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CAPÍTULO 50

Emma.

—Es tu momento de sobrepasar las expectativas Emma, dame la mejor imagen que hay de cualquier otro político en Londres, o Los Ángeles, quiero que le muestres al mundo lo perfecto que soy— se alaba a sí mismo el ministro Madden. —De esto se trata la última entrevista de arrastrar a los otros dos contrincantes al suelo.

—Pides mucho Richard— dice Alexander.

—Por más de siete años he estado al servicio del parlamento inglés, quiero que estallen las encuestas, los portales web y los noticieros, a mis cuarenta y dos años he ganado de nuevo las elecciones. — se reacomoda el traje. —¿Cuántos logran eso?

—¿Después de ayer viene a pedirme que siga trabajando para usted? — hablo finalmente.

—Tenemos un contrato, ayer no sucedió nada, ¿O ves alguna noticia en los medios? — ladea la cabeza —No hay nada más que un malentendido entre mi mujer y tú, y dado que trabajas para mí, no me dan ganas de oírte replicar por chismorreos femeninos.

Millie se limpia las mejillas mirando a Richard mientras aun abraza a Alexander, los regordetes cachetes se le ponen rojos por llorar, pero como consiguió el abrazo de su tío favorito, ahora ya no hay lágrimas.

A Alexander sólo se le quita la mirada de ser torturado teniendo a la pequeña de dos años porque el ministro suelta un comentario sagazmente dirigido para ambos mirando las vendas que cubren mi blazer.

—¿Chismorreos femeninos? Legalmente puedo proceder contra el médico y su esposa.

—¿El mismo médico que hoy amaneció incinerado por quemaduras de tercer grado? — se ríe mirando a Alexander —Debo ser más cuidadoso con la gente que trabaja para mí antes de su oposición— alega el político —Me centré demasiado estos días en mi última entrevista que, un poco más y terminarán su compromiso falso de esta manera— nos señala con molestia a los tres.

Miro a Millie atada al cuello de Alexander con su vestido rosa, la contradicción que es él, con el traje Gucci hecho a medida, que no le impide sostenerla enojado alejando el cuello porque la pequeña quiere poner su pequeña nariz en su mejilla.

Pongo una máscara laboral ante la actitud del ministro. No debes mostrarte débil ante los contrincantes.

—En ese caso, deberíamos ponernos a trabajar señor, tenemos menos de tres horas antes que el New Times llegue— digo buscando con la mirada si su esposa vino con él, pero no es ella, es su secretaria. No estoy de humor para sus comentarios pedantes.

—Pero ¡Qué desconsideración la mía! No quise ofenderte Emma. Te emparejo con Alexander cuando tienes prácticamente el acta de matrimonio lista con el agente Gray— se ríe cuando su secretaría viene con él.

—¡Si! Mi tío Dylan— Millie levanta la cabeza como buscándolo.

—Ese cojo no es tu tío — le dice Alexander serio.

—Mi mami dice que sí— mueve sus regordetas mejillas hacia arriba.

Alexander le sostiene la mirada a la niña de dos años. — Tu mami es una ton...

—Mi relación personal con el agente Gray es privada, ministro Madden, no opine de mi vida personal cuando hay trabajo de por medio, me desconcentrará de hacer bien mi trabajo— lo interrumpo antes que se ponga a pelear con una niña.

—Es común que las mejores amigas se conviertan en familia, no tengo impedimento en que él entre en la ecuación de un momento a otro, incluso puede servir si lo planes llegan a cambiar. — Richard fija los ojos en mi anillo de compromiso y después en Alexander. —Siempre que yo salga beneficiado.

—Es curioso que menciones beneficios porque no veo los míos aquí— dice Alexander bajando a Millie tocándose las sienes de la cabeza por los comentarios de ese hombre.

—Siempre que yo gane, tú ganas Alexander. — le reitera.

—Y siempre ganas por mí, así que cállate de una vez.

—No parece que un contrato deba ponerte molesto— su maldita cizaña hace peor soportarlo. —Emma, me sorprendió que no te se casaras primero con el agente en el Caribe, después de tantos meses juntos en Brent, el orgullo del teniente es ese agente, si Sarah no asciende al cargo, él lo hará y quedarías en una posición muy beneficiada, después de las elecciones.

—Si es que hay elecciones, no podemos cantar victoria hasta dentro de dos semanas y en ese lapso de tiempo, las encuestas pueden bajar o la popularidad en los sitios web. — me mantengo serena por Millie.

—El cojo no va a entrar en el contrato— Alexander muerde el anzuelo por su posesividad.

—Podríamos apresurar el día de las elecciones para evitar conflictos como estos, lo discutiré en el almuerzo de hoy, con los miembros del parlamento para considerar una posibilidad.

Desde hace días he notado un interés especial en él, al apresurar las cosas. ¿A qué le tiene miedo?

—No vas a apresurar las elecciones hasta que el juicio con Maya se haya detenido. — le advierte el mayor de los Roe — Sólo hasta entonces ganas. ¿Entendiste? Hasta que la jueza haya declarado libertad a Maya tú te proclamas de nuevo en el puesto de ministro.

—Por supuesto, después de mi campaña política el bienestar de los Roe es mi prioridad, sin embargo, estamos en tiempos complicados para no explorar las posibilidades.

—Entonces ponte a trabajar y busca la fianza condicional— Alexander no lo deja terminar.

—Esto una conversación casual como cualquier otra, no te pongas de mal humor, el juez que contraté ya está en la audiencia— pasea la mirada entre uno y otro, pero no me convence como lo haría antes. —Así como puedo hablar de ella, puedo hablar de mi sorpresa de que no te casarás con Alesha después de tantos años, con frecuencia Maya y yo lo discutimos, ella habría sido perfecta para el papel que desempeña Emma.

Fija los ojos en mí y pasea de arriba a bajo la mirada de mis muñecas haciendo eco en mis inseguridades y poniendo mi trabajo en el suelo.

—Ella era una asesina, pero no de los que eran cercanos a ti y tampoco trató de matarte.

Miro a Alexander y el arma en la cinturilla de su ropa, con el sabor más amargo en mi boca, de saber que nunca podremos ser exactamente los mismos después del disparo.

Las terapias de Sarah me ayudaron con la culpa, pero nunca terminé de perdonarme del todo, siempre habrá una parte de mí que se murió ese día al dispararle y sé que también le quité una parte a Alexander.

—A mí me pone a pensar, que por mucho que te metas con una persona en la cama, no le vas ofrecer más que placer momentáneo y llenarla de joyas con promesas que no se cumplen. ¿Tú que piensas Emma? ¿Eso ambición? Porque, aunque no lo crean todos estamos dentro de esto por ambición, incluida tú.

—Estoy obligada en esta situación, no me beneficio de nada.

—Eso no es cierto, te ofrecí tu estadía en Londres y tu trabajo de vuelta para ser mi publicista y aceptaste, por ambición, así que todos ganamos con mi campaña política— se acomoda el saco. —No aceptaste por Alexander, por presión o porque fuera tú última alternativa.

—¿Ambición?

Asiente. —Todos queremos conseguir algo en este contrato— se arregla el traje — Pero tal vez, sólo uno va a conseguirlo.

Un escalofrió me recorre la espalda mientras los tres nos miramos sigilosamente y caigo en cuenta que es cierto, los tres queremos algo y es completamente diferente. Lo que me intriga es no saber qué es lo que quiere conseguir Alexander aquí. Aunque me doy una idea, y es poder.

Ahora lo veo claro, ambos quieren poder, no son muy diferentes sus ambiciones, veo la actitud que portan. La de los Roe es más fuerte que la de ministro Madden porque la soberbia de los Roe no es por su trabajo, vine en su sangre.

—Vamos a dar el último gran show que la gente está esperando ver en las cámaras, explotemos las redes sociales, los portales web, los noticieros, como si lo que sucedió con Susan, jamás ocurrió tras las cortinas.

—¿Estás de acuerdo con eso? — miro a Alexander sabiendo de lejos la respuesta.

—Sí.

—Él lo aceptó desde anoche, no estás a votación Emma, estás siendo avisada de lo que se hará bajo nuestras condiciones como siempre, sigues siendo nuestra marioneta— Richard me interrumpe. —La marioneta de los Roe, mí marioneta, porque te salvamos la vida de la organización de los treinta y siete ¿O quieres volver ahí?

Esa es una amenaza directa. ¿Soy su marioneta? La última vez que me revelé sucedió lo de mis muñecas. Lo miro preocupada por su amenaza y agacho la cabeza sumisa negando. —No.

Sus cejas se alzan antes que baje la cabeza. — No vine a causar un pleito entre ustedes, es lo que menos nos conviene. Esto no ha dejado de ser un negocio de tres.

—Cuatro— lo corrijo áspera. —Su esposa entra en mi parte del negocio.

—Mi esposa no aparecerá hasta el día de las elecciones, su mal entendido, lo mantendremos en paz— dice con su labia conocida —Emma, es hora de que entiendas, que el mundo va a quemarse de corrupción y a lo mejor participo en el desastre, pero para todo Londres y para el Parlamento Inglés...— levanta la barbilla —Yo siempre voy a ser el Honorable ministro Madden.

—Sí, señor.

No tengo que alzar la mirada para saber que al ministro le sorprende que no haya llevándole la contraria. —Quiero que prepares a los periodistas.

—Sí, señor— no replico en nada.

—No se mencionará en la entrevista la ausencia de mi esposa para no levantar sospechas, vamos a decir que fue invitada a una beneficencia fuera de la ciudad.

Asiento. — No dejaré que lo que sucedió arruiné su imagen.

—Emma— dice Alexander para que lo mire, pero mantengo la mirada gacha mirando las vendas que cubre mi blazer.

—Eres una mujer muy inteligente, por eso te escogí desde que Alexander me habló de ti.

No escucho lo demás que dice a s su secretaría porque me escucho suplicando de nuevo en la casa de los treinta y siete a Sawyer, después a la señora Madden en el consultorio y en ninguna de las dos situaciones fui escuchada.

—Emma, mírame— dice Alexander y lo hago automáticamente.

—¿Sí?

—Silencio— dice el ministro atendiendo una llamada y me callo enseguida.

Dos reglas se cumplían en mis cenas con mi padre Sawyer Taylor, no hablar muy fuerte y siempre obedecer. Con el tiempo aprendí que si las cumplía podía aceptar el dinero que me daba mensualmente para el tratamiento de Kate.

Su ceño se frunce y el ministro habla de que me cambie la ropa a algo más adecuado. Asiento y subo a cumplir obediente. Millie va conmigo agarrándose a mi pierna para subir los escalones.

Octavian dice que Rebecca fue revisada por la Dra. Kriss y va a tener el día libre para recuperarse. Todos bajan la mirada cuando apenas desayuno y cuando incluso el ministro se va, nadie me mira ni el asiático chef.

—Jack estaba dispuesto a elaborarle una desintoxicación, pero como se fue a Brent la llevaron a médico regular, está descansando en una de las habitaciones de invitados, no creo que vuelva al trabajo hasta dos días máximo.

—No va a volver a su trabajo. Ella ya no va a ser mi guarda espaldas, vamos a buscar a su remplazo, mientras tanto. Ida va a estar conmigo todo el día, si te soy honesta a ella no quiero verla durante el día y menos cerca de mí, en el trabajo— viene detrás de mí con comida para Millie.

—Cómo ordene mi señora.

—No fue una orden Octavian, te digo esto en confianza, yo no ordeno aquí, no quiero a Rebecca cerca después de lo que me sucedió con la señora Madden.

—Si quiere que ella se vaya será complicado si no la despide, ella no va a renunciar, por eso le digo que dé la orden, es muy amiga de los Roe desde que la señora Maya se casó con el señor Hilton y por esa amistad siempre ha tenido trabajo asegurado. — pone la charola del desayuno en la mesa y dejamos a Millie en la mesa con dos almohadones en el asiento para que toque la mesa.

—¿Ella estuvo aquí cuando viví en Brent?

—El señor Roe dejó el Score y Londres una semana después del evento de inversionistas, se fue a Nueva York incluso cuando la señora Maya estaba en desacuerdo por lo reciente de su herida. — coloca los platos en la mesa —El hijo del señor Jones se fue con él y sólo unos pocos de seguridad fueron reclutados, entre ellos, ella.

—¿Se la llevó Nueva York?

Se debate en contestarme, pero lo hace finalmente, aunque trata de suavizarlo. —Sí, pero también fueron Ethan, Erick, Ida...

Sigo el movimiento nervioso de sus manos. —¿Se metió con ella?

Apresura sus manos a servirle el desayuno a Millie y la sube a la silla. La niña es muy pequeña todavía y termina ensuciándose las manos y la boca, mucha de la comida termina en el piso.

—Te hice una pregunta Octavian.

—Rebecca se volvió cercana al señor Roe... casi... casi tanto como Ethan, fue... fue trabajo señorita Brown.

—¿Qué tan cercanos Octavian?

Se limpia las manos en su delantal y mira a Millie comer a medias. No es bueno ocultando cosas, es muy genuino para hacer.

—Pues...— se limpia de nuevo las manos, nervioso de haber hablado de más —Del beso en la biblioteca sólo escuché lo que decían los de la limpieza, no sé si dormía con ella en Nueva York.

Beso en la biblioteca.

Ahora entiendo toda su arrogancia conmigo. Sus malditas sonrisas.

Espera a que responda, pero en lugar de hacerlo me siento con Millie y la coloco en mi regazo limpiándole la cara, cortándole trozos pequeños de huevos benedictinos y llevándolos a su boca.

—Señorita Brown no sé si hice bien en hablar, no quería arruinarle su día, por favor no comente esto con nadie— se disculpa mientras recoge la basura.

—No te preocupes Octavian, soy una mujer muy razonable— miro a lo lejos mi cama.

Millie tira de nuevo la comida al suelo al tratar de tomar agua del vaso. Octavian todavía nervioso me ayuda a limpiar el desastre que dejó en el suelo la niña mientras me dice que la trajeron porque Jack estuvo en Brent anoche y aún no ha regresado al Score.

Fue por Sarah.

La organización nos ficha a muerte.

Los Roe, nos rescatan.

Mi celular tiene varias notificaciones de mensajes no leídos dos de los hermanos Gray.

Hoy es el aniversario de la muerte de los padres de Cora y Dylan, Cora no tiende a recordarlo con frecuencia, pero para su hermano es una fecha memorial. Respondo su mensaje colocándome el traje con el que soy de publicista.

Miro casi riéndome de Millie moviendo sus piecitos en la silla y cantando, moviendo la cabeza de un lado a otro con una zanahoria hervida en la mano dándole pequeñas mordidas.

Termino de arreglarme y no soy buena para peinar a alguien, ni siquiera tengo un moño, termino siendo ayudada por Octavian que le hace algo parecido a dos colas altas. MI trabajo es ponerle las ligas, pero se me dificulta porque ella mueve la cabeza cantando.

Octavian termina haciéndolo por mí. Tener a una hija pequeña es un caos. Sería la peor madre de todas.

Oigo de la fiesta que hizo Tyler anoche de camino al Score para llevar a Millie, tiene la pinta de una princesa, Octavian hizo un buen trabajo en su peinado, sale corriendo de la camioneta con su unicornio de peluche en la mano y Jack la recibe en el lobby del Score.

—Fuiste por Sarah— me acerco a él.

—Millie quería verla— dice como si eso explicara todo —¿Toda la noche? — no me responde. —La conocí perfectamente en Brent, no te fíes Jack ambos sabemos que Sarah te retuvo para sacarte algún provecho.

—Me saco mucho, pero no provecho— sonríe de lado.

—¿Qué le dijiste?

—No podía dejar que matarán a la madre de mi hija, nadie lo va a entender, tu prometido me amenazó con cortarme las bolas cuando me vea. — se agacha a besar a su hija y ella se pone loca de felicidad de verlo. —Princesa— insta a Millie a subir al ascensor y lo sigo.

La niña pasa a jugar a la que es la biblioteca dónde hay pintura por todos lados.

—Encerró a Maya y después te utilizó para que no la mataran. Alexander trató de prevenirla en la Isla, pero rechazó cualquier advertencia y continuó para el juicio de Beckham, sabiendo a lo que se arriesgaba y fue directamente por tu madre.

—Te dije que no espero que entiendan por qué fui— bajamos en el ático, todo sigue tal cual lo recuerdo. —Tú también, estarías en una encrucijada si te pusieran a elegir entre Cora, Dylan y los Roe, hace tiempo que Dylan busca a la organización a la que pertenecemos, te has puesto a pensar que va a suceder cuando los atrapé, Maya sólo es el inicio.

—Las razones de Dylan son completamente diferentes a las de Sarah.

—Por sus padres— sonríe por mi expresión —Cuando pertenecí al MI6 supe muchas cosas entre, ¿Si sabías que el mató al primo de mi madre y por eso Logan lo fichó? Si a alguien le conviene que Maya y Beckham estén encerrados es a mí tío Logan porque así puede llegar al camaleón y matarlo. No te imaginas la cantidad de Krays que entran y salen de la corte con pinta de "abogados"

—Imposible.

Mira mis manos frunciendo el ceño. — Ahora entiendes porque ir por Sarah no es tan descabellado, a lo mejor la hago entrar en razón.

—No hablas enserio.

—Por supuesto que no— deja las llaves en el sofá y me acerca a su celular. —Le tenía ganas a mi ex esposa— le veo unos moratones en el cuello, pero se le ve más relajado que de costumbre. —Pero también le puse un microchip que funciona como micrófono, te tengo buenas noticias Emma, tu trabajo en la residencia Madden está por terminar, pero no por las razones que crees, el ministro Madden ya habló con el parlamento y las elecciones serán el fin de semana, el MI6 ya lo sabía, aumentaron la seguridad del ministro por los incrementos de violencia durante el periodo final de su campaña.

—¿Por qué me dices esto a mí y no a Alexander?

—Alexander lo sabrá, pero a mi manera porque mi primo también quiere poder y a lo mejor no va a actuar como debe. No es que me importe el ministro o Sarah, Maya ya se las arreglará, mi trabajo aquí terminó, el mismo día de las elecciones, voy a irme finalmente con mi hija a Nueva York y ya no voy a volver, pero te debo un favor por lo que hiciste por Millie en el Caribe.

Miro las cajas alrededor, son pocas, pero están etiquetadas como frágiles, deben ser sus muestras. —¿Por qué te vas cuando más tu familia te necesita?

Se pone serio y mira suspirando dónde su hija. Su ceño se frunce y regresa la mirada a mí. —Porque vine aquí sólo por Millie, no me tengas compasión Emma, yo entregué a David a Logan, yo lo traicioné, porque no soy bueno, no voy a ayudar a nadie, ni por dinero, ni por lealtad, ni siquiera a mi propia familia.

—Los Roe siempre se protegen la espalda— le recuerdo.

—A mí me enseñaron a esconderme desde niño, no tengo muchas cicatrices como mis primos porque Maya me resguardaba de mi padre. Siempre escondido y eso me ha mantenido con vida mucho tiempo.

—¿Tú padre te lastimaba?

—No es nada comparado a lo que les hizo a ellos— su mirada se pierde, pero no me aclara nada más.

—No te vayas Jack, eres una de las pocas personas en las que confió.

Me toma la mano riéndose triste y mira de nuevo a dónde Millie tiene sus juguetes. —No confíes nunca en mí Emma, eres la primera en saber lo que planea hacer Richard, haz algo que valga la pena, yo lo atropellé y aunque tengo ganas de hacerlo otra vez, ya no tengo tiempo y dudo que Alexander me presté su Aston Martin de nuevo. — sigue mirando a Millie.

—Eres el Roe más humano que he visto— no me aguanto en darle un abrazo de despedida, aunque se queda quieto sin devolvérmelo, después de unos segundos lo hace.

—Todos son muy humanos, pero nunca lo van a demostrar, ese es un punto débil que nadie tendrá sobre nosotros, la soberbia hasta la coronilla, el dinero a rebosar y la cabeza en alto siempre para los Roe— arquea una ceja colocándose su bata blanca de nuevo. —Princesa, ven aquí.

—Sí, papi.

Se agacha a su altura después de colocarse los anteojos y colocándose un par de guantes de látex. —¿Puedo ver tus vasitos de té? — la niña asiente y abre las manos mostrando los pequeños envases cristalizados con los que estaba sirviendo el té a su muñeca.

Los examina cerca de sus ojos y ve los nombres con los que la empaquetarían, que yo vi antes, sólo decía. JR. Y el otro pequeño envase DW. Jack se queda serio y le toma las manos a su hija sin dejar que se toque la cara.

—¿Quién te dio esto?

—El tío Bennett.

. . .

El ministro menciona algo de camino a su residencia, lo poco que le importa Maya a Tyler es frustrante, es como si todos hubieran esperado a que ella estuviera encerrada, incluido Jack, que en el Score se encerró de vuelta en su oficina.

El teniente Wall y Dylan esperan en el jardín de Richard con bebidas semi preparadas. Noto que hay más agentes del MI6 en la casa como dijo Jack, de Susan todos repiten lo mismo que se fue a un evento de caridad de la señora Pitt.

Erick como el señor están aquí como parte del Hilton &Roe, tienen una mesa propia también con la asistente de Alexander y el equipo de imagen que contraté para que llegue la prensa.

El señor Jones tiene a Alicia trabajando apresuradamente que apenas puede murmurarme un "buenos días" apenas legible sin despegar sus manos de su IPad. Miro todo el evento que estamos protagonizando.

El más grande del país será el día de las elecciones, lo peor es que todos están trabajando olvidándose de Maya.

—Te ves hermosa como siempre Emma— Erick me besa ambas mejillas coqueto.

—Y tú muy elegante.

—No siempre se toma el almuerzo en la residencia de un político reconocido, saqué mi mejor traje. — baja la voz —Alexander me lo patrocinó, de vez en cuando le sacó provecho a nuestra amistad de años— se ríe. —Al menos no me pide meterme en la cama con él para darme lujos.

Erick le palmea la espalda a Alexander y saluda al resto de la gente educadamente, pero pocos de los adinerados le regresan el saludo. Alexander me insta ir con ellos a su mesa, pero como es el día memorial voy dónde el rubio.

—¿A dónde vas? — me pregunta mientras Erick se mueve para darme el asiento.

—Con Dylan— Erick lo mira y regresa a su lugar encogiéndose de hombros.

—Hola guapa— dice Dylan con una sonrisa cuando me acerco a su mesa y el teniente Wall conversa con el ministro. —Pensé que no me ibas a poder saludar. Van a trabajar por lo que veo.

Hay tanto movimiento que puede que nadie note la ausencia de la señora Wall. Hay meseros entre agentes y los periodistas de la prensa que van entrando por la puerta trasera con su equipo audiovisual.

Los meseros van de mesa en mesa organizando los ceniceros, los platos y los cubiertos.

—La última entrevista para cerrar su campaña, se ofrecerá un almuerzo después de la entrevista con los miembros del parlamento y con todos los invitados, con un brindis programado en honor al honorable ministro.

—Celebrarán en grande.

—Eres invitado también te puedes quedar.

—Estoy en horas laborales. Aumentamos la seguridad del ministro por cuestiones privadas.

—Las elecciones no son hasta dentro de dos semanas, se están precipitando.

—Es por seguridad— no me aclara lo que ya sé.

—Las encuestas muestran su victoria desde hace días, las redes sociales también, es el candidato más querido del parlamento, no hay por qué ocultarlo. Ya veo que ustedes aumentaron su seguridad también.

—Los índices de delincuencia aumentarán después de hoy, queremos tenerlo lo mejor protegido— posa su mano en su cinturón de armas de su traje azul en tonos negros.

—No hay de qué preocuparse, nadie podría destruir la campaña del ministro a estas alturas del partido.

—No entiendo mucho del tema, prefiero ver las elecciones en la pantalla cuando sucedan y mantenerme sólo como su seguridad.

Asiente quitando sus manos de su espalda y me lleva por el jardín alejándome de Alexander, el teniente y Richard, la mirada verde nos sigue hasta que nos pierde de su radar.

El que no se aleja es Ida. Viene serio como siempre a una distancia prudente, pero de nuevo siento ser observada.

Nos sentamos en una de las bancas de visitas de la entrada cerca de la fuente con pedrerío que colocó la víbora de su esposa como decoración. Dylan me toma la mano y siento la parte rasposa del arma.

—¿Cómo va la rehabilitación de la rodilla?

—Mejor, aumenté un día a la semana, no quiero terminar en bastón como Tyler. — nos sonreímos —Fui a visitar a Cora, pero como siempre no recuerda el aniversario de mis padres y me gusta que no lo haga— le palmeo el hombro.

—Podríamos llevarles flores a sus placas más tarde si quieres.

—Me encantaría que hagas eso conmigo— me acaricia la barbilla —Te noto diferente desde que llegaste has estado en silencio. ¿Estás nerviosa por estar frente a las cámaras de nuevo?

Niego con la cabeza—No es por eso, no quiero cometer indiscreciones, es muy difícil trabajar para Richard y saber la información que decir y la que no. Me sorprende qué trabajes hoy.

—El trabajo es todo lo que tengo.

Lo abrazo en un gesto memorial por sus padres, aunque poco recuerdo sus caras, él nunca podría olvidarlas, como yo nunca olvidaría la de mi madre por más que pasen los años.

Me aprieta fuerte, reconfortándose sólo por un par de minutos, su cara se queda en mi cuello y yo acaricio su espalda ancha con el chaleco, de arriba hacia abajo. Respira mi perfume haciéndome cosquillas y cuando se separa me besa la mejilla, hasta que las mascara laboral vuelva a su lugar.

Alexander que antes estaba en el otro extremo del jardín, ahora se pasea por la fuente serio con el celular en la oreja, pero mirándonos todo el tiempo. Paseándose de un lado a otro, esa llamada dura casi toda la plática.

—Qué tipo más pesado, todo el tiempo te quiere tener a la vista— Dylan lo ve y me levanta llevándome más lejos del jardín hablando de cualquier cosa que mantenga su cabeza ocupada.

—Detén el juicio contra Maya— le pido inesperadamente cuando nos sentamos de nuevo.

—¿Qué?

—Pensarás que me estoy aprovechando de nuestra amistad— le tomo las manos —Y lo estoy haciendo.

—Emma.

—Escúchame primero antes de darme una respuesta, por favor— lo miro como sólo yo sé hacerlo y termina cediendo con un asentimiento de cabeza —De mi tiempo corto en el MI6 aprendí poco respecto a las cuestiones legales, pero quiero que le den libertad condicional.

—Ni siquiera estuviste en el juicio, Beckham la declaró su cómplice, la libertad condicional no está a discusión de la jueza.

—No voy a interceder por Maya y decirte que es una santa Dylan, pero sé que ella no mató al hermano de Sarah.

—Lo dices tan segura que parece verdad, pero sabes que no podemos interferir en cuestiones legales, el caso está en manos de Sarah, no en las mías.

Suspiró tomándole la mano entre las mías mirando mi blazer, no hago movimientos bruscos porque aún me duelen las muñecas. —Por mucho que no quieras escuchar esto, los Roe, se protegen las espaldas entre ellos, se llaman familia y sé que David era familia para Jack. Maya no lo mató, la conozco, he pasado con esta familia mucho tiempo en especial con ella.

Me mira inseguro de que interfiera por ella, con las cejas castañas tirando a su rubio natural, Dylan es bueno, no toleraría una injustica, no puedo decir que Maya sea una santa, conoce a Beckham, pero la están enjuiciando no por las razones correctas.

—Siempre has seguido la justicia, sabes que no te mentiría por salvar a un criminal.

Pasea su mano por la mía, está fría su piel, el jardín tiene sonidos tranquilizantes. Me acaricia la barbilla con sus dos dedos y con su habitual sagacidad en sus ojos azules busca respuestas en los míos.

—Estoy en un punto en mi vida laboral y personal, en el que comienzo a dudar de mis propios principios— dice mirando a las mesas del otro extremo del jardín —Me pides algo en un día complicado y sabes que no puedo negarte nada a ti.

Caminamos de nuevo entre el jardín, por eso elegí hoy para hacerlo. Miro de reojo los lentes negros de la esquina que me siguen de lejos.

—Tendrás que lidiar con los Roe toda tu vida, desde el momento en el que Cora tenga un bebé con Bennett.

Se pasa la mano por la cabeza y después por el cabello rubio con tonos castaño, visiblemente cansado, no quiero agobiarlo, pero de enfrentar esa realidad. Volvemos al lugar de antes a sentarnos y saca goma de macar para meterse dos pastillas a la boca.

—¿Qué te pasó en las muñecas? — me levanta el blazer mirando las vendas que hay alrededor.

—Me quité las cicatrices.

—¿Cuándo?

—Ayer.

—¿Quién te llevó?

—La señora Madden.

—Respondes muy rápido guapa. ¿Qué tienes? No me gusta verte así, tú no eres así— me examina la cara los brazos y todo, encontrando todo en su lugar a excepción de las vendas.

—Sólo estoy cediendo, no tengo ánimos de llevarle la contraria a nadie, al menos no hoy.

—Eso no suena como tú. ¿Te hicieron algo? ¿Roe te hizo algo? — me mira la cara por todos lados — ¿Ese cabrón te golpeó? Su maldito carácter puede explotar en cualquier momento que te llegaría a faltar al respeto ¿Lo hizo?

—Nunca.

—No suenas muy convencida, voy a mantener los ojos en él, que no trate de sobrepasar el contrato porque una cosa es lo laboral y otra lo físico y hoy mismo te podría sacar de esa casa. — camina de regreso a la mesa del desayuno dónde están.

Va caminando enojado mirando a Alexander, pero lo jalo del brazo deteniéndolo a la fuerza, pero no tanta cuando veo que Rebecca no estaba tan enferma como me dijo Octavian porque ya está sirviendo a Alexander.

Alexander se frota las sienes mientras el ministro habla con el señor Jones, mi antiguo jefe y Erick termina su desayuno, lo oí mencionar su dolor de cabeza en la mañana, pero está siendo muy bien atendido porque ella le sirve un vaso de agua y se lo pasa casi en la boca.

Después como está parado le reacomoda el traje mientras le dice algo demasiado cerca y de la nada terminan abrazados. En ese momento Erick me mira venir con Dylan y deja el tenedor en la mesa rápidamente.

Rebecca gira su cabeza a dónde Erick nos vio y se pega más a Alexander.

—Lo voy a matar— Dylan me hace apartar la vista de ella.

—Ya es suficiente, vas a causar un escándalo y la prensa lleva esperando hace media hora.

—Vienes con las muñecas vendadas, callada desde que llegaste y con una actitud sumisa. Si te hizo algo te juro por Dios que aquí mismo lo mato, sabes que tienes mi respaldo y nadie debe intimidarte.

—Lo sé, pero estás confundido.

—¡Alexander Roe! — le grita desde dónde venimos.

Alexander se voltea de su lugar mirándonos enojado y Rebecca le quita las manos de encima muy tarde para que yo vea que lo estaba tocando.

Dylan se acerca y se comienzan a decir de palabras mientras recalco que la prensa no esté cerca, el ministro Madden manda a los meseros a seguir con su trabajo, la mirada de Alexander se posa en la mano que tengo en el brazo de Dylan y levanta el pecho ante las agresiones.

Erick se levanta en caso de que comiencen una pelea a golpes, trata de calmarlos conmigo, mientras que el ministro mira complacido desde su mesa, el teniente no está aquí o ya habría puesto orden.

—Te juro que si la tocaste imbécil...

—¿Tocarla de qué manera cojo? ¿Crees que soy un puto cobarde como tú para dejar que alguien le ponga una mano encima?

—Más te vale que me lo digas lo que le hiciste, o te lo saco a golpes aquí mismo.

—Adelante — lo provoca Alexander y Dylan se encamina a ir con él jalando su traje de las solapas.

—Agente Gray— dice el ministro deteniéndolo. —Le aseguro que mi contrato se mantiene fiel en llevar la relación de ambos de forma profesional. ¿Por qué no se sienta y discutimos los por menores? No queremos que la prensa se lleve un escándalo amarillista.

Lo dice para alterarlos más porque Alexander replica de inmediato diciendo que los pormenores los pone él y recordándole que dejó que Luke siguiera con Cora después de agredirla.

Eso pone furioso a Dylan y cuando van a violentarse de forma física, me canso de hacerlos razonar.

Rebecca se hace hacía atrás ni siquiera tratando de detener si llegan a los golpes con esa sonrisa que me dio cuando los vi abrazados, —Pensé que estabas en desintoxicación, lleva un par de días recuperarse de eso.

— Soy una mujer fuerte— se sienta en la mesa de Hilton &Roe. —Además Alexander me necesita, no puedo dejar mi trabajo como si nada, además hoy van a ir a visitar a Maya, debo estar ahí para ellos.

—Yo iré con él.

—No tiene nada que hacer ahí señorita Brown, Maya no quiere verla y yo ya estoy en la lista del juzgado como la visita que va con el señor Roe. — nunca pensé desear que Alesha estuviera en su lugar. —En cuestiones familiares yo soy la compañía de Alexander, desde que Alesha se fue ha sido así.

—No creo que necesite que sigas trabajando para nosotros después de ser tan inútil anoche. Desde ayer te queda claro quién es el brazo fuerte aquí.

—¿Y por qué corrió a por mí ayuda y apoyo en cuanto Alesha se fue con Logan? Alexander me necesita señorita Brown, no podría correrme, soy una de sus mejores amigas. La que puede cuidar de él, le suplico que lo entienda.

No despego mi mirada de ella, se hace la tímida mirando a otro lado. Erick de nuevo trata de calmarlos, pero poco hace por Alexander y Dylan.

—Ya es suficiente. — me pongo frente a Dylan apartándolo, sin levantar tanto la voz, pero no se detiene. Me volteo con Alexander y para momentáneamente. —Las cámaras estás preparándose para una entrevista política, soy la publicista del ministro y se hace lo que digo.

—No hasta que este hijo de perra hable— dice Dylan. —¿Qué le hiciste infeliz?

—Dije que te calles— lo miro seria y le doy una mirada matadora a la sonrisa ladeada que saca Alexander.

—La hice mía y de muchas formas por si te interesa saber— dice Alexander al mismo tiempo que yo silencio a Dylan. —Te la quité desde el Caribe cojo y pobre, agente barato.

Dylan alza el pecho y lo tengo que detener de nuevo dándole una mirada de advertencia a Alexander.

—Debes entender que mientras el ministro gana, yo estaré en medio de todo y cualquiera que ataqué al contrincante, me atacará a mí directamente, llevan semanas peleándose entre ustedes y yo soy la que recibe siempre las consecuencias, ahora se van a callar y comportar.

Les cuesta controlar su instinto animal, casi se liaban aquí. —No voy a dejarte aquí con este abusivo. — Dylan es el más sensato de los dos porque se retira a dónde el ministro ardiendo en enojo.

Erick calma a la servidumbre que se arremolinaba aquí y se van dispersando en cuanto Alexander, se acerca como victorioso y a la vez molesto.

—Ese cojo— riñe entre dientes —¿Por qué te fuiste a solas con él tanto tiempo? ¿A dónde te llevó? — pregunta con su critico tono lleno de celos, pero en el segundo que lo hace aspiro profundo cerca de su cuello.

—¿Ese es perfume de mujer? — se detiene antes de tocarme confundido y me inclino a su cuello a olerlo de nuevo. —¿De quién es?

Frunce el ceño parado tenso. —Me estaban arreglando el traje— carraspea. —¿Por qué te fuiste con el cojo?

Me hierbe la sangre que la encubra cuando ya vi que está aquí y se atrevió a decir que él la necesita. — ¿Quién te arregló el traje? — ladeo la cabeza.

—Mi seguridad.

—¿Quién? Porque Ida se fue conmigo al jardín y nadie más vino con nosotros. Los de Hilton &Roe siguen en su mesa y no veo a muchos aquí— me cruzo de brazos.

Mira a la mesa de sus socios dónde ya no está esa mujer. —Fue Rebecca, ella vino aquí.

—Ah, Rebecca, pensé que estaba en desintoxicación, que rápido se le bajo el efecto de la droga, ayer parecía más afectada y de milagro hoy está como nueva— sonrío y veo que no sabe cómo interpretar mi expresión mirando a Erick que vuelve a su lugar. —Los vi de lejos en ese abrazo que no parecía estar arreglando tu traje— asiento mirándola de lejos.

Erick y él se miran con el ceño fruncido. —Le pedí un analgésico, tengo dolor de cabeza desde la mañana y va a acompañarme a la visita con Maya.

Pudo pedírmelo a mí y no a ella. — Yo también estoy disponible para esa visita, pero al parecer en cuestiones familiares, la necesitas— digo entre dientes —¿Vienes a reclamarme por irme con Dylan cuando traes el perfume de Rebecca encima y no me mencionaste que la ibas a llevar con Maya como tu compañía? — lo encaro.

Erick alza las cejas en su mesa cubriéndose la boca con la mano. Alexander lo mira con el ceño fruncido y una advertencia. Alexander abre la boca para responder, Erick lo mira con media sonrisa mientras yo me cruzo de brazos y como no responde sigo. Trata de tomarme del antebrazo, pero no lo dejo.

—No vas a tocarme mientras huelas a otra mujer que no sea tu prometida — lo señalo con mi dedo —Y hasta entonces, te sugiero que busques otro traje antes de la entrevista.

Erick se queda boquiabierto casi como lo hace Alexander a mi tono de voz. Me arden las mejillas del enojo de su pelea y de los celos que tengo.

—Y de seguir con su trabajo dale las malas noticias a tu amiga de la infancia, que yo no la requiero más como mi guarda espaldas. — me giro a Erick. —Por favor ayuda a mi prometido a buscarse un traje que no huela a una de sus ex amiguitas con las que se besuqueaba en la biblioteca.

Me había prometido no reaccionar impulsiva, pero con lo que me dijo Octavian y con lo que vi es inevitable. Erick lo mira nervioso por lo que le dijo y carraspea sin saber que decir porque con el también puedo pelear.

—Con gusto Emma, hay una tienda Versace cerca de aquí y no se pondrá tan exigente— carraspea de nuevo.

Pero si Alexander es posesivo yo lo soy más.

Miro a Dylan observarnos de lejos al lado del ministro tratando de averiguar qué sucede en nuestra mesa, Sigue enojado porque lo corrí de aquí, pero aún sigue preocupado por mí.

—Ese anillo que traes es espectacular— menciona Erick tomándome la mano para ver si mi humor cambia.

—Me lo dio Alexander en la Isla en la que vacacionamos, de rodillas— le cuento admirando la piedra, Alexander nos mira enojado. —Vamos a casarnos dentro de un mes, no se lo habíamos mencionado a nadie porque tenemos planeado hacerlo en una cena elegante para su familia y la mía.

Lo mira sorprendido antes de abrazarme. —¡Felicidades preciosa! — me besa ambas mejillas con Alexander aún serio en su lugar y me lo quita de encima.

Ruedo los ojos a sus celos y Erick vuelve a su lugar nervioso de que los meseros vieran como Alexander lo alejaba de mí.

—Esa va a ser una cena de la discordia y quiero verlo en primer plano, voy a estar esperando mi invitación. — asiento —Ya sabía que este contrato aparentemente falso iba a terminar muy bien, por algo vamos a cancelarlo con Blake, no por nada lo tuve tres meses en Nueva York evitando llamarte cuando estaba ebrio. — me guiña un ojo.

—Me imagino que estuvo perfectamente acompañado durante esos tres meses en Nueva York.

—Así como tú lo estuviste en Brent— replica Alexander ganándose mi mirada retadora.

Erick nos mira a los dos tragando duro. —Guau, la posesividad de aquí es de pareja.

—Deja de decir idioteces Erick y búscame un analgésico— Alexander se pasa de nuevo la mano por las sienes, pero Erick sigue.

—Ni el ministro creería que este contrato es con fines políticos. Eso se sabe a voces hermano y creo que el hermano de Cora ya lo sospecha— lo mira perverso. —Y ahora voy a disfrutar cada día de su vida para recordarle a Alexander que yo se lo dije— me pasa una copa de jugo. —Un anillo digno de la reina— se ríe de nuevo en secreto con algo que sabe de él.

La mano enorme de Alexander se pone en su hombro y con facilidad lo mueve hacia atrás. Como le jala el borde del traje casi lo ahoga. —Déjame a solas con ella.

—Te espero en el auto, Ya oíste señor Roe, vamos a buscar algo a Versace, de la séptima avenida. — se va muy complacido alejándose.

—¿Te volviste loca Emma? — el tono de mi prometido no es de agrado cuando nos quedamos solos en la mesa.

—No— trato de pasar y me retiene con cuidado.

—¿Estás celosa de Rebecca? — baja el tono de voz, pero veo la satisfacción en sus ojos. —Estás malditamente celosa. ¿No?

Le sostengo la mirada con el orgullo que me queda. —No la quiero en nuestra casa, así que comience a buscarse alojamiento con Tyler y antes que me salgas con tu interesante argumento de que es tu amiga de la infancia, ninguna mujer con la que te hayas metido en Nueva York va a quedarse en mi casa.

Camino para la residencia y veo a Rebecca casi escondida en la parte trasera del jardín. No me fío de ella, una mujer bastante entrenada no pudo ser tomada con la guardia baja. La sigo con los ojos hasta que entro.

Tengo una cara que hace que pocos se acerquen a mí. Entro un momento al cuarto de baño del segundo piso con Ida siguiéndome hasta la puerta, no me va a dejar nadie nunca más, pero sigo teniendo la sensación que entre diferentes momentos son dos guardaespaldas los que me siguen.

Me miro al espejo con las amenazas del ministro zumbando en mis oídos. Me toca Ida para entrar porque llevo demasiado tiempo, entra a revisar que todo esté en orden y vuelve a fuera.

Me quito toda la joyería que llevo y sólo me dejo el anillo de los Roe y mi anillo de compromiso.

Me refresco la cara y salgo de nuevo con Ida serio vigilando la puerta.

—¿Es usted Emma Brown la publicista del ministro Madden? — me pregunta uno de los sirvientes de la residencia.

Asiento mirando a más de siete periodistas preparados. Miro hacia arriba al pasillo de la señora Madden recordando las cosas que me dijo Jack. —Por favor acompáñeme a la entrada hay una mujer bastante enojada buscándola.

Lo sigo con Ida y veo el cabello rubio de Cora enojada en la entrada dialogando a todo volumen con el que cuida la puerta.

La dejan pasar por mí y aunque viene con Bennett el termina entrando al salón al lado de los reservados de Hilton &Roe. —No me gustó tu llamada sexy.

—Necesito que estés durante la presentación del ministro Madden— le explico y asiente siempre apoyándome. —La señora Madden hizo algo por mí anoche, pero no te lo diré hasta después de la rueda de prensa, puedes quedarte aquí como apoyo.

—Por supuesto— me toca la cara y veo sonriente el primer indicio de un diminuto abultado vientre apenas visible en su traje azul, el cabello rubio lo trae suelto y lacio. —Me arreglé así de bien sólo para criticar a ese hombre.

—Tengo un lugar reservado en los asientos delanteros. — la guío a la silla mandando meseros a atenderla, cuando Alicia la ve me alivio de que Cora tenga compañía.

Miro a un periodista del Daily Star, el medio más amarillista de Londres del lado opuesto de Cora y por último veo a la empleada que abre la puerta trasera que da al jardín.

—Quiero que iniciemos de inmediato, no voy a perder la atención de nadie— dice Richard a mi espalda empujándome a ir delante de él y bajo la cabeza.

—Sí, señor.

La mirada extrañada de Dylan no me pasa desapercibida por mi comportamiento sumiso y menos la de Alexander que ya trae un traje gris al que mira con desprecio cada que se lo acomoda.

Alicia me mira desde el lugar del señor Jones, cada vez que se trató de acercar a mí no pude mantener una conversación con ella.

Marioneta.

—El asesor de imagen dice que te vas a poner de mi lado derecho, Alexander al izquierdo y no quiero que hables a menos que uno de los dos te lo indiquemos, no es que al público le importe tu opinión— el ministro saluda a los periodistas con la mano, me retiene hasta que Alexander se aleja.

—No tendría mucho que decir señor.

—Si se te ocurre hablar de lo que te hizo mi esposa te aseguro que yo mismo te hago regresar con el médico y vas a conocer de lo que soy capaz yo también, no creas que Alexander es el único que sabe de dolor aquí— amenaza entre dientes y voz baja.

Tyler nos mira desde su asiento malicioso. El teniente Wall espera, Dylan se forma con la seguridad que trae el ministro y cuando Sarah llega se coloca de su lado, todos uniformados de azul, es como cuidar al presidente.

Los de Hilton &Roe están esperanzados viendo a los periodistas. Cora me saluda desde su lugar y Bennett no aparta los ojos de ella.

El mundo está listo para ver a este hombre ganar.

—¿Entendiste lo que dije publicista estúpida?

Asiento, sumisa. —Lo entendí ministro Madden.

Camino a dónde Alexander y entrelazamos nuestras manos saliendo a las cámaras. El ministro sonríe y saluda desde su triple al público de un extremo a otro, los del MI6 se alejan menos de un metro de él.

Alexander también lo hace e incluso yo me obligo a hacerlo hasta que cesan los aplausos y todas esas cámaras en los medios se encienden capturando la esencia de la falsedad que abunda.

—Ministro, Madden— toma la palabra el primer periodista. —Está cerca el periodo de elecciones en el parlamento. ¿Cómo siente la presión hoy en el último día de su campaña política?

Richard acomoda el micrófono con ambas manos al lado del pódium de conferencias.

—Serán las setenta y dos horas más complejas de mi puesto, pero estoy dispuesto a soportar la presión por la ciudadanía inglesa, con gente como el empresario señor Roe y su prometida— nos señala y ambos sonreímos — Grandes inversionistas, como los daneses y muchos nuevos amigos — sonríe mirando entre el público —Si yo gano, todos ganan, yo comparto el bien con los que me rodean y forjaré lo mejor que puedo ofrecerle a este país.

—¿Qué opina de sus contrincantes en este periodo electoral?

Le paso las notas que le preparé. —Han hecho un trabajo honesto y admirable durante estos meses— lee —Es un reconocimiento que hoy hago público, aunque las encuestas muestren la empatía de la gente a mi equipo político.

La gente aplaude y me mira satisfecho de lo que le he preparado. Cora pasa sus ojos por el con desagrado y saluda a Dylan que serio con las manos en su cinturón de armas no le regresa el saludo.

La gente continua y para pregunta hemos trabajado en un discurso razonable, veo lo complacido que está el señor Jones con mi trabajo.

—La ausencia de su esposa es notoria ministro. ¿Cree que deba dejar el evento en un momento crucial de la campaña?

Me mira sonriendo. —Mi esposa fue requerida como patrocinadora de la obra benéfica de la señora Pitt, una mujer de sociedad reconocida entre nosotros, aunque como a cualquier hombre me duela su ausencia, es respetable que cuide de los más necesitados durante un periodo muy complejo.

Se llena la boca de hablar de esa mujer y la gente la acepta como una dama respetada. Miro de nuevo al pasillo que lleva a su habitación dónde me tuvo encerrada.

Hay personas que no me quitan la mirada de encima entre ellas Tyler. Anoche estaba arrodillado ante mí, después estaba festejando una fiesta en su residencia con su esposa encarcelada.

El último periodista alza la mano. —Al inicio de la rueda de prensa mencionó setenta y dos horas para las elecciones, su honorable señoría.

La gente espera que se disculpe por un error, pero Richard les da una cálida sonrisa.

—Lo hice, porque los honorables miembros del parlamento inglés, aprobaron en la corte hace unos días, que el periodo electivo adelante su audiencia, la notica publica saldrá después de está rueda de prensa con sello oficial de la casa real de Windsor.

Jack no mentía y Dylan lo sabía porque cuando lo miro aparta la mirada.

Rebecca está sentada al lado de Tyler y con la cara que pone deduzco que él ya sabía eso y ella también, aunque no pueda probarlo.

Erick se ve consternado siendo abogado del caso de Maya sabe lo que esto implica. Alexander mantiene una cara fría, pero le hace una seña a Ida de lejos.

Bennett se levanta de la mesa de los de Hilton &Roe mirando a Ida y hablando en el oído de Erick. Tyler se acerca por detrás a hablar con las asientes. —Alexander tenemos que hablar— le hace mención que se reunirán con Bennett y Erick.

Alexander piensa irse de la plataforma, pero retengo su mano. Nos miramos mientras los periodistas arrebatan con sus preguntas. Sé que esto se está transmitiendo en vivo a los noticieros locales e internacionales.

—¿Qué estás haciendo publicista? — Tyler amenaza con subir aún con el bastón en mano. —Alexander tenemos que hacer algo al respecto de esto.

Ignoro su tono de voz y retengo a mi prometido—Cariño, ¿Me ayudas a quitarme el blazer? — le digo a Alexander.

Los ojos verdes se confunden, pero pone sus manos en mi hombro y saca el saco lentamente, siento la mirada de Dylan de lejos.

Miro al periodista del Daily Star y asiente levantándose desde su lugar y pasando hasta el frente de los demás medios con la tarjeta de acceso que le di haciendo pasar a la señora Pitt que se mostró amable al asistir al evento a última hora.

Desde que la conocí en Birmingham, supe que es una mujer respetable y como me sugirió Jack la llamé.

La lleva directo a la mesa de Hilton &Roe y ella se quita su abrigo despreocupada mientras el periodista alza la mano.

—Ministro, Madden— lo selecciono para que hable entre todos, no hay notas para esta pregunta.

—Adelante.

—Si su esposa está en la beneficencia de la señora Pitt, como mencionó, ¿Cómo explica la asistencia de dicha dama aquí con los miembros de la cadena hotelera Hilton &Roe?

La mirada de Richard se dirige a la mesa atinando en la mujer que le dirige un saludo y busca en sus notas. Apuntando lo interesante de la pregunta, me coloco a su lado con nuevas notas como suelen hacer los publicistas.

—¿Qué demonios está haciendo? — escucho a Tyler murmurar.

Alexander me sigue con la mirada mientras el ministro Madden aparta su micrófono y baja la voz.

—¿Qué haces publicista?

—Esto es lo que va a suceder honorable Ministro Madden— le cambio las antiguas notas con la sonrisa más falsa que tengo. —Como mayor autoridad del MI6, va a obligar a Sarah a que le den la libertad condicional a Maya en este momento, de lo contrario... — lo miro fijamente —En este momento arruino su campaña política.

Su mandíbula se aprieta y antes que haga cualquier movimiento le ofrezco una botella de agua, nota que ya me quité el blazer y se ven las vendas en mis muñecas a la altura de Cora.

En ese momento Cora se levanta mirándome las manos y le asiento. Le cambia la cara en un momento y de la forma atractiva que lucía pone la misma cara que Dylan cuando está enojado.

—¿Dónde está esa mujer Richard Madden? — grita por encima de la voz del periodista.

El teniente Wall le hace señas a Dylan para controlar a su hermana y cuando él y James se acercan es James el que recibe la bofetada de Cora. Para ser el más estúpido de todos se enoja y le levanta la mano a Cora.

—No te atrevas a tocarla, a menos que quieras perder las manos— le gruñe Bennett interponiéndose sacándole una cabeza de altura.

Cora se mueve a su lado levantando la barbilla. —Ya oíste James— le revienta otra bofetada y la mirada de Bennett se ilumina pasando sus manos por los hombros de Cora.

—Bien hecho Cora.

Dylan pone el orden entre ellos, pero Bennett no suelta.

Lo que parecía ser la entrevista mejor preparada del ministro, se convierte en un tablero con mis propias piezas.

—Voy a decir lo que sucedió anoche y cómo su esposa me encerró en un consultorio— le digo al ministro —Será un escándalo en grande, el Daily Star está aquí, el New Times está aquí. — señaló —Comenzaré mi discurso, con un breve ¿Acaso el ministro Madden tortura a sus empleados? Y en menos de veinticuatro horas ya no será figura pública del parlamento.

—Maldita perra— reacomoda su botella de agua — En el momento en el que salgas de aquí, te voy a entregar a la organización de los treinta y siete con Katherine y todo esos que estaban aliados con Beckham.

Me río. — Parece que no sabe quién es mi prometido. tóqueme un sólo cabello y el mismo lobo lo mata, le voy a decir que robó las muestras de anfetamina del Caribe, que con Tyler planeó el encierro de Maya y que informó al MI6 del cambió del día de las elecciones para mantenerla encerrada.

—¿De dónde sacaste todo eso estúpida publicista? ¿De dónde te creas tantas historias?

—Tengo pruebas de todo, fue un regalo de despedida que quiso dejarle Jack Roe. Ya que lamentablemente no pudo matarlo al atropellarlo y hacernos un gran favor a la humanidad.

Mira al periodista al que no le ha respondido y a las cámaras que apuntan ante nosotros.

—¿Sabes lo que estás haciendo Emma Brown?

—Sí, señor— parpadeo —Esto es por mis cicatrices. — miro a la gente — Esto ya es un gran escándalo, ni siquiera ha respondido durante casi cinco minutos y nadie puede parar el desastre— me alejo regresando con Alexander junto a Tyler, pero me giro sobre mi hombro —Excepto yo.

Le hago señas al periodista del Daily Star y levanta la mano de nuevo.

—¿Oculta algo ministro Madden con la ausencia de su esposa? — la pregunta intriga a los del New Times y la mujer que dirige la entrevista se une.

—¿Cuál es la ubicación de la señora Madden y por qué no la oculta honorable político?

Cora asiente con la parte que le tocaba y dialoga con Dylan lejos, Bennett sigue sin soltarla. —¿Qué carajo hiciste? Los miembros del parlamento están viendo el desastre completo, acaba de arruinarnos Alexander— Tyler mantiene la postura obligado a lo que pasa. —Todos nuestros negocios se van a ir abajo.

Los de Hilton &Roe muestran su enojo, se nota que yo he parado el discurso del ministro a propósito al darle nuevas notas. Hay varias miradas enojadas en la mayoría de los asientos de los miembros del parlamento.

La de Tyler casi me taladra la nuca mientras Richard toma su decisión y cuando alzo los ojos para ver a Alexander ya me está mirando fijamente. Busco su mano nerviosa sintiendo un hormigueo por todo mi cuerpo con la adrenalina descargada.

Su ceño está fruncido a más no poder.

—¿Podrías repetir tu pregunta? — le dice Richard al de Daily Star y aprieto la mano de Alexander conteniendo la respiración dudando que vaya a ceder.

—Es sobre su esposa ministro — dice el periodista.

El ministro mira sus notas y de nuevo a la señora Pitt, aunque quisiera utilizarla no sabe lo que le dije o si ella actuaría a mi favor.

—Emma— me llama a su lado.

—Jack supervisará que su madre salga por lineamientos correctos, no trate de hacer movimientos a su conveniencia y menos con Sarah— deja el pódium y yo tomo su lugar.

Veo que llama a Sarah y ella deja la seguridad para seguirlo. En el pódium saco mis notas y hago saberle al público que la beneficencia de la señora Pitt tiene a otra benefactora danesa que ha estado trabajando con ella.

—La usencia de la señora Madden podrá desconcertar a muchos y ciertamente el ministro Madden se ha visto afectado por la mención de su esposa, pero no por las razones equivocadas— me giro a Alexander — Cariño, ¿Me acompañas? — pasa conmigo poniendo su mano en mi espalda en apoyo, le señalo las notas en el IPad.

—Este año es el más importante de los señores Madden— habla en el micrófono. —Hemos estado junto a ellos patrocinando su campaña política, los eventos de inversionistas por muchas razones, pero la principal es porque las circunstancias lo ameritan— hace un breve silencio —El señor y la señora Madden finalmente se convertirán en padres— anuncia.

Controlo las ganas de reírme con la expresión que coloca el ministro al volver, hago que lo deje tras cortinas para que encuentre una cara razonable para poner ante las cámaras.

—Habrían querido dar la noticia juntos, pero los periodistas amarillistas no entienden de razones— miro a los del Daily Star

—Han hecho una campaña impecable estos meses, respetemos su privacidad— dice Alexander.

—Como patrocinadores de este evento, mi prometido, el señor Roe y yo, les pedimos una breve ovación para celebrar la felicidad del honorable ministro Richard Jhosep Madden y su esposa, Susan Madden.

Mientras los aplausos comienzan el señor Jones, mi antiguo jefe me mira desde el asiento de Hilton &Roe, alzándome su pulgar satisfecho.

El ministro sale a las cámaras colocándose a nuestro lado. Alexander le da un breve abrazo al igual que Tyler palmeando su espalda. Me giro al periodista del Daily Star y mientras la formula apagó el IPad con las notas.

—¿Por qué dijiste esa mentira Emma? — me pregunta Dylan mientras bajamos del pódium.

—Mi trabajo consiste en que nada arruine la imagen del ministro.

—Tu misma trajiste a la señora Pitt. — me dice en voz baja. —Y a Coraline ¿Por qué?

—Porque me cansé de las injusticias y si quieres un consejo, sigue a la parte de tu cabeza que dices te hace dudar de tus principios. Creo que sabes que la persona más honorable aquí, no es el ministro Madden.

—¿Eso te lo dijo Jack Roe? Porque suena parecido a lo que le dijo a Sarah anoche

—Lo hiciste ir a Brent a noche, lo utilizaron para sacarle información.

—Sabes perfectamente quién es él. — me ofrece la mano en los escalones y Alexander se apresura a ofrecerme la mano también.

Tomo la de Alexander.

—No hay cámaras aquí Emma, no tienes que estar pegada a este hombre todo el tiempo.

—Dylan, si quiero estar con mi prometido puedo hacerlo fuera o dentro de las cámaras— digo antes que Alexander responda y los rostros conocidos se acerquen más de parte del MI6.

Las mejillas de James siguen rojas por los golpes de Cora. El teniente es el que más me preocupa que escuche esto, le tome lealtad en mi tiempo en Brent.

—¿A qué te refieres con eso guapa? — pone sus manos al lado de su chaleco.

Miro a Alexander a mi lado, mi nerviosismo no ha bajado desde que inicio la rueda de prensa, es como si fuera a decirle a mi madre de adolescente que me metí en problemas, pero sé que hoy es el día.

—Que, aunque no estaba previsto, soy la prometida del señor Roe, dentro y fuera de las cámaras. — la expresión de Dylan cambia y el teniente que fingía estar hablando con los miembros del parlamento se gira a lo que escuchó con chismorreo —Y vamos a casarnos con o sin contrato.

—¡Hermano, felicidades! — Erick interrumpe entre los tres abrazando a Alexander. —¡Lo sabía! Sabía que algo hicieron en sus vacaciones en la Isla estos días— le palmea la espalda, aunque él ya lo sabía, pero hace eso frente a Dylan.

—¿No estuviste enferma? — me cuestiona Dylan.

—Gracias Erick— le dice Alexander en un discurso ensayado.

De la nada también sale Bennett diciendo un discurso similar al de Erick que me hace querer abofetear a Alexander en este mismo instante. —Linda, felicidades— se me acerca con el perfume de Cora en su ropa y me besa ambas mejillas.

—¿Por qué no traemos champagne para celebrar este suceso intimo entre nuestros amigos? — dice Erick llamando a uno de los meseros.

Alexander controló que sus amigos hicieran esto. Veo la decepción en los ojos de Dylan con el teniente a un lado que aun así toma una copa de champagne. —La boda con mi mujer es un mes como ya lo teníamos planeado desde la Isla. Vamos a dar una cena en celebración con nuestras familias, pero ya no hay razón para seguirlo ocultando en nuestro circulo social.

Dylan se aleja mirando a su alrededor y lo sigo entre la gente. —Dylan, no te vayas.

Se gira con los ojos azules brillantes de lo que contiene. —No te puedo ver en este momento. — gira la cabeza a otro lado —¿Justo hoy lo haces, Emma? Tenías que hacerlo hoy como premio final.

—No es mi intención herirte.

—Es muy tarde para pensar eso, te abrí todo lo que soy en Brent— dice con amargura —Él te destrozó Emma ¿Ya lo olvidaste? — niega con la cabeza y veo las primeras gotas de lágrimas contenidas. —Todas las lágrimas en tu habitación que te hacían no comer días enteros. Le disparaste.

—Porque prefería dispararle a que lo mataran. Preferí ser una fugitiva y perder mi trabajo a que Katherine lo emboscara.

—Y eso casi te mató a ti ¿Y dónde estaba él? — me recrimina. —Las bestias no cambian, los lobos menos y la gente buena como tú siempre va a salir lastimada porque comparado con él, eres un corderito. Acabas de unirte a todo lo que representa la amargura en mi vida y acabas de destrozar el amor que te he tenido durante años en Trafford, así que no me digas que no querías lastimarme.

—Siempre te hable del amor que te tengo, eres mi familia, no quiero que termine así entre nosotros, siempre fue honesta contigo.

—Eso es lo que más me duele y saber que cuando vuelvas a estar destrozada voy a estar ahí, porque te amo más de lo que me amo a mi mismo para verte sufrir y dejarte sola— se limpia la cara bruscamente.

—Dylan.

—Las bestias no cambian Emma.

—No quiero ponerte recuerdos amargos hoy ¿Podemos hablar en privado? — le pregunto preocupada por su reacción, pero niega en la cabeza y regresa a dónde estábamos. Rechaza la copa que le ofrece el mesero. —Solicito permiso para retirarme de mi guardia, teniente Wall— hace un saludo militar.

El teniente nos mira y asiente. — Puedes irte agente Gray.

Me da una última mirada que me duele hasta el alma. No pierde su postura hasta que se va quitándose el chaleco. La mirada de Cora se debate entre acercarse a mí o seguir a su hermano, pero no tiene que elegir porque Bennett la hace sentarse en una mesa con él.

Camino a dónde está la salida viendo si se fue. —¿Vas a ir detrás de él? — escucho la voz de Alexander en mi espalda.

—Debería hacerlo por tu número con Erick y Bennett.

—¿Mi número? El de él fue excelente. "Las bestias nunca cambian Emma" — imita la voz de Dyan y me gira a él limpiándome las mejillas húmedas — Sí, soy una maldita bestia, que mata, tortura, miente y se goza de la lascivia propia.

—Eres un maldito lobo en todos los sentidos. No tenías que lastimarlo así.

Me levanta la barbilla obligándome a mirarlo. — Si me gano todos esos insultos por tener lo que es mío entonces agrega más a la lista. Agrega más a mis mentiras, a mis torturas y a todo lo que me hace un maldito.

Me pega a él, atrapándome por la cintura. — No tienes compasión de nadie.

—No, y menos de un pobre cojo, así que aprende a amar la forma en la que miento Emma.

—No me beses.

Me agarra de la nuca y me tengo que poner de puntas sobre mis tacones para cuando baja la boca a la mía apretando más mi cuerpo contra el suyo. Siento la punta de su lengua que acaricia mi labio para profundizar el beso.

—Eres la mujer del lobo, mi mujer, ya no hay vuelta atrás ni, aunque quisieras— jadea en mi boca y me retiene de la nuca. —Estás atada a mí de muchas maneras.

—Tú lo has dicho, de muchas, pero no de todas.

Sonríe engreído y pone su mano en la pared justo a tiempo a retener mi cabeza cuando dejo caerla hacia atrás al impacto de que mete su lengua sin permiso, posesivo, dominante, enojado.

Jadeo y por lo invites agresivos de su lengua, lo jalo de las solapas también enojada—Quita tus muñecas, no te las quiero lastimar— dice y las bajo en el segundo en el que me empotra en la pared azotando mi espalda en la pared.

Estamos en la parte de la salida trasera del jardín, pero a plena luz del día cualquiera nos va a ver y más si están a punto de servir el almuerzo.

Quita la boca de la mía todavía enojado y me gira, quedo con la mirada en el jardín y Alexander pegado a mi espalda.

—Te vuelvo a ver con el cojo y lo vuelvo a envenenar— amenaza en mi oído con voz grave. —¿Entendiste?

Jadeo mirando las mesas del jardín en las que se va sentando la gente su mano me retiene por el abdomen. Somos unos perversos y yo... estoy ovulando. Me giro cuando veo a un periodista venir.

Le paso las manos por el traje nuevo, se muerde los labios al mirarme jadeante. —Ya te dije que no soy uno de tus trabajadores, a mí no me das órdenes.

Su mirada se oscurece viendo que deje mi fingida actitud sumisa con la que engañe a Richard. —Ya no estás tan callada cómo en la mañana.

—Soy muy obstinada para quedarme callada por mucho tiempo, señor Roe— lo miro de arriba hacia abajo apreciativamente —Acabo de someter al ministro Madden con astucia y estoy lejos de haber conseguido lo que quiero.

Aprieta su agarre en mi cintura, su pecho se expande alzando mis manos.

En cada cámara que pasa, cada persona que nos saluda y cada sonrisa fingida que damos, aumenta su posesividad. Me hago cargo de manejar la situación del ministro y su hijo ficticio.

Paro unas horas después para tomar el analgésico y la loción desinflamatoria. Me froto con delicadeza y paso de nuevo a otra mesa para alentar a los invitados, con Richard. Ida me sigue hasta cuando estoy con el ministro.

Alexander me mira desde lo miembros del parlamento dónde está y me hace comer mientras estamos con ellos. Una advertencia en su mirada me dice que debo comerme al menos la mitad del plato o atento a que me alimente el mismo frente a todos.

—Estoy satisfecha— le murmuro apenas tocando el filete.

Deja sus cubiertos en la mesa y cuando hace su silla hacia atrás como mi ensalada antes que me siente en su regazo.

Cuento los minutos en que Jack se comunique conmigo, cada segundo se me hace eterno, Sarah no ha regresado desde que el ministro se la llevo durante el discurso. Tyler no tiene idea de nada, se la pasa festejando entre copas de alcohol y la sobrina le hace compañía todo el tiempo.

A media tarde, cuando me duelen los pies en los tacones, Cora ya se ha ido a su apartamento con Bennett haciendo de su chofer y los invitados estás más alegres que de costumbre por el alcohol, es cuando recibo el mensaje de Jack.

. . .

El Aston Martin de Alexander se queda aparcado en el estacionamiento, nos hacen la revisión de metales en la entrada de la comisaría. Beckham y Erick están aquí desde hace una hora cuando fueron informados.

—El MI6 quitó los cargos contra Maya hace unas horas— dice Erick con la corbata desajustada cuando Alexander y yo aparecemos. —Aún queda la confesión de Beckham, pero hasta que la jueza escocesa abra una carpeta de investigación hemos conseguido la libertad condicional de tu tía.

Los tres hombres me miran, pero me mantengo seria escuchando a Erick sin entender lo suficiente. Firman el papeleo correspondiente que dura más de una hora.

Una oficial, saca una caja con las pertenencias de Maya, dónde hay un abrigo blanco de Marca, unas botas de tacón y un Rolex. Pasan a otra oficina y después a otra. Comienzo a agobiarme.

Tardan lo suficiente para que del pasillo muy enojada salga la mayor de los Roe con la cabeza en alto mirando a Sarah despreciativamente. Toma su bolso Chanel de la caja de plástico de la oficial.

Dos de las oficiales le traen sanitizante, loción de marca y un policía le limpia las botas. Todo lo hace con la peor de las arrogancias que puede tener un ser humano.

Termina poniéndose un par de guantes blancos que hacen juego con su gabán y mira de nuevo a Sarah.

—Te lo dije querida, sólo veinticuatro horas iba a estar en ese agujero— se coloca los lentes negros y la recibimos en la salida haciéndola firmar de nuevo el papeleo local.

Sarah opta por quedarse con las oficiales, la mirada de amargura con la que sigue a Maya termina en mí. Maya termina de firmar y pasa de largo dejando a Erick con la mano estirada.

Alexander se pone para recibirla, pero ella lo detiene. —Muévete Alexander, déjame ver primero a mi sobrina. — dice mirándome con una media sonrisa cálida. —Trabajas bien Emma— dice poniéndose frente a mí. —Mi hijo me dijo lo que hiciste, eres una mujer peligrosa.

—Pensé que una mujer tan elegante como tú, no podía estar encerrada por una injusticia.

No sé cómo tratarla, ha tenido riñas conmigo desde que Rebecca la provocó. Pero cuando me abraza se siente tan cálido que me debato en si soy de nuevo de su agrado o no.

—Sin duda eres mi favorita de los Roe— me toma las manos y eso termina de aclarar mi mente, vuelve a ser la Maya de antes.

El olor dulzón de su perfume me llena la nariz y de nuevo noto el desagrado que le tuve hoy a los perfumes, al de Rebecca, al de Cora y ahora al de Maya.

El único que no me desagrado fue el de Alexander.

Maya mira las vendas de mis manos, es médico, sabe cosas relacionadas al cuidado de la piel. Mira a Sarah todavía con las oficiales. Pasa sus dedos por encima de las vendas, pero después su mirada se centra en mis dos anillos.

Al igual que Erick lo sabe porque toca la piedra con una sonrisa que oculta cosas.

—Bienvenida a mi familia, Emma Roe.  



¡Hola sexys!

Doy spoilers en mi instagram a la media noche, *se va corriendo*

Con este capítulo despedimos el año. Deseándoles felicidad y agradecida por todo lo que logramos en este año. ¡Miles y miles de lectoras alrededor del mundo!

Ustedes son mi paraíso. 

Gracias por un año hermoso. 

¡Los amo tres millones!

-Karla

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