CAPÍTULO 30
Unas semanas en el Caribe.
Emma.
Cora y yo caminamos de tienda en tienda, el clima tropical del Caribe es exquisito, un buen bronceado va a tener a mi cuerpo perfecto estás tres semanas en la playa.
Estamos eligiendo un vestido para mi cumpleaños y ropa en general para la ciudad adecuada al clima, todo me encanta, los vestidos cortos, las faldas floreadas.
Salgo del probador con diferentes vestidos por los que no me decido, paso uno por uno hasta terminar con un vestido plateado corto, salgo y me apoyo en la pared con una pose de modelo, Cora aplaude sonriendo y me da el visto bueno, pero cambio de opción por otro vestido azul abierto en un escote pronunciado en el pecho.
Me rehago la coleta, pero como no embona me dejo el cabello suelto, mi cabello es un desastre con la humedad. Le dependienta nos atiende con mucha educación, la gente aquí es diferente, tiene un carácter cálido.
Termino comprando el vestido azul mientras Cora desayuna algo ligero ya que no se ha sentido bien desde ayer y cuando terminamos las compras salimos a las calles otra vez.
En el hotel apenas nos hemos encontrado con Sarah u otro de los agentes que vienen para la supuesta reunión, parece que hacen lo posible para mantener la distancia con nosotros. Con sólo entrar pedimos una bebida refrescante a uno de los meseros que caminan las veinticuatro horas por el pasillo.
—¿Esa es Sarah con Dylan? — Cora se baja los lentes de sol dejando su bolso en una de las tumbonas del hotel frente a la piscina.
—Sí, está de nuevo discutiendo con ella— los vemos de lejos discutiendo de nuevo como lo han hecho la última semana en Londres y desde ayer que llegamos al Caribe.
—Su definición de vacaciones es muy diferente a la nuestra, los problemas del trabajo deberían dejarlos en Londres, no se ha dado cuenta que estamos en un destino paradisiaco.
—No creo que sean problemas laborales lo que discuten tanto— desde que nos encontró besándonos en la oficina de Dylan ha estado así y mucho peor.
Me quito el vestido blanco corto quedando solo con un corto bikini amarillo simple, me tiro en la tumbona al lado de Cora y el sol calienta mi piel deliciosamente.
Las bebidas que pedimos en la entrada no tardan en traérnoslas, pero apenas las disfruto viendo a Sarah discutir, no se oye que dice, pero sus expresiones hablan por ella.
—A mi no me engaña, su reunión en el caribe fue una excusa para fastidiarte las vacaciones, ya sabía que venía Dylan y vino siguiéndolo.
—La reunión ya estaba programada como a la que vamos a ir en los Ángeles.
—Si bueno, es una desafortunada coincidencia — bebe su coctel y lo regresa casi de inmediato a la copa, se levanta sentándose con la mano dónde tiene su anillo de compromiso y se tapa la boca.
—¿Estás bien? — está mañana se veía muy enferma, tal vez la cena le sentó mal.
Ni siquiera tenía color en las mejillas y menos ganas de desayunar.
—Algo, mi estomago sigue sin tolerar las bebidas dulces desde anoche— le da un ultimo sorbo y lo deja en la mesa de al lado. —Luke dijo que fuera a emergencias, pero no es para tanto, siempre me pasa cuando viajo, tantas horas en el avión me afectan— se ríe, pero comienzo a estar del lado de su prometido.
—¿Otra vez estás enferma? — Dylan viene a dónde nosotras con pantalones cortos y camisa de polo azul casi al color de sus ojos.
Se ve, muy bien, más relajado que en el uniforme de siempre, el cabello se le despeina con la humedad como a mí y dan ganas de pasar la mano por él para acomodárselo.
—Es el clima— Cora le da la vuelta a el también. —Mi cuerpo no está acostumbrado y Luke lo sabe, si sigo así será mejor que apresuremos los preparativos de la boda o no tendré cabeza para eso más tarde.
—Podemos ver vestidos de novias mientras estamos aquí y comenzar a ver el banquete si quieres— me ofrezco.
—Si, mientras más rápido mejor— no se le ve tan entusiasmada.
—Mucha prisa para casarte hermanita o lo amas locamente o hay algo raro aquí, señorita— Dylan pone su tono de hermano mayor mirándole el vientre en forma de burla, pero, aunque me río y Cora también, ella aparta la bebida de nuevo sin tocarla con una mueca de desagrado.
—¿Te sorprende? Él ha pintado en mi mural una sin fin de veces con su enorme pincel desde hace tiempo y en la galería hasta rompió mi vestido en una de mis exposiciones, Emma lo vio— le mueve las cejas de forma insinuante.
Casi le aclaro que el último detalle no lo hizo Luke sino Bennett.
—No quiero saber los detalles o voy a quedar traumatizado.
—Hacerlo en secreto es mejor que seguir las reglas— dice para sí misma.
—Debí meterte aun convento cuando estabas bajo mi tutela.
—Me habría follado al cura igual— se encoje de hombros.
—¡Coraline!
—Déjala tranquila— salgo a su defensa —Son los nervios del matrimonio y del compromiso, la fiesta, la recepción, los invitados, ¡Dios! ¿Sabes que eso implica mucho estrés? ¿Tú no te sientes nervioso de ser uno de los testigos del novio?
—Nadie me ha pedido eso.
—Cora lo hizo.
—Luke también debe hacerlo para que lo considere la idea de pararme vestido como pingüino a su lado, ¿Cuándo llega?
—Si su vuelo no se cancela, seguramente mañana o está noche, no estoy muy segura.
—Entonces mañana se acaba la felicidad, hay que aprovechar esta noche— digo con los ojos cerrados con la cara al sol, me gana la risa con la replica de Cora.
—Su bebida señorita—la voz del mesero me hace incorporarme y cuando la tomo veo la mirada de Dylan recorrerme, le alzo una ceja y su sonrisa ladeada ni la esconde.
Ese juego interno que hemos jugado desde el beso en su oficina me mejora el humor todos los días.
Los días siguiente a los besos no se han hecho incomodos, se sienten tan naturales entre nosotros que comienzo a mirarlo más tiempo.
—¿Cuántos días va a durar la conferencia a la que vienen tus cabos o como les digas? — pregunta Cora mirando a Sarah sentarse en la barra más lejos de nosotros. —No es que no quiera ver el ánimo de Sarah todos los días, pero que cambie la cara, por Dios, estamos en el Caribe no en una cueva.
Dylan frunce el ceño. —Sarah sólo viene por trabajo, esa es su actitud laboral.
—Ajá, pero nos está arruinando las vacaciones y esto costó un ojo de la cara, aunque lo pagó Bennett, aun así, fue mucho dinero— se vuelve a acostar en la tumbona frotándose protector solar en los brazos.
—Con los negocios negros que hace no me sorprende que le sobre dinero.
—Bennett nunca ha estado involucrado en eso, su dinero es por su trabajo y por parte de su familia. Los Roe siempre han tenido dinero.
—Eso es lo que le dice a la gente ¿No? ¿Es rico? De su hermano lo entiendo, pero ¿Cuáles han sido las inversiones del menor de los Roe?
—No lo conoces.
—Hablo con la verdad, que eso no te ciegue Coraline. Mi trabajo y mi moral me hacen repudiarlo y espero que a ti también porque es miserable que me juegue la vida día con día desde que tengo diecisiete años por gente como él de la que no voy a tener piedad cuando la tenga en mis manos.
—A veces, lo que parece bueno también está corrompido— lo interrumpo refiriéndome al ministro.
—Mi hermano tiene razón Emma— Cora ya no mira a nadie solo mira a lo lejos y cierra los ojos un solo segundo antes que la sonrisa vuelva a su rostro con facilidad. —No se ni por qué hablamos de esto.
—Lo mismo pienso— su hermano cierra el tema.
—Y ya que mencionas que te juegas la vida en el trabajo— Cora estira la mano y toma la suya —¿Has pensado en retirarte del MI6 después de mi boda? No quiero quedar huérfana de hermano también y que mis hijos nunca conozcan a su tío.
—Buena táctica, pero no— responde muy serio que me río de nuevo.
De lejos siento la mirada de Sarah sobre nosotros, pero no volteo. Estamos en uno de los hoteles más caros de la ciudad con vista al mar y servicio de habitación exclusivo.
Dylan pagó el resto que el dinero de Bennett no cubrió, pero Sarah ni lo disfruta, ni esconde que no disfruta estar aquí.
Tomo el bloqueador solar de Cora y me lo froto por la espalda alta, si ella no disfruta estar aquí, yo sí. Opté por no tener el celular conmigo veinticuatro horas al día y menos preocuparme por a la reunión a la que irán los del MI6.
Dylan se sienta conmigo en mi tumbona. —¿Te ayudo con eso?
Lo miro sobre mi hombro y le paso la botella ladeando la cabeza mientras sus manos rigurosas pasan despacio sobre mi espalda, mis hombros y cuello.
Siento su aliento en la línea de mi cuello. —¿A qué huele?
—Coco. — vuelve a aspirar provocándome un cosquilleo. Cora nos mira detrás de sus lentes negros mientras el mesero va por otra orden de bebidas que espero esta vez pueda probar ella.
— ¿No quieres pedir una bebida? Están para morirse.
—Tengo que ir con los otros cabos a un asunto de la reunión, no puedo beber alcohol en horas laborales.
—Son nuestras vacaciones estaba prohibido venir a trabajar— me remuevo cuando su mano pasa por dónde tengo cosquillas y no sabe. —Te sacamos de la base del MI6, pero la base no salió de ti.
—Mi trabajo siempre será más importante que cualquier cosa.
—¿Y cuándo encuentres una mujer que te vuelva loco que vas a hacer?
—La va a encerrar en el MI6 con él y la va a hacer trabajar a la par porque es un adicto a su trabajo— me río con la broma de Cora, pero él no se ríe.
Me regresa el bloqueador. —Esa respuesta Emma ya la sabe. — sonríe de lado —Si Luke llega antes que yo que pague una buena cena para los cuatro, me envían la ubicación del restaurante y los alcanzo allá— se levanta caminando de vuelta con Sarah.
—¿Cuál es la respuesta? ¿El beso que te dio en su oficina?
—No— me reajusto las tiras del sostén.
—Ya quisiera mi hermano tenerte a su merced, pero pónselo difícil hasta que suplique, quiero ver eso, aunque después de tu regalo de cumpleaños la que lo tendrá difícil serás tú— su risita pica de nuevo mi curiosidad. —Muy difícil.
—Esa risa es diabólica, ¿Ya vas a decirme de lo que se trata?
—No es más diabólica de lo que vas a recibir, el regalo perfecto para tus veinticinco años.
—¿Tu regalo es algo sexual?
—Su bebida— el mesero nos interrumpe y le entrega a Cora un nuevo Coctel sin alcohol.
—Gracias guapo, están deliciosas— Cora le guiña un ojo poniendo rojo al hombre mientras se acerca con mi bebida. —Mi prometido va a llegar al hotel mañana, pero si me das tu número cancelo la boda de inmediato.
—No le hagas caso, sólo busca una razón para romper el matrimonio.
—Eso es mentira, estoy locamente enamorada de mi prometido, aunque por ti, mando ese amor al suelo.
Sacudo la cabeza mirando a Cora siendo Cora.
No puedo tener suficiente del mar ni de la gente del hotel, esa misma noche llega Luke al hotel y nos paga una cena en un restaurante bonito con vista a la playa.
Hay muchos turistas aquí cenando y bailando con la música, por educación se unen a nosostros los compañeros de Dylan incluyendo a Sarah, lo que deja una cena tensa y silenciosa más por qué Cora sigue enferma y finalmente Luke la convence de llevarla a emergencias contra su voluntad.
No me gusta la discusión de él, parece más su padre que su prometido con su enojo en llevarla justo por dónde él quiere y no con el médico que hay en el hotel.
—Ponte mi chamarra, ese vestido no me gusta.
—¿Cuál es tu puto problema con mi ropa últimamente? ¿No te das cuenta que estamos en la playa?
—Póntela.
Le veo tomar de mala gana la chamarra de cuero cuando se van. Termino mi plato escuchando a los compañeros de Dylan hablar de trabajo y no intervengo por Sarah, aunque se mantiene pendiente de mí.
En la pantalla de restaurante pasan una entrevista de un canal extranjero, que me hace bajar la mirada a mi plato porque repiten a Alexander con subtítulos de lo que dice la reportera.
Levanto la mirada mientras Dylan cuenta algo y esta vez la cámara esta más cerca de la que vi en Brent, no son celos lo que me provoca ver a Rebecca cerca de él, es un sentimiento más fuerte, no se ve afectado, se ve serio y decidido.
Y con ella. La mujer era de su equipo de seguridad.
Las declaraciones que ambos hicimos hace tiempo en Londres, se quedan flotando en el aire como algo que nunca sucedió. Lo oí decirlo, nadie lo obligo a confesarme lo que sentía, pero con mi traición lo único que busca de mi es matarme.
Ethan prácticamente me sacó de Brent porque él estará ahí en estos días. Ethan me acaba de ayudar una vez más y de la ultima persona que creía que podría lastimarme.
Respondo el mensaje que me dejo el chofer de Alexander, en la mañana, diciéndole que ya estoy fuera de Brent y bebo de un solo trago la bebida de Dylan, él como se da cuenta que miro la pantalla dónde pasan la entrevista subtitulada en lo que me parece es español me incluye en la conversación de Sarah que poco me interesa.
No concordamos en nuestros gustos muchos, al final decido que yo también me voy a mi habitación porque quedarme con los del MI6 es empeorar mi ánimo.
Veo a un hombre en la playa cuando me levanto buscando mi bolso, no se le ve la cara, pero me llama la atención mientras habla por teléfono y luego mira a dónde está Dylan, Sarah y los otros agentes.
—¿Te vas? — Dylan me toma la mano cuando me levanto de la mesa y a ellos les traen una ronda de tragos de tequila.
Hay música en el lugar, hay mucha gente en el restaurante, es un destino paradisiaco y estoy fascinada con ganas de bailar toda la noche, pero no lo estoy disfrutando como debería.
—Estoy agotada.
—Yo te agoto más si quieres— alzo una ceja —Bailando por su puesto— aclara y sonríe de lado. —La música está muy buena para que te vayas a dormir, vamos a bailar un rato.
—No sé.
—Brown, a mi no me engañas, te encanta bailar y yo lo he hecho un sinfín de veces con muchas mujeres para que te guste.
Con la insistencia cedo a quedarme por Dylan y hago un esfuerzo brutal para retomar la conversación con sus compañeros e incluso de nuevo con Sarah que conforme bebe se le va bajando lo malhumorada casi a como solía ser.
Cuando pasa de media noche ya me duelen los pies de tanto bailar con Dylan, se mueve bien me ha llevado hasta sudar y reírme mucho hasta olvidarme de muchas cosas. Cora ya no regresa, pero Luke sí y no hay rastro de molestia de venir sin ella.
En un movimiento de baile termino sobre una de las columnas con Dylan muy pegado a mí, la bebida me tiene la mente confundida, pero no dormida. Su mano pasa por mi cara y luego por mi boca.
—¿Te lo estás pasando bien aquí?
Asiento. — Me hacían falta unas buenas vacaciones.
—Te hace falta más cosas que sólo unas vacaciones.
—Sí— trago grueso ya sin bailar —Tal vez, como recuperar mi trabajo y volver a ser publicista no la ayudante de Sarah. Echo de menos mi trabajo como no te imaginas.
—Te voy a ayudar cómo sea a que vuelvas a ser publicista— no deja de pasar su pulgar por mi boca y ya tengo la garganta seca —O puedes comenzar a trabajar de verdad en el MI6, no sólo ser la ayudante de Sarah.
—No hablas enserio.
—Muy enserio. No necesitas Londres o un trabajo empresarial en Hilton &Roe o en alguna empresa, necesitas más cosas, cosas nuevas que te gusten.
—Amo mi trabajo como publicista.
—Está bien, vamos a probar si podemos hacer algún tipo de trabajo de ese para Sarah— accedes —Y en las cosas personales también vamos a buscarte algo bueno.
—¿Cómo qué? — alterno mi mirada entre su boca y sus ojos.
Se pasa la lengua por el labio levantándome la cara a la suya. — Deja de pensarlo o de torturarte recordando que te quiere matar. Yo puedo ser mejor que él— dice bajando finalmente la boca antes que yo lo haga bajarla. —Mucho mejor para ti.
No me deja replicar, me agarro a sus brazos grandes por el entrenamiento riguroso que hacen todos los días y exploro su boca con ganas como él lo hace con la mía seduciéndome con los invites de su lengua.
El sabor del alcohol lo pruebo en sus labios y en su paladar. Quedo atrapada por la cintura sin lugar a donde ir que no sea el cuerpo duro de trabajo duro... del agente Gray.
—Pruébame a tu antojo.
—Dylan...
Ambos hemos bebido de más de eso no hay duda, pero eso sólo aflora los pensamientos que ambos tenemos dentro desde hace meses.
— Si quieres sácate las ganas que te dejó Alexander conmigo— el primer movimiento caliente sucede con su mano en mis glúteos cuando los amasa y me alza a su erección que siento golpear en mi cintura.
Alguien nos empuja de la gente que baila separándonos unos segundos, pero ni a sí deja de tocarme. Nos miramos jadeando, más por la intensidad del besuqueo que por la sorpresa.
—Hay que disfrutarnos en el Caribe— jadea en mi boca —No le pongas etiquetas hasta que quieras.
—¿Hasta que yo lo quiera?
—Hasta que tú quieras— vuelve a besarme y lo disfruto —¿Ya ves cómo los besos te gustan? Podemos hacer de esto algo del Caribe.
La idea no me desagrada y menos teniendo una vista como la que tenemos. Algo que nos envuelva a los dos en el caribe, no estamos en Londres, pero hay un deseo lento, algo... un poco a poco.
Sonríe de lado —Si te decides, vas a disfrutar el Caribe como nunca, te lo juro— dice con voz ronca.
—Estamos jugando con fuego.
—Me encanta jugar y más si es contigo.
—Camaleón— uno de los compañeros nos interrumpe obviando el beso—Ya lo vimos, acaba de salir del restaurante.
No proceso de quién hablan, pero Dylan quita el modo seductor y vuelve a ponerse tenso como si estuviéramos en la base del MI6. —Hay que seguirlo entonces hasta su hotel— me suelta de inmediato.
Sarah se levanta igual de alerta que ellos pasando de largo sin hablarnos. —¿Qué es todo esto?
—Recibimos información de un pez gordo aquí, lo llevamos buscando meses y vamos a aprovechar para seguirlo.
—Son nuestras vacaciones
—El MI6 nunca descansa— Sarah está de nuevo malhumorada.
—Te veo mañana, me informas si Cora se encuentra bien— me da dos besos castos en la frente sin contradecirla.
Se medio despide de mi con la mirada fija en la salida del restaurante ya olvidándose de nuestro momento, más alerta a su trabajo y los cuatro se van siguiendo al hombre que vi hablando por teléfono en la playa. Ya sabía que no venían sólo por la supuesta reunión.
No vienen tantos agentes para tanto, espero que esto no se convierta en un operativo que nos ponga en riesgo después.
En nuestra mesa solo queda Luke emborrachándose, me despido de la mano de él, aunque ni lo nota porque se esta poniendo la borrachera de su vida con una botella de vodka para él solo.
Cuando me quito en mi habitación los restos de mi labial corrido por la boca de Dylan me quedo mirando la daga que hay debajo de mi maleta y suspiro recordando todo lo que me dijo en el restaurante.
Sin encender la luz tirando los tacones y mi vestido al suelo de un punta pie. Me tumbo en la cama y me sorprendo al ver a Cora dormida en mi cama en lugar de estar en su habitación que comparte con Luke.
No la despierto para preguntarle que hace ahí, ni que le dijo el médico, ni para decirle que Dylan y su equipo están aquí para atrapar a alguien, sólo la arropo bien con una manta ligera y me duermo a su lado completamente agotada.
. . . .
Cora se ve cansada en la mañana tomándose el medicamento que le recetó el médico.
—Buenos días sexy— la saludo entrando al baño que apenas noto el moratón en su mejilla, pero cuando mi mente lo procesa salgo casi corriendo. —¿Qué coño es eso? — le toco la cara —¿Qué es eso?
—¿Qué es? — se toca la cara.
—Es un golpe.
Se levanta de inmediato con los ojos bien abiertos buscando su ropa. —Me caí anoche en el estacionamiento, estaba oscuro y me resbalé— habla de prisa.
—Eso no es un raspón— voy a dónde ella y la examino por toda la cara hasta encontrar otro golpe en la otra mejilla. —¿Qué coño te pasó?
—Ya te dije que me caí sexy, no te preocupes— levanta la mirada y me da una sonrisa tranquilizadora de la que no me fio.
La miro en silencio y trata de que vestirse rápido, junto todo lo que recuerdo hasta que todas las piezas se juntan en mi mente.
La suelto aun sin decir nada y voy dónde mi maleta a sacar mi daga. —¿A dónde vas? — escucho que me dice, pero no le respondo y así descalza y con el cabello revuelto salgo por la terraza hasta la habitación que ella comparte con Luke.
Está tirado en la cama con la ropa medio puesta, dejo mi daga en la mesita de noche y lo empujo. —¡Levántate imbécil! — lo tiro de la cama y su cara medio ebria se azota con el suelo despertándolo.
Mi bofetada termina de abrirle los ojos y le asesto otra más fuerte con el puño cerrado. —¡¿Te atreviste a pegarle a Cora?!
—Emma para ¿Qué dices? — dice a medias tratando de levantarse.
—¡A mi no me engañas idiota, te atreviste a golpear a Cora! — le pego en el pecho repetidas veces.
—¡Emma!— ella entra preocupada detrás de mí escuchando los gritos y con la fuerza que tiene Luke me quita de encima forcejeando para poder levantarse.
No se lo pongo fácil con la rabia que traigo dentro, pero con sus tobillos me patea los muslos para tumbarme y se levanta enojado con el cabello sobre la cara y camina hacia mí haciendo que Cora retroceda confirmándome que le pego el maldito, pero yo no me hago para atrás.
Lo miro jadeando mientras viene enojado con intensiones claras en su cara. Tomo mi daga y como está aún medio ebrio me mira sacarla de su empaque y camino a él con la punta en su dirección.
—Tócame un solo cabello y el lobo te va a matar— le digo entre dientes, solo para darle fuerza a mis palabras porque sé que eso no ocurrirá. —Tócala a ella de nuevo y la que te mata, soy yo.
No me trago las lagrimas que empieza a soltar mientras se aleja fingiendo despertar completamente.
—No Emma— sacude la cabeza repetidas veces —No iba a pegarte y yo nunca le pegaría a Cora, primero muerto.
—No te le acerques— me pongo frente a ella fiera cuando avanza.
—No— vuelve a sacudir la cabeza y se aleja mientras se limpia las lágrimas. —No, pastelito, no te hice eso yo ¿O sí? Dime que yo no te lo hice porque nunca me voy a perdonar si te puse un dedo encima, estaba borracho.
—No seas idiota cuando te la llevaste no estabas ebrio— lo acuso con ganas de usar mi daga en su maldita boca mentirosa.
Cora empieza a sollozar mirándolo sin decir nada. Los golpes que le di a Luke empiezan a ponerle la cara roja. Se pone de rodillas en el suelo frente a Cora llorando y suplicando que le diga que no le pegó.
Cora lo mira en silencio escuchando lo que le dice. La rabia que traigo dentro la controlo saliendo a la terraza por un poco de aire, pero antes amenazándolo que ni se le ocurra ponerse de pie.
Los escucho hablar en voz baja, pero entro cuando me parece escuchar que la regaña, la mirada la cambia y llora de nuevo de rodillas todavía. —Vámonos Cora.
La mirada de ella no me dice nada y menos con él mirándola fijamente. —Quiero quedarme aquí Emma.
—No, no vas a quedarte con este golpeador y tú— lo apunto con el dedo —Ve temiendo por tus bolas porque la paliza que yo te di será poco a lo que Dylan te hará. ¿Cómo demonios te atreves a pegarle a tu prometida? — no me cabe en la cabeza —Eres un puto imbécil.
—No pastelito— se abraza a ella —Sabes que no lo hice consciente, nunca te tocaría un solo cabello, te adoro, te amo, te venero.
—Vámonos— se lo quito de un jalón —Deja que este golpeador se lamente todo lo que quiera el muy maldito.
La saco de ahí aunque ella siga diciendo que se quiere quedar, la conozco de años, ella no se quiere quedar, algo le dijo él.
—Cora, tú y yo ya hablamos— se levanta del suelo y ella mira asustada a su espalda, me volteo para verlo, pero él ya está de nuevo llorando y disculpándose.
La siento en mi habitación buscando algo de hielo en las bandejas que pone el servicio de habitación porque ella se niega a salir de aquí. Llamo a Dylan tres veces, pero su celular salta al buzón y en su habitación no está.
—Maldito— le pongo con cuidado hielo en su mejilla.
—No lo hizo con intención— dice ella casi automáticamente.
—Claro tu te resbalaste y su puño te levanto— aprieto los dientes.
—Te voy a decir lo que sucedió por eso no lo juzgues, de acuerdo.
—No hay forma de que no lo juzgue te golpeo y te juro que si no le clavé esa daga fue porque estabas presente.
—Lo engañé con Bennett— dice cortándome las palabras —El día que Katherine me llevó a Londres y Bennett me ayudó, nos acostamos dos veces en su apartamento y también en Brent antes de ir a la cena dónde Luke me propuso matrimonio.
—No te culpo, lo amas a él y no a Luke por más que te mientras.
—Eso no puede ser.
—Si puede, es más debiste traerlo a él en vez de ese maldito golpeador.
—No es eso, pero...— cierra los ojos. —Tomé una prueba de embarazo ayer porque desde hace dos semanas se me cortó la regla y salió positivo. Luke la encontró cuando llego a la habitación — me quedo en blanco —Era más probable que sea de Bennett porque con Luke siempre usamos protección.
—¿Estás esperando un bebé de Bennett?
Sus ojos se ponen llorosos y sacude la cabeza. —No, por eso me obligo a ir al médico anoche para que me hicieran una prueba de sangre y salió negativa, pero con las preguntas del médico hizo sus cuentas y cuando salimos tuve que decirle sobre Bennett, fue ahí cuando me pegó, pero inmediatamente que lo hizo me rogó perdón.
—Eso no lo justifica Cora— me agacho con ella, pero ya está llorando.
—No quiero que rompa el compromiso— solloza —Quiero casarme con él, por favor no hagas esto más grande de lo que es, no se lo digas a Dylan, no hay bebé, ya sabe de la infidelidad, pero vamos a arreglarlo juntos.
—No me pidas eso.
—Por favor— la veo realmente afligida. —Por favor Emma, quiero casarme con Luke, se que nunca en su vida me golpearía, si lo hizo fue por Bennett y yo tengo la culpa de eso.
—Nunca te culpes por amar a alguien— me levanto enojada. —Cora no te entiendo. No te entiendo en absoluto, pero no me importa nada Dylan lo que Luke hizo y te juro por Dios que si te casas con él yo seré la primera en oponerme.
—Sexy escúchame— se sorbe la nariz. —Tú mejor que nadie sabe lo que se siente perder lo que uno más quiere y yo no quiero perder mi matrimonio con Luke, quiero formar una familia, quiero ser feliz no me lo quites — cierra los ojos —No me quites lo que tu perdiste con Alexander.
La miro a los ojos en los que nunca me ha mentido desde que éramos niñas. El dolor está claro. Asiento a pesar de mi enojo, pero no la dejo salir de mi habitación para regresar con él.
Desayunamos juntas y la mantengo distraída, para cuando Dylan me regresa la llamada, sin ningún tipo de arrepentimiento le cuento todo.
—Te soy fiel Cora, pero nunca voy a dejar que nadie te lastime de esa forma— le digo a ella mientras la seguridad del hotel hace que se lleven a Dylan y a Luke mal herido de la paliza que le metió el hermano de mi rubia favorita.
Aplica la misma técnica que con ella suplicando y llorando de rodillas, pero la rabia de Dylan hace que lo vuelvan a apartar otra vez antes que se le vaya encima.
Cora se muda a mi habitación los días siguientes que atienden a Luke y al cuarto va a verlo de nuevo, no me separo de ella, pero insiste en lo mismo, en mantener el compromiso y casarse con él porque el incidente no fue deseado.
Si yo estoy molesta, Dylan se pone peor tanto que salgo con él para que no intente golpearlo de nuevo.
—Debe amarlo mucho, pero te juro que si le pone una mano encima de nuevo...— se pasa la mano por la cara mirando a Sarah del alboroto que se ha armado.
—Tampoco la entiendo y trato de hacerlo.
—Menos mal estás aquí porque no sé que habría hecho— respira hondo.
Cora habla con nosotros y de muy mal genio Dylan no se opone, pero la relación con Luke se vuelve tensa los días siguientes, lo mira como si quisiera matarlo y ya no lo deja unirse a nuestra cena.
La satisfacción de Sarah al ver que la primera semana aquí se va al carajo me deja molesta y me dedico a maldecir a Luke, pero en mis propios métodos me comunico el menor de los Roe.
. . . .
Conforme pasamos los días aquí, en la segunda semana, después de lo que sucedió con Luke y Cora divido mi tiempo en turistear hasta que termino ayudando a Sarah con algo de papeleo para su reunión tanto que hasta me olvido de desayunar dos días seguidos por entregarle lo que me pidió.
Una vez que se dio cuenta de mis funciones de publicista le has sacado provecho.
Y mi molestia para el prometido de Cora no ha desaparecido, aunque ellos ya actúen como si nada hubiera pasado, desconozco a Cora y comienzo a creer que mi platica con Bennett fue en vano, pero me opondré a la boda.
No importa cuan entusiasmada venga todos los días a mostrarme vestidos de novia y menos como él haga méritos para mostrarse santo porque no lo es.
Paso mis manos por la inscripción en danés de mi daga sumida en mis pensamientos y luego miro las marcas circulares en mis muñecas las mismas que me hizo Seth cuando me amarró.
Que Cora viva algo similar y dañino me niego a dejarlo suceder. Tocan a la puerta y me levanto dejando el trabajo a medias.
—Hola guapa— Dylan me trae el desayuno a mi habitación sin quedarse mucho tiempo, sólo besándome en la comisura de la boca antes de irse, no pregunto sobre la misión a la que vienen porque no me incumbe.
Cora estaba en lo cierto, si venían por trabajo terminarían consumiéndonos a nosotras también, cuando debería estar a fuera disfrutando de la playa estoy en mi habitación con el aire acondicionado encendido trabajando en el ordenador de Sarah.
Ya llevamos dos semanas aquí y apenas lo disfruto para cuando sea mi cumpleaños, este fin de semana, estaré de peor humor que cuando vivía en Trafford y no es así como quiero celebrar mi cumpleaños.
Cierro la laptop enojada y salgo a caminar descalza por la parte trasera de las habitaciones, paso a ver a Cora que está dormida, con los medicamentos que Luke compro para ella y con los golpes ya desaparecidos, ya se encuentra mejor y con él también, ésta parece su luna de miel en una forma retorcida.
La arena de la playa está muy caliente, me coloco los lentes para el sol y escucho a una mujer hablar de un servicio de spa y un jacuzzi en hielo que ofrecen las habitaciones del hotel, la idea se me hace tan extraña que termino buscando a alguno de los de trabajadores para pedir informes.
El lote está lleno y son seleccionadas las habitaciones que lo tienen, las de los más ricos, para mi mala suerte no puedo ni tomar ese extraño baño relajante. Regreso al hotel y por el pasillo se me viene encima un cachorrito pequeño de pelaje amarillo.
Los pasos de una niña de ojos castaños se acercan rápido y alza al cachorrito que se revolotea entre nosotras con su correa suelta, es casi de su tamaño. Sus dos coletas en su cabello castaño son adorables.
Trae un vestido muy peculiar, es blanco y un diseño sin mangas, pero lo que me llama la atención es que me parece haberlo visto en su versión grande en alguna revista de moda.
—Hola— le sonrío —¿Es tuyo? — la ayudo a sujetarlo con la correa de nuevo, pero no me contesta, sólo me mira fijamente con esos ojos grandes, como si no me entendiera.
Pasan varios huéspedes a nuestro lado, pero sigue sin contestarme, mira mi ropa y mi cara.
—Hola— dice finalmente con una vocecita tierna después de verme por mucho tiempo. —¿Cómo te llamas?
—Soy Emma— le doy la mano —¿Y tú?
—Millie.
—Tienes un nombre muy bonito Millie ¿Es tu cachorrito?
—No, es de mi tío y su esposa Lena, ella es mi nueva tía— se ríe y se me derrite el pecho con ese sonidito tan peculiar.
—¿Tú nueva tía?
—Sí. ¿Te gusta el cachorrito?
—Me encanta, es muy adorable y pequeñito.
—¡Y juega mucho! — vuelve a reírse —No le digas a mamá que lo trajeron porque la abuela dice que ella es loca, mi tío también dice que es loca— me cuesta entenderle un poco, su inglés no es muy bueno.
—No le diré nada— me hago un zipper invisible.
—¿Lo prometes Emma? — alza su dedo índice.
—Lo prometo Millie— junto mi dedo con el suyo haciendo una promesa con ella.
—Mi tío tiene un perro más grande que juega mucho también y persigue la pelota cuando se la avientas y Lena me enseña a jugar con él— alza las manos divertida.
—¿Y cómo se llama el de tu tío?
—Se llama tío— recoge la correa del suelo sin entender mi pregunta —Vamos— le dice al perrito en español. —Adiós Emma.
Le sonrío de vuelta y le digo adiós con la mano cuando veo a Dylan venir. —Cuándo piensas que los niños no pueden ser más curiosos, el universo te contradice.
—Cuenta la leyenda que si les das dulces y cachorritos, te amarán toda la vida— me río —Hablo por experiencia propia, a Cora no le compre cachorritos porque ya sabes la vida que llevan sus peces.
—El ultimo lo tiene el idiota de Luke, está a salvo porque lo alimenta.
—Menos mal— me acaricia la barbilla enojado de hablar de él —Te llamé a tu habitación y no me respondiste. ¿Estás lista para nuestra cita? Quiero decir nuestra cena.
—¡La cena! Lo olvidé— resoplo —Aun tengo trabajo para Sarah y creo que Cora no irá con nosotros, está dormida, no sé a dónde se pierde ese imbécil de Luke todo el tiempo para dejarla sola, ni siquiera se ha preocupado por interesarse en los preparativos de la boca.
—Lo vi bebiendo en el bar del hotel con la cara golpeada— se pone serio. —Seguro cada que se pone ebrio le meten una paliza.
Hago una mueca, yo también lo he visto golpeado y no creo que sean los golpes de Dylan. —No quiero dejar sola a Cora, ¿Lo dejamos para mañana?
—Como tú quieras, siempre es como tú quieras— extiende los brazos. —El fin de semana estaremos celebrando un año más de una de las mejores británicas que he conocido.
—¿Crees que haya ánimos para hacer una verdadera celebración?
—Estamos en el Caribe.
—Eso no es suficiente— suspiro con todo lo que pasó —Si no desapareces para seguir a no se quién, espero que te quedes todo el día conmigo.
—Tengo ese día reservado para estar contigo hasta darte tu merecido regalo— le cambia el tono de voz.
—En ese caso si podemos celebrar en el Caribe, pero comienza desde hoy, vamos a mi habitación a recoger mi bolso y salimos a la playa a refrescarnos un rato.
—El clima no me favorece.
—Dylan— lo corto subiéndome los lentes negros para verlo mejor —Prometiste que disfrutaría del Caribe y lo voy a hacer.
Sonríe de lado —Esta bien.
Saco mi bolso y el bloqueador solar reajustándome las tiras del biquini que traigo. Veo las flores de colores que dejaron en la entrada y las meto oliéndolas con gusto. Algo se me hace familiar en el gesto, pero no hay notas de quién las manda.
—Caballero— uno de los del servicio del hotel lo detienen en nuestro a la salida —Las flores ya fueron entregadas a la habitación de su novia— dice erróneamente.
—Así que fuiste tú el de las flores, ya sabía que tienes algo de mago— lo miro metiendo el bloqueador solar a mi bolso.
—Un pequeño detalle en el Caribe y para comenzar a celebrar el fin de semana— se encoje de hombros y le da las gracias al hombre del servicio. —Te gustan las flores rojas ¿No?
—No eran rojas, eran de colores.
—Te envié un ramo de flores rojas ¿Quieres ir a verlo? — me lleva a la habitación y en la puerta hay uno de flores rojas y a lo lejos está el de las flores de colores.
Miro la puerta de la terraza de Cora abierta, aunque ella no estaba despierta cuando la ví.
—Pues me encantaron, sean rojas o de colores me encantó el detalle— le doy un beso en la mejilla y me lo llevo a disfrutar de la playa.
. . . .
Los días siguientes los disfruto más con Cora, veo a un Dylan más relajado a excepción de la tarde siguiente que sale de nuevo con Sarah y los otros agentes en la misión.
Bailamos en el mismo restaurante al que no se nos une Luke y hace bien porque cada día que pasa me debato en clavarle mi daga.
Miento si digo que no amo ser publicista, tanto que ni el mal humor de Sarah me deja sin gozar el poco trabajo que hago para ella, cuando lo termino estoy más relajada.
El viernes en la mañana muy temprano recibo unas flores iguales a las de hace cuatro días con la única nota de feliz cumpleaños que me pone una sonrisa en la cara, aunque dudo que sean de Dylan, pero mirando mi celular con los mensajes que le envié a Bennett creo saber que él es el autor.
Habría sido mejor si hablarle de Cora hubiera funcionado, pero nunca recibí respuesta de él.
Cora es la primera en felicitarme personalmente con un desayuno en la cama y vista al mar que me hace adorarla más porque acordó que Luke no estará presente y se lo agradezco.
—Hoy tenemos el día completo en el spa para relajarte, yo lo voy a pagar y en la noche a celebrar como se debe para mi sexy— muerde una fresa.
—Me conformaría que alguien me dejara entrar a ese jacuzzi de hielo que tanto he querido probar desde que llegamos aquí— le corto a mi waffles una porción considerable para el hambre que tengo.
—Es exclusivo de la gente rica, has estado en la lista de espera estas dos semanas.
—Si tengo que meterme a una de las suites del hotel para utilizarlo lo haré, no pienso irme del Caribe sin probar esa cosa extraña.
—Si quieres yo te ayudo a colarte en una de esas habitaciones.
No podemos seguir hablando más porque con un gesto muy tierno Dylan y los que viene con él del MI6 traen una pequeña tarta miniatura para felicitarme, menos Sarah, no es que importe.
—No me avergüences— lo golpeo de broma en el brazo.
Me acaricia la barbilla y se detiene de besarme en la frente. — Este no es mi magnifico regalo, ese te lo tengo reservado para más tarde.
Sonrío a medias y les doy las gracias a sus compañeros porque se que los obligo a venir a mi habitación, como es su superior deben obedecerlo. Luke mira la escena de lejos, pero cuando viene cierro la puerta en su cara, ni en cien años volverá a pisar el mismo lugar que yo.
Dylan desayuna con Cora y conmigo hablando de los detalles del lugar que por más que pregunte no me dicen más, hacen un buen equipo en mantener secretos los hermanos Gray.
Al medio día mi rubia favorita y yo aprovechamos para utilizar el spa del hotel con la excusa de que mi piel debe estar perfecta para la noche y mi cuerpo para mi regalo.
No somos tan egoístas cuando vemos a Sarah en el hall y la invitamos a unirse al spa, somos las únicas mujeres que venimos de Brent, pero se niega a acompañarnos déspotamente.
—Tenemos la recepción a las ocho de la noche el viernes en la noche, la ubicación te la enviaré una hora antes, tu único trabajo es ponerte más guapa de lo que eres y disfrutar — Cora se pide un masaje fácil que relaja ya las marcas inexistentes de su problema con el maldito Luke.
—Tu cena es tan misteriosa que comienzo a creer que vas a secuestrarme.
—No, sólo salió más cara de lo que suele ser— sonríe terminando con su sesión de relajación.
No paso por alto que debo invitar a los compañeros de Dylan a la celebración después de su incomoda felicitación en la mañana y eso incluye a mi némesis de este viaje.
Bendigo las manos de la mujer que me masajea la espalda y todos se van perdiendo dejándome en mi habitación el resto de la tarde.
Mientras me maquillo con la ubicación ya en mi celular pienso en muchas cosas, en cosas que han sucedido el ultimo año y han marcado de una o otra manera mi vida, Sawyer, Seth, Jaden, Hilton &Roe... Alexander.
Dejo mi vestido azul listo en una percha sobre la cama y voy cantando alternando mi mirada entre la vista a la playa que tiene el hotel y el espejo.
Busco máscara de pestañas en mi bolso, pero no encuentro y como tengo acceso a la habitación de Cora y el innombrable, me meto por la puerta de la terraza soltando un grito agudo cuando veo a Cora sobre el mueble de la entrada ya arreglada o más bien... desarreglada y gimiendo.
Bennett entre sus piernas.
Está con el torso desnudo, jadeando como ella y cuando me ve no oculta la sonrisa que trae en toda la cara, pero no se detiene.
—Hola Emma.
Aparto la mirada enseguida, ni siquiera trae ni pantalones, busco lo que vine a traer para salir corriendo de aquí. —¿Qué demonios haces aquí?
—¿Ni un saludo me vas a dar?
—Si no estuvieras dentro de mi mejor amiga y estuvieras vestido lo haría.
La risa de Cora me hace reírme también en medio de esta situación tan incomoda, miro a medias como lo besa y le regresa sus prendas de ropa. El color en las mejillas de ella es el mismo desde hace una semana.
—¿Hace cuánto llegaste?
—Lo que tarda un Jet en llegar después de tu mensaje— responde en voz baja mientras Cora se arregla la ropa. Me besa la mejilla como solía hacerlo antes, ya ha ganado peso, se ve más mejorado que la última vez que lo vía. —Feliz cumpleaños.
—Te volviste experta en esto. Lo tienes escondido en tu habitación desde hace dos semanas— ella no se ve culpable y yo tampoco la culpo. —¿Y Luke? — no es que me importe.
—Bien gracias, Que nos traiga algo de beber que me dejó agotado satisfacer mi gatita y que no me estorbe ese imbécil— saca una botella de agua del mini frigorífico.
—¿Enserio has estado aquí desde hace días?
—Pensé que te darías cuenta con las flores.
—Lo hice, pero...— los miro a los dos con una sonrisa —¡Están locos!
—No— Bennett la sienta sobre sus piernas —Vine a darle su despedida de soltera— el sarcasmo en su voz no deja dudas que le importa una mierda el compromiso de Cora tanto como a ella y como a mí.
—Cora— la voz de Luke hace que ella se reacomode el vestido de nuevo y yo me muevo nerviosa por la puerta cuando empuja a Bennett dentro del baño quitándole la sonrisa.
—Estoy aquí— le responde de vuelta y Luke entra por la terraza.
Viene oliendo a alcohol y otra vez veo una magulladura en su cara.
—Voy a estar en el bar mientras llevan a Emma a cenar— la mira de arriba abajo —Te ves hermosa, pastelito— la toma de la mano y mira su vestido con admiración cuando la gira a él la atrae a sí y la besa.
—Ya me tengo que ir— ella se separa casi al momento.
—¿No llevas tu anillo?
—No, puedo perderlo.
—Póntelo— le dice casi como una orden. —Ya hablé con tu tía la vamos a visitar en año nuevo para nuestra boda.
—Te dije que no quería comprometerla.
La mirada que le da la hace callarse y ponerse el anillo que le dio sobre el que yo le regalé. Miro a la puerta del baño entre abrirse.
—Si no te importar irte Luke, me voy a cambiar— lo corro antes que Bennett salga y se desate un problema más grande.
—Disfruten la fiesta— se da la media vuelta y se va.
Bennett sale del baño enojado y mira a Luke irse, ya no se acerca a Cora, sólo le mira el anillo de comprimo. —Feliz cumpleaños Emma.
—¿Nos acompañaras?
—¡No! ¡Dylan no puede verlo y menos mi prometido!
La risa de Bennett no tiene humor, la mira con media sonrisa que no alcanza sus ojos. —Sigue diciendo eso— espeta —¿Quieres decir algo gatita?
Le dejo privacidad a Cora para que hable con él mientras me visto en mi habitación. Me miro en el espejo con el ceño fruncido y en lugar de arreglarme salgo de nuevo a caminar.
Estoy a menos de dos horas de mi cena de cumpleaños, pero ver a Bennett aquí me pone nerviosa, la tortura continua de ver ese jacuzzi de hielo de nuevo sin poder usarlo me pone molesta.
—Disculpe— me acerco a uno de los trabajadores del hotel. —He estado en la lista de espera del jacuzzi de hielo, ¿Puedo usarlo hoy?
—Lo siento, los disponibles son para las suites.
Se van sin decirme más y yo me meto en el pasillo de las suites descalza, si es mi cumpleaños me voy a meter a una de las habitaciones, pero en la noche, regreso a mi habitación arreglándome.
Me recojo el cabello rociándome perfume en el escote de mi vestido. Me encanta lo que veo, pido el taxi mientras termino de aplicarme labial y al abrir la puerta de mi habitación con mi bolso en mano encuentro a Dylan esperando.
—Viene a llevarte al lugar.
—Pedí un taxi.
—Lo sé, pero también quería darte mi regalo ahora que tengo más valor y un trago encima— entra metiéndose a mi habitación y me aprisiona contra la puerta tirando mi bolso en el suelo, la tensión del beso no sucede.
Jadeo, sorprendida y trato que no arruine mi peinado. —¿Este es tu regalo? Me aprisionas en la puerta y me arruinas el peinado.
—Te voy a bailar esta noche— dice cerca de mi oído con voz lasciva —Después de la cena y la celebración, tú y yo vamos a celebrar solos aquí.
—Dylan— lo miro con los ojos muy abiertos porque suena muy sexual lo que dice.
—Lo que pase aquí lo vamos a disfrutar, eso es lo que acordamos Emma.
—Cierto.
—Entonces, espera que me convierto en buen bailarín esta noche— me acaricia la barbilla y baja a besarme la mejilla regresándome mi bolso. —¿Nos vamos? El lugar está esperándote.
Me cuesta seguirlo después de su acorralamiento muy seductor y a la vez cariñoso, el taxi que pedí nos lleva a los dos a un restaurante con vista al mar de los más caros de la ciudad, lo veo fascinada con el servicio bien uniformado y con la sonrisa de lado a lado me ayuda a bajar.
El lugar es un lujo, las paredes son de cristal transparente y es de dos pisos, este es el restaurante que siempre quise visitar en el Caribe y eso solo Cora lo sabía. Hizo mi deseo realidad.
El caribe me hace bien, Dylan tenía razón.
—¿Por qué no entras mientras le pago al taxi?
Asiento sin perder la sonrisa y camino mirando por todos lados fascinada, es mejor que en las fotografías de internet. Cuando veo a Cora de lejos camino a ella, pero sólo con entrar me detengo con el ceño fruncido.
—¡Dios sexy! — Cora viene a mi con su cabello rubio en ondas. Sarah está en la mesa que nos prepararon junto con los compañeros de Dylan. —¡Te ves como una verdadera diosa!
—¡Alquilaste el restaurante que quería!
—Lo mejor para mi sexy y con el maravilloso regalo que me diste tú de Kate— me abraza.
Casi se me saltan las lágrimas de emoción cuando me sienta en una de las mesas que nos reservaron y la carta está en dos idiomas y escrita extensamente. Dylan se sienta con nosotros pidiendo una de las champañas más caras.
Me siento tan viva.
Las burbujas endulzan mi lengua y hago un esfuerzo comunal para no mirar la mirada aburrida de Sarah. —Cuando te lo conté cuando teníamos quince años no pensé que cumplirías ese deseo.
—Ya se, soy la mejor— Cora alza las manos haciéndonos reír a la mayoría de la mesa.
—¡Sí!
—A los novatos del MI6 les pagan bien— uno de los compañeros de Dylan hace la broma y Sarah se ríe en voz alta, me río tan bien sin tomármelo personal.
—Creo que puedo unirme de por vida ahí.
—¿Enserio? ¿Lo has considerado? — Dylan deja sus cubiertos y me mira con atención.
—No.
—Piénsalo todo el tiempo que quieras— me guiña un ojo.
—Aprovechando el coqueteo de mi hermano— Cora me muestra una caja por debajo de la mesa. —Este es tu regalo— me la pasa y es más pesada de lo que se ve, los meseros retiran los platos de nuestros postres y traen la cuenta más extravagante que he visto en mi vida.
—Con el restaurante era suficiente.
—Ábrelo— se ríe a medias tomando su copa de champaña.
Alzo la tapa encontrando un vibrador como el que me dio al poco tiempo de ir a vivir a Londres, pero este es más grande y trae mi nombre en el tope. Casi me atraganto ahí mismo tapándolo para que ninguno de la mesa lo vea.
Una de las mesas a nuestra esquina la comienza a colocar como si alguien importante viniera, un grupo de meseros se alternan colocando platos y copas mientras Cora se ríe de mi expresión por su regalo.
Uno de los agentes le señala la mesa a Dylan y como hicieron la otra noche todos los del MI6 se ponen alertas, algo me dice que no estamos en este restaurante por casualidad.
—¿Qué es? — Dylan estira la cabeza y me apresuro a colocarlo en el suelo.
—Un arma femenina— es lo único que respondo.
—Que se puede usar con buena compañía— Cora a completa la frase riéndose de nuevo.
—Seguro es un vibrador que buena falta le hace— Sarah bebe más.
—Si quieres te regalo uno Sarah— la miro fijamente —Tal vez así te cambia el humor de mierda que traes.
Nos miramos fijamente y se ríe tensa como si fuera una broma, pero ya me cansé de soportarla.
—Emma ¿Has probado el jacuzzi de hielo del hotel? — pregunta uno de los otros agentes que vienen para aligerar la conversación.
—Me encantaría, llevo queriendo probarlo desde que llegamos, pero sólo son para huéspedes VIP, lo tienen las suites y por más que lo pida no puedo entrar.
—¿Sabes? Tengo a un conocido en el hotel, si quieres te consigo un pase a una de las habitaciones, ya sabes, como regalo de cumpleaños— mira a la mesa otra vez y le hace una seña a Dylan y también a Sarah.
—No lo pienso rechazar, acepto— me levanta el ánimo en instantes.
—Entonces no se diga más.
Los postres se terminan con la excelente comida y no puedo agradecerle más a Cora, Bennett por obvias razones no aparece y menos Luke. Nos levantamos de la mesa ahora más segura que ese "pez gordo" por el que vinieron va a venir a comer al restaurante.
—¿Lista para tu ultimo regalo? — la voz de Dylan me sobresalta mientras nos despedimos y me ayuda con la silla.
—Suena peligroso— lo miro a los ojos.
—Va a ser peligroso— sonríe de lado.
—Camaleón— Sarah nos señala la salida y salimos juntos, los taxis de la ciudad paran en la entrada recibiendo a los turistas, Sarah y los otros suben en la misma cabina, le doy mi bolso a Cora para ponerme el abrigo ligero que traigo, la noche está fresca.
No tan fría como una en Londres, pero me da escalofríos en los brazos.
—Olvidé mi abrigo— me río con el sabor de la champaña en mi boca todavía.
—Déjame a mí— se ofrece el mayor de los Gray.
—Ya voy a medio camino— subo los escalones de regreso, el hostess me regresa a nuestra mesa y me entrega del perchero mi abrigo ligero.
Camino a la entrada de nuevo dónde hay más clientes del restaurante unos entrando y otros saliendo. Cora me ondea la mano en nuestro taxi para que la vea entre la gente, por verla choco con un hombre mayor en su espalda.
Me apoyo en la espalda de otro hombre que va entrando, al que no le veo la cara.
—Lo siento— me disculpo con el anciano.
—¿Cuál es mi mesa? — dice el hombre a mi espalda al mismo tiempo que yo.
Me giro de inmediato al reconocer la voz al igual que lo hace él.
—Su mesa está por aquí señor Roe— dice el mesero.
Su mirada está igual de desconcertada la mía al verme mientras el suelo bajo mis pies se mueve cuando veo los ojos que me hicieron perder la cordura y caer hondo en una Tentación.
Los ojos de Alexander Roe.
¡Hola sexys!
Nuestros corazones son como piezas de dominós que se cayeron cuando el viento sopló...
Duerman bien que finalmente sucedió.
El lobo encontró a su presa.
¡Los amo tres millones!
-Karla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro