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CAPÍTULO 6

"EL LOBO"

Dos semanas después.

Emma.

Termino de prepararme un tazón de cereal con el sonido del televisor a lo lejos. Cora está recostada en el sofá con un trozo de tocino en la boca del que nos preparó Luke. Estiró los brazos aun adormilada y el olor del jugo recién hecho me sube a la nariz.

Tomo un sorbo, aunque en realidad nunca he sido fanática del jugo de naranja, solo hasta ahora estoy en un modo extraño apeteciendo beberlo. El sabor acido moja mi lengua y si tuviéramos tostador haría a mis bebes con crema batida para acompañar.

Cora alza la cabeza cuando me acerco a la sala. Ya no se le ven las magulladuras de la boca por los golpes, apenas le quedan unas manchas rojizas ya casi inexistentes.

Me siento en el sofá junto a ella cuidando mi espalda, gracias a los masajes que me aplico todas las noches todo se ve bien ahí atrás por el espejo y mi pierna ya está curada por completo.

Una de las mujeres del equipo médico que trajo Dylan la tarde en el hospital me revisó todo el cuerpo al igual que a Cora y debo decir que las píldoras desinflamatorias que me dio fueron un alivio que necesitaba.

Preguntaron por las marcas de la espalda y respondí con la verdad porque Seth lo hizo con toda la intención y si puedo añadir más para su castigo lo haré.

Por su parte Sawyer acaba de convertirse en prófugo de la justicia, lo están buscando por todo Londres y las regiones cercanas. Cuando salió la orden a su aprensión el mismo día que le conté la verdad a Dylan, Sawyer desapareció del mapa más rápido de lo que habían planeado, pero sé que no tardarán en encontrarlo.

Confío en Dylan.

Las imágenes de los agentes con uniformes negros y chalecos grandes pasan por mi cabeza como un rompecabezas pieza por pieza.

De Seth no sé nada, es como si se lo hubiera tragado la tierra la noche en la que atacaron la casa de compañía y me sacaron de ahí, de esa casa que no podemos hablar con nadie, solo Cora y yo sabemos eso.

En los últimos días Dylan ha llamado a Cora más de lo acostumbrado aun siendo un hombre serio y ocupado, pero sé que le pudo lo que le pasó a su hermana. A mí también me ha llamado para preguntar como estoy y platicar con él por las noches me ha sentado bien conforme pasan los días, es como regresar a los viejos tiempos cuando mi madre aún estaba viva.

Siempre era así, los cuatro vivíamos en el mismo conjunto y no había día que no viera a Cora salir por su puerta detrás de su hermano mayor. Mi madre los adoraba y yo también lo hago, aunque con el tiempo y su trabajo Dylan se volvió más reservado, sigue siendo el mismo de antes.

Siempre me sube el ánimo que tengo decaído cuando estoy a solas.

Sonrío de lado viendo las rosas que envió, ahora descansan sobre la mesa en medio de la sala para que todos las vean. Una noche de estas hablando le dije que las flores me suben el ánimo, la mañana siguiente ya tenía una entrega en la puerta.

De cierta forma me recuerda al castaño que me enviaba flores para disculparse. Si de Alexander no sé nada, Bennett se ha vuelto un enigma, su viaje a Nueva York es más largo de lo que pensé y ni si quiera sé si podré seguir en comunicación con él después de todo.

—¿Tocino? — ofrece mi rubia favorita viendo la comedia norteamericana que tanto nos gusta.

Hace unas semanas creí que nunca podría vivir esto con ella otra vez. Estar relajadas en un sofá, comiendo para matar el tiempo y viendo a Sheldon Cooper ser un físico chiflado a su modo.

Abro la boca y Cora me da un bocado de su mano. Hago un sonido de satisfacción en mi boca, el tocino está delicioso y crocante.

La comida la dejó Luke en la barra antes de irse, no sé cómo le dio tiempo de preparar todo esto para nosotras.

También dejó jugo de naranja fresco aparte del tocino crujiente, huevos revueltos y sospecho que lo que hay en la caja que aún no ha desempaquetado es un tostador nuevo.

—¿Es tocino extranjero? Porque está para morirse— dejo mi tazón de cereal de lado y voy por otra tira de carne.

—Sírvete a tus anchas linda— Cora levanta los pulgares ofreciéndome la charola. —Luke nos dejó un banquete para desayunar igual que el viernes pasado, pero está loco si cree que vamos a comernos todo esto nosotras solas— se ríe.

—No sabía que la cocina se le daba bien, esto parece preparado por un profesional— me atiborro la boca todo cuanto puedo, estoy que me muero de hambre y eso que apenas es media mañana.

—No se le da bien, esto debe comprarlo en alguna tienda de aquí cerca, pero si fingimos que es el cocinero y que amamos lo que nos preparó lo haremos muy feliz y no nos echará de su casa — se carcajea y hace soniditos exagerados de estar disfrutando la comida.

La nostalgia de estar regresando a la normalidad me invade y controlo mi sonrisa bebiendo el jugo de naranja.

Estamos quedándonos en casa de Luke desde hace unas semanas, Dylan se quedó más tranquilo de este modo cuando regresó a Brent por su trabajo, aunque anoche me armé de valor y comencé a buscar un apartamento nuevo, no va a ser fácil esa búsqueda, pero no puedo aprovecharme de Luke así.

Se ha portado tan bien con nosotras que me siento mal por ser borde con él cuando vivíamos en Trafford, pero en mi defensa digo que el antiguo Luke era más aburrido antes, es como si una chispa de esperanza lo hubiera iluminado y creo saber quién es esa chispa.

Está a mi lado y tiene las mejillas rojas mientras repite la línea de Penny, la otra rubia de la serie. —¿Sheldon cambió la contraseña del wi-fi otra vez? — dice como toda una profesional.

—Sí, es Penny consíguete tu propio wi-fi— respondo imitando la voz de Leonard.

—Sin espacios— decimos al par y logro sonreír, una verdadera sonrísa.

Aunque estoy físicamente estable, con Cora a mi lado y despierta, me trago uno de los suspiros más hondos de mi vida cuando veo las llaves de mi Mazda colgadas cerca de la entrada.

Mi auto fue devuelto junto con mis pertenencias y las de Cora dos días después de rendir nuestra declaración a la seguridad privada del gobierno inglés, es decir a la gente de Dylan.

Sé que Alexander lo hizo, vi al Ethan traerlo sin decir nada, no hubo necesidad de hablar más de lo que ya lo habíamos hecho en el hospital después que Alexander se fuera. Esa fue la señal clara de que Cora y yo tenemos nuestra libertad, mientras no hablemos de lo que vimos por su puesto.

En la declaración que dimos a los agentes fuimos asesoradas por Ethan una hora antes para dar solo los detalles precisos, no podemos decir o insinuar alguna cosa que involucre a Alexander Roe ni a su empresa o habrá consecuencias, aunque esa última parte la infiero yo porque es lo obvio, Ethan nunca nos amenazó sobre nada.

Cora sigue mi mirada. —¿Todo bien sexy?

Carraspeo apartando la mirada de inmediato y tomo de nuevo mi tazón de cereal obligándome a comerlo.

—Dylan te llamó anoche, dice que le respondas los mensajes— trato de forzar una sonrisa, pero no logro hacerlo.

—Sí, Dylan siempre está dando órdenes a todo el mundo, se parece a don cabezo...— se interrumpe cuando la miro fijamente. —Emma, necesitamos hablar de esto, no te veo bien— endereza la espalda en el sofá. —Lo tuyo con Alexander fue...

—Ya hablamos lo que debimos— me adelanto, no quiero que vaya al mismo lugar como ayer cuando trato de sacar a Alexander al tema, pero no de forma profesional. —Tenemos temporalmente nuestra libertad, y si Alexander Roe cumple su palabra lo único que debe importar es que Dylan encuentre a Sawyer y a Seth, además aun tienes tu magnifico empleo en Gallery Art.

Me gustaría decir que tengo un muro interno construido que me protege de los sentimientos, de esos muros que mencionan en los libros o en las películas, pero no lo tengo.

Solo soy un simple ser humano que después de dos semanas aún está tratando de sobrevivir con el corazón roto. Mi vida privada y mi moral han estado en una pelea desde que Seth me llevó.

Hace cinco días logré finalmente salir en mi propio auto sola, firmé la baja del contrato de mi antiguo apartamento e hice compras en el supermercado. Es un proceso largo regresar a la normalidad, pero debe intentarse, más cuando hay mucha gente a tu alrededor que te quiere.

Como Cora, Luke, (no puedo decir que él me ama, pero me está dejando dormir aquí, así que diré que me tiene respeto) y también está Dylan.

Todos ellos son lo que conozco desde hace años, estuve sola los primeros meses que llegué a Londres, pero ahora me rodeo de mis amigos, de gente que he conocido por años y eso es gratificante. Aunque una parte de mi quiere responder las llamadas de Alicia a veces.

Los mensajes que deja no mienten, vieron mi carta de renuncia la semana pasada, la que había preparado antes de que Seth me secuestrara.

Quieren que dé la cara, pero no sé si pueda hacerlo todavía. Pronto se cansará de llamar o me veré obligada a pisar esa empresa otra vez.

—Es tu decisión hacer lo que debas hacer sexy y yo te voy a apoyar incluso si decides saltar del último piso de la torre Eiffel— dice Cora poyando su mano en la mía, dándome todo su apoyo como siempre —Pero odio verte así, sé que no es fácil estar separa de él.

—Cora, en realidad nunca estuvimos juntos — me meto el cabello detrás de las orejas.

Solo fue sexo para él... y yo... soy una mentirosa de lo peor, sigo diciéndome a mí misma que todo lo que me dijo no es cierto. Con que uno de los dos haya cometido el error de enamorarse es más que suficiente.

—¿Por qué te mientes?

—Porque es más fácil así— respondo con honestidad.

Él oculto su mierda, yo también tengo mis propios infiernos internos y físicos. Ni en cien vidas esto terminaría bien, yo me equivoqué, aunque eso no quita los pensamientos del hubiera de mi cabeza.

—Respecto a tirarme de un edificio— frunzo el ceño ansiosa por cambiar de tema —. Espero no llegar a esos extremos.

—Ya saltamos de una ventana una vez, podemos hacerlo de nuevo— se encoje de hombros, pero al poco rato parece recordar algo y baja el tono de voz, aunque estamos solas en la casa de Luke —Hablando de la última vez que hicimos una locura, tengo que decirte algo.

—¿Sobre qué?

—Es algo que nunca te dije, al principio fue por miedo, pero créeme que después que Jaden me apuntara con un arma ya nada puede asustarme más. — hago una mueca dolida por lo que tuvo que pasar. —Lo siento no pretendí decirlo así.

—No soy de cristal Cora, no voy a romperme cuando lo menciones— suspiro —Decir todo en voz alta me quitó una parte del peso que traigo encima, no sabes cuánto deseo que Jaden se esté pudriendo en el infierno.

—Esa es mi chica— su mirada es determinada y logro sonreír de verdad. —Lo que te tengo que decir no es relacionado con ellos.

Frunzo el ceño, esto ya no me gusta. —Me estás asustando Coraline Gray, suéltalo de una vez.

—Cuando allanamos la casa de Alesha, vi un de estos símbolos entrecruzados que había visto también en la casa de Bennett las veces que fui. — dejo de comer por un nudo en el estómago. — Esa misma noche le pregunté a Dylan sobre eso, le envié una foto— explica.

—¿Qué te dijo?

La veo tragar saliva. —Organización criminal.

De repente me vienen unas arcadas que amenazan con sacar el tocino que me comí.

—No me dio detalles y después de gritarme de dónde había sacado y que yo le gritará que no era su asunto e inventarle que me lo robé, me dijo solo eso.

—No me sorprende después de lo que vi. — respondo después de un silencio que me deja momentáneamente mareada. —Entonces, ¿Alesha es parte de eso? De la mierda que sea eso.

—Al parecer y Bennett también— su mirada cae, no ha hablado de él últimamente.

En lo que respecta a ambas, mantenemos la boca cerrada con esa familia, aunque ella lo suelta más natural que yo cuando Luke hace preguntas. El vio el beso de la exposición, lo vio en mi apartamento y mucho más, no es de extrañar que se imagine que Alexander Roe me botó como a las conquistas de una noche.

—¿Alguna vez viste esto en casa de Alexander o en su teléfono? Tú tienes acceso a las computadoras de su empresa, a lo mejor había algo en el logotipo o en las contraseñas.

—No hay nada— niego —Si los Roe y Alesha y no se cuanto más, están metidos en esa mierda, Hilton &Roe no lo está, al menos no en la parte publicitaria, el trabajo ahí es real, hay orden, se llevan proyectos reales, no hay nada fuera de lo normal.

De haber visto algo como eso antes, me hubiera ido de ahí de inmediato.

—Entonces lo viste matar a Jaden— pregunta y muy lentamente asiento. —Lo hizo por ti. — añade cuando nos quedamos en silencio un buen rato.

—Lo sé— digo en voz alta lo que mi cabeza piensa ahora que ya han pasado los días.

—Sé que es tonto preguntar esto, pero ¿Qué es lo qué es lo que más te alejó de Alexander?

Miro a Cora fijamente y me trago mis palabras para mí misma. Un día despiertas teniendo sexo con un empresario y al siguiente se le cae la máscara y se convierte en un hombre de una organización criminal.

Ojalá y pudiera usar mi excusa de estar confundida y asustada para no hablar del problema principal. No solo Alexander es el problema principal, yo también lo soy y entre más lo pienso si un día se da la oportunidad, hablaré.

Algo que pocas veces hicimos durante y fuera de nuestro acuerdo casual, porque él se fue después de darnos nuestra libertad, se fue sin decir más. Escucho lo que dije, pero yo estaba dispuesta a hablar esa tarde.

—¿De verdad crees que nos dieron nuestra libertad o crees que haya alguien a nuestras espaldas cada vez que salimos, como en las películas de Will Smith?

Me agarro las sienes. —Si tenemos a alguien vigilándonos las veinticuatro horas, no podemos llamarlo completamente libertad.

—¿Quién crees que sea el que nos vigile? ¿Habrá estado en la audiencia cuando rendimos nuestra declaración? ¿Vivirá en el edifico?

—No lo sé — me encojo de hombros. —Y ya no quiero hablar de esto. Quiero pensar que estamos bien por ahora.

Solo he salido poco más de tres veces de la casa y no he visto a nadie seguirme ni de lejos. Me levanto vaciando mi cereal por el fregadero. No hay manera que desayune después de oír esto.

—Tengo que conseguir un empleo, no puedo ser mantenida de Luke por siempre— digo cuando Cora aparece con la charola en la cocina.

—Aun trabajas para Alexander Roe. — Me giro para verla y levanta las manos sobre su pecho. —Es un chiste, te ayudaré a enviar tu currículo si quieres.

Para mi suerte la puerta principal se abre evitando que le responda y Luke entra cargando unas bolsas de supermercado, una de ellas es más pequeña que las demás.

—Buenos días. — entra con el cabello largo atado en un moño como siempre.

—Hey— saludo educadamente y es Cora la que lanza un grito ensordecedor.

—¡Esa bolsa se movió! ¿Lo vieron? — señala la mano de Luke removiéndose sobre sus pies descalzos.

—Lo hizo— él sonríe de lado y cuando levanta la bolsa más pequeña se gana una parte de mi cariño más que nunca al hacer feliz a mi rubia favorita.

—A este pez puedes llamarlo Luke si quieres, ya que Oliver, Otto, Lucas o como se llamaba se fue sin despedirse.

—¡Oh Dios! — me mira con la cara arrugada por la emoción y se hecha a correr hacia él. —¡Eres el mejor! ¿A qué es el mejor Emma?

—Lo es. — concuerdo con ella.

Miro de lejos la escena con una sonrisa débil y hago una foto de Cora sosteniendo a su nuevo pez con una sonrisa de lado a lado como si fuera una niña pequeña. Las mascotas son lo suyo, si hubiera seguido con Bennett esta mujer se hubiera adueñado del corazón de Kieran porque ambos están abiertos para amar.

Dejo a ese par solos y voy a la habitación prestada en la que duermo que es más grande que la mía, pero no por mucho y me siento en el diván cerca de la única ventana que hay aquí.

El dolor en mi pecho no tiene nada que ver con lo que sucedió sino por él.

—No lo hagas— me digo a mi misma en voz alta cuando mi mente traicionera envía pensamientos contradictorios y me levanto de inmediato evitando que solo pensar duela.

〘 〙

Alexander.

—La asociación con la compañía de Tyler Maxwell y Hilton &Roe está hecha finalmente— anuncia Erick a los ejecutivos en la sala. —Ahora el veinticinco por ciento de las acciones de la empresa están a su nombre, convirtiéndose en el socio mayoritario después del señor Roe.

Hago que Tyler el esposo de Maya se levante conmigo y los aplausos no se hacen esperar. Christopher no aplaude, se ve enojado al igual que dos socios más. Mis arquitectos se mantienen en su lugar, quise tenerlos en esta reunión por fines personales.

—Socio— Tyler se vuelve hacia mí y estrechamos las manos.

—Tyler.

Dejo que los aludíos sigan hasta que me planto al frente.

—Hilton &Roe va a mantener el curso que lleva hasta ahora y aunque la rueda de prensa que la ex arquitecta de mi cadena hotelera, Alesha Smith dio el jueves por la noche nos quitó del camino, tenemos nuestra asociación con la compañía de Tyler que aún se mantiene en secreto a los medios.

Ese golpe de Alesha fue deplorable, ni ella se había atrevido a tanto, pero actúa bajo el mando de Logan. Esa rueda de presa privada que dio fue la segunda cosa que me arruinó la semana.

Fue muy altiva y precisa con las palabras que dijo, salió a los medios con la excusa de dar su opinión sobre el lugar en el que trabajó durante años. Como si eso le importara una mierda a alguien, solo a los morbosos medios amarillistas que tachan todo lo que tiene dos piernas.

—Esto nos favorecerá a ambos— su voz ronca por los porros añade credibilidad a mis palabras. —Con mi compañía Greck's, hemos mantenido nuestro prestigio en el mercado de valores inglés durante doce años. Tenemos un capital variable estable y somos de los prestigiosos inversionistas de Dinamarca que se asocian con las cadenas hoteleras.

—Para quedarse con ellas— murmura Christopher por lo bajo.

Desde hace dos días estuvo insistente en que la asociación no se realizará. Sabe, al igual que yo, que es una desventaja silenciosa.

—Felicidades hermano, la negociación con Tyler es todo un éxito— Erick me da una palmada en la espalda. —Te veo en tu casa para revisar el contrato de Nueva York y arreglar las cláusulas que no te favorecen.

—En pocas palabras voy a arreglar tu mediocre trabajo.

Ahoga una risa y asiente. —Cabrón— se va murmurando por lo bajo riéndose.

Mike y los otros arquitectos se levantan para salir y los publicistas son los siguientes, aunque Christopher es el último en hacerlo.

—Estás en un error Alexander, siempre mantuviste el control total de tu empresa y ahora lo vendes a un desconocido inversionista como si estuviéramos al borde de la bancarrota. Tu capital puede fracasar en sus manos.

—No voy a subestimar a Alesha ahora que se ha vuelto la cara contra mi empresa y que haya sido arquitecta de nuestros proyectos a nivel nacional la hace apetecible a los medios más de lo que pensábamos, quiere aprovecharse de Brent para zanjarnos ahí.

—No va a ir tan lejos, la despediste— levanta las manos sobre su pecho —Quiere su revancha porque es una mujer despechada, pero llámala y bastará para que se retracte.

Iluso. Las palabras de Alesha fueron, baja calidad, desprestigio y terrorismo, combinados con una cara de santa. ¿A qué infiere el derrumbe de Brent arquitecta Alesha Smith? A un ataque terrorista a la ciudad.

Logan ya sabe que el equipo del gobierno inglés estuvo merodeando por el hospital y mi hotel la semana pasada, deben picarle las bolas, está ansioso por desviar la atención de él.

—Mis órdenes no se cuestionan— le recuerdo.

—Por eso me quedé sin dos de mis mejores publicistas y nadie ha podido reponerlos— se levanta golpeando la carpeta contra el escritorio.

—¿Aceptaste la renuncia de tu ex asistente finalmente?

Hace una semana se había puesto reacio a aceptarlo sin que ella le diera la cara, pero no apareció por lo que sé.

—Eso consúltalo con recursos humanos, ya me cansé de hablar contigo sin ir a ningún lugar, no escuchas a nadie, siempre haces lo que quieres. — sale de la oficina dejándome a solas con Tyler.

El esposo de Maya lo sigue con la mirada hasta que su cuerpo desaparece de nuestra vista.

—No está nada contento con nuestra asociación— se ríe casi teniendo un ataque de tos por la falla en sus pulmones que debe llevar de años el maldito adicto. —Por cierto, oí a Ida decir algo sobre la jaula anoche. Más bien, Maya lo hizo y me lo dijo. No sabía que aun visitabas las jaulas.

—No es tu asunto ni él de ella, estás aquí para negocios y encárgate de sacar a tu mujer de mi casa— me paso la mano por el cabello que comienza a ponérseme largo —Dile que deje de estar husmeando las veinticuatro horas o mejor regrésala a Dinamarca.

—Como si no conocieras lo obstinada que es Maya— saca un cigarro de la bolsa de su saco —Es un mal de familia— me mira encendiendo el cigarro —Además no quiere estar en Dinamarca sola, ha estado visitando a Bennett, pero solo lo ha visto una vez.

—Sí, sí, sí, es la madre de la caridad por eso se casó contigo— le tiro el cigarro a la basura sacándoselo bruscamente de la boca, aquí dentro no fuma porquerías —Que haga caridad en las iglesias locales o en los indigentes de la calle, pero que deje de joderme las bolas.

—Como digas— mira con desdén su cigarro en el suelo.

Miro la hora en mi rolex —Firma el documento final y dáselo a Blake.

Salgo de la oficina seguido de Ethan, veo a Mike meterse a su oficina en cuanto me ve aparecer y le doy un movimiento de cabeza ignorando a un pobre infeliz como él. Los pasillos se mantienen en silencio como siempre debe ser.

Ya me joden los sonidos fuertes, hoy tengo una jaqueca de perros.

—Señor Roe, los planos de Birmingham fueron revisados como pidió. — se acerca Amelia mi asistente.

Le doy ordenes de llevarlos a mi oficina e ir a recursos humanos a buscar un nombre y una liquidación para saber si Christopher aceptó la renuncia.

Al salir las cámaras están apuntando de nuevo a mi cara, están aquí desde hace dos semanas, con el tiempo van disminuyendo el número de periodistas y no he querido que Christopher se deshaga de ellos, me conviene tener a los medios mirando mis movimientos.

Mientras más atención tenga, más tiempo sigue mi negocio con Tyler.

—¡Señor Roe unas palabras! — pide alguien.

Me meto en mi auto manejando solo. Piso el acelerador, miro por el retrovisor y desacelero por la luz roja.

Cuando bajo en el estacionamiento del Score no dejo que nadie hable para que no pongan de mal humor otra vez. Es viernes por la noche y estoy cansado. Me traigo el contrato de los hoteles de nueva York que Erick no terminó de cerrar y lo reviso en silencio sumergiéndome en números, clausulas y cifras, pero al poco tiempo ya me hartó verlo.

Dejo intacta la charola de comida que Octavian me trae por constumbre como siempre lo ha hecho y me meto a una ducha fría que me tense el cuerpo.

Camino desnudo por la habitación y cojo solo un bóxer del armario que me pongo encima mirando la cama vacía antes de salir de mi propia habitación y dormirme en otro lugar que no sea este.

Me tumbo en la cama de la habitación continua con un brazo debajo de mi cabeza mojándome el hombro con las gotas de mi reciente ducha. Miro al techo en silencio. La jodida luz de esta habitación me revienta la vista, es muy intensa, voy a mandar a cambiarla cuanto antes.

Desde hace días que duermo aquí y me sigue molestando. Si abro un ventanal en la pared de la derecha añado luz natural.

Comienzo a pensar como arquitecto en la estructura perfecta para mejorar esta nueva habitación y mentalmente trazo planos que se acoplen a la estructura del Score, sea como sea, el edifico completo es mío y pronto dejare de recibir inquilinos.

Es un alivio que ese jodido perro que me reventaba las pelotas a cada hora ya se haya largado o estaría soportándolo encima de mí.

Paseo entre mis dedos el pequeño objeto y cierro los ojos buscando descansar la vista y las palpitaciones del estrés en mi cabeza, por error logro dormirme, pero no pasan ni cuatro tres horas cuando ya desperté.

Me incorporo con el pecho ya seco. En esta cama se duerme del asco todas las noches.

Lo primero que bebo con solo despertarme es un vaso de wiskey escoses antes de vestirme y regresar al sofá de siempre para darle la revisada final al contrato de los hoteles en Nueva York.

Hay una cláusula de ganancias que no me favorece, no quiero el sesenta por ciento de las ganancias, soy ambicioso y quiero el ochenta, eso no va a ser negociable. Le doy otro trago a mi wiskey escoses mientras miro por el ventanal cuando ya me duelen las sienes de nuevo.

Vuelvo a mirar la hora en mi rolex, aun no es hora de ir.

—Si lo único que tiene tu estomago todos los días es alcohol vas a dañarte los órganos tarde o temprano — dice Maya a mi espalda.

—Sigues aquí, que novedad— doy otro trago más largo a mi vaso molestándola.

—Mi casa es aburrida a veces, odio estar sola y ya sabes que no soy buena socializando en Londres, pero mientras tengas a Tyler trabajando contigo debo hacerlo y puedo ocupar mi tiempo cuidando de los míos.

Me río sin humor. —Eres la madre de la caridad Maya, por favor siéntate y ofrécele pan a los hambrientos conmigo.

Su mirada enojada me pone de buenas y alzo la comisura de mi boca como un jodido cabrón. Mi ofrecimiento de sentarse es puro sarcasmo, pero igual lo hace poniéndose a mi lado.

—No he visto a Bennett desde que llegué, bueno, solo una vez y no se veía bien, ya no ha respondido a mis llamadas ni mensajes— se toca las manos —Algo le pasó.

—Ese no es mi jodido problema— regreso mi mirada a mis cosas importantes y dejo de escuchar sus estupideces.

No hay cláusulas que marquen una renegociación en los contratos, Erick es un imbécil que ni siquiera lo notó porque seguramente se la pasó en bares y follando a turistas como siempre en lugar de hacer lo que debe.

Si quiero el ochenta por ciento en las ganancias voy a tener que hacer la negociación en persona en Nueva York. Saco mi celular y le escribo un texto a Amelia para que revise mi agenda y me programe un viaje a Nueva York.

—Tampoco la he visto a ella.

Me levanto de inmediato dejando el documento abierto sobre la mesa bruscamente. —Me largo, si quieres quedarte cotilleando sola hazlo, cuando regrese te quiero fuera de mi casa. — la dejo en la sala de estar.

Paso al lado de Ida y me meto en mi despacho solo, me sirvo más alcohol. Ya hice oficial mi asociación con Tyler. La venta del veinticinco por ciento de las acciones de Hilton &Roe ahora son suyas, una cantidad importante sí que lo beneficia más de lo que parece.

Si un día quiere desfalcarme tiene pies sobre la mesa para intentarlo, pero no para lograrlo. Si él es bueno con la bolsa de valores, yo soy un experto.

Me siento en la silla y pongo mi tobillo sobre mi pierna reclinándome. Juego con lo que tengo en las manos otra vez. La luz da el reflejo en el pequeño arete y lo paso entre mis dedos durante los siguientes veinte minutos.

Amelia me manda una copia de las reuniones que tengo programadas y quito dos de ellas del camino. Enciendo mi laptop y vuelvo a sumergirme en el trabajo, llenando mi cabeza de cifras, planos y más.

Analizo los planos de cómo quedó Brent y hago mejoras, aunque no voy a plantar el hotel ahí otra vez. Mis arquitectos son buenos trabajando, pero eso no quita que revise cada plano meticulosamente personalmente.

Al poco rato la cabeza de Erick se asoma en la puerta y le hago una señal para que entre. —El tráfico es una mierda en esta ciudad.

—Vete a pie y deja de quejarte.

—Como si no vivieras en la zona más lujosa de Londres, si no vengo en auto, aquí doy dos pasos y me envisten tres Aston Martin, un BMW i4 y tu tía en su Cadillac negro y todavía le acelera. — se sirve un vaso de alcohol.

Sacudo la cabeza escuchando sus idioteces.

—¿Revisaste el contrato?

—Sí y eres más idiota de lo que pensé — me inclino en mi escritorio. —Las cláusulas de las que me hablaste no son renegociables con la agencia de construcción neoyorquina.

—Entre la mierda de Bennett que solo aparecía en las reuniones medio sobrio y que tuvimos que regresar de inmediato por lo de Brent, no pude comunicarme con ellos— se sienta frente a mí y se bebe el vaso completo antes de seguir hablando —Tengo los términos de la renegociación van a tener que reunirse conmigo, estoy organizando mi agenda para viajar de nuevo.

Sigue en lo mismo, quiero resultados no un "veremos" insignificante.

—No van a reunirse contigo— miro la hora en mi rolex y me levanto. —Lo harán conmigo, ese contrato lo negociaré yo mismo y Erick — lo miro de reojo — Desaparece de mi vista.

—Hermano, déjame el contrato, voy a conseguirte mejorar las cláusulas que quieres.

—No. ya tuviste tu oportunidad y no hiciste ni una mierda bien.

—Tu maldito genio lo puede quitar una noche en el bar. — sacude la cabeza resignado y me sigue — Un club nocturno privado tiene a nenas rubias y morenas, la mayoría son visitas de turistas.

—Entonces inscríbete en el menú.

Me burlo de su cara, me gusta joderlo.

—Vamos Alexander— insiste —Viejo, eso es justo lo que necesitas, todo el puto estrés al que nos hemos sometido las últimas dos semanas es una mierda, pero que se puede reparar y cuando algo tiene que repararse yo soy el experto— mete las manos en sus bolsillos delanteros.

—Tu polla te pide a gritos salir ¿Verdad?

—No ha salido gracias a que me tienes atiborrado de trabajo, me la debes. — saca su celular y el mio vibra un segundo después—. Te acabo de enviar la dirección, te espero ahí esta noche, la vida sigue, has estado enfrascado en trabajo y trabajo estos últimos días, voy a hacer lo que sea para reanimarte puto salvaje de mierda.

Sonrío de lado. —Ida— llamo mirando fijamente a Erick.

—Señor Roe.

—Abre la jaula, voy en camino— ordeno.

Tengo algo esperándome ahí desde hace dos semanas.

Erick pierde la sonrisa y las insinuaciones. Su mirada se pone sería y él hubiera sigo un excelente hijo de perra en un entorno como el mío. —Me sigues supongo, tengo asuntos importantes que hacer esta noche y cómo dices que quieres acompañarme a como dé lugar.

Asiente, pero luego niega. —Tengo que hacer una documentación importante, me había olvidado.

Le doy una bofetada con la punta de mis dedos. —Será en otra ocasión entonces, pero la próxima vez, no mojes tus pantalones— me empuja hacia tras el muy cabrón y casi me río —Paso después a tu apartamento a jugar billar y a seguir bebiendo, eso sí despeja la mente.

—Allá te espero cabrón.

Medio sonrío yéndome por el pasillo y me cargo una navaja irlandesa de punta gruesa como las que trabajan en suiza, pero no de metal, sino de acero, la llevo como recuerdo para las nuevas visitas en la jaula.

. . .

—El hermano de Coraline Gray emitió una orden de aprensión inmediata contra Sawyer Taylor y Seth Wells— habla Ethan hace dos semanas.

—Encontré el rastro de los pioneros señor Roe— Ida es el que entra por la puerta de mi despacho dos noches atrás.

Miro por la puerta oxidada de la jaula. Me quito lo que me estorba de encima como la chaqueta de negra para tirarla al suelo y tengo a Ethan a mi espalda siguiéndome. Paso los números por la pantalla que está a la entrada y el clic abre la cerradura.

Entro caminando despreocupado cuando veo los rastros de las cosas que dejó el hacker aquí la otra noche cuando vino a forzar la cerradura para que entrara mercancía viva.

Los legae se mantienen resguardando el lugar cuando paso entre ellos, son silenciosos y voraces, tienen una tela gruesa que les cubre de la garganta hasta la nariz y solo se les alcanza a ver los ojos. La mayoría tiene ojos característicos de su región de procedencia.

Estamos en las afueras de Londres, ahí siempre es dónde se colocan las jaulas, ni siquiera cuando era un adolescente dejé de tenerles gusto y venía a menudo a mirar lo que había dentro, pasaba horas y horas mirando de cerca.

Logan me traía cada que podía, cada que lo veía, porque había veces que pasaban meses sin verlo y nos quedábamos bajo el cuidado de los Kray, ellos eran miserables con nosotros, Logan sabe que lo primero que se enseña es la resistencia y vaya la resistencia que nos hacían tener a mi hermano y a mí.

Golpes, burlas, nos escupían, nos hacían limpiar como esclavos y muchas cosas más.

Por eso siempre añoraba que Logan volviera antes de tiempo, casi rogaba por eso. Bennett no era tan apegado a él como yo, era más apegado a mí y Logan se aprovechó de eso para tener control sobre mí cada que volvía a casa.

El olor mohoso comienza a subir por mi nariz trayendo más recuerdos a mi cabeza. Uno menos reciente fue cuando Logan se olvidó de Bennett y de mí y nos dejó en las jaulas a nuestra suerte por tres días, sin comida. Estábamos jugando y nos perdimos ahí y él no hizo nada por encontrarnos.

Los Kray que nos veían al pasar no hacía nada, fue hasta que Maya apareció para sacarnos, pero no quise irme, le dije que me dejara aquí hasta que Logan apareciera, pero me saco a la fuerza junto con Bennett.

Desde tiempos inmemorables ya estaba de cotilla esa mujer donde no la llamaban.

Mi gusto por las jaulas siempre fue intenso como ahora, siento la excitación en mis venas por entrar y ver la miseria revolcándose en el piso.

Si naces jodido, creces jodido.

Una sonrisa se pone en mi cara cuando veo el suelo mugriento y escucho a gente de lejos hablar en ruso, otros en danés y pocos en inglés o otros idiomas más. Depende del lugar de dónde los hayan sacado como la basura de miseria que son.

Los recuerdos se sienten más vividos aquí dentro. Jalo un tubo de metal que descansa sobre la puerta y sale con mi fuerza. Lo boto al piso haciendo eco dentro. Aún es temprano para que la musica suene dentro a través de los altavoces incrustados en las esquinas de cada jaula.

Todo comienza a la media noche para divertirse mejor. Este ambiente es el que siempre me recuerda quién soy y de dónde vengo.

La música no suena, pero el olor a cigarro barato ya está en el aire y si me pongo frenético también me voy a meter un buen porro.

Veo como los ojos pasan por mí, saben quién soy, ven mi parecido a Logan ahora que se han marcado más mis rasgos con el paso de los años. Uno de ellos me ofrece un porro como tentándome.

Si bien siempre me ha asqueado esa mierda por lo que le hizo a Bennett en el pasado, también me he metido uno que otro. Agarro el porro que me ofrece y con solo acercármelo a la cara huelo la hierba que tiene dentro.

Me lo meto en la bolsa del pantalón para encenderlo después y sigo caminando hasta llegar a dónde quiero.

Los miserables jadeos vienen del suelo. Alargo mi mano para tomar el tubo de metal que quité de la puerta cuando entré y el metal oxidado raspa entre mis manos abriendo una pequeña grieta en mi mano derecha.

Las goteras hacen eco en la jaula y la humedad mohosa contrasta con la calidad de las botellas de alcohol que mandé a poner por puro placer.

—Las noticias están muertas, pero tu cara se ha visto por todos lados— dice una voz rasposa de uno de los legae hablándome.

Solo veo sus ojos y no veo como su boca se mueve. El hombre que tiene detrás también habla.

—¿A quién le hablas idiota?

—El lobo está aquí— dice un miserable dentro de la jaula y otro se ríe cuando el otro bulto que está en la jaula de lado se arrastra lejos al verme.

—Ah— me paso la mano por el cabello que me está creciendo largo conforme pasan las semanas.

Extiendo mis piernas largas y piso la suciedad del piso con mis botas despreocupadamente como si estuviera en un hotel de lujo y no en una mugrienta jaula. Sus miserables jadeos ya me aburrieron, se ve que apenas puede respirar aquí.

—Quiero un vaso de wiskey escoses— digo en voz alta reclinándome en la silla de cuero.

—Enseguida señor— Ethan avanza.

Pongo el tubo de metal en su abdomen y lo detengo. —No Ethan, no te molestes— sonrío de lado como el lobo maldito que soy mirando a la escoria humana sudando por la frente. —Quiero que Sawyer Taylor me lo traiga.

La escoria en el suelo levanta la cabeza cuando escucha su nombre. Huir de la ciudad como un cobarde no me hizo perderle el rastro, lo encontré esa misma noche y lo he tenido aquí cómodamente como se merece.

—Sírveme un wiskey. — golpeo el tubo ligeramente en su cabeza para que me mire.

—Hijo de... perr... de perra— medio suelta como cada vez que vengo.

Le reviento el tubo de metal en la boca callándolo. La sangre mancha el suelo por su labio partido y se queja como patéticamente. —¿Te dije que hablaras? — me reclino en la silla otra vez —Dije que me sirvas un wiskey.

Como no se mueve a mis órdenes le reviento el tubo de metal otra vez, pero me encargo de darle en el muslo, el mismo que ella traía lastimado.

—¡Ah! — se agarra a la pierna con la única mano que tiene libre. La cara sudorosa se le llena de sus lágrimas. Me levanto a servirme mi wiskey yo solo oyéndolo jadear y lloriquear.

Ya debe tenerla fracturada o rota después de tanto que lo he visitado, no va a servirle ya más. Me bebo el wiskey completo y me paro frente a la mierda que es Sawyer. Tiene trozos de cabello arrancados y cuatro marcas en la espalda, hechas en el mismo lugar que ella las tiene, pero con una diferencia de profundidades.

—¡Mátame! — tose en el suelo vaciando saliva. —¡Mátame de una buena vez maldito!

Lo suplica tantas veces que comienza a aburrirme.

—Traigo buenas noticias para ti— planto el culo en el suelo y saco el porro de antes encendiéndolo con un mechero. —En unas noches vas a salir de aquí. — el olor a coca sube a mi nariz trayendo recuerdos. — Claro que conoces el mercado de los treinta y siete, fuiste a parar ahí para vender a tu hija.

Le hago una seña a Ethan para que se vaya sintiendo como se me calienta la sangre en las venas.

—Pero no todo está perdido, vas a conocer de cerca a los treinta y siete— estiro la mano para tomar el tubo de metal —Porque ya te vendí con ellos, así que aprovechemos nuestros últimos días de conocernos— me levanto tirando el porro sin haberle dado una calada y bajo el tubo de metal otra vez.

. . .

Escucho los murmullos afuera en la calle, las jaulas ya quedaron atrás, ya estamos cerca de Londres, estamos en una zona menos turística de la ciudad.

Me quedo mirando la puerta y me quito una mancha escarlata insignificante de la palma de la mano.

Me arreglo la chaqueta antes de empujar la puerta de madera de la iglesia que está llena de peregrinos dentro. El cura está al frente dando su sermón con su sotana puesta y hago tanto ruido al entrar que varios feligreses se giran para verme.

Incluso los ojos del cura se quedan clavados en los míos, le doy una inclinación de cabeza y escucho lo que dice mientras entro.

—El hombre carnal las cosas vanas del mundo busca— su voz resuena por las cuatro paredes. —Pero las buenas obras nos redimen de las consecuencias de los pecados que cometen.

Al lado del pulpito hay una cruz de madera más grande de la que tengo. Me paro a mitad del pasillo y la observo fijamente.

El cura se acerca a un recipiente blanco que está sobre una mesa y mete la mano antes de regresar al pulpito, como ese recipiente hay tres más cerca de las bancas para los miembros de la iglesia.

—El que esté lleno de pecado que se arrepienta y se redima con agua santa— dice signándose sobre el pecho y los hombros formando una cruz invisible.

Termina y comienza a recitar una plegaria, pero solo con los ojos medio cerrados porque me mira por el rabillo. Sonrío y camino hasta uno de los recipientes blancos llenos de agua "santa".

Las señoras que están a mi lado me miran antes de repetir la plegaría del cura como todos los feligreses.

Mojo la punta de mis dedos y mirando al cura me signo sobre el pecho sin sentir ningún tipo de arrepentimiento por mis pecados. 


Hola sexys. 

La redención no es para todos los pecadores según dicen. 

Les pido que vayan  leyendo la mente de cada personaje cuidadosamente antes de entrar en crisis.

PD: ¡Feliz Navidad a todos! Les mando un abrazo a la distancia de parte de todos mis personajes.  

¡Los amo tres millones sexys!

-Karla 

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