Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 65

Versión extendida del capítulo, disfrútenlo sexys. 

El lobo y la reina.

Emma.

El dolor de mi brazo no es tan fuerte como mi sorpresa al pasar al otro lado del Kript dónde hay un salón de fiestas más grande que el de la residencia Madden en Londres.

—¿Lista? — Alexander entre laza la mano con la mía mirándome con intensidad y posesivo con su traje negro de combate.

Asiento apretando su mano por los nervios. —El Kript es enorme.

—Tiene la extensión del tamaño de casi cuatro criptas normales por la cantidad de miembros que hay en la organización— explica ayudándome con los escalones de la entrada —Nuestros lugares están en el centro como lideres.

Entramos y al instante ya hay copas alzadas en nuestro honor con plegarías en danés dándonos larga vida.

—Længe leve for dronningen og for ulven— recitan varios miembros y sus esposas hacía nosotros.

—Larga vida a la reina y al lobo— traduce soltándome para que me alce el vestido y no se enrede en mis tacones.

—Tak skal du have— respondo un gracias a los miembros en danés y miro a Alexander sorprendido de lo mucho que practiqué.

La gente de la organización ha cambiado sus ropas de kray por atuendos de trajes lujosos y vestidos de marca para las mujeres, el dinero en sus joyas no se compara a las que traigo, no sólo el collar del lobo, el anillo verde, tengo joyas familiares que Maya me colocó para la iniciación.

Erick está sentado junto a los Roe al lado de Emilia. Los conservadores de Moscú han dejado de seguirnos en cuanto completé mi iniciación, de lejos se pasean entre los miembros de la organización en silencio.

Entrelazo mi mano con la de Alexander otra vez.

Me da una mirada de lado muy satisfecho.

Los candelabros de oro en el techo y las decoraciones en cristal son un poco de la extravagancia del lugar. Erick quiere hablar con Emilia, pero ella lo ignora notoriamente.

Nuestro lugar está con los Roe, que de lejos miran despreciativamente a la gente, a excepción de Tyler que se toma el puesto de líder de la mesa conversando con las personas a su alrededor y murmurándoles en el oído en cuanto me mira.

—Es una ridícula— alcanzo a escucharlo hablar.

—Es demasiada gente, el protocolo que me enseñó Maya dice que a todos debemos saludarlos al menos una vez en la velada.

—Es para que sean nuestros sirvientes, son sólo los miembros que fueron solicitados— Alexander sostiene mi mano y hace llamar a los conservadores de Moscú, les dice algo en ruso y ambos hombres asienten.

—Somos los consejeros del lobo y ahora también suyos mi señora, si desea nuestros servicios a cualquier hora— dicen en perfecto inglés presentándose por primera vez.

Me petrifico. Mierda. — Dijiste que sólo hablaban ruso— miro a Alexander con los ojos muy abiertos, pero él tiene una expresión divertida.

—Mentí.

—Eso quiere decir que ellos...

Ambos rusos asienten. — Entendimos perfectamente la advertencia que nos hizo en el comedor, por eso la anoche que estuvo enferma supimos que no debíamos interrumpir en la alcoba donde estaban copulando— dice otro y me arden las mejillas al instante.

Miro a Alexander por una pisca de vergüenza, pero se ve pleno y fresco. El respeto y evidente obediencia de la organización ahora que soy un miembro me hace no avergonzarme frente a la gente. —No iban a impedirme el acceso a mi marido— me encojo de hombros. —Somos una pareja muy activa.

Quiero provocar que Alexander se atragante con su copa de whisky, pero en lugar de eso luce complacido.

—Ya lo saben nena, además. Una de las reglas de la organización es nunca interrumpir al líder con su mujer— dice serio la bestia de ojos verdes pegándome a su lado lascivo—Ni siquiera si se desata un bombardeo.

Los rusos asienten y se van sin contradecirlo, por el evidente miedo que provoca en cada ser humano el lobo. Miro a Alexander hacia arriba pegándome a su pecho buscando calor corporal.

—Me gusta esa regla, ¿Por qué no se sorprendieron cuando dije que somos muy activos?

—Anoche debieron escuchar que me pedías más duro— baja la boca a mi oído —Las paredes de las habitaciones no son a prueba de sonido por nuestra protección.

—No puede ser, voy a morirme de la vergüenza.

—Y aunque lo fueran estabas muy caliente, fuiste muy ruidosa— lo dice el hombre al que le tuve que tapar la boca más de una vez, le golpeo el abdomen sintiendo la venda y una especie de risa y quejido sale de su boca.

—Lo siento, olvidé la herida de la daga— me giro pasando mis manos suavemente por el traje de combate negro que utiliza hasta su cuello. Me alzo en mis tacones y le doy dos besos castos en la boca a modo de disculpa.

Paseo mi nariz sobre la suya y vuelvo a besarlo.

Todas las cabezas se giran a nosotros, algunos tenedores se detienen en su camino al igual que copas de cristal. Miro a mi alrededor confundida. Maya se levanta apresurada de su lugar dejando a Millie con su hija.

—¿Qué hice mal?

Alexander mira a su organización serio. — Toquetearme frente a los miembros de más alto rango de la mafia.

—No se supone que lo beses— dice Maya quitándose los guantes de seda negros cuando llega frente a nosotros —Aunque su rango en la organización es igual, en el Kript debes respetar al líder con absoluta sumisión.

Miro a Alexander sin contradecirla. Mis complacencias para sorprender a los Roe no terminan cuando le doy una pequeña inclinación de cabeza a Alexander como me enseñó Ethan practicando parte de la tarde. —Espero que el lobo acepte mis disculpas por mi falta de respeto.

Mi hombre asiente. — Disculpas ace...

—Pero cuando dije que nadie me iba quitar acceso a ti— lo interrumpo —Eso incluía a tu organización también.

Me quito el abrigo por los hombros dándoselo a mis guardaespaldas y le doy de nuevo otro beso casto, me toma de la cintura aceptando mi falta de respeto que nadie cuestiona ni cuestionará en un futuro.

Pasea sus dedos por mis hombros desnudos complacido. La media sonrisa de Maya me dice lo complacida que está. —No esperaba menos de la mujer del lobo, jamás has sido una sumisa, cielo.

—No creo que la reina de la organización deba ser sumisa tía Maya— miro mi atuendo digno de la realeza, si estuviera en Londres me habrían atracado por lo valioso de todo lo que traigo.

—Miren lo que está haciendo con la organización— escucho que Tyler murmura con uno de los miembros —¿Dónde está el respeto? Ella no tiene ninguno por nosotros ¿Y será nuestra líder?

—No vamos a permitirlo— murmura otro de sus amigos.

La mirada de Alexander se dirige a su lugar al igual que la mía. —¿Qué es esa falta de respeto de tu marido a mi mujer Maya?

—Discúlpenlo, se está poniendo ebrio— trata de mediar las cosas, pero Tyler no coopera.

—Se nota que es una vil puta.

Me tenso, pero no como lo hace Alexander, nadie me llama así, ni siquiera dejó que yo misma lo hiciera.

—Haré que no hable más con los miembros— interviene Maya por su marido yendo a callarlo, pero no deja de murmurar en mi contra.

Una mirada de Alexander acerca a tres hombres delgados a nuestras espaldas, son sirvientes de la cripta, más bien, asesinos. Le dan a Alexander una daga suiza, se aparta de mi lado y con ellos camina hacia Tyler con la advertencia clara en su mirada.

Algunas mujeres de las mesas tragan con dificultad.

Miro fijamente cuando ponen a Tyler de manos en la mesa, el manso de Maya con verdadero placer en su mirada le abre la boca.

—Nadie insulta a mi mujer —Alexander desenvaina la daga suiza y con la punta le abre la parte inferior de la lengua, provocando una herida desde el fondo a la punta.

Quiero apartar la mirada de la atrocidad, pero Alexander no para hasta que le corta la hendidura desde el paladar hasta la punta.

Los quejidos apagados de Tyler son mal vistos por Maya, aun así, no lo ayuda. Nadie reacciona al salvajismo del acto del Alexander ni las risas que lanza el manso de Maya, todos parecen complacidos.

—Esa es una advertencia para todos. Maldito el que falte el respeto a la reina en presencia del lobo— Ethan mira la escena con satisfacción.

—Le cortó la lengua.

—Ya era hora, ese hombre habla demasiado— mi guardaespaldas me guiña un ojo.

—Vamos a la mesa, que te ves un poco hambrienta— dice Alexander pasando a los lugares centrales del salón limpiándose las manos con gotas de sangre con un paño negro.

La mirada y el salvajismo de su mirada me cautivan. Si no fuera gente de una mafia diría que es una recepción muy normal, no veo si Tyler se queda en la mesa, pero sí que Maya tendrá que intervenir su herida.

Sus quejidos poco a poco se van apagando. Rebecca mira la escena de lejos y durante el resto del camino me mata con la mirada. Tyler no hablará en muchas semanas.

—¿Cualquiera que le falte el respeto a la reina tendrá el mismo destino dentro de la organización? — miro a Alexander saludando a sus súbditos que bajan la cabeza a su presencia y a la mía.

—Fuera y dentro de la organización, nadie insulta a mi reina.

Me relamo los labios y paso entre la gente con media sonrisa como toda una mimada.

Ethan se encarga que el servicio a mi plato sea exclusivo de Octavian, justo como prometió Alexander a nuestra llegada, mi lugar está en su regazo toda la cena. Me coloca sobre sus piernas y la abertura de mi vestido la extiende poniendo su mano en mi pierna.

Las aprieta posesivo y espera que nos den el trato de la realeza, el calor de sus muslos enciende mi temperatura corporal por la nevada.

Estoy hambrienta, pero la mitad de la comida me da arcadas. Me siento extasiada con tanto, me muero de ganas de pasar por mi boda disfrutando de una velada igual, estar pegada y enamorada con Alexander, aquí es casi imposible lucir como pareja, hay bastantes reglas silenciosas.

Corto un trozo de su plato y le sonrío mientras unos daneses hablan en su idioma. Resisto el impulso de besarlo a cada rato para no faltarle el respeto ante la organización, ese comentario de Tyler cuando entramos hace que varios me miren buscando el más mínimo error.

No quiero preguntar cuánto más debemos estar aquí, quiero estar a la altura como líder, pero estoy cansada de saludar a mujeres y hombres que me hablan en un idioma que no entiendo.

—¿Qué se le ofrece a mi señor? ¿Algún postre para suavizar su paladar? — un mesero pasa entre la gente al servicio del lobo.

—Le gustan las tartas de frutillas, sin fresas— hablo por él —Trae una, pero no la cortes, yo lo alimentaré.

Los de nuestra mesa me miran, no se esperaban ese nivel de confianza entre nosotros. Los miro complacida y corto un trozo de mi plato llevándolo a la boca de Alexander. Mi hombre la abre sin protestar y sonrío gustosa que se esté alimentando.

Alejo el whisky de su lado, quiero que tenga algo más en el estómago. —Se ve muy atenta con mi señor, señorita Brown.

—Señora Roe— los corrige la bestia de ojos verdes — Ya es mi esposa.

—¿Cuándo se casaron? No fuimos invitados a su boda, los miembros mayores lo tomaremos como una ofensa, mi señor.

—No tienen por qué, celebraremos una ceremonia íntima en la residencia... nuestra residencia mañana al mediodía— hablo con ellos.

—Mi señora nos honra con su invitación, le ofreceremos presentes dignos y muy lujosos traídos desde nuestro país.

Hablan con demasiada educación, como de la realeza. La tinta se ha corrido de mi tatuaje por el protector y sigue sin verse el diseño completo, pero veo a Alexander mirarlo de vez en cuando durante la comida.

Traen la tarta y alimento a Alexander, no dan crédito de lo que ven. El lobo comiendo tartas dulces.

—Nosotros somos los consejeros de lobo, hemos estado desde hace varios años en el cargo— dicen los rusos en nuestra mesa —. Hemos estado muy alerta por la zona, aunque Estocolmo, le pertenece al lobo, los daneses dominan la mayoría del país.

—¿Cuál es la magnitud de la mafia danesa? ¿Es más grande que la organización del lobo? — intervengo en la conversación tomando mi nuevo papel dentro de la organización.

Espero que como antes solían hacer en las reuniones de mantenerme al margen, lo hagan de nuevo.

—Es una potencia grande, casi de nuestra magnitud, su líder se ha ocultado por unas décadas, al morir el último, el más fiel ascendió al cargo— me explica mi marido con la mano en mi muslo desnudo por la abertura de mi vestido mientras me hace comer. —Se decía que era un inglés, pero es un danés por nacimiento.

Me siento con poder, ya no me ocultan información de la organización. He jurado lealtad hasta la muerte.

—Es una organización retorcida, los legaes¸ que son como llaman a sus miembros, prefieren morirse antes de desvelar información, otros se unen al servicio, pero son pocos, se cubren los rostros tanto como los camaleones en cada ataque y son los más sádicos a la hora de matar — el ruso habla con un tono grave

—¿Más retorcidos que el mismo Logan o Alexander? — miro a mi hombre mirarme de reojo.

—Peores que Logan, del lobo, lo dudo— coinciden ambos consejeros —Pero a la organización de los treinta y siete le temblarían las bolas si los daneses decidieran aparecerse en Londres— alza su copa contra la mía, pero yo no bebo.

—Entonces, el lobo es de los más peligrosos de la mafia de Europa— una punzada de orgullo llena mi pecho.

—Es hijo del líder de la organización de los treinta y siete y la dama danesa antes de su muerte, entrenado por rusos desde los diez años, nunca he visto a nadie matar como Alexander Roe— agacha la cabeza en respeto y alzo el pecho, orgullosa.

Alexander estudia mis expresiones como si fuera a odiar lo que escucho, pero no me asusta oírlo.

Los sirvientes me traen un manjar en cada mano. Todo es supervisado por Ethan antes de llegar a mi mesa para no provocarme arcadas, la tarta de frutillas de Alexander es colocada de mi lado casi vacía, tenía mucha hambre.

—¿Quién sospechan que es el líder de la mafia danesa? No puede estar oculto durante mucho tiempo— me lleno de curiosidad al ser nuestros enemigos más cercanos.

—Se sabe que es un hombre poderoso, él estuvo en Londres buscando comprar la anfetamina que creó el biólogo para Logan— Alexander me recuerda la misión dónde lo conocimos.

—Se hace llamar la reina, recuerdo que en el club privado muchos murmuraban su nombre— lo miro a mi espalda.

—Hay una sola reina aquí y esa es usted, mi señora— los rusos me contradicen.

No uses el apodo de la reina, hay alguien que ya lo utiliza y es muy obstinado para compartirlo. Recuerdo las palabras de Emilia en el refugio de Jack mientras la miro de lejos, está siendo vigilada por Ida, a cualquier lugar que se levanta la siguen.

No se debe confiar en un camaleón que se venderá al que mejor pague así traicione a su familia. —¿Qué te pasa? — pregunta Alexander ante mi repentino silencio.

—Acabo de descubrir que no confío completamente en Emilia, aunque sea una Roe.

—No se confía en los camaleones, se les paga y se mantienen por un tiempo antes de botarlos, cualquiera de ellos podría venderse por un aumento— la mira, sigiloso. —James, el cojo, Dina, Emilia, parecerá que todos son diferentes porque algunos creen que son hechos de justicia, pero son iguales, no confíes en ninguno— me mira serio —En ninguno Emma.

Dylan. ¿Vendido por dinero? Jamás. No necesita el dinero, su herencia familiar es jugosa y su salario mejor.

—Su esposa debe ser entrenada por los mejores francotiradores y en combate mi señor— interviene el ruso en nuestra platica. —Su rango se ha elevado, el peligro siempre nos asecha, es mejor estar prevenidos— la sonrisa que da no me gusta.

—Su entrenamiento con el MI6 fue bueno, pero no suficiente. El peligro puede estar en cualquier parte de Londres, Dinamarca o Moscú, más con las elecciones de Richard Madden cerca y ella es su publicista todavía— el otro se le une.

—Es por estrategia, nos conviene estar informados por los movimientos de Richard— Alexander se pone alerta, pero sonríe de la misma forma maliciosa que ellos, sus manos en mi abdomen provocan un cosquilleo en mi vientre. —Ella será entrenada por el mejor.

—Ese eres tú mi amor— pincho la tarta, hasta que me doy cuenta lo que dije.

Acabo de llamar al lobo mi amor. Carraspeo mirando a los de Moscú tiesos en su lugar, antes de sentir el calor de sus labios en mi cuello desnudo.

—Pensé que eso sólo lo decías en la cama— murmura en mi oreja.

Doy una risa mimada y me remuevo en su regazo, tocando con mis tacones el otro extremo de la mesa. Necesito ir a casa con él, los preparativos de la boda ni siquiera están terminados, Cora y Alicia hace mucho debieron llegar a Dinamarca y no pude verlas.

Lo veo tomar un trozo de tarta, pero se detiene mirándola con desagrado. —¿Estás bien?

Hace intento de comerla, pero vuelve a dejarla en el plato. —¿Qué carajo? Me dieron arcadas— dice enojado y Ethan comparte una mirada conmigo.

—¿Otra vez mi señor? En el Score le sucedió lo mismo.

Alexander se limpia la boca con desagrado y yo permanezco en silencio.

Miro a Millie con un chupete en la boca abrazada a Maya arrojando migajas de pan a Tyler que veo parece como sedado en su asiento y rastros de sangre en su barbilla siendo limpiados por Rebecca.

—¡Dork! — le grita cada que le arroja un trozo de pan con el chupete entre sus dientes —¡Dork!

—¿Quién te enseño a decir esa palabra niña? — Rebecca la riñe tratando de ayudar a su tío —Lo estás llamando idiota.

—Mi papi.

—No le alces la voz a mi nieta— le advierte Maya. —Nadie le grita.

—Lo siento tía Maya— se disculpa Rebecca.

Claro que fue Jack. Es una réplica suya, aunque un poco callada. Miro a Alexander y me imagino a una mini versión suya. Estorbos. Mi sonrisa desaparece, Erick tiene razón, no hemos discutido, pero nuestro problema no ha desaparecido.

Quizá podría desaparecer a la cosita...

La culpabilidad me invade en segundos.

—La princesa Millie es tan tierna ¿No se les antoja a ustedes dos tener un hijo mirándola? — la voz de Erick me saca que mi ensoñación. Tiene las manos bajo su barbilla y pincha una uva con el tenedor llevándosela a la boca.

Alexander se tensa en mi espalda y oigo su respiración pesada. —No digas estupideces.

—Yo digo que, con los genes de ambos, en especial los de Emma, tendrá una belleza espectacular, aunque ojalá no saqué el carácter del amargado— me habla como en secreto, pero todo en la mesa lo escuchan. —¿No lo creen? — les pregunta a los rusos.

—A nosotros no nos gustaría que el lobo se reproduzca todavía.

—Mi perfección se acabará conmigo, me realicé la vasectomía— los corta Alexander. —No busco herederos, ni legado, quiero que dejen de hablar de esa pérdida de tiempo en mi mesa. Son un maldito estorbo.

Se me revuelve el estómago. La broma de Erick hace que deje mi plato a medias. Su mirada de disculpa a mi lado no me hace sentir mejor. —Lo siento Emma— vuelve a disculparse, pero ya me ha arruinado la noche.

Ethan me trae otro bocadillo para picar, pero la preocupación evidente en su mirada cuando ya no como y lo hace retirarlo.

—¿Se siente bien mi señora?

Niego. Veo que Alexander porta el collar que solía traer Bennett. No quiere pasar por eso otra vez y perderlo. Tomo su mano en mi muslo mirando dónde mañana estarán nuestros anillos de matrimonio, aunque él ya lo ha utilizado un par de veces.

¿Esto es lo correcto por hacer?

—No hay tal cosa como estorbos— dice mi boca antes que la detenga.

Podría terminar con nuestro problema.

—Si cuando se interponen en nuestros planes— los rusos me miran fijamente —En la organización es mejor no tener debilidades y mi señor lo sabe con nuestros planes tan cerca ¿O no? — dirigen su mirada a él.

Alexander se enfrenta a los miembros de mayor rango de la organización. Termina por asentir.

—No los veo de otra manera— la frialdad de Alexander y el enojo en su mirada me rompe el corazón.

—Si los tuviera la organización se desharía de ellos— dicen una mujer.

—Si el lobo tuviera damas de compañía, seguro que se desharía de sus engendros— los rusos lo secundan.

Se me llenan los ojos de lágrimas con mi pecho doliendo demasiado, más que el dolor físico del tatuaje. El miedo de que me obliguen a hacer eso me pone alerta y me levanto para huir. No serían capaces.

En medio de mi inestabilidad, me doy cuenta que Alexander se ha mantenido en silencio escuchando esos comentarios, sin mirarlos. Está completamente serio, se me salta el pulso cuando levanta la mirada, dudoso, pero lo oculta rápidamente.

—No pueden opinar en nuestra vida por muy alto rango que tengan— arremeto contra ellos.

—Somos los consejeros del lobo.

—Me importa una mierda.

—Mi señora, sus amigas han llegado a Dinamarca — Ethan entra a mi rescate al ver que comienzo a alterarme contra los rusos—¿Desea verlas?

—Me muero de ganas. ¿Está bien irme de aquí o estoy rompiendo algún protocolo? — miro a Alexander.

Tiene la mirada fija lejos, asiente distante. — Maya tendrá que...

—¡Vas a arrepentirte de muchas cosas y no quiero que vengas a quejarte conmigo porque voy a mandarte a la mierda! — Erick se levanta a la par que yo arrojando enojado su servilleta a la mesa interrumpiéndolo haciendo que varios miembros lo amenacen con la mirada por la ofensa.

—¿Qué dices imbécil?

—Al menos contradice lo que dicen estos hijos de pu...— aprieta las manos en puños callándose—Vámonos Emma, te acompaño de vuelta a casa.

—Tranquilízate Erick estás en la mafia.

Alexander nos sigue con la mirada hasta que salimos al estacionamiento, me colocan el abrigo por la nieve.

—Quiero estrangularlo, te juro que se lo soltaba en este momento, pero no quiero que esos malditos rusos te vayan a lastimar— se jala el cabello exasperado.

Camino a su par, la gente le hace advertencias a su desafío a Alexander. Pronto nota que ya no soy la misma que dejó la casa está mañana, tengo seguridad caminando a ambos lados míos hasta el auto.

—Lamento provocar la broma, fui un idiota.

—Prefiero que cuides tu boca Erick de ahora en adelante.

—Lo haré, pero si prefieres que yo críe al bebé, nos largamos de aquí y me caso contigo— pega su frente a la mía y es la primera alerta a mi seguridad que viene lejos

—¿Qué haces idiota? No te acerques a la esposa del lobo— le murmura uno de mis cuidadores haciendo que se aparte dos pasos a la derecha cuando lo golpea en el pecho.

—Es mi amigo, no me lastimaría.

—No vamos a arriesgarnos mi señora, hasta que usted sea un arma letal como el lobo, su seguridad la seguirá a todos lados y este hombre no se le acercará.

Me duele brazo cuando me ayudan a subir, sigo queriendo ver el diseño completo. En el camino miro clínicas de aborto clandestinas, pero dejo de hacerlo cuando la culpabilidad me llena.

Estoy llena de dudas, miedos, incertidumbre. Erick dijo que hemos estado mejor que en días anteriores cuando sólo discutíamos, pero la felicidad no dura para siempre.

Ethan me mira por el retrovisor preocupado cuando me palpo el vientre por primera vez desde que sé la noticia. —Háblele— dice mirándome por el espejo —Para que aprenda a reconocer su voz.

Me parece una idea absurda. Ni siquiera he conectado con la cosita. Si huyera con la cosita en dos días máximo la organización me encontraría, no huyo como simple publicista, ya soy miembro de alto rango en la mafia.

—¿Cómo voy a saber que lo quiero Ethan? — venimos solos en la camioneta, aunque los demás nos siguen en autos diferentes, Rebecca se quedó a auxiliar al mudo.

—Jamás he tenido hijos, pero sé que esa clase de amor, es uno de los más fuertes de todos los tipos y no puede querer algo que acaba de conocer, eso no la hace mala madre.

El cariño de sus palabras me alivia un poco la culpa. —¿Crees que lo querrá cuando se lo diga?

Aparta la mirada del espejo. — Creo que este bebé aliviara el dolor de muchas pérdidas, la de Jack, la de Bennett y muchas que se avecinan.

—No es lo que te pregunté.

—No responderé algo que la lastimará, jamás diré algo que la hiera mi señora, en tanto lo pueda evitar, viviré para proteger hasta su dolor.

Me limpio las mejillas con alivio. —Vi algo en la cena, la presión de los rusos por evitar tener descendencia— miro la ventanilla —¿Cabe la posibilidad que Alexander... quisiera...? Sabes a lo que me refiero.

—No lo sé.

—Estoy asustada.

—Lo sé.

—He pensado en deshacerme de él—admito con vergüenza y sus cejas se alzan.

—¿Hace cuánto?

—No sé, unos días atrás— me mira de nuevo por el retrovisor muy preocupado.

—Por favor, prométame que no hará nada hasta estar segura— pide.

—Lo prometo— sale tan simple de mi boca —Eres como el padre que jamás tuve.

—Y lo seré hasta el día que muera— sonríe de lado —Otra vez.

Los francotiradores de los techos de la residencia siguen la camioneta hasta la entrada, a Erick no lo dejaron acercarse a mí, viene de lejos en su BMW.

En la chimenea veo el cabello rubio de Cora dormida sobre el sofá con los pies descalzos y a Alicia paseándose por la casa con el celular en sus manos texteando a toda velocidad con una sonrisa tonta en la cara.

—¡Alicia! ¿Hace cuánto llegaron? — le ondeo la mano mientras me quitan el abrigo. —¿Alicia?

Ahoga un jadeo asustado cuando me ve.

—¿Quién te tiene tan distraída que no me viste entrar? Casi tumbo abajo la casa con mis gritos.

Me da una risa nerviosa. —Es mi empresario enamorado, estamos concretando una cita más, nos vimos anoche— se apresura a guardar el celular en los bolsillos traseros de sus jeans mordiéndose los labios y repara en la gente que me sigue y en mi atuendo.

—Espero que no sea el hombre de la última vez, el de la recaída de Bennett.

Se pone roja y baja la cabeza avergonzada. — No cometería ese error dos veces Emma, lo juro, si hubiera sabido lo que Logan era en realidad jamás habría llegado tan lejos con él dos veces.

Se que de ahora en adelante mi presencia va a imponer a dónde vaya porque no quita sus ojos de mi ropa. —Reverencia— dice Ethan a ella traduciendo lo que le ordena uno en danés. Alicia se pone de mil tonos de rojo y agacha la cabeza como puede, pero se queda mirando el suelo.

—Ya puedes mirarme Alicia.

—No quiero faltar al respeto a nadie, ni siquiera sé por qué tengo que inclinarme ante mi amiga, pero temo por las armas con las que me apuntan.

Cora se levanta escuchando mi voz raspándose los ojos con los puños, su boca se abre tanto como la de Alicia y me mira de arriba hacia abajo hasta reparar en el tatuaje, el miedo en ambas lo producen los daneses que me siguen.

—¿Qué sucede?

—Están frente a la reina, esperamos que su hospitalidad en su casa sea placentera— murmura una de las empleadas pasando a servirles a ellas.

La mujer que han puesto a mi cargo toma mi abrigo mientras me siento con mis amigas ahogando una risa por sus miradas a mi nombramiento. Ethan me da una mirada cómplice guiñándome el ojo.

Noto que el celular de Alicia no ha dejado de vibrar, pero ya no lo saca. —Oh por Dios, ¿Eres la misma Emma Brown que dejó Londres hace unos días? — Cora se hace un ovillo en su sofá.

—No, deberían empezar por cambiar mi apellido al instante.

—Cuando esos matones nos pusieron el arma en la cabeza para abordar el jet privado del señor Roe casi se me sale el corazón cuando dijeron que fuimos invitadas a tu boda— Alicia comienza a cotillear mirando asustada a los sirvientes a nuestro alrededor.

—¿Dijeron que las trajeron con amabilidad?

—Erick fue amable, la gente de tu marido fue grotesca, ¡Malditos simios sin sentido común! Somos dos simples mujeres menudas ¿Qué daño les podemos hacer? — les grita Cora, aunque se ve mejor aún no veo ese brillo en sus ojos azules.

—Nunca traten a mis amigas de esa forma, serán tratadas como cualquier Roe, aunque Cora realmente lo es— miro a los que nos escuchan.

—Jamás, mi señora— agachan la cabeza, me ha cambiado la vida con el tatuaje.

—Guau, yo quiero ser respetada así y al instante. Necesito un hombre como el señor Roe — Alicia junta las manos sobre su pecho suspirando. —Está mansión es tan increíble como la de Londres, la nieve es preciosa.

—No sabes lo que pides, esperamos que tu empresario millonario te saque de la cabeza esas ideas locas— Cora la corta.

—El caso es que sé exactamente lo que quiero Cora— cierra los ojos ansiosa —Y me lo dará.

—¿Quién es ese? ¿El señor Jones?

—¡Nunca me metería con un hombre casado! — se horroriza. —Que no te escuche Erick.

—Déjala sexy, ha estado toda misteriosa desde hace noches, se van con el chofer del millonario y llega por la mañana— Cora bosteza.

—¿Quién es Alicia?

—Seguro sólo existe en su imaginación por tantos libros que leyó.

—¡Se llama Dmitry Hilton!

—¿Hilton? — arqueo una ceja —Descríbemelo.

—Alto, rubio, como de unos treinta y dos años, ojos negros.

No me parece conocido. Cora se fastidia de hablar del empresario. — ¿Lista para la boda? Te ves cansada.

—Estoy exhausta, pero feliz que vayan a compartir mi boda conmigo— ambas se levantan colocando sus manos sobre las mías cuando pongo fin a su discusión—Ya quiero llorar y sólo las he visto por cinco minutos.

—No íbamos a perdernos tu día sexy, por mucho que el cabezota nos odie, eres el punto de reconciliación entre los Gray y los Roe. —Cora me abraza, pero hago una mueca dónde el tatuaje y clava su vista en él. —¿Estás bien?

—Lo estaré.

—¡Te hiciste un tatuaje! — Alicia se levanta indignada sentándose a mis pies para admirar la tinta corrida dentro del protector que evita veamos el diseño completo.

—Es más importante que un simple dibujo, créeme.

Cora compara con la vista el de Ethan y los demás sirvientes al mío. —Dios, lo hiciste, creí que te lo pensaría un poco más— se toca el pecho, se ve sorprendida, pero también un poco enojada casi parece que está juzgándome.

—No hay nada que pensar.

—Espero que no te arrepientas porque no hay vuelta atrás.

—¿Dolió? — Alicia no se fija en la expresión de Cora.

—Como la mierda, pero Alexander es el mejor— me encanta hablar de mi hombre —Lo hizo con mucha precisión casi tanta cuando hace los bocetos de sus hoteles.

Da un suspiro largo ensoñando de nuevo con su millonario empresario. —Cada vez se pone mejor esta boda y te lo digo, no tuve opción, casi me desmayo con el arma en la cabeza. No iban a disparar ¿o sí? — Alicia mira a todos lados cuando Erick entra le dedica una sonrisa.

—Por supuesto que no— Cora y yo respondemos al unísono con clara ironía.

—¿Dónde están mis mujeres favoritas? Llevo buscándolas por toda la residencia — Erick abre los brazos entrando a la sala de estar, pero es mal visto por los empleados. —Ni se atrevan a encerrarme de nuevo en el sótano, diles Emma.

—Pueden dejarlo aquí.

—Lo que ordene mi señora.

—Ahora tengo la vara alta— los mira con suficiencia besando a mis amigas en las mejillas —Mujeres, me tomé un vodka porque estaba enojado, pero ya se me bajó el humor, no quiero que me saquen de los planes para la despedida de solteros de los Roe está noche.

—Ni siquiera estás invitado.

—Escuche lo que planeaban, mañana se acaba la soltería de mi mejor amigo y compañero de tríos que quiero darme el atracón con las mujeres más hermosas de Estocolmo.

—Cierra la boca Erick estás frente a Emma, no hables de las aventuras del cabezota— Cora le golpea el brazo.

Se ríe sentándose para atiborrarse la boca de bocadillos. — Recuerdo cuando nos lo montábamos con dos gemelas en cada bar o con Alesha— niega con la cabeza y mis celos se encienden, Erick es un idiota, no puede dejar pasar momento para relucir que es un mujeriego.

—¿Alesha? — se ríe al lograr su objetivo de enojarme. —No estás invitado a la despedida y puedes largarte de la residencia también.

—¿Por qué? Duermo en el sótano ¿Y ni siquiera me dejarán ir? Son malas, ya no las quiero— se toca el pecho.

—De hecho, la despedida sería en el club de mi prima en Londres, no esperábamos que se casarán en Dinamarca, además hay una embarazada entre nosotras, no podemos beber como acostumbraríamos y prefiero mantenerla cómoda— Alicia le explica.

Los empleados siguen moviéndose a los lejos terminando los arreglos florales y los adornos costosos que Maya y yo hemos comprado para la ceremonia, me muero por dormir, pero quiero ver a Alexander.

Esa duda de la cena y los rusos sigue en mi cabeza.

—¿Quién es la embarazada? — Erick se levanta mirando a los empleados. —¿Quién te dijo Alicia? Lo que hayas escuchado es mentira. ¡Yo no sé nada!

—No lo sabemos Erick— Cora se levanta mostrando su vientre abultado —¿Acaso seré yo la embarazada desde hace ya tres meses?

Miro a Erick reprochándole que cierre la boca, debo mantenerlo ocupado. Se río de la expresión de ambos, pero no dejo de pensar que Erick es demasiado comunicativo y en el menor momento va a soltar lo que no debe.

Por el ventanal que tenemos delante, veo como el auto de los Roe aparca en la entrada y Maya sale con Millie dormida en brazos, no veo a Tyler, pero sí a Emilia.

No pasan por nuestro lado, Alexander insiste con la orden de mantenerlos en el ala oeste sobre todo a Emilia que en tanto cruza la puerta de su habitación, es encerrada por seguridad de la organización.

—Bien señoritas, basta de parloteo y más acción, tenemos que irnos a la habitación de la novia para que pase la noche con sus damas de honor y preparemos su hermoso vestido— Cora se levanta ansiosa, trata de mostrarse feliz, pero sus ojos hinchados por el llanto que debió tener en el vuelo la delatan.

—Maya nos envió fotos del paquete que entregaron de una tienda lujosa de RL, aunque me moría por ver su expresión cuando la arrastráramos a tiendas de descuento de novia— Alicia simula un pequeño coqueteo con Erick que él le devuelve al instante.

—¿Qué tienen en mente para esta noche? — no me apetece hacer mucho, el brazo ya ha comenzado a dolerme de nuevo, estoy agotada y quiero un baño en la tina de Alexander con el dueño dentro masajeando mi espalda.

Me duelen los senos, los siento, pesados, es casi un a tortura traer sostén puesto.

—Alcohol, no para Cora, para nosotras, sí— pobre Alicia beberá sola.

—Yo beberé con ustedes, oí que los Roe tienen una cosecha italiana del noventa y nueve, la sacaré a escondidas del almacén— Erick me guiña un ojo en complicidad, seguro cuidará que no beba en mi estado.

—Erick, definitivamente estás fuera de la noche de damas de honor y la novia, tendremos secretos femeninos, preparativos calientes y mucho más. No pueden cruzar el pasillo a nuestras habitaciones y tampoco dejarán que el señor Roe vaya con ella, no puede verla— Alicia lo amenaza.

—Oye, de Alexander lo entiendo, pero yo ya soy parte del equipo, Emma y yo estamos conectados en otro nivel desde anoche, diles Emma, contamos secretos, arregló mi cabello y pintó mis uñas.

—Caballero, creo que se ha vuelto más atractivo por contar eso en público— Alicia vuelve a su coqueteo y me pregunto por su empresario que ha dejado plantado al teléfono.

—Cuando quieras te muestro otra de mis cualidades linda— la voz de Erick se hace baja, pero cambia el tono cuando ve a Emilia pasar por el corredor, la hermana menor de Jack lo ignora por completo como si fuera invisible.

—¡Hola Emilia! — le grita, pero la de ojos verdes ya se ha ido volteando los ojos aburrida de verlo. —¿Algo va mal o no le agrado?

Miro el ajetreo en el ala oeste. —¿Qué sucede? — le pregunto a Ethan que habla en danés por el comunicador.

—La madre de la princesa Millie viene a Dinamarca y acompañada— no da mucha información por nuestros invitados.

Maldición.

Cora se pone en modo militar dando órdenes porque oyen que Alexander ya viene del Kript, me levanto a su habitación frustrada, la noche que consigo que ya compartamos habitación, mis amigas me obligan a dejarlo.

Aunque no me saco la cena con los rusos quiero un poco de paz mental.

Oigo los quejidos de Erick diciendo que se aburre en el sótano y que quiere compartir habitación con nosotras, su coqueteo a Alicia casi la convence, pero Cora no cede.

Me quito el vestido costoso rojo colocándolo cuidadosamente en la percha al lado del abrigo, las joyas van a sus cajas con la ayuda de Octavian y saco una bata de seda, con la calefacción intacta, no se siente el frío de la nevada.

Me suelto la tira de la bata en el cuarto de baño y me libero los pechos sintiéndolos pesados y muy adoloridos, es uno de los cambios que tendrá mi cuerpo con el embarazo, el folleto de la doctora Kriss es muy informativo.

Me los masajeo frente al espejo con pequeños quejidos, aplico poca presión que me alivia, cierro los ojos.

Oigo las pisadas de unas botas mojadas por la nieve los segundos tengo otros dedos fríos entre los míos masajeándolos también. —Por eso me casé contigo, para llegar a nuestra casa y tenerte desnuda— dice Alexander en mi oído.

Su maldito lenguaje tóxico me pone una sonrisa triste en el rostro, no sabe que me duelen los senos, pero me los masajea de forma no sexual ayudando a aliviar mi malestar, no puedo mostrarme distante o sospechará que odio a los rusos.

Me quejo y su ceño se frunce, pasa sus yemas suavemente por ellos.

—Esa no es la única razón por la que te casaste conmigo.

—Fue una de las principales.

—Todo salió casi perfecto en mi iniciación— subo mi mano por su cuello hasta que la meto entre la mata despeinada de su cabello. —Los conservadores se veían complacidos al final de todo.

—Los impresionaste, tu pronunciación en danés fue casi perfecta y cumpliste la mayoría de los protocolos de la organización, sólo falta mejorar tu entrenamiento— me mira sobre el espejo, se le ve muy complacido, no sólo por el diseño que hizo en mi tatuaje, sino porque ahora soy parte de la organización.

Lo he elegido oficialmente.

—Estoy ansiosa, pero será después de nuestra boda, quiero al menos algo de tiempo agradable antes de volver a Londres, serán las elecciones y el trabajo con Richard aumentará— pasea sus manos por mis hombros y parece que estaba muy estresada con cumplir todos los protocolos porque me duelen los hombros.

—Te voy a llevar al caribe después de la ceremonia absurda que has preparado.

—¿Nuestra luna de miel será en la playa? — comienzo a sentirme mimada y feliz cuando asiente. —Las vacaciones que queríamos antes del evento de inversionistas— vuelve a asentir.

—Maya está como loca dando órdenes a la gente de servicio para la ceremonia, no querrás bajar y toparte con todas las cajas que han traído desde la aduana británica— su mal humor aparece —¿Mañana que vas a ponerte?

—Creo que un vestido blanco, parece que soy la novia de un tan Alexander Roe— bromeo y comienza besarme el cuello con pequeñas lamidas de su lengua de forma lasciva que me relajan con el cosquilleo.

La mano que masajeaba mis senos la baja por mi abdomen y soba mi pubis con las bragas todavía puestas, termina de abrirme la bata pata comenzar a masturbarme con la tela de encaje, metiéndola entre mis pliegues de arriba hacia abajo.

Los ojos verdes me miran por el espejo y siento la perversión del movimiento cuando miro nuestra imagen en él.

—La rubia esa estaba sacando tus cosas de nuestra habitación ¿Por qué? — se me dificulta entender su pregunta cuando tiene los dedos sumergidos en mi vagina y mi trasero clavado con su miembro.

—Porque... no debes ver a la novia hasta la boda.

—Tú ya eres mi esposa— ondea la cadera y me muerdo los labios ahogando un gemido, los dedos hacen ruidos de mi humedad cada que entran y salen. —Te dije que al caminar al altar deberías estar llena de mí.

Me sa una punzada entre las piernas y más con los dedos dentro. —No puedes pelear contra Cora y Alicia, son muy insistentes cuando están juntas y quieren que todo en la boda sea perfecto al igual que Maya, tienes a una familia muy exigente— jadeo arqueándome, la mano libre va a mis senos, ya no hay masajeo suave, los amasa con lujuria viendo el tamaño.

Mis hormonas están disparadas. Cuido que mi brazo no se vea involucrado para evitar dolor en la zona. Siento como alza mi bata de atrás. Moviendo mis bragas a un lado. —Dijiste que las trajiste con delicadeza, les pusieron un arma en la cabeza.

—Mis invitados, mis métodos— no suena arrepentido.

La masturbación me tiene un charco entre mis piernas que resbala entre sus dedos. Me hace girar la cabeza para besarme, apenas alcanzo sus labios doblando el cuello. Los dedos comienzan a moverse más rápido.

Muerde mi labio inferior y se levanta en sus dos metros para dificultarme alcanzar sus labios.

Mi vientre se contrae y mi clítoris hinchado se roza con su mano, la misma con la que me tatuó, me agarro a su nuca con fuerza mientras mis piernas cosquillean y tengo un orgasmo que me deja jadeando contra el espejo.

—Joder— jadeo largo —Necesitaba ese orgasmo.

—Voy a encargarme de que tengas un marido muy complaciente nena— susurra en mi oído mientras se lame los dedos que me había metido.

Me relamo los labios cuando me giro, ya tengo el trasero en el frio del lavabo y a él entre mis piernas. —Después de esto todo será más difícil para nosotros, con las elecciones del ministro.

—Lo sé.

—Estoy molesta contigo.

—¿Por qué?

Niego y respira hondo. —Odio a esa rubia que mató a mi hermano— voy a intervenir, pero me detiene —Pero hagamos una pausa en nuestras emociones está noche y parte de mañana. ¿Quieres?

Siento y me agarra de las nalgas lascivo y me besa con fuerza. Dejamos nuestras preocupaciones de lado, miedos y enojo por unos minutos. A la mierda las restricciones de la boda. —Podemos rezar antes de la ceremonia— busco quitarle el cinturón de armas para encontrar su bragueta.

—Eres una perversa— sonríe de lado llevando mis manos a mi objetivo. —Mi perversa.

—Mi hombre.

—Mi mujer.

—Mio.

—Mía— mete su lengua raspando la mía, casi no me deja respirar.

—Mañana, usaré encaje blanco— meto la mano en su bóxer, envuelvo su polla y comienzo a jalársela, respira hondo por la nariz alzando la ingle para darme más acceso —Liguero de tanga entre mis nalgas— se lame el labio imaginando la escena que le planto —Un apretadísimo conjunto que aumenta el tamaño de mis senos y tacones altísimos, todo me lo compré con tu tarjeta de crédito para ti.

—Emma...

—Mañana dejaré la puerta de la terraza abierta para que entres antes que me coloquen el vestido, si me arruinas el peinado retrasaremos la ceremonia y no quiero, pero si quiero sexo prematrimonial— lo masturbo muy ansiosa.

—Entraré antes de la ceremonia, quiero que tengas el coño al aire para tu marido— advierte en complicidad.

La vista que tengo de su cabello desordenado, la chaqueta negra del traje de combate como de kray, la forma de mafioso me hace abrir las piernas mientras se toma el miembro con la mano y lo guía a mi entrada clavándomela a la primera penetración.

Gruño bajo en mi propia garganta. Me tiemblan las piernas cuando la saca y me embiste sacudiendo mis senos de un lado a otro. —Mías— las mira, posesivo sin aceptar que cualquiera lo contradiga. —Estás tetas son mías, ya eres mi reina en la organización.

Asiento mientras sus dientes raspan entre ellas, absorbiendo en mi pezón como si buscara que saliera algo, mama con tanta fuerza que comienzan a arderme mientras me empuja al borde del lavabo y entra más profundo.

—Rico— gimo con la cabeza hacia atrás sosteniéndome del borde el mármol mientras me llena de carne dura. —Me encanta como me llena señor Roe, no sabe lo bien que folla.

—Por eso me elegiste nena— jadea empujando hacia adelante —Me buscarás incluso si te vas, no puedes vivir sin mí y no te voy a dejar vivir sin mí.

Maldito engreído. —¿Y tú si puedes vivir sin mí?

—No digas estupideces— se ve enojado por mi pregunta.

Sonrío mirando la venda que cubre la herida de la daga. — ¡Mierda Alexander! — clavo mis uñas en su espalda cuando levanta mi pierna abriéndola más y las penetraciones se convierten en embestidas. —Siempre... siempre que haces ese movimiento circular me pones... Mmm.

La satisfacción le llena el rostro, con la fuerza de sus músculos y repite el movimiento. Mi cuerpo rebota en el mármol con cada golpe que azota sus testículos en mi entre pierna. Más le vale no dejarme sin caminar mañana, o voy a avergonzarme al caminar al altar.

Parece que a la cosita en mi vientre le encanta dispararme las hormonas cuando de su padre se trata. Los sonidos de mi humedad resuenan en el baño y los jadeos de mi hombre me tiene caliente.

Alexander jamás es tan ruidoso, pensé que anoche era sólo la excepción, pero hoy está gruñendo muy fuerte, tanto que me eriza los bellos.

Se masajea las bolas mirándome perverso.

—El lobo y su reina están copulando, no puede entrar— escuchamos fuerte y claro la voz de uno de los empleados y recuerdo que las malditas habitaciones aquí no tienen tanta privacidad como me gusta.

Me abrazo a su espalda con la bata semi puesta cuando acelera las embestidas, mi orgasmo me toma desprevenida. Alexander se corre vaciando el líquido caliente en mi interior desatando mis contracciones de pelvis, que buscan más de su semen.

Me contraigo apretando en mi interior su miembro y lo hago gruñir bajo haciéndome una mordida en el cuello.

Quedo temblorosa en el mármol, me relajo en su boca, parece que no me le puedo despegar. Mini Alexander quiere volverme loca. —Déjame ir mujer— su risa es evidente cuando ve que estoy reacia a que me deje.

—Quiero quedarme aquí contigo— digo mimada envolviendo mis manos en su cuello.

—No, se te va a congelar el rico culo respingón — me levanta en brazos de camino a la habitación, está semi desnudo y yo no debo obligarlo a hacer esfuerzo o su herida podría abrirse. —Creo que te estás obsesionando conmigo y mi verga— dice serio con una ceja arqueada quitándose la ropa para cambiarse.

—Habla el hombre que puso en contrato matrimonial tener acceso a estas, pero te las voy a negar— me palpo los pechos cubriéndomelas y doy un sobresalto cuando sala sobre la cama cayendo sobre mí.

Su boca se apodera de ellas y me río por las cosquillas que provocan sus manos en la parte trasera de mis costillas, dónde sabe que es mi punto débil. —¡Basta! — me retuerzo a la par que lame mis pezones. —¡Alexander me vas a matar! — mis carcajadas le importan cada vez menos, mi vejiga se retuerce en mi interior.

—¿De quién son Emma?

No puedo responder porque estoy entre una crisis de gritos desesperados y una visita al baño más cercano, me retuerzo en la cama.

—¿De quién son?

—¡Tuyas! ¡Maldito posesivo!

—Mías y no las comparto— repite como poseso.

Le pego en el pecho para quitármelo de encima y al final me suelta las costillas dejando pequeños calambres que me hacen soltar risitas, su lengua sigue en mis pechos y yo no dejo de mirar el techo controlando mi ataque de risa.

Los guardaespaldas fuera en la terraza, están girados hacia el patio trasero dándonos la espalda sin mirarnos por el ventanal.

—¡Oí gritos! — la puerta se abre de golpe y Cora aparece cubriéndose los con la mano y la otra palpándose se no golpearse con algún muble. —¡Gritaste que quiere matarte!

La mirada de Alexander se transforma en enojo cuando la mira entrar y saca mis pechos de su boca con un clásico sonido de pop. —No fue nada. ¿Cómo entraste? — le pregunto masajeándome los pechos adoloridos.

Cora palpa con su mano sus siguientes dos pasos para no caerse. — Golpeé al simio de la entrada, no pudieron detenerme ni jalonearme porque estoy embarazada. ¿Están decentes para verlos?

Alexander se levanta desnudo y malicioso con la polla semi erecta. —Sí.

Abro la boca indignada y corro a cubrir su cuerpo con el mío antes que ella quite la mano de su cara, todavía con la bata, cubro con los bordes mis posesiones. —¡No! ¡No mires! — la media sonrisa del de ojos verdes me tiene con una similar y muy tonta.

Cora ahoga un grito volteándose para no mirar nada y casi corre fuera de la habitación. Tengo la boca de Alexander sobre la mía apagando cualquier reclamo. Mi pecho está lleno de puro romanticismo.

—Qué bueno que cubra lo que suyo señora Roe.

No me deja replicar porque me besa hasta que me hormiguean los labios. —Eres un exhibicionista, te iba a ver el miembro.

—Odio a esa mujer— mira la puerta, enojado.

Lo distraigo con su mano en mis glúteos, los aprieta haciéndome caminar hacia atrás. Caigo en la cama con su boca sobre la mía. Saboreo sus labios suspirando.

—¡Ya basta ustedes dos! — gritan por afuera de la puerta es la tía Maya. —Cora me ha dicho que siguen metidos aquí dentro, será una boda simbólica, pero la llevaran a cabo con cada tradición.

Creo que estará molesta conmigo por lo que le hicieron a Tyler en la lengua por mi culpa. Alexander no deja que despegue mi boca de la suya.

—Necesito ropa— invade mi boca con su lengua.

—Yo tengo frío, se comprensiva Emma— se pega a mi como lapa abrazándose a mi cintura con la cabeza entre mis pechos. Los besa, chupa los pezones y se acomoda. Lo miro desde arriba, los ojos verdes los clava en los míos.

—Quiero levantarme.

—Hace frío— repite.

Meto mi mano en su cabeza y lo relajo con cariñitos en la nuca, es un asesino especializado, mafioso, le temen con solo mirarlo, pero al mismo tiempo es mimado cuando está conmigo.

De vez en cuando besa mis pezones, adormilado. Pasa casi una hora en esa posición cuando finalmente me suelta, me quedo adormilada entra las sábanas, pero se levanta por el dispositivo de rastreo mientras busco cambiarme las bragas húmedas.

El sonido es molesto, lo veo mirar el dispositivo de rastreo de su IPad desnudo. La luz verde casi nunca parpadea, hace semanas que no lo hacía es el de Dmitry.

—No reconoce mi huella digital por mis heridas— alza la mano mientras trata de hacer que su IPad se desbloquee. —Intenta con tu dedo.

—¿Pusiste el mío? — asiente y mi pecho se aprieta con ese gesto de confianza, ese IPad no lo toca ni su familia, coloco mi huella y el dispositivo se desbloquea.

—¿Qué mierda es eso? — amplia la imagen pasando de la cosa que hizo saltar la alerta y su rostro se pone ceñudo.

Me acerco a mirar, el auto de Dmitry se mantiene en movimiento por Londres, pero eso no es lo que lo tiene enojado, es el otro nombre de la pantalla, otro rastreador colocado por Ethan.

El auto de Bennett se mueve.

—Son los daneses ¿Lo trajeron a Dinamarca? — digo y asiente.

Maldice en danés y abre la aplicación que lo conecta con su hacker actual. James. El rastreador se abre en la camioneta y la imagen de la cámara que hay en el auto muestra a un hombre de cara cubierta hasta por los ojos, la amplia y son ojos azules, no los de su hermano. Es un legae.

Los daneses se burlan de nuevo de la muerte de Bennett porque hasta tiene la ropa quemada de su hermano en el asiento trasero, pero no es lo peor.

El cuerpo de Kieran yace muerto a un lado de la ropa, no puedo mirar lo grotesco de la imagen, me produce nauseas

Veo las ganas de venganza en los ojos de Alexander. Nos vestimos mientras hace la llamada a la organización de reunirse en el Kript. La rabia no se le apaga cambiándose, pero se mantiene en silencio.

Salimos de la mano en las camionetas hasta el lugar. —Los mataré — jura con la rabia evidente en su mirada.

—Lo haremos juntos.

No responde, ya se ha encerrado en sí mismo de nuevo, pero no dejaré que lo haga de nuevo.

La nieve se ha calmado durante la noche, veo ilusionada un poco de lo que han montado en el jardín trasero para nuestra boda, pero él ni siquiera lo nota porque va muy concentrado en el IPad, no despega la mirada del vehículo en movimiento.

Cierra los ojos pasándose los dedos por las sienes, es el estrés, paseo mis dedos en su nuca para evitar que tome las pastillas que lo tumban horas. —Dame la ubicación actual de Dmitry— me pasa el dispositivo y se la enlazo a su celular.

—Está en Londres y el auto de Bennett saldrá de Estocolmo.

Que me tome en cuanta en mi primer día me pone satisfecha. En el Kript, me quiere a su lado cuando menciona lo de las camionetas. —Se están burlando del suicidio de Bennett, trajeron desde Londres su auto, lo llevan a las afueras de la ciudad.

—No había razón para hacerlo, quieren provocarnos ahora que estamos en la ciudad— responde el ruso, pero al final hasta los rusos toman el movimiento del auto como una simple burla.

Alexander entrelaza nuestras manos cuando manda a explotar el auto con la persona dentro con los restos de Kieran.

Media hora después el dispositivo desaparece de la pantalla.

—Manténganse en las carreteras principales por si esto desata que los daneses vengan por nosotros esta noche, quiero francotiradores en el Kript— da la orden.

—Quiere adelantar el ataque aéreo mi señor.

¿Ataque aéreo? Miro a Alexander por respuestas, pero tiene la mirada en el dispositivo. —No, nos aplicaremos al plan original.

—¿Qué pasará si los daneses quieren tomar venganza por este ataque? — miro al conservador ruso.

—Guerra.

—Pero dadas las circunstancias, dudo que ataquen antes de las elecciones del ministro Madden.

—Hoy más que nunca, es más que evidente porque un estorbo no es adecuado en este momento— dice uno de los de Moscú y por primera vez sé que tiene razón.

—Esperamos que después de la ceremonia nos conceda ser parte de su legión de consejeros, mi señora— se unen entre sí.

—Lo pensaré.

. . .

Cuando regresamos a casa Maya nos separa por el pasillo, beso a mi marido antes que me arrastren lejos, Alexander me sostiene de la nuca paseando su nariz sobre la mía, beso tantas veces que me entra una risa cuando se pone enojado.

—¡Ya basta! — Maya tiene la mirada seria porque somos tan imprudentes con ella.

—Te veo en el altar— me siento como una tonta enamorada y que me deje hacer una demostración de lo mucho que lo extrañaré estás catorce horas es placentero.

—Me dan nauseas— Emilia pasa descalza con una piña en la mano.

Pienso que alguna de las dos estará molesta conmigo por Tyler, pero Maya incluso me abre el paquete de un vestido elegante de novia echo por su mejor amigo diseñador.

—¡Ay Dios! ¡Es belicismo! — Cora se toca el pecho, asombrada.

—No iba a dejar que mi sobrina preferida caminara al atar con esas baratijas de Macy's, es una tienda tan barata.

Respiro hondo con unos nervios cuando lo sacan y paso mis dedos por la tela de encaje, las mangas sobre puestas largas se abren por los bordes, dejarán mis hombros descubiertos y la espalda del mismo modo en un escote uve, es todo en encaje, hasta la pequeña cintura que cae al suelo.

No es el típico corte alto, es un corte que se ceñirá a mi silueta completamente.

Alicia no deja de tomar fotos de todo para sus redes sociales y Cora se encarga de colocarlo en la percha con la supervisión de Maya.

—Mi maquillista y estilista vendrán mañana a primera hora— Maya habla de los preparativos, pero no aparto la mirada del vestido. —¿De acuerdo Emma? — me toca la espalda y asiento a lo que sea que estaba diciendo.

—Es precioso.

—Sólo lo mejor para los Roe— me guiña un ojo —Y sobre tus medidas, Alexander las sabía a la perfección.

—Me lo imaginé. ¿Ha visto el vestido?

—¡Ni loca lo dejaría! — se indigna cerrando el armario. — Lo lucirás muy bien, aunque la seguridad aumentará durante la ceremonia, ya me han informado lo que ocurrió con los daneses— murmura Maya —Será la boda un blanco directo para cualquier ataque estando en Estocolmo y con el suceso del auto, los legae saben que estamos en Dinamarca.

—Podrían atacarnos, con Alexander al blanco, querrán matarlo— los nervios se apoderan de mí, pero al mirar a Ethan desaparecen casi por completo —Está muy enojado, no se burlarán más de la muerte de Bennett.

—James no ha rastreado ningún intento de acceso a nuestras cámaras de seguridad, pero debemos estar prevenidos por la explosión que se ocasionó en el auto con uno de sus miembros y tenemos otro problema, uno igual de grande— no me gusta la expresión que trae la mayor de los Roe.

—No ha empezado la ceremonia y ya me dieron ganas de faltar a la boda, debo velar por la seguridad de mi bebé— dice Cora palpándose el pecho.

—El ministro viene a Dinamarca por mi nieta seguido de Sarah— mi buen humor desaparece con la mención de esos dos y Octavian deja de cepillar mi cabello —Ya recibieron el mensaje que dejó Emilia, pueden llegar mañana o está noche con el MI6 para atacar nuestra residencia.

Mantiene la información confidencial mientras uno de los empleados distrae a Alicia fuera de la habitación jugando con Millie y su cachorrito, se ha despertado de su siesta y no deja de reírse con las ocurrencias de Alicia.

—Lamento que tu boda sea un día caótico, esperemos que las cosas no se conviertan en un operativo y en una guerra entre mafias.

—No entiendo por qué precisamente mañana Emilia hizo que el ministro llegará a Dinamarca. Debió darnos dos días al menos, a esperar que fuéramos a nuestra luna de miel antes del caos.

—Podrán irse en cuanto la ceremonia se termine, la organización se encargará de mantener el control contra el MI6— mira a Rebecca a lo lejos —Mi hija es un poco calculadora, pero sé que debe tener algo en mente.

—Ahora eres un blanco del MI6 sexy— Cora mira mi tatuaje —Ya eres parte de la organización del lobo, te atacaran como a cualquiera de ellos.

—Estos son los informes que tenemos de los agentes que vienen con el ministro, Ethan se comunicó con el teniente Wall para obtener información, pero no consiguió mucho.

Miro la lista de nombres, el de Sarah no debería estar como miembro del MI6, pero mis ojos se dirigen al siguiente en la lista y el que está liderando al grupo de agentes con los que viene el ministro Madden.

Agente Dylan Gray.

—Dylan lidera al MI6 que Richard trae a Dinamarca— miro a Cora palidecer cuando se lo digo. —No puede hacerlo, está en rehabilitación.

—James informó que viene con la orden de recuperar a Millie, pero estoy segura que es mentira, aún le es fiel a su general, vienen a atacar a la organización del lobo— Maya mira la puerta —Richard nos quiere atacar fuera de Londres para no arruinar el día de las elecciones.

—Emilia sabe algo que nosotros no— me da jaqueca —Sabe algo útil para la organización o no habría hecho que vinieran, tienes que averiguarlo Maya.

—No puedo, Emilia no trabaja para mí, ni, aunque le pagara, sacarle información a un camaleón que no quiere venderse es imposible.

Bajamos a la cripta de la residencia dónde está encerrado James. Su mirada cansada no me pone alerta de compartir la información con Ethan y los que están dentro. Alexander no llega al instante.

Espero impaciente caminando de un lado a otro, sólo quiero disfrutar de mi boda en calma.

—No puedo creer que dejarán a Dylan salir de la clínica, no estaba permitido ni siquiera tener dos visitas al día, su salud no se presta para que regrese todavía al trabajo— Cora se pasea de un lado a otro.

La imponencia de Alexander se hace presente cuando sus botas pisan el asfalto de la Cripta, el único miembro de la casa que no entra es Tyler.

Tampoco opinaría mucho.

Informan a Alexander sobre el ministro y los numerosos agentes con los que viene. Tenemos dos problemas, los daneses y el MI6, juntos contra nosotros, aunque no sean aliados.

—Se reportó la muerte de dieciséis de nuestros hombres mi señor, muertos por legaes, esperamos un ataque de ellos mañana.

—Richard buscará asegurar su victoria definitiva como ministro de Londres sacándonos de la ecuación— Maya mira el mapa que le ofrece Ida, que Cora tenga acceso a la Cripta se debe a su matrimonio con Bennett, se encargó de dejarla asegurada tanto en la organización como en su galería. —Dime la ubicación exacta de una de las casas de los Madden en Estocolmo— le ordena.

—Lo trae por mí— caigo en cuenta. —Lo quiere matar, debió intuir que Dylan habló de la ubicación de la anfetamina.

Alexander niega. —Las grabaciones fueron eliminadas por James en cuanto saliste.

—El MI6 tiene excelentes camaleones que pudieron arreglar las cámaras.

—No como los nuestros— contra dice Alexander.

—Entonces no infiltraremos a la casa a la que llegará el MI6 y cuando lo hagan, emboscamos y los matamos, dos unidades por la autopista principal y tres por el aeropuerto— Maya me pasa los datos de ubicación que no comprendo del todo, pero los rusos como buenos consejeros se encargan de explicarme.

— Tengo dos C17 activas, las otras comenzaré a armarlas— Alexander no se ve con sueño como yo, está alerta.

—Están perdiendo su tiempo— la voz de James es poco perceptible, pero calla a toda la sala.

—¿Te han dejado hablar en presencia del lobo mugriento? —Ethan va para encadenarlo.

—Déjalo hablar — pido intrigada por su expresión. —Fue uno de los agentes más leales de Dylan y su mejor amigo, conoce información importante.

El miedo en sus ojos por la tortura me hace tener compasión de él, pero muy poca. —Puede hacer que parezca un accidente, si el teniente Wall se quedó en Londres, es lo más seguro — la voz de James suena ronca.

—No mataría a Dylan con la cantidad de agentes que lo siguen y le son leales, incluyéndote, el MI6 se pondría en su contra— lo enfrento.

—No hablo de Dylan, Emma— mira a los de la organización y agacha la cabeza —No hablo de Dylan, mi señora — se corrige y camina lento hasta acercarse a los Roe —El ministro Madden matará a teniente Wall— me levanto apresurada hacía Ethan con mi celular en la mano.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque ustedes son sus enemigos, no es imbécil— se limpia la suciedad de la mejilla —El MI6 cuenta con la mayoría de votos en el parlamento inglés y en la corte de Windsor con total lealtad y la única forma de que el ministro Madden gane las elecciones sin la ayuda de los Roe, es quitando al teniente Wall del mando del MI6 y colocando a uno de sus títeres a su favor.

Carajo.

—Sarah— digo en voz baja y asiente.

—Ella le dará control absoluto, si se lo pide— nos mira a todos —Si muere el teniente Wall, le regresará la placa a Sarah y la ascenderá al cargo, sospecho que matará a Dylan también, todos saben que, a la muerte de Wall, Dylan es candidato para ser teniente.

—Richard no es ningún estúpido, la ayudó para aprovecharse de la situación.

—No sólo asegurará el control del MI6, también asegura al parlamento inglés y se convierte en el hombre más poderoso políticamente hablando, de Londres— el miedo me invade — Después de la corona, claro, aunque sabemos que esa monarquía no se compara a la mafia y muchas mafias estarán interesadas en el ministro una vez que consiga la victoria.

—Matará a Dyan también, sabe que no permitirá lo de Sarah— Cora se palpa el pecho.

—Cuando se llevaron la anfetamina a Irlanda— sigue James —Dylan compartió la ubicación a su cuenta personal y lo compartió conmigo, también se lo dijo al teniente, estaban creando una emboscada para quitarle la candidatura unos días antes de las elecciones, estoy seguro que Sarah lo descubrió y se lo advirtió.

—¡Maldita sea!

—No nos conviene que el teniente Wall muera, es preferible que el siga al mando antes que Richard, después podríamos deshacernos de él nosotros mismos— Alexander concuerda con Maya. —Pero vendrán por mi nieta también, el caos es peor de lo que pensé. Necesitamos la anfetamina urgentemente.

—Dina no se ha comunicado con nosotros— habla el conservador ruso. —Es nuestra salida a Irlanda, a menos que provoquemos un ataque aéreo en el país para conseguirla a nuestra forma.

—Logan debe tenerla encerrada en las jaulas después de acudir con Caterva en la Galería— Maya mira a su sobrino. —No estoy de acuerdo que tengamos de aliada a un niñata tan joven, pero es un camaleón y confío en que va a comunicarse en estos días con nosotros. Caterva lo aseguró.

—Una forma de agilizar el proceso, es que uno de nosotros entre a las jaulas, pero entrando ya tendrá salida— Ethan es el primero en ofrecerse.

—¿Por qué Richard tiene tanto miedo a que los Roe sean sus enemigos políticos? — pregunta Cora. —Pensé que tenía la candidatura asegurada.

Los ojos se mueven hacía mí, soy la mayor, informante de la campaña Madden, soy su publicista y mano derecha, conozco sus estrategias en todo. Miro a todos con la expresión sería.

—Después de entregar a Jack, unirse a Sarah y llevarse a Millie, sabe que no lo dejaré ganar las elecciones, menos con lo que dijo James, no puede hacerse del poder con las mafias— hablo fuerte y claro. —Tyler estuvo en la residencia Madden el día del ataque de Logan, conoce información que yo no.

—Tráelo— ordena Alexander.

—No puede hablar — le recuerda Maya— Lo dejé sedado, está inconsciente bajo el cuidado de Emilia, su lengua es una maldita costra.

—¿Qué ordena hacer mi señor?

—No vamos a entregar a la hija de Jack— dice Alexander.

—Cómo ordene mi señor— los rusos no lo contradicen mientras Ethan y yo compartimos mirada rápida.

—No la entregaremos, pero si la usaremos para retener a Sarah en Dinamarca, si asesinan en dos días al teniente Wall, no ascenderá ella al cargo, es preferible que otro lo haga hasta que regresemos a Londres.

—¿Quién? Conozco nombres y gente que estuvo en mi unidad cuando estuve en Brent, los mejores están muertos, Lena era una de ellas y James está secuestrado.

—Mi señor sabe quién le conviene, señora Roe, es mejor alguien que no esté completamente aliado al ministro y que tenga una debilidad por uno de los miembros de la organización del lobo— Ethan ira a Alexander y veo la vena del enojo saltar en la frente de Alexander.

Los Roe se miran entre sí con desprecio. Los rusos se quedan en silencio y yo espero expectante, aunque con Ethan y su expresión deduzco la respuesta. —No, buscaremos otra alternativa.

—No tenemos muchas opciones Alexander, si no tenemos la anfetamina todavía— le recuerda Maya.

—¿Quién será entonces? — me cruzo de brazos.

Alexander voltea la mirada, malhumorado, pero los rusos le aconsejan hablar.

—El cojo— la voz sale ronca con odio de la boca del lobo. —El maldito cojo debe ascender al puesto de teniente antes que Sarah, después lo derrocamos y lo mato.

Respiro hondo mirando a Cora, las palmas de las manos me hormiguean. Esto asegura la vida de Dylan por mayor tiempo y podría ser una brecha de reconciliación entre los Roe y los Gray.

Alexander manda a traer con sus sirvientes una botella de su whisky. Bebe enojado de mencionar a Dylan, pero Cora lo mira mal con la amenaza de matar a su hermano. Da órdenes en danés en dónde se deben colocar los bloqueos.

—No queremos que nada de esto afecte la ceremonia de mañana — Maya rompe la tensión que hay en la sala. —Me quedaré al mando entre tanto el lobo y su mujer toman el tiempo de descanso después de su boda.

—Los conservadores tampoco queremos que se vean afectados los que darán vida a la nueva generación de la organización, aunque no es conveniente en este momento, espero que lo recuerden— se miran entre sí los rusos.

Aunque sigue enojado el ceño de Alexander se deja de fruncir al mirarme al otro extremo de la mesa.

Nos miramos con complicidad. Quiero mi boda, quiero el viaje después de ella, aunque suene egoísta con todo lo que está sucediendo. Los consejeros también hablan en danés para Alexander, se levanta de su asiento de cuero.

— Estás a cargo Maya— quiero besarlo, pero sería totalmente inapropiado aquí —Mañana, nos iremos de Dinamarca después de la ceremonia, quiero un informe cada siete horas con Ethan.

—Como órdenes.

—Y retengan a Sarah en Estocolmo hasta que muera su padre.

—Entendido.

—Voy a acercarme al lobo— se desplazan terminando la reunión y mis pies se mueven dónde el líder está parado.

—A tu marido— corrige Alexander en la sala entera. —Soy tu marido.

—No hasta después de la boda— me da una advertencia con la mirada —Pido permiso para ir a preparar mi boda lobo— digo siguiendo uno de los protocolos que me enseñó Maya.

Sé que estarán armando estrategias y ordenando durante la noche, pero quiero prescindir de esto. Respira hondo mirando mi ropa. — Permiso concedido, señora Roe, cumple tus caprichos.

Me relamo los labios, pero no debo besarlo. —Te veo en el altar.

—A lo mejor llego tarde.

—Más te vale que no, me dejarías con el corazón destrozado— mira mi boca teniendo las mismas ganas que yo, pero una de las reglas en la Cripta nos impide hacerlo.

Tomo el lugar que adquirí con el tatuaje y me voy.

Me tomo otro analgésico para evitar el dolor del brazo y Alicia salta ansiosa de la cama cuando nos ve regresar a Cora y a mí, la habitación tiene una sala de estar muy grande como la del piso de abajo.

Alicia tiene pijamas del mismo color sobre el diván y nuestros nombres en la parte trasera en letras plateadas.

—¡Todo está listo para celebrar la última noche de la novia! — saca una botella de vino rosado de una cubeta con hielos.

—¿Qué es todo esto? — las miro con una sonrisa mientras Cora saca revistas, bocadillos recién preparados por Octavian, de repente hay una improvisada fiesta privada en la que los sirvientes nos atienden de lejos.

—¡Tú despedida de soltera sexy! No creíste que nos quedaríamos con las ganas ¿o sí? — Cora alza las batas que debemos colocarnos y las pantuflas rosadas.

Si mi vergüenza era mucha viendo a Octavian servirnos en la sala de estar cuando veo a entrar a Emilia con una bata rosada similar y una mirada malhumorada quiero morderme la lengua para no reírme.

—No puedo creer que me mantengan encerrada todo el día y el único momento en el que me dejan salir es para esto— se mira en el espejo —No me va el maldito rosa.

—Ella es Emilia, hermana de Jack— le dice Alicia a Cora —La conocí en la cocina y como prima de los Roe, me parece que debe estar en la noche de la novia.

—No te sientas muy especial mujercita, mi madre me obligó a venir— saca una daga de una de sus pantuflas y pela una frutilla con la punta comiéndola como un camionero, sentada con las piernas abiertas en un taburete.

Es muy hermosa, la belleza que caracteriza a los Roe, pero la delgadez de una adicción que se ve superó hace tiempo.

—Pásenme el vodka, al menos voy a embriagarme— le pide a Octavian arrebatándoselo —Trátame bien porque estoy tan enojada que descargo mi enojo con cualquiera.

—La trataré bien señorita— dice el asiático asustado.

—Estoy encantada, vamos a enloquecer a los Roe con nuestra fiesta— Cora ansiosa va al baño a cambiarse con la bata rosada y cuando es mi turno demoro riéndome de las ocurrencias de estás mujeres.

Hay un posible ataque a la organización del lobo, pero ellas mantienen la normalidad de la ceremonia. Cuando salgo chillan entusiasmadas disparando flashes por mi cara y mi ropa haciendo videos.

Emilia mira de lejos y escupe las semillas de su fruta al suelo.

La improvisada discoteca habla del buen gusto de Alicia y que el dinero no es un problema para nosotros porque mi marido mafioso tiene de sobra.

—¡Por Emma! — Alicia llena nuestras copas de vino rosado y a Cora le da jugo. No voy a beber, pero choco mi copa con las de ellas, Emilia mira mi copa llena y entrecierra los ojos.

—¡Voy a casarme! — los gritos entusiasmados de mis damas de honor hacen que Emilia nos mire como si nos hubieran salidos dos cabezas, pero Ethan en la terraza de espaldas parece que se ríe del alboroto.

—¡Sí! ¡La futura señora Roe! — Cora salta entusiasmada hasta que nos preocupamos por su bebé.

Me encantaría algo de vino, tengo la garganta reseca. La música de adentro para con Cora a medio bocado y descubrimos a Emilia robándose una de las blusas de Alicia. —¿Qué hace señorita? — le dice Octavian ganándose una mirada asesina de la Roe.

—¡Oye eso es mío! — Alicia la atrapa con las manos en su maleta.

—Estoy aburrida, quería ver que hay aparte de esta cosa de vomito rosa— se justifica, pero parece que tiene una afición por robar cosas.

Se azotan las puertas de la terraza silenciándonos.

Erick sale de la terraza con su IPhone en la mano interrumpiéndose, viste un uniforme de policía puesto, pantalones cortos, cinturón de armas muy pegado al cuerpo, gorro policiaco y lentes negros. Aprieta la pantalla y unos altavoces comienzan a reproducir. Man areas.

—¿Alguien pidió a un policía de verga grande? — pregunta agarrándose el paquete.

—Oh por Dios— decimos Cora y yo con la boca abierta al mismo tiempo que Alicia chilla emocionada dando saltos hasta él.

—Sabía que lo harías— le dice entusiasmada.

—Señoritas ¡Llego su stripper personal! ¡Quiero oír esos gritos! — abre los brazos moviendo sus caderas de un lado a otro.

La puerta se abre mientras baila perverso.

—Tiene suerte de que me gusten jóvenes— la voz de Maya casi hace que Erick se caiga al suelo cuando entra con las botas de marca y ropa de diseñador, niega cuando Alicia le ofrece una bata. —¿Qué esperas guapo? — le guiña un ojo a Erick.

Lo barre con la mirada lascivo y repara en su marcado miembro por la ropa ajustada. Levanta la mano corriendo a su manso.

—Quién diría que al final si voy a entrar en la familia Roe— Erick me guiña un ojo colocando sus manos sobre su nuca y moviendo sus caderas de un lado a otro.

Los primeros botones de su uniforme vuelan por el suelo. Me divierto de su espectáculo, pero es muy bueno, se nota que va al gimnasio. Alicia esta eufórica animándolo a quitarse también el pantalón, Cora no está tan entusiasmada con el show y es la primera vez que veo a Emilia con la boca abierta.

Ethan llega a cambiar a mi seguridad y cuando oye el alboroto se gira mirando a Erick y con el ceño fruncido dice algo por el comunicador en su oído.

—¡Entre más dinero me arrojen más ropa me quito! — Erick está en su salsa bailando a las todas las mujeres presentes hasta besa a Alicia.

Se enrollan en un morreo en una de las paredes, a mi amiga le quedan las mejillas rojas y no necesito mirar a dónde baja su mano cuando Erick se ríe perverso.

—Quiero dormirme ya, pero quiero ver si Alicia y Erick terminan en un trío con Emilia— Cora coloca su cabeza sobre mi hombro soñoliente mientras vemos a la hermana de Jack cambiar su actitud con Erick.

Ya no lo ignora y si no fuera por Maya, estoy segura que se abría unido al beso con Alicia porque se muerde los labios.

Maya y ella se miran. —Yo lo vi primero— le advierte su madre y ella se voltea molesta.

—Ni siquiera me importa es un pordiosero, pero dudo que lo consigas.

Sonrío cansada y apoyo mi cabeza con la de Cora.

—Las estoy aburriendo, mi error— tengo a Erick bailándome en segundos —El baile es exclusivo para ti. — sus bolas se mueven por mi cara y me hago hacía atrás.

Maya deja su martini que le prepara Octavian y saca un fajo de libras para colocárselo a Erick en el elástico, aprovecha y le acuna el paquete. —La tienes grande— ronronea.

Cora abre mucho los ojos y compartimos miradas. La fiesta se está saliendo de control. Erick se anima con la paga y baja los pantalones, nuestros jadeaos se ahogan con la música.

Cora mira lo que hay delante con la boca hasta el suelo y yo volteo la cara a otro lado al ver el tamaño de esa cosa. De repente, las luces se apagan, pero la música no.

No veo mucho, pero escucho el quejido de Erick. —¡Auch! ¡Mi polla! ¡Suéltenme! — jadea. Los pasos de mis guardaespaldas para quitármelo de encima diciéndole maldiciones en danés.

—No te acerques a la mujer del lobo pervertido de mierda, el lobo ya viene y te va a cortar las bolas.

Prenden las luces y parpadeo mirando que lo dejan junto a Maya. Emilia tiene a Octavian por el cuello asfixiándolo. Maya aprovecha que Erick se queja, lo jala y lo besa con demasiado entusiasmo.

Cora tiene la mano en un panecillo, ella y Alicia miran a la mayor de los Roe darse el atracón con Erick.

¡Qué fiesta!

—Interrumpieron mi show— Erick se separa cuando nota mi carraspeo y Maya mira a su hija satisfecha.

—No vuelvas a poner tus partes en la cara de la reina o te castramos, el lobo dice que salgas de aquí antes que suba con su daga a castrarte— le advierten mis guardaespaldas a Erick arrojándole ropa.

Maya se limpia la comisura de la boca y le hace una señal a Emilia para que suelte a Octavian. Mi Chef vuelve a respirar. Miro a mis amigas y de repente las tres rompemos en carcajadas.

—Esta es la mejor despedida de soltera a la que he asistido— se me sale un quejido por mi brazo.

Los sirvientes se quedan en silencio y el miedo se hace presente en el ambiente. Alexander entra enojado por la terraza mirando únicamente a Erick, lo arrastra hasta la puerta y lo avienta al suelo antes de azotarle la puerta en las narices.

—Lamentamos el inconveniente mi señor— se disculpan mis guardaespaldas.

La posesividad con la que me mira no se le baja cuando sale sin decir una sola palabra. Maya sale de inmediato siguiendo a Erick al pasillo.

Me tumbo con mis damas de honor en la alfombra con el estómago adolorido de tanto reírme, de repente las risas de Cora se convierten en sollozos y cuando me doy cuenta estoy abrazándola.

Alicia se levanta preocupada. —Hey, linda, estábamos muy bien ¿Por qué lloras?

—Estoy embarazada— dice Cora sorbiéndose la nariz —Es normal que a un momento esté llorando y al otro riéndome y puedo estar feliz en una fiesta sin romperme por Bennett. ¿Verdad?

La mención de su nombre le sale en sollozos, Alicia se toca el pecho triste y yo jalo a Cora conmigo.

—No tengo que llorar porque no puedo ser feliz en una fiesta tan linda, dónde toda su familia está feliz sin él— alza los ojos llorosos a nosotras.

Hacemos un abrazo grupal para consolarla, aunque estoy segura esa no es la única razón por la que llora, juntamos las cabezas, Cora jamás será la misma chica alegre de antes, ni con mil fiestas, por primera vez en días pienso lo que he estado evitando.

Desearía que Bennett estuviera vivo.

Por mucho que la celebración me haya hecho reír, ni Erick, Maya o Emilia, se comparará a la coquetería del mejor de los Roe, el más noble, el que con un simple gesto nos hacía reír.

Cierro los ojos y siento como si besara mi mejilla y su clásico. "Hola Emma" con media sonrisa.

Alexander.

Me miro enojado el tamaño de la verga, no tiene comparación con la miseria de Erick, ese pendejo no pondría caliente a ninguna mujer menos a la mía, mando a sacar su basura del sótano y a quemarla para que se quede sin ropa como el criado que es.

Miro la chimenea bajando mi mal humor con un porro gracias al exhibicionista de Erick. Ponerse a bailarle a mi mujer, se quiere queda sin bolas, lo voy a encerrar en el sótano hasta que la ceremonia esté terminada.

Pero es el jodido padrino.

Me paseo como león enjaulado por la casa, no visito el ala oeste de los Roe y a la de Emma no me dejan entrar, esas locas que la retienen de mí. Es un hecho que no me gusta, no poder verla y no poder tocarla.

Esa bata diminuta que traía era perfecta.

Veo a Ethan puliendo los zapatos de diseñador y el traje negro que debo usar en la ceremonia. Miro la camisa, el moño, los gemelos de oro. Mis sirvientes tienen mi whisky preparado, pero no dejo de mirar el traje.

—La señorita Coraline dejo esto para usted— me entregan un sobre pequeño plateado.

—¿Qué es esto? No quiero nada de esa mujer que odio tanto— abro y leo volteando los ojos.

Votos que debes recitar cabezota.

Rompo el papel en pedazos, no me va a decir lo que debo hacer. Las argollas están semi abiertas en la mesa, el tamaño adecuado y desde el día que me casé con ella, yo sí usaba mi anillo matrimonial en la empresa lejos de su mirada. El carraspeo de Ethan me hace apartar el alcohol de mi boca.

—¿Qué pasa?

Junta sus manos en su espalda. — Nunca creí decir esto, pero su traje está listo para su boda mi señor.

—¿Emma está lista?

Sonríe de lado. —Sí, su vestido fue entregado, sus joyas abiertas, está muy ansiosa.

La satisfacción se asienta en mi pecho, pero mi mal humor hace que me de dolor de cabeza. No quiero esas formalidades absurdas y vanas, soy un dios, al menos me admiraran de cerca.

—Entonces hagamos esto por capricho de mi mujer.

Sólo por ella.

La puerta se abre y el pordiosero entra descalzo con una botella de vodka en su mano y la sonrisa de que se metió con alguien antes de venir aquí. —¿Dónde está el novio? Su mejor amigo y padrino ha traído alcohol para celebrar.

—Cállate criado que si no te mato es para que no ensucies mi costosa alfombra.

—Erick Jones nunca se calla bastardo— azota la botella en la mesa— Tendremos partidas de billar en la sala de juegos y mucho alcohol hijo de puta, así que levántate o te bailo como a tu mujer.

Le asesto el primer golpe que lo tumba de culo al suelo, azotando sus miserables copas. —Le aconsejo que, si quiere tener una especie de despedida de soltero cerca de mi señor, no mencione a su mujer — le sugiere Ethan ayudándolo a levantarse, mientras se toca la mandíbula.

—¿Es mi culpa que no quiera una fiesta conmigo?

—Yo no necesito ninguna de tus malditas fiestas, ya estoy casado.

—Le quitas lo divertido a la noche previa a la ceremonia, déjame al menos disfrutar esto. Hemos pasado por mucha mierda recientemente— pone su maldita música en mi reproductor caro. —Encontré mi verdadera vocación y es animar fiestas.

Un poco de rock clásico suena en los altavoces y se desliza descalzo por el piso, cantando con la botella en la mano. Old time rock &Roll. Miro con asco al pordiosero haciendo una guitarra imaginaria con la botella de vodka.

Trueno los dedos y en segundos mis hombres ya lo han silenciado. Me levanto aceptando el vodka y enciendo heavy metal para fumarme un porro que no pude horas antes, Erick empieza a beber y a balbucear tonterías.

En un punto menciona a mi hermano muerto y bebo directo de la botella para callar mi rabia unas horas, bebo tanto que el piso comienza a moverse y comienzo a maldecir a Erick en todos los idiomas que conozco.

—Yo te quiero— dice ebrio más que yo, a mí el alcohol solo me adormece la lengua —Te quiero tanto que cuando Emma te deje por idiota te voy a ir a visitar.

—No sueñes con quitármela que te mato, pero primero te torturo— lo amenazo.

—Ella está ligada a ti de muchas maneras— parlotea como cotorra divagando.

Me termino mi tercer porro y palpo la tanga de Emma todavía en mi bolsillo.

—No sé porque te quiere si eres un hijo de puta.

—Porque soy un jodido dios imbécil.

Estoy semi duro, prometió dejar la puerta de la terraza abierta. Me palpo el pene dejando al mendigo lejos de mí, entro por mi reclinable asiento y saco la tanga oliendo los jugos de su coño.

—¿Qué haces? — me sigue dentro —¿Qué es eso?

—Qué te importa imbécil, es mío y no lo comparto.

—Es una tanga, no es de tu prima verdad.

—¿Estás idiota o sólo hablas pendejadas?

—Las dos cosas— dice hipando levantando tres dedos. —¿Por qué hueles ropa interior?

—Es de mi mujer— suelta mi lengua adormecida —Tengo un cajón con cada braga que le he robado.

Me encanta su coño, lo quiero chupar. Me sobo la verga oliéndolo. Gruño sacándome la verga mientras el inútil va por el mini bar a beber lo que queda de alcohol. —Ella te guarda un secreto, pero no debo decirte porque no me deja.

Dejo de sobarme la verga y lo miro. —¿Qué secreto me oculta Emma?

—¿Secreto? ¿Quién dijo secreto? — se empina una botella —No le digas a Alexander.

—Yo soy Alexander idiota.

Entrecierra los ojos. —Permite dudarlo, porque yo soy Alexander.

Me recuerdo sacarlo al circo de dónde lo adoptaron. —Tú no eres yo. Yo soy Alexander y ya suelta tu boca chismosa.

—Si no fuera Alexander Roe ¿Podría hacer esto? — se azota en el piso bebiendo de nuevo. Ruedo los ojos y huelo las bragas de nuevo.

—No sé cómo terminaste siendo mi amigo.

— Está embarazada— suelta su boca ebria.

Se me sale el aire de los pulmones y casi me disloco el cuello cuando volteo a verlo.

—¿Qué carajo dices?

—Lo que oíste.

Me levanto a su dirección.

—Mi madre está embarazada— añade y volteo los ojos. —Tengo casi treinta y tendrán otro hijo— bufa mirando a la nada —Soy más miserable de lo que pensé, nunca supe complacer a mis padres que tendrán otro para intentarlo de nuevo— el resentimiento en su voz no me importa.

—Es que el primero les salió idiota— no aguanto a reírme a carcajadas.

Se ríe también, pero no tanto como yo. —Quiero lo que tú tienes, no el dinero— me interrumpe antes que lance mi broma sarcástica —Alguien a quién amar, nunca me he enamorado y quisiera hacerlo.

—Tienes a Tyler.

—¿Alguna vez has sentido que no eres nada?

—No, yo soy perfecto— lo miro miserable como es. —No eres tan inútil Erick.

Sonríe ladeado. —Tú me quieres, aunque me trates como tu criado.

—Sigue soñando.

—Yo también te quiero hermano— se limpia la nariz —Eres un bastardo, sé que no remplazaré jamás a Bennett, joder, ni siquiera llenaría sus zapatos en otra vida, pero me tienes incondicionalmente.

Miro a la chimenea. — Eres patético, ya levántate ebrio.

—No estoy tan ebrio, me acosté con tu tía.

Respiro hondo y el siguiente golpe en su mandíbula es liberador.

Emma.

Me levanto para mirar por el ventanal al jardín trasero, no nieva, pero el hielo en el suelo no es impedimento para que los empleados traigan sillas blancas al lado del pasillo dónde extenderán una alfombra roja.

Los nervios me entran, lo que es ridículo, ya estamos casados, pero sé que será una boda para la organización y un poco de gente influyente como los Pitt, tomarán fotos para la prensa, sabiendo que no casaremos lejos de Londres.

Daremos mucha publicidad a nuestro gran amigo el ministro.

Tengo el peinado hecho, el maquillaje de un profesional amigo de Maya que ahora se ocupa de termina a mis damas de honor. Mi conjunto de encaje carísimo y muy erótico ya colocado, el tatuaje aún con el protector será lo que desentone en mi atuendo blanco.

Voy a casarme con Alexander Roe.

Miro a los invitados que llegan en autos lujosos, a los Pitt venir desde Londres, algunos empresarios, pero también a los conservadores rusos y a los de Estocolmo. La medida perfecta entre el empresario y el mafioso.

La cosita no me ha provocado arcadas matutinas como de costumbre, como si supiera que su padre y yo debemos tener nuestro día.

—¡Ni siquiera se te ocurra poner un pie dentro Erick! — oigo el grito enojado de Alicia en mi habitación.

—Ya vamos a colocarte el vestido, la organizadora de la boda te dirá los pasos que debes caminar hasta el pasillo en unos minutos— Cora entra con un vestido rosado de seda que la hace lucir preciosa.

—Todo el mundo ha llegado hasta la prensa.

—¿Nerviosa?

Niego, mirando el anillo verde en mi mano. —Ya no.

Maya está de buen humor desde la mañana, no parece importarle que Tyler vaya obligado a la ceremonia. La pequeña Millie da brincos entusiasmados mirando que mis amigas sacan mi vestido.

—¡Se ve como una reina! — su vestido de marca la tiene dando vueltas para que se alce. —¿Eres una princesa como yo tía Emma?

La cargo en mis brazos mirando a Jack en ella. —Nadie se compara contigo princesa Millie.

Sonríe abrazándose a mi cuello. —Últimamente ha querido que las lleve en brazos, cada que te ve— menciona Maya.

—Quizá quiere conseguir que sea Alexander.

La suelto para entrar en el vestido. El encaje del corsé se adhiere a mi cuerpo marcando mi figura, la espalda completamente descubierta, voy a congelarme afuera. Sube los botones pequeños de gancho en la espalda.

Cora llora cuando lo ve puesto y me detengo de mirarla o arruinaré mi maquillaje, me giro al espejo y admiro la obra de arte, en vestido blanco de encaje y las joyas roe sobre mí.

El collar del lobo es un poco extravagante para usarlo, pero no me lo quitaré, es simbólico para Alexander.

—Estás bellísima— Maya me hace dar una vuelta con ella colocando los pendientes.

—¿Estamos listas? — la organizadora abre la puerta ansiosa con un comunicador en el oído. —El novio está ansioso, las damas de honor deben ir primero.

«¿Dónde estás?» Leo dos veces el mensaje de Alexander. Miro por el ventanal para ver si logro tener una prevista de su traje, pero no lo veo.

La organizadora habla, pero de repente, no quiero caminar entre tanta gente y las cámaras. Me paseo de un lado a otro. Alexander no vino a mi habitación, hubo una rencilla con los daneses y unos cuantos muertos está mañana.

Debemos irnos en cuanto la ceremonia termine, ni siquiera nos quedaremos a la recepción, es peligroso, el que el MI6 aparezca a mitad de todo me desespera. —No me haga mucho caso, pero creo que hay gente esperando que salga— dice Ethan a mi espalda sobresaltándome.

—Lo sé, pero ¿Qué pasa si el ministro aparece a mitad de la ceremonia?

—Hay francotiradores por toda la residencia, tenemos la mayor seguridad de Dinamarca, mi señora, además el lobo conoce más de ciento maneras de asesinar.

—¿Me acompañarás al altar?

—La acompañaré al fin del mundo mi señora— me ofrece la mano.

—Hagámoslo.

Entramos y cada paso que damos, cada mirada de los invitados me recuerda la primera vez que camine por su empresa, los murmullos que hacían con mi jefe, que ahora está sentado junto a su esposa mirando en mi dirección.

Los de la organización inclinan la cabeza a mi paso y los invitados comunes como los Pitt los ven extrañados, sin entender.

Es solo sexo.

No eres mi tipo.

Mi pulso se desboca en mi pecho cuando veo la espalda trajeada de Alexander. No lo veo de frente, pero trae gemelos de oro. Hablan en danés para comenzar y se gira buscándome entre los pocos invitados.

Reparo en su traje, lleva moño y el pequeño boutonnière en el bolsillo delantero. Cuando los ojos verdes me encuentran me siento cautivada recordando el inicio de todo.

Pasea su mirada por el vestido dos veces, lo veo tragar duro y se mantiene firme esperando junto a Erick.

Tiene una boca muy imprudente señorita Brown.

Respira nena.

Es la persona más desesperante que he conocido.

Tal vez debamos darle un mejor uso a su boca imprudente.

Su ego es demasiado grande señorita Brown, le aseguro que no es necesario trabajar en él.

El traje con moño lo hace lucir caliente, ocultando su tatuaje del lobo. Repaso mis ojos por él cuando me uno a él, el hombre que está aquí parece sacado de alguna de sus criptas, pero es danés.

Alexander ignora el protocolo del hombre que habla y me gira para mirar mi vestido completo ante toda la gente.

Sus ojos suben y bajan por la tela mientras el ministro civil espera para continuar.

—Perfecta.

Sus dedos fríos se pasean por mi espalda desnuda, si empieza a nevar quedará viudo antes de decir acepto.

No escucho lo que dice apenas comprendo el inglés del hombre, los ojos verdes no dejan los míos el tiempo que duramos de pie.

—Te ves caliente en esmoquin y moño— susurro repasando mi mirada codiciosa en él.

—Dime algo que no sepa— su clásico ego está por los cielos, bajo la mira y vuelve a hablar —Lo elegí para ti.

Sonrío de lado mordiéndome los labios. —¿Elegiste tu traje para impresionarme?

Voltea los ojos —Sí.

—Yo elegí mi conjunto para ti.

Contiene media sonrisa y su mano en mi espalda me pega más a él.

Estamos en nuestro pequeño mundo lejos de escuchar al hombre que tenemos delante.

—Emma K. Roe— la mención de mi nombre completo me hace sentir que estoy en problemas — ¿Aceptas a Alexander H. Roe como tu marido ante la ley? Og imod organisationen af ulven. — añade en danés.

Ante la organización del lobo.

Asiento. —Acepto.

Se mueve con él. —Alexander H. Roe...

—Acepto — lo interrumpe sin dejar de mirarme.

Le sonrío enamorada, no aparta los ojos de mi vestido, sólo un segundo para mirar con odio a Cora.

Parece que estamos distraídos en nosotros mismos que cuando Alicia me da los anillos casi olvido que debo colocárselo, una posesividad se instala en mi pecho cuando le tomo la mano y lo marco como mío al colocarle el anillo matrimonial.

—Mío— se lo coloco en el dedo anular y me vuelvo loca al ver cómo le queda.

Me toma de la nuca rompiendo el protocolo, siento sus labios fríos sobre los míos.

—Tuyo— susurra muy bajo contra mi boca que casi no puedo escucharlo.

Erick carraspea haciendo que se aparte y le da el suyo haciendo alguna broma indecente que le gana una advertencia de parte de Alexander y le deja una mirada asustada en la cara en toda su expresión.

El flash de la cámara que envió la prensa me deslumbra unos segundos esperando que me coloque el anillo, levanto la mano impaciente.

—Número uno— dice sin mirar a los invitados sólo a mí —Odio tus pantalones remilgados.

—¿Qué dices? — me río suavemente, pero está muy serio.

—Número dos, odio tu boca imprudente— lo dice muy serio y mi pulso se vuelve loco. ¡Son sus veinticinco razones de Nueva York! —Tres, los bailes en la fuente, cuatro, es una pequeña seductora.

Cinco, su boca mal hablada

Seis, es mía

Siete, es mi mujer

Ocho, el disparo.

Nueve, me gritó estoy enamorada de ti, hijo de perra y te odio por eso.

Diez, destruyó el apartamento de una ex amante por celos.

Once, el olor de su gel de ducha

Doce, los besos en la mejilla.

Trece, me llama Cariño.

Catorce, su sonrisa y esa mirada a la que no se le niega nada.

Quince, su dulce coño.

Dieseis, corre por la carretera ebria.

Diecisiete, las tostadas de crema batida.

Dieciocho, es obstinada y nunca hace lo que se le ordena.

Diecinueve, es mimada.

Veinte, sólo duermo con ella.

Veintiuno, las caricias que hace entre mi cabello.

Veintidós, es la única que ha tenido mis bailes.

Veintitrés, sus tetas

Veinticuatro, la odio por extrañarla— su mirada se pone más intensa. —Veinticinco, la odio por seguir enamorado de ella. — mete el anillo en mi dedo con decisión—Veintiséis, esta es nueva y me la dijo en el Caribe, te extrañé tanto mi amor.

Me entra nostalgia a escucharlo, el corazón se me va a salir del pecho. Jalo la solapa de su traje sin importarme los protocolos, ha susurrado sus veinticinco razones sólo para mí. —Te repetiste todo esto en Nueva York.

—Cada día.

Pego mi rostro al suyo. —Y yo te extrañé cada día en Brent — confieso —Te amo.

Su pecho se alza demasiado moviendo el boutonnière de arriba hacia abajo.

—No hago promesas Emma, pero si juramentos— dice serio en su mirada de mafioso pegando su frente a la mía —Tu juro que no hay final para nosotros hasta que esté muerto y aun cuando lo esté, no se terminará.

Su aliento golpea mis labios y le tomo la cara entre las manos mirando el borde del tatuaje recién hecho, los invitados no me importan, no me importa la prensa.

—Y yo te juro que si tenemos que pasar por el infierno lo haremos juntos— mi boca se mueve sin dejar de mirarlo, ya tengo mis mejillas húmedas —Te elijo sobre cualquier cosa o persona que exista.

Respira hondo cerrando los ojos y alza mi barbilla a la suya y sin detener nuestro deseo, nuestra tentación y nuestro pecado. Pego mis labios fuertemente a los suyos. Cuando su mano fría jala mi espalda para pegarme.

Su lengua saborea la mía antes de que el grito emocionado de la señora Pitt corte en aplausos de los invitados, lo tomo de las mejillas sin dejar que se aparte, me muerde el labio y me aprisiona por la cintura alzándome unos centímetros del suelo.

Entierro mi mano en su nuca despeinado un poco su perfecto cabello. Ya casi no siento el frío de la nieve. —Mit alt Alexander Roe.

—Mit alt Emma Roe— murmura contra mi boca.

Los fríos labios de mi esposo relajan mis nervios, ni recuerdo que me preocupaba por los francotiradores. Me despego con una sonrisa de lado a lado, aunque quiero comérmelo entero.

Las fotos de la prensa quedarán preciosas, enloquecerán las redes sociales. Los Pitt están aplaudiendo con la gente, la organización se ve complacida. Toco el anillo de Alexander a la par que él mira el mío.

Paga su frente a la mía sonriendo de lado a lado arrugando las marcas en sus parpados. Debo tener una sonrisa igual, vuelvo a besarlo, hasta que se vuelve posesivo y entra en modo mafioso imponiéndose ante los invitados.

—Lo hiciste bastardo— Erick le da una palmada en la espalda. —Los siguientes seremos Emilia y yo.

—En tus sueños— le responde ella malhumorada.

—Espero que hayas hecho lo correcto— Cora me mira seria.

Alexander la mal mira y me arrastra con él lejos de ella. Salimos por el pasillo que dirige a la recepción dentro de la casa con los invitados arremolinándose a nuestro alrededor.

—Larguémonos de aquí, ya dije acepto— Alexander me mueve por la isla del pasillo con rapidez.

—Debemos al menos despedirnos de nuestros amigos— lo detengo para que Erick le dé palmadas en la espalda y mis amigas me abracen, pero Alexander me tiene retenida en segundos de nuevo.

Me río, hablaba enserio con irse al decir acepto. Al salir no puedo despegar mi boca de la suya, pero los inoportunos invitados ya nos han rodeado cuando los sirvientes descorchan la champaña. Alexander los mira enojado por interrumpirnos.

—Ha sido una ceremonia esplendida, el lugar es todo un lujo, estamos muy felices por ustedes— la señora Pitt es la primera en interponerse en nuestro camino.

—Gracias por asistir señores Pitt, la prensa amará las fotos— enredo mi mano en la cintura de Alexander mientras se quita el saco poniéndolo en mis hombros, manda a traer mi abrigo con su mano abierta en mi abdomen.

—Las pondríamos en la galería si no la fuéramos a subastar.

—A nadie le interesa comprarla— Alexander, pega su entrepierna en mi trasero para que no lo replique por ser tan maleducado con nuestros invitados.

Tan amable como siempre, pero ya tenemos gente interesada— el señor Pitt mete las manos en su bolsillo acabándose su copa.

Maya viene con Millie lanzándose a los brazos de Alexander, la despega de él y me la pasa. Entre más gente se acerca a felicitarnos, menos rápido podemos huir, a Alexander no le queda más que asentir con las felicitaciones de los empresarios.

Los conservadores de Moscú también vienen, pero en su idioma natal lo hacen. —Ya me quiero largar de aquí— el murmullo enojado de Alexander me hace sonreír fingidamente

—¿No entrarán a la recepción como es tradicionalmente? — la señora Pitt como siempre es muy observadora.

—No pueden Angeline, pero el resto de los Roe te haremos compañía durante la velada— Maya intercede.

Miro la ceremonia fue protegida, unos minutos más no serán un desperdicio, la comida es elegante, el servicio también.

—No creo que haya peligro si nos quedamos unos minutos más ¿Bailas conmigo un poco? — tomo el enorme y pesado brazo de Alexander.

Mira mi tatuaje cuidando de no lastimarme dónde se ha enrojecido la piel. No responde, peri cuando avanzo con las manos entrelazadas viene detrás de mío. Los aplausos de los invitados y amigos me hacen sonreír al ver su rostro comprimido y malhumorado.

—Y pensar que todos estos vinieron sólo para admirarme— murmura.

Me pega a su boca de nuevo cuando se dispersan las personas, me encanta bailar y a él se le da muy bien. La calefacción destensa mis músculos. —¿Alguna petición en especial? — pregunta la persona de la música.

Alexander me deja junto a Erick para susúrrale lo que debe buscar en su laptop. —Dios, te ves hermosa Emma, no sé si es un brillo especial en tú mirada, pero definitivamente bella —Erick me besa ambas mejillas.

—Gracias, es parte de las ventajas del em... — alza las cejas para que continue, veo los dos golpes que trae en la mandíbula—El clima.

—Claro, el clima.

—Suelta a mi esposa vagabundo, no te bastó con tu exhibicionismo de noche— el gruñido de Alexander lo hace apartarse.

—Ya nadie aprecia a un stripper en estos días— Erick me suelta dejando que Alexander me tome.

—Sé más amable con él. Me gusta Erick.

—Me acabas de dar la razón perfecta para echarlo de mi empresa.

—No puedes ponerte posesivo con tu mejor amigo cuando acabamos de casarnos— beso su mandíbula mientras le hace una señal al tipo del sonido y las luces se ponen más tenues, de repente las primeras notas comienzan a sonar en el salón.

I wanna be your vacuum cleaner. Breathing in your dust. I wanna be your Ford Cortina. I will never rust.

Las notas de I wanna be yours de Arctic Monkeys comienzan a sonar para nosotros, mi pecho se alza y Alexander me guía al centro muy satisfecho de su elección.

You call the shots, babe. I just wanna be yoursSecrets I have held in my heart are harder to hide than I thought. Maybe I just wanna be yours. I wanna be yours, I wanna be yours.

Tú mandas nena, yo sólo quiero ser tuyo... Los secretos que guardo en mi corazón son más difíciles de ocultar de lo que pensé. Quizá sólo quiero ser tuyo... Quiero ser tuyo... quiero ser tuyo.

I wanna be your setting lotion (wanna be). Hold your hair in deep devotion (how deep)

Quiero ser tu fijador, sujetar tu cabello con profunda devoción. ¿Qué tan profundo?

Unas frases muy acertadas para nosotros, no deja de mirarme la boca con deseo, sujeto las solapas de su traje con ansias, escuchando cada letra perversa que nos recrea a la perfección mordiéndome el labio inferior.

—Quiero ser tuyo— su voz dice la última frase con la voz ronca en deseo pegado a mi frente mientras me mueve de un lado a otro.

Pega su boca a la mía con ansias, lo jalo de la solapa sintiendo la mano lasciva que aprieta uno de mis glúteos frente a todos. Posesivo, dominante... Muerdo su labio escuchando las últimas frases de la canción.

—Mía— gruñe posesivo.

Me da un escalofrío en la espalda y tengo su lengua dejándome sin aire. Me toma por las mejillas para que no deje sus labios. El calor sube por mi cuello. El vestido comienza a apretarme en las partes correctas, la correa de la tanga entre mis nalgas se raspa entre mis muslos.

—Te quiero follar llena de encaje y luego meterme en tu culo— pega sus labios a mi oído mientras Maya y los Pitt hacen un brindis cuando el baile termina.

Esa advertencia me pone húmeda, aprieto los mulos levantando mi copa, pero sin beber.

—¿Quieres mi polla metida en tu culo nena?

Me agarro a la mano que ha mantenido en mi abdomen, sí, lo quiero en todos mis agujeros. Lo miro y asiento, la mirada perversa que me da, me obliga a buscar una manera de librarnos de las formalidades.

—Hay que buscar una forma para irnos.

—Dile a Maya que cierre la boca.

Su tía está dando un discurso conmovedor que, si no fuera por el beso posesivo, la canción y mis hormonas con gusto le prestaría atención.

No quiero usar el abrigo porque el vestido perderá su esencia, incluso su saco se lo devuelvo, pero no se ve contento de verme pasar frío. Tyler ni se acerca, no es como si pudiera conversar, pero Rebecca se queda con él.

Tengo a Alexander metiéndome mano cada que puede, si no aprieta mis glúteos me susurra obscenidades al oído. Estoy en combustión. —Debemos irnos nuestro vuelo espera— digo en un intento de huida, pero la señora Pitt y Maya no se callan.

—Suenas ansiosa nena es nuestra boda, por favor, no seamos arrogantes con nuestros invitados.

—Eres tan educado Alexander.

Las mujeres lo alaban sin saber que es un mentiroso.

Alexander me pone frente a él fingiendo que oye atento a la mujer con los Roe, pero pegado sólo hace que sea consciente de su erección. Caminamos por el pasillo lejos de la recepción.

Dice algo en danés y en instantes Ethan, Ida y los conservadores de Moscú cierran las puertas detrás de nosotros.

No espero más, estoy prendida a su boca de nuevo, mordiendo su labio inferior con excitación. Chupa mi lengua a su boca y el eco de mi gemido retumba en el pasillo.

Le quito el moño a Alexander deshaciéndolo con mis dedos, su mirada no ha dejado mis senos cubiertos de encaje por el escote del vestido. No deja que nos vean, se cierran las puertas de nuestra alcoba.

Perdemos tiempo valioso porque debimos salir cuando la ceremonia termino, si el MI6 ataca estaremos aquí. Recorre mi cuello con su lengua hasta el borde de ellos, la punta de su lengua se mete debajo del vestido y chupa.

Está muy ansioso que ni siquiera es cuidadoso con la tela.

—No rompas el vestido, es muy costoso— me gira buscando los cientos de ganchos que hay en mi espalda.

—Quiero tus nalgas liberadas para clavártela— su aliento me recorre la espalda desnuda besando mi columna vertebral. Lame el camino hasta mis costillas y alza la tela de diseñador. Me mueve para hacerme apoyar las manos sobre el diván. — ¿Qué voy a ver cuando te levante el vestido?

—El coño de tu esposa mojado y ofrecido para que te lo comas— jadeo cuando me azota y luego otra vez más fuerte, me aferro al diván con los nudillos y siento su aliento en las tiras de la tanga cuando se inclina.

Lame mis glúteos apretujándolos y los separa azotando el hilo entre mis pliegues. La lamida trasera me hace gemir ansiosa por otra, pero se detiene y murmura lo que parece ser una plegaría en danés antes de clavar su rostro entre mis glúteos dándose un festín.

—El coño de mi mujer es una puta delicia— chupa mi sexo reclinándome para abrirme las piernas.

Su lengua sube de arriba abajo ansiosa, hambriento. Tiemblo por las sensaciones.

Me abro las nalgas con ambas manos y dejo que lo coma, gimo mirando nuestra perversión hasta que siento sus dedos en mi culo, masajean mojado y comienzan a oscilar por penetrarme.

—Mierda— gimo alto con el ardor que provoca la primera invasión.

Tengo su lengua en mi coño y sus dedos penetrando mi culo. Voy a tener un orgasmo monumental. Se levanta quitándose la camisa, la herida ya ni le molesta, me pone de piernas abiertas, peleándose con mi escote.

Termina rompiendo bruscamente el corsé de miles de libras y sacando el liguero que tiene mis senos alzados y apretados. Ver cada movimiento perverso con su anillo de bodas me tiene húmeda entre las piernas.

Alargo la mano tocando el miembro por el que me muro. Lo sobo provocando su enojo al ver la reacción inmediata de su cuerpo a mi toque.

—Prepárate mentalmente porque voy a darte una doble penetración— jadea ronco quitándome el resto del vestido de encima.

—No dejarías a otro tocarme, menos metérmela.

—Jamás— me aprieta el cuello posesivo alzando mis senos a su toque — Mi polla irá en tu vagina y mi arma en tu culo.

Se me atasca la respiración cuando la saca de la cinturilla de sus pantalones y sus dedos en mi culo comienzan a penetrarme sacando el gusto perverso que tengo porque me tome así. —Joder, vas a romperme— la excitación en mi voz acelera el rito de sus dedos.

—Mi parte favorita es corromperte como la perversa que eres, te va a gustar nena.

Me muerdo el labio y paso comiéndole la boca lascivamente llena de puro deseo carnal. Mi liguero de novia no lo quita lo quiere ver mientras me folla, pero mi peinado lo deshace soltando mi cabello en ondas sobre mis hombros.

Me da la primera estocada, su polla resbala en mi humedad y clavo mis uñas en su nuca jadeando en su boca, comienza a penetrarme sin terminar con los dedos en mi culo. Me alza contra él golpeando duro sus bolas en mis muslos.

Sé que no ha empezado lo que se viene, quiere tenerme húmeda primero. Miro el tatuaje en mi mano y se me viene la idea a la cabeza —¿Qué diseño hiciste en el tatuaje del lobo? — me alza contra él en otra penetración.

Su glande resbala en mis muslos y raspa sus venas en mi clítoris antes de meterlo de nuevo.

—Dice "mía" debajo del lobo— gruñe posesivo y vuelve a poner su mano sobre mi cuello, su anillo de matrimonio reluciendo—Ya no tienes escapatoria Emma, eres mía hasta que me maten y aún después lo seguirás siendo— empuja en mi interior.

—No quiero una escapatoria— jadeo. —¡Oh Dios... Alexander! — siento las contracciones en mi vientre con mi orgasmo por la profundidad.

—Vamos a ponerte una mordaza— la saca con la goma negra de antes, la primera vez que me la coloco me trae recuerdos placenteros.

Me levanta en brazos, para colocarme en cuatro sobre la cama, atando el nudo al final de mi nuca dejándome muda. Alza mi trasero para nalguearme y finalmente saca sus dedos de mi culo, siento el frío metal del arma cuando la pasea entre mi espalda y mis glúteos.

Los quejidos sonoros que doy acompañados de gemidos lo hacen soltar maldiciones y mantiene mis ambas entradas llenas sin moverse.

La anticipación, me hace agarrarme de las sábanas con fuerza, vuelvo a sentir su polla en mi coño entrando despacio. El metal se pasea por mi ano y entonces poco a poco la va metiendo.

Entierro mi cara en las sábanas gritando ronca con la invasión provocada, mis paredes se aprietan al miembro en mi vagina y recibiendo su arma en mi culo, debe tener látex porque siento la lubricación que quita el ardor.

—Estás a reventar de mi verga Emma, doblemente penetrada por tu marido— me nalguea y gimo tan ruidosa hasta para que me escuchen en el ala oeste.

Me salta el sudor en la espalda y las lágrimas en las mejillas. —Mierda Alexander— gimo cuando se mueve unas embestidas con mis dientes clavados en la goma, el arma se mueve a la par dirigida por su mano.

Ay Dios. Me agarro al borde de la cama sin poder tragar saliva, nunca había sido doblemente penetrada. Mis senos se sacuden con el movimiento de caderas de mi marido y su arma sale con ayuda del condón que le colocó.

Bajo mi mano para apretarme los senos y aumentar mi placer, estoy cohibida recibiendo por ambos lados. Me pellizco los pezones y jadeo su nombre con mucha perversión moviendo mis caderas para recibirlo.

Me penetra duro, cuando comienza a embestirme ni la mordaza apaga mi grito ronco. El arma aumenta de velocidad provocando un dolor y ardor que me hacen gemir desesperada, Alexander choca contra mis nalgas aventándome adelante.

Se apoya de mi muslo para alzarlo y embestir jadeando, Los golpeteos de nuestros sexos resuenan en la habitación, con su fuerza nos mueve por la cama. —¡Recibe tu verga nena! — gime bajo deshaciendo la mordaza.

Me duelen los dientes, pero no puedo cerrar la boca para dejar de jadear. —¡Más duro cariño! — pido perdida en la lujuria.

Alexander me complace en ambos agujeros. Me corro como nunca pellizcando mis pezones. Choca contra mí y continua el asalto, el arma la mueve en círculos.

Mis fluidos mojan la cama, bañan también mis mulos. —Joder nena, toma mi semen— gime me empotra contra la cama y la esencia caliente que me vacía me deja con la cabeza dándome vueltas, dónde.

Me sostiene de la cintura cuando saca el arma de mi ano y comienza a embestirme para terminar de vaciarse en mi coño.

Me siento totalmente abierta.

Hemos consumado el matrimonio.

Se pone sobre mí haciéndome doblar el cuello para besarlo mientras terminan los estragos de nuestros orgasmos. Estamos sudorosos, juntamos nuestras manos con las argollas en la cama.

—Dios, Alexander... Dios— doy un gemido largo muy satisfecho y parece que es lo único que puedo decir al ardor de mi sexo y mi culo.

—Si nena, soy un dios.

Nuestras respiraciones hacen eco en la habitación.

Siento su glande en mi culo, comienza a pasearlo lento, suave, sin condón, lo moja a en mi coño y lo saca húmedo dirigiéndolo de nuevo. No voy a poder caminar, en días. Entra dejándome ronca cuando se mete en ese orifico perverso.

Choca contra mí, pero va lento en un vaivén, el ardor me excita.

Mis tetas se mueven hacia adelante y me agarro de las sábanas mientras penetra mi culo. Pone su mano sobre la mía, los anillos matrimoniales de ambos reluciendo. Gime muy fuerte, calentando mis mejillas.

Respiro con dificultad y ruego por poder caminar cuando salgamos de la habitación.

El ardor en mi ano me tiene deseosa de otro orgasmo, sus dedos rasposos por el arma y las heridas de daga se mueve por debajo de mi vientre y mientras me llena, estos se encargan de acariciar mi sexo y mi clítoris.

Me rellena las entrañas con su esencia, me deshago en un orgasmo intenso.

—Tienes a un esposo muy complaciente nena— susurra en jadeos en mi oído.

—Es el mejor, tienes una potencia única— apenas puedo hablar, estoy tratando de volver a respirar, pero veo como su ego se levanta por los cielos con esa mirada de suficiencia —No voy... a poder andar.

—No te hace falta, para eso me tienes a mí.

Miro las ventanas, nuestra recepción está abajo, pero ni siquiera estamos presentes. —Auch— doy un brinco al sentir sus dientes en uno de mis glúteos. —¿Qué haces?

—Marcar a mi esposa, en todos los lugares que me pertenecen— advierte abriéndome las piernas para dejar otra mordida.

. . .

Lo que planeaba ser una salida rápida después de la ceremonia, se convierten en cuatro horas porque el lobo quiso consumar el matrimonio hasta provocarme un squirt en la ducha.

Miro dos marcas de dientes en cada uno de mis senos mientras me coloco el vestido. Tengo otra en el pubis y muchas más, son marcas temporales que se irán en unas horas, han sido las mordidas más placenteras por un posesivo.

Pasa a mi lado desnudo secándose el cabello por la ducha y termina besándome antes que logre vestirme, me siento que no puedo apartarme de su cuerpo. Me moja la cara con las gotas de su cabello.

—Déjame vestirme mujer— habla como si quisiera, pero me mete mano entre los muslos el muy pervertido.

—Estoy agotada, quedémonos hasta mañana— trato de convencerlo.

—¿No quieres una playa conmigo a solas? Sin problemas políticos, ni de la organización— pregunta arrogante y por mucho que me duela el cuerpo deliciosamente la oferta es demasiado tentadora.

—Me convenciste— chupa uno de mis senos haciéndome difícil quitar las manos de sus bíceps.

Alexander no deja de mirarme mientras se viste, la ducha no ayudó a que mi andar no duela, me metí y a los tres segundos lo tenía prendido a mis tetas como niño pequeño.

—Debemos irnos pronto — asiento y me coloco el vestido de diseñador obsequio de Maya buscando mi celular, lo pongo en mi bolso y camino para guardar su miembro en su bóxer, lo beso en el proceso y guardo la mejor verga que tendré.

—¿Problemas para andar? — me nalguea cuando ve que me cuesta llegar a mi bolso.

Me duele andar, su cara de satisfacción me hace golpearle el pecho.

No sé si el MI6 llegó, nadie nos ha interrumpido. —Tenemos que irnos, Ethan tiene el acceso al aeropuerto restringido

—Necesito mi bolso— lo busco en nuestro armario. Nuestro. — Listo, cariño— lo beso en la boca.

Se acabaron los besos en la mejilla. Somos marido y mujer. Cuando me separo se acomoda la camisa y le sale media sonrisa, los conservadores de Moscú ya se ven por el ventanal en la salida. —¿Qué miras?

—Se ve un poco demasiado enamorada de su marido señora Roe.

—Se sobreestima demasiado señor Roe— lo provoco —Su ego no conoce límites.

—Tiene una boca demasiado imprudente.

Me encojo de hombros. —Mi marido es billonario, puedo ser tan imprudente como quiera.

—Pequeña seductora— me ofrece la mano cuando salimos de la habitación.

Los sirvientes corren de un lado a otro, pero como prometió dejar a Maya a cargo, iremos al Caribe lejos del caos unos días, pero no se ve contento de no estar al tanto. Ethan mantiene la postura detrás de nosotros, Rebecca no es capaz de dirigirnos la mirada.

—¿Son los daneses o el MI6? — pregunto viendo las camionetas que salen en dirección al Kript.

No me preocupo por mis amigas, un avión privado las llevaría a Londres después de la ceremonia, no están a salvo en Dinamarca y de Erick no sé nada.

—Maya me informará— le cuesta decir eso, es el líder, quiere control y ataque, pero está haciendo un esfuerzo por nosotros.

Vamos lento porque es evidente que me dejó sin habilidades dentro de nuestra habitación. Ethan me mira caminar y aparta la mirada con educación.

Esperamos el auto en la entrada, ha comenzado a nevar. Alexander mantiene la mano en mi vientre con sus guantes de cuero.

Las puertas del ala oeste se abren y Emilia ha dejado atrás el vestido de cena, trae un uniforme negro como con el que la conocí y está colocándose el cubre rostros, negro que tapará hasta sus ojos.

—Todavía siguen aquí, mala decisión, mi madre me dijo que el ministro llegó— no explica lo que dice.

—¿No piensas largarte? — Alexander no se anda con rodeos.

—No voy a decir que fue una boda esplendida, porque no es algo que me importe— se encoje de hombros.

—No nos interesa tu opinión— Alexander la corta.

—Les daré mi regalo y me largaré ya que no soy bienvenida aquí y también porque he sido solicitada por mi nuevo jefe— la desconfianza crece dentro de mí.

—Soy billonario, tengo todo lo que quiero.

—Esto no— deja su copa en la mesa y se cubre el rostro a excepción de sus ojos.

—¿Cuál es tu obsequio Emilia? Nuestro vuelo estar por irse no queremos retrasarnos— termino su rivalidad.

—Eres mi nueva prima Emma, no quiero errores que involucren el terror del lobo.

—No tenemos todo tu tiempo— Alexander ve a Ida irse armado.

—Ese es el MI6— no dice cortando mis dudas —Pero gracias a su hospitalidad quiero hacer algo de caridad, el ministro ha venido con Sarah y mi hermano sigue encerrado, la única forma en la que comparta la información es que alguien con su parte del trato— me mira fijamente.

Rescatar a Jack con Maya.

—Si lo promete yo puedo irme.

Asiento lejos de que todos nos vean.

—La señora Madden se encuentra en la residencia Hilton aquí en Dinamarca, fue oculta por la sobrina de Tyler por órdenes del ministro Madden.

El miedo en la mirada de Rebecca se alza.

—La pueden utilizar para parar el ataque del ministro — Emilia sonríe mirando a Rebecca —Si yo fuera tú, ya habría empezado a correr.


¡Hola sexys!

Espero que hayan disfrutado de las 25 razones. 

¡La pequeña seductora y el empresario mafioso se casaron finalmente!

Doy spoilers en mi instagram a la media noche. 

¡Los amo tres millones!

-Karla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro