CAPÍTULO 31
Emma.
—Mierda.
Trae el cabello más largo de lo que recuerdo y de lo que se ve en las entrevistas, realmente es él.
No trae un traje igual que siempre porque el clima del Caribe no se lo permitiría, pero incluso con la camisa semiabierta impone como lo ha hecho desde el primer día en el que lo vi en persona, aunque no estoy segura que sea el mismo, como yo tampoco soy la misma del todo.
Abro la boca y detengo de decir la palabra cariño porque ya no existe para nosotros.
—Alexander.
—Carajo— la maldición de Ethan detrás de Alexander no deja a dudas que es más real todo cuando me ve. —Señorita Brown. ¿Qué hace aquí?
Todos los momentos que traté de olvidar en Brent por fuerza de voluntad y por consejo de Sarah vuelven a mí de una sola oleada y así como aparecen se apagan cuando Alexander se aclara los ojos con la luz y su mirada pasa de asombro a enojo en un sólo instante.
Debe haber tensión a nuestro alrededor porque los clientes se detienen a la salida y a la entrada.
Veo como su mano se mueve por la cinturilla de los pantalones haciéndome reaccionar de inmediato pensando que es un arma, le doy un golpe rápido en la mano mandando al suelo su celular al piso y estrellándolo.
Los dos nos miramos.
—Así que aquí estabas escondida traidora.
Esas palabras casi me rasgan el pecho.
No sé qué me hace moverme de mi lugar, si es miedo, adrenalina o algo más, pero salgo de mi asombro. Él quiere matarme, yo soy la presa.
Dejo mi abrigo en el suelo y regreso a salida corriendo tanto como me permiten los malditos tacones.
—No la dejen irse— escucho la orden que da a sus hombres de seguridad.
Veo al ministro Madden en la entrada con la mirada seria al principio no me reconoce, pero con la segunda mirada lo hace y al descargable de Tyler a su lado.
—¿Qué hace esta estúpida aquí? Debería estar en Brent, ese fue el acuerdo — ya lo tengo en mi cacería también.
—Ministro, su mesa está lista — uno de los meseros incita a Richard a entrar.
—¡Disculpen! — paso golpeando a la gente de la entrada para pasar más rápido —¡Quítense!
—¿A dónde vas Alexander? — escucho la voz del ministro
Las piernas me tiemblan por la adrenalina bajando las escaleras, la mirada de Cora cambia viendo a Alexander y la mirada de Dylan también.
—¡Tenemos que largarnos de aquí de inmediato Alexander me encontró! ¡Alexander está aquí! — les grito a los dos.
—¡Hey tranquila! — Dylan me ve preocupado.
—¡No Alexander y Tyler vienen por mí, tenemos que irnos!
—El ministro está aquí Emma, tranquilízate — dice como si eso arreglara todo.
—¡Eso no importa viene con Alexander, es su amigo íntimo, al ministro no le importo!¡Tyler también está aquí y quiere matarme como en Brent, tengo que irme de aquí! — le grito bajando los últimos escalones mientras Ida baja con Ethan apresuradamente y mi verdugo viene lentamente a seguirme con el arma en la mano.
—¡Maldición! El esposo de Maya otra vez, cómo jode la existencia ese anciano ¡Suban al auto! — Cora se mete corriendo en el asiento del copiloto. —¡Llévenos de regreso al hotel! — le dice al taxista, pero no avanza. —¡¿Qué esperas?!
El taxi de Sarah y los otros tampoco se ha ido y apuesto a que les estoy dando el espectáculo de la noche.
—Ya te dije que el ministro está aquí, el MI6 también está aquí Emma, no daría la orden para algo como esto, el ministro es honorable— Dylan trata de tranquilizarme.
Comienzo a desesperarme. — No viene por el MI6, está aquí por negocios estoy segura, el ministro está del lado de Alexander pase lo que pase— volteo a verlo cuando Ethan le dice algo a Ida que no se escucha.
—Hey guapa, mírame— se me pone de frente sujetando mi cara —Ya sabíamos que el ministro venía a la ciudad y probablemente también Alexander Roe.
—¿Lo sabías y no me lo dijiste? — le recrimino.
—Emma son cuestiones de trabajo estamos aquí en una misión importante y no vamos contándoselo a todo el mundo— baja voz. —El ministro viene para guiar nuestra misión contra una de las organizaciones que hemos seguido desde Londres.
La mirada de Alexander sigue seria y se pone peor cuando Dylan me recibe abajo abrazándome por la cintura y se pone al frente para cubrirme.
—¿Y qué demonios hago ahora?
—Déjame dialogar con él guapa, confía en mí ¿De acuerdo?
—Las palabras no van a servir.
—Confía en mí— me repite y no me queda más que asentir sintiendo la mirada de Sarah en el otro taxi.
—A veces eres tan estúpido como yo hermanito, como si no supieras como tratar con ellos— Cora permanece dentro del taxi.
—¡Muchachos bajen del vehículo, tenemos un asunto aquí! — Dylan cambia su tono de voz cuando les ordena a los otros agentes del MI6 que no tardan en hacerlo.
—¡Muévanse del lugar! — Ida nos bloquea el paso a la derecha.
—Emma súbete al taxi y vete con Cora al hotel, resguárdate con Luke y con ella si es necesario— Dylan cambia la táctica mientras los demás agentes bajan del vehículo atrás.
Como si Luke fuera a mover un solo dedo por mí. — Vámonos todos o vas a causar un alboroto innecesario en el lugar, hay demasiada gente inocente aquí— trato de convencerlo, pero no me hace caso.
—No, nosotros dialogaremos con el señor Roe, tú no puedes protegerte sola vete de una vez y déjanos hacer nuestro trabajo— saca un arma de la cinturilla de sus pantalones sin mostrarla, la mantiene abajo dónde su muslo.
La gente no que no habla inglés sigue entrando al restaurante como si nada, pero hay unos que miran de lejos.
Ethan es el primero en acercarse, Ida no quita la mano de su espalda viendo que Dylan es los otros agentes del MI6 están esperando por el primero que ataque.
—Será mejor que nos den a la señorita Brown y evitaremos un problema mayor— Ida sigue manteniéndose de pie.
—Ella no se va con nadie.
Ethan pasa a mi lado poniéndome algo en la mano sin que nadie lo vea y se pone como Ida cubriendo a los agentes que están frente a mí.
—Que nadie le diga que usted no puede defenderse sola— susurra pasando de largo y siento el frio del metal de un arma en mi mano.
—Mi hija está enferma camaleón, la niñera llamó del hotel, tengo que regresar de emergencia, no puedo quedarme a la misión de hoy o lo que sea esta mierda en la que Emma está involucrada— Sarah es la última en bajar del segundo taxi, ya no se ve malhumorada, se ve afligida.
La sorpresa inicial de su hija no es bien recibida en mi memoria.
—Vete entonces Sarah, nosotros tenemos la situación bajo control.
Ella trata de irse, pero Ida se lo impide bloqueándole el paso.
—Mi hija está enferma Ida, déjame pasar, este pleito no es conmigo es con esa mujer que ya suficientes problemas me ha causado desde que la conozco— me señala y le habla al hombre con demasiada confianza.
—Eso no me importa, tengo órdenes de mi señor y de aquí nadie se va hasta que ella se vaya con nosotros— Ida no muestra ninguna emoción.
—Soy una agente del MI6 y soy su jefa, si quieres llevártela hazlo, no me importa un carajo.
—Sarah— Dylan la corta enojado.
—Es la verdad, no tengo por qué quedarme aquí esperando a que venga a arruinarnos la misión como siempre.
Ethan la mira como yo.
—Cierra la maldita boca Sarah— ya me cansé de soportarla. —Si me tienen que llevar para dejar de escuchar tus quejas y tus berrinches, que lo hagan.
—¿Cómo te atreves a hablarme así? — viene con el pecho alzado.
Le quito el seguro al arma que me dio Ethan y se detiene con media sonrisa.
—No vas a disparar.
—Haz la prueba— alzo una ceja —Ya me tienes harta, me jodes todos los días desde que llegamos y ni siquiera sé por qué, pero da un paso más y te reviento una bala en el pecho para que te calles de una puta vez.
—Idiota.
—No, idiota tú, que ni con una hija dejas de perseguirme y maltratarme por un hombre que claramente no te quiere— no me dejo.
—Emma, esa no es la forma y Sarah contrólate también, eres una agente del MI& no una civil común— Dylan trata de hacer de mediador entre las dos.
La sonrisa de Ethan me alienta a seguir. —Lárgate de mí vista.
—Mejor hazte a un lado Sarah que este problema no es tuyo— Cora la hace quitarse.
Veo al ministro mirar todo desde arriba sin mover un solo dedo, sin detener a Alexander o al MI6. Cuando Alexander se acerca y somos rodeados por Ida y Ethan de cada lado Dylan se pone de vocero.
—Aquí no pasó nada señor Roe, es una ciudad turística con civiles comunes, no nos haga abrir fuego porque eso es lo que vamos a hacer si se acerca un paso más.
Alexander apenas lo mira porque trata de verme a su espalda mientras Sarah sigue peleando con Ida hasta que se le quiebra la voz y su celular no deja de sonar.
—De aquí nadie se va hasta que nos den a esa traidora— repite la voz de Tyler bajando de la entrada.
—¡Mi hija está enferma! ¡¿Qué no entiendes?! ¡Quiero irme de aquí y si después de eso quieren matar a todos háganlo!
—¡Sarah contrólate! — Dylan le ordena.
—Le sugiero que se dé la media vuelta y vuelva con el ministro señor Roe— dice otro agente mirando por alguna orden de Richard, pero no la recibe.
—El ministro no nos permite atacar sin su autorización a menos que dañen a uno de nuestros miembros y Emma ya trabaja para el MI6— responde Dylan.
Cora se mantiene en el taxi tocándose protectoramente el abdomen jadeando de preocupación o de miedo, el color de sus mejillas ya se fue, la visión me quiebra, no quiero que vuelva a estar metida en esto como lo estuvimos en la casa de los treinta y siete.
Miro a Ethan, le hago una señal si debo mostrarle el arma a Alexander y me dice que no, confío en él.
Tyler baja como si el fuera el dueño del restaurante y comienza a ordenarle a Ida que no deje ir a Sarah ni siquiera a Cora mientras el lobo esté aquí, la forma en la que ella lo mira es peor.
—¡Es mi hija Tyler!
—Su abuela la está cuidando y ya la subió a un avión de regreso a Londres, tú apenas tenías tiempo para ella aquí— le dice y eso pone peor a Sarah
—¡¿Quién demonios les dio el derecho de llevársela?! — saca su arma apenas en un parpadeo—¡Mi hija está enferma, soy yo la que la debe cuidar, no tu mujer ni ninguno de ustedes! — rompe histérica a llorar porque Ida la deje pasar por un momento Alexander la mira irritado.
Miro entre todos con los ojos bien abiertos. Hay una niña Roe. La abuela es Maya, el único hijo posible es Jack. Mierda. Los ojos de Ethan se mueven a una parte del estacionamiento libre aprovechando la distracción de todos con Tyler.
—Llévate a la presa Alexander yo cubro a los agentes del MI6 y a la loca esta— Tyler me mira satisfecho y el miedo casi no me deja moverme.
—¿Qué no te dije que te largues Tyler? — Alexander le hace una seña a Ida.
Los ojos de Ethan se mueven de nuevo, la señal es clara y rápida. Corre al estacionamiento.
—Protege a Cora Dylan— con un movimiento entrenado en el grupo de defensa de Sarah tumbo a Ida en el suelo y salgo corriendo a dónde me señala Ethan tomando a todos con la guardia baja.
El disparo en el cielo que da Alexander de inmediato para apartar a la gente de su camino mientras me persigue, me hace correr más de prisa oyendo a lo lejos los gritos de los asustados a un solo disparo que no dañó a nadie.
No se ve mucho por el lugar del estacionamiento, pero sigo hasta que veo una de las camionetas negras de Alexander. Confío en Ethan. Sé que las camionetas están blindadas y los seguros botados.
Corro para abrir la puerta y escabullirme dentro a salvo, pero en automático los seguros bajan de un mando al lado.
Me giro porque sé quién lo hizo lo veo en el cristal de la camioneta. —¡Yo la cubro por este lado para que no pueda correr de una vez mátala! — la asquerosa voz de Tyler habla al lado de Alexander.
El silbido de Dylan a lo lejos me pone alerta cuando los tres agentes pasan escabulléndose con el arma en mano rodeando la camioneta sin ser vistos.
Voy a dónde ellos mientras uno de los agentes se va sobre Tyler desarmándolo. Dylan me cubre.
—Corre dentro del restaurante por la parte trasera— dice apresurado —Sube por las escaleras del almacén y yo te encuentro del otro lado— innecesariamente alza mi barbilla y me planta la boca sobre la mía con fuerza.
Me quedo jadeando confundida y voy por la calle, no conozco el camino, no sé dónde demonios estoy. Voy por la entrada trasera del restaurante manteniendo el arma abajo como me dijo,
Los meseros por esta parte sacan la basura o las vajillas del almacén. Camino en silencio a la puerta que lleva escaleras arriba cuando un brazo me avienta el arma de la mano.
El roce de su piel es inconfundible. Yo también hago lo propio quitándole el arma a Alexander y pateándola lejos con uno de mis tacones mientras me tumba en el suelo tratando de someterme.
—¡Suéltame!
Me tumba en el suelo con la mirada airada y cuando estoy inmovilizada me pasa la mano por los labios ásperamente, hasta que mi labial se le impregna en los dedos.
—¿Creíste que podías dispararme y salir ilesa? La organización busca matarte desde hace tres meses traidora.
—Pues son unos imbéciles como tú, empezando por Katherine porque siempre estuve en Brent incluso cuando trató de llevarse a Cora— jadeo quitando su mano de mi boca.
—Primero me medio matas y luego te escondes como una cobarde.
—¡El cobarde eres tú que mandaste a Tyler a matarme en lugar de hacerlo tú mismo, pero no te lo voy a poner fácil! — subo la rodilla a sus costillas pegándole un golpe y hago presión en sus mulos para someterlo sorprendiéndolo.
Aprieto mi mano en su cuello, pero poco dura mi victoria porque me somete en dos movimientos de piernas.
—¡Déjate de juegos que aquí hay gente de Logan en este momento en el restaurante, el MI6 vino por ellos, está es su misión aquí!
—Eso no es cierto.
—Vienen por un pez gordo ¿No te lo dijeron? Claro que no, ni a tu amiga la rubia tampoco.
Mi mano sube pare empujarlo, pero como me esta sujetando el brazo termino agarrada de su cabello.
Los jadeos del esfuerzo se hacen más grandes cuando lo pego a mí cuerpo y toda la maldita habitación aumenta de temperatura.
—La organización no está aquí, me lo habrían informado. — su mano se detiene en mi cintura sosteniendo con fuerza el material de mi vestido.
— Te trajeron a tu maldita tumba y ni siquiera te diste cuenta.
Repito la misma acción de antes empujando por mis rodillas consiguiendo estar sobre él unos segundos, me apoyo en su pecho rozando el bulto por debajo de su cinturón con la palma de mi mano por error.
Nos miramos en silencio.
Me inclino un poco para aprisionarlo con las piernas y su mirada baja de inmediato a mis pechos haciéndome tragar duro.
Lo que siento golpearse en mi sexo es la parte de él que más placer me ha dado si no trajera una maldita tanga habría una barrera que no mojara su pantalón porque el roce me moja en exceso excitándome.
El forcejeo provoca que mi cuerpo se mueva hacia adelante un par de veces erróneamente. Maldigo tanto en mi mente.
No es la posición más sensata, pero logro levantarme el vestido por los mulos dónde tengo escondida mi daga.
—No creas que vas a volver a montarme después de todo.
La bofetada que le doy es inmediata con el revoloteo en mi abdomen con la risa maliciosa y enojada que da.
Le doy otra bofetada, uno por pensar que quiero montarlo mientras peleamos y por llamarme así. Todo lo hice por salvarlo y viene a recriminarme una traición.
—¡No me llames traidora, cuando lo único que hice fue protegerte y ahí mismo te perdí y perdí todo por lo que había luchado tanto tiempo! ¡Mi trabajo, mi vida y a ti!
—¡Te dije que fueras directo al Score y te manipularon, nunca haces lo que se te pide, y me traicionaste disparándome a muerte!
—¡Pues no estás muerto, sigues muy vivo!
—Porque nadie mata al puto lobo.
Mete su mano en mi cabello y me baja la cabeza hasta que mi nariz toca la suya oliendo su colonia clásica mentolada. La cercanía hace que todo se vuelva más perverso.
Jadeo ansiosa, muy ansiosa, pero también enojada... Mira mi boca como yo miro la suya y su enojo también se hace evidente.
El corazón me late desbocado y me entran unas inmensas ganas de llorar al verlo, al tenerlo conmigo y de poder tocarlo.
—Estás vivo— digo en voz baja.
—Muy vivo— dice enojado cortando mis emociones con su sarcasmo.
—El lobo esta tan vivo que da conferencias muy bien acompañado— no se por qué coño digo eso, pero al momento soy consciente de su erección encajada en mi sexo a través de nuestras ropas, ya debe sentir mis fluidos mojando su bragueta.
Los pezones se me marcan por la tela del vestido por la excitación y esto aumenta la tensión de nuestra pelea.
—Me traicionaste— dice entre dientes y por un momento parece que dejamos de pelear.
—Te quería salvar— le susurro mientras las lágrimas llenan mis ojos, pero no salen.
—Tenías que decírmelo, ese era el acuerdo, ninguna mierda funciona si no usas la maldita comunicación— el enojo se le marca en la cara —Yo te habría creído— dice en voz baja.
Un golpe dolía menos que eso.
Cierro los ojos aguantando el agarre que tengo sobre él y mis emociones dentro como dijo Sarah.
—¿Cómo querías que me comunicara contigo en un mundo que no conocía y cuando esa noche todos hasta el señor Jones pensaron que era una vende información de la empresa? — lo miro a los ojos sin ocultarle nada —Traté de hablarte, pero me trataron de traidora y cuando...
Tyler abre la puerta de un solo golpe cortando la conversación y entra con el arma en mano muy alerta.
Alexander mueve sus manos por mis muslos debajo de mi vestido para tumbarme de nuevo y actúo rápido.
—No me hagas matarte— se la pongo en el cuello y arquea una ceja. —Voy a irme pacíficamente del restaurante y si la organización está aquí como dices regresaré de inmediato a Brent para estar a salvo.
—El que pone las condiciones soy yo— me somete de nuevo.
El cabello se me pega a la frente y no puedo negar que, en un cuerpo a cuerpo, nunca le ganaría, pero hay que ser astutos, los envuelvo con las piernas y me levanto sobre su cintura de nuevo.
Veo a Ida viniendo por la ventana seguido de Dylan, me levanto dejándolo levantarse también mientras voy por el arma cuando me giro se saca una bala de la bolsa interna de su saco cargando su propia arma.
—Disparo por disparo— dice.
Mi pulso se detiene y siento miedo y adrenalina a la vez. Tiro el arma que me dio Ethan al suelo.
—Adelante que me estoy aburriendo de esperar— dejo de moverme apretando fuerte mi daga sobre mi pecho.
—Tu maldita boca obstinada de nuevo— carga el arma hablando solo —Un día de estos te voy a amordazar otra vez.
Levanta el arma y me apunta.
Dylan se pelea con la puerta cuerpo a cuerpo mientras veo los ojos verdes que me miran serio oyendo las demandas de Dylan fuera.
Ethan entra por la otra entrada y está vez no hace nada, no mueve un solo dedo para ayudarme.
La cabeza siempre en alto para los Roe. Alzo la barbilla viendo los ojos del lobo, lo miro a los mismos ojos que me miraron cuando me dijo que me amaba.
Cuando dijo que siempre iba a encontrarme.
Cuando dijo que primero tendrían que matarlo para tocarme.
Cuando quita el seguro no soy valiente para seguir con los ojos abiertos, aprieto los parpados y contengo la respiración, el primer disparo sale sobresaltándome haciéndome tirar mi daga al suelo.
Se clava en la pared a mi lado muy lejos de tocarme o si quiera rozarme.
El siguiente disparo tampoco me da, y el siguiente tampoco. Ninguno me lastima, ninguno me da.
Tyler lo mira atónito después que Dylan tumbe la puerta abajo y ve como dispara Alexander.
—¿Qué haces maldita sea?
—Ya estoy vengado.
—Eso no es parte de ningún acuerdo, ni siquiera la tocaste— saca su arma y cuando trata de apuntarme la mano de Alexander se mueve y le dispara a él dos veces en una pierna.
Dylan se acerca corriendo para auxiliarlo. Miro a Tyler herido en el suelo maldiciendo en el suelo y después a Alexander que deja de disparar.
—La deuda con la organización está saldada, te disparé como tú lo hiciste conmigo, lástima que mi puntería no haya sido perfecta esta noche Emma Brown.
No dejo de jadear atónita, hasta yo sé que su puntería siempre es perfecta.
Alexander.
El maldito pecho me latió desbocado sólo con escucharla en el restaurante.
Mi todo.
Repudio a la reina en las partidas de ajedrez porque a la reina nadie la toca ni la tocará mientras yo esté vivo.
Si no exiliaban a Emma a Brent dónde estaba una de las bases del MI6 Katherine la iba a seguir jodiendo todo el tiempo tratándola de matar hasta lograrlo y estando herido tenía que evadir a Logan antes que me atacara peor.
Yo nunca hablo por hablar. Le tuve consideración en su traición porque la manipularon, pero traición es traición tanto a dónde hayamos llegado juntos antes o no, pero aún tiene que explicarme muchas cosas.
La veo y sé que es una traidora que fue manipulada, pero mi venganza se cumple cuando disparé esa arma, se terminó para ella.
El único problema ahora es que de todos los lugares dónde debía estar se vino a meter al Caribe dónde hay gente de la organización reunida, gente que podría matarla si no estoy aquí.
Me arreglo el cuello de la camisa con mi collar dentro, el que nunca me quito, y cuando Rebecca entra bien vestida le doy el arma sin dejar de mirarla aun jadeando apoyada en la pared.
—¿Emma estás bien? — le pregunta el otro imbécil al que le voy a arrancar las manos y que está auxiliando al perro de Tyler que se atrevió a apuntarle.
—Sí.
Las ganas de reventarme a los dos en este mismo momento, me sobre pasan.
Verla de nuevo, estar frente a frente con ella no me tiene mal.
—El ministro sigue esperando mi señor— me informa Rebecca —Katherine no ha aparecido por el restaurante, pero Beckham sí.
No escucho lo que dice ni lo que dice Ethan, el enojo predomina en mi cabeza y tengo la polla dura por su coño frotándose cuando trataba de tumbarme.
Tres meses y se ve como la jodida tentación que sale del infierno con ese vestido azul en su cuerpo, con los ojos entornados por las ganas que me trae.
Ya sabe defenderse a un cuerpo contra cuerpo, ya no es la misma, nunca es la misma, pero no contra mí. La veo agacharse para recoger su daga y sostenerla con mucha familiaridad.
Las mejillas las tiene rojas de tanto que se froto en mi polla y del miedo de pensar que le iba a disparar, se le ve el deseo en los ojos, el asombro de lo que acabo de hacer, de que no la maté.
Porque tendrían que matarme primero para tocarla.
Se nota que bebió durante la cena y voy a reventarle las bolas al maldito hijo de puta imbécil hermano de la rubia que la besó delante de mí.
Me hierbe la sangre mirándole la boca ahora mismo con rastros de él. Deja de mirarme y ve a Rebecca frunciendo las cejas.
—¿Todo bien aquí? — Richard finalmente aparece, como siempre no movió un solo dedo en un lugar público para no dañar su imagen, está a un par de meses de ganar las elecciones.
—Todo en orden señor, pero tenemos un herido, necesitamos llamar a emergencias de inmediato— habla el agente barato.
—Eso no es necesario, estoy seguro que el equipo de seguridad del señor Roe se encargará de Tyler.
—Señor, tiene dos heridas de bala.
—Es una orden agente Gray.
Su amiga la rubia también viene detrás de Richard y parece que acaba de vomitar su estómago completo, lo que poco me importa.
Desde que Sarah ha llevado a la hija de Jack a mi casa ya no estoy para tolerar a nadie y menos a desconocidos.
El cabrón de mi hermano está aquí en algún lado lo sé, sólo falta que el también entre y podemos hacer una mierda de reunión de reencuentro todos juntos. Me sobo las sienes irritado.
—Levanta a ese perro y llévatelo a quejarse a otro lado porque si lo tengo en frente un segundo más termino de matarlo— le ordeno a Ida para que Tyler deje de reventarme el humor con su presencia.
—Eso no es venganza— dice mientras se levanta escupiendo en el suelo.
—En mis reglas lo es— le sonrío de lado.
—¿Qué sucedió aquí? — Richard finge como siempre ante los pocos agentes del MI6 que mando para la misión "sorpresa" que le entregué.
—Hemos hecho una revisión completa en el lugar ministro, no hay nadie más herido y tampoco hay daños mayores— dice otro de los agentes.
—Perfecto, porque no es bueno para mi imagen que la policía local llegue ahora mismo. Estos conflictos de intereses no eran necesarios resolverlos aquí, encárgate que al señor Hilton lo revisen en el mejor hospital de la ciudad.
Sigue hablando con todos tomando finalmente control de la situación, llevándose todo el crédito.
—No puedo creer que pases tu cumpleaños así ¿Estás bien? ¿Quieres sentarte mientras viene el taxi por nosotros? — la rubia habla en voz baja y revisa a Emma comprobando que no tiene ninguna herida.
Ella vuelve a levantar la mirada, el enojo ya no es tan visible como antes, pero no veo sus ojos, no a esos ojos de nuevo, se terminó eso para nosotros.
Aparto la cabeza y miro a Richard.
—La organización no va a herirla, ni Tyler tampoco, la deuda esta saldada— le digo sin mirarla.
—¿Puede regresar a Londres entonces?
—No, Emma ya tiene una vida en Brent— se adelanta a decir su hermano y una vez que Ida se lleva al Tyler se le acerca también revisándola que esté a salvo.
La miro a los ojos enojado.
Me jalo el cuello de la camisa sintiendo calor en las venas. ¿Eso es lo que ha estado haciendo todo este tiempo en Brent? Qué putas me importa lo que hagan los demás.
Me río de su puta inmadurez al dejarse cuidar por ese, está muy pendiente de mi reacción, debe creer que lo que hace me está molestando, pero yo vine por Richard y mi deuda ya está saldada.
Lo que ella haga ya no me importa, a los traidores no los quiero cerca y ella es una.
Como si yo me hubiera quedado como imbécil después que me disparó. Me quedé trabajando, planeando, moviéndome para afrontar a Logan.
Voy dónde Rebecca corroborando que Beckham ya está en el restaurante como estaba planeado para que el MI6 lo vea.
El otro le toca la cara de nuevo y vuelvo a reírme tenso. ¿Está pasando el rato con él aquí en el Caribe? Los miro con atención y concluyo que hay más que sólo pasar el rato. ¿Dónde mierda está mi arma?
Me ve verla y ni aun así se le despega al agente de mierda y la mano que hay en su cintura. —¿Quieres algo de beber? No me gusta cómo te ves ¿Quieres que te lleve a emergencias guapa? — le acaricia la barbilla.
—No, sólo quiero irme al hotel de una vez.
Hijo de perra. Paso caminando hacia ellos hasta una de las botellas que hay en el almacén del restaurante dónde nos venimos a meter, la abro junto a ella y la rubia.
—Bennett me dijo que lo tienes de tu amante— le digo a la rubia.
Alza las cejas mirando a su hermano que habla con Richard. La mirada de Emma sigue fija en mí, piensa que me molesta que esté con el agente, en tres meses ya no me importa un carajo lo que esté haciendo o no.
—No es mi amante.
—En ese caso felicidades por la boda, dile que sea tu testigo, estoy seguro que aceptará encantado y hazlo pronto porque tenemos cosas que hacer y dudo que a Lena le gusta que su marido se pase de vacaciones con otra— me burlo bebiendo el maldito vodka barato que hay aquí.
Puto restaurante.
—¿Lena?
—Olvide que no fuiste invitada a la boda, que distraído soy— le sirvo vodka —Discúlpanos, fue un evento familiar.
—Bennett se casó.
—¿Quieres un minuto para procesarlo? — sonrío.
—Vete al demonio.
—Yo soy el demonio Coraline.
—Cuando te cases te va a llegar el karma.
—Yo no busco ningún compromiso, algunos me llaman mujeriego, pero fue culpa de la calle y de mi dinero.
—Eres un maldito.
—No lo niego, me gustan todas las mujeres que veo, a todas las veo buenas, las rubias, las morenas, las pelirrojas, esas son mis favoritas. ¿No quieres entrar en mi lista?
El agente se la lleva a Emma de mi vista y lejos de mis palabras casi haciéndome seguirlos.
—Felicítame a tu hermano por su boda, nosotros ya tenemos que irnos, Dylan ha querido que su chica pase bien sus vacaciones y hoy no será la excepción, le tiene un buen regalo de cumpleaños preparado— dice la rubia borde apenas mirándome y se va detrás de ellos.
Su chica.
Sus vacaciones en el Caribe las esta pasando con otro.
Sonrío de lado y dejo la botella yendo detrás de ella enojado. Pierdo la sonrisa mirándola sonreír y le bloqueo el paso antes que salga con él agente que va a buscar el taxi.
—Ya pagué su deuda con la organización, ni un gracias vas a decir.
—Gracias— dice en voz baja y trata de pasar.
—Tenemos que hablar— le vuelvo a bloquear el paso sin entender su maldita prisa de irse, me acaba de ver después de tres meses y ni siquiera se quiere quedar.
—Estoy muy cansada para lidiar con más problemas Alexander, además es mi cumpleaños, no quiero más discusiones por esta noche— me pone esos ojos, esos putos ojos.
—Dije que vamos a hablar.
—Y yo dije que no.
Maldita sea, sigue de obstinada llevándome la contraria, esta mujer nunca se va a cansar. La llevo lejos de la rubia.
—¡Suéltame! — se suelta de mi agarre —Mantente fuera de mi camino Alexander, ya cumpliste con tu venganza ¿Qué más quieres de mí? — trata de no alzar la voz mirando al ministro.
—¿Estás apresurada por irte para cambiarte las bragas que mojaste con mi polla y que no las vea tu amiguito en turno, el agente Gray? Deberías decirle que ya te diste tu regalo de cumpleaños sola frotándote.
Me voltea la cara de una bofetada otra vez. Joder como pega está mujer. Trata de pasar de nuevo y no la dejo. —No te vas.
—¿De qué demonios quieres hablar? Dijeron que hay gente de la organización aquí y no quiero quedarme a que Katherine me encuentre o peor aún Logan.
—Aja.
Cierra los ojos buscando valor. — Cumpliste tu venganza— se detiene —No me mataste ¿lo discutimos mañana?
—¿Te vas con él? — le bloqueo el paso de nuevo imponiéndome sin que me importe una mierda lo otro.
Es curiosidad, no me importa lo que haga con el otro.
—Mi vida personal ya no te incluye desde que me volví traidora y me largué de Londres— levanta la barbilla reventándome el enojo que traigo —Ya ni siquiera publicista soy, así que le sugiero que regrese con su compañía de la noche señor Roe.
Sólo hay una persona en este mundo que pueda hacerme perder los estribos así de fácil y es ella. El enojo en ambas miradas es claro, estamos a un grado de matarnos.
—Deja tus malditos juegos Emma — le advierto.
—No son juegos, yo no juego desde que el ministro me obligo a irme de Londres porque me demandaste por intento de asesinato y hasta ahora he cumplido con cada cosa que ha pedido.
—Si Richard no te hubiera exiliado de Londres, tendrías a Katherine sobre ti.
—Ahora pertenezco al MI6.
—¿Ah sí? Que bueno, así puedes aclararme unas cuantas cosas, me informaron que el hermano de la rubia es un maldito imbécil que viene por una presa difícil de la que no va a salir vivo.
—No pensé que vinieras por trabajo, dices que a todas las ves buenas.
—Deja de escuchar conversaciones ajenas y preocúpate por la seguridad de tu amiguito.
—Dylan, no sólo es mi novio, es un camaleón sabe lo que hace aquí y no tenemos que revelar información confidencial de esa misión contigo ni con nadie, ya no trabajo para ti, no tengo que darte nada.
Respiro hondo con el torso duro escuchando esa palabra en mi mente otra vez mientras pasa de largo dejándome como un puto imbécil pasando para encontrarse con el hermano de la rubia.
—Todavía tenemos una cena de negocios en el restaurante Alexander— Richard se pone a mi lado mientras veo al agente —. El MI6 pueden irse de vuelta al hotel, seguramente el pez que los envíe a buscar ya se fue del lugar por culpa del alboroto.
—Ya sabemos dónde se queda el tal Beckham ministro— habla él específicamente regresando con el maldito taxi y viniendo por ella —Lo vamos a vigilar tres días seguidos para saber sus movimientos.
—Me parece perfecto, como siempre tú estas a cargo camaleón.
Me decido a dar ordenes yo también a Ethan y a Rebecca, miro de lado y Emma también me mira cerca de la puerta.
Las órdenes de Ethan son más específicas en ella y el agente que no se le despega Novio.
—Su habitación está reservada desde ayer mi señor— Rebecca me informa siendo vigilada por unos ojos castaños desde lejos. —No sabíamos que solo salir del aeropuerto y venir al restaurante con el ministro iba a usar las armas.
—Ida tiene bien vigilado a Tyler.
—Alexander, es hora de irnos para la reunión, trae a tu compañía y a tu seguridad— Richard me informa y como Rebecca viene conmigo para vigilar a Beckham la hago pasar por delante de mí.
Emma la ve otra vez, bien vestida a mi lado. Se hace la que no le importa, si ella también pasa buenos ratos yo lo hago mejor. Le doy un guiño para que me vea irme.
Le doy una inclinación de cabeza a todos siendo un puto cabrón que ya cumplió su venganza a su manera y me arreglo los gemelos de la camisa serio.
En cuanto salen los del MI6 me quedo viendo a la rubia por lo que dijo y con Richard entramos de nuevo al restaurante dónde está Beckham en la mesa que le prepararon.
El ministro y yo tomamos nuestro lugar mientras el jefe del hermano de la rubia observa a Beckham tomando nota de los movimientos, se va a reunir con unos brasileños aquí, con los que hacen negocio una vez al año.
Rebecca me prepara mi whiskey que no hace más que aumentar el calor en mis venas. La cena ni la toco, puto lugar barato de mierda.
Estamos aquí montando un falso escenario como si yo no supiera quién es Beckham todo para darle otra misión a Richard que levante su reputación, debe cuidarse porque en un momento adecuado Logan se va a cansar de él y lo va a quitar de la campaña electoral.
Novio, me río en la mesa. Ni siquiera me importa una mierda.
—¿Hace cuanto Emma está con el agente Gray? — le pregunto al jefe del MI6 entre trago y trago.
—Aquí en el Caribe llevan casi tres semanas de vacaciones muy bien merecidas, cuando me retire Dylan será mi remplazo, es el mejor agente del MI6 y Emma ha estado bajo el mando de Sarah desde que llegó— dice el hombre sin dejar de mirar a Beckham.
Ni siquiera hay una voz sensata en mi mente.
La cena continua hasta que Beckham sale del lugar y es seguido por el jefe del MI6, mis camionetas me llevan al hotel, que en nada se compara con uno mío.
—Señor tiene reservación aquí.
—No.
—¿Entonces a qué se debe su visita?
Lo miro enojado y se quita de mi lugar. —Yo hago la nueva reservación señor— se ofrece Rebecca, eficiente como siempre.
—Haz que Emma me vaya a ver.
Esta ciudad carece de lugares de prestigio, este que se supone es uno de los hoteles más caros de la ciudad, parece una pocilga comparado con el mío.
Veo a Bennett en el bar partiéndole la cara al prometido de Cora ebrio, mientras me acerco lo deja tirado en el suelo balbuceando patéticamente.
—Vas a dejar viuda a la rubia antes del matrimonio.
—Y él va a perder las manos pronto, si se atreve a casarse con ella— lo patea y me mando a traer con Ethan una bebida en este hotel de mierda, según dicen que su nuevo jacuzzi en hielo me va a bajar el enojo.
—¿Richard llevó al MI6 con Beckham? Maya se llevó a la hija de Sarah de vuelta a Londres,
—Busca a la rubia, te deje un regalito con ella— medio sonrío. —A ver si así dejan de seguirme a todos lados.
—¿Qué le dijiste a Cora?
—Una pequeña broma entre cuñados, dices que te vas a casar con ella ¿No? — Ida me trae la botella más cara de whiskey escoses. —El matrimonio dudo que se lleve a cabo.
—Lo que sea que hayas hecho lo vas a pagar cabrón y ¿Cómo sabía Tyler que Sarah estaba en el Caribe?
—Tyler sabe cosas que me sirven por eso no lo mato.
Comienzo a beber, a media botella los pensamientos en mi cabeza son recurrentes desde que la vi.
Ella.
—¿Estás bien hermano?
—Sí— me acabo mi vaso de un solo trago.
—Su habitación esta lista señor Roe, pero la señorita Brown se negó a verlo— Rebecca regresa mejor vestida.
—Es mejor que no te hable, si la organización está aquí, que se vaya de regreso a Brent.
—¿Quiere un servicio de relajación personal señor Roe? Hay un jacuzzi de hielo, es la mejor recomendación del hotel— Rebecca ignora a Bennett mientras vuelvo a beber.
Ella ya no existe en mi mente, cuando me disparó se fue en ese instante, voy a arreglar mi trato con Richard y voy de regreso a Nueva York para cumplir el encargo de Jack.
—Tomaré el jacuzzi de hielo.
Dejo a Bennett y con solo ver el tamaño mediocre de las habitaciones ya estoy de mal humor.
—Encárgate de que el agente Gray no pueda salir de su habitación durante la noche— mando a Rebecca.
—Como ordene señor— asiente —El ministro también se instaló en el hotel como usted lo pidió.
—Perfecto.
Los empleados del hotel preparan algo fuera en la terraza, el jacuzzi evapora frio por los hielos. Es método es de relajación no para que me de hipotermia.
Mis piernas se paralizan con el agua hasta que me sumerjo desnudo hasta el fondo. Se siente como los baños de los rusos.
Me apoyo de brazos en el respaldo mirando hacia la piscina del hotel donde pasan mujeres en bikinis cortos.
Rebecca antes de irse me sirve más whiskey y me deja la botella a un lado.
Ni el baño en frio me hace dejar de pensar en los restos de labial que hay en mi mano.
Salgo todavía enojado del maldito jacuzzi de hielo después de una hora, ya casi a la media noche, me seco el torso con una toalla y camino enojado hasta el tercer piso dónde esta su habitación, dónde Ethan ya la esta cuidando como siempre.
—Rebecca está vigilando la habitación del agente señor.
—¿A dónde crees que vas? — el grito de la rubia hace que las pulsaciones en mis sienes regresen.
—Sácala de mi vista— ni la miro cuando Ethan la aparta.
—Emma ni siquiera está en su habitación, debe estar con Dylan, mi hermano le iba a dar un baile erótico con final feliz.
«Sobre mi cadáver» pienso para mí mismo y uso las mismas técnicas con las que me metí en su apartamento en Londres varias veces y abro la puerta a la habitación a oscuras. Si no está aquí, voy a sacar de las bolas al agente de su habitación.
El ruido en el baño es de ella, pero aun así quería ir con el agente a su habitación. Tiene tres meses sin verme y ni se toma la libertad de venir.
Como no.
Me quito el cinturón y lo jalo de la hebilla metiendo la punta y jalando el otro extremo donde quedan dos espacios para sus manos.
La luz del baño está encendida, paso para poner el cinturón atado a la cama y cuando termino salgo a la terraza y espero.
—Dylan no me ha venido a buscar— dice mirando su celular y se acuesta en la cama.
Pasan quince minutos en los que veo a dónde da su terraza, da a la habitación de la rubia y a otra de alguien que ni conozco. Cuando entro está en la cama con el aire acondicionado encendido a máxima velocidad.
Su cuerpo esta con media ropa puesta, el vestido que traía en el restaurante está en el suelo, solo está la tanga cubriendo su coño y una camiseta corta en sus tetas. Hay una caja de regalo en el suelo medio abierta y un vibrador dentro.
Paso dónde ella medio durmiendo y le meto cuidadoso la mano en el primer orifico del cinturón, cuando meto la segunda ya puedo hacer ruido que quiera.
Le jalo los brazos hacia el respaldo y ato el resto de las tiras apretándola. Sus ojos se medio abren. —¿Qué mierda? — su espalda se levanta y ve que no puede mover los brazos.
Dejo que vea que soy yo y cuando sus ojos me entornan.
Sus pechos se mueven con ella. Mi polla da un tirón al verlos desnudos y ver su boca que necesita ser llena.
—Alexander — jadea.
La miro atada al pie de la cama enojado.
—¿A dónde mierda pensaste ir está noche? ¿A quién carajo pensabas que le ibas a dar mi coño Emma? — le demando.
Su pecho sube y baja irregularmente y ni me responde.
—Tu amiga dice que el agente te iba a dar un baile erótico ¿Regalo de cumpleaños supongo?
—Eres una maldita bestia Alexander, lárgate de mi habitación y desátame— la voz se le escucha entre cortada.
—Te mande a llamar y no viniste.
—Tengo planes que no te incluyen en mi noche.
Ese es el detonante. Me inclino dónde sus piernas y le bajo la tanga que trae de un tirón.
Me la guardo en la bolsa del pantalón y le abro las piernas mirando con deseo el coño que mojó mi ropa y que es mío y de ningún otro cabrón hijo de perra.
—Cuando sean planes que involucren tu coño siempre estoy incluido.
—Mi coño no es tuyo— jadea y me enojo más. —Si no te vas voy a llamar a seguridad y a los del MI6 para que...
Mis dedos la acarician robándole las palabras. Se muerde los labios negándome el gemido que quiero escuchar. La acaricio con más fuerza y sus mejillas poco a poco se van poniendo rojas.
—¿Qué les vas a decir? ¿Qué me quieres aquí? — le pregunto con voz ronca.
—No te quiero aquí.
—Repítelo hasta que te lo creas, ni en el restaurante te resististe a frotarte con mi polla, porque sabes que ninguno otro te lo da como yo.
—No puedes venir después de todo y meterte a mi habitación así, — me mira enojada — ¿Quién te crees que eres?
—Yo puedo venir cada vez que me plazca.
—¡Cora! — grita no con tanta fuerza como debería.
Aprovecho y beso desde la cara interna de sus muslos rozando con la punta de mi lengua escuchándola respirar fuerte y llego besando hasta llegar su clítoris.
Me pongo sus piernas sobre los hombros y mi lengua baja a lamer su coño con ganas arrancándole un gemido largo que no puede cortar.
—Mmm— Jala los brazos del respaldo de la cama y abre las piernas involuntariamente.
El coño sabe quién es su dueño, ella lo sabe. Puta vida. Tres meses sin este coño han sido una tortura, una puta tortura.
No dejo de mover mi lengua sobre él mordiéndola para que me dé el sabor al que soy adicto. Escupo para lubricarla más y pruebo mi banquete como un puto hambriento.
—Mmm— sigue tratando de controlar los gemidos.
Me agarro a sus piernas abriéndoselas a mi antojo, con la polla a reventar.
—Alex... Alexander— la voz apenas se le escucha por los gemidos. —¡Oh Dios, Alexander! — se vuelve a jalar de las manos.
Lamo desde abajo hasta arriba, las piernas en mis hombros se tensan y comienza a gemir sin resistirse más.
Veo como los dedos de las manos se le ponen blancos de tanto jalarse del respaldo de la cama sin poderse soltar.
—Te dije que si te metías la idea de que otro podía tener tu coño te lo vendría a reclamar todas las noches— le gruño manteniéndola abierta metiéndole los dedos empapándomelos — Te deje muy mojada en el restaurante, lo bueno que la tanga la empapaste para que me sirva completa.
Se corre montando como puede mi mano sola, diciendo mi nombre tantas veces que el ego que nunca se me baja sigue creciendo. Lamo su coño una vez más tragándome todos los fluidos que suelta.
—¡Ahí! — pide desesperada con los ojos cerrados.
Me quedo comiendo dónde me pide hasta que me levanto dejándola jadeando, me bajo la bragueta sacando mi polla dura completamente erecta. Me la envuelvo con la mano y me la jalo mirándole el coño.
Este coño.
Mis bolas están cargadas de vérselo. Me acaricio el glande y levanta la cabeza como puede para verme, pero las ataduras de sus manos apenas se lo permiten, su cabello se le pega a la cara.
Sólo yo la pongo así. Tomo de su corrida y me lubrico el glande. Se muerde los labios con ganas mirándome la verga, pero no se la voy a dar.
—Hoy ni por ser tu cumpleaños, te va a tocar disfrutarla— le paso la punta acariciando su clítoris haciéndola gemir con la boca completamente abierta. —Porque no te la mereces después de portarte mal toda la noche desde que nos vimos.
Bajo la punta por su abertura y sus piernas se abren más con una invitación inútil. Le sigo el juego y meto el glande poco a poco en su coño.
—Si... Si... Más— gime caliente jalando los brazos.
Me inclino sobre ella y abre los ojos jadeando como yo, no toco nada que no sea estrictamente su coño, ni siquiera las tetas, es bueno que tenga la camiseta puesta para no tentarme con ellas.
—Mientras yo esté vivo, vas a tener que grabarte que sigues siendo mía Emma Brown— le dijo pasando la mano por su boca quitando rastros de otro.
Mi glande entra otro poco más. Se comienza a desesperar, sube los pies a mis muslos y trata de empujarme hacia ella para que se la meta toda. La punta se la voy sacando lento como castigo.
—No la vas a tener hoy por mucho que quieras— le susurro con voz ronca. —Pero como me dijo la rubia que te prometieron un baile, te voy a dar uno para que duermas bien.
—Alexander desátame— gime cuando le froto mi glande de nuevo. —Más.
Le quito mi polla y me levanto poniéndome al pie de la cama otra vez. Abre los ojos enojada, pero también excitada.
—Lárgate de mi habitación, vete con la maldita Rebecca.
Le pongo una almohada en la cabeza para que me vea bien. Sonrío de lado y deshago los botones de mi camisa uno a uno moviendo las caderas de un lado a otro bajo su mirada. El pecho me lo some con la mirada mientras bajo mis manos por él llegando a mi verga.
—Esta ya la sentiste, está dura como te gusta.
Me la envuelvo con el puño y comienzo a verle el coño. —Eres muy cruel.
—Planeaste vacaciones en el Caribe con otro y estas disfrutando con otro, esto te va a costar no tenerla.
Me acaricio las bolas y abre la boca jalando inútilmente las manos.
—Estas tienen mucha leche, pero la cumpleañera no se la va a tomar hoy.
—Eres hijo de puta.
—El mejor hijo de puta guapa.
Me jalo la polla con la mejor vista que hay. —No me llames así.
Me río con ese estúpido apodo y sigo con lo mío. Comienzo a gruñir frotándome con más duro. Le meto los dedos de nuevo para que gima alentándome más y me pone peor porque se la quiero meter de a una.
Resisto las ganas y sigo con mi mano oyéndola gemir de placer. La presión se carga en mis bolas y le quito mis dedos y saco su tanga de mi bolsillo,
—Mira bien de lo que te perdiste.
Cierra los ojos apartando la cabeza. —No voy a ver nada.
Me enojo y comienzo a gruñir más rápido. Voy y le meto el glande haciéndola reaccionar y que vuelva a mirarme, se lo saco y termino el trabajo con mi puño hasta que me corro sobre la tanga.
Su pecho se levanta y se alza mirándome, tiro chorros sobre la prenda interior y me limpio el resto con la misma, lejos de estar satisfecho. Me acomodo la ropa y la tanga se la pongo cerca de la cara.
—Te lo dejo para el desayuno.
—Cabrón.
—Te voy a estar esperando en el bar en la mañana, en la tarde no puedo porque de una vez te aviso que vengo con Rebecca.
—Si vienes con otra para que te metes en mi habitación.
—Para que nos sacáramos las ganas que nos dejamos en el restaurante.
Le deshago las ataduras de las manos y le quito el cinturón. No le doy tiempo a que se frote las muñecas porque la levanto poniéndola de rodillas sobre la cama semidesnuda y la pego a mí.
No la beso, no hay más contacto que el estricto.
—Pudimos haberlo tenido todo, yo no soy un hombre de palabras y te las di a ti.
Sus ojos se ven brillosos como lo hicieron en el restaurante cuando dijo todo sobre dispararme y se pone peor cuando ve que traigo puesto el collar que me dio en Nueva York.
—Ninguno de los dos está completamente sobrio ahora mismo. Vete de mi habitación— me oculta su mirada.
La dejo sola y salgo como un cabrón que soy muerto de celos de que otro la haya tocado. No debe importarme una mierda, el puto whiskey me tiene enojado nublándome la atención de lo que debo.
Es una traidora, no debo olvidarlo.
—Señor el ministro lo está esperando, quiere hablar de Tyler— Ethan viene a decirme en cuanto salgo y escucho la puerta de su habitación abrirse detrás de mí.
No necesito voltearme para verla.
Una mujer que recién viene de la piscina con el bikini bien apretado y buenas piernas pasa coqueteándome.
—A todas las veo buenas aquí. — la miro lascivo. —Dile al ministro que voy a estar en el bar.
La calle me volvió un depredador experimentado y nunca lo niego. Tampoco diré, perdóname señor porque los pecadores no pedimos perdón cuando se disfruta el pecado tanto.
La hice correrse sin que su novio me viera.
En qué cabeza cabe que alguien me olvide a mí.
Me pongo en el bar esperando a Richard y otra vez vuelvo a beber pensando en ella de nuevo.
—Tío Alexander— la voz de la versión diminuta de Sarah la escucho hasta ebrio.
Pero para mi mierda no es imaginación que la hija de Jack venga. —Maya no te había llevado de vuelta a Londres niña? — bebo de mi whiskey y frunzo el ceño —¿Me dijiste tio?
—Mi mami no me dejó irme con Maya. ¿Me ayudas a buscar a mi cachorrito?
—No.
Se le ponen los ojos brillosos y el labio inferior le tiembla. Los niños solo saben llorar, comer y hacer popo y que otro los soporte.
—No niña.
—¿Con quién hablas? — Bennett me ve raro.
Volteo a ver a la hija de Jack que no está. —La hija de Jack estaba aquí. Esa niñita anda en el Score casi todos los días que ya la veo hasta en la sopa.
—Maya se llevó a la hija de Jack, estás abrió o tienes muchos deseos de ya ser padre hermano que hasta alucinas.
—Me voy a hacer la vasectomía, para que mi leche no tenga niños indeseados durante el resto de mi vida— me sirvo más whiskey —Odio a los mocosos que lloran y no te dejan dormir. Jack es un cabrón y su hija ni habla.
—Sigue criticando a la hija de Jack y te va a llegar un karma peor cuando seas padre, con un pequeño demonio con tu carácter de mierda.
Dejo de escuchar sus estupideces y me levanto cuando veo a Richard venir de lejos. Se sienta en un chalet privado dónde saca puros. —Ya mandé a pedir a la prensa para esta misión aquí en el caribe.
—Eres un imbécil.
—Con esta misión del MI6 ya no tengo que esperarme hasta las elecciones para conservar mi puesto, si atrapan a Beckham, uno de los miembros de la organización de los treinta y siete tengo el puesto de ministro asegurado de por vida.
¿En qué cabeza cabe que van a atrapar a Beckham? Ni Caterva es tan estúpido en sus planes. —Este es uno de los mismos operativos de siempre, la misma rutina, atacas y los dejas ir solo quitándoles armamento y siguiéndoles la pista.
—Cambie de opinión y estoy seguro que vamos a poder atrapar a Beckham, por eso está aquí Dylan Gray, la prensa ya está informada de nuestro operativo en Londres ¿Qué puede salir mal?
—Que, si no atrapas a Beckham, no sólo vas a perder tu reputación de ministro y las elecciones, sino que también vas a perder a la mitad de los agentes del MI6 porque tengo entendido que Logan quiere a uno de tus agentes que mató a mi desafortunado tío y esta misión es la oportunidad perfecta para él.
—Debe haber otra forma.
—Eres un imbécil, debes pensar antes de actuar.
—Voy a sitiar la ciudad.
—Vas a arrasar con una ciudad turística en el continente americano y va a ser peor.
—¿Y ahora que nos queda hacer?
—Te queda rogar que tus agentes sean más inteligentes que tú y no ataquen a Beckham a muerte.
¡Hola sexys!
*Se va corriendo*
Sólo voy a decir que... la fase tres esta más cerca de lo que creemos ahora con este reencuentro.
¡Los amo tres millones!
-Karla.
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