mi voz sale estrangulada. —Debemos vernos para hablar— aclaro cuando no responde.
—¿Sobre qué?
Es idiota. —Sobre todo, sobre nosotros.
—¿Cuándo? — responde de inmediato sin inmutarse por lo que digo.
—El Jueves, por la tarde.
—No puedo, estoy en Birmingham.
¿Birmingham? —Entonces el sábado.
—¿Dónde?
—No sé— me encojo de hombros —En un café o algo que este cerca de dónde me estoy quedando.
—¿A qué hora? — me interrumpe antes que termine de hablar.
Esto parece interrogatorio. —¿Siempre tienes que ser tan malditamente controlador? — frunzo el ceño. Al mismo tiempo que lo digo me arrepiento, se supone que esta sería una llamada madura. —Déjame buscar el lugar y te enviaré la hora y la ubicación por mensaje.
—The Cavern club el viernes a las siete de la noche.
—¿Ah?
—Tengo una reunión de negocios ahí a las ocho, sabes cómo llegar Bennett te llevo ahí una vez.
El bar a que me llevó con Cora. —Está bien, te veré ahí, a la hora pactada— hablo como si esto fuera una reunión de trabajo.
—Bien— acepta.
—Perfecto— susurro sin terminar la llamada.
Escucho su respiración del otro lado de la línea. Nos quedamos así unos momentos en los que mi respiración no es regular después de haber escuchado su tono de voz grave.
Cierro los ojos y lo escucho en silencio. Ahora entiendo a lo que se revieren los religiosos con huir de los pecados.
Los pecados son como una llama de fuego que jala hacia ellos sin importar que te quemes. No lo tengo de frente, pero incluso solo escuchando su voz siento como esa llama de pecado sigue ahí.
Nosotros ya caímos en Tentación, pero ¿Cuál es nuestro siguiente pecado?
—Adiós— digo casi sin aliento sintiendo la tensión.
Respira hondo escuchándose molesto y siento un cosquilleo bajar por mi espalda como si me estuviera ordenando que no cuelgue el teléfono. Mi anterior excitación regresa y cuando muevo las piernas, la tela de mis pantalones cortos se roza contra mi sexo húmedo y el maldito sueño húmedo también regresa a mi memoria.
No sé si es mi imaginación, pero lo escucho gruñir bajo en su garganta. Justo como en mi sueño. Cierro los ojos y mi aprieto las piernas mientras jadeo por la excitación, otro gruñido viene de su lado y la tela de mis pantalones cortos se roza con mi sexo con más fuerza.
Gimo en mi mente deslizando mi mano por mi pierna muy cerca de mi sexo, me arde, me está pidiendo a gritos que me acaricie.
—¿Estás caliente nena? — es como escuchar su voz en mi oído, con sus labios acariciando mi lóbulo.
El sonido de la puerta principal cerrándose me despierta de golpe. Abro los ojos jadeando y con los pezones erectos marcándose a través de la tela de mi camiseta.
—¿Perdón?
—Dije buenas noches Emma— su voz está ronca y no ayuda a mi estado actual.
Carraspeo. Mi cuerpo y mi mente no tiene restricciones. Voy a tener que meterme a la nevera para bajarme la calentura del cuerpo.
—Buenas noches Alexander— digo y termino la llamada.
Me miro en el reflejo de la pantalla de mi celular. Tengo las mejillas sonrojadas. Eso fue... trago saliva en seco. Gracias Dios lo veré hasta el viernes, cuando el sueño ya se haya borrado de mi memoria.
O no.
Miro las marcas en mis muñecas, luego me miro otra vez en el espejo.
—Me encontraste.
—Siempre.
Miro el celular sobre la cama y sacudo la cabeza a los pensamientos irracionales de llamar otra vez. Su tía es una mujer directa, dijo palabras precisas.
Me siento en el diván recordando cada palabra que dijo desde que me sacó de esa maldita casa. Cada cosa que hizo. Me confundieron o no quise verlas como lo que son, pero si voy a dejar las cosas claras, él tendrá que hacer lo mismo.
Abro la bandeja de mensajes de mi celular.
<Vas a tener que ser claro cuando hablemos>
Pulso enviar antes de arrepentirme y dejo el celular en el diván.
Mantengo mi mente ocupada miserablemente en la entrevista que voy a tener con West B el jueves. Si Alexander está en Birmingham puedo aprovechar para ir a Hilton &Roe, aunque... Abro el navegador y la página oficial de la empresa.
Veo las fotos que muestran y el comunicado que lanzan, están en Birmingham por la abertura de los nuevos hoteles. La distribución está hecha como estaba pactada en mi proyecto, pero yo dejé el trabajo.
Me alegra saber que el señor Jones siguió con mi proyecto, aunque siento un poco de nostalgia.
Mi madre siempre decía que, si vas a ser algo en la vida, no importa lo que sea, te encargues de ser el mejor. Siempre he querido ser una buena publicista y ese proyecto era un paso grande.
Pero ya vendrán nuevas oportunidades, hay pocas fotos, el evento será esta misma noche, repasando la lista de invitados que Adam y yo creamos, tendrán excelente recepción a los medios.
Un artículo debajo de las fotos del evento tiene el nombre de Alesha Smith. Es un video. Lo abro y veo una entrevista dónde le preguntan sobre Hilton &Roe, lo único que hace es excusarse en sus gestos despreocupados y una mirada perdida para evadir porque se fue de la empresa.
Me recuesto en la cama con la computadora sobre las piernas viendo el video completo. Si el señor Jones sabe de esta entrevista, lo cual es obvio. No debió hacer público el evento de Birmingham hasta hoy en la noche.
Alesha se ve con toda la intención de zanjar la imagen de Hilton&Roe con el incidente que ocurrió en Brent. Estiro la mano y tomo mi pequeña libreta que siempre traigo conmigo y tomo nota de lo que dice, sus gestos y lo que puede ser un plan elaborado para haber dado esa reunión.
Paso al siguiente enlace del video que es el jefe de gobierno del estado de Brent diciendo que hubo un intento de ataque terrorista en la ciudad, de ahí se desencadenó el incendió en el hospital y el derrumbe del hotel de Alexander, pero llama a los londinenses a no alarmarse.
—Un ataque terrorista.
Me cambió los pantalones cortos por cuestiones obvias antes de salir de la habitación con la laptop en las manos y encuentro a Cora en su habitación.
Gracias a Dios Luke no está en la casa. Aun no sé cómo decirle sobre Bennett, no sé ni siquiera si es oportuno, pero después de saber que ella tiene sentimientos por él no puedo ocultárselo.
—West B, me quiere ver pasado mañana para una entrevista.
—Maldición, esa es mi sexy— hace un sonido con su boca que hace que la comisura de mi boca se alce. —El mundo no puede detener a Emma Brown.
—Las entrevistas con el señor Jones, fueron largas y muy directas, creo que estoy preparada para soportar la presión. — me acuesto a su lado de la cama. —Pero no es eso de lo que quiero hablarte. Mira esto.
Le muestro el video del jefe de estado y la escucho maldecir unas tres veces, aunque no es muy propio de ella.
—La madre que me parió— frunce el ceño. —Y yo que pensaba que fuera de una galería el mundo no podía ser peor, me equivoqué. ¿Te das cuenta que estamos viendo el lado oscuro de las cosas?
—Eso no es todo, hay gente que sabe aprovecharse de las desgracias— paso mis manos por el monitor para regresar al video de la pelirroja. —Alguien ha estado ocupada estás últimas semanas— digo con ironía y presiono el botón de reproducción.
—Esa perra maldita.
—Está llamando a los medios locales, quiere atención y la van a oir por encima de las entrevistas que haya, el señor Jones, debería cerrarles las entrevistas a los medios locales para quitarle prestigio.
—¿Y por qué no lo hace?
—No sé. En este momento están en Birmingham llevando a cabo la apertura de los hoteles ecológicos, si Alesha es astuta, lo que creo que es, va a aprovecharse de la situación.
La comisura de la boca de Cora se alza. —¿Qué?
—Me encantas en modo publicista— suspira —Extrañaba verte así sexy.
No se aguanta las ganas y ya la tengo a mi alrededor con su sudadera grande tapándonos a las dos. Ella también ha regresado a su trabajo, aunque es menos exigente que un trabajo de oficina, pero lo ama con toda el alma.
—¿Ya le respondiste los mensajes a Dylan? — le recuerdo.
—Mi celular murió— se excusa mostrándome la pantalla apagada de su iPhone. —No tienes remedio Cora, pero no vas a librarte, puedes hablar con él desde el mio.
La dejo quejándose en su habitación y cuando recojo mi celular del Diván veo que hay dos mensajes nuevos. No son de Alexander, son de Alicia.
Adjunta dos fotos del evento de hoy. En una de ellas sale Alexander por la orilla. El recuerdo de su voz se repite en mi mente y lloriqueo para mis adentros, no quiero dormirme así otra vez, estoy tensa, malhumorada y deseosa.
Esta es la peor de las torturas, mi mente no oye lo que mi corazón le dice, solo oye lo que mi cuerpo quiere.
. . .
Esa noche me meto en la cama con un pijama ligero de seda, pero el calor de mi cuerpo es tanto que termino pateando las cobijas al suelo. Me abrazo al lado frio de la almohada y me pongo boca abajo.
La habitación está a oscuras, apenas se escucha el ruido de la ciudad afuera. Londres duerme, pero mis ganas no lo hacen. Ni después de ese baño largo.
Logro adormilarme un poco apagando lentamente mis pensamientos e ignorando la tela suave cerca de mi entrepierna.
Hasta que siento la cama hundirse a ambos lados de mí.
El olor a mente me llega por detrás y mis ganas aumentan la humedad de mi sexo. Comienzo a jadear cuando siento la tela de su traje rozar mis brazos desnudos, es una caricia suave y controlada.
—¿Estás caliente nena? — su aliento me cosquillea en la nuca y el bulto de su erección se pega a mi trasero.
Sus manos recorren mis muslos desnudos hasta meterse por debajo de mi pantalón corto y amasar mis glúteos desnudos. Su respiración se vuelve pesada y yo gimo pegándome al bulto duro.
Es largo y duro.
Gimo con la boca abierta.
Alexander desliza la cintura hacia arriba y se frota con la seda calentándome más. Entierro mi cara en la almohada y me arqueo levantando el trasero oyéndolo gruñir cuando logro que su polla se encaje entre mis glúteos.
—Alex... Alexander— no reconozco mi propia voz, es ronca y rasposa.
Estoy muy necesitada tanto que me da vueltas la cabeza, lo quiero dentro, necesito que me penetre. Sus manos descansan su peso a cada lado de mi cuerpo.
Tomo una de sus manos y la meto dentro de mi pijama por debajo de mis bragas hasta que sus dedos tocan mi sexo.
Mantengo mi mano sobre la suya al mismo tiempo que mueve los dedos frotando mi humedad.
Entierro la cara otra vez y me deshago de puro placer, pero ya nada puede contener mis jadeos, los escucho por toda la habitación. Oigo el sonido del botón de su pantalón sin que saque su mano de mis bragas.
Sus gruñidos bajos tampoco están ayudándome a contener mis gemidos. El sonido de su bragueta me hace abrir los ojos con anticipación, el sudor se me pega a la frente. Pasa su mano por mi abdomen y me jala a él, el pedazo de carne caliente se desliza por la seda libre.
No aguanto más y echo la cabeza hacia atrás y me corro.
Me froto más mojando mis dedos. El cuello me duele por estar en la misma posición y jadeo sonoramente. Mi cuerpo cae lánguido sobre la cama, siento el sudor pegarse a mi espalda y a mi frente.
El sueño se hace presente ahora que mi cuerpo liberó el calor. Oigo un ruido y me doy cuenta que aún tengo mi mano dentro de mis bragas. Abro poco a poco los ojos tragando en seco y la habitación sigue a oscuras.
No puede ser.
Me incorporo para encender la luz con las piernas temblorosas por mi orgasmo. —Mierda Emma— maldigo en voz baja jadeando y mirando el desastre que hice en la cama por otro sueño húmedo.
Hola sexys.
La tentación nos hace caer, pero el deseo... nos consume hasta el alma.
Dulces sueños *guiño, guiño*
Los amo tres millones.
-Karla.
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