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CAPÍTULO 58

Cuarenta y ocho horas antes.

Emma.

Trabajo en silencio en las redes sociales del ministro Madden y sigo confundida por la ayuda que recibí de Tyler, me cubrió con el ministro hace unos días y desde entonces sigue comportándose amable cada vez que nos encontramos en la residencia de los Madden.

Me abre la puerta de la oficina, me pregunta si he comido o deseo unirme a ir a su restaurante favorito, me habla de forma diferente e incluso esta mañana se ofreció a llevar mi bolso.

Es casi final de mes y se acerca el cumpleaños de mi madre, miro con cariño la foto sobre mi escritorio. Kate con sus hermosos ojos avellana como los míos.

Hay una foto de ella con Cora, Dylan y yo juntos cuando los tres éramos niños, pero esa la tiene Dylan. Ella fue la madre de tres pequeños cuando murieron los señores Gray.

Si un día fuera madre, desearía ser una madre tan buena como Kate.

El cáncer me la quitó con el tiempo, pero el tiempo no me quitó el dolor de perderla.

—¿Te ofrezco un poco de agua Emma? Te ves cansada, espero que estes durmiendo bien— se acerca Tyler con un vaso vacío en la mano mirando la foto de mi madre.

—No me siento cansada, prefiero trabajar a solas.

—Un poco de compañía tampoco te va mal, así podemos conocernos más como familia que pronto seremos — sonríe —. La de la foto supongo que es tu madre, por el parecido que tienen— asiento —Vivías en Trafford ¿no?

—Sí, señor Hilton.

—¿Dónde queda lo familiar aquí? Llámame Tyler o tío si quieres— me ofrece el agua, pero se la rechazo —. Mis sobrinos también vivieron ahí, aunque fue por un tipo de misión, fue en mi primer año casado con Maya.

—¿En qué parte de la ciudad exactamente vivieron Alexander y Bennett?

—En las afueras de la ciudad como siempre, en esos años, se buscaba a los compradores de armamento, mi compañía creció, vendí muchos lotes y me compré un traje de medio millón de libras para la boda, además mi madre estaba...

—¿Me ve cara de escuchar sus historias? — susurro bajo para que no me escuche regresando a mi trabajo.

—Estoy delirando en mis riquezas— para cuando nota que me aburre —Esas cosas que no comprenderás, los publicistas no ganan más que yo y nunca lo harán— saca su pañuelo de seda, ahora si veo al verdadero Tyler, el amable asusta más que el viejo gruñón.

Subo el artículo del ministro Madden a la página oficial del Parlamento con mi nombre al fina.

—Ten el agua niña, llevas todo el día trabajando y necesitas estar hidratada.

Lo miro con los ojos entrecerrados sin caer en sus buenas intenciones de un día para otro. — No quiero, gracias.

—Insisto— casi me lo pone el mismo en la boca —. Déjame cuidar de mi futura sobrina, es una tarea que no me encargó Alexander, pero hay que reconocer los rangos de cada quién y limar las perezas de las recientes peleas que hemos tenido.

En la cena de compromiso era "una simple publicista" y ahora soy su "futura sobrina" que otro se trague ese cuento, el guardaespaldas no dice nada de la actitud, pero es testigo del nuevo Tyler.

— ¿Por qué te comportas diferente conmigo ahora Tyler? ¿Qué quieres? No me compras con tus "buenas intenciones", mejor ve directo al grano.

—No puedes tratarme así cuando estoy siendo un caballero, publicista insolente— azota el vaso en mi mesa.

Ya salió su verdadera personalidad. — Lo que sea que planees hacer conmigo o con mi ayuda, bórralo de tu mente, no me importan tus fingidos modales y no voy a ser tu nada. ¿Ahora me ayudas a cubrirme con Richard?

Sirve otro vaso de agua en silencio controlando gritar de nuevo, mirando que no venga el ministro y también mirando a mi guardaespaldas en la puerta. —Sé que algo entraste a hacer en su oficina, pero no quiero meterme en líos con él, prefiero llevar la fiesta en paz por el bien de mis negocios y los de Alexander— explica

—Entonces no te interesa lo que hice en su oficina.

—Confío en el buen juicio de Alexander, si te ofreció hacer algo ya nos lo dirá a la organización del lobo en la siguiente reunión de esta noche— sonríe— Él no nos oculta nada a su familia.

—Por supuesto, en especial a una persona tan importante como tú.

—Ya vas entendiendo mi rango en la familia— se limpia las manos —. No quiero hablar más del tema de la oficina del ministro, no soy policía, mejor dime ¿Cómo está Jack? ¿Dónde pudo esconderse todos estos días?

No bebo el agua que me sirve porque no me fío y porque no me ha sentado bien la inyección anticonceptiva, ni siquiera comí el salmón que Octavian me preparó en el desayuno.

Alicia durante la cena de anoche con Cora no dejó de hacerme preguntas por mi alimentación porque actué con desagrado a la mayoría de la comida y no es porque mi chef cociné mejor que el restaurante chino.

Me sembró la duda de mi última revisión con la doctora Kriss. Las dos tenemos arcadas con la misma comida marina y dolores de cabeza constantes por la mañana.

—¿No vas a beberte el agua? No seas malagradecida, te la serví de buena fe, mientras un poco de educación— Tyler sigue aquí en su intento de mostrarse caballeroso conmigo.

El guardaespaldas que me pusieron y yo intercambiamos una mirada, entiende lo que le pido y viene a oler el vaso que me ofrece, lo prueba antes que yo, Ida me daba más confianza, pero está con Jack escondido en la casa de las afueras, se irán a Irlanda mañana por la tarde.

—Es simple agua señorita Brown, es seguro que la beba— dice el guardaespaldas ofreciéndome el vaso.

—¿Y por qué le daría otra cosa que no fuera agua inútil? Te olvidas que soy el tío de Alexander, no soy cualquier bastardo que busca joder a él o a su prometida— lo regaña en el pasillo hasta que el guardaespaldas se disculpa con él.

Dejo el agua en la mesa intacta y cuando veo al ministro regresar de su reunión con el parlamento me encamino a su oficina.

La prima de Susan Madden es una mujer seria que se la pasa leyendo en la biblioteca en pijamas, sale únicamente cuando necesitamos fotos para los artículos o cuando quiere comer algo, pero en cuanto termina vuelve a encerrarse.

Susan Madden está oculta y no saldrá hasta el día de las elecciones y yo la estaré esperando ese día.

Le doy al ministro las notas de los medios, como siempre me mira con resentimiento mientras sus sirvientes le traen la merienda del día en la pequeña mesa de mármol en la terraza de su oficina.

Le preparan sus cubiertos de plata y muchos lujos para una simple merienda.

—¿Conseguiste que las nuevas encuestas de la candidatura salieran a mi favor? — pregunta cuando me ve entrar.

—Con el discurso y aportación que dio para la organización de los niños con cáncer lo logré que le dieran buenas reseñas, seguimos en el tope de la cima y más con su "embarazo inesperado" la prensa amarillista está loca con la historia que inventé.

—Eso del embarazo te va a costar caro todavía, se perderá inesperadamente, pero aun no entiendo para qué tanto dinero en esa porquería de la asociación de cáncer.

—Porque de otra forma nadie apoyaría a un ser despreciable y maldito como usted— suelta mi boca antes que su mano llegue a sus cubiertos.

Los deja en la mesa con elegancia. — Desde que el lobo estuvo aquí te has vuelto una verdadera ficha en mi tablero, tratándome como si fuéramos iguales, no te olvides que hay posiciones que nunca vas a alcanzar— me examina de arriba hacia abajo.

—No debería estar preocupado por mí, soy una simple publicista que dejará su puesto cuando gane las elecciones.

—Es para lo único que sirves.

—Y aun así me necesita, por mí tiene la reputación que tiene— contraataco.

Se queda callado unos segundos y vuelve a tomar sus cubiertos corriendo a sus sirvientes. Lo que quiera decir ya no lo dice, ni hace comentarios absurdos, ambos nos mostramos profesionales sin cinismo a veces, manteniendo la cordura.

—Da gracias que soy la mano que te da de comer— pincha su plato.

En parte lo hace por mi guardaespaldas que parece un salvaje como la rusa que vi en las jaulas, dispuesto a lanzarse a su cuello si dice algo que me desagrade.

Sé que Richard es corrupto y él sabe que no pienso mover un dedo a su favor a menos que sea mi trabajo y cualquier cosa que haga en mi contra tendrá consecuencias con el lobo.

Su comida es salmón como el de esta mañana en casa. Lo detesto. Le entrego las notas con ganas de vaciar mi inexistente comida en el escritorio por unas arcadas, incluso en el espejo del baño observé que estaba pálida hoy.

—¿Qué te pasa? — me apenas centrándose en los documentos de su mano y dándole un bocado a su comida.

—No soy fanática del salmón señor Madden.

Me mira por primera vez desde que entré a su oficina y Tyler entra con el mismo vaso de agua de mi escritorio. —Pero si es lo que siempre pides en el almuerzo regularmente a mis sirvientes— arquea una ceja.

—Desde ahora sólo comeré lo que mi chef personal prepare.

—Tengo a los mejores cocineros de Londres, no te des el lujo de despreciarlos— señala Richard alzando su plato para que lo huela provocando un vació en mi estómago.

—No lo haré de momento.

Me clavo las uñas en las manos con la espalda sudándome frío y controlo los impulsos de mi sistema digestivo cuando Tyler pregunta qué pasa al meterse sin tocar a la oficina.

Richard habla de mi mal hábito de rebajar a sus sirvientes y ambos miran mi comportamiento extraño, Tyler le susurra algo al oído del ministro y el ministro me mira de arriba hacia abajo como estudiándome.

—¿Te sientes mal sobrina? — cuestiona Tyler tomando asiento en la mesa de la merienda.

—No, es que es ese día del mes— respondo y dejan de mirarme de inmediato como horrorizados.

Esa arma nunca falla. Me excuso para regresar a mi oficina y cierro la puerta con el pestillo cuando voy al baño provocando que me sude la frente.

El guardaespaldas me sigue hasta la puerta del baño, pero no lo dejo entrar, no vomitó o irá a decírselo a Alexander y por la tarde tendré a la doctora Kriss en mi habitación revisándome hasta lo oídos.

Me refresco la cara y con un poco de agua calmo mi malestar matutino. Me palpo el brazo dónde me colocaron la inyección anticonceptiva y reviso de nuevo en mi receta médica los síntomas que debió provocarme.

No tengo ni siquiera dos síntomas, no hay dolor de pechos, eso debió ponerme alerta los primeros días, pero Alexander ha estado prendido a ellos todas las mañanas como de costumbre y no me duelen como la primera vez que tuve la inyección.

Salgo del baño directo a hurgar en mi bolso desesperada, el guardaespaldas no me quita la vista de encima.

—¿Le sucede algo?

Niego buscando mi frasco de pastillas anticonceptivas que tomé en mi descanso de la inyección cuando estaba en el Caribe, leo la etiqueta que tienen, compruebo que si soy anticonceptivos. Estoy muy paranoica.

—Mi horario laboral terminó.

—La llevaré a casa.

—Será corta la visita, tendrás que llevarme al restaurante con Alicia y Cora para mi cena de chicas, esto de no tener mi Mazda es una verdadera tortura, pero Jack lo necesita mejor que yo— guardo el envase y se apresura a cargar las revistas de bodas que Maya me envió en la mañana.

—Coloque la dirección en el GPS— me entrega el mando de una de las camionetas de Alexander.

En el pasillo de la entrada veo a Tyler hablando con los sirvientes que me traen regularmente la cocina, cuando me ve, los hecha y pasa a la biblioteca como si no lo hubiéramos visto interrogarlos.

Salimos de la residencia y aún veo la camioneta de Tyler estacionada, normalmente siempre se va antes que yo lo haga, pero también hay un auto azul del MI6. Debe ser del teniente, Sarah o Dylan.

Me despido de la prima de Susan que sale de la biblioteca para preparase té y me conducen al estacionamiento, me cambiaré en casa y después iré al restaurante con mis amigas, las tardes de chicas han sido recurrentes estos últimos días para los arreglos de la boda.

Todos los autos del MI6 son iguales y no conozco las placas de cada uno, pero sé que hay tres en reunión, el ministro Tyler y un agente, si fuera cosa de la campaña política estaría también en esa reunión.

Mientras el guardaespaldas me lleva a casa ojeo el sitio web de los vestidos de Macy's y las revistas sin encontrar algo que me guste, pero Maya me dijo que, si no elijo un modelo antes que la semana termine, usaré lo que su amigo el diseñador quiera y será extravagante.

Encuentro un diseño que me deja sin aliento, pero con el precio casi me da un paro cardiaco contando los ceros al final, vale más que mi Mazda.

—Pregunté con el servicio como me pidió y me dijeron que el señor Hilton estuvo preguntando qué es lo que comió toda la semana— me dice el guardaespaldas mirándome por el retrovisor.

Frunzo el ceño escuchándolo. — Desde ahora no comeré nada que me dé ese hombre y no dejes que toque nada de mi oficina cuando esté reunido con Richard.

—Cómo ordene.

Sigo mirando la revista, buscando un vestido que no me dejé sin un centavo en el banco, incluso si vendo el Mazda que tiene Jack.

Quisiera despedirme de él antes que parta a Irlanda, pero no tengo ganas de salir de la ciudad y menos con la cantidad de trabajo que tengo de Richard y de la boda.

Elegir comida para los Roe será igual de desgastante como en la cena de compromiso. Mis amigas hacen lo que pueden para ayudarme, pero Maya siempre se va a los extremos de nuestras decisiones.

Tenemos los arreglos florales, con flores de colores, una pequeña lista de invitados y la música, esa es la que no conozco porque Maya dijo que eso será cosa de los Roe.

En mi habitación me cambio la ropa del trabajo por un simple vestido lila nuevo que compré en la isla cuando fuimos de mini vacaciones Alexander y yo, trae una abertura en una de las piernas, va sin mangas, pero se ajusta a la perfección a mis caderas.

Me gusta como la tela se siente al tacto y todo lo que me resalta, me miro en el espejo y no soy engreída como Alexander, pero creo que me veo mejor que de costumbre, más sexi, más caliente y más de algo que no distingo.

El corte en uve del vestido me resalta los pechos, pero hay un brillo en mis ojos cafés que los realza más. No dejo de sonreírme confundida mientras me rehago la coleta alta. Ya no estoy pálida como en la mañana, hay rubor en mis mejillas.

—¿Notas algo diferente en mí? En mi apariencia, me refiero— le pregunto a Octavian que me ayuda con la cremallera.

—Para mí luce perfecta como siempre mi señora, es uno de los colores más bonitos que he visto.

—Lo compré en la isla con otros dos— se los muestro y aprecia el material. —¿Dónde está Rebecca Octavian?

—Sigue con los sirvientes de la Cripta, el señor Hilton ha venido a visitarla una o dos veces al día, incluido hoy, los seguí para escuchar que hablaban, pero parece que sólo le trae medicamento para la nariz.

—Tyler está muy ocupado con los Madden y con Rebecca, no sé cómo encuentra tiempo.

—Pues no es por ser informativo como el joven Erick, pero hoy el señor Hilton se sentó conmigo en la cocina después de la visita a su sobrina— baja la voz y me inclino para oír el chisme semanal —Me preguntó sobre la dieta que usted consume.

Al igual que a los sirvientes de Richard. —¿Qué le dijiste?

—Le dije que sólo le daría información que el señor Roe autoricé y después lo insulté en chino— baja la voz como si estuviera contándome un secreto.

Me río cuando me dice la traducción de lo que le gritó mientras busco el collar del lobo que guardé en la habitación de Alexander para más seguridad por el valor de la joya. Lo saco del joyero que está en su vestidor, con otros objetos de valor más.

Me cierro el broche del collar y veo de nuevo la caja de tercio pelo negra que vi desde que trabajaba para su empresa, la abro y veo el collar de cruz de diseño particular que oculta en ella.

No me atrevo a tocarlo, es una joya perfecta. Se ve muy costosa, pero el diseño es único, se parece mucho al que Bennett usó en la cena de compromiso, ambos hermanos deben tener el mismo collar, pero Alexander nunca la utiliza.

—¡Ahí estás! — Cora se levanta de la mesa dramática cuando llegó al restaurante que acordamos.

Tanto ella como Alicia traen atuendos elegantes que van con el restaurante. En la puerta hay un hombre que tiene a Kieran cuidándolo porque el lugar no admite mascotas.

—Estaba por comerme los platillos de los otros clientes, Alicia no quería ordenar sin que tu llegaras.

—Es una tarde de chicas, no podemos empezar si no están todas las del club— dice Alicia quitándose el glaseado de sus donuts de la barbilla.

—Pudimos cenar en mi casa, Octavian es un chef excelente y sabe mi dieta— me siento con ellas tocando suavemente el vientre de Cora y su bebé haciéndola sonreír, es algo natural que hace cuando le mencionan a su bebé.

—Ya sabes que Alicia le tiene miedo al cabezota, la última vez en la cena de compromiso casi se desmaya cuando le habló, tenía miedo de que la despidiera por respirar el mismo are que ella— se carcajea Cora con ese brillo especial de estar embarazada.

—No es mi culpa que el señor Roe me asuste, no me gusta estar en su casa, me intimida hasta los huesos, no puedo con la presión de verlo a los ojos.

—Linda, te olvidas de que esa también es la casa de Emma— Cora le palmea la espalda.

—Ya sé, pero la última vez él entró cuando estaba cambiándome ¡Estaba en bragas y me vio! — dice con horror —Si fuera el señor Jones habría sido excitante— se ríe coqueta con sus suspiros de estar enamorada de su jefe. —Pero los Roe tienen un carácter que te hace temblar.

—Con el tiempo te acostumbras, lo digo por experiencia, necesitas encontrar su carácter y entonces te darás cuenta lo agradables que son, excepto por Tyler, él es un maldito— miro la carta con pocas ganas de ordenar.

—Ese viejo loco no le cae bien ni a Ida— bromea Cora.

—Lo dices porque tú eres la excepción de todos ellos— Alicia no se convence —Ellos te adoran, casi te veneran como si fueras su reina, en la cena te entregaron regalos como si se pusieran a tus pies y mira el tamaño de ese collar de lobo— alaba mi joya de nuevo.

Se pone en la silla a mi lado y hace amago de pasar los dedos por mi collar, pero se detiene.

—Es una joya familiar Alicia, cómo mi anillo.

—Mis únicas joyas familiares son de plástico y lo único que me heredó mi madre de mi abuela fueron esas recetas de tartas, el día que yo consiga un millonario como ustedes, no lo dejaré ir.

—Pues si te la pasas en el club de tu prima lo único que vas a conseguir son bailarines.

—No siempre, una vez tuve uno que... bueno ya saben cómo terminó eso, nada bien con lo poco que recuerdo de esa noche cuando me llevaron— bebe de su copa de vino, pero la escupe al instante —No puedo beber esto, con los antibióticos que me inyectaron me hará vomitar toda la noche.

—Alicia cree que no ha conocido a un millonario, pero ha estado con el mismo Logan Roe— dice Cora en voz baja.

—Es mejor que no lo vuelva a ver.

—Lo último que nos faltaría es que se enrolle con ese mafioso de nuevo.

Me pica la nuca por su comentario mientras Cora ordena y no dejo de ver a Alicia y cómo pasa de no querer nada de comida marina igual que yo. Cora se levanta para ir al tocador de damas y sigo sin poder despegar los ojos de Alicia.

—¿Cuáles son los síntomas de los antibióticos que te inyectaron Alicia? — le pregunto como si nada para no levantar sospechas mientras ordeno una ensalada simple.

Levanta los ojos de la carta —¿Por qué? Fue una inyección de rutina porque mis defensas estaban un poco bajas.

—¿Tienes arcadas por las mañanas?

—¿Uh? No, pero tengo dolor de cabeza, palidez y odio la comida en estos momentos porque no sé qué es lo que me hará vomitar y que no— enumera con sus dedos.

—Lo siento tanto, pero ese médico te dijo que necesitabas refuerzos— le acaricio la mano con dulzura.

—Estoy cien por ciento segura que el alcohol esta fuera de mi sistema hasta la próxima semana.

El mesero se lleva la carta con nuestras órdenes y mi guardaespaldas se acerca a él pidiéndole que no agregue lo que me hace vaciar el estómago. —No traigas trozos de salmón en su ensalada, ni ninguna comida muy condimentada.

Alicia lo escucha y me mira con las cejas juntas. —¿No te sientes bien?

—He estado un poco enferma todo el día por eso quería que Octavian nos cocinara.

—¿Algo te cayó mal de la cena de ayer?

—Mmm... no exactamente en la cena, es que tengo un ligero dolor de cabeza y no sé si lo que como me hará vomitar o no, así como tú.

—Eso es extraño hasta para mí— baja la voz seria y se inclina desde su lado de la mesa —Te lo dije anoche y te lo repito de nuevo. ¿Estás segura que esa tal doctora Kriss, dueña de ese hospital privado, te colocó la inyección anticonceptiva y no antibióticos como a mí?

—La doctora Kriss es una profesional Alicia no tengo por qué dudar de ella.

—No es posible que tengamos los mismos síntomas, con los anticonceptivos tú deberías estar cambiando de estado hormonal no físico.

Esta vez ya no me siento tan segura como anoche, no he dejado de pensar en eso todo el día. Me martillea el pecho. La doctora Kriss fue mi médico desde que llegué a Londres, siempre pendiente de mí.

—No es posible Alicia, fue la cena lo que me arruinó el apetito.

Hasta que uno de los hombres del lobo la trajo con un arma en la cabeza a revisarme las muñecas y la vi casi desmayarse de saber de los mafiosos.

—En el caso hipotético de que mi teoría fuera cierta. ¿Cuándo fue la última vez que tu anticonceptivo en inyección funcionó?

Me quedo en blanco mirando mi copa de vino, no quiero decirlo en voz alta porque es como si dudara de la efectividad de las pastillas que la doctora me recetó antes de mi siguiente inyección.

Alicia espera mi respuesta con las cejas juntas. No puede hacerme esto. —En mi tercera semana de vacaciones en el Caribe, hace casi dos meses— digo con un hilo de voz para que sólo ella escuche.

—En ese entonces tú no estabas dándote un atracón con nadie o ¿sí? ...

—Usé las pastillas con Alexander, ella me dijo por video llamada que si mi ciclo había comenzado las pastillas que siempre he tomado eran eficientes con los días contados después de mi periodo y antes de mi siguiente aplicación cuando regresara a Londres.

—Y también te dijo que te inyectó el anticonceptivo cuando fueron unos malditos antibióticos— se enoja tomando su bolso.

—La doctora Kriss no pudo hacer eso Alicia, es una profesional— le digo asustada. —No es posible que esté embarazada— decir esa palabra hace que se me salgan los ojos del susto. —No lo estoy, no lo estoy.

—No te alteres cariño, he pasado por esto un par de veces durante mi vida y la mayoría de casos es negativo— me toca la mano por encima de la mesa tranquilizándome, pero creo que me voy a caer del susto.

—¿Y si estos síntomas no son de los antibióticos? — creo que me pongo más pálida porque Alicia se asusta con mi cara. —¿Qué voy a hacer?

—Escucha Emma, no te preocupes en vano, no le diremos a nadie, antes de irnos iré a la farmacia y conseguiré dos pruebas de embarazo para mí, las tomas en mi apartamento si quieres y veremos que hacemos. ¿De acuerdo?

—No se lo digas a Cora, no quiero preocuparla en vano.

—Soy una tumba— simula cerrarse la boca con candado. —Oh, cariño— se pone en la silla a mi lado para abrazarme —No te pongas tensa, seguro es una falsa alarma, esto me ha sucedido ya te dije y no hay nada de qué preocuparse— me ánima. —Además, si fuera real, ¿Crees que ese hombre que se va a casar contigo no se pondría eufórico?

Miro al guardaespaldas de lejos, es la viva imagen del carácter de Alexander, frío, serio...

—Es que no es el momento... yo ni siquiera estoy segura si quiero...

—Lo sé, no me expliques nada.

—Si la doctora Kriss hizo algo como esto, la demandaré.

—La corte le quitará su cédula profesional, eso te lo aseguro.

Apenas toco en la cena, pero lo disimulo por Cora, mi mente está ansiosa en que Alicia compre la mercancía y me la entregue. No dejo de tener escalofríos como si temiera conocer la respuesta.

El postre es lo único que me agrada, desarrollé más gusto por las cosas extradulces, como el chocolate y suelo odiarlo, a Alexander le provocaría un infarto verme comer esto. Me río por mis gustos peculiares riéndome a lo que dijo Cora y por una hora me olvido del asunto.

Hacemos platica de chicas y todo gira sobre la boda, la comida de los Roe y el extravagante vestido, Alicia casi saca el agua por la nariz cuando le digo la cantidad que cuesta.

—Si donamos un riñón te lo compras, porque ni mis ahorros van a pagar esa cantidad por mucho que te quiera— dice aun limpiándose el agua de la cara.

—Cuando iba a casarme con Luke descubrí un Outlet de vestidos de novia y ropa en general en The Mall Street todo al cincuenta por ciento de descuento y si eres de los primeros cincuenta clientes del día es del sesenta por ciento— dice Cora pinchando sus vegetales.

—He oído de ese lugar, mi prima compra la ropa de los bailarines ahí y es como un manicomio, te peleas por la ropa y debes llevar zapatillas deportivas o te tumban por las escaleras— Alicia nos advierte.

—Somos tres contra esas vendedoras— nos miramos entres todas.

—Es como comprar en cualquier tienda de descuentos, somos mujeres decididas a buscar este vestido de novia y un guardaespaldas— Cora levanta mi celular en señal de protesta —Conseguiremos ese vestido en rebaja.

—Será la primera misión de las damas de honor y la novia — concuerdo con ellas.

—Tengo una duda— interrumpe Alicia —¿No es mejor pedirle el dinero al millonario y no arriesgar nuestras vidas?

—Es verdad— concordamos Cora y yo al mismo tiempo.

—Pero le quitaríamos la diversión a las cosas Alicia— Cora sigue con el plan —Si se estuviera casando con alguien más lo haríamos, por unos minutos olvidémonos de los Roe y su dinero y apuesto cien libras que a Maya le dará un paro cardiaco si la llevamos.

—Decidido, la llevaremos.

Le traen a Kieran a Cora cuando salimos, Alicia me envía un mensaje que irá por las pruebas y mientras la esperamos vemos el auto azul que para a la entrada con James y Dylan bajando de él.

Kieran le ladra a James cuando se acerca a Cora y cuando hace amago de sostenerla por la cintura el perro logra agarrarlo de una pierna y lo tienen que sostener de la correa.

—Sabe que la gente idiota no se acerca a su dueña— le digo a Cora y asiente.

Dylan baja con su uniforme del MI6 y espera por mi recargado en la puerta de su vehículo, cuando me ve salir del restaurante suspira levantando el chaleco antibalas con su respiración y una sonrisa sincera tira en su cara.

Creo que no soy la única que nota que el vestido es hermoso y que hoy me gusta más cómo luzco. Veo el ligero rubor que hay en su cara cuando se cuadra subiendo las escaleras, impaciente de llegar a mí.

—Hola guapa— me acaricia la barbilla mientras espero la camioneta negra con mi guardaespaldas —Espero que hayan disfrutado la cena a la que no estuve invitado, me siento ofendido.

—Es cena de chicas, pero si te pones lindo en una falda corta en ligar de ese feo uniforme, te llevo a todos lados hermanito— le dice Cora.

—La próxima vez estarás invitado, pero sin Sarah.

—Puedo soportar estar lejos del trabajo por una noche.

—Eso mismo dijo en el Caribe y no lo cumplió— me río con Cora y Dylan no tiene oportunidad de regañarla como siempre porque se me queda mirando como anonadado.

Me observa en silencio que me preocupa que haya notado algo raro en mí, quizá el nerviosismo que tengo porque Alicia regrese.

—¿Por qué me miras así camaleón? — disimulo mi nerviosismo cerrando mi bolso.

—Si camaleón, dinos por qué casi babeas por la castañita— James se entromete y siento repulsión de ver como abraza a Cora por los hombros, mientras Bennett suplica por estar cerca de ella a un metro de distancia.

Kieran no deja de meterse entre sus piernas haciendo que la suelte, el perro parece protegerla a toda costa de la presencia de James.

—Es que... te ves hermosa— los ojos de azules de Dylan me recorren con admiración—. Más hermosa que nunca. ¿Te cortaste el cabello?

Niego agradeciendo su halago y me toma de la mano para que de una vuelta y vea el vestido. —Es un vestido precioso, me dejará usarlo al menos una vez— Cora hace que Dylan deje de verme, pero un sólo segundo.

—Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida, ese color te queda muy bien, cualquiera que te tenga es muy afortunado.

—Basta— lo detengo porque llama la atención de los demás clientes y algunas esposas románticas que se detienen a ver con una sonrisa—Deja de mirarme como si te quisieras morir en mi presencia.

—Es que esa es la única forma en la que podría morirme, mirándote— susurra —Porque mirarte duele, pero no mirarte duele más.

Cora se toca el pecho suspirando como un par de mujeres en la entrada del restaurante que no entran por mirar, cuando escuchan a Dylan se lo comen con la mirada, pero yo lo miro triste.

—¿Por qué no vienen a mi apartamento para una noche de juegos como en Brent? Tomamos unas cervezas y nos lo pasamos bien— Dylan se recompone rápido cuando James se queda callado por su comentario. —Era verdad que puedo dejar el trabajo por ustedes.

Es la primera vez que lo propone y por la forma en la que lo dice sé que habla enserio.

—Yo estoy muy cansada para seguir la fiesta y te recuerdo que no bebo— Cora niega —Ni siquiera quiero salir con James, Alicia y yo nos iremos directo a nuestro apartamento.

—Pero reserve una cita perfecta — dice James.

—Entonces ve con tu abuela— Cora se quita de su agarre.

—¿Y tú guapa? Puedo preparar un bocadillo y miraríamos algo como solíamos hacerlo en Brent o en casa en Trafford con Kate.

Necesito tomar la prueba de Alicia, no puedo tener interrupciones, la duda me está quemando desde dentro. —Tengo que revisar los portales del ministro— miento —Además, Maya quiere hablar con la organizadora de la boda.

Esa palabra le hace perder el brillo que tenía cuando me vio y asiente abriendo la puerta del todo terreno cuando ve que Alicia regresa con sus compras saludando a todos como una profesional. Discretamente me la entrega y la escondo en mi bolso.

—¿Ya nos vamos o estamos haciendo huelga fuera del restaurante para que nos cobren el cincuenta por ciento menos? — aplaude para llamar la atención de los cuatro cortando lo que dijo Dylan.

—Ya estaba deseando que llegarás, le dije a James que estamos muy ocupadas— Cora la toma del brazo después de despedirse de mí.

—Te veré después, si quieres ya sabes dónde encontrarme— Dylan se despide de mí y nadie entenderá lo que me duele verlo triste, es mi amigo desde hace tantos años.

—Quiero que me cocines esa lasaña que cocinaste en Brent, me muero por probarla de nuevo alguna de estas noches— digo para animarlo y funciona porque sonríe, pero su sonrisa es triste cuando se sube al auto.

Alicia y yo intercambiamos miradas, ambas sabemos que debo tomar la prueba hoy.

—Seguro se irá a emborrachar, es lo que hace cada noche desde que sabe que te casarás— James pasa a mi lado —Bien hecho castañita, heriste al agente más fuerte del MI6 sin compasión.

—Nadie te pidió tu opinión James, no sabes todo lo que sucedió y no te incumbe.

—¿Sabes que es lo más triste? Que no importa cuantas veces le rompas el corazón, Dylan nunca te dejará a tu suerte como tú lo hiciste con él en el aniversario de la muerte de sus padres.

El comentario me lástima, pero no lo proceso porque mientras el guardaespaldas conduce miro discretamente la prueba de embarazo en mi bolso muriéndome de los nervios y el terror de ver la respuesta.

Miro las calles moviendo mi tacón de arriba abajo deseando que el camino sea más corto y con enojo por la doctora Kriss en la que siempre confié. El guardaespaldas me mira dos veces por el retrovisor y dejo de actuar como una loca o iré directo con Alexander.

Finalmente veo el Aston Martin y la línea de autos lujosos en el estacionamiento privado, bajo con el bolso protegido como una caja fuerte.

Uno de los hombres de la organización me abre la puerta. En la entrada escucho la voz de Erick riéndose por la sala de estar y lo veo con Alexander en el bar con una botella de whiskey escocés abierta.

—Hola ¿Noches de juegos para los chicos? — saludo.

—¡Llegó Emma! ¡Amo a Emma!

Creo que Alexander lo golpea porque Erick se calla un momento tosiendo, después se levanta corriendo hacia mí tanto como su cuerpo ebrio se lo permite. —¡Finalmente la felicidad llegó a esta casa con el amargado! — grita besándome ambas mejillas —Creo que le haces falta — me dice en el oído.

Arrugo la nariz por su aliento alcalizado y se regresa a su taburete llenando su vaso.

—También te extrañé Erick— sonrío de verlo tan entusiasmado.

—No más que yo, le hago compañía al neurótico porque no lo invitaron a la tarde de chicas y como siempre me utiliza para quejarse, en este matrimonio seremos los tres juntos, quiero que ambos me adopten— se ríe ganándose un golpe seco del brazo del lobo.

—No lo creo amigo.

—Él sabe que en esta relación somos tres.

Erick se ve completamente ebrio, pero cuando Alexander se vuelve él no lo está, ni parece que haya bebido. —Seríamos tres porque eres nuestro criado— lo riñe enojado.

—¿Por qué siempre soy el criado? Soy un buen abogado, tengo dinero y prestigio. ¡Tú eres mi criado! — balbucea Erick en desacuerdo señalando a Alexander.

—¿Quieres que te ponga a fregar los pisos de mi alcoba otra vez?

—No hables con los señores, sírveme más whisky— Erick ebrio casi le provoca un paro cardiaco al lobo.

—Tengo mejor auto que tú.

—Tengo madre y tú no.

—Tengo más dinero que tú.

—Auch, con eso no compito, si soy el criado.

—Se nota el amor de amigos que se tienen— bromeo con la pelea infantil.

Alexander levanta la cabeza y se queda mirándome de manera más intensa que Dylan, repasa sus ojos por el vestido, por mi anillo y después por el collar del lobo.

Me siento de nuevo en la isla cuando no dejaba de mirarme con adoración... Le sonrío por su mirada halagadora, este vestido les gusta a todos, me alegro de haberlo comprado.

El sonido del reloj que le regaló Erick rompe su admiración y lo disimula con una tos por el alcohol. Me gusta cuando sonríes, recuerdo uno de sus secretos. Erick le pega en la espalda demasiado fuerte hasta que lo empuja lejos insultándolo en danés.

Alexander viene a mirarme y pasa sus ojos de nuevo ya sin el reloj en su muñeca aventado dónde Erick. —¿Cómo fue la cena? — pregunta sin que le importe un carajo mis amigas, pero al menos es cortés.

—Fue divertida, Alicia es todo un caso y con Cora no es necesario que preguntes— me río recordando una de sus bromas y pasa su mano por mis hombros desnudos hasta alrededor del collar.

—¿Qué más?

—¿Quieres platicar conmigo?

—Siempre— dice muy serio.

—¿Quieres escucharme hablar de las chicas?

Se encoje de hombros como si no fuera nada fuera de lo común. — Eres la única mujer a la que tolero escuchar hablar de cosas ridículas sin enojarme y de la única que quiero saber todo hasta lo más absurdo.

—Eres tan romántico a veces— digo sarcástica.

—Cuéntame de la cena y te muestro que soy muy bueno escuchándote— insiste.

Acepto su intento de comunicación y cortesía sintiendo cosquillas de sus dedos en mis hombros y cuello. — Cora botó a James por hoy, le dijo que está cansada para salir, pero es mentira.

—No me interesa la ru...— controla terminar la frase —. Sigue.

—Llegó por ella al final de nuestra cena, al menos no nos interrumpió en el restaurante, apenas lo soporto y odio que me llama castañita, lo hacía desde que entré al MI6.

—¿Quieres que lo maté nena? — pregunta como si fuera cualquier cosa mientras toca la tela de mi vestido, me tiene emocionada que le encante tanto que no puede quitarme las manos de encima.

No importa que toca, mi cuello, mis hombros o mi ropa, pero siempre sube a mis ojos antes de tocar otra cosa.

Los guardaespaldas no miran de lejos porque cada vez que se pone en plan de mi prometido los hace desaparecer de cualquier estancia, con todo el mundo sigue siendo un neurótico incontrolado.

—A veces olvidó que soy prometida del matón de Londres— me toca dónde tengo cosquillas.

—Lo estás, pero ese apodo infantil no hace justicia a mis atributos, ese agente no te va a molestar más si me lo pides, pide caprichos y los cumplo, pide muertes y las hago.

—No quiero que James me llame castañita— digo mimada y veo la satisfacción en sus ojos, a veces se enoja de que sea mimada, pero a cada nada me da el más mínimo capricho.

—Le cortaré la lengua. ¿Estás cansada?

—No, pero Alicia, me dejó... algo para revisarlo con ella y subiré a mi habitación para hacerlo— miro ansiosa mi bolso, por suerte él sigue hechizado en mi vestido.

—Que esa secretaria haga su propio trabajo para eso le pago.

—Es mi amiga, quiero ayudarla.

Rueda los ojos. — Después lo haces. Estoy trabajando en un proyecto, quédate conmigo, me gusta tener buena inspiración cuando lo hago— me toma de la mano y no espera que le responda porque me lleva a dónde quiere.

Vamos a dónde Erick, cerca de la sala de estar hay dos taburetes vacíos, alguien más estuvo aquí.

—Me gustaría saber quién fue la inspiración de tus otros hoteles antes de serlo yo.

Sonríe egocéntrico extendiendo los brazos hacia afuera. —No tienes que preguntarlo, porque siempre he sido yo mi propia inspiración y por eso cada hotel es perfecto como yo.

—La arrogancia es de familia.

—Soy el más humilde de los Roe.

Casi me carcajeo de su broma, no conoce límites en su ego. Veo que Alexander no estaba bebiendo con Erick, estaba trabajando en uno de sus planos, tiene la mesa repleta de ellos y varios tienen el nombre de Alesha abajo, fueron proyectos que ella inició el año pasado.

Dejo mi bolso semi abierto en la barra donde esta Erick bebiendo. Alexander me sube a la mesa a lado de sus proyectos, me besa casto y veo el brillo de ambición en los pozos verdes.

Le gusta mucho el vestido y que le haga compañía mientras trabaja. Me toma la mano y la besa como un caballero.

Un caballero obsceno.

—¿Le ofrezco algo mi señora? — Octavian sale de la cocina con un delantal mediano y las manos en la espalda mirando a Alexander en esa posición poco formal del lobo.

Alexander se recompone a su habitual actitud seria provocando el miedo en Octavian que agacha la cabeza sin mirarnos mientras él regresa a trabajar en sus planos.

—No me apetece cenar, lo hice con las chicas, pero si quiero algo dulce.

—Pida el postre que quiera y lo haré en un santiamén— el pobre hombre sigue mirando al suelo.

—¿Cuál es tu postre favorito? — le pregunto a mi prometido masajeando con mis dedos entre su cabello, parece que lo disfruta porque cierra los ojos y me deja hacer.

—Las tostadas de Emma.

Me río porque sé que es verdad, pero insisto en que debe tener algo más que comer que no sea yo. —Dime— insisto —Te gustan las tartas saludables y los postres gourmet, lo dulce te pone de mal humor— hago memoria de lo que come y alza las cejas sorprendido.

—¿Cómo sabes todo eso de mí?

—Porque te observo cada que quiero.

—Me espías dirás.

—Tú haces lo mismo conmigo y peores cosas de las que ni te sientes culpable, soy la persona razonable de nuestra relación.

—Como odio esa jodida palabra— refunfuña perdiendo su buen humor —Relación— repite con asco—Matrimonio se escucha mejor.

Erick se burla de él, pero en voz baja porque todavía sigue recuperándose del último golpe. — Octavian ¿Podrías prepararnos una tarta de queso y fresas?

—Sin fresas, soy alérgico— dice Alexander sin despegar los ojos de los planos.

—Una vez te di fresas en el Score.

—Y casi me intoxicas mujer, tienes una afición por tratar de matarme. ¿Cuándo vas a parar ese círculo vicioso Emma?

—¿Y por qué no me detuviste de darte fresas en el Score?

—Porque me estabas alimentando— arquea una ceja mirando su plano —Y me gusta.

Casi me derrito sobre la mesa, está muy cariñoso hoy. Últimamente he tenido el mono por Alexander, de quererlo cerca incluso en el trabajo y parece que es reciproco, soy el único ser viviente de su organización y familia que puede ver algo que no sea el hombre neurótico y asesino.

—Una tarta de queso sin fresas— le digo al chef.

—En seguida mi señora.

Las venas de los brazos de Alexander dónde tiene el tatuaje del lobo y la inscripción de la placa de Ethan la misma que tengo yo en collar se mueven cuando comienza a trabajar, veo fascinada como hace un boceto de un estacionamiento.

Paso mis dedos por la cara en el tatuaje de lobo, está de frente, es únicamente la cabeza de un lobo la forma del tatuaje, pero los trazos son tan perfectos como los suyos en un plano.

Le pone tres murallas y un diseño similar al del ventanal que se alza en el Score. Le toco las venas amando el tacto de los músculos tensos y me deja toquetearlo.

—¿Quieres un trago Emma? Aprovecha el alcohol caro del millonario, porque en unos años nos echará en la calle a todos con lo amargado que es.

—Al único que correré será a ti, eres un asno— Alexander no alza la mirada de los bocetos.

—Estoy bien sin alcohol Erick, prefiero esperar la tarta.

—Si alguien me hubiera dicho que harías que el gruñón se coma una tarta me muero en el instante.

—Nos harías un favor al mundo entero— le gruñe Alexander.

Erick comienza a parlotear, pero pronto se da cuenta de que está siendo ignorado porque Alexander comienza a trazar en escalas y cuando yo quiero conversar con Erick Alexander me pregunta que me parece uno de sus diseños y me distrae.

Media hora después Octavian trae la tarta pequeña que preparó y corto un trozo para Alexander, pero como sigue trabajando y dijo que le gusta que lo alimente le corto un bocado llevando el cubierto a su boca.

Se pone de buen humor y abre la boca. Regreso a sentarme ya sin los tacones y como de su mismo plato.

Me gusta alimentarlo con algo que no sea su dieta estricta, hace pausas para probar la tarta y quitar con su propia lengua los restos de queso en mi boca.

Me la paso siendo su "inspiración" durante casi dos horas, me duele el trasero de estar sentada tanto tiempo en la mesa, pero no quiero interrumpir nuestro momento.

Cuando corto sus trozos de tarta aprovecha para pasar sus manos por mi vestido.

—Te ves diferente— dice más para sí mismo recorriendo la abertura de mi vestido esperando a que lo alimente otra vez.

—¿Diferente en qué sentido? — abre la boca a mi manjar y le limpio los restos de queso de la comisura.

—No sé— frunce el ceño masticando — Pero me gustas más y a mi pene también— se termina el bocado de tarta y me levanta la barbilla para besarme.

—Esto es lo que necesitaba después del trabajo, tiempo contigo— le digo y me aferro a sus hombros —Últimamente eso es lo que más quiero.

La tarta queda olvidada en la mesa solitaria y lo planos también, va a demostrarle lo mucho que le gusta mi vestido.

— Dime que me amas— ordena mientras pone su mano en la mesa y me besa más intenso, apuesto que, si Erick no estuviera aquí, ya estaríamos rompiendo la tradición familiar otra vez.

Ya no dice que confiese o usa la evasiva del Cavern club, lo pide directo.

—Te quiero— susurro y niega enojado.

—No me sirve ese "te quiero" señorita Brown y si no cambia su respuesta la despido de mi mesa de trabajo.

Hago uso de mis clases de danés y muy valiente me inclino a su nuca —Jeg elsker dig— le susurro al oído y gruñe en aprobación mordiéndome el labio inferior cuando me hace besarlo de nuevo.

—No puedo con tanto amor aquí en danés o en inglés, hay otra persona que necesita amor— grita Erick ebrio desde la barra interrumpiendo el morreo.

—Lárgate a lavar mi auto inútil— Alexander lo mira enojado, haciendo amago de volver a besarme —Eres sólo mi criado.

—Criado que te escucho diciendo las veinticinco razones por las que odias a Emma— dice delirante —La odio tanto, pero la amo Erick— imita el tono de voz de Alexander. —La odio, pero me caso con ella, la odio, pero la sigo al Caribe, la odio, pero le ordeno que me diga que me ama— le gana la risa cuando Alexander le avienta un portaplanos y lo tumba al suelo.

Jadeo mirando como Erick se azota contra el suelo y se ríe más fuerte. —¿Dijiste todo eso en Nueva York? — me agarro a sus hombros.

—No le hagas caso. Este chismoso de mierda tiene una boca mentirosa— lo mira enojado.

Quiero una plática con Erick ebrio y saber todo lo que sucedió en Nueva York. Lo distraigo con más tarta. Me siento como una pareja tan normal y rutinaria, el trabajando, yo siendo su compañía, nos vemos tan normales y me gusta.

Pero en realidad, él es un mafioso y yo soy su prometida, lo he visto matar varias veces, fuimos a las jaulas, estamos contra el ministro, normales no somos.

—¿Es mi imaginación o estos hoteles de Nueva York se ven similares al Score? — digo a su espalda y me voltea a ver sobre su hombro mientras lo abrazo.

—De todos los hoteles que he diseñado el Score es el que más te gustó.

—Es por el ventanal de la terraza.

—Lo sé y se los puse— plasma su firma al final del plano y lo guarda con sumo cuidado en su portaplanos. —Deja al ebrio de Erick en el suelo, ya trabajé contigo siendo mi inspiración, ahora me toca cumplir mis obligaciones maritales.

Se ve hambriento, camina y yo retrocedo tengo que tomar la maldita prueba de embarazo. —Necesito hacer el papeleo de Alicia.

—La voy a despedir si te sigue pidiendo que hagas su trabajo.

—No puedes despedirla, el señor Jones la necesita, es mi amiga, si haces algo contra la gente que quiero tendremos problemas muy serios.

—Y por eso no puse la dosis que se merecía el... — susurra muy bajo que apenas escucho de quién habla, alza a Erick del suelo.

—Tengo un plano más que revisar, mis arquitectos hicieron el diseño, pero despedí a tres hace dos días.

—Sube cuando termines.

Erick le recrimina que le haya quitado el sueldo y balbucea cosas ilegibles, comienza a pelearse con un ebrio, me río y recojo mis tacones del suelo, su amigo jadea me mira y jadea asustado como si hubiera recordado algo y agarra a Alexander.

—Tengo que decirte algo hermano, acércate— tiene los ojos muy abiertos.

—¿Qué quieres?

—Acércate más— lo jala del cuello de la camisa.

—Suéltame indigente esto es Versace— Alexander se aparta, pero el agarre de Erick es muy fuerte.

—Voy a mi habitación— dejo tarta en la mesa.

—Es el bolso de ella... lo vi— dice cosas sin sentido y de repente caigo en lo que vio y cierro mi bolso, la prueba quedó abierta a sus ojos chismosos, regreso a mitad del camino en la escalera.

—Erick está muy ebrio.

—Siempre se pone así.

—Me quieren silenciar Alexander, no lo permitas.

—¿Por qué no le dices a mi guardaespaldas que lo lleve a su casa? En su estado no puede conducir— intervengo de inmediato, Erick sigue diciendo que vio algo y Alexander lo deja de nuevo en el taburete.

—¡Yo vi su bolso!

—Cállate Erick, estás en una casa decente no es un club para que grites— lo regaño y abre la boca, ofendido con una mano en la cintura.

—¡Pero si vives con el neurótico que grita a todas horas!

—Cierra la boca ebrio loco, que todo el día me ha dolido la cabeza— Alexander se soba las sienes y los ojos de Erick casi se salen de su lugar.

—Hemos sido tan ciegos, Jack tenía razón.

—Come tarta Erick— le doy un bocado, aunque no quiere y casi se atraganta.

—Diré que lo lleven a su casa, así cómo está no puede ni pararse y es un grano en el culo el inútil— gracias al cielo Alexander no le hace caso a la boca ebria de su amigo y sale a buscar a uno de los guardaespaldas.

Cuando vuelve Erick ya cayó dormido y no espero a que regrese a la sala de estar con él, finjo un malestar por la tarta de queso y es evidente que Alexander irá conmigo en lugar de ir con Erick.

Veo que el guardaespaldas arrastra a Erick dormido y ebrio a la salida todavía con rastros de tarta en la boca.

Mi intento de que Erick no dijera nada y se lo llevarán funcionó, pero no podré tomar la prueba de embarazo hasta mañana, fingir estar enferma por la tarta ha hecho que Alexander venga a mi habitación a cada nada.

He tenido que fingir estar dormida, pero ni así deja de venir, la ansiedad por usar esa prueba me carcome, me la paso sobre pensando hasta que me doy cuenta que de verdad me siento enferma de nuevo tengo el estómago revuelto.

Por primera vez vomito la tarta que probamos, me suda la frente y vuelvo a estar pálida, mi aspecto arruina mi precioso vestido lila que tanto me gustó y muchos halagos me trajo.

Lo botó al cesto oloroso y me lavo los dientes con el ánimo en el suelo. Duermo mejor en mi colchón humano de Alexander, pero si vienen arcadas nocturnas no quiero terminar en un hospital.

La reunión de la que me habló Tyler sucede en la noche y es la excusa perfecta para que Alexander esté con la mente en los asuntos de la organización. Maya viene, Tyler y Bennett también, el único que no asiste por obvias razones es Jack.

No entró por mi enfermedad de la tarta, me sirve para quedarme sola el resto de la noche en mi habitación porque la reunión se extiende y Alexander no vuelve.

No sé cómo concilio el sueño, pero a primera hora de la mañana ya tengo los ojos abiertos. Tengo que tomar la prueba. Pongo el pestillo en mi puerta y en la puerta de la terraza y me escabullo al baño de mi habitación con mi bolso, como si estuviera en una misión intensa.

Pongo también el pestillo para mayor seguridad. La caja azul trae dos pruebas de embarazo, leo las instrucciones repetidas veces y me armo de valor para hacerla temblorosa.

No he despertado bien, pero no puedo dormir tranquila hasta saber. Toco el collar de Ethan, se ha vuelto mi amuleto de la suerte, así como mi anillo verde.

Hago lo que dicen las instrucciones y así encerrada espero impaciente sentada en el diván con las manos temblorosas. —Confío en la doctora Kriss— me lo repito un y otra vez esperando que pasen los tres minutos que indican las instrucciones.

Mi celular suena con el temporizador de tres minutos que coloqué y no quiero acercarme a ver la respuesta.

Estoy sola, nunca me imagine una situación en mi cabeza porque no se si quiero algo como esto, desde joven nunca ha sido mi sueño, no sabría cómo actuar si sucediera, necesito un apoyo conmigo.

Respiro hondo y volteo el stick.

Se me cae la cosa al suelo y yo soy la siguiente que se azota en las baldosas. Mis rodillas se quedan sin fuerza y me quedo paralizada, volteo el otro stick para que no haya equivocaciones.

Me sostengo del pie del diván apretándolo fuerte por apoyo. No. No. No.

Estoy embarazada.

Me cubro la boca con ambas manos mirando horrorizada e inmóvil las dos pruebas tiradas en el suelo, no sé cuánto tiempo me quedo tirada en la misma posición, pero mi pecho late desbocado, no puedo procesar nada.

Mi mente se acaba de quedar completamente en blanco. —No quiero— susurro en voz baja.

—¿Estás ahí dentro Emma? — la voz de Alexander me hace saltar del susto.

Miro la puerta con el pestillo puesto. —Sí— recojo todo el empaque y lo tiro al cesto de la basura cubriendo todo con papel por encima para que no se vea.

Me tomo unos minutos para tranquilizarme sentada en el diván, miro el cesto no se ve nada, nadie puede ver nada.

Quito el pestillo todavía con mi pulso desbocado y saco mi bolso, la mirada de Alexander se pone ceñuda cuando paso en silencio a su lado. No puedo mirarlo. —¿Te sientes mejor después de anoche?

—Sí.

—La tarta no te sentó bien.

—No.

—Anoche hubo una reunión con la organización.

—Lo sé.

—¿Qué te pasa?

—Nada.

—Estás pálida— escucho su pregunta, pero no sé qué decir.

Va a tocarme, pero doy un paso atrás todavía jadeando. —Uh... Le prometí a Jack que iría verlo con Cora, iré... por mi Mazda— mi voz se escucha muy normal a comparación de cómo me siento.

—No es seguro que salgas de la ciudad tuvimos una reunión anoche y...

Sigue hablando, pero no puedo entender que dice. La doctora Kriss me mintió. Mi instinto natural sería gritar de confusión, pero no puedo hacerlo, algo se bloqueó dentro de mí que no puedo hablar.

—¿Me estás escuchando Emma?

—¿Qué?

Vuelve a fruncir el ceño. —Te dije que hay bloqueos del MI6 por las carreteras principales de la ciudad.

—Pero debo ir a ver a Jack, la última vez que se quedó solo atropelló al ministro Madden, es mejor que tenga compañía antes de irse a Irlanda, lo había hablado con Cora.

—¿Desde cuándo?

—Hace unos días cuando se llevó mi Mazda— miento muy bien. —También quiere provisiones para el viaje y algunas cosas con Cora que no mencionaron— lo miro finalmente y siento que me voy a caer. —Llevaré al guardaespaldas y la seguridad como siempre.

—¿Qué te sucede Emma? Te conozco bien.

Me tiembla el labio involuntariamente. —Voy a extrañar mucho a Jack, fue uno de mis mejores amigos con los Roe.

—Él no considera a nadie sus amigos, a todos los traiciona siempre.

—Aun así, lo quiero, en cualquier momento voy a llorar por Jack y Millie, estarán desprotegidos sin saber que hacer en Irlanda, debo ir a despedirlos, él me lo pidió — sigo mintiendo.

—Está bien— cede —No olvides llevarte a la seguridad, un guardaespaldas más, irá más tarde, mi hacker me informó que el MI6 moverá la anfetamina a una ubicación desconocida hoy y acaban de bloquear las cámaras de la residencia Madden.


Hora actual.

Emma.

No dejo de pensar en la imagen de Bennett junto a Cora en el hospital cuidando de ella y de su bebé... Luego viene la imagen de Bennett cayendo de rodillas cuando supo que ella estaba embarazada.

Alexander nunca haría eso, el nudo en mi garganta vuelve de nuevo.

La base del MI6 de Londres es más grande que la de Brent, estuve en dos ceremonias en Brent con la unidad de Sarah, veo el uniforme especial de los agentes para este tipo de eventos más por la presencia del teniente y del ministro.

El teniente Wall tiene colocadas sus placas en su saco uniformado y el grupo de agentes en su fila también.

Arman una especie de línea entre la entrada y el frente dónde hablará el teniente. El ministro Wall viene arreglado. Me miró curioso durante el camino de la entrada como en su residencia con Tyler.

Arreglo el discurso del teniente Wall y también el del ministro mientras preparan los micrófonos y las placas especiales del MI6 en el salón de conmemoración del parlamento inglés.

No tuve oportunidad de ver a Dylan, está en terapia intensiva, no quiero que muera, James por su parte puede pudrirse en el infierno.

Ethan me sigue a todos lados, sin inmutarse de que el ministro le diga que se vaya, no lo reconocen, ha perdido peso y tiene el cabello ligeramente más largo.

Los integrantes del parlamento llegan a sus asientos y el ministro Madden me pide colocarlo en un lugar estratégica con ellos.

En mi fila hay una mujer del parlamento sentada frente del asiento del ministro. —Hola, al fin una cara amigable ¿Te leo la mano? — me guiña un ojo.

—Emma Brown, la publicista del ministro Madden.

—Te reconozco por su campaña política y por lo bien que habla de ti la señora Pitt— se sienta momentáneamente a mi lado —. Soy una funcionaria de legislación del parlamento, pero en mi juventud leía las cartas como mi amiga la señora Pitt.

—Tiene suerte de que su lugar esté junto al de ella.

—Ella es una de las pocas personas agradables en el gobierno— me toma la mano. —¿Tienes idea de a qué hora iniciará esto?

—En poco más de veinte minutos, puede leerme la mano si quiere, aunque no creo en esas cosas como mi mejor amiga.

—El exeptismo no funciona para todos linda, no todos creen en el destino.

—Cora lo hace.

Como Alexander es parte de la campaña de Richard también se presenta, no lo miro, me encargo de ser profesional en lo que me pidieron y lo siento junto al ministro Madden dejando a la funcionaria del parlamento de vuelta en su lugar frente a Alexander.

—¿Por qué has estado tan en silencio desde anoche? ¿Dónde están tus gritos habituales cuando no consigues lo que quieres? — pregunta él tomando asiento a mi lado.

—Mantente profesional, el parlamento esta sobre el ministro, los problemas internos no se resuelven frente a la gente y eres la última persona a la que quiero cerca por mentirme por Ethan.

—¿Qué te dijo?

—Fingir que mi guardaespaldas estaba muerto para matarme cada noche ha sido el tope de lo que puedes llegar a hacer— controlo el amago de mi voz, no suena alterada, pero sé que cuando se rompa la línea de mi tranquilidad Alexander será el que reciba el primer impacto.

Va a decir algo, pero la mujer se gira para ver de qué hablamos, nos mira juntos y vuelve a voltearse. Mejor evitar los conflictos de nuestra relación en privado no con tantos chismosos a nuestro alrededor.

— ¿Por qué está el parlamento aquí? — Alexander baja la voz mirando a la mujer enojado

—Porque le retirarán la placa a Sarah.

—¿Qué tuviste que ver en esto?

—Nada, soy una simple publicista.

—La mejor publicista— corrige —Vi los noticieros matutinos con noticias de ella y la organización de los treinta y siete— cuestiona enojado —Te dije que te mantuvieras alejada de la situación de la ex mujer de Jack y de su hija, estamos los Roe en el ojo público porque la prensa sabe que Emilia es hija de mi primo desde el memorial del biólogo.

—Yo no tuve nada que ver en lo que la prensa dijo de Sarah, nadie puede probarlo— digo en calma y vuelve a estudiar mi nueva actitud desde anoche.

Pero ya no puedo gritar, está acumulado en lo profundo de mi pecho, ganas de gritar que explotarán.

—Entonces mágicamente apareció e hizo que el teniente convocara a este evento — me hace mirarlo y está igual de enojado que anoche —Llevaste a Emilia con Maya cuando te ordené que no lo hicieras, no necesitamos ese jodido problema que es de Sarah.

—Me queda claro que no quieres estorbos como esos— logro pronunciar es palabra que me duele —Pero Emilia es hija de Jack no tuya así que no opines de su seguridad.

—Su seguridad está con el teniente no con nosotros y se la vamos a entregar, ¿Qué crees que Maya haga por ella sabiendo lo de su hijo? Emilia es una distracción— no discute el tema de los estorbos, se mantiene firme en lo que dijo anoche.

—Jack me confió la seguridad de su hija a mí, no a ti y ahora veo la razón— no levanto la voz —No tomas parte en las decisiones de la vida de Millie, te repito que no eres su padre y él la protegería con su vida porque la ama.

—Y mira lo que le hizo el amor de padre a ese infeliz, se entregó al diablo, en manos de Logan es mejor que ya esté muerto a estas horas.

—No entregaré a Millie y Maya tampoco.

—Lo harás porque vas a convencer a Maya de dársela a su abuelo.

—Para ti un hijo es un estorbo, ¿No?

—Ya sabes la respuesta.

—Pues para mí no, ve pensando otro motivo para discutir conmigo porque respecto a Millie no te dejaré entrometerte— me pican los ojos por dentro, quiero que diga que todo lo cruel que fue anoche era mentira, que fue cosa del momento.

—Vives en una fantasía, cuando abras los ojos a la realidad, te vas a dar cuenta que las debilidades y esos errores como esos siempre entran aquí— me toca el pecho cerca de mi corazón —Debes sentir con la cabeza, eso hace un lobo, no hay lugar para errores.

Se me cae a trozos el corazón, estorbos, error. Esas palabras despreciativas hacen que aborrezca la prueba de embarazo en el cesto de la basura. No quiere estorbos, ni siquiera si fuera nuestro.

—Ya basta con decir que son estorbos— aprieto los dientes dolida.

—¿Y qué son? ¿Sabes por qué me hice la vasectomía? Por ellos para evitar esos errores en mi vida.

—¿Te la hiciste? ¿Cuándo?

—El mes que me dejaste— se pone serio y regresa la cabeza al frente. —Tomé mi decisión y mi decisión fue no tenerlos nunca.

Me levanto con mi labio inferior temblando, no puedo lidiar con esto a la vez, esa noticia me ha cambiado internamente.

Siento que viene detrás de mí y aunque no tengo intención de discutir con él escucho la voz de la mujer de antes. —¿Quieres que te lea la mano? Hasta un empresario como tú debe tener curiosidad de su destino.

—¿Quién es usted? — la mira de arriba abajo con su habitual cinismo.

—Soy parte del parlamento— se presenta.

—Es la chismosa que estaba en nuestros asientos dirá.

—Comunicativa hijo— lo corrige —¿Te atreves a conocer tu destino?

—Soy millonario, no me importa lo que digan los charlatanes como usted.

—No seas arrogante es una simple lectura de mano para conocer tu suerte— la mujer me mira al final del pasillo y Alexander también.

—Yo no creo en la suerte, yo forjo mi propio destino a base de éxito, no me interesan sus jodidas tonterías.

—No creas que el destino no tumba a los que se creen más fuertes, hasta los enemigos más peligrosos pueden caer.

—¿Cree que me importa?

—Eres increíble.

—Me lo dicen siempre.

—¿Quién crees que eres para desafiar al destino?

Alexander levanta la cabeza arrogante. —Dios.

—Hasta los dioses caen antes de llegar al poder— le sonríe, pero su sonrisa se desvanece cuando ve la arrogancia con la que no podrá luchar.

—Ya lárguese.

—Esa chica te hará ponerte en tus rodillas como nadie lo ha hecho para que tu karma llegue pronto Alexander Roe— le dice.

Se burla como todo un egocéntrico molestando a la mujer, no tiene respeto por nadie —Yo no me pongo de rodillas antes nadie señora y no creo en el karma de mi prometida, la señorita Brown.

La mujer me mira, deja de insistir en ganarle, se despide con un saludo amable de manos y pasa de largo de él. —Y yo no hablo de una Brown sino de una Roe— susurra cuando pasa a mi lado y me guiña un ojo.

Alexander nos queda mirando con su habitual enojo. —¿Conoces a esa charlatana? Dudo que sea realmente parte del parlamento.

Sigo a la mujer, pero regresa a su asiento cerca del ministro. Ethan me sigue hasta el tocador de damas quedándose en la puerta que cierro con pestillo. Me quedo en silencio, me limpio las mejillas, me meto en mi papel de publicista.

No puedo armar una escena en la base, pero tampoco puedo seguir fingiendo que no hay nada dentro de mí...

Ayer cuando fui con Jack huyendo de ver la prueba de embarazo positiva me llené la cabeza de pensamientos positivos como dijo Alicia, pero se fueron a la basura cuando Alexander habló de hijos.

Voy a tener que afrontar que mi problema es real y no puedo escapar de la realidad. Llegaste en el peor momento.

Alexander entra por la puerta que estaba bloqueada, como se metía en mi apartamento y quita la idea de mirarme el abdomen para conectar con mi... nuestro... ¡No! Mío... es una tontería pensarlo.

—Vete, estoy tomando un respiro de ti, quiero ser profesional frente a las cámaras— lo corro lavándome las manos actuando de lo más normal.

—¿Por qué es tu silencio desde anoche? — inquiere colocando el pestillo de nuevo, me retoco el labial sin importancia y cómo no respondo vuelve a hablar —Lo de Ethan fue necesario.

—No te lo pregunté— junto los labios humectándolos.

—No quiero tus evasivas Emma, que por lo de anoche sigo bastante molesto.

—No puedes probar que yo saqué a Emilia de la casa ni que yo arruiné la reputación de Sarah, grita si quieres, tengo trabajo que hacer.

Me bloquea el paso. —Te estás olvidando de la maldita comunicación. Estás callada desde anoche, hiciste que le quitaran la placa a Sarah y ahora esa loca nos acechará como si nuestros problemas no fueran suficientes.

La línea de mi silencio se tambalea, pero me aferro al control y muy femenina me arreglo la ropa restándole importancia a todo lo que dice. — ¿Mi silencio te acojona? ¿Te molesta? ¿Te irrita? Prefieres que grite, pero no me apetece.

—¿Y cuándo demonios reaccionarás a lo de Ethan?

—¿Reaccionar? Las bestias son muy crueles, no lo escondiste para seguridad, lo escondiste para herirme— lo miro furiosa.

—Fue por tu seguridad.

—Mi seguridad es tu excusa perfecta para todo ¡Esta es mi reacción Alexander! — lo abofeteo con mucha fuerza, voltea la cara con la boca abierta y cuando la levanta veo la rojez de mi mano.

Le pego en el pecho adolorida internamente. —Está es mi reacción coherente por hacerme culpar de una muerte que no era real.

Me toma las muñecas, pero con delicadeza, esa es la zona de más cuidado de mi cuerpo. Me suelto y lo castigo con que no pueda tocarme. Hace amago y me alejo, lo vuelve hacer y vuelvo a alejarme.

—No vas a tocarme otra vez.

Ni siquiera le preocupa la rojez de su mejilla cuando frunce el ceño por mis palabras.

—No— responde automáticamente tratando de tocarme y me alejo de nuevo. —Tu problema no es con Ethan es porque te negué reproducirte— se enoja más cuando va a tocarme y camino a la puerta.

—Mi problema fue haber aceptado un empleo de publicista en Hilton &Roe— mirando los ojos verdes y recordando la prueba de embarazo.

—Son estorbos.

—¡No vuelvas a llamarlos estorbos!

Salgo del baño sensible en todos los sentidos, pero afuera también me sigue. Ethan se queda en el pasillo esperando por mí y veo a Erick venir ya sobrio y bien vestido con ojeras bajo los ojos.

—Un hijo sería nuestra perdición. Logan mataría para conseguirlo, te dije que pienses con la cabeza— Alexander sale enojado del baño. —¡Son estorbos como Emilia por eso te dije que la entregues!

No puedo ver por las lágrimas que pesan en mis parpados, miro a Erick que se queda estático de dónde viene. Cierro los ojos sintiendo el rechazo a la cosa que hay dentro de mí y mucho dolor.

Una buena madre no sentiría rechazo ¿O sí? Estoy al borde del llanto y eso sería el punto final de todo. Miro a Erick y algo lo hace caminar hacia mí de forma protectora.

—Déjala en paz, ya no te le acerques— Erick se pone a mi espalda y no deja que Alexander se acerque.

—No te entrometas en lo que no te importa, cierra la maldita boca y nadie me aleja de ella.

—¡Cierra la boca tú porque si le dices algo más te voy a joder! — me pone a su lado y Alexander saca el pecho yendo por él.

—¡Quítate idiota!

—¡Si sabes lo que te conviene cierra la puta boca Alexander y deja a Emma en paz en este momento! — lo empuja lejos, volteo y Alexander se detiene al verme limpiarme las mejillas.

Erick lo mira enojado y después a mí. — Ven conmigo, la ceremonia va a iniciar y no puedes estar alterada al lado de ministro Madden.

—¿Ahora que tramas? ¿Ayudarla a que la loca de Sarah nos siga jodiendo?

—Cállate imbécil, Emilia se fue con Maya, ya no hay nada que puedas hacer, así que deja de recriminárselo a Emma— me lleva por el pasillo de la base del MI6, pasamos por varios agentes uniformados.

—Gracias Erick, necesitaba un poco de aire.

—No fue el lugar más adecuado para que empezarán una discusión de pareja, escuché lo que te dijo saliendo del baño, lamento que no quiera darte hijos— me mira de reojo.

Vuelvo a sentir el nudo en mi garganta. Me limito a encogerme de hombros.

—Sobre lo de Millie, no quiero opinar del tema, no sé con quién estará mejor, ya no sé nada, lo de Sarah, la misión que mató a muchos agentes— suspira y pasa de arriba hacia abajo su mano por mi espalda. —¿Te sientes bien con todo esto?

—Eres muy amable, pero no quiero hablarlo, prefiero guardar mis fuerzas para mi trabajo.

—Siento mucho lo de Dylan— me mira con pena —Cora debe estarlo pasando mal y tú también, Bennett me dijo que Lena fue intervenida de emergencia, esta base será el lugar de muchos funerales en estos días— mira a todos los agentes a nuestro alrededor.

Dylan. Erick me abraza de nuevo cuando aparto la mirada triste. —Sarah planeó todo esto, no es tan inteligente para mentir, no le importó entregar a sus amigos para salvarse de la organización.

—Lo siento mucho, lo que más pena me da es que ellos solo estaban haciendo su trabajo.

Me irrita verla intacta, mientras otros mueren, ella está con su uniforme azul y las medallas de su cago con su placa, parada en el estrado junto al teniente Wall, el cabello rubio lo trae muy pegado con cera, los ojos en un ahumado.

Llaman a los presentes a sentarse, Erick vuelve conmigo, pero mantiene a Alexander lejos de mí, el teniente y su sequito hacen los honores del MI6, el ministro abre la ceremonia con un breve discurso sobre la justicia y tomo cada mirada cómplice que él y Sarah comparten.

Vi el auto del MI6 en la residencia, también el de Tyler. ¿Tres contra Jack? El teniente Wall agacha la cabeza cuando el ministro termina el discurso, no hay orgullo en sus ojos, sólo decepción.

Muchos de los agentes tienen la misma cara, muchos de sus amigos y familiares se debaten entre la vida y la muerte como Dylan por el berrinche de Sarah.

—La justica libera, no entrega a los inocentes— dice el ministro Madden con la mirada seria y la espalda recta.

Dos agentes hacen un saludo militar al teniente Wall cuando da dos pasos al frente con su uniforme.

—Agente Sarah Wall, unidad siete de fuerzas especiales, proponente del equipo de RCP— Sarah comienza a llorar en silencio mientras dicen sus cargos y logros. —Entregue su placa y su cargo.

Sarah se sorbe la nariz mirando a su padre, sin que él le dirija la palabra. Da dos pasos al frente. —A sus órdenes teniente Wall— le da un saludo militar y se quita el honor de la justicia.

Muchos de los familiares de los heridos lloran, agentes dolidos y destrozados. Como Cora y Bennett. Dylan fue infectado. Le hice un favor al MI6 con la campaña de desprestigio de esta mujer.

Sarah mira a los que no fueron heridos de su unidad ayer y les recita el juramento del MI6 a modo de despedida, ninguno le da el saludo militar, se apartan, una chica incluso escupe en sus zapatos.

Sarah no baja la cabeza un solo segundo, no se arrepiente de nada. El teniente Wall no le llama la atención a la agente que escupió, es honorable como dijo Ethan. Un hombre que merece el poder para acabar la corrupción.

El ministro mira con recelo al teniente Wall como si fuera su enemigo y después sale junto a Sarah.

Cuando termina la ceremonia voy con Ethan y vemos al ministro hablando con Sarah en la entrada trasera de la base dónde lleva una caja en sus manos.

Miro a Ethan dejándole claro que debe escuchar esa conversación, pero para que no lo vean trae lentes negros y con la cirugía que le aplicó Maya y Jack ha perdido peso, no lo reconocerán fácilmente como mi guardaespaldas habitual.

Salgo de la base. —Hola, señorita Brown— me saluda uno de esos periodistas novatos —La señora Pitt nos pagó para estar aquí y dijo que nos daría instrucciones.

Asiento. — Quiero que cuando el ministro Madden salga acompañado de Sarah Wall enloquezcan, sus fotos estarán en los titulares de cada noticiero nocturno también.

Sonríe de lado maliciosamente y les da las instrucciones a los demás periodistas, en total son doce que está aquí, entre la gente de cámaras y redes sociales hay ocho más.

Me subo al Cadillac negro y los guantes blancos de la mujer aprietan el volante con mucha fuerza, sus ojos comen la entrada esperando por verla. Su acompañante viene en el asiento trasero silencioso.

—Estoy segura que el ministro Madden llamó a la organización de los treinta y siete, ayer hubo tres personas de poder involucradas en el ataque de la unidad de Sarah y la captura de Jack— me abrocho el cinturón de seguridad

—Vas a conocer algo más sofisticado a la organización del lobo, algo creado por una mujer— dice respirando hondo con una mirada fiera que nunca había visto en su rostro a pesar de las bolsas negras en sus ojos.

Tengo miedo que enloquezca, pero se ve serena y fiera, como un asesino listo para atacar a una gacela.

—La trampa está puesta, Sarah caerá directo a ella y te ayudaré en todo lo que hagas por recuperar a tu hijo, pero Alexander insiste en entregarle a teniente a Millie.

Maya voltea a verme con la mirada afilada. —No hay nada más potente que un Roe peleando con un Roe— el Manso sonríe ronco y le abre la puerta a Ethan que se desliza a su lado finalmente conduciendo el Cadillac.

La casa de Maya es grande y con elegancia como ella, los lujos sobran explicarlos, resaltan marcas y decoraciones de oro luminoso en varios lados, el manso camina detrás de ella sosteniendo su mano con el guante todavía.

Millie corre con su perro hasta ella cuando la ve llegar y veo con alivio como hay tres personas a cargo de su cuidado además de la niñera.

La expresión de Maya cambia cuando la ve y parece que olvida las ojeras bajo sus ojos. La pequeña Roe con un vestido de Gucci abraza a la mayor de los Roe como nadie se atrevería y le besa la mejilla.

—Estaba muy inquieta desde que usted se fue, quería salir de la casa— dice la niñera cargando al cachorrito de Millie.

—¡Trajiste a Emma! — Millie salta de los brazos de Maya a los míos y me apretuja las mejillas con sus pequeñas manos. —Me gusta que vengas a jugar conmigo. ¿Podemos pintar?

—Lo que pidas princesa Millie.

—Iré por los crayones— dice la niñera.

—¿Y mi tío Alexander no vino? — busca a nuestras espaldas, pero sólo ve a Ethan. No entiendo por qué quiere tanto a Alexander si la rechaza cada vez que la ve.

—No, porque está trabajando, pero te manda muchos besos— miento y le beso las mejillas haciéndola reír.

—¿Con mi papi también?

La sonrisa de Maya desaparece, pero yo logro responderle a la pequeña que pronto vendrá mientras la niñera utiliza su técnica de distraerla con sus juguetes.

Maya la mira con adoración y de repente veo lagrimas llenar sus ojos, Jack atrapado con Logan. Recuero la foto que les hice juntos pintando el suelo, la video llamada cantándole en el Caribe.

El amor por su hija lo hizo entregarse al diablo, esas palabras de Alexander no se dejan de repetir en mi mente. El amor de Bennett por Cora y su bebé provocó su última recaída.

Millie insiste tanto en salir al jardín que Maya termina accediendo finalmente, pero con la seguridad.

Un bebé sería el anzuelo perfecto para Logan.

Comenzamos a hablar del retiro de placa de Sarah, le hablo con total confianza frente a Ethan.

—El teniente Wall si es un hombre honorable— dice Ethan —Si alguien debería sustituir al ministro Madden debería ser el teniente.

—¿Crees que Richard tenga acceso a la organización todavía? — le pregunto a Maya.

—Estoy convencida, el liberó a mis sobrinos y a Caterva con Alesha, la única forma de entrar a la organización es con contactos, pero si son directos nadie me lo dirá. Logan ha estado muy oculto en sus asuntos últimamente— se sienta con el manso —Manda a Katherine a sus representaciones en las reuniones y nadie sabe a dónde va.

—No puede atacarlo sin una estrategia, seguro pondrá a Jack en su Cripta y no en las jaulas, esperó mucho tiempo para tenerlo y no lo soltará— Ethan se sirve una copa y cuando ofrecen los sirvientes a mi niego.

—Tiene a mi hijo desde hace ya más de doce horas, tengo que liberarlo— Maya cierra los ojos. —La tortura de Logan es enfermiza.

—Lo necesita para su anfetamina, no lo matará— le recuerdo.

—Eso no lo detendrá— su mirada se pierde supongo que formulando un plan. —El MI6 escondió la anfetamina que tenía el ministro en una ubicación desconocida, si la recuperáramos le ganaríamos el mercado a Logan y de nada le servirá Jack.

—Ida dijo que la unidad de Sarah fue interceptada en su camino de regreso, escuchó a muchos decir que si los mataban no importaba porque la anfetamina ya ha sido asegurada y nadie conoce la ubicación— me pongo a su lado y manda a correr a los sirvientes. —El hacker de Alexander podría ayudarnos.

—No trabaja para Maya— dice Ethan, pero no explica el por qué —Además ayer cuando se la llevaron tenía planeado seguirles el rastro, pero un hacker del MI6 le bloqueo todos los accesos y no pudo ver la ubicación.

—Lo planearon muy bien.

—Lo que pudo averiguar con el señor Roe— continua —Es que dijeron que sólo una persona tuviera acceso a la ubicación desconocida, pero revisó la dirección IP y descubrió que al final se compartió para dos personas.

—Una debe ser obviamente Richard— Maya se levanta. —¿Quién será la otra?

Recuerdo el acceso privado del MI6. Un camaleón es un hacker, alguien de confianza que ni el ministro ni el teniente pudieran dudar de cumplir sus órdenes, si le dijeron que sólo el ministro debía tener la ubicación él debía cumplir.

Dylan.

No menciono nada al respecto con Maya ni Ethan. ¿Será que Dylan finalmente abrió los ojos a la corrupción del ministro Madden? Si él es la persona que posee la ubicación desconocida de la anfetamina su vida corre riesgo.

Si Richard lo descubre lo matará o ya lo hizo. Todo se forma en mi cabeza, el ministro lo mandó en busca de Sarah para que lo matarán. Richard sabía que Dylan no cumplió su orden.

Algo descubrió Dylan y si muere será el único testigo para derrocar al honorable ministro Madden.

Ethan y yo nos miramos, creo que el mismo puede llegar a la misma conclusión que yo siendo amigo del teniente Wall.

Tyler aparece en la casa y mantengo la boca cerrada a todo, él es una de las tres personas que se quedaron en la residencia Madden un día antes del ataque planeado de la unidad de Sarah, no puedo asegurar quién contactó a Logan, pero él es sospechoso junto con Sarah y el ministro.

—Vaya sorpresa que me encuentro al llegar a casa, tenemos visitas inesperadas— saca uno de sus puros y veo a la seguridad que tenía Millie venir detrás de él —¿Hay una reunión y no he sido invitado esposa mía?

—Emma vino a visitar a mi nieta, sabes que la quiere demasiado.

Cuando la besa se ve tan falso como su sobrina. —¿Por qué la seguridad de Emilia entró a la casa?

—Dejaron a la niñera con ella, necesitamos hablar de lo que haremos para rescatar a mi querido hijo Jack de Logan, aunque Alexander parece que no moverá un solo dedo.

—¿Y quién te dijo que los metieras a la casa?

—No pensé que habría problemas de dejar a nuestra nieta con su niñera.

Maya se aleja de las caricias de Tyler y se levanta sobresaltada. Comienzan a movilizarse los sirvientes y Ethan me pide que no me meta en el funcionamiento de la casa.

Salimos nosotros por el jardín, Tyler finge que busca por el pasillo mientras Ethan y yo recorremos dónde salieron ella y la niñera.

—Ethan, es el auto del ministro Madden y aun auto del MI6— me acerco a mi guardaespaldas y me pone a su espalda en forma de protección.

Caminamos juntos a dónde se escucha el alboroto, pero no hay nadie peleando porque Sarah tiene a su hija abrazada sonriéndole mientras toma sus juguetes del suelo para meterlos en su bolso. El ministro está a su lado y la seguridad del MI6 a su alrededor.

Tyler sostiene a Maya para que no se acerque por el rastreador de su pie. Voy a ir por Millie, pero Ethan me lo impide también. —El MI6 atacará por orden del ministro Madden, él es la máxima autoridad.

—¿Qué diablos haces con mi nieta? — Maya se mantiene con Tyler.

—Voy a llevarme a mi hija como debió ser desde el inicio señora, legalmente es mía y no la dejaré con una bola de corruptos aquí— dice Sarah ya sin uniforme del MI6.

—Voy a matarte— la amenaza de Maya es en voz baja.

Millie escucha la palabra y mira a su abuela con los ojos asustados abrazándose a Sarah por la inocencia de no saber lo que pasa. —¿Mami? — se esconde con ella.

—Tranquila Emilia, no pasará nada, vamos a casa ¿No quieres ver a tu abuelo y tu unicornio roda? — la niña asiente.

—¿Mi papi está ahí?

—Dámela— Maya pasa entre los agentes, pero retrocede cuando la seguridad del ministro se prepara para disparar. No lo harían en una propiedad privada, va contra la ley, pero ya no les importa.

—Legalmente es de Sarah y la justicia se lleva a cabo, pero por mi amistad con la familia Roe, ella no levantará cargos contra Jack por el secuestro de su hija— Richard la protege.

—Me parece lo más sensato por hacer, llévensela y nos portaremos pacíficos por el bien de nuestros negocios Richard— Tyler sigue sosteniendo a Maya.

No. Jack no lo quería así. Miro a Ethan para que haga algo, pero son muchos agentes del MI6 y aunque fuera ilegal disparar en propiedad privada, si el ministro lo pide lo harán. Me duele el pecho como si fuera la última vez que veremos a Millie.

—Le prometí a Sarah regresarle a su hija, confió en mi honestidad y la justicia del MI6— dice el ministro haciendo que la bilis en mi garganta suba.

La niñera también está del lado de Sarah con la cabeza baja, no entiendo como entraron a la propiedad privada, pero lo hicieron al mismo tiempo que llegó Tyler, ese bastardo.

No deja de hablar con Maya en voz baja, ella parece que va a clavarle la daga a Sarah en cualquier momento, pero la labia de Tyler la hace bajar los brazos.

—No se acerque señorita Brown, se lo suplico, es peligroso con el ministro Madden aquí— Ethan me toma por los hombros, es cuando me doy cuenta que iba camino a ellos.

La seguridad de Maya no hace nada, estamos en desventaja por el MI6, hay muchos. —Quiero despedirme de Emma— la niña se remueve en los brazos de Sarah. —Bájame mami.

—¡No Emilia!

—¿Emma? — le tiembla el labio con el grito de Sarah, me suelto de Ethan y con respiro hondo para pasar entre el MI6, pero no llegó a estar a más de un metro de distancia de Millie, no me dejan acércame más.

Ya no puedo hacer más por Millie, si el hacker apareciera, no podría hacer nada tampoco.

Levanto la muñeca y me beso la parte inferior. Automáticamente levanta su mano pequeñita y repite mi gesto sonriendo. —Papi— dice cuando se besa la muñeca.

Asiento, no debe olvidarlo, sólo Dios sabe lo que Sarah hará cuando salgan de aquí, podría llevársela y desaparecer del continente. —Adiós princesa Millie— le hago una pequeña reverencia de princesa que la hace sonreír todavía más.

Veo por última vez a la mini versión de Jack cuando Sarah enojada se la lleva. Ethan no me deja seguirlos.

Algo pasa por el rabillo de mi ojo a velocidad fascinante y en instantes la daga de Maya se clava en el hombro de Sarah tumbándola con Millie cayendo al suelo. Miro a la mayor de los Roe con la cara sería.

Nunca la había visto utilizarla, es una mujer tan elegante que después de clavarle su daga a Sarah abre los brazos a su lado como mostrando el final de su acto.

El brote de sangre altera a la pequeña, pero la niñera la alza, mientras dos agentes auxilian a Sarah, en segundos le apuntan a Maya. —Tus armas no me asustan Richard Madden, acabas de volverte enemigo de los Roe.

—Deberían temerme todos, no busco más aliados, estás a unos segundos de ser clavada en plomo— saca un arma para apuntarle el mismo, ya no finge ser honorable.

Sarah jadea en el suelo sin sacar la daga, no es tonta. Los agentes esperan la orden de Richard para disparar, mi pecho late desbocado. Ethan me cubre protectoramente.

Las puertas traseras de la casa se abren y las botas negras caminan despreocupadamente afuera llamando la atención de todos los presentes, con el porte de una oficial de la realeza hace una reverencia para todos.

—Dispárale a Maya y tu esposa se muere— la misma voz de anoche viene de dentro de la casa.

La figura delgada cubierta de negro erizaría a cualquiera, no trae los guantes puestos, se puede ver el tatuaje de la cruz invertida como la del collar de Alexander. Ethan dijo que el hacker no trabajaba para Maya, pero aquí está.

Richard mira a la persona curioso nadie le ve la cara.

—Yo sé dónde está y en cuanto le disparen a cualquiera de esta casa, el lobo también lo sabrá— se ríe erizando mi piel.

—Pareces un fenómeno de circo, soy un hombre poderoso.

—Este es un mundo de hombres, pero no sería nada sin una mujer— mantiene la actitud calmada.

—Eso es lo que crees.

—Tres letras honorable ministro Madden— le hace una reverencia fingida —TFL, usted decide y el tiempo corre, así que mejor se larga.

—¿Quién carajo eres? — el ministro trata de verle la cara, pero igual que todos nadie puede.

El hacker se ríe. —Dios— dice y en mi mente parece que lo dice en la misma forma que Alexander lo dijo incluso abre los brazos a su lado como Maya lo hizo antes.

—Yo te conozco— dice el ministro para sí mismo mientras entrecierra los ojos como si eso lo ayudara a ver a través de la tela negra, pero no puede.

—No, pero yo a usted sí, como conozco a todo el jodido mundo en Inglaterra— se ríe de nuevo —"Larga vida a la reina" — recita.

—Al rey— corrige Tyler —. Es el Rey ahora.

El hacker lo ignora, como todos. Maya se pone junto a la persona oscura en apoyo que le brinda y después aún bajo las prohibiciones de Ethan me coloco yo del otro lado.

El hacker mueve la cabeza hacía mí, eso hace que mi guardaespaldas se ponga en modo exmilitar para protegerme... incluso del hacker.

Ethan mira con especial interés la repentina aparición y las tres personas que estamos contra el ministro.

Richard bajar esas armas de los agentes. Los quejidos de Sarah no son como los de Rebecca, ella es una agente preparada para esto, se anuda cerca del brazo y la levantan para llevarla al auto del ministro.

El hacker me mira fijamente o eso parece porque se queda frente a mí como un espectro, me agarro a Ethan sintiendo la fuerza que produce su sola presencia.

—Inclínate a ella— le ordena Ethan.

—Los camaleones no le servimos a nadie, ni nos inclinamos ante nadie, eso sería sólo para alguien muy poderoso— replica.

—Le hiciste un favor anoche con la niña Millie.

—Fue un trabajo— lo interrumpe. —Ella me pagó y como todos los de mí clase, siempre me gusta trabajar para el que paga mejor.

Los agentes llevan sus armas fuera vigilando que no haya movimientos en falso, el ministro me mira como a Maya, el más poderoso siempre tiene el control, incluso de los camaleones porque ellos se mueven con dinero y poder.

Unidos Sarah, con él y Tyler, el ministro tiene mucho poder. La niñera se va con ellos con los hombros caídos, prometiendo cuidar bien de la hija de Jack.

—Debe estar con su madre— Tyler mueve a los sirvientes a acompañar al MI6 a la puerta mirando al hacker que no se mueve de su lugar, siento escalofríos en su presencia.

—Es muy peligroso lo que hizo al aparecerse aquí frente a todos esos agentes ¿Qué diablos estabas pensando? — le dice Ethan.

—Si no lo hacía la mataban y no me gusta la sangre en mis horas de almuerzo— parece que aprieta los dientes y camina a la parte delantera sin entrar a la casa.

—¿Qué hacías aquí? — digo a su espalda.

—Que te importa simple publicista.

Me río sin humor. —Ethan, tráelo aquí— dice mi boca suavemente.

Mi guardaespaldas camina detrás del hacker y cuando le apunta a la cabeza deteniendo su escape, se gira con el mando de arma en su nuca. —Así que eres peligrosa.

—Eso es lo peor que pueden decirme— camino a ellos —Que soy una simple publicista— alzo mi mano para acomodarme el cabello y de repente da dos pasos atrás.

Sigo su mirada y es por mi anillo verde. —Mierda— maldice varias veces y alza las manos rindiéndose. Miro a Ethan para una explicación, pero tiene la atención en el hacker. —Vine a recoger el pago de un trabajo privado que le hice a Jack Roe antes de que lo matarán.

—No está muerto.

—Para mí ya lo está, nadie sobrevive las torturas del amo.

—Deja que se vaya Ethan.

—Como ordene mi señora— le quita el arma de la cabeza —Vete de aquí o te vuelo los sesos impertinente. ¿Quieres que conozcan tu identidad antes de las elecciones?

—Esa ceremonia no me la pierdo ni por los tres millones que me pagó "tu señora" anoche— se despide silencioso como siempre y se va por la parte trasera de la casa con un cigarrillo recién encendido entre los dientes.

—¿Tú ya conoces su identidad?

—Si lo supiera, ya estaría muerto— responde mi guardaespaldas —Pero me ordenaron mantener a este hacker vivo hasta que el otro acepte trabajar para nosotros.

—¿Por qué lo quiere cambiar Alexander? Trabajó para él desde Nueva York, ha sido de confianza.

—Ninguno de ellos lo es, siempre se irán por el que pague mejor, además, el otro hacker nos servirá desde dentro de la cueva del enemigo.

—Dentro de la cueva de Logan— digo y asiente mientras entramos en la casa de Maya oyendo los murmullos silenciosos de los sirvientes.

—Todos lo sabíamos, sin mi querido Jack no podemos cuidar de la pequeña, no es nuestra responsabilidad— oigo decir a Tyler mientras Ethan revisa las cámaras de vigilancia.

—¡Largo todos de mi casa, no quiero ver a nadie! — Maya se cubre la cara con las manos y Tyler se apresura a sostenerla satisfecho.

—Tranquila querida, yo me encargo de correr a estos mugrientos.

Comienza por nosotros echándonos casi a rastras junto con los sirvientes de la cocina. Ethan me lleva por la entrada por mi bolso, el manso quiere ir con Maya aterrado de su presencia, pero Tyler igual lo corre de su vista, ahora que ella está vulnerable se hace del poder.

—Es mejor que nos alejemos de la casa de los Hilton— dice Ethan abriendo la puerta de nuestra camioneta —Cuando un Roe está enojado ni el diablo querrá aparecerse en su presencia.

—Tenemos que informar a la organización del lobo que Sarah se llevó a Emilia con la ayuda del ministro Madden y de Tyler.

—Algunos le aplaudirán a Tyler haber evitado los conflictos, se sabe que la paternidad de Jack perjudicó las estrategias que se tenían, así como su captura lo hizo.

—No puede estar encerrado tanto tiempo, Sarah sabía que estaba apoyada por Richard y no temió ir contra de su propio padre para joder a los Roe.

—Siempre imaginé que ella sustituiría al teniente en su cargo— dice perdido —Las cosas en cuestión de segundos, ero lo que es seguro es que el ministro acaba de atacar en contra de dos Roe, Emilia Roe y Maya Roe.

Sé lo que significa para la organización, hay un acuerdo mutuo entre aliados, Susan Madden lo rompió con ellos al atacarme en el consultorio, pero Richard aún era considerado aliado.

—Richard Madden hoy ha dejado de ser parte de los aliados de la organización del lobo y se ha convertido en nuestro enemigo.

Respiro hondo mientras la camioneta se pone en marcha. —Hay una persona que puede ser nuestro aliado en esta contienda con el ministro, pero no debe morir, estoy segura que posee información importante que involucra a Richard y por eso lo mandaron en busca de Sarah para que lo asesinaran.

—Si está segura de eso, deberíamos ponerle protección, si sobrevive intentarán de todo para eliminarlo.

—Eso pensé, necesitamos un plan Ethan.

—Lo hablaremos con la organización y con el lobo, pero ¿De quién habla?

Ethan es el único ser dentro y fuera de la organización del lobo al que le confiaría cualquier información. —Dylan.

—El karma del señor Roe, lo joderá— sonríe con su lado exmilitar. 


¡Hola sexys!

Perdón por un capítulo tan extenso... ¡No me arrepiento de nada!

¡Larga vida a la reina! *Se va corriendo*

No odien a Alexander, está chiquito. 

-Karla


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