CAPÍTULO 52
Logan.
Paso por la habitación de Dina Makova, la hermana de Dmitry, con la intención de observar si sigue distraída en cuidar de Alesha mientras nos preparamos para irnos a Dinamarca hoy en la noche.
No quiero escuchar sus suplicas de querer ir con nosotros y estropeé las cosas como la última vez.
Tiene puesto ese vestido blanco de algodón que le llega a los tobillos y me desagrada aunque la muchachita es una pobre doncella que corre en cuanto un hombre respira cerca de ella.
Pero ella tan como se ve, ella tiene malicia en sus ojos y perversión de la que carecen muchos de la organización.
Me fastidia verla y me aburre a la misma medida, es un hueco que no me sirve de nada ni me beneficia en nada, pero mientras Dmitry siga aquí ella también.
Me pongo en la puerta abierta con las manos estregando la madera, se le ve un dulzón estirón posterior que cubre como monja con sus vestidos largos y que no se quita ni a sol ni sombra, sigue descalza, se pasea así todo el tiempo ensuciando mi piso.
Lleva semanas encerrada bajo mis órdenes desde que liberó al biólogo que tenía encerrado, dos días estuvo curándose de la reprimenda y ahora no hace ni un ruido en la casa.
Tiene a mi ex mujer, Alesha, en una de las sillas de madera podrida que se robó del sótano, cuando la descubrí robando se escabulló como el ratón aterrado que es, pero la dejé tener la silla.
Soy un monstruo piadoso a veces.
Le habla del jardín con sonrisas mimadas de niñata y de las cosas que hizo en la mañana como si el bulto humano le entendiera algo.
Alesha tiene la mirada perdida como muñeca de porcelana con las cicatrices de las jaulas en su cuello ya cicatrizadas. Me río recordando sus suplicas por escaparse de ese infierno.
La rusa deja de trenzar el cabello rojo de Alesha cuando me ve por el espejo que tiene delante. Se pone más pálida de lo que es, el cepillo y el pulverizador de agua se le caen al suelo manchando mi alfombra.
—Parece que viste al diablo niña.
Le tiemblan las manos recogiendo las cosas, es tan torpe que las vuelve a tirar. Disfruto infundiéndole miedo, el terror en sus ojos es mejor que ayer, así agachada le veo los muslos grandes que tiene.
—¿Qué te dije de usar esa sotana en mi casa?
—Son vestidos—susurra recogiendo el cepillo y se para mirándose los dedos de los pies.
—¡Sí digo que los tires, los tiras! — le alzo el tono de voz y me mira con los ojos muy abiertos, las manos huesudas le empiezan a temblar esperando una reprimenda como la de la semana pasada. —Te estoy hablando.
Sigue petrificada aburriéndome como siempre, pero con un atisbo de diversión saco mi arma apuntando a la cabeza de Alesha y entonces sale de su trance y sus pies se deslizan al suelo.
Los ojos sin vida de la hija de Caterva me hacen observarla, perdió toda su gloria femenina, su poder y su malcriada actitud.
Sin duda Alesha fue una de las mujeres que más disfruté, la razón principal fue porque fue amante de Alexander desde su adolescencia y aunque la tenía en la mira desde entonces, Caterva era uno de mis kray y la rescató antes de que la poseyera.
Se volvió más mimada, más caprichosa y tanto mis hijos como yo le dimos lo que quiso y fue una terca amante sometida y compartida con mis kray, ahora mis ojos están en la publicista que tiene de prometida Alexander.
Soy un amante generoso, de buen tamaño y dispuesto a complacerme antes con suculento pecado y posesión como un culto al demonio. La veo todos los días en el cuadro de encaje que compré el año pasado en Gallery Art y mi lascivia aumenta al crear una escena en la que es la prometida de mi hijo con las piernas abiertas para mí.
Ahora que Katherine me quito de encima a la pelirroja con un hijo que ella pensaba me importaba, me desquito con las bailarinas, y con la misma Katherine, pero sabe ella que el lugar de Alesha sigue buscando repuesto.
—No, por favor...— solloza la rusa —No la mate Amo— suplica en sus rodillas llorando otra vez con chillidos inmaduros que me ponen malhumorado. —Ella no hace nada, no se mueve, yo me he encargado de ella, de alimentarla, de vestirla, de bañarla, de quitarla de su vista— se ahoga con su mucosidad y se limpia con el dorso de la mano.
—Su padre debe saber que está viva, puede venir por ella y a mí ya no me sirve de nada.
Sabe qué clase de mujer era Alesha y aun así le sigue protegiendo, no me sirve esa pelirroja, me da igual eliminarla o dejarla con ella.
—Ella y yo estamos encerradas aquí, no nos metemos en sus asuntos, ya le dije que si Caterva trata si quiera de interferir, se lo diré de inmediato o a cualquiera de los kray.
—Suena razonable, pero me aburres, mejor me la quito de encima de una buena vez— le quito el seguro a mi arma.
—Ella es la única compañía que tengo en mi encierro, al menos déjela por eso.
—¿Te sientes sola? — asiente —¿Y si te llevo a las jaulas del sótano? Allá hay muchas ratas que te harán compañía. — sonrío malicioso y empieza a llorar peor, pero sigue sin interponerse entre Alesha y el arma.
La cabeza ladeada de la pelirroja queda en el ángulo perfecto en que sus ojos se quedan por mi cabeza, le alzo el cuello y el pulso se mantiene regular.
—Qué poco quedó de ti, tenías todo a tus pies y decidiste ponerte por encima del amo. — su cara no se mueve ni una milésima de segundo.
Es la única distracción que tiene la niña torpe, no puedo mandarla a las jaulas sin que Dmitry se oponga y no tengo tiempo para andar matando a todo mi pelotón.
—Hagamos un trato. — le toco la mejilla y parece que la electrocuto con mis dedos fríos porque se desvanece al suelo.
Me recuerda al miedo que había en Jack o Bennett, en mi primogénito no había más que rabia, era un hijo de perra engreído desde niño, no les tenía miedo a estupideces como sus hermanos.
—¿Cuál? — pregunta con la voz temblorosa.
Me toco la bragueta y sus ojos casi se salen de su cabeza. — Estoy esperando que me traigan una compañía femenina, pero se van a tardar al menos veinte minutos— le toco los labios y se estremece.
—Dmitry dijo que...
Le paso los dedos por los labios jugosos que apenas noto.
Me acaricio la entrepierna y me suelto a reír como el mismo demonio cuando abre la boca resignada ante los ojos de Alesha sabiendo lo que quiero, pero ni siquiera eso me pone, no tengo ningún interés en la rusa.
Me lo saco con el puño jalándomelo un par de veces para que se ponga erecto. —Lámelo— le ordeno y su torpe lengua sale a pasearse por mi glande.
Abre la boca salivándolo y aprovecho para clavárselo hasta la garganta, se agarra a mis muslos para no caerse y se ahoga con mi polla. Sus fosas nasales se abren buscando aire y se lo doy sacándolo, pero vuelvo a entrar.
La mujer no soporta mi carga porque las mejillas se le ponen rojas abriendo todo lo que puede la boca cuando golpeo el fondo de su garganta.
Agarro un puñado de su cabello y pruebo la resistencia de la rusa con una embestida. Miro a Alesha gruñendo mientras la jovencita de dieciocho años trabaja y veo que, aunque su cabeza sigue muerta sus ojos ya están en otro lado.
La rusa no me satisface, pero me sirve, termino su delirio y la saco, húmeda mientras ella jadea aire, todavía sin correrme la levanto a uno de los muebles.
Ahí aparece de nuevo la malicia en sus ojos que trata de poner como inocentes, aunque obligada lo hizo, se le dilataron las pupilas de excitación.
—Dmitry dijo... que...— tose saliva con mi esencia.
—Al amo no se le niega nada— se calla la boca en ese instante.
Le levanto ese vestido remilgoso y le quito las bragas de algodón dejando el rosado y joven coño a la vista, lo nalgueo sacándole un alarido excitado, escupo en mi mano y lo froto para meterme.
Se agarra con fuerza al mueble cuando le separo las nalgas y antes que meta mi verga el kray que mira en la puerta el espectáculo me dice que Dmitry llegó con mi dama de compañía.
Tomo segundo exactos para meter mi cara en su pequeña vagina. Escucho sus uñas raspar la madera del mueble y el inconfundible gemido que la hace doblarse por la mitad luchando por contenerse en no mostrarme su gusto hacía mí.
—No es tu noche de tener al amo niñata. — lamo una última vez escuchándola jadear y me levanto, me la iba a follar solo por distracción, la que quiero ya llegó.
Dina se queda jadeando en el mueble roja desde el cuello y toda la cara, se baja el vestido, tímida y mira al kray irse sollozando de nuevo como malcriada.
—Me aburres tanto.
—монстр— dice en ruso cubriéndose los pequeños pechos amartillados por mi lengua.
La miro sobre mi hombro. —¿Quién te crees que eres para hablarle al amo? — le dice uno de mis kray.
Me giro lentamente y la reprimenda que estuve esperando darle antes cuando se robó mi silla la recibe ahora, todo a ojos de una muerta Alesha. Si Bennett y Alexander no se libraron si suplicaban menos ella.
Tan fastidiosa como es.
Salgo de su habitación con el calvo mirándome desde el pasillo con sus manos apretadas en puños por no poder entrar en la reprimenda de su hermana.
—¿Qué le hiciste a Dina? — se da cuenta de su tono de voz con el amo de la organización de los treinta y siete y agacha la cabeza ocultando la rabia apretando sus puños. —¿Qué hizo mi hermana esta vez amo?
—Desafiarme, va a estar encerrada sin comida hasta que regiremos de Dinamarca y la siguiente vez que me falte al respeto se va a las jaulas del sótano.
El enojo le recorre la mirada, pero se limita a asentir. —Su dama de compañía está esperando en su habitación, el cargamento ya está en las camionetas para irnos— le cuesta hablar entre dientes.
—Nos iremos a las tres de la mañana, mientras tanto quiero vigilancia en las carreteras de las afueras de Londres, hoy le dieron la libertad condicional a mi hermana, no me sorprendería que sometan a tortura a Beckham para hacerlo hablar.
—¿Nos deshacemos de él?
—Me conviene tener ocupada a la hija del ministro en el caso, así no se meten en que vamos a buscar a Dinamarca al comprador y hacer negocios de narcotráfico con él de este mes, las ganancias son de cerca de dos millones de libras por mercancía.
—Tenemos las muestras empaquetadas, al comprador le van a interesar, pero si se da cuenta que son muestras cero, adulteradas nos va a dar cacería, necesitamos recuperar las reales, pero desde que su hijo Bennett se las llevó les perdimos el rastro.
—Las van a querer vender dónde nosotros y entonces ahí las encontraremos, además hoy recibí una llamada importante— lo dejo hablando solo en el pasillo bajando a la estancia de las muestras por la sala principal de la casa.
Guardo los recibos que el inútil está sacando de la empresa hotelera, los pagarés y los préstamos bancarios que estarán a mi nombre en cuanto tengamos liquidación suficiente y los pongo en el maletín de las muestras.
Katherine se limita a poner las muestras adulteradas que vamos a vender en los paquetes de la droga. Un par de mis kray de calan con los restos que quedan tirados en la mesa y se lo llevan a la nariz como hacía Bennett.
Nos lleva casi una hora hacer la maquetación completa, será la droga más vendida en el mercado de narcotráfico. Estaxis, Valium y un toque extra para los adictos, se venderá en bares, clubs nocturnos y más.
El vendedor danés se escondió unas semanas para que el MI6 no lo encuentre, por eso los tengo distraídos con Beckham mientras iniciamos la distribución de la mercancía, el armamento se lo dejamos a los rusos.
Mis kray hacen el rastreo del comprador danés en Dinamarca y la media noche ya tenemos un punto de reunión con él. Miro orgulloso las jeringas afiladas una a una en mi Anfetamina.
Ya tengo un grupo de biólogos de baja calidad produciendo más muestras adulteradas de la anfetamina que van a circular en lo que llegan a nosotros las muestras reales. Con David Wall muerto ya no hay nadie que pueda hacernos la Anfetamina sin adulterio.
Sólo el hijo de Maya, pero ya no es una prioridad en este momento.
Reviso mis acciones en el mercado de inversiones y ya poseo la cantidad necesaria para comprar West B. que Alexander puso al mercado hace dos días. Mi abogado ya puede hacer la transacción cuando se lo ordene.
Tal vez voy a volverme un hombre de negocios muy pronto.
Me suelto a reír confundiendo a Katherine y a mis kray.
En la reunión con los miembros de la organización voy a dar por sentado los cambios que se vienen, no van a decirle que no al Amo.
—Todo listo Logan. — dice Katherine entregándome uno de los últimos maletines.
—Pónganlo en mi camioneta, en la parte cubierta quiero las muestras y en la otra el armamento.
—Me dijeron que trajo a una dama de compañía y lo sigue esperando en su habitación— dice la salvaje cuando sigo firmando los recibos que me llegaron hoy.
—No la voy a hacer esperar mucho tiempo, me voy a desfogar con ella.
—¿No quieres tenernos a las dos hoy? — su coquetería no me molesta, pero me sirve más trabajando.
—Vamos a ir con los daneses en cuanto oigan que la mafia inglesa llego mandarán a sus "muñecos de guerra" a seguirnos el rastro, me sirves alerta de que nada arruine nuestra cita con el comprador danés ni siquiera los narcotraficantes del lugar.
—Desde que le vendimos armamento a los rusos no nos tienen en su lista de mejores amigos.
—Son una misera banda criminalista nada comparada con mi organización, aprovecharemos el viaje para ver el Gard danés y cuantos militares siguen en esa base.
—Tal vez sean más de ciento cincuenta.
—En el peor de los casos los volamos a pedazos. Imagínate cuando tengamos mi anfetamina en el mercado negro circulando como la más vendida y después tengamos la base militar danesa creando el armamento para los rusos. No habrá necesidad de pelear con los legaes
—Solo la mente può essere così perfetta, signore— sonríe afilando los dientes. —Tutto sta andando secondo i piani.
— Andiamo per i danesi, donna selvaggia. — firmo el último recibo entrando en el mercado de inversiones. —Déjame una de las bolsas de Anfetamina para regalarla quiero ser un buen padre después de todo.
Se ríe y me deja uno de los paquetes cargando los pesados maletines a nuestros autos.
Me quito la chaqueta verde pasando a mi habitación entre una fila de Krays que van subiendo la mercancía y deambulan por la cripta, como llamo mi casa. Cargo de plomo revisando las cámaras de las bodegas.
Después entro al sótano de la Cripta dónde están las jaulas. Tengo a una mujer peleando aquí, a temporadas unos de los miembros hacen peleas clandestinas que dejan buen dinero, pero son pocas veces las que me interesan.
Mueve los puños como si supiera defenderse y entre rejas re mueve a su oponente. No hay apuesta para alguien tan débil.
No cualquiera encerrado en las jaulas podría resistir una pelea clandestina y más si se trata de competir con alguno de mis kray.
Le hago una señal a Katherine de que entre a la jaula y termine la patética pelea que se organizaron mis kray para finalmente tener tiempo de irme a mi alcoba a relajarme.
Al entrar a mi habitación en la tercera planta, la mujer se sobre salta mirando a todos lados por la tela en sus ojos y las esposas en sus muñecas sobre su espalda que la dejan indefensa y completamente a mi merced.
—¿Quién es? ¿Quién está ahí? — dice moviendo la cabeza a todos lados, el miedo teñido a su voz.
Me quito las botas mirando las cosas que trajeron con ella. — Voy a llamar al 911, mi amigo es abogado y quién seas vas a pagar muy caro esto.
Tiro mis zapatos al suelo y dan un brinco al oír ruido. No hablo sólo dejo que mi respiración siga, aún tengo la verga dura de la chupada de la rusa, pero está era la mujer que quería hoy.
Veo el encaje del cuadro de mi dama deseada mirarme con morbo desde que jalo a la asistenta está para pegarla a mí. —¡Ay Dios! — se remueve zafándose de mi agarre. —¿Quién diablos eres? ¿Cómo coño me trajeron aquí?
Repaso mi mano por las curvas de su espalda y las de su culo. — ¿Creo que me debes un baile mujer? — le susurro al oído y su cuerpo completo se estremece.
Ahoga un jadeo y entre la venda de los ojos me sigue la voz. —¡Jesús! Eres el hombre del bar— traga saliva moviendo su cuello bajo mis manos. —Eres el que me metió... el que...
—El que te metió su daga en tu ano Alicia— bajo a chuparle el oído y se retuerce de miedo y de anticipación. —Porque así te llamas, sé tu nombre, dónde vives, con quién vives, lo que haces, cuando sales, cuando comes, lo sé todo.
—El club no era mío era de mi prima, yo no soy bailarina.
—Ya lo sé.
—¿Eres... eres policía?
El miedo en su voz es inconfundible. —Soy un narcotraficante que, en lugar de meterte una daga, te va a meter la verga hoy.
—No quiero— jadea como sedienta mientras mi mano se enrolla en su cuello.
—No te pregunté.
Abre la boca jadeando y cuando me froto en sus nalgas gime hechando la cabeza hacia atrás con las esposas tintineando en sus muñecas.
Paso mi mano por el pedazo rotó de sostén que tiene y aprieto el pezón solitario que se tensa bajo mis dedos y ha hace suplicar aún sin poder verme, todos sus sentidos están bajo mi mando.
—Por favor, por favor— repite varias veces removiéndose contra mi dureza como una ramera.
—No te vas a sentar sin acordarte de mí— juro con voz ronca.
Bennett.
Le hago una señal con mi dedo en mi boca a Cora para que guarde silencio, aunque su cara está descompuesta en miedo y se toca con ambas manos el vientre donde está creciendo nuestro bebé.
Aunque sólo se escuche el sonido de la calefacción detrás de la puerta no se oye ni la respiración de Katherine. La manija de la puerta se mueve de arriba hacia abajo y Cora pega un salto involuntario atrás.
Tiene el seguro colocado, reviso, ventanas y la salida de emergencias que da al roof. Todo cerrado. Hay dos habitaciones, la de Cora y la de Alicia, más la cocina y la habitación de la ducha.
Pongo mis dedos en la habitación de la ducha y le hago señas que camine a ella, tenemos suerte de qué esté descalza. Una mano se azota en la puerta y se escuchan llaves o puede ser algún arma para abrirla.
—Bennett, tenemos que llamar al MI6, llama incluso a Lena si quieres.
—Silencio.
Cora apresura el paso para el baño corriendo y paso con ella haciendo que se encierra. Se sienta en la tapa del inodoro y pone sus manos entre sus piernas.
—No quiero ruidos, ¿Dónde está tu celular?
Lo saca de su bolso y e quita el sonido. —Estoy muy nerviosa. ¿Caterva está ahí afuera?
Le paso los dedos por el cabello rubio. —¿Crees que voy a dejar que alguien te ponga una mano encima? — los ojos azules me los clava con demasiada intensidad que me cuesta respirar. —No salgas de aquí a menos que yo te lo diga.
Cargo mi arma bajo su mirada, le ordeno que ponga el pestillo y cuando voy a salir me jala de la camisa levantándose. —Si dejas que te disparen te juro que nunca más voy a dejar que me beses.
El miedo en su voz es más grande que la promesa que me hace. Asiento y meto mi mano a mi espaldilla cerrando la puerta, oigo como pone el pestillo y cuando camino por la ventana veo un solo auto verde de los kray, en efecto es el Katherine.
De nuevo escucho el ruido fuera de la puerta y por la abertura de la puerta veo a Alicia peleándose con una de las llaves de la puerta principal.
Maldigo en voz baja y me apresuro a abrirle para que entre antes que Katherine la atrape. —Entra rápido— la jalo mirando el pasillo a ambos lados.
—¿Bennett? — dice aturdida con los tacones en la mano mientras cierro la puerta. —¿Qué haces aquí?
—Estamos en una emergencia mantente en silencio y entra con Cora al baño, pon el pestillo y no salgas a menos que yo te lo diga.
—Pero ¿Por qué?
—Haz lo que te digo Alicia, sin preguntas.
—Está bien— tira los tacones al suelo y escucho la voz de Cora preguntando por ella desde el baño.
Miro el saco que avienta al sofá y el inconfundible olor del pobo blanco esparcido, pica en mi nariz moviendo mis instintos más bajos y mi propio estomago se contrae.
— ¿Cómo llegaste aquí Alicia? — paso mis dedos por el saco consternado — El auto privado para empleados de Hilton &Roe no te trajo no está en el estacionamiento — abre mucho los ojos y niega caminando al baño.
—No.
—Alicia— la detengo antes que entre al baño y cuando voltea enciendo la luz para verle los ojos rojos y casi perdidos.
—Me trajo una mujer Bennett ¿Por qué me haces muchas preguntas? No es nada fuera del otro mundo— se muerde los labios distraída.
—¿Sabes que esto es droga? Traes droga contigo esparcida como si fuera nieve en tu saco.
—¿Qué? — sacude su saco con mucha fuerza. —No, no es droga, yo no consumo.
—¿Dónde demonios estabas?
—Me sacaron de la fiesta del ministro, uno de los choferes de los autos designados para los empleados de Hilton &Roe, pero no me llevó directo a mi apartamento como dijo— dice rápidamente nerviosa. —Todo estaba oscuro... no...yo... — me mira.
—Bennett— corta un gemido adolorido desde el baño.
—Tú y yo vamos a hablar. — dejo a Alicia quitando el pestillo y cuando entro encuentro a Cora petrificada y pálida.
La encuentro con una mano aferrada en al lavabo y la otra en su vientre jadeando. Corro a su espalda cuando se dobla por la mitad, pero es sostenida por mi padre con su ropa de kray moviendo su barba cuando me sonríe.
Alicia lo mira sorprendida. —¿Qué haces aquí?
Logan ni siquiera la mira. — ¿No ibas a presentarme a la futura madre de mi nieto hijo?
Viene solo, pero es suficiente que tenga a Cora en sus manos para ser cauteloso. Me duele mucho. Alicia se cae de sentón en las baldosas mirando entre Logan y yo.
—Vamos a dar pasos tranquilos Bennett— Logan hace caminar a Cora fuera y yo sigo la caminata hacia atrás hasta que regresamos al punto de partida en la sala. —Estoy orgulloso de mis hijos y no por la fortuna que tiene, si no por la familia que han hecho. — se pasea por el apartamento con Cora bajo su hombro.
—¿Por qué me seguiste? Dijiste que me ibas a dejar ir— Alicia sale de la habitación del baño recriminándole.
—Tu amiga es muy buena distracción, me tuvo casi una hora follando— le dice a Cora y sus ojos se mueven por los míos. Miro la ventana y la puerta.
El temor por mi hijo y la mujer que amo me tiene analizando la situación. Fui criado en la organización, bajo la ropa de kray vienen armas blancas y quizá un revolver. Todo movimiento llevará a Logan a sacar cualquiera de esos y dañarla.
—Este hombre me llevo a la fuerza.
—Te gustó mujer— Logan la mira lascivo. —Sé follar y descubrir a las putas que les gusta comer verga y eres una de esas, pero no te lleve a la cripta sólo por mí placer— re pasa la mano por el bigote —La última vez que vi a estos dos se largaron de mi bodega robando mis muestras y eso no se me olvida.
Cora está petrificada, no llora, pero la veo cubrirse el vientre. De todas las cosas que Dylan me gritó está era la más real, la vida de ella no está segura con una mafia en cacería. Es muy peligroso.
Cora casi puede leer la mirada en mis ojos porque me niega con la cabeza aun con Alicia cubriéndose la boca al borde del llanto, si creo que se la llevaron a la fuerza a la cripta.
Saco mi arma de la cinturilla de mi espalda y le pego en las sienes a Logan, quita su brazo del cuello de Cora limpiándose la sangre de la cara, paso empujando a Cora a un lado le saco el celular y le modulo el nombre de Caterva con mis labios.
—Ayúdala— le digo a Alicia que sale de su trance y le toma el celular.
—Cabrón— maldice Logan mientras Alicia teclea en el celular.
No tengo tiempo ni de comprobar que Cora está bien, las cosas suceden rápido aquí. —Cierra los ojos Gatita.
—¿Por qué? — se cubre el abdomen.
—Porque vas a ver al hijo de un asesino— le digo al mismo tiempo que Logan se levanta y me preparo para meterme en un cuerpo a cuerpo con mi padre. Saca su arma cargando el seguro, pero soy más astuto. —¿Tan rápido y ya sacas tu revolver? ¿Tanto miedo a tu hijo menor?
Logan se ríe. —¿Tener miedo de ti pobre puto adicto? — tira el revolver al suelo y recarga sus brazos viniéndose encima.
Me tumba al suelo con un solo brazo, pero le regreso el mismo golpe en el costado llevándolo al suelo en su espalda. Azoto su cabeza en el suelo, no fui entrenado para amatar así, pero tengo ventaja de mi flexibilidad.
Lo tumbo dos veces y con la punta de mi arma cargo sobre su otra sien. Aprieta la boca y se limpia corriendo por mí, parece que tengo ventaja, pero solo estoy haciendo tiempo a que llegue Caterva.
Cora está en la puerta cuando estrello a Logan en la mesa del comedor provocando el impacto continuo en mi rodilla. Jadeo levantándome con la boca rota y saco mi arma disparándole al abdomen dos veces sin dudar.
Alicia se encoje y Cora se pega en la pared, la cabeza me da vueltas, apenas recobro el aire cuando Logan se levanta quitándose la chamarra verde mostrando el negro impermeable que sé que usa.
—Parece que te olvidas con quien estás tratando— su codo cuela en mi clavícula y me revienta la nariz azotándome al suelo, es una montaña de músculo que he ganado lo suficiente en el gimnasio, pero no quiere pelear conmigo, quiere algo más, lo veo en su mirada perversa.
Arrastra su revolver hasta mi cabeza.
—No— Cora deja a Alicia cometiendo la imprudencia de acercarse a él —No lo hagas.
Logan se levanta rápido y la tiene de nuevo comprobando lo que dije antes, no quiere pelear conmigo, vino por otra razón.
—Soy buen padre, no voy a matar a mi propio hijo— le sonríe sentándose en el sofá limpiándose la sangre de la boca, pero con el revolver todo el tiempo apuntando a Cora.
Las sienta a las dos en el sofá dándome la oportunidad de levantarme, me sacudo las manos y veo el polvo blanco que me dejó encima.
Y entonces comprendo a lo que vino.
—Voy a Dinamarca— me dice. —Te voy a dar a elegir dos cosas, la primera es que me digas a quién le diste las muestras.
—Vete a la mierda imbécil.
No voy a delatar a Jack, no voy a darle la anfetamina de David, poco recuerdo de esa noche, pero cualquier cosa que le diga lo llevará a mi primo y con mi sobrina a su lado no lo pienso exponer.
—Eso pensé— se ríe limpiándose la boca con el dorso de la mano. —Yo no olvido y que me traiciona la paga, me robaste las muestras de David puto imbécil— se busca dentro de uno de sus bolsillos. —Y te voy a hacer pagar como el maldito miserable que eres, pero de una forma más divertida.
—Bennett— Cora sigue manteniéndose fuerte.
Le doy media sonrisa para que no se preocupe por mis golpes. —Silencio bonita, no he terminado— la calla — Vamos a hacerlo de la misma forma que te convencí hace meses, con tu pequeña rubia del MI6.
Respiro con ardor. —Déjalas ir— digo inultamente.
—Como dije, soy un buen padre ¿Y qué padre no les trae regalos a sus hijos? — mira ambas mujeres mientras me siento frente a él.
Saca una de las jeringas de anfetamina que me habría vuelto loco hace meses, de las que me aplicaba Katherine.
Me levanto apuntándole a la cabeza. —Aprieta el gatillo y Katherine va a volar el edificio completo con ellas dentro. — ni siquiera se inmuta en moverse.
—Vas a tomar la Anfetamina y como el adicto que eres te vas a meter la dosis completa frente a tu adorada rubia.
—Estás loco, eres un enfermo mental— le escupe Cora con coraje.
—Él fue el que decidió robarme mi mercancía.
—Es tu hijo.
—Por eso lo dejo vivir, pero va a vivir a mi manera y bajo mis condiciones. — me mira desde abajo. —Tú decides.
Miro la jeringa que me ofrece y después a Cora. Alicia tiene sus brazos alrededor de ella, miro su vientre y escucho los pasos de Caterva por el pasillo, o los de un kray, tiene que ser Caterva.
—No tengo toda la noche.
Puedo conseguir que se deshaga su sistema de ella, tardará meses, pero de una segunda recaída, no se va a levantar.
La voz de Jack en mi cabeza me acusa de mis adicciones, pero mi olfato está pidiéndome a gritos que me incline al suelo y aspire un poco del que Alicia dejó tirado. Hace tiempo que no tenía Anfetamina en mis manos.
La disolvió para tentarme desde que Alicia llegó, la dejo por todo el piso, todo lo que huelo es la sustancia a lo lejos. Mi abdomen se contrae en cuando Logan saca un paquete pequeño y lo corta en la mesa de centro para aspirarlo el mismo.
—Está muy buena, te va a gustar.
Tomo la jeringa que me ofrece.
—Bennett no— la voz de Cora me hace arrepentirme de mis adicciones, pero entre ella y ser un adicto siempre la voy a elegir a ella.
—Déjala irse, Caterva la está esperando afuera.
Se ríe de nuevo. —No me hagas perder mi tiempo, disfruto más si te ve colado de nuevo.
Lo maldigo y me busco la vena en mi mano izquierda. Una parte de mi está ansiosa por recibir su dosis después de tantas semanas de abstinencia y esa parte es la que más aborrezco de mi cuerpo.
Esa maldita parte de mí que me hace un adicto.
Golpeo la jeringa quitándole la tapa para que la sustancia caiga en línea recta, diez años tenía cuando hice lo mismo por primera vez, como mi madre hacía. Miro a Cora una última vez en mis cinco sentidos.
Dejo la jeringa y voy a besarla siendo yo por completo y no un pedazo de adicto que toda su vida dependerá de la Anfetamina. Sus lágrimas mojan mis mejillas cuando me besa con fuerza.
Le pongo todo en ese beso llenándome de ella y tocando suavemente el vientre donde está nuestro bebé.
Se aferra a mí cuello mirándome la cara. No me gusta que llore, es muy fuerte para eso. Trata de decir algo, pero los sollozos no la dejan, huelo su perfume de rosas, el que nunca olvido ni siquiera drogado hasta los codos.
—Lena...
—No me importa— dice cortándome.
—Tyler me obligó a casarme, en la rehabilitación.
—¿La quieres?
—Está es la última vez que tengo control de mi cuerpo— le digo besándole las mejillas húmedas obligándola a verme—Pero tú siempre vas a tener el dominio de mi alma Coraline, siempre vas a ser tú.
Caterva entra por la puerta semi abierta, con el arma en la mano, él puede ponérsela difícil a Logan. Se acerca a Alicia por detrás y finalmente me separo de Cora, la dejo rota y me pongo una liga en el hombro apretándola para que salte mi vena.
—Siempre es bueno ver a los viejos amigos Caterva— mi padre cruza su tobillo por su pierna y se recuesta en la silla. —¿Cómo ya no tienes hija ahora te dedicas a cuidar niñatas para mis hijos?
—Katherine está en el estacionamiento.
—Pero no entrará a menos que le dé la orden. — Logan no tarda en insistir— Voy a irme pacíficamente, si prefieren, pero en cuanto el adicto termine.
Mi músculo se tensa y la vena sale gustosa mostrándose. Le quito la tapa a la jeringa con la boca y no me atrevo a verla de nuevo caer en mi vicio cuando el frio de la aguja se entierra en mi piel.
Una súplica sofocada de Cora es todo lo que escucho mientas mi pulgar empuja el émbolo hacia abajo.
Mis manos empiezan a sacudirse con anticipación y mientras pasan los minutos y la ansiedad se hace grande empujo el resto de la droga para que entre.
—Adicto siempre— dice Logan —Como lo fue la perra de tu madre.
Pasan varios minutos y no se larga hasta que comience el efecto. Se me adormece la lengua y la parte baja de las mejillas, veo la mirada desilusionada de Cora, pero está muy buena para detenerme.
La aguja se queda atorada en mi brazo.
Logan se guarda el arma, aunque Caterva no lo hace, le sigue los movimientos apuntándole cada momento, pero mi padre saca dos paquetes como los que absorbió de la mesa y me los deja en el suelo con un porro y un encendedor.
—Mientras tardas en comprar más puto drogadicto y que no digan que soy mal padre.
Me avergüenzo de ir a guárdalos en mi bolsillo, el porro me está gritando mi hambre interna.
Mis sentidos se callan y me olvido de que duela ver a Coraline porque mi anfetamina es un placer divino.
—Yo me lo llevaré, pero en cuanto se tranquilicen— dice Caterva una vez que Logan se va y que Katherine ya no está.
—Estamos bien— escucho a Alicia decir, pero Cora desaparece en la cocina.
Me habría importado poco fumarme el porro ahí mismo, no recuerdo por qué no debo.
—Logan vino buscando las muestras que hizo David Wall y no las adulteradas, pero él me las dio a mí— enciendo el porro sentado en el suelo. —Me dijo que se las diera a Jack.
Comienzo a divagar y ninguno de los tres me presta atención. —Cora, ven y siéntate conmigo.
Me ignoran levantando el desastre. Apenas le doy una calada a mi porro cuando el rubio toca la puerta y mientras Caterva les prepara té a las mujeres Alicia le abre la puerta. Escucho voces y después me avientan al suelo por segunda vez en la noche.
—Auch.
—¿Qué haces maldito? — me levanta del cuello Dylan y me da un éxtasis en la cabeza. —Estás fumando coca frente a mi hermana y está embarazada.
—Yo me lo voy a llevar— dice Caterva.
—¿Y tú quién diablos eres?
—Dylan— mi Cora habla desde la cocina y finalmente la veo.
El bebé. Apago el porro con mi pie.
—Llévatelo Caterva.
—No vuelvas a ponerte cerca de aquí drogadicto— mi culo se azota con el suelo y me doy cuenta que no tengo un zapato.
Me quejo y veo a mi Cora. —¿Bebiste? — le inquiere a su hermano mientras me caigo de cabeza tratando de levantarme tirando finalmente la jeringa de mi brazo.
—¿Este si se puede drogar frente a ti y yo no puedo beber mis penas? Eso a nadie le importa de seguro.
Gritarme a mí es una cosa.
Pero gritarle a ella...
Dejo mi porro en el suelo y me levanto lleno de adrenalina que descargo cargando al agente cojo y lo azoto en la pared más cercana. Como me encanta lo hábil que me vuelve la anfetamina.
—Yo estaré drogado hasta los codos, pero si le vuelves a levantar la voz a la madre de mi bebé, te reviento la polla con mi calibre.
Caterva me aparta de él. Camino sin zapato escaleras abajo. Un ruido de carro y mi mente comienza a volar en el volante.
La carretera se mueve en ondas, pero llego a una de las tiendas de auto servicio que hay en la gasolinera para comprar un encendedor. Hay una Jeep negra en uno de los dispensadores de gasolina varada. Si perdí a Caterva en la carretera estoy bien servido.
Veo gente salir de la tienda.
Mi ritmo cardiaco está muy alterado, siento calientes las venas, el estómago me está revotando casi con mis intestinos, en unos de los contenedores de basura vomito hasta los huesos partido a la mitad con el olor a comida podrida en mi nariz.
—Carajo— me limpio la boca y voy a comprarme algo de alcohol que me quite el sabor amargo.
Mi ritmo cardiaco está peor, si cometí el error de pasarme de dosis, puede que... —Disculpe— me empujo con unos hombres en la salida de la tienda de autoservicio, tienen una banda cubriendo la boca ambos.
Van de camino a la Jeep negra.
Todos dejan sus ojos en mí con mi disculpa, pero es el último el que más tiempo se me queda viendo. Le doy una calada a mi porro sacando el humo por la nariz. —¿Qué miras? Sí, estoy colado ¿Tienes algún problema con eso? — le hazlo lo brazos en pelea encarándolo.
Se me hiela la sangre.
—¡Bennett! — Caterva grita desde su ventanilla y aparca cerca de mi auto —Coño, no sirvo de niñero para imbéciles.
—No me inyecté por placer.
—Con o sin Logan lo habrías hecho de nuevo, eso se trae en la sangre idiota.
El de atrás les hace una seña a que caminen y los demás hombres dejan de mirar el espectáculo y avanzan a la Jeep.
—No me lleves a tu auto.
—No está a discusión.
—No es por eso cabrón— ya no llegó al basurero, todo se derrapa en la acera y vuelvo a caer sobre mi vómito de nuevo.
〘 〙
Alexander.
Mi boca se mueve como la de un niño pequeño buscando ser alimentado con los ojos cerrados me remuevo.
Pero es el flash de la cámara de celular lo que me hace abrir los ojos en un punto ciego y perder mi lugar entre los senos de Emma en mi posición de dormir preferida. Bostezo enojado y miro a Jack.
Está apoyado en el reposabrazos del sofá dónde estamos acostados sacándose una selfi con nosotros.
Saco mi mano debajo del sostén de Emma dónde estaba aferrado a una de sus tetas durante toda la noche bajo su pijama y trato de quitarle el celular a mi primo. —¿Qué haces idiota?
—Atrapado dormido con las manos infraganti— sonríe, el flash me ciega y me mete un manotazo cuando me peleo con su codo, sólo el tonto puede ser tan imprudente para despertarme por una tontería.
El ajetreo termina despertando a Emma que se frota los ojos como me los froto yo para no quedarme ciego.
—Me pregunto la cara que pondrá mi madre al ver estás fotos.
—¿Jack? — dice Emma adormilada recostando todavía su cabeza en mi pecho.
Sus piernas están entrelazadas con las mías como agarradera. —Buenos días Emma, quiero decir, muy buenos días por amanecer en tu colchón humano— nos sonríe y hace otra foto. —Perdón que los haya despertado del paraíso vacacional que se ven que traen.
—No nos hagas fotos— esconde su cabeza en mi pecho.
—Ya la oíste.
—A sus órdenes señorita Brown— se guarda el celular no sin antes teclear en sus mensajes.
—Voltéate— le ordeno cuando Emma se incorpora y muestra el borde de sus tetas cuando se reacomoda la camiseta.
Jack pone la cabeza a un lado y cubro los perfectos senos que me pertenecen haciéndola estirarse a ambos lados, recién levantada, cálida, flexible y sobre mí.
—¿Qué haces aquí?
—No fue una noche placentera para todos, lobo.
Mis lujuriosas manos van por los pantalones cortos de ceda y me aferro a su trasero haciéndola suspirar mientras estira los brazos con las marcas removidas aun recientes, pero me sonríe mi pequeña seductora.
—¿Qué hora es? — ronronea carraspeando alargando su mano por la loción de la irritación alrededor de sus manos.
Hora del mañanero.
—Las siete en punto— responde Jack mirándose el reloj y volteándose de nuevo. —¡Hey! El árbitro ve mano— saca una tarjeta imaginaria. —Estás expulsado del partido.
—Por favor Jack— Emma se ríe frotándose la loción en las muñecas —No hablas enserio con la tradición de no sexo hasta el matrimonio, es una broma de Maya, tiene que ser una broma.
—No lo es.
—¿Todos se pusieron de acuerdo en algo tan absurdo?
Comienzo a ver los estragos de Emma que no vi anoche. No le gusta la idea de que nos limiten el sexo más si los buenos días no los damos con un mañanero desde nuestras vacaciones en la isla.
—Si te parece broma ¿Por qué no me preguntas como me volví experto en las pajas antes de mi boda con Sarah? — alza sus cejas.
—Es una broma de mal gusto— me mira y me pongo los brazos sobre la cabeza, divertido con su reacción indignada y más porque tengo la vista que da debajo su camiseta. —Tu familia no es religiosa, abunda en pecado, son mafiosos, asesinos y Maya tiene a un sumiso que podría ser su hijo.
—No quería tener esa imagen mental en mi mente— Jack se horroriza.
—Lo que digo es que de todo lo que hacen me están prohibiendo acostarme con mi futuro marido.
—¿Alguien está molesta por eso? — ronroneo bajo en mi garganta y se pone obstinada.
—No, no es que sea una ninfómana, pero es una tradición muy...— busca la palabra correcta—. Muy anticuada.
—La tortura es lenta, casi me rindo, tres veces para ser exacto, pero tiene sus beneficios— Jack le promete. —Se lo vas a agradecer a mi madre.
Emma se ve desilusionada y casi me río, pero mi malhumor mañanero no se va hasta que estoy dentro de ella y como tengo a mi primo de espectador. Emma se levanta llevándose la manta con ella y me levanto estirándome perezoso.
—Aumentaste de peso.
—No es cierto— se mira el cuerpo.
—¿Entonces porque me siento adolorido? — finjo que uno de mis bíceps no responde y me gano una mirada de la reina del hielo.
Pasa al lado de Emma y la veo voltear la cabeza, después se pasa el dorso de la mano por la nariz.
—Apestas— le recrimino.
—Si no tuviera a un drogado vomitando en mi baño a mitad de la noche no lo haría.
—¿Qué hacías aquí de nuevo? — frunzo el ceño —. Nadie entra a mi biblioteca sin permiso.
—La puerta estaba semi abierta, fue una casualidad que los encontrara aquí— se sienta en el sofá continúo meciendo su pantufla cuando mece su pie — Si van a enrollarse a escondidas de mi madre, al menos no se pongan a mitad de la vista de todos.
Emma se sirve un vaso de agua y aunque es un simple gesto mis ojos la siguen en automático mirando su escultura.
—¿Qué más?
—No vine por morbo, estoy tratando de salir lo menos posible, para no levantar sospechas al irme a Nueva York— se frota las manos. —Pero anoche Bennett tuvo una recaída y llegó al Score con Caterva, no en las mejores condiciones.
Me fijo en las ojeras que trae.
—Venía colado de Anfetamina, se inyectó una buena cantidad que pensé que le daría una sobre dosis.
Emma deja el vaso en la mesa cubriendo la boca y mi enojo se hace más grande con unas punzadas en la cabeza. —¿Cómo es posible eso? Tanto tiempo en recuperación y no lo había hecho una sola vez.
—Caterva no dijo mucho.
—Anoche estaba en la fiesta del ministro, estaba tranquilo en la mesa de la empresa con algunos de los socios y Erick— Emma se acerca preocupada.
—Tal vez lo hizo cuando se fue del lugar.
—Pero ni siquiera se veía ansioso— insiste ella. —Yo estuve con él.
Me quedo malhumorado en la silla detrás de mi escritorio.
—Las adicciones son así, suceden en un segundo y no lo preví Emma, no sabía que tenía un proveedor— Jack sacude la cabeza. —El progreso era muy bueno, Lena me daba los datos exactos de lo que comía, la herbolaría servía, la clínica lo apoyó el tiempo necesario.
—¿Qué tan grave es esto? — Emma no entiende de los riesgos todavía.
Jack la mira pensando en si decirle o no. —En pocas palabras, ni con un milagro se va a levantarse de esto— dice lo que me repitió tanto tiempo en su rehabilitación. —Empeoró su condición irreversiblemente.
Emma me mira, pero me pierdo en el pasado en una de las jaulas que compartí mucho tiempo con mi hermano.
—Alex, dile que me dé más por favor.
Su cuerpo menudo de diez años, once, trece, pidiendo por más sustancias que un niño no tenía que probar. —Tengo que hablar con mi primo en privado si nos dejas Emma.
Asiente y sale con la manta en sus manos, aprovecho para que Ida entre y pongo una video llamada con Ethan desde el Score. —¿Qué fue lo que realmente sucedió anoche?
—No sólo fue la recaída de Bennett, tus hombres te informaron de movimiento sospechoso en la madrugada.
—Hubo actividad en las bodegas dónde tenía al biólogo y en una zona de las jaulas— dice Ethan por la pantalla.
—Caterva llamó— explica Ida y la ubicación de Dmitry se movió fuera de Londres.
—Mi madre me informó que hubo un tiroteo en las jaulas anoche, alrededor de las tres de la mañana poco después que Caterva trajera a Bennett.
—¿Y a mí que me importa?
—¿No fuiste tú?
—No tengo tiempo para estupideces y no sabía de la recaída de mi hermano.
—Entonces fue el MI6.
—No saben la ubicación exacta de las jaulas— Ethan explica —Y están distraídos con Beckham, Logan lo usa a él y a Maya, de distracción para sus negociosos y la agente Sarah está cayendo en su juego, no puedo decir lo mismo del teniente Wall.
—Entonces la DEA.
—La DEA no nos sigue el rastro hace casi seis meses— miro a Ida que asiente corroborando la información que digo.
—¿Y quién coño pudo ser? Ningún loco va por ahí armando tiroteos en la mafia, una banda de pandilleros no es — sus cejas se juntan y la pantufla se mueve más rápido.
—Ese es problema de ellos no nuestro, Maya y Caterva nos harán saber lo importante y por lo demás no son niñero de ningún kray, si tienen problemas con los rusos, los daneses o el mismo demonio me importa un carajo.
—Aun así, estaré con Caterva informado de cómo sucedió el tiroteo.
—¿A dónde se dirigía la ubicación de Dmitry?
—Se detuvo a las afueras de Londres, en un hostal barato de ahí no ha salido.
—Le informaré mi señor.
Asiento.
—Oí que venderás West B— dice Jack cuando me levanto. —¿Por qué?
—Es una cadena hotelera barata que no me sirve de nada, nunca pudo hacerle competencia a Hilton &Roe. La pienso subastar el próximo mes en las inversiones inglesas.
Me levanto enojado con Bennett, con mi dolor mañanero de cabeza, pero sobre todo molesto conmigo mismo, si hubiera matado a Logan mi hermano no estaría en esta condición.
En mi Rolex se marcan las siete treinta y me queda media hora para irme a la oficina. Me meto al agua fría que tuerce los músculos de mi espalda. Igual que madre, es el hijo, de una adicta salió un adicto.
Me paso las manos por la cara y dejo que el agua fría me caiga directo, mi mente divaga entre varias cosas.
Golpeo la baldosa con el puño maldiciendo a Bennett entre dientes y salgo a mi vestidor con la toalla en mi cintura colocándome cera en el cabello peinándome como de costumbre.
Veo el traje gris barato de Versace que compré ayer por capricho de Emma y lo tiro a la basura. Mi edición ilimitada de Ralph Lauren en tono negro hecho a medida descansa en el diván de mi habitación.
Me debato y terminó tirándolo a la basura con el traje gris.
Mi loción mentolada parece atraer a unas manos femeninas a mi espalda, Emma pega su boca a mi espalda húmeda y vuelve a olerme como ayer.
—Tienes un capricho por mi desde ayer.
—Eres mi olor favorito de momento, así que no te quejes si me paso olisqueándote todo el día— besa mis omoplatos que es hasta ahí donde alcanza por mis casi dos metros de altura.
—Es más fácil si te compro la misma loción y te la pones tú.
—¿Puedes ser más romántico señor Roe? Esa faceta casi no la usas conmigo.
Hago amago de voltearme para besarla, pero me detiene. —Sigue vistiéndote, haz de cuenta que no estoy aquí.
No la cuestiono, pero la miro con suspicacia cuando mete las manos en el nudo de mi toalla cuidadosa de no rozarse las quemaduras mientras saco mi corbata y mis boxers y la miro por el espejo sonriente de encontrar mi miembro.
—¿Se te perdió algo en mi toalla nena?
Envuelve su puño alrededor de mi verga y sus labios vuelven a mis omoplatos.
—Mio— dice y se me pone dura.
Trago saliva poniendo mi mano sobre la suya alzando su puño. — En lugar de distraerme deberías estarte vistiendo para que te lleve a la empresa.
—No trabajo para ti— frunce el ceño y me volteo poniéndola sentada encima del tocador frente al espejo. —¿Me hechas de menos como publicista en tu empresa?
Me besa la comisura de la boca distrayéndome de nuevo, pero con lo divertido que estaba con su cara en la mañana a lo mejor la hago abstenerse unas horas como si fuéramos a seguir la tradición.
No ha tocado el celular desde anoche cuando vi el mensaje no abierto del cojo. El patrón de desbloqueo no me dejó ver lo que decía en la biblioteca.
—¿Quién dijo que te voy a llevar como mi empleada? — me pongo la camisa —Eres la futura dueña de Hilton &Roe por contrato prematrimonial.
—¿Dueña de tu firma hotelera?
—El tiempo corre como loco desde la isla— me inclino a ella —Tres semanas para la boda Emma y no hay más— le miro la mano que deja en mi pecho. —Y ponte el anillo Roe, te dije que nunca te lo quites.
—Me lo quite para dormir.
—Ni siquiera para dormir. — Voltea lo ojos. —No me hagas azotarte ese culo respingón si empiezas de obstinada otra vez.
—Y tú no sigas cambiándole la fecha a nuestra boda, es en un mes— alza el dedo índice —Un mes señor Roe y nada de tres semanas, ni siquiera hemos hecho la cena con nuestras familias. ¡La cena de la discordia! Me tengo que preparar mentalmente para lidiar con tu familia. ¿No podemos quitar a Tyler de la lista de invitados?
—Hazla para esta noche.
—No sin Bennett, él no está en condiciones, al menos la haremos al final de la semana después de las elecciones.
—Richard no va a adelantar las elecciones, el parlamento no lo va a aprobar, ya eliminaron los spots publicitarios en los que anunciaba.
—Perfecto, podemos hacer la invitación de la cena la semana que viene.
—A este paso vamos a tener la ceremonia dentro de diez años— replico malhumorado.
—Maya acaba de salir en libertad, Bennett no está en condiciones y una cena no se planea en hora, se planea en días, para ti es fácil decirlo, sólo tienes que ponerte el traje y bajar.
—Contratamos a una asistenta y punto final.
—Las cosas importantes se hacen por uno mismo y eso haré yo, tú no eres el que elegirá las flores, los arreglos, los invitados y más importante mi vestido.
—¿No ibas a ir desnuda?
—Sólo si es frente a todos los invitados— se encoje de hombros y aunque yo inicié la broma los celos me llevan a mirarla con advertencia. —Dos azotes te estás ganando.
—Mejor que sean cuatro— bala la voz a mi cuello. —¿Qué harás con Bennett? — la pregunta me toma desprevenido.
—Ve a vestirte— me quito la toalla atrayendo su atención a mi polla, pero se libra de las ganas de tocarla repitiendo la pregunta y sigo sin responderle.
—Va a levantarse de la recaída.
—No conoces a los adictos.
—Pero conozco la fuerza de voluntad que tiene, tiene mucho por lo que resistir como su bebé y también sé lo excelente que ha sido la clínica para él.
—Porque pago miles de libras en su rehabilitación.
—Pues lo valen, además es tu familia y eso es lo que hace la familia, se apoya, aunque estés hecho mierda y si algo sé es que nunca abandonas a tu familia.
—Nuestra familia— la corrijo.
—Hasta que mi apellido no sea Roe, seguirá siendo solo tuya— sonríe maliciosa y cuento mentalmente los azotes.
—Siete azotes Emma y lo más duros.
—Lo esperaré con ansias cariño— barre sus labios por mi mejilla la mujer que casi le corta las bolas al ministro ayer.
Me quiero pegar al pecho con el nombre en alto de mi mujer. Termino de vestirme picoteando las tostadas de crema batida que Octavian dejó en la mesa del desayuno para Emma.
Me tomo una infusión verde para perder las calorías adquiridas por esa cosa no saludable y miro mi ritmo cardiaco en el reloj que me dio Erick.
La erección no me duele cuando pienso en el gimnasio y el cardio que me hace falta, se baja casi por completo durante mi desayuno con el asiático atendiéndome.
Guardo mis planos saliendo de la biblioteca cuando Emma baja vestida igual que le primer día que trabajó en mi empresa como asistente de Christopher Jones.
Pero con la peculiar blusa negra que le regalé puesta, los tres primeros botones abiertos como el día que se botaron. Viene muy satisfecha sabiendo perfectamente lo que hace.
—Buenos días señor Roe.
—Señorita Brown— le doy un asentimiento de cabeza.
—Pensé que, si voy a regresar a la empresa que me quitó mi empleo hace meses, al menos regreso vestida de forma que alguien me reconozca— dice como si no fuera la gran cosa cuando me quedo mirando su atuendo.
Me río ladeado, sólo esta mujer sabe acojonarme, hasta los huesos. —Ocho azotes, señorita Brown.
—Al final del día, serán muchos que necesitarás más manos para dármelos— tiene incluso el mismo peinado del primer día, está en modo seductora hoy, pero su sonrisa se desvanece cuando ve a Rebecca trayendo mi Aston Martin a la entrada. —Sigue aquí.
—Es parte de la familia de Maya, no se puede despedir fácilmente.
No dice nada al respecto, sólo se limita a pedir las llaves de su auto, pero hay una advertencia en sus ojos.
—Vas a viajar conmigo— le digo.
—No— las luces de su Mazda parpadean y me saca ventaja saliendo por el estacionamiento con Ethan detrás de ella en una de las camionetas.
Hay algo que me impide despedir a Rebecca por la amistad de años desde que Tyler se casó con Maya. El error que cometió me molesta a tal punto tanto como lo de Bennett, pero ha sido lo más cercano a mi amiga durante este tiempo.
—Gracias por dejarme mi trabajo. — me entrega las llaves de mi auto.
Le doy un asentimiento de cabeza que la hace sonreír y seguirme en la camioneta continua.
El malhumor de Emma es perceptible en cuanto azota la puerta del Mazda y ese cacharro es como su hijo. Rebecca va por su bolso porque Ethan no sale de la camioneta para no ser visto, pero Emma se lo niega y le pide a Ida ir con ella no con Rebecca.
—Quédate en el estacionamiento— le ordeno a Rebecca y se coloca el comunicador en el oído.
Los ojos avellana de Emma me amenazan con la mirada, caminamos hombro a hombro como dos ejecutivos cuando las puertas cristalizadas de Hilton &Roe se abren.
Se queda con un pie a la entrada y le tomo la mano haciéndola pasar entre las puertas conmigo.
—El señor Roe llegó— dice la recepcionista —Con su prometida, la señorita Brown— añade y nuestra seguridad nos sigue hasta el ascensor.
Mira el ascensor con media sonrisa y respira hondo ocultando su nerviosismo. Mis abogados la echaron de la ciudad.
Abogados de Hilton &Roe, entre ellos Erick.
Amelia me recibe en el pasillo con mi agenda. Emma mira a todos lados y alza la cabeza gustosa en el área de relaciones públicas dónde se pasean sus antiguos colegas de trabajo, varios de mis ejecutivos la tienen en la mira.
Hace tres meses salió como una traidora que vendió nuestros proyectos, ladrona de información y homicida en primer grado, tentativo a mi muerte.
Hoy regresa como futura dueña del lugar.
—Buenos días señor Roe— dice Amelia profesionalmente. —Buenos días señora Roe.
Pasamos por su propia oficina y tiene el designo de saludar a Alicia de lejos. Le ofrecen agua, un asiento e incluso toman su abrigo.
Es la cosa más cotidiana que hacen todos los días para mí, pero ella se ve fascinada de ser tratada como millonaria.
—¿Desea algo a su gusto señorita Brown?
—¿Uh? Un café está bien— dice aturdida y Amelia anota en su dispositivo. —Y un brownie del restaurante italiano que está en la avenida siete cruzando la calle— esconde una risa como si pidiera algo absurdo, pero para su asombro Amelia asiente de nuevo.
—Guau— deja su bolso en mi escritorio y repara en mi oficina con los ojos gustosos de lado a lado.
—Su reunión de las ocho treinta con sus arquitectos es en quince minutos señor Roe— Amelia me muestra mi agenda colocando los planos en estante. —Y la de finanzas quedó programada a las once.
—Coloca un lugar para Emma en la reunión de finanzas para que vea un balance general de nuestras entradas monetarias de este mes.
—Sí señor.
Reviso mis planos digitales en cuanto Amelia sale mirando de reojo a Emma. —No voy a quedarme a ninguna de tus reuniones.
—Tienes que involucrarte en cuestiones monetarias.
—No me dijiste eso al traerme aquí— mira su celular. —Además voy a irme con Cora, hablé con ella en la mañana y está indispuesta, pasaré el día entero con ella, lo de Bennett debió afectarla.
—Que Maya le agende una cita para cuestiones de su embarazo.
—Eso mismo pensé.
—Está es la primera vez que estoy en la oficina del señor Roe de forma no laboral. — dice en voz alta cuando claramente lo pensó y se muerde los labios.
Sigue sin romper la tensión de Rebecca, pero eso no le impide caminar por mi oficina mirado de cerca hasta el más mínimo detalle.
—Su Brownie y su café señorita Brown— Amelia le trae todo en una bandeja plateada.
Como una caprichosa sale a la terraza a comérselo llamando rompiendo el profesionalismo de mi imagen al hacer lo que se le da la gana. Amelia no dice nada porque nunca dejo que nadie se entrometa, pero mi enojo es claro con Emma y ni aun así dejar de llamar mi atención.
Pongo en la subasta de inversiones West B, que adquirí después que quebrara y firmo a nombre de mi empresa.
Entro a mi primera reunión y la más fascinante que me tiene sin saco con el lápiz en los planos cada dos minutos. Dura lo suficiente para que cuando salga no esté Emma, ni Ida. Rebecca ya está en la puerta como solía hacerlo Ethan.
Sin un adiós ni nada porque sigue molesta. Lo arreglaré en la noche para darle tiempo a razonar.
—En mi oficina está esperando Caterva con una botella de mi mejor whisky abierta.
—¿Qué haces aquí?
—Hice mi trabajo como pediste, y quiero mi pago porque con mis contactos en la cripta ya tengo en la mira a la rusa hermana de Dmitry, se llama Dina Makova.
¡Hola sexys!
Ese nombre suena interesante *Se va corriendo*
¡Los amo tres millones!
-Karla.
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