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CAPÍTULO 64

Alexander.

Los miembros de mi organización se arrodillan ante nosotros como los súbditos que son, viene desde Moscú, Londres, Irlanda y por supuesto los de Dinamarca, aterrizamos en Estocolmo.

Hay ciento cincuenta miembros que vienen a recibirnos, el resto estarán en la iniciación de mi esposa.

El tatuaje del lobo en sus brazos o espaldas como lo tenía Alesha es visible en todos los arrodillados a los ojos de los que llegamos en uno de mis jets. Veo a la escolta de legaes que hay al servicio de Maya y míos, informantes dentro de la mafia danesa que sirven a mi organización.

Los armados encapuchados cubren el perímetro del lugar de aterrizaje, protegiéndonos como a realeza que somos, Emma se cierra el abrigo por la nevada que ha opacado la mayor parte de Estocolmo, Copenhague.

La nieve cubre los capotes de las camionetas negras que rodean el perímetro — Ellos son nuestros fieles sirvientes— le digo a Emma señalando a los arrodillados—. La mirada en alto siempre para nuestra familia, señora Roe.

Como el egocéntrico que soy extiendo los brazos y le muestro como cumplen la orden de agachar más la cabeza al suelo sucio, murmurando respetos y redención absoluta en danés, Emma los mira uno a uno.

—¡Dette er min kone foran dig! — hablo en voz alta. Esta es mi esposa frente a ustedes.

—¡Trofaste tjenere vi er hendes! — murmuran al unísono en sus rodillas.

Fieles servidores somos de ella.

—¡Trofaste tjenere vi er hendes! — dicen la segunda vez y después la tercera.

Emma los mira fascinada, baja muy femenina, escaleras del avión privado, una ráfaga de frío nos golpea, pero seguimos con las manos entrelazadas, mira sobre sus lentes negros y yo sobre los míos.

Los criados de las Criptas de Dinamarca pasan corriendo entre los miembros arrodillados tomando nuestro equipaje, ofreciendo frutillas de la zona, o interacción que pida Emma.

—¿Desea algún aperitivo?

—¿Un poco de agua para refrescarse?

—Tenemos toallas húmedas para refrescar su cuello después del viaje.

Emma ha pasado a ser la pieza principal de la organización del lobo, será tratada como la realeza, con fieles sirvientes que pondrán su cabeza por ella en el momento que el tatuaje esté en su brazo. Las miradas oscilan en su anillo verde.

—No deseo nada.

Asienten y bajan la cabeza dejándola pasar —Seguiremos a su servicio en su estancia en Dinamarca, mi señora— le hacen una pequeña reverencia a pesar del frío y la hace respirar hondo.

Los arrodillados levantan las cabezas un segundo del pavimento con hielo y nos miran, mirando el arma más poderosa que poseemos en la organización. —Hay muchos miembros aquí— mira a nuestro alrededor con los lentes negros sobre su rostro.

—No has visto nada todavía.

Pasamos entre los arrodillados directo a las camionetas, el momento dónde ve que Maya es una de las arrodilladas hace amago de hablar, pero le demuestro que ante nuestros súbditos no debe mostrarse más que arrogante.

Asiente pasando como una mujer peligrosa, saben que mató a dos miembros de alto rango de la organización de los treinta y siete.

Mira a Emilia junto a Maya, vestida de negro y a su lado Tyler enojado obedeciendo. La inmensidad de mi organización la conocerá hasta ahora, hombres armados, encapuchados de negro con armas de doble calibre resguardan nuestra camioneta.

Los Roe se levantan, los demás abren paso a mi familia para que nos sigan a la Cripta principal. Maya a mi izquierda, con Emilia a su derecha, vestidos de negro luciendo las joyas familiares, tan buenas como las de la corona inglesa.

Pasamos entre ellos con la barbilla alzada, la mirada soberbia, espalda recta y mirando despreciativamente nuestros autos de lujo.

Los Roe somos la definición de la perfección.

Hay asientos de cuero a mitad de la zona de aterrizaje. El principal es el mío como líder de la organización, hay tres más para los Roe, Emma busca uno cuando mi familia ocupa asiento, pero ella va a mis piernas. —Esté es tu lugar de ahora en adelante.

—Perfecto— sonríe con la nariz roja por el frío.

Lo que nadie tiene permitido hacer, como mi esposa ha ganado los derechos sobre la maldita organización, abro las piernas dejando espacio para ella y se sienta como una mimada sobre el lobo, pongo mi mano sobre su abdomen esperando que termine la distracción.

Los nativos de Dinamarca hacen una de sus danzan tradicionales frente a nosotros, la mirada que tenemos los Roe es la misma, nada es suficiente para nosotros. Se toman los protocolos de la organización cuando le ofrecen servicio completo a Emma jurando en danés.

Maya sostiene a la hija de Jack que sonríe con las danzas en los pequeños guantes Versace, Emma no le quita la vista de encima e intercala la mirada con la mini humana a miradas a mí.

—¿Qué?

—Nada.

Bajan la cabeza cuando Emma pasa y después conmigo. Doy la orden en danés a que nos sigan a la Cripta de Dinamarca. Emma respira hondo y nos cierran la puerta, para su confianza es Ethan el que entra en nuestro camino.

Más de veinticuatro camionetas negras salen en nuestra seguridad. Se frota las manos juntas y se pega a mi torso buscando calor mientras la calefacción en la camioneta es encendida. — Es mucha seguridad la que nos sigue, más que en Londres— mira por la ventanilla con mi brazo alrededor de sus hombros manteniéndola pegada a mí.

—Somos la pieza principal de esta organización, lidero más de setecientos miembros activos en cuatro países, no es para menos.

Alza las cejas metiendo sus manos dentro de mi abrigo, las puntas frías de sus dedos se pasean por mi torso. — Eres un mafioso poderoso— dice haciéndome soltar una risa corta.

—No soy sólo un mafioso, soy un criminal especializado.

Se relame los labios gustosa y esa perversión que hubo cuando fuimos a las jaulas está de vuelta en su mirada, sabe lo que soy, asesino, criminal, francotirador, mafioso y le prende, le obsesiona mirarme como un salvaje.

—¿Qué haces? — pregunto cuando deja cualquier protocolo que haya entre la mafia y se sienta sobre mí acobijándose con mi abrigo.

—Eres mi marido ahora, puedo hacer lo que quiera ¿o no? — pega la barbilla en mi pecho.

La satisfacción me recorre. — Con un demonio, sí.

Me sonríe levantando mi torso y mira la nieve por la ventanilla escondida bajo mi abrigo abrazándose como una lapa a mí. — ¿Hacia dónde vamos? El camino está lleno de nieve, v vi que fue la peor nevada del año.

—Vamos a nuestra residencia en Dinamarca— la levanto para probar su boca —Pasaremos cerca del Krypt, es la cripta central de Copenhague, es más grande de la que tenemos en Londres, la organización se reunirá ahí esta noche.

—Quiero tomar un baño caliente primero— besa mis comisuras y chupa mi labio a su boca.

—Lo tomarás los sirvientes están para complacerte—la retengo por la cintura —Además, no podrás ingresar cripta hasta tu iniciación por reglas de la mafia.

—¿Cuándo será mi iniciación?

—Mañana, Maya te explicará el protocolo que debes seguir en nuestras normas, los juramentos que debes recitar en danés e inglés, ligándote a permanecer a muerte dentro de la mafia, también las joyas familiares que debes llevar, te pulirán como la mujer del lobo y te presentarás ante mí en el Krypt para recibir la marca.

—Mientras tú te reúnes con la organización me gastaré tu dinero con compras en línea.

—Eso harás hasta la noche de la iniciación porque no te permitirán entrar en mi alcoba hasta entonces, incluso después que bajemos de la camioneta no habrá contacto entre nosotros hasta la ceremonia.

—Eso es ridículo— me retiene por la nuca mientras se da el lujo de juguetear con mi boca sobre la suya —No pueden prohibirme el acceso de tu alcoba, no es como si me fuera robar tu virginidad.

—Son conservadores.

—No te creo, la última vez que me dijiste eso de Maya, terminaste casado conmigo, a nosotros ninguna regla nos ha detenido jamás—pasea sus dedos fríos por mi abdomen.

—Esas son las reglas de la organización si quieres llevar a cabo tu iniciación.

—No me pueden prohibir el acceso a la alcoba de mi marido— meto las manos debajo de su abrigo y la tomo de los glúteos para alzarla sobre mí, desde que la mini humana de Jack nos arruinó en el Score, no hemos tenido contacto.

Se pasó el día entero con esa mujer que mató a mi hermano. —Tú no dejarías que alguien te quite acceso a mí.

—Lo mato primero.

—Entonces ¿Por qué me negaría meterme en la cama con mi marido? — esa palabra que pronuncia tiene el mismo efecto que la palabra cariño, pero los conservadores de Moscú están aquí y vigilaran sigilosos que se cumplan las reglas de la iniciación. —Vas a obedecer las reglas de la organización para tu iniciación hasta que rindas tu total fervor a la mafia.

La camioneta desacelera en la entrada de la residencia, los francotiradores resguardan el perímetro, veo el espacio vacío dónde Bennett se colocaría. Bajamos con los sirvientes rendidos a nuestro servicio.

Anoche una helada nevada cubrió Dinamarca, mis botas se cubren de nieve y las mejillas de Emma vuelven a ponerse rojas cuando los sirvientes abren las puertas, nuestras huellas se impregnan en el camino a la entrada. La residencia de aquí es dos plantas, más grande que la de Londres.

Las habitaciones de los Roe están en el ala oeste y las nuestras son las del centro, el salón de la entrada está cálido por las dos chimeneas encendidas en la sala de estar. Los protocolos de los sirvientes me quitan tiempo de calidad.

—Mi señor tenemos listos a los miembros de la organización para reunirse después de la cena en la cripta— me quitan el abrigo por la espalda —La habitación de mi señora ha sido acondicionada con sus especificaciones y hay siete sirvientes a su puerta para sus servicios.

—¿Qué quieres hacer primero? — ignoro al inútil informante y centro toda mi atención en mi mujer.

—Tomar un baño caliente, pero como sé que tienes una afición por alimentarme, estoy famélica, quiero que Octavian me prepare la cena.

Aún no termina de pedirlo cuando ya estoy chasqueando los dedos para que el asiático que viene con nosotros desde Londres se quita los guantes térmicos y corra a la cocina a complacerla. Nos paseamos por la casa en el ala oeste dónde se aloja nuestra familia.

Dos habitaciones más estás siendo acondicionadas para el evento después de la iniciación, para satisfacción de ella. Mira los adornos de plata, los candelabros de bañados de cristal y cuando el lujo la debería abrumar, la hace arquear las cejas.

Los sirvientes que pulen los pisos con cera no la inmutan, camina tomando nota de la inmensidad de la residencia. —Es muy espaciosa.

—Es el hogar principal del lobo, e lujo es porque no merezco menos, además soy billonario nena, tus hoteles de Nueva York acaban de ascender a las cinco estrellas en su segunda noche de apertura— digo a su espalda. —Eso deja a Hilton &Roe con una jugosa ganancia y a ti también.

Saca mi black card de su bolso, no me la ha regresado, me la pone al frente —Más dinero para gastar en mi boda.

Sigue pensando que es un castigo. Se la guarda de nuevo y da una vuelta completa quitándose los guantes mientras nos acercamos a nuestro propio pasillo, mi alcoba es la que ocupa la extensión máxima, la suya está del lado contrario. —¿Y quienes son esos hombres trajeados que nos han seguido todo el camino?

Ni siquiera miro a mi espalda. —Los conservadores de Moscú, pero tienes suerte no hablan inglés.

—¿No saben que nos hemos casado?

—Para ellos deberías llamarme, mi señor como los demás y haberte rendido a la organización antes de llevar mi apellido, en cada miembro se lleva el mismo protocolo.

—¿Por qué no esperaste a eso?

—Soy el líder y tú eres la excepción.

—Es imposible que aún no lo sepan.

—No veo que tengas un anillo en tu dedo anular— inquiero con una ceja arqueada.

—No me lo has puesto.

—Lo haré— juro mirando que busca alguna forma en la que nuestras habitaciones se junten para nuestros encuentros, pero no hay ni siquiera una puerta o terraza que nos conecte. —¿Qué pasa? ¿Ahora estás ansiosa por meterte entre mis sabanas? Cuando me dejaste duro en el Score no te importaba mucho.

—Millie estaba ahí, no iba a dejarla, echa de menos a Jack. Maya me habló de depresión infantil, el teniente Wall está desesperado— sus ojos se ponen brillosos —Todo esto es culpa de Sarah.

—Espero que Maya mantenga a la mini humana en su lado de la residencia, no la quiero paseando con ese cachorro por nuestro lado — miro a los sirvientes que traen los lienzos blancos de seda para las bodegas improvisadas que Ida instaló hace dos noches sin ocuparme de los problemas de Jack.

— Sigo sin entender como la niña te adora, si siempre eres un amargado con ella — abre una puerta ansiosa —. Necesito que Maya me enseñe el interior de la casa, un tiempo de mujeres.

Pasa a revisar el acomodado de su habitación, escucho el grito chillón de la mini humana cuando la ve entrar y me libro de su presencia dejándola cotillear a gusto por la casa, bajo a la sala de estar a emborracharme, mi whisky está preparado con mi sillón de piel y un porro.

Bebo mirando la nieve por uno de los ventanales por casi una hora, traen dos leños a la chimenea, noto que mis ojos ya no perciben los destellos de las chispas de fuego que saltan al piso.

Escucho los disparos en la entrada y después el auto derraparse por la nieve, salgo mi arma en mano apuntando con el láser rojo al BMW de Erick que tiene las manos en alto y la cara pálida con ganas de desmayarse.

Mis francotiradores le apuntan a cada parte de su insignificante cuerpo. Ethan se acerca a bajar su equipaje dejándolo al lado del copiloto. Baja mirando las luces rojas que lo siguen.

—Diles que no me maten, soy amigo de la familia. ¿Por qué todo el mundo quiere matarme? — se golpea con la rama de un pino en el camino del estacionamiento y cuando volteo está alzándose del suelo sacudiéndose de la nieve.

—¿De qué circo te sacaron tus padres? — saco su trasero del pavimento y lo levanto.

—Lo dices porque es fácil a ti no te están apuntando con más de veintisiete armas directo a la cabeza— me entrega la caja aterciopelada que resguardó desde Nueva York. —Cuando tengas hijos les diré que los compraste en el circo. —James se quedó infiltrándose en la seguridad de las cámaras de las jaulas.

—Para eso le pago.

—No le pagas, lo tienes secuestrado y obligado mediante tortura a servirte.

—Detalles insignificantes— entramos sacudiéndonos las botas. —¿Qué consiguió?

—Tiene acceso a la cámara de la celda de Jack, bloqueo dos accesos de espionaje por la micro web que, no sé qué cosa, porque hablaba algo que no entiendo, el caso es que hoy a la media noche podrán tener un mínimo de tres minutos de la cámara de tu primo, si es que sigue vivo.

—Está vivo, Jack es un camaleón, se va a mantener vivo a cualquier costo— llamó en danés a Ida— Reúne a la organización en el Krypt, a Emilia bloquéenle el acceso a cualquier lugar fuera de esta casa.

—¿Tu prima está aquí? — Erick se rasca la nuca.

—Ni lo pienses, a mi familia no entras ni volviéndote amante de Tyler, sólo gente seleccionada portaría el apellido Roe— le doy una mirada despreciativa —Además Emilia es muy exigente con quién se mete.

—Recuerdo haberla visto en Nueva York con tu hermano. Ellos dos... — junta sus dedos índices.

—Es tan exigente que sólo se ha mentido con un Roe, piérdete en la fila de la soltería.

—Compré dos boletos más de avión por si cambias de opinión— se sirve una copa para entrar en calor porque no lo dejo acercarse a mi chimenea.

—No te pedí que intervinieras por nadie.

—Te guste o no, o a tu organización Bennett se casó con ella, lleva a su hijo dentro, el legado de tu hermano— sigue hablando —. Puedes odiar a los Gray hasta la muerte, mata a Dylan si quieres, pero no queda nada de tu hermano, ni siquiera Kieran, sólo bebé de Coraline.

Escucho que vacía el vaso, tengo la vista fija en el fuego otra vez.

—Es un Roe, como Emilia y cómo...— suspira —Como cualquiera de tu familia,

— Mi señor ya se ha reemplazado el lugar del francotirador que murió — dice Ida a mi regresando a mi espalda refiriéndose al lugar de Bennett. —Y se hizo se compilación de la información que tomó esos cuatro días, con los miembros de Moscú, se informó de su reunión con la organización. Hemos sacado su traje de kray.

—Lleva al inútil a su habitación, en el sótano.

—Al menos me están dando una habitación— Erick le entrega su equipaje y lo sigue escaleras abajo.

Ladeo la cabeza en mi sillón y veo a los rusos lejos inspeccionando el auto de Erick, el cabello rojizo emborrachándose para seguir su guardia en mi casa toda la noche hasta que Emma pueda entrar en el Kript.

Aprovecho la soledad pasando la caja aterciopelada entre mis dedos y bajo por el pasillo de las escaleras entrando a la sala oeste de los Roe. Entro a la habitación del fondo cerrada bajo llave, está impecable, los muebles con diseño de interiores rompiendo con el esquema como en mi empresa.

La cruz de mi hermano me quema en el pecho mientras vuelvo a beber. Me siento en el sillón dónde solía poner a su perro, ninguno de mis sirvientes se acerca, ni siquiera los de Moscú, cualquiera tiene prohibido acercarse.

Miro los lienzos que le compraba cada invierno, niego con la cabeza encendiendo mi porro. Cada cosa que me pidió por insignificante que fuera, se la di, camino al lado de la cómoda dónde hay un viejo porta retratos con una foto mía y suya a los diecisiete años antes de que yo entrará a Oxford, él tenía quince en ese entonces.

—¿Algún día vamos a salir de las jaulas Alex? Extraño a mamá.

Ella no es nadie para nosotros.

No deja de ser mamá y la quiero todavía— parece que siento su mano sucia en mi hombro todavía.

El recuerdo del cuerpo mutilado de mi hermano se graba en mi cabeza, las cortadas, la piel quitada, el hueco de los ojos. La rabia crece dentro, el perro murió siguiéndolo hasta el infierno, saco un poco de anfetamina de mi abrigo y la planto en una línea recta para aspirar.

Por el rabillo del ojo veo a la versión pequeña de Bennett en una esquina juzgándome. La demencia se ha asentado en mi cabeza desde su muerte.

—Alexander.

Es la voz de Emma la que me hace dejar de ver a ese reflejo que no existe. Cierro los ojos y me quito el porro entre los dientes arrojándolo al suelo y apagándolo con mi bota para que el humo se vaya por la rendija de las ventanas semi abiertas.

Veo el miedo impreso en casa sirviente de afuera, cruzó la línea que ordené y piensan que serán castigados o azotados en el sótano por no haberla detenido. Emma mira la anfetamina que iba a aspirar y hace una mueca con el olor a whisky en mi boca.

—La cena está lista.

—Mejor que comas — me acondiciono un asiento junto a las ventanillas palpo el bolsillo interno de mi abrigo para buscar los fósforos.

Veo la preocupación en sus ojos, todos saben que me alcalizado los últimos días sin probar alimento alguno y seguiré así, tengo mi reserva grande aquí. Cuando mira el retrato de mi hermano hace amago de hablar y mi malhumor se enciende.

Nadie tiene permitido hablar de los muertos en mi organización. Ni de mi hermano. —Vete.

Veo el terror de los sirvientes cuando ella camina a la puerta, pero sólo para cerrarla y cortarles el acceso a mí. —No has comido desde que desapareciste.

—El whisky es alimento— miro mi segundo porro, pero mientras esté aquí no puedo encenderlo. No tiene planes de irse. Me levanto exasperado. —Si tú no te vas entonces lo hago yo.

Tomo los fósforos, pero se me planta a medio camino y pone sus manos entre mi abrigo como en la camioneta, su mano serpentea por mi cuello hasta que baja mi cabeza a su hombro tenso por mi altura.

Pienso que quiere oler mi fragancia como se le ha despegado una obsesión las últimas semanas, pero termina sometiéndome en una especie de abrazo.

—Él es libre ahora— susurra cerca de mi oído y me tenso para liberarme, pero su mano no deja de acariciar mi espalda ancha. —Te fuiste cuatro días después de su muerte, para encerrarte en ti mismo, no hagas lo mismo ahora.

Mi enojo crece con sus palabras, cómo se atreve a cuestionarme, busco soltarme, pero cuando tengo su nariz rozando la mía mi mal humor disminuye hasta que envuelvo mis manos a su alrededor.

— Estoy lleno de rabia por venganza contra los daneses— oigo que suelta mi boca en su hombro.

Pasea su mano por mi espalda sin decir nada y con eso se me aligera un poco la rabia contenida durante tantos días, me gusta el silencio y Emma me lo da, hago algo que nunca he hecho en mi jodida existencia.

Me consuelo en esa mujer menuda que lleva mi apellido. Veo que le duelen los brazos de tenerlos en la misma posición tanto tiempo, pero no es capaz de soltarme.

—Voy a alimentarte, necesito que tengas en tu sistema algo más que whisky escocés— pasea los dedos entre las hebras de mi cabello, masajeando mi nuca con sus yemas, podría dormirme así.

—No soy un niñato, Emma.

—Voy a cuidar de mi hombre, así tenga que echar de la casa a los conservadores de Moscú. — alza la boca para probar la mía, pero se detiene —Vas a tener que quitarte los restos de whisky antes de besarme.

—¿Por qué?

—Porque sí.

Me jala a la puerta, su mano menuda envuelve la mía y salimos juntos bajo el terror en los ojos de los sirvientes. Emma lo nota y les regala una mirada cálida como si no los fuera a azotar más tarde lejos de ella.

Octavian nos llama al comedor principal con la cena servida, no hay más que comida de calidad en condiciones que Erick nunca se podría costear y tampoco lo dejaré subir a mi comedor. No hay copas de vino servidas, sólo bebidas calientes.

Frunzo el ceño mientras Emma se sienta en mi regazo y me lleva el tenedor a la boca varias veces. Sabe que alimentarme ella, hace la diferencia en la cena, se pasa el rato metiendo la mano en mi plato robando de mi comida distraídamente, ninguno de los Roe se reúne, los mande a encierro temporal mientras disfrutamos de nuestra casa.

La línea de sirvientes que hay aquí no tienen la mirada fija en nosotros. Emma habla de trivialidades a las que nunca me habría acostumbrado a oír de una mujer, sólo de ella.

Cuando está distraída con las frutillas que le han servido, me limpio las esquinas de la boca. —Es extraño que el banco no te ha llamado, he hecho compras costosas las dos horas que estuve con Maya, ha insistido en comprarlas aquí, es la primera vez que compró un corsé de doce mil libras.

—Te gustó el jardín que viste por la parte trasera de la residencia? — aparto mi vista de los sirvientes?

—Vi muy poco, pero por la ventana se ve precioso.

—¿Te gusta la nieve como para soportarla por una hora al medio día?

—Quizá, mis abrigos son térmicos y las bostas costosas que me ha obsequiado Maya me llegan hasta la rodilla— sus cejas se juntas —¿Por qué?

Contengo la sonrisa ladeada de cabrón con mis manos en mis bolsillos, luciendo serio y malhumorado y saco la caja aterciopelada que trajo Erick, la mira y la insto a abrirla, las dos argollas de matrimonio de oro dentro la hacen jadear.

—Porque a lo mejor me caso contigo en tu boda costosa y ridícula que quieres el día después de tu iniciación, con esos adornos feos que le mencionaste a Maya y con esa música de baile que me pone de malas.

Los ojos se le abren de par en par, se gira en mi regazo con la caja entre las manos. —¿Aquí?

—No importa dónde sea, ya eres mi esposa de todos modos— mira la caja sin responder —Mi familia está aquí, mi organización también está aquí— continuo para obtener la respuesta que quiero, pero sigue mirando la caja, hasta que se relame los labios para negarse.

Maldigo a Erick en todos los idiomas que conozco y descargo mi ira con los mugrientos presos en el sótano para más tarde para aligerar lo que voy a decir. El ver a esa mujer rubia saca a mi asesino interior.

Voy a traer a la segunda mujer que más odio sólo por ella.

—Alicia y Coraline estarán aquí mañana al medio día— mi mal humor ha regresado.

El impacto de su cuerpo contra el mío es casi tan fuerte que mi silla se tambalea hacia atrás cuando sus brazos atrapan mi cuello y su boca la mía. —¡No sabes cuánto te amo! — grita besándome.

El whisky se atora en mis pulmones, es la primera vez que lo grita sin importar quién la escuche, mantiene los anillos en sus manos posando los fríos labios en mi mentón y mejilla con esa risa que hace tiempo no escuchaba.

— Ahora entiendo por qué maya insistió en comprar aquí— raspa su nariz con la mía mirándose esperanzada —Será como siempre lo soñé.

—Sólo apareceré para decir acepto y me iré.

—Bailarás conmigo y me dirás finalmente esas veinticinco razones que creaste en Nueva York.

—Diré largo de mi casa y me encerraré con mi mujer.

—Cortaremos una tarta de fresas— se burla —Fresas no, no quiero intoxicar al novio— sus ensoñaciones me ponen de mal humor, esos protocolos exasperantes con sus amigas como en la cena de compromiso.

—Los sirvientes no van a colocar ninguna fuente, estás demente.

—Lo harán soy muy caprichosa y mimada.

Hago que termine su comida, pero está prensada a cada nada en mi boca, cuando tiene las manos en mi bragueta, mira por encima de mi cabeza buscando a los de Moscú, se han percatado del repentino silencio en el comedor.

Emma se impacienta cuando vienen escaleras abajo y logra penetrarse con cinco arremetidas, antes que nos atrapen. Baja su abrigo ocultando mi miembro mientras giro la cabeza a los rusos.

—Mi señor ¿Su cena terminó? — dicen los conservadores y Emma pone las manos dónde las puedan ver.

—Estaba guardando el miembro de mi marido— les responde sabiendo que no entienden lo que dice. —Y me escabulliré a su habitación para tener sexo mientras se emborrachan en la chimenea.

—¿Qué ha dicho su prometida? — preguntan en ruso.

—Que te importa.

Agachan la cabeza. —La organización está reunida en el Kript, esperando por usted.

Bajo a Emma de mi regazo bajo la vista de los conservadores. —Tienes una boda que planear, pero mantente estudiando los protocolos que Maya te dejó para tu iniciación.

—El tatuaje será doloroso, me ha puesto un analgésico en gel que preparan para después de la ceremonia— se palma el brazo.

—No si lo hace un experto.

No calma sus nervios, pero conozco el dolor de la aguja y después de la primera vez, se vuelve una adicción hacerlo. — No puedo entrar al Kript hasta el día después de mi iniciación, pasaré la noche sola en la residencia.

—Erick está en el sótano, hazlo tu esclavo para eso sirve.

—Me ayudará a hacer llamadas a las chicas, para informarles de su vuelo.

—Ya han sido informadas.

—¿Con delicadeza?

Con un arma en la cabeza. —Con delicadeza.

Me levanto cuando traen mi abrigo, mi estomago ha acepado la comida, después de días en ayuno intermitente. Es la primera vez que Ethan tiene que alejarse de ella, para reunir con la organización.

Las puertas del Kript se han abierto, hay nieve cayendo bloqueando la carretera cuando entramos por el estacionamiento subterráneo. Veo a Maya sentada junto a Tyler, los miembros de Moscú con los dispositivos de rastreo de Dmitry activados y los de Copenhague en silencio junto a la calefacción.

Hay una fila de plegarias cuando paso entre los nativos. Han encerrado a Emilia para que nos devele información, ya no es mi hacker, se ha vendido al mejor proveedor. Los lugares de Bennett y Jack han quedado vacíos.

—James se ha infiltrado a las cámaras de las jaulas de Logan— informa Maya mirando al ex agente del MI6 que trabaja descalzo en el rincón, encadenado al suelo. —La rusa les dijo que mi hermano sigue vivo, pero no ha habido movimiento en su celda desde hace dos horas.

—Si ella es nuestro pase a Irlanda, será mejor que iniciemos una misión de secuestro contra ella— propone Tyler.

—Su seguridad debió aumentar después de la noche en la galería— le recuerdo —Saben que estaremos asechando sobre ella, pero Jack sigue vivo, lo utilizaremos para ser informante con la rusa.

—Las cámaras están encendidas— dice James receloso de tener que trabajar para la mafia que tanto persiguió en el MI6.

Tomo mi IPad, como todos los otros miembros y Ethan me abre la configuración. Maya se queda prensada de la mano de su manso mirando la celda a oscuras. —Pon algo de brillo en la cámara— pide uno de los de Moscú y James se niega a obedecer hasta que lo miro y se obliga a hacerlo.

Parpadea una luz en la celda y el cuerpo que se recarga en los barrotes cierra los ojos por el destello. Jack aparece en pantalla, el cuerpo amoratonado, mordeduras en los brazos y una venda sucia en otro.

Mira el lugar dónde se encendió la luz, no es estúpido, sus ojos quedan en el lugar de la cámara oculta, cualquier poderoso puede violar ese sistema, no sabe si es otra organización la que lo mira, el ministro o el mismo Logan.

Extiende los pies y después con la agilidad que su delgadez le permite se levanta cojeando agarrándose del abdomen, como si tuviera una herida al igual que yo. Traen a un mugriento para encerrarlo con él.

Mira como lo golpean y se queda mirando de lejos, así ha sobrevivido tantos años. Miro la fiereza en los ojos de Maya cuando se terminan los minutos que James logró. Algunos miembros han seleccionado las entradas que hay en su celda que llevarían a la rusa ahí.

Me reacomodo en mi lugar, estoy en un estado semi erecto por las arremetidas de Emma que nos han quitados ya dos veces.

Maya es la única que no aporta información de la llamada. Me acerco a ella en el intercambio de información. — Tu peor enemigo es tu mente si no la dominas, ella te dominará a ti.

—Hablas como si esta misma noche fuera a bombardear a mi hermano.

—Te conozco.

—Prefiero no quedarme esta noche en la reunión, Tyler me informará lo que han decidido, ayudaré a mi sobrina con los preparativos de su boda y los protocolos de su iniciación— se levanta con el manso ofreciéndole su abrigo —Preparen todo para la iniciación de la mujer del lobo, el Kript se abrirá para ella mañana— ordena en danés.

—Queremos que se mantenga la distancia entre el lobo y su mujer hasta que ella se haya rendido a la organización— piden los conservadores de Moscú.

—Lo harán, yo me encargaré— me mira —Ven en cuanto termines, debo limpiarte la herida.

Espero a que salga, pongo a Ethan a mi lado como traductor para los rusos, yo traduciré a los daneses mientras hablo con los ingleses, antes que empiece a hablar, veo la llamada del banco de Inglaterra.

Salgo a la terraza con el frío de la nevada en mi abdomen por la herida del ataque. —¿Qué quieres?

—Señor Roe, lamentamos importunarlo en su viaje, pero el banco central de Dinamarca no ha hecho un comunicado de una fuerte suma de dinero sacada en las últimas siete horas de su cuenta bancaría.

—¿Cuál es la suma?

—Ciento cincuenta mil libras. — la satisfacción me recorre. —Han sido efectuados por la señora Roe. ¿Acepta los cargos de las compras y futuros cargos que ella decida hacer?

—Joder sí, está siendo caprichosa, no llames más, mi esposa tiene acceso a mis jodidos millones.

Cuelgo regresando a la sala dónde están reunidos los miembros. James me mira de lejos todavía encadenado, me pongo al frente de mis fieles sirvientes. —Está noche estamos reunidos para el protocolo de la iniciación de Emma en la organización, saben la jerarquía que se aplica con ella aquí.

—Desafortunadamente— Tyler parece olvidar que estuvo a punto de perder la lengua.

—Mañana se celebrarán los protocolos debidos, pero no están reunidos desde cuatro países sólo para eso— planto mis manos reacomodando mi ropa de Kray.

—¿Entonces para qué nos hiciste venir?

—Porque estamos reunidos esta noche para aclarar el ataque aéreo que se hará de la mafia inglesa a los daneses, el día de las elecciones de Richard Madden.

Emma.

Erick se sienta al borde de mi cama con su pijama mirando la hoja del juramento que debo recitar en danés. —Muy bien— levanta el pulgar —Buena pronunciación, se te entendió perfectamente.

—¿Hablas danés?

—Ni un poco, pero con ese tono seguro en el que me lo has dicho de memoria, hasta los de Copenhague te creerían— extiende la mano para atrapar otro de los bocadillos que trajo Octavian. —De estos no hay en mi casa.

—Mañana traerán lo que debo vestir durante mi iniciación, Maya dijo que no debo estar nerviosa, pero cómo no estarlo si voy a pararme frente a más de trecientos miembros de la organización del lobo— me palpo la frente, creo que estoy sudando incluso si afuera está nevando.

—No tienes que preocuparte por eso, el dolor del tatuaje será peor para hacerte olvidar las vergüenzas— su forma de apoyo es como la de Alicia, no ayuda para nada. —Tienes algo más valioso que cada uno de ellos— baja la voz mirándome en el abdomen.

—No sé a qué te refieres.

Suspira muy hondo mirando que en la puerta no esté Rebecca. — No importa las bofetadas que me hayas dado, ni lo molesta que estés conmigo, ni siquiera si soy el mejor amigo de tu marido— me tomas las manos —Voy a estar de tu lado pase lo que pase.

—Gracias, pero no...

—Sé que estás embarazada— suelta inmovilizándome. —O al menos que lo estás porque vi la prueba de embarazo que había en tu bolso — No le respondo y tampoco soy capaz de mirarlo a los ojos — No voy a decírselo hasta que tú lo hagas, porque tienes que hacerlo. Jesús si es que lo estás él debe saberlo Emma, tiene derecho.

—Erick, no sabes lo que está sucediendo.

—Es mi amigo Emma, soy un chismoso de lo peor, no sabes lo que me ha costado no soltar la boca y gritarle lo que vi, pero te he visto mejor que en días anteriores cuando sólo discutían que no quiero arruinar eso— me toca la mejilla.

Para ser un mujeriego empedernido, se comporta muy bien conmigo. —Hablaré, pero no ahora, necesito protección primero.

—Si lo estás o no, estoy contento— sonríe tomándome de las manos —Llevo años esperando ver la cara de Alexander cuando esto sucediera, si es que lo estás y se lo dices déjame estar en la ventana, no hablare, sólo quiero ver su karma.

—Si lo estoy o no, no lo sabrás.

—Mejor sigamos ensayando tus protocolos de tu iniciación.

—¿No tienes nada mejor que hacer? Cenar, convivir con algunos guardaespaldas. Siento que te estoy aburriendo aquí.

—Eres la mejor compañía que tengo, quería coquetear con la hermana de Jack, pero Alexander la mandó a encerrar en su habitación por todo el pasillo oeste para que no escuche información confidencial y porque creo que no quiere ver a la Millie.

—Tengo entendido que Emilia es un hacker y cómo sabes ellos se venden al que mejor paga. Actúas tan natural como si no supieras lo que mañana sucederá.

—Es bonita y poco más, no es que esté interesado en ella. Si te sigues sintiendo nerviosa por mañana haz lo que siempre hago yo— Erick me ofrece la otra mano para que le pinte las uñas —Soy directo, seguro y no me asusto fácilmente.

Lo he tomado como mi rehén personal para mi noche de chicas, en la que estamos solos, si él fue capaz de hacerme firmar un acta de matrimonio a escondidas, yo lo haré mi esclavo de la noche.

—Parece que soy ingenuo, pero no me asustan los mafiosos.

La puerta se abre y Maya entra seguida de su manso con esa sonrisa de caníbal, el grito de Erick es instantáneo, se levanta con una mano en el pecho. Si, es muy valiente. Me río de su expresión.

—Necesitamos planear la boda cielo y traje las joyas que usarás mañana.

Erick se quita los broches que le coloqué en el cabello y utiliza toallitas húmedas para borrar los rastros de pinta uñas. —Yo ya me voy, creo que perdí mi masculinidad cuando hablamos de quién de la familia real la tendría más grande y voy a buscarla.

Maya lo mira irse y cuando pasa cerca del manso se aleja todo lo posible mirando sus dientes afilados. Maya pasa con las botas al diván sacando al menos diez revistas de su bolso.

—Tenemos poco más de veinticuatro horas para planear el evento, ya mandé por la organizadora inútil, el diseñador, la lencería fue pedida de colección y la comida por un chef de lujo— pasea sus dedos entre página y pagina y casi me desmayo cuando saca más revistas y su IPad abierto en vestidos de novia.

—Creo que primero deberías pulirme para la iniciación antes de detallar la boda.

—Confío en ti cielo— hace un gesto despreocupado. —Tenemos mucho trabajo por hacer, es una boda de lujo, no cualquier baratija.

—Emilia podría ayudarnos.

—Está con mi nieta viendo una película de princesas, además tiene la salida restringida del ala oeste — me sienta a su lado y pasamos entre al menos setena arreglos florales que me hacen doler la cabeza.

—Es una sorpresa conocerla, cuando la vi un par de veces, su voz era tan similar a la tuya que fui tan ciega.

—Un poco quizá — bromea —Son cuestiones familiares de años, los Roe desde hace muchas generaciones siempre tenemos dos hijos, mi padre y mi tío, Logan y yo, Alexander y Bennett, Emilia y Jack— se pasea entre hojas —Aunque parece que mi hijo ha echado a perder eso, Millie no tiene hermanos y Bennett ya no procreará otro y Alexander ni siquiera tiene.

Me mira de reojo. — ¿Cómo sabes que Millie no tiene hermanos? Pudo haber conocido a una mujer en Nueva York.

—Por favor querida, los Roe no tiene hijos más que con la mujer u hombre que eligieron, hasta puede escuchar por ahí que los Roe sólo nos enamoramos una vez.

—Es cierto.

—Lo cierto es que la mayoría de las veces no sabemos elegir, no odio a Tyler, pero no siento lo mismo que sentí alguna vez por Beckham, ahora está muerto y puedo maldecirlo todo lo que quiera, si me hubiera casado con Caterva, su hermano, en otra vida sería la madre de Alesha.

—Joder, ni siquiera bromees con eso.

—¡Qué horror! — se ríe conmigo y miramos a Rebecca mirarnos desde afuera. —Me has levantado el ánimo, vi a Jack hoy por una cámara que interceptó James.

—Va a resistir hasta que reunamos el equipo suficiente para ir con ellos.

—Debós entrar tu tiro, aunque disparaste a dos miembros de alto rango, mi hermano es muy buen francotirador, él enseño a Bennett— suspira perdida en su nostalgia ——Ya basta de pensar en cosas triste, necesito que compremos todo lo más costoso que hay.

—No te preocupes— saco la black card de Alexander. —Yo pago.

. . .

Miro la lencería que me ha proporcionado Maya para mañana, tomo un para hoy mismo y me coloco uno de mis abrigos caros. Miro la ropa que utilizaré en mi iniciación y levanto la barbilla decidida.

Mis dos guardaespaldas han cambiado turno para cuidarme, ahora es Ethan el que está en mi puerta. Levanto mi dedo sobre mis labios cuando se gira al oír la puerta y sonríe en complicidad cuando me ve caminar a la planta de arriba al pasillo de Alexander.

Esas penetraciones en el comedor no fueron más que el detonador de tenerme ansiosa. Me siento de mal humor y frustrada. Los malditos conservadores de Moscú están en la puerta como si supieran que vendría.

Parecen halcones, activos mirando por el pasillo, pero que cuando Maya nos lo prohibió. Sus tontas reglas no impedirán que me meta con el lobo esta noche.

El frío en la casa es amortiguado por la calefacción aun cuando veo la nevada fuera por cada ventana reforzada. No hay terrazas para Alexander que me den acceso a su habitación. Debe estar prohibiéndome el sexo porque quiere aumentar mi libido después de la boda, pero creo que ambos ya sabemos que las ganas siempre las tenemos.

Más con el embarazo.

Me acerco a Ida que está al lado de los conservadores rusos en la puerta. Me aprieto las tiras del abrigo, si se me cae verán más que las tiras indecentes de mi conjunto con mis pechos desbordándose y los pliegues de la tanga.

—Mi señora— me da una inclinación de cabeza.

Pongo cara de pena para hacer mi actuación más creíble ante los de Moscú que se acercan para oí, aunque de qué les sirve si no hablan mi idioma —No me encuentro bien quiero que traigan a un médico.

—De inmediato, sube al médico del ala oeste de los Roe— le dice a uno de los sirvientes en voz alta. —Informen al lobo.

Me palpo la frente y cuando la puerta principal de esa habitación se abre Alexander sale con la mirada preocupada en mi dirección seguido de los conservadores, les dice algo en su idioma y asienten.

—¿Qué tienes?

Una pequeña actuación esta causando que sirvientes suban y bajen para mi protección. —Estoy enferma— me agarro a su brazo cuando me guía dentro de la habitación a la que me han quitado el acceso toda la noche, pero sólo me acerca para cerrarla y dirigirme a mi propia habitación.

No es como lo había planeado.

Ethan viene al mirar el alboroto y nos abre la puerta. —Trae al médico— ordena entrando detrás de mí.

Me recuesto en la cama ganándome un óscar por mi prominente enfermedad, hasta parece que Erick está en el pasillo preguntando qué sucede y le dicen de mi enfermedad. Una de las mujeres de servicio me trae agua mineralizada.

Le pido que salga y Alexander me palpa la frente, con su simple pantalón de chándal, el tatuaje es más prominente aquí. —¿Qué tienes?

—Ganas de sexo— dejo mi actuación de pena atrás y jalo su cabeza a la mía para alcanzar su boca sin antes ver sus cejas alzadas.

Antes que salga de su asombro, me quito el jodido abrigo por los hombros y dejo que vea las tiras de lencería que me cubren apenas los pezones y parte de las nalgas, me pongo a horcajadas pegando mi torso al suyo.

Se pega al diván y me sostiene por los muslos mirando con perversidad mis diminutas líneas de cuero que se entrecruzan en mi abdomen apretando mis senos.

Bajo las manos deshaciendo el nudo de su pantalón de chándal, meto mi mano encontrando la carne caliente palpitante. —¿Tienes alguna objeción en que folle a mi marido antes de mi iniciación?

—Eres una perversa, no estoy para tus juegos, me dejaste duro ya dos veces— dice enojado y quita sus manos de mi cuerpo sin despegar la vista de mis senos desbordados.

—Esta vez no voy a parar— me froto contra su entrepierna subiendo y bajando la mano en su polla mientras busco, besarlo, pero mueve la cabeza negándome alcanzarlo.

Aprovecho que gruñe cuando de paso el pulgar por el glande húmedo y bajo a su boca tomando un puñado de su cabello para disfrutar todo lo que quiero de mi hombre, al principio se resiste, pero poco a poco me toma hasta que lo convierte en un beso posesivo.

Deja que deslice sus pantalones y cuando me humedezco haciendo la tira de mi conjunto a un lado, deja que me lo meta apenas un centímetro. Mis pliegues se abren con el meneo del glande, me voy a deslizar por completo de un golpe.

Me detiene. —No.

—Dos arremetidas— le pido volviendo a tener el glande en el borde de mi sexo.

—No, no te importó dejarme duro en el Score y en el comedor, ahora no me vas a tener.

—Te prometo que serán dos arremetidas nada más— me agarro los pechos apretándolos bajo su mirada y bajo clavándolo por completo.

Gimo con la cabeza hacia atrás y me levanto de nuevo, el placer me recorre cuando sale toda y me siento de golpe. Jadea en mi oído cerca de convertirlo en un gemido masculino —Dos más— le pido, pero ya me estoy alzando para penetrarme otra vez.

Lo monto con la tercera y la cuarta. —Una más y paramos— gimo, sus manos ya están en mi cintura subiéndome y bajándome. Quiero contar las que llevo, pero ya perdí la cuenta, ya lo estoy montándolo rítmicamente.

Como el mafioso que es, se impone forzándome a dar sentones secos que acaban en gimoteos desesperados mientras miramos a la puerta, mis senos rebotan con cada sentón. Por favor que no aparezcan los malditos conservadores.

Mis rodillas se hunden en la cama y así abierta de piernas le baño la polla con mis jugos, estoy tan excitada, Jala las tiras de mi conjunto por la espalda arqueándome, mis senos quedan ofrecidos a su boca.

Baja con sus dientes la tira y mi pezón queda entre sus dientes, me sostiene de la cintura haciéndome parar, voy a quejarme, pero me pone sobre la cama abriéndome las piernas antes de colocarse contra ellas.

Las hormonas se me han disparado. Una de sus manos se aferra a mi seno mientras guío la punta de nuevo dentro. Se agarra al respaldo y sube una de mis piernas a su espalda para penetrarme. Una más y pararemos. Me sigo repitiendo esa mentira porque no voy a dejar que termine hasta que se vacíe.

Me sorprende que los sirvientes no hayan regresado y el médico que trajeron no haga ni una simple aparición.

— ¿Qué te tiene tan húmeda Emma? ¿El maldito anticonceptivo? — me empuja hacia adelante clavándome sobre las sábanas.

— Sí— alzo la cadera aferrándome a su hombro.

—Pues ya no te lo vas aponer— dice enojado y empiezan las embestidas.

El eco de mi humedad con cada penetración suena en toda la habitación, me prendo su boca callando mis gemidos y sus jadeos, la herida del abdomen no es impedimento para que me trate como la perversa que soy.

Jalo su culo para que no se salga mordiendo su labio. Mi evidente desesperación por que se corra en mí lo hace detenerse, pero ondea la cintura para que continue. —No pares hasta que me llenes— le pido ansiosa de su boca, provocando que su lengua invada la mía —Tuve un sueño húmedo contigo y necesito que lo hagas realidad.

Gruñe con satisfacción. — Nena, estás muy caliente.

—Demasiado. Ya no puedes dormir en una habitación diferente a la mía, voy a despertarte por sexo a mitad de cada noche — se agarra al respaldo y abro las piernas recibiendo cada arremetida que me quita la respiración.

Me quema el pecho buscando aire, pero Alexander ha comenzado a follarme con fuerza. Mi vagina se contraer con él cuando me corro, pero no se detiene, mi sensible clítoris se roza con las venas de su verga.

El sudor se le pega a la frente y la mirada de asesino me tiene jadeando. Tengo al mafioso más peligroso de Londres entre mis piernas. Necesito otro hijo de él, quiero me haga otro. El calor de mi pensamiento sucio por mi orgasmo desata mi perversión más oscura. ¿Qué estoy diciendo?

Cuando el sudor resbala su cuerpo sobre mi abdomen, me agarro a su espalda. Mis tetas se sacuden con las arremetidas, la puerta no vuelve a abrirse, las palpitaciones se hacen irregulares.

La primera bombeada caliente me golpea en el fondo, me vengo sobre él otra vez sintiendo las arremetidas que lo ordeñan mojándome, se prende a mis senos corriéndose en mí. El cuero de mi conjunto se pega a mi cuerpo sudoroso y jadeante.

Tenía razón, ahora que es mi marido es mejor que antes en la cama.

Me deshago las tiras que me cortan bajo los senos, me las quita arrojándolas al suelo. La tanga no la arroja, la pone dónde cayó su pantalón. Me prendo a su boca relajándome de los orgasmos.

Siento mucha humedad entre nosotros, es cierto, estoy casi chorreando, me muevo para quedar sobre él. Beso sus pectorales, mordiendo cada músculo, maldice y se ofrece como mi esclavo sexual, cuando mi lengua lame desde su torso hasta su ombligo jadea tomando un puñado de mi cabello.

Lamo el rastro de vello de su cadera y saboreando mi propia corrida, la herida de la daga ni le molesta para guiar mi cabeza a su polla, me la meto hasta el fondo de la garganta en la primera chupada.

—Mierda Emma, sácame la leche— gime ronco jalando mi cabello y echando las caderas hacia adelante.

Me preocupa que la chupada haga aparecer arcadas, pero no hacen acto de presencia, en su lugar hay un hambre insana de probar su semen, masturbo sus bolas, entrelazando mi lengua en su erección y sus testículos.

Se endurece en mi boca, me arrastro por su pecho y me toma de las caderas dejando que lo monte. La única mujer que lo monta soy yo. Estoy en un éxtasis sexual que me tiene loca y decidida.

Cada arremetida, los gemidos deben ser escuchado por todos los sirvientes que hay afuera y por esos conservadores porque Alexander es muy ruidosos esta noche. En un punto le tapo la boca y me dejo caer con decisión.

Ni mi palma contiene el gruñido excitado que lanza, termino por meterle mis pechos a la boca para que deje de ser tan obsceno. Mis piernas se tensan cada vez que hay orgasmos, me llena de nuevo.

Mi vagina se contrae, mi pecho quema, las sábanas se han quedado húmedas, tengo la cabeza en la almohada, lo escucho caminar por la habitación, de reojo veo cómo va a beber su whisky para relajarse.

Suspiro, relajada, oyendo como traga, me muero de sed también, cuando termina creo que va a irse a su habitación, pero regresa a la cama me pega de lado. —Abre bien las piernas nena— me susurra.

Me duele el sexo, pero tengo tantas ganas de seguir como él, se mete entre ellas y miro la puerta agarrándome a su mano para no temblar en cada arremetida, me sostengo a su cuello así de lado como estamos, su palma cubre mi seno y puedo ver su anillo matrimonial.

El pensamiento de que mi marido me está follando me tiene gimoteando su nombre a cada nada.

Termino exhausta cuando paramos un par de horas antes de las seis de la mañana, tiene una capacidad de aguante incluso herido. Su potencia no se compara. Hasta termino dormida con las piernas abiertas, sobre su espalda ya no las puedo cerrar.

Beso sus omóplatos y deja que lo use de colchón humano, su respiración me alza junto con él, es tan suave, su olor a menta es lo que más me gusta desde antes de saber que estoy embarazada. No sé cuántos orgasmos he tenido, pero me han dejado deshabilitada y sedienta.

Apenas tengo conciencia cuando me gira y se mete entre mis pechos besando cada pezón y echando todo su peso encima, casi me está aplastando, pero no me quejo. Desde que Bennett ha muerto necesito que duerma tranquilo y vuelva a comer.

El sueño se pega a mis parpados, no vamos a dormir más de dos horas.

Alexander se remueve entre mis senos, su cabello me cosquillea cuando lo raspa de un lado a otro estirando sus extremidades. Hay mucho movimiento por nuestro lado de la residencia, se oyen los pasos de los sirvientes corriendo por los pasillos.

Abro un ojo, molesta por ser despertada, no tengo fuerzas para mi iniciación, quiero dormir todo el día. El peso de Alexander me ha dejado adolorida, apenas tengo fuerzas para el mañanero con el que me despierta.

Tengo las piernas tensas, disfruto de las penetraciones, pero no tanto como para querer levantarme de la cama todavía. Me deja jadeando en la almohada con un beso casto en la boca y me abrazo a ella mientras escucho la ducha.

—Te veo en el Krypt— se despide minutos después despertándome de nuevo, huele a recién duchado y se ve follado.

Me giro a besarlo sin despegarme de la almohada. —Quiero dormir todo el día— pruebo su sabor a menta por el dentífrico.

—No puedes, Maya vendrá en una hora para prepararte.

—Me dejaste exhausta, ni siquiera me quiero duchar.

—Ve oliendo a sexo, por mi mejor, pero ya levántate— me da una nalgada.

Me quejo escondiendo mi cabeza en la almohada, no puedo creer que él esté listo y fresco si no dormimos nada, oigo que da órdenes para cambiar mis cosas a su habitación y sonrío de haber cumplido con mi objetivo.

Los sirvientes lo verán de buen humor esta mañana.

No quiero enojarme con Maya, pero cuando viene hablando a todo volumen quiero arrojarla por la terraza, me levanto de mala gana adolorida entre los muslos, pero satisfecha, quiero a Alexander de regreso en la cama.

Recojo mi albornoz del suelo y veo las tiras de cuero de mi conjunto, con la tanga desaparecida, huele a sexo, mucho sexo. Los pantalones de Alexander están en el suelo, me encanta que sienta la habitación nuestra.

Levanto el desastre antes que mi familia entre. Miro la ducha, metiéndome a regañadientes, puedo caer dormida en cualquier momento. —No hay tiempo que perder, debemos arreglarte, debes probarte las joyas familiares y revisaré que tengas una buena pronunciación en danés— dice Maya desde la habitación.

Los sirvientes y los conservadores de Moscú no entraron anoche, si Alexander es la autoridad máxima de la organización no hay quién se le interponga una orden. Una manita abre la puerta del baño cuando me estoy colocando una toalla sobre el cuerpo.

—Tengo que hacer tía Emma— dice Millie con un vestido Chanel negro ondeado por sus rodillas y zapatos brillantes negros moviéndose de un lado a otro.

—Pasa cariño— dejo que Maya sea la que la ayude, aunque debería estar atenta a los cuidados de los niños, ahora que... pasará conmigo. Erick lo sabe, no sé cuánto más debo callármelo.

Millie sale con las manos limpias. Esta muy guapa con su peinado ostentoso y el perfume floral sobre ella, un mini bolso cuelga de una de sus manos. Maya tiene un vestido parecido, pero estoy segura que no utilizará eso en la ceremonia.

—Estamos lista para tu iniciación tía Emma— Millie jalea la correa de su cachorrito sorprendiéndome que le digan los términos de los que sucede en la organización.

—Lo sé cariño, pero debemos desayunar primero ¿No crees?

Asiente mirando que Octavian ya está trayendo mi desayuno. Maya pasa metiendo y sacando cajas aterciopeladas en mi habitación. —Es una niña de la mafia, no le ocultamos nada como Sarah lo hace— dice Maya mirando mi asombro a la facilidad con la que Millie habla.

—Mi tía Emilia está comiendo cereales en la cocina— Millie corre para sentarse en una silla a mi lado y tomando una uva con la mano.

—¿Qué te parece si cuando termine mi iniciación te llevo a jugar al jardín trasero en la nieve?

—¡Sí! — alza las manos —Tengo unas botas Dolce Gabbana que combinan con mi vestido ¿verdad abuela? — parece una mini versión de Maya. Jack la adoraría y Sarah se volvería loca.

—Sí cariño, si no combinan compramos las que sean necesarias— mira a Millie por su hombro sacando un abrigo negro que haga juego con el color de mi vestido. —Sarah ha enloquecido, ya sabrá dónde buscarme.

—Se lo merece, espero que la desesperación no la deje dormir— ya me he acabo el plato completo. Octavian me mira y amablemente me sirve otra porción.

—Este abrigo es una reliquia, es mink, pasado por las mujeres Roe en su iniciación. Eres la única que la ha tenido, dado que Sarah jamás, lo haría y Cora tampoco, levántate para probártelo.

Es precioso y suave, Me llega por debajo de los muslos. Me siento abrumada por los lujos, pero me mantengo al margen con una excitación interna. Me han preparado analgésicos y una especie de protector para después del tatuaje.

Mi llamada con la doctora Kriss me aseguró que no habrá complicaciones para realizarlo, tengo tres semanas, mi bebé fue producto de las vacaciones en la isla dónde Alexander me pidió matrimonio.

Los sirvientes de anoche entran con cara de espanto, pensé que tendrían la versión relajada de Alexander, pero parece que han sido amenazados de muerte cuando recogen mi habitación arduamente.

Recito con Maya los juramentos a la organización y le doy instrucciones a Octavian para recibir a Cora y a Alicia en la residencia. Veo a Erick desayunar solitario en el comedor y Emilia la dejan la mayor parte del día encerrada en el ala oeste.

Es la mayor de los Roe la que me prepara, coloca mi vestido y me coloca las joyas, el anillo verde, el collar del lobo y una pulsera que hace jugo con el collar. Miro a Octavian cada vez que me colocan algo lujoso, el asiático me da ánimos de seguir.

El día no mejora con la nieve. Maya me deja llevándose a Millie, seré escoltada finalmente al Kript con mi seguridad. Posan el abrigo negro de los Roe extendido para mí, miro mi reflejo en el espejo.

Un vestido rojo ha sido la reliquia que usaré en mi iniciación, no sé cómo irán vestido los demás, no sé cuántos habrá, el tatuaje será doloroso, no confió en que una aguja me lastime, como el láser del médico de Susan Madden.

El maquillaje en tonos negro de ahumado en mis ojos me da una imagen fiera. Me han atado el cabello en una cola alta, ondulado por las puntas. La espalda del vestido rojo está descubierta.

—Puede hacerlo— dice Ethan a mi espalda y no necesito más para bajar los peldaños en dirección a las camionetas.

La lealtad de los sirvientes aún me sigue asombrando cuando casi se arrodillan cada vez que paso. Doce camionetas negras salen a la par de la mía que conduce mi guardaespaldas de más confianza y casi paternal, Rebecca va del lado del copiloto, mira por el retrovisor y le indica a Ethan la ruta menos afectada por la nevada.

No me pasan desapercibidas las miradas celosas que me da por el retrovisor.

Ni siquiera soy consciente del frío por los nervios. La punta de un edificio en tonos negros que contrasta con el blanco del clima se alza. Ethan da la señal por el comunicador de su oído.

Mi estomago hace estragos cuando veo los lujosos autos fuera, similares al nuestro, me pesan las joyas, pero el anillo Roe, me da una confianza intrigante. Las puertas de metal de la entrada son automáticas y las abren a distancia.

Adentro hay una cripta como cualquier otra, pero enorme, podría alojar a cientos de personas dentro. Respiro hondo repitiendo en mi mente el juramento y salgo con la ayuda de Ethan.

Noto que mis guardaespaldas han cambiado su atuendo, un verde de kray. Me llevan a la entrada, por un pasillo estrecho, escucho muy poco. Dos puertas de metal quedan frente a nosotros.

Mis guardaespaldas se alejan a mis costados mientras dos sirvientes abren.

Se escucha un eco y la gente se levanta.

Quedo bajo la atenta mirada de lo que calculo serán más de doscientas personas a mi alrededor. Todos vestidos de verde militar, me recuerdan a Logan, pero a diferencia de sus kray, tiene un toque oscuro con el tatuaje del lobo.

Algunos en el cuello, otros en el dorso de la mano.

No veo a Alexander, Maya está en las filas delanteras con Millie en brazos y Tyler a su izquierda, Emilia tiene las manos en su espalda con traje negro y el cabello atado, es la única que no porta más que un tatuaje de una cruz invertida.

Los conservadores de Moscú me instan a entrar, siento los ojos de cada persona sobre mí. La mirada en alto Emma. Busco a Alexander entre la gente, pero no está. Hago el primer protocolo de la organización.

Los miembros mayores están de pie, los conservadores de Moscú, los cazadores de Estocolmo y los valientes de Irlanda, cada uno se llama así mismo así. Hago una corta reverencia ante ellos.

No parecen complacidos.

—Sabíamos que el lobo tomaría esposa, pero no eres de la organización— dice uno de los de Dinamarca. —Has matado a dos miembros de la organización de los treinta y siete ¿Pero estarías dispuesta a matar otra vez?

—Lo estoy.

—Eso lo vas a demostrar, tráiganlo.

Acercan a un hombre con los brazos sucios lleno de lodo en algunas de sus extremidades, viene encadenado, lo arrojan al piso frente a mí. Es Maya la que me acerca mi daga Roe. Emilia mira con satisfacción la escena.

Me giro al mugriento como lo llaman y por primera vez veo a Alexander, sentado en lo alto del estrado con sus sirvientes a su alrededor mirando serio la escena. Tiene ropa de negra, un traje como de kray, pero con cinturones de armas en lo omóplatos.

Las botas se mantienen fijas en el suelo. Su mirada es sombría. No pronuncia ninguna palabra. Sus ojos conectan con los míos.

—¿Puedes rendirle tu lealtad absoluta al lobo? Asesina a mugriento con tu daga, es apenas el primer paso— dice el danés.

El hombre encadenado jadea miserablemente. Alexander espera como la organización, me queo inmóvil mirando al hombre suplicar no morir. —No lo hará— escucho el resopla de Tyler.

Avanzo hacia adelante con la mirada sería, la arrogancia de un Roe y la decisión de un buen miembro, mi daga en mi mano lo sujeto firme, me poso frente al encadenado, lo tomo de la cabeza levantando sus ojos suplicantes hacia mí.

—No lo hagas, por favor.

Levanto la mirada a Alexander. —Le rindo mi lealtad absoluta al lobo.

Clavo mi daga alrededor de su cuello rebanándole la garganta, su cuerpo moribundo moja el suelo. Miro a Tyler cuando me quitan finalmente los guantes negros manchados, no me tiemblan las manos, pero me retumba el pulso en los oídos.

Abro la boca recitando el juramento de lealtad a la organización, prometiendo discreción, espionaje y defensa. En caso de ser atrapados, morir sin revelar información. Juro por lo que me piden.

El olor a sangre en el suelo me da arcadas, no puedo apartar la mirada de Alexander, exige que lo mira mientras juro. Cuando termino veo la máquina, las agujas y la tinta, mi pulso se desboca de nuevo cuando un hombre pasa colocándose los guantes de látex.

Miro a Alexander y su mirada sombría no cambia, pero manda a detener al que iba a hacerlo. Se levanta finalmente.

—Yo lo haré, es mi esposa.

Los casi doscientos miembros dentro del Kript se arrodillan en sus lugares para el lobo. Maya y los Roe son los únicos que sólo agachan la cabeza, Emilia me mira de reojo. Los sirvientes colocan en sus manos guantes de látex negros y me hacen caminar a la silla junto a las agujas. Me quitan el abrigo.

El pánico me invade. —Acércate— ordena Alexander.

Rompo la regla principal del protocolo, no tocar el lobo bajo ninguna circunstancia, oigo el jadeo de una multitud cuando me aferro al traje de combate de Alexander. —Estoy aterrorizada.

Mira de reojo a la gente, los conservadores de Moscú vienen por mí. Me hace extender el brazo sobre la mesa, me limpia el brazo sentándome al lado de las agujas, prepara la tinta, el zumbido de la maquina me tensa la mano izquierda, pero la mirada de Alexander me relaja.

Cierro los ojos esperando por la primera aguja clavarse, cuando sostiene mi brazo. Los pequeños piquetes que duelen como la mierda se clavan en mi piel permanentemente, respiro hondo porque sé que es sólo el inicio.

Las venas del cuello de Alexander saltan con su concentración marcando de tinta negra y azul mi brazo recreando la cabeza del lobo que tiene en su mano. Ningún miembro la tiene similar a la suya.

Yo sí.

Me saltan unas pequeñas lágrimas de dolor, ya casi no siento el brazo. Dios que termine pronto. Cada aguja dentro es una tortura, la piel alrededor del tatuaje se extiende en rojez. Alexander para dándome un momento de alivio antes de continuar.

Me arde la piel, me duele. Limpia restos de tinta y un poco de sangre. Coloca el protector sobre el diseño. Poco de mi maquillaje se corre cuando finalmente se levanta con la mirada comprimida al ver mis lagrimas silenciosas.

Deja que le quiten los guantes, impaciente y va conmigo sosteniéndome a su lado. —Está terminado, no voy a lastimarte más mi amor— limpia mis mejillas ayudándome a levantarme y perdiendo su actitud fría de antes.

—El protocolo no ha terminado— nos interrumpe uno de los miembros.

—¡El protocolo termina cuando yo lo decido! — Alexander se gira para los de Moscú. —¡Ahora estás frente mi reina! ¡La reina de la organización y la reina del lobo, ponte en tus malditas rodillas!

Con una facilidad se arrodilla, Alexander me pone junto a él cuidando de no rozar mi brazo recién herido, pongo mi cabeza en su hombro y no reparo en los que se arrodillan ni en los plausos, me duele como la mierda.

Miro a Maya complacida con Millie tratando de saber cómo funcionan los aplausos, termina golpeando a Tyler en la cabeza. —Está hecho—repite pegando su frente a la mía. —Está es tu organización ahora.

—¡El lobo y su reina! — gritan los miembros mayores mientras los otros juran ser fieles sirvientes nuestros, fiel lealtad y fiel protección.

La boca de Alexander es como un alivio al dolor del tatuaje, besa mis comisuras haciéndome suspirar de alivio que esa aguja ya no esté dentro de mi piel.

—Mit alt Emma Roe.

Ese mit alt no es suficiente para mí en este momento, no después de esta iniciación que me ha cambiado para el resto de mi vida. — Te amo — su pecho se alza.

—Joder, te amo nena — pega su boca a la mía y disfruto de su sabor para dejar de pensar en el dolor del brazo.

Me deja viendo a los miembros de alto rango venir a nuestra felicitación, cumplen el mismo protocolo unos a otros, dicen sus juramentos de lealtad y se ponen a nuestros servicios, después dan una inclinación de cabeza que no me molesto en responder.

Ethan me hace tomar uno de los analgésicos que no me dañará estando embarazada, pero controlará el dolor. El plástico protector no me dejar ver el diseño, pero Alexander siendo arquitecto, tiene buena mano.

Veo a un sinfín de gente pasar, no es difícil mantener mi rostro como una Roe, está vez quiero patear a todo el que se me acerca para desquitar mi dolor de brazo, aunque conforme pasan los minutos va bajando de intensidad.

—Presentamos nuestra lealtad al lobo y su reina— Maya Tyler y Millie son los siguientes en la línea y ver a la pequeña de Jack hacer una reverencia aprieta mi pecho.

—Adiós tía Emma— me saluda con la mano cuando se la llevan.

Emilia es la siguiente viene sola, con la ropa negra. —No voy a decir que seré leal ante su organización porque sería una vil mentira, mientras mejor me paguen ahí estoy, pero si decirles que, como miembro de los Roe, los respeto— se inclina levemente.

—Gracias Emilia.

—Nunca des las gracias— responde ella y Alexander al unisonó.

—No sé si me quedaré para su boda mañana o me encerrarán en el ala oeste, pero les adelantaré su regalo como es debido.

Se va dejado a la fila interminable de miembro s a nuestro lado. Cuando ya estoy lo suficientemente cansada de la gente Alexander lo para y salimos de regreso a la residencia, noto el cambio inmediato de la gente ante mi tatuaje, el respeto que me dan.

Antes lo hacía por miedo a Alexander, pero ahora es honesto, como si fuera una más de ellos. Incluso Ida, con su atracción a Rebecca se ve honesto al pasar a su lado. Las botas de Alexander se clavan en la nieve cuando salimos del Kript de la mano.

Me siento poderosa. Miro los ojos verdes y camino a su lado con los miembros de la organización a nuestra espalda.

Él con su traje negro y yo con mi vestido rojo.

El lobo y su reina.



¡Hola sexys!

¿Preparados para las elecciones del ministro Madden?

felicidades s los sexys que nacieron en Agosto. 

¡Los amo tres millones!

-Karla. 

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