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CAPÍTULO 63

Dylan.

Me paseo por mi habitación de interno de un lado a otro, la necesidad de meterme anfetamina me sobrepasa, ni siquiera puedo dormir, el sudor se me pega a la frente, ejercito mi cuerpo de agente.

Me obligo a hacer flexiones, me exijo, pero la necesidad no se me apaga, me acabo las tres botellas de agua que dejaron mis cuidadores a mi alcance.

—Yo no soy un maldito adicto— me miro en el espejo.

No abriré la maldita dosis que me dejo ese maldito mafioso. Soy la justicia del país, peleo por mi placa noche tras noche. Me tiemblan las manos. La cena ni siquiera la toco. Cuando la necesidad me sobrepasa salgo de la maldita habitación.

Me mojo la cara en uno de los aseos, Cora no me ha visitado. Alicia cuida de ella, es bueno que el adicto haya muerto, finalmente mi hermana es libre. Me paseo como todos los internos por el pasillo hasta la sala de las pantallas.

Cojo una revista y la ojeo. Miro mi tarjeta de acceso a la base de Brent, la paseo en mis dedos para no sucumbir a la tentación y no me doy cuenta que sollozo hasta que la quiebro en pedazos en mi mano.

En mi mente pasa Lena, James, muchos otros de mi unidad, que son intervenidos por la dosis. Los que no lo lograron y finalmente en Sarah y esa noche que nos traicionó, saco mi móvil en un último intento de resistir la abstinencia.

Miro las fotos de mis padres. Olivia y Robert Gray. Paso las pocas fotos que poseo, la vergüenza me carcome cuando me escabullo de la sala de las pantallas en dirección a mi habitación para saciarme.

—¿A dónde vas? — pregunta mi cuidador pendiente de que mantenga la abstinencia.

—A los aseos— miento, pero me sigue también ahí.

Me lavo la cara una vez más. Salgo de vuelta a la sala con los demás internos. Miro el evento en la Gallery Art, las cámaras pasan pinturas de la primera exposición de Cora, a la que no asistí.

Su mirada perdida esta mañana, llora día y noche por Bennett Roe. Las cámaras enfocan su siguiente exposición, la que dio cuando vivíamos en Brent, los tres meses del exilio de Emma.

Son pinturas en tonos negros, de personas posando de espaldas, algunas se vuelven a medio rostro, me acerco a la pantalla y noto que todos los rasgos de esas pinturas son los mismos, cabello rizado castaño, nariz fina, mentón terso.

Bennett Roe es el modelo de todas las pinturas de su segunda exposición, se exhibió hace más de cuatro meses cuando estaba comprometida con Luke.

Regreso a mi lugar con la mente perdida en mi hermana. Lucy, una de las agentes que fue infectada y trata con la abstinencia como yo sube el volumen al señor Pitt que anuncia la exhibición del siguiente año.

La voz del maldito Alexander Roe capta mi atención. Busco el control remoto para apagar la porquería de la que habla, nuevos hoteles, exponiendo de nuevo su riqueza como lo hace su tía cuando humillan a todo lo que se mueve.

—El señor Roe lanzará un nuevo hotel— dice Lucy haciéndose un ovillo bajo su manta.

—No nos importa lo que haga, sabemos lo que es.

—Está noche inauguro mi más grande diseño en Nueva York, Estados Unidos— las cámaras están al pendiente de cada uno de sus movimientos, por un leve segundo se ve Emma de lejos.

Me quedo fijo en ella, sin importar que diga el delincuente de una organización. —En honor a mi esposa, Emma Roe— esa frase me hace apartar los ojos de Emma y cuando desvelan una pantalla con un diseño exacto y las iniciales E.R & Hilton &Roe destellan en luces me levanto.

—¿Dijo su esposa o escuché mal? — la voz de Lucy suena lejana.

Miro como la besa, y el enfoque que hace un cámara al anillo en el dedo anular, en la mano de él. Camino preso de la rabia y los celos. ¿Se casó?

—¿Camaleón a dónde vas? — Lucy se levanta, pero ya me he encerrado en mi habitación.

Me dejo caer al suelo con la cabeza entre mis manos. El dolor en mi pecho me hace contraerme en lágrimas silenciosas que se transforman en enojo y decepción, mi enojo con ella y con él.

Maldigo a los Roe, a su familia. Miro a Emma feliz en el Caribe, en Brent. Nuestro primer beso, yo estuve para ella cuando él la destruyó. Me quema el pecho, cada respiración que tomo arde.

El dolor me hace sacar la maldita anfetamina que tengo escondida, dejo a mi cuidador en la puerta y salgo por el jardín de la clínica, me tumbo en el lodo y planeo metérmela. Las alarmas de la entrada de la clínica se encienden.

Dejo que mis pensamientos de agente se apaguen para ver lo que sucede, aspiro la primera tira que calma mi ansiedad. Miro a los vigilantes correr detrás de alguien mientras preparo la siguiente tira.

No sé si es una mujer o un hombre quién se infiltro en la clínica del MI6 porque lleva cubierta la cabeza de una tela negra, es una figura delgada, pero casi puedo jurar que es femenina.

Me muevo lejos del caos a una bodega lejana. Dejo mi anfetamina en el suelo con mi celular al lado. La puerta de la entrada se azota y segundos después un cuerpo se azota contra el mío tumbándome en el suelo.

El rostro cubierto jadea por encima. Mi mente de agente aturdida por la anfetamina se activa, la muevo por el suelo y la someto, me sorprende su fuerza, clava sus muslos en mi rodilla avistando mi ligero problema de cojera.

Me quejo y la levanto en una de las paredes. —¿Quién eres?

—Que te importa adicto.

—No soy un adicto— la muevo a la salida para descubrirle el rostro.

—¿Ah no? Y yo soy una santa que no vio el día que te infectaron— se burla de mí, pero cuando la levanto contra la pared forcejea —Tienes las bolas para sujetarme, pero para metérmelas.

Ella.

Es el hacker que quiso entrometerse el día del ataque de las unidades, me dijo exactamente lo mismo, por eso trae el rostro cubierto. —Tú.

—Déjame libre cojo, no quiero dañarte la otra pierna, eso se lo reservo a uno de mis clientes— no puede librarse de mi agarre, mis músculos son grandes.

Le quito la tela de la cara, pero trae también alrededor de la boca y la nariz, lo único que queda a la vista son sus ojos.

Ojos verdes.

—Unidad de vigilancia— tomo mi comunicador en mi traje de clínica. —Tengo un intruso en una de las bodegas.

—Enseguida camaleón, retenlo.

La mujer se jalonea de nuevo sin poder liberarse. De repente se queda inmóvil cambiando de táctica, pero no muerdo su anzuelo, sigo presionándola contra la pared. —Estoy creando una distracción y acabas de caer en mi juego.

—Por su puesto.

—Es verdad, me pidieron despejar la clínica para que robarán a unos cuantos adictos, pero creo que eres uno de los que querían llevarse.

—Ahórrate saliva, tienes derecho a permanecer en silencio.

—Me ponen los agentes, son muy musculosos— prueba con otra técnica, pero no caigo.

—A mí no me ponen los criminales señorita.

—¿Te asusta que te pueda gustar? — no veo su rostro completo, pero estoy seguro que sonríe.

—A mí no me gustan los criminales— recalco aprisionándola con más fuerza tanto que se queja.

—¿Esa mentira te la repites todas las noches? — una de sus manos se libera ligeramente y pasa sus dedos por los músculos de mi abdomen, mi cuerpo se tensa.

—Manos quietas— me la quito de encima y noto el enojo en sus ojos por no caer en su juego.

—Eres Dylan Gray ¿no? — mi mente se está abrumando por la anfetamina que aspiré, en el fondo su voz me resulta parecida a la alguien.

—Que te importa.

—Esa tal Lucy será llevada con más de tu unidad, pero no me creas mucho, el ministro Madden no me explicó con exactitud su plan— dice cortando el silencio y mis manos tambalean un segundo cuando menciona al ministro.

Se aprovecha de esos segundos y me empuja contra la pared contraria liberándose de mi agarre, saca una daga de una de sus botas y me golpea con el mando empujándome hacia atrás, el efecto de la anfetamina comienza y comienzo a debilitarme.

La retengo, pero vuelve a librarse, la cabeza me da vueltas. Me empuja en una de las paredes, se baja unos segundos la tela de del rostro y planta su boca en la mía con fuerza antes de tumbarme en el suelo colocándosela de nuevo sin dejarme que vea su rostro.

—Definitivamente eres un adicto, sabes a anfetamina— oigo que se relame los labios, aunque no los veo —Y nadie le va a creer a un adicto que vio a un hacker aquí.

Siento el sabor de su labial en mi boca. ¿Sabe a fresas? —Fresas— murmuro más para mí mismo, pero me escucha.

—Hasta para eso eres inútil, creí que sólo eras peor hacker que yo, pero eres peor en todo, son frambuesas— saca un puñado del bolsillo de su pantalón —Soy alérgica a las fresas.

—¿Por qué trabajas para el ministro Madden?

—Siempre trabajaré para el que mejor pague y Richard está pagando muy bien antes de las elecciones— me golpea de nuevo contra la pared y se va por la puerta dejándome aturdido, me palpo la boca con una cortada clara y su sabor a frambuesas todavía.

La puerta de la bodega se azota, seis agentes de MI6 entran corriendo, entre ellos el teniente Wall y... Sarah. Ella pasa buscando por todos los rincones, no trae su uniforme azul.

—¿Qué haces aquí? —me levanto molesto, pero me tambaleo, veo borroso.

—Vine a que Emilia visitará a mi padre, come muy poco, ya casi no habla ni con su niñera, necesita salir más, su médico dice que es un estado de tristeza infantil, hay pocos casos— explica ella notando que todos los agentes la miran con recelo.

—Retírate Sarah, regresa con mi nieta a la camioneta, ve a mi casa y te alcanzaré más tarde — dice el teniente Wall.

—Avisaron que hay un camaleón por la zona, las unidades deber ir tras él y atraparlo. ¡Traigan a los perros de búsqueda! — se agacha a levantarme, pero me libero de su agarre.

—Ya no eres un miembro del MI6— su padre la corta —Vete.

—Pero teniente, quiero ayudar. Vamos a rodear el perímetro de la clínica para...

—¡Suficiente Sarah! No eres bienvenida en ninguna unidad del MI6 en mi presencia—el teniente saca el carácter de batalla que todos hemos presenciado con terror. —Regresa a dónde el ministro Madden, visitaré a mi nieta, pero no por gusto de verte, sino porque me necesita.

Ella asiente con la cabeza gacha, pero sin dejar de verme. Salgo con mi cuidador siguiéndome decepcionado, sabe que estoy drogado, no me toman en cuenta para atacar a la mujer que se filtró.

Veo a la pequeña versión de Jack Roe en el sofá con un cachorrito en su regazo. Está medio, dormido, pero el ruido de los agentes la despierta y se abraza al cachorrito. —Millie.

—Tío Dylan— susurra frotándose los ojos soñolienta. —¿Sabes dónde está mi papi?

—Vámonos Emilia— Sarah la interrumpe y no tiene la delicadeza de hablarle suave.

La niña se levanta con dibujos en una hija de papel arrugados en una de sus manos, son muñecos con el nombre de Jack y princesa Millie en letra que seguro un adulto la ayudó. Recuerdo la noche del ataque, Jack Roe siendo arrastrado por Logan.

Millie me mira con su labio temblando por el llanto que se avecina. El teniente Wall camina a ella dejando la búsqueda del camaleón en otro agente. La alza en brazos hablándole en español.

Millie asiente y se abraza a él, pero en ningún momento, suelta el dibujo de Jack Roe. —Ve al auto Sarah, dejaré órdenes e iré contigo— le dice el teniente.

Ya se ha humillado lo suficiente, la sacan de la clínica, la conciencia de mi abstinencia rota me deja ver borroso, me tumbo al suelo con mi cuidador a un lado cuando el teniente deja entrar en la clínica a una mujer bien parecida, ropa cara y botas blancas.

Estoy drogado, pero es Maya Roe. Un abrazo a Millie y la niña sonríe con su abuela, se ríe y le da el dibujo de Jack, el teniente ha permitido que un criminal venga a la clínica privada del MI6.

— Los Roe serán unos criminales como dices— dice Lucy a mi espalda con un porro que no sé de dónde sacó, pero quiero probar, ni siquiera noté que hablé en voz alta. —Pero se nota que se matan a sí mismos por sus hijos.

Alexander.

Hay un lapso delgado entre la vida y la muerte cuando me retienen de mis extremidades. Katherine y Beckham, el padre de Jack. —¿Cuándo te liberaron?

—Cuando soborné a la jueza escocesa, no fue difícil— responde fiero matando a uno de mis hombres.

Caterva corre por las escaleras y ataca hasta que se difumina. Mis ojos duelen, la vista se me pone borrosa por el ataque de Logan. Aun cuando estrangulo al kray con mis piernas y pongo a Beckham entre mis rodillas, Katherine me retiene.

La punta del arma se pone en mis sienes, voy a atacar a Katherine para usarla de escudo humano. Cierro los ojos quitando esas telas borrosas, no son competencia un par de Krays, pero la vista se me nubla.

Maldigo esos segundos de ceguera. —Muérete como el adicto— Beckham se burla.

—Siento tanto haberle inyectado anfetamina a tu hermano— Katherine brava con sarcasmo. —Creo que se me pasó la mano.

Beckham se burla y con la rabia de la muerte de Bennett la retengo por el cuello listo para matarla. Beckham me tumba al suelo, con el arma en mi cráneo. —Eres el mejor asesino que tuvo nuestra organización, pero nadie nos mata fácilmente.

—Quién diría que íbamos a matar a lobo, es tono un honor.

El disparo en su cabeza me lo quita de encima cortando sus risas antes que lo mate yo mismo. Beckham cae muerto al suelo, un tiro directo a la cabeza. —Carajo, es maldita— Katherine saca un revolver.

Alzo la vista y Emma tiene una metralleta en la mano, carga de nuevo el gatillo, entrecerrando los ojos para tener mejor precisión como le enseñe hace meses cuando el impacto la jala hacia tras y sin titubeos le dispara también a Katherine.

Dos veces.

Su cuerpo inerte cae quejumbroso en el suelo. Mi vista se vuelve clara, la determinación en su rostro la vuelve algo oscuro y perverso. Acaba de completar su iniciación como la Roe que es.

—¡Mataron a Beckham amo! — el grito de un kray se escucha.

—Katherine también está muerta.

A lo lejos Logan se gira a la que ha matado a dos miembros de alto rango en la organización de los treinta y siete, la rabia en su rostro hace arrastrar a la rusa con los Kray. Mi mujer se desploma por la adrenalina mientras me cuido la herida de la daga.

Caterva se acerca a su hermano y lo remata en el suelo con la mujer a un lado. —Esto es por Alesha, para que no haya errores.

Ethan va por Emma, pero no le presta atención, corre a mi lado de rodillas quitando al que me ayudaba. —No sabes hacerlo, muévete— lo manotea para que no me toque y con sus conocimientos detiene el sangrado de la herida.

El vuelco de mi pecho me tiene inmóvil viéndola ayudarme, me ha dejado sin habla desde la cena dónde hablo de elegirme. Gruño por un movimiento brusco que jode mi herida. — ¿Estás bien? — me toma el rostro con ambas manos, le tiemblan, pero no es impedimento a que me compruebe de arriba abaja.

Quita mi saco y revisa mi torso buscando más heridas o alguna de bala. La tranquilidad baña su rostro, pero al mirar mis ojos se asusta, están heridos. —Joder, sí— la tranquilizo, pero los examina de cerca y manda a llamar a uno de mis hombres. —Ya te dije que estoy bien, son heridas temporales.

Los toca con cuidado. — Necesitamos a Maya, tráela a nuestra casa— le ordena a Rebecca y no la deja acercarse a mí.

—Ya la tengo al teléfono, ayudaré a Alexander.

—Nadie lo toca, excepto yo— habla determinada.

Su guardaespaldas la mira con recelo, pero nadie le llevará la contraria a mi esposa por mucho que quieran hacerlo, un tatuaje de lobo en su antebrazo similar al mío será el fin de una guerra interna en mi organización, en la que ella es la pieza principal.

—Nadie va a tocarte sin matarme.

Se me desboca el pecho mientras pega su rostro al mío ¿asustada? no, está determinada, fiera. Me besa con mucha fuerza haciendo que me olvide de las heridas de las manos y la daga. Se da cuenta que me quejo de las heridas y se despega ayudándome a levantarme.

— El sentimiento es mutuo, señora Roe.

Respira hondo mirando el pasillo que conecta a la galería dónde mostré sus hoteles, la confusión, enojo u otra emoción no tiene lugar, está alerta mirando como Logan se lleva a la rusa, pero echará las paredes abajo cuando haya pasado la adrenalina de su primer asesinado doble.

Hará historia en una iniciación, de todos los mugrientos que puedo herir, se fue por los de rango más alto. Me siento orgulloso de mi mujer, se levanta con una elegancia digna de una reina.

Le dice a Ethan lo que debe hacer y Caterva la observa de lejos hacer y deshacer en órdenes.

No habla en el trayecto al Score, conforme pasan las horas se va aclarando la mente de lo que hizo. Será peor si Ethan no está ahí para ella durante esta noche para hacerse la idea de lo que ahora es. Rebecca no deja de mirarnos por el retrovisor y Emma le ordena voltearse.

Tengo el cuerpo hecho mierda, Maya sutura la herida de la daga suiza de Logan, me duele el abdomen y los ojos, en especial los ojos. Miro mi anillo de matrimonio en mi mano, mi tía lo mira y guarda silencio.

—¿Qué tal la vista?

—Me duelen los ojos como la mierda— saca su oftalmoscopio y me revisa uno por uno cegándome con la luz.

—No me gusta lo que veo— se quita los guantes de látex haciéndome recostar en mi cama. —No quiero dar un diagnóstico precipitado, te colocaré algo para las heridas, pero necesito que un médico especializado te revise.

—¿Por qué tardaste en llegar?

—El teniente Wall dejó que me viera con Millie unas horas antes, lejos de Sarah— explica.

—Mi señor, Erick está abajo, esperando.

—Que siga esperando con los sirvientes, se llevan perfecto.

Cierro los ojos cuando el goteo entra en mi pupila. La mando al infierno. Quema como la mierda, maldigo todo lo que tengo en la mente hasta al mismo rey de Inglaterra. Cuando termina me ordena mantenerlos cerrados por unos minutos.

—Es una lástima que no haya estado presente en el evento de los Pitt para ver a mi hermano— su sarcasmo flota en el aire —Maldito hijo de perra, mi única satisfacción es que Katherine y mi antiguo marido están muertos.

—Siempre puedes matar a Tyler para que sean dos muertos— sugiero como el maldito que soy.

—Me lo voy a pensar— es un mal de familia, sr asesinos —Iré con Emma, hablaremos con la organización mañana, la iniciación será conforme a nuestras reglas, pero herido el líder, debemos esperar.

—Quiero ver a mi esposa— ordeno a los inútiles sirvientes que hay en el balcón.

—Está en su habitación de invitados seguramente dormida, mi señor, Ethan se la llevó al poco de llegar, no se veía sana— dice Ida mientras Maya guarda su instrumental.

—Está es su habitación, tráela.

Escucho sus pasos corriendo fuera de mi habitación a cumplir mis órdenes. Maya habla, pero tengo la cabeza en el momento que Emma mató a Katherine y Beckham. Me pecho se hincha, parece que se va a reventar.

La cruz de mi hermano en mi cuello muerto quema, pero el collar que me regaló Emma en Nueva York me quema más. —Asegúrate de que esta bestia no se mueva de esa cama esta noche— le ordenan a Ida cuando regresa —Ya perdimos a Bennett para perderlo a él también.

—Lo intentaré señora Hilton, pero será imposible.

—Una cosa más ¿Mi hermano atrapó a la rusa? — pregunta a nadie en particular y es Ida el que le da detalles del escape de ella.

—Mi hijo, le suplico ser liberado— oído el murmullo de Maya enojada.

—No hagas una tontería— le ordeno. —No confiemos en la palabra de la rusa que está del lado de Dmitry, mientras nos dirige al ministro de Irlanda la mantendremos vigilada, nos conviene que siga dentro de la Cripta, esto puede ser un plan para atraernos a Logan.

—Traeré los presentes para la iniciación de mi sobrina— no suena convencida de dejar a Jack secuestrado. —Prefiero concentrarme en eso que en ir a bombardear a mi hermano que ganas no me faltan.

Abro los ojos teniendo claridad de visión. El abrigo blanco de pieles, la ropa de marca hecha por el mismo Ralph Lauren amigo de Maya, veo como mueven los presentes de Emma, su joyería y demás.

Nuestro dinero reposa en lo costoso que es el atuendo, pero en tonos blancos. Mis sirvientes preparan mi propio traje de verde militar, similar al de un kray, es traje de asesinos en las organizaciones, excepto las danesas, sus trajes cubren sus rostros en negro.

Lo preparan en el armario. Octavian me trae frutos secos para picar. Sigo esperando a Emma revisando la ubicación del auto de Dmitry, salieron de la ciudad, el castigo de la rusa será un tormento, pero no la matará.

—La organización me informó que esa impertinente mató a dos miembros de alto rango de la organización de los treinta y siete— Tyler entra azotando la puerta y poniendo alerta a mis sirvientes.

—¿Quién te dejó entrar? — mi mirada lo hace detenerse y sacarse el puro de la boca.

Baja la cabeza a modo disculpa. —Pensé que podían darme una explicación, la situación en la que nos ha puesto esa estúpida publicista es crítica.

Toma dos segundos para que uno de los sirvientes, lo arrodille al borde de mi cama y le ponga una daga en la lengua a segundos de cortársela. Tyler jadea sin librase de mis mejores asesinos.

—Córtale la mitad por ofender a mi esposa.

Por el rabillo del ojo veo a Emma en la puerta, entra y mira la escena. El sirviente mantiene la lengua de Tyler afuera, el puro en el suelo y la voz ronca sale suplicante cuando la mira entrar, pero no a su rescate.

—Por favor— habla a medias.

—¿Qué sucede?

—Le cortaré la lengua por ofender a la mujer del lobo— responde mi sirviente ansioso de cumplir mi orden.

—Diles que no Emma, hazlo por Maya— pide Tyler.

—Mi señor es un amo cruel, no cambiará de opinión— le dice el sirviente a Emma.

La voz de Erick distrae a Emma y veo el enojo evidente en su mirada. Sale decidida, disfruto el miedo en los ojos de Tyler y como buen médico decido ayudarle en sus problemas de boca.

—¡Alexander! ¡Hermano ayúdame! — el grito de Erick asustado detiene al sirviente.

Me quiero levantar, pero la herida me tiene maldiciendo, doy ordenes en danés a los sirvientes de salir, la curiosidad del grito de Erick me levanta, me sujeto la herida colocándome una playera.

Tyler sigue de rodillas, le trueno los dedos para que se largue. Camino por el pasillo y escucho una plegaría brotar repetidas veces. —Se que no somos muy cercanos— Erick tiene la vista clavada en el techo y Emma lo tiene sujeto de la camisa —Soy un mujeriego, pero no merezco morir por eso— suplica con Emma acorralándolo en el pasillo.

—¡Dejaste que firmará un acta de matrimonio sin saberlo! ¿Qué clase de abogado eres?

Me recargo en uno de los muros despreocupado mirando con satisfacción la escena.

—Te mostré el contrato prematrimonial, pero el día de tu fiesta me amenazó con quemarme vivo sin murmuraba otra cosa— se justifica Erick. —No me mates, me dijeron que asesinaste a Katherine y al padre de Jack, yo ni siquiera quería venir hoy.

Erick es patético, no duraría ni un día en las jaulas. Emma lo sigue cuestionando detonando todo su enojo con él. —Vamos a negociar Emma, soy un criado tu bien lo sabes.

—¿Negociar? Tengo un DNI oficial sin el apellido de mi madre— lo abofetea.

Erick ni siquiera trata de quitársela de encima, ni defenderse, la trata con delicadeza. —Abofetéame todo lo que quieras, no me defenderé o puedo lastimarlos.

Emma se detiene, Ethan se hace cargo del resto. —Ven a mi habitación — ordeno terminada la pelea.

—Estoy exhausta— asiento y camino a la Cripta del Score.

Está saturada de cosas de Jack y un arma que tengo preparada como la que está activa en Moscú. Saco el material preparado con el pecho martilleándome. La aguja de la organización está en su estuche, reparo en las tintas negras y azuladas en oscuro. Ethan entra una hora más tarde preparando.

Voy descalzo, pero como dijo Maya soy una bestia que no entiende de descanso. Saco las reliquias de la organización, me preparo para pulir la daga de los Roe. Tomo mi IPad y consigo la ubicación de Manchester, la cede principal de mi organización está ahí.

Trecientos cincuenta miembros activos, dieciocho Criptas en Londres y doce en Moscú. Aliarse a los rusos es el plan alto de las organizaciones inglesas, los daneses se hacen del control, pero poseo dos criptas en Dinamarca.

Le escribo al hacker para que se presente en Dinamarca. —Mi señor— un sirviente se acerca —No se reportan daños graves en la galería de los Pitt, hemos limpiado el desastre.

—Perfecto.

—No han dejado de llegar correos de las aperturas de sus nuevos hoteles señor Roe— Amelia se acerca mirando el armamento en la mesa. —¿Dará una entrevista mañana por la mañana?

—No.

Saco una caja terciopelada negra. Tallo la argolla la mayor parte de la noche, oro puro, extraído de las minas. Lavado por mozos expertos, mis guardaespaldas sudan en las frentes armando el espectáculo.

Se abren las cajas que hace tiempo estaban cerradas, se pulen puertas en Dinamarca, se traen los lujos y la extravagancia de mi familia.

Maya me ayuda con el armamento, se comunica en danés para los preparativos de los más de trecientos miembros. Mi sastre muestra mi traje de combate a medida, lo ajusta en mis brazos.

Pasamos la noche trabajando arduamente sin descanso.

Por una video llamada me reúno con un par de personas de Moscú.

Duermo y reposo un poco después de las tres de la madrugada, cuando un sueño me levanta con dos personas de ojos verdes en mi cabeza sedada por analgésicos.

Miro la habitación a oscuras, las burlas del ministro Madden de tener un hijo vienen de repente en mi cabeza seguido a las insinuaciones de Tyler.

La herida no es profunda. El mejor médico de la ciudad viene en la mañana, revisa mis ojos y pone una mierda mejor que la de Maya, mis sirvientes traen mi desayuno, la Cripta danesa está prepara.

El Jet también lo está. Tengo alguien vistiéndome, miro el ventanal del Score guardando mi porro. Aquí inició todo. En el Score.

Cuando para Emma era un empresario, siempre fui un mafioso bajo las sombras, se transforma lo que era un empresario arquitecto y su publicista, en un mafioso y su esposa. Miro a Emma salir de su habitación.

Es tratada como de la realeza. Mira a todos los sirvientes que hay aquí, cuando vea al resto se quedará sin habla, completará su iniciación, ya no debemos ocultar nuestro poder. Se sienta a mi mesa acompañada de Octavian.

Mira a los mozos servirle fruta, comidas, postres. Ethan se ha duchado y afeitado, Rebecca está implacable al lado de ella sin hablar al menos no a mí. En Emma no hay estragos de haber pasado una mala noche, o pesar por sus asesinatos.

Esta fresca y su clásico olor a frutillas de su perfume llega hasta mi lugar, trae un vestido floreado, ligero y de fácil acceso, me duele el abdomen con la herida, pero mi verga tiene planes diferentes.

Se ve diferente, tiene las caderas más pronunciadas como la curva de los senos. Me quedo con la vista fija en mi desayuno matutino preferido y este vestido me gusta de una forma irracional.

Frunzo el ceño disfrutando de las vistas. — Buenos días esposa— sonrío ladeado cuando se sienta a mi mesa lanzándome dagas con los ojos.

Su pecho se alza y su café se detiene a medio camino, el brillo en su mirada no es por emoción, hace semanas que lo tiene. —Voy a matarte por mentirme, me quistaste el apellido de mi madre.

Carraspeo deteniendo al sirviente que se altera con que me amenacen de muerte. —¿Tan pronto quieres heredar nuestra fortuna y mi organización nena?

Rodea los ojos. — ¿Más fortuna que los hoteles que llevan mi nombre?

Me pongo serio, no me la pone fácil, pero el vestido le queda a la perfección. Joder, sigo notando el vestido. — No iba a regalarle una baratija a mi mujer, le pondré el maldito mundo a sus pies y no será suficiente.

Respira hondo atrayendo mi atención a sus tetas, ¿Estás aumentando de tamaño? Gracias por mi alimento, agradezco en silencio a una deidad en la que no creo. — Estás comprándome para que no te ponga un acta de divorcio— su voz me hace apartar la mirada, enojado.

—Nunca me hables de divorcio— le advierto completamente serio —Esa palabra sácala de tu vocabulario a partir de ahora.

Mira el anillo en mi dedo anular y se relame los labios gustosa y satisfecha de sacarme de mis cabales, lo noto y vuelvo a mi postura despreocupada de antes. —¿Por qué lo hiciste? — rompe el silencio.

—Porque eres mi mujer y te estabas tardando en ser mi esposa.

Veo la media sonrisa de Ethan aparecer, los sirvientes siguen al servicio de ella.

—Pude decir que no.

—Si quisieras hacerlo ya no puedes— sonrío como un cabrón hijo de puta.

—Quiero una boda convencional, no planeé un evento caótico noches enteras con la gritona organizadora para que decidieras por ambos— se me planta al frente desde su asiento —Y arrastraré a cada ser humano que aborreces para disfrutar mi noche como lo merezco.

—Hazlo.

Su plan de enojarme de nuevo no funciona, el vestido me distrae, el cuerpo lo tiene más proporcionado, delicioso. — Gastaré cada centavo de tu tarjeta de crédito.

—Me encanta.

Entrecierra los ojos — Vaciaré tu cuenta bancaría en adornos extravagantes e inútilmente costosos. Daré una boda lujosa que ni la princesa Diana tuvo.

Saco mi black card de mi bolsillo, me río internamente de su intento vano de enojarme, desde que la convertí en mi esposa, eso es complicado de lograrlo. —Es toda tuya, gasta mi maldito dinero en tus caprichos.

Su rostro se comprime cuando la toma, pero no deja salir esa sonrisa, su enojo no se lo permite. —Eso no compensa mi enojo— vuelve a comer con demasiado apetito.

—No es nuestra primera pelea matrimonial, tuvimos un par más después de casarnos.

—Más de una semana tardaste en decírmelo. ¿Qué esperabas? ¿Qué nunca lo descubriera?

—Qué cuando lo descubrieras no te pudieras librar de mí.

—No me quitaré el apellido de mi madre, no pienso llevar el tuyo.

—Eso ya no está a discusión señora Roe— remarco su nombre completo. —Tu DNI y pasaporte han cambiado.

Levanta su tostada exasperada, le da mordisco vacía y le unta crema batida como del tanto para provocarse un paro cardiaco con esas calorías para enojarme. — Cora estará presente.

—Esa mujer no pisará el mismo lugar que yo. Mató a mi hermano.

—No lo hizo— la advertencia en su mirada me dice que la rubia es intocable —Dylan me llevará al alar.

Dios bendito, ayúdame a no mantener, el hasta que la muerte nos separe. —Los muertos no caminan en bodas— chasqueo los dedos para que me traigan mi whisky escocés.

—Divorcio seguro.

Me levanto de la mesa enojado para ir en su dirección. Un sirviente se interpone. —Mi señor— me da una inclinación de cabeza —Moscú está listo para recibirlo después de la iniciación de mi señora, las criptas de Londres se han informado, estarán listos para asistir. Su Aston Martin ya está esperando por usted.

Miro a mi mujer comiendo su postre como si nada. —Aún no tengo mi desayuno en la boca, mi esposa no me lo ha proporcionado.

Emma detiene las tostadas en sus manos y traga grueso. —Pues te irás sin desayunar— se encoje de hombros femenina pidiéndole a los sirvientes tocino, corren a pedir su orden.

—No quiero quedarme con hambre Emma, me pondré malhumorado— me planto frente a ella sintiendo la cicatrización de las cortadas en las palamas de mis manos.

—¿Mi señora podría proporcionarle su desayuno al lobo a la brevedad posible? — le suplica el sirviente. —La gente de Moscú no espera a nadie, si él no da órdenes para ellos se enfadarán.

Abre la boca viendo que utilizo a mi servicio para tenerla. —No.

—Podría demandarte, en el acta de matrimonio y en contrato prematrimonial que firmamos se acuerda que no puedes negarme el acceso a ellas por más enojada que estés.

—Lo sé, lo leí anoche detenidamente antes de abofetear a Erick.

—Mi señora la gente de Moscú espera recibir órdenes.

—Si me lo pide por favor el lobo, tal vez lo haga.

—Por favor— no demoro en pedirlo.

Mis sirvientes abren los ojos abrumados. Emma no puede con la media sonrisa que sale. Asiente y se levanta. —No quiero problemas legales tampoco.

—Largo de mi vista inútiles, voy a comer— corro a todo el que no sea ella viniendo frente a mí con ese vestido que me tiene fantaseando. Ethan los insta a desaparecer más rápido del alrededor, incluida Rebecca

Me recoloco mis gemelos, el abdomen me quema, pero Emma viene bajando los tirantes de su diminuto vestido —No puedes tocar, sólo vas a comer, porque leyendo el maldito acuerdo matrimonial parece que eres muy racional con tu obsesión de mis tetas.

—Soy inteligente— digo con el ego en alto.

—Pusiste una cláusula que dice desayunarlas todos los días y no puedo prohibírtelas.

—Visualicé nuestros problemas de pareja a futuro y encontré soluciones antes de casarnos.

—Será con mis reglas— explica, pero se le ve ansiosa, como si tuviera las hormonas disparadas —No lo vas a llevar a más, comerás con las manos en un lugar seguro y después te irás a reunirte con los que vienen de Moscú. ¿Entendiste?

—Soy sordo.

La subo a la mesa al lado de las frutillas rozando sus suaves muslos, a días de que prohibió tocarla, esto se siente como el jodido paraíso.

Se baja el borde del vestido y joder, se ven más apetitosas, viene sin sujetador. Los pezones rozados quedan a mi vista aumentando mi hambre. Arquea la espalda ofreciéndomelos luciendo enojada, pero está ansiosa.

—Será a mi modo— me recuerda mientras pone mis manos en la mesa para que no la toque, agarra un puñado de mi cabello y lo baja a ellos. — Come.

No me opongo a la petición, bajo mi boca la suave piel del alrededor, ni siquiera lo llevo lento, voy directo a los pezones mordiendo la carne, mi lengua sale ansiosa a rodear la piel tensa, cierra los ojos y la escucho tragar duro sin hacer ningún sonido.

Me pongo hambriento, succiono a mi beneficio y me amamanto. Emma respira hondo y ahoga un gemido. Aprieto mis manos en la mesa luchando contra el impulso. Jala mi cabello despegándome y mueve mi cabeza a su otra teta.

Muerdo la piel y chupo a mi antojo. Gime con la boca cerrada, despego mis manos de la mesa y le apretujo el otro. Bajo las manos subiéndole el vestido hasta que encuentro sus nalgas, las apretujo y la alzo sobre mí para tener la altura perfecta de sus tetas en mí. Las heridas de las manos me calan, los raspones con el roce la arquean buscando más.

—Estás rompiendo las reglas— jadea, sacándolos de mi boca.

—Aún no me he saciado, quiero comer más— le clavo los dedos en las nalgas y bajo la boca de nuevo

Se relame los labios acalorada, pero no me detiene. Sus caderas comienzan a mecerse, sus muslos frotándose juntos buscando fricción que alivie la humedad en sus bragas. —Oficialmente puedo decir que le estoy comiendo las tetas a mi esposa— musito con la boca llena.

El roce del frio de mi anillo de matrimonio combinado con las marcas de daga la excita, gime con la cabeza hacia atrás y se queja de la fuerza con la que le aprieto las nalgas. Mi verga se endurece con cada sonido.

Soy un buen marido.

Me bajo la bragueta y me saco la polla erecta. La levanto contra mí, sus manos se quedan en mis hombros, yo cargándola y ella jadeando con las piernas a mi alrededor lo senos de fuera, queda más alta que yo, con una mano le hago a un lado las bragas de encaje.

—Está es la primera vez que eres consciente que tu marido va a meterte la polla.

Me clava las uñas en los dedos, me agarro la verga con la mano y se la encajo sin caricias ni roces suaves, sus tobillos se cruzan en mi espalda conforme la alzo y la hago descender clavándola.

Sus tetas rebotan en mi cara y sus gemidos llenan la estancia del Score como la primera vez que follamos cayendo en Tentación. Mi altura la tiene suspendida del suelo, mis músculos son comidos por sus ojos ambiciosos.

Sabe que estoy herido, pero se sostiene de mis hombros y se deja caer sola, me quita el saco por los hombros y se pelea con los botones de mi camisa hasta que los quita, me muerde los pectorales. —Míos— clava sus dientes en ellos.

La alzo y la bajo con hambre, mi glande moja su clítoris cuando se la saco y vuelvo a humedecerla, va a plantar su boca sobre la mía cuando ese maldito sonido nos ensordece.

—¡Tío Alexander! ¿Dónde estás?

—¡Carajo, es Millie! — Emma se remueve con mi polla todavía dentro. —¡Bájame! — me saca sus tetas de la boca y se sube los tirantes del vestido.

Si ya odiaba a la mini humana, ahora la aborrezco.

—Los sirvientes está afuera del comedor— grita la voz de Maya por la puerta—Si están haciendo alguna indecencia, paren que mi nieta está aquí.

Me quedo con la verga dura, Emma se alza y se desliza por mi cuerpo hasta que sus pies tocan el suelo, las mejillas sonrojadas, sudorosa. Las tetas de fuera. Corre hacia mí y me mete el miembro en los pantalones de nuevo.

—¿Vas a dejar a tu marido con la polla dura? — la miro enojado, mientras se acomoda las tetas y las bragas.

—¿Ya están decentes? — la impertinente de Maya insiste. Emma se abanica con las manos y se baja el vestido cubriendo sus nalgas. Los sirvientes entran de nuevo a atenderla mientras Maya y Emilia los siguen por la parte trasera.

La mini humana viene inquieta jugando con el cachorro de Kieran. Maya le da un dulce y la calma. Otra función útil de mini humano, se calman con dulces. Cuando sus ojos me ven en el comedor parece que se le sale el cerebro.

Corre hacia mí. Por primera vez me escudo en Emma antes que esas manos se prensen en mi pierna, pero ella corre en el vestido floreado y la alcanza a mitad del camino levantándola en el aire y haciéndola reír.

—Emma, te extrañé— se abraza a su cuello mientras Emma la llena de besos en la mejilla.

—No más que yo.

—Pasaré el día con mi bubu— levanta las manos en el aire.

—Te compraré unas pinturas preciosas y te llevaré al centro comercial— Emma la mece con ella.

Mi pecho se hincha. —¿Pensando en hacerle uno a tu esposa? — la voz de Erick es un enojo pero que la de la mini humana.

—¿Qué haces aquí? — pregunto cuando agarra un trozo de pan con mantequilla y toma de mi taza de café. —¿Qué no tienes casa, pordiosero?

—Ese apodo es nuevo.

—Quítate de mi mesa criado.

—Criado y abogado, no te habrías casado sin mi ayuda, aunque no quiero enfrentarme al enojo de Emma otra vez.

Voy a mandarlo a la mierda, pero la mención de mi hermano me detiene. —¿Dónde está mi tío Bennett? — pregunta la mini humana buscando entre la gente de mi comedor. —Le hice un dibujo que le hice con mi mami.

—¿De verdad? — Emma se percata de mi repentino silencio.

—Él me enseñó a dibujar, dijo que me prestaría uno de sus pinceles para dibujar a Kieran en su salón de juegos.

—¿Cómo conseguiste a la mini humana de Jack? — le pregunto a Maya mientras comienzo a beber otra vez pasando del desayuno habitual.

—El teniente Wall dijo que no come por las mañanas y por las noches llora buscando a Jack hasta que se queda dormida, no sabe qué más hacer por ella, cree que nos echa de menos, pero en realidad ninguno de nosotros será suficiente para ella— aparta la mirada enojada.

— ¿Trataste de que comiera contigo?

—Traté, pero es inútil, apenas toca sus panqueques de unicornio.

—Millie, cielo— Emma le acaricia la cara —¿Quieres un bocadillo especial hecho por Octavian? — la mini humana sacude la cabeza incesante. —¿Una galleta de chispas? ¿Para que tú y mini quieran vean televisión juntos?

Vuelve a negar con la cabeza. Se acerca al oído de Emma a susurrarle algo que nadie más oye. —¿Quién?

Alza su mini mano y me señala. Ruedo los ojos chasqueando los dedos a mis sirvientes. —Mi Aston Martin, voy con los de Moscú antes que volemos a Dinamarca. —Quiero que el tío Alexander desayune conmigo.

—No niña, no soy tu padre— reviso mi IPad.

—Y que juegue conmigo.

Veo a Octavian traer esos ridículos panqueques rosados con figurillas de unicornio.

—Por eso es hija de Sarah, está demente, mi reunión con los de Moscú será un par de horas antes de irnos, el equipaje de Emma está preparado— miro a Ethan que confirma con un asentimiento de cabeza —Los miembros de mi organización está preparados en la cripta, no coy a perder el tiempo.

—Yo también estoy lista para volar— mi tía se sienta a la mesa seguida de Emma como si fuera un desayuno normal con el criado de Erick que aprovecha para atiborrarse la boca de comida de calidad.

—Estaremos una semana fuera del país reunidos con la organización en una de mis criptas de Dinamarca. ¿Llevarás a Emilia?

—Por supuesto.

—Sarah la buscará.

—Y eso es lo que quiero que haga— levanta la cara decidida dándole una mirada cómplice a Emma —Que ella y Richard me sigan hasta Dinamarca.

—¿Cómo se enterará Sarah que hemos ido a Dinamarca? — Emma insta a la mini humana a comer y milagrosamente lo logra.

—Les dejarán un mensaje.

—¿Quién? — sus cejas se alzan.

Sé perfectamente quién y cuando escucho sus botas resonar en el pasillo del Score mis sirvientes se mueven para preguntarme si la dejarán entrar, doy un asentimiento cuando se quita los guantes simulando la elegancia de su madre.

Luego el abrigo aterciopelado, la mirada de Emma parece reconocerla. Erick es el que más intrigado se queda, la ha oído, pero nunca visto. —Anoche se me informó de un viaje a Dinamarca a una iniciación, no soy parte de la organización del lobo, pero lastimosamente soy parte familiar.

Su delgadez se acentúa cuando se acerca a nosotros. —De rodillas para mi esposa— le ordeno a mi antiguo camaleón.

—Por supuesto, no quiero pelear con el lobo porque sé que perderé— le cuesta agachar la cabeza ante Emma, pero mi advertencia es clara —Ya no estoy al servicio del lobo como camaleón, me despidió, y como no estoy al servicio de nadie, no tengo que ocultarme.

—Silencio.

—Tu voz es idéntica a la de Maya. Creo que te conozco.

—Lo haces y yo a ti, oí que anoche mataste a dos miembros de la organización de los treinta y siete, perfecto, Katherine era una ramera— hace una reverencia de la realeza con las manos extendidas a los costados y una arrogancia que es de familia —Emilia Roe, a sus servicios. 

Emma.

Miro a la mujer de ojos verdes parecida a Maya, el problema es que la conozco. Es la mujer que besó a Bennett en el memorial de Lena, su delgadez es notoria, pero el aire de arrogancia de un Roe es fijo en su mirada.

Bennett y ella...

—Mi señor, su auto está listo, la gente de Moscú llegó— dice Ida interrumpiendo a Emilia.

Millie la mira con una sonrisa de lado. —Yo también me llamo Emilia— alza su cuchara en el aire.

—Porque mi hermano no pudo elegir otro nombre más perfecto pequeña bola de dulce— le pellizca las mejillas. —No te diré quién soy, tu madre es Sarah y lo que menos necesito es a la loca detrás de mí.

Alexander se levanta con la camisa mal puesta por nuestra reciente actividad que lo tendrá en un estado incómodo durante la mañana. —Ten mi Jet no quiero retrasos para llegar a Dinamarca.

—Como ordene mi señor.

Los sirvientes son demasiados en el Score, tantos que jamás había visto más que a nuestro servicio personal. y todos bajan la cabeza ante Alexander y ante mí, es incómodo, pero siento una ligera satisfacción interna.

Millie toma la black card que me dejó Alexander y la juega entre sus dedos sin ser consiente que posee millones de libras en ese pequeño pedazo de plástico. Octavian me trae mis galletas de jengibre para las náuseas matutinas.

—Es extraño ver tu rostro, durante casi un año siembre te vi cubierta de negro hasta el rostro.

La hija de Maya sonríe ladeada. —No he trabajado tanto tiempo para él, debió ser otro camaleón, se cambian constantemente.

—Estoy segura que ha sido el mismo, al menos hasta el último viaje a nueva York.

—Esa no era yo, tú le disparaste traición en el evento de inversionistas y el contrató mis servicios para encontrarte en Brent, desde ahí comencé a trabajar para él— divulga lo que tomo como información confidencial, si nunca conociste la cara de ese hacker, es porque debe ser alguien sumamente peligroso.

—Nunca se descubrió la cara y ahora que lo mencionas era un hombre.

—Eso me intriga, suena como que era alguien importante— coloca las manos sobre la mesa bajo su barbilla y veo el tatuaje de cruz invertida en el dorso de su muñeca —¿Quién es mi remplazo ahora? Si el lobo me corrió fue porque o piensa que lo traicionará o encontró a alguien mejor, sabemos que lo segundo es imposible.

—Si no eres miembro de la organización no revelaré información del líder.

—Guau, eres un hueso duro de roer, eso no me lo dijiste madre— se gira hacia Maya recargando el peso sobre la silla— Y tú, deja de mirarme— chasquea los dedos en la cara de Erick asustándolo.

—Yo me iré con Alexander.

Rueda los ojos como si le cansara escucharlo, sus elegancia y arrogancia es notoria, pero es más ligera que de toda la familia Roe. —Emilia está aquí con dos propósitos— Maya manda a los sirvientes a ocuparse de sus asuntos. —Asistir a tu iniciación en Dinamarca y...— mira a ambos lados —Ayudarnos a rescatar a Jack cuando estemos de vuelta en Londres.

La impresión de Millie agotada, sin querer comer me ha agrietado el pecho, si fuera por mí, esta misma noche iría a rescatarlo, el mismo le dijo a la rusa que yo era la única que insistiría en sacarlo.

—Me parece sensato, pero dado que mi guardaespaldas amenazo con decírselo a Tyler, deberíamos mantenernos al margen de lo acordado hasta que estemos en Dinamarca.

—Crearemos una distracción para Sarah y el ministro— dice Emilia interrumpiéndome —Cuando nos sigan fuera del país.

—Millie cielo, necesitas comer más— insisto en la hija de Jack, pero niega con la cabeza repetidas veces. Maldigo a Sarah, destruirá a su hija si no conseguimos sacar a Jack de las jaulas.

Emilia deja el Score una hora después. Maya pasa gran parte del día en la Cripta que hasta ahora no sabía poseía el edificio. Octavian me ayuda a cuidar de Millie mientras preparan mi equipaje.

Los mensajes de Cora nunca los responde y para irme de la ciudad paso por el apartamento de Alicia. La música de Magic suena en los altavoces de su laptop, está tendida en la cama con pijama y helado de fresa.

Tiene los ojos rojos, paso con ella la mayor parte del día. Alicia llega del trabajo y no pasa de preguntarme por los hoteles Emma Roe, eso anima un poco a Cora y se levanta del sofá a conversar de la sorpresa de la noche anterior.

Parece una tarde chicas, parece que no cometí dos asesinatos anoche, que no estoy casada con un mafioso y que no estoy a horas de irme a Dinamarca para una iniciación en la organización del lobo.

Me sienta bien estar con mis amigas y a Cora también. Octavian me espera en la camioneta con Millie dormida en sus brazos abrazando al cachorrito de Kieran. No me llevan de vuelta al Score, el camino es al aeropuerto internacional, en la cede privada que tiene Alexander.

No me dejan a Millie, Maya ha mandado a la niñera con su chofer. Alexander esta como todo un empresario perverso a la entrada, hace una mueca cuando la herida se golpea con uno de los asientos que nos asigna la azafata.

Miro Londres por la ventanilla sintiendo una ansiedad interna a lo que me encontraré en Dinamarca. No creo que sea necesario mostrar el pasaporte cuando claramente es el jet de un mafioso, pero de todas formas el capitán se acerca personalmente.

Alexander muestra el suyo y no pierde de vista al sacar el mío. —¿Nombre de abordaje? —pregunta el capitán tomándolo.

—Alexander Roe.

Comprueba la información y pasa a mí. —¿Nombre de abordaje? — miro de nuevo el Roe después de mi nombre, sé que después de Dinamarca no volveré como lo que siempre he sido.

Ya no seré más una publicista. Mi vida se ha transformado en torno a una mafia, lo que me trajo a Londres una vez, ya no me perturba, no soy esa Emma indefensa que fue secuestrada por Jaden.

No soy la Emma que pensó en Alexander como un simple empresario y no soy la Emma que jamás hubiera asesinado.

—Emma Brown— digo por última vez.

—Roe— corrige.

Miro el anillo verde en mi mano, siento el peso del collar del lobo sobre mi cuello. Mi daga está en mi bolso, mi bebé. Miro a Alexander cerrar los ojos por la jaqueca que le provoca la altura.

La doctora Kriss está al tanto de mi vuelo, de repente me surgen ideas de una madre primeriza, entro en pánico.

Mi estomago hace estragos en el despegue. Ethan está en la parte trasera como carga mal puesta de viaje, pero siempre al pendiente de mi condición. La organización del lobo no ha hablado de lo que desaté matando a Katherine y a Beckham, lo hablaran en Dinamarca.

Me duermo en el vuelo, me duelen los pies. El cuello se me tensa cuando nos piden el cinturón de seguridad en el aterrizaje, la zona en la que el avión baja no es un aeropuerto común, nunca antes había sido tan consciente de la organización y su densidad hasta ahora.

Hay una fila de autos deportivos de lujo rodeando la zona de aterrizaje. Las puertas se abren y los escalones eléctricos se despliegan. Hay cincuenta, no, setenta, ochenta, sigo contando uno por uno a los hombres trajeados que se ponen al pie del jet en reverencia a Alexander.

Las armas son visibles, en sus costados, la extravagancia de los vehículos se iguala a la de Alexander. el tatuaje del lobo en sus brazos izquierdos queda a la vista, algunos los tienen en el cuello.

Son daneses, algunos ingleses, incluso reconozco a unos rusos, deben ser los de Moscú que mencionaron, no me imaginé la inmensidad de la organización del lobo. Todos liderados y al servicio de Alexander.

—Bienvenidos a Dinamarca— dicen al unisonó antes de ponerse de rodillas.  


¡Hola sexys!

La organización del lobo ha aparecido ¿Listos?

Doy spoilers en mi instagram a la media noche. 

Los amo tres millones. 

Karla. 


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