CAPÍTULO 2
Emma.
Siento unas cosquillas en la parte inferior de la muñeca de mi mano y poco a poco comienzo a despertarme. Mi piel se siente caliente, las mejillas me arden al igual que la frente.
La luz que entra por las cortinas apenas cerradas debió darme en el rostro durante el día y por eso el ardor. Digo durante el día porque el sol ya no pega en la habitación, el cielo está nublado, pero se ve que ya debe ser poco más de media tarde.
Me remuevo en la enorme cama porque estoy acostada de lado y con sorpresa siento que mi pierna se desliza con más facilidad que antes bajo las sabanas, todavía se siente pesada y se ve inflamada, pero eso es una pequeña señal de mejora.
Las cosquillas en mi muñeca regresan y me sobresalto dando un manotazo. Una cabeza se alza a mi lado y veo al perro de Bennett cerca de mí.
Se pone a mover la cabeza debajo de mi mano como si quisiera cariñitos. Lo único que hago es dejar mi mano sobre su pelaje sin moverla, pero parece que es suficiente para él.
Lo miro en silencio muchos minutos, me pesa la cabeza, me duele mucho como si me hubieran golpeado con algo. Todavía siento mi garganta seca. No quiero apartar los ojos de Kieran porque no sé qué voy a ver en la habitación.
Frunzo el ceño mientras trato de distinguir ese sonido de personas hablando. No sé de dónde viene. Como si el perro leyera mis pensamientos mueve su cabeza al pie de la cama y me arriesgo a seguir su mirada.
Una sin par de imagenes pasan por la pantalla del fondo que cuelga en la pared. El volumen está muy bajo que apenas percibo lo que dice. Kieran se levanta de la cama y se estira antes de comenzar a revolotear por la habitación como si un día en cama hubiera sido la peor de las torturas.
Lo veo moverse por los cuatro rincones, por el sofá de fondo y por un pasillo que lleva a una puerta, supongo que es el armario y lo confirmo cuando sale con un saco negro entre los dientes. Comienza jugar con él jaloneando las esquinas y mordisqueándolo.
El perro es exactamente como lo describió Cora, es todo un... mis pensamientos se detienen y esa sensación que me quema el pecho que se había adormecido conmigo vuelve a aparecer.
Cora.
Me escuecen los ojos al pensar en ella y en ese momento Kieran tira algo al suelo que me hace pegar un brinco cuando se quiebra rebotando el sonido por toda la habitación. La puerta se abre de inmediato y Ethan entra barriendo la habitación con la mirada.
Me agarro a la sabana y lo miro en silencio. Kieran se queda en su lugar sin menear la cola como si lo hubieran atrapado infraganti, pero eso no lo nota Ethan porque su mirada escanea con precaución.
—Fue el perro— digo con un hilo de voz.
Asiente como si estuviera acostumbrado y lo llama después de recoger lo que tiró al suelo y limpiarlo. —Lo sacaré para que no la moleste más señorita Brown.
Kieran responde de inmediato sacando la lengua entusiasmado y sale de la habitación con él meneando la cola. Me quedo otra vez sola y en silencio mirando todo a mi alrededor.
Ethan no tarda en entrar otra vez cargando una charola y por la rendija que deja abierta de la puerta veo a Octavian en la puerta, pero no entra.
Vienen dos platos grandes de comida, trae carne seca y verduras al vapor, un vaso grande de jugo de naranja y otro plato que tiene algo más que no logro ver desde aquí.
Un hombre tan grande y robusto como Ethan haciendo de mi sirviente se ve absurdo. Además, tengo recuerdos de él en esa casa, él también tenía un arma. Me mantengo en silencio y reparo en la botella de agua a lo lejos.
Le necesito. Sigo sin entender porque mi boca sigue tan seca si Alexander ya me ha dado de beber. Ethan en silencio prepara un plato que deduzco es para mí, aunque los nudos dentro de mi cuerpo rechazarán cualquier alimento.
Miro su espalda ancha, su chamarra de cuero me da la impresión que es más joven de lo que pensé. Mi pecho martillea desbocado, no tengo miedo de preguntar, tengo horror de hacerlo.
—Tú te la llevaste— susurro y Ethan se detiene de lo que hace para mirarme. Espero que sepa que hablo de Cora.
Me quedo en silencio para pronunciar mis siguientes palabras, pero un nudo en mi garganta no me impide soltarlas, sé que lo que me diga tiene el poder de terminar de destruirme.
—Tiene que comer algo— dice cuando el silencio ya se volvió lo suficientemente largo e incómodo.
Cuando lo miro de nuevo veo que se ve cansado, hay pequeñas bolsas bajo sus ojos, pero ni con eso pierde la postura rígida. No pregunto por Alexander, no quiero hacerlo, solo quiero dormirme otra vez y tal vez cuando despierte estaré con Cora mirando alguna serie de comedia y todo solo habrá sido una pesadilla.
Pero no puedo mentirme así, esperando que mágicamente todo a vuelva a la normalidad, solo me lastimaría en el proceso. Además, hace tiempo dejé de creer en los buenos sueños, ahora todo lo que veo es corrupción.
Porque sé lo que vi.
Sí, vi cara a cara a Seth reviviendo el infierno que me daño hace tiempo, con golpes y más de ese enfermo gracias a Sawyer Taylor que lo dejó lastimarme sin importarle que soy su hija.
También vi... el cuerpo de Cora en el suelo con la cara pálida y sin respirar, vi una casa de mujeres a la que me vendieron esos malditos y también vi... a Alexander matar a un hombre.
Alexander Roe.
Su ropa estaba sucia cuando entró a la habitación, muy en el fondo de mi sé que Jaden no fue el único descenso en sus manos. He evitado ese pensamiento desde que desperté, pero es mejor afrontar las cosas como son.
Mi mente reproduce esa escena y sacudo la cabeza como queriendo librarme de ella. —Esto es una pesadilla— digo mirando un punto muerto a lo lejos y aunque lo digo en voz baja que Ethan me escuchó perfectamente.
Siento que mire a donde mire todo será desconocido, como si todo si todo lo que vi fuera una mentira o una capa de actuación perfecta. Estoy en una enorme habitación y aun así siento como si me apretara todo a mi alrededor tratando de ahogarme.
Un sin fin de preguntas se arremolinan en mi mente, preguntas de las que solo pensar la respuesta siento un sabor amargo en mi garganta. ¿Qué coño pasó con Seth? Toda esa gente que estaba de esa casa de mujeres ¿Quiénes son?
¿Por qué existen lugares tan repulsivos como ese? Es un infierno estar ahí dentro, la mujer que me vistió para salir con los ricos es una maldita perra. Me insinuó todo lo que debía hacer.
—¿Dónde está Cora? — pregunto finalmente cuando encuentro mi voz, pero Ethan no responde —¿Dónde está Cora Ethan? — vuelvo a preguntar.
—Primero tiene que comer algo señorita Brown, todo lo que preparó Octavian le sentará bien.
Lo miro fijamente. No quiere decirlo, no soy estúpida para no captar las señales. Otra vez esa sensación me quema el pecho aparece y me agarro a la sabana para apartarla como puedo. No sollozo ni lloro, desde anoche solo siento que estoy como dormida mentalmente.
Me levanto a trompicones y Ethan se acerca a mí para ayudarme, aunque no lo dejo. Me limpio la cara bruscamente. No tengo muchas fuerzas para caminar, pero no me importa.
Cuando Alexander me encontró Ethan dijo que su pulso era débil, lo oí perfectamente, pero también oí mis gritos llamándola mientras estábamos encerradas y no despertó.
—Si está muerta dímelo— mi susurro me escuece la garganta —Rompe lo que queda de mi alma de una buena vez y no me mientas.
Ethan me mira en silencio y ya no puedo seguir de pie, me dejo caer de rodillas por el suelo y me agarro la cabeza con las dos manos con mucha fuerza.
Estoy herida y no me refiero a las heridas físicas, si no a lo que traigo dentro. Este maldito pesar que no me deja pensar coherentemente, no sé a qué me estoy enfrentando, esto no me deja analizar lo que tengo que hacer. Me está desgarrando, no sé lo que es y mucho menos no sé cómo lidiar con ello.
Quiero gritar, quiero aventar todo lo que tengo a mi alrededor, es... parpadeo varias veces analizando la reacción de mi cuerpo.
Es enojo.
Es confusión.
—Quiero agua por favor— pido mirándome las manos.
Me acerca un vaso, lo tomo con manos temblorosas y me lo llevo a la boca, aunque bebo no es suficiente, la boca siempre la tengo seca. Vacío hasta la mitad y miro a Ethan inclinado sobre mí.
Le clavo los ojos.
—¿Van a matarme por lo que vi?
Sé que lo que presencie es más de lo que una persona común sabe, sé que vi dentro de un hombre que tiene una reputación en los medios y eso me convierte en una amenaza, añadiendo el hecho que soy publicista.
Los contactos que tengo dentro de los medios, ellos saben cuál es mi trabajo, lo saben perfectamente.
No se ríe de mi pregunta ni tampoco se sorprende, solo mantiene esa expresión neutral mientras sacude la cabeza. Agacho la cabeza y muevo la pierna magullada con cuidado hasta sentarme en el suelo apoyada en el borde de la cama.
—Esta píldora es para la inflamación de su pierna— me acerca una pastilla del mueble de noche.
Lo miro sin tomarla de sus manos y su cara se arruga. —Vete por favor.
—Debo hacerla comer señorita Brown. — dice determinado y acerca la charola que me trajo, el plato que acondicionó.
Como no me muevo toma el tenedor él solo y lo lleva a mi boca. Aparto la cara recordando varias cosas de lo que pasó las últimas horas.
Desde este momento en adelante aborrezco que alguien me alimente. Las últimas dos personas que lo hicieron fueron esos malditos.
Ethan sigue pidiendo que coma, pero no muevo la cabeza. No sé cuánto tiempo pasa hasta que finalmente se rinde, pueden haber sido minutos o al menos una hora.
Mi cabeza esta reclinada hacia abajo y da la impresión que estoy dormida cuando se levanta. Como ve que no comí entonces va a acercarse para regresarme a la cama.
—Quiero quedarme aquí— respondo sin verlo.
No espero que cumpla lo que le pido, si algo tengo claro en medio de todo esto es que no estoy en posición de pedir nada, ahora que ya se me ha aclarado la mente tengo una idea de con qué tipo de personas estoy lidiando.
Escucho la puerta cerrarse cuando sale y mientras miro el cielo de Londres que comienza a gotear por la lluvia, la vista comienza a ponérseme borrosa.
El olor nauseabundo de la camiseta de Alexander que traigo puesta me dice que tan mal he estado desde que me trajo aquí. Desde que trajo al médico para que me examinara ha estado ocupándose de mí.
Me quito ese asqueroso vestido rojo que una vez usé en la exposición de Cora y ojalá hubiera podido tomar un baño caliente para quitarme la suciedad del suelo donde me arrastré, pero con lo que me pusieron en la espalda no pude hacerlo y tampoco tenía cabeza hace unas horas para preocuparme por eso.
Estaba abrumada, confundida y todavía lo estoy. Me paso las manos por los antebrazos bruscamente quitándome cómo puedo la suciedad que traigo.
Ese apartamento estuvo abandonado por meses y olía fatal. No tengo arcadas como hace horas con Alexander y su ropa sucia, por eso no lo quería cerca, porque cada vez que se me paraba al frente su ropa me daba arcadas.
Hago lo mismo con mis piernas y con mi cara. Lo hago con demasiada fuerza hasta que mi piel se pone roja, pero ni así logro quitarme este olor asqueroso de mi vómito, no sé cómo durmió conmigo así.
Miro el saco destrozado de Alexander que Kieran dejó en el suelo. Suelto el suspiro más grande que he dado en mi vida.
Las horas pasan más lentamente, el cielo comienza a tornarse oscuro y la lluvia comienza a caer. Las piernas ya se me tensaron por llevar tantas horas aquí tirada. Alexander no ha aparecido y Ethan tampoco ha vuelto a entrar.
Me arrastro para levantarme ayudándome de la cabecera de la cama. Tengo que quitarme esta playera mal oliente. Voy a abrir el cajón que está al lado de la cama del lado de Alexander, pero antes de hacerlo veo el arte que dejé la última vez que estuve aquí.
Aparto la mirada de él y camino hasta el armario de la puerta. Las piernas me tiemblan por la falta de movimiento, pero consigo caminar despacio hasta que entro al único lugar al nunca lo había hecho.
Palpo la pared esperando encontrar un interruptor y cuando lo hago la luz blanca baña todo a mi alrededor. Es como otra habitación completa y no reparo en todos los cajones que debe haber. También hay un espejo de cuerpo completo entre dos de las puertas cerradas.
Abro el primer cajón que veo, lo que sea servirá. Son calcetines. Voy por otro más y encuentro.
Encuentro una pila de camisetas como de gimnasio, grandes y sin magas. El olor a limpio es un alivio para mi persona. Cuando meto la mano para sacar la primera camiseta que veo mis dedos rozan algo aterciopelado que está guardado entre la ropa. Lo saco con cuidado y lo miro detenidamente.
Mi dedo resbala a la parte delantera y lo abro. Mis cejas se alzan a lo que veo. Toco delicadamente por encima. Es...
Un sonido fuera me hace cerrar el objeto y regresarlo a su lugar. Lo oculto bien y carraspeo mirando si alguien viene por la puerta. Nadie aparece, me apresuro a quitar la playera y me cubro con la ropa limpia.
Mientras lo hago por el espejo que hay veo un raspón detrás de mi muslo. No reparo en nada más que eso porque se de primera mano que mi aspecto es horrible, la piel se me ve pálida y aunque ya no tengo los labios resecos, estos no tienen color.
Me giro sobre mi espalda frente al espejo y poco a poco levanto el borde de la camiseta que me coloque hasta que veo el cardenal purpura en mi espalda baja. Ahogo un jadeo y me miro la espalda completa encontrando dos moretones más.
Todo se ve como dijo ese médico, tengo verdugones en la espalda y la pierna lastimada. Puede que no me hayan tomado a la fuerza gracias a Alexander, pero magullaron mi cuerpo esos malditos.
Parpadeo para contener las lágrimas de la rabia que siento creciendo dentro de mí. Me siento en un pequeño asiento de cuero al lado de espejo apretando los dientes y las manos en puños.
El médico que me examinó puso algo frio que calmó el dolor, pero esto se ve horrible.
Me levanto a trompicones y como puedo regreso a mi lugar en el suelo cerca de la cama.
La única luz que ilumina la habitación es la de la pantalla que sigue encendida, como la noche comienza a caer, la habitación se pone oscura. Con una mueca recuesto la espalda que me duele en el colchón mirando hacia el ventanal.
La pierna comienza a doler y alcanzo la píldora que antes me ofrecían. Me la trago como puedo y raspa por mi garganta cuando se desliza hacia abajo.
Momentáneamente pienso en el objeto aterciopelado, no parece religioso.
—Nos enlazamos en este momento a las afueras de Hilton &Roe dónde el señor Alexander Roe ofreció una rueda de prensa privada hace dos horas— dice la voz de una mujer en la pantalla dejando mis ensoñaciones de lado.
Sigo la mirada hasta que la imagen del noticiero local cambia. Aparecen las afueras de la oficina, cámaras apuntando a un hombre de traje que sube a un auto. Cuando veo el destello de cabello castaño aparto la mirada. La reproducción del comunicado que dio en la tarde comienza.
—¿Qué tiene que decir sobre el desafortunado accidente de su hotel en Brent señor Roe? — alguien le pregunta y comienzo a recordar lo que vi en la tele antes que Seth nos sacara del apartamento para llevarnos a Trafford.
—¿Dos accidentes en el mismo lugar en un periodo corto de tiempo significa una amenaza hacia su cadena hotelera o un fallo técnico de sus edificios? — añade otro y vuelvo a mirar a la pantalla.
Las cámaras enfocan a Alexander que mantiene el gesto rígido. —Hilton &Roe no comete errores con sus hoteles. — responde.
—¿Entonces como explica lo sucedido? ¿Tiene esto alguna relación con el incendió del hospital de la ciudad?
—Las autoridades del estado lo determinarán en su momento— su mano se mueve por la mesa —Pero si hubo un atentado terrorista en Brent, mi hotel no tiene relación alguna con los promotores que desencadenaron la catástrofe.
Está utilizando una técnica evasiva de preguntas, pero sin demostrarlo. Mantiene el perfil bajo y eso alienta a la gente a prestarle total atención. El señor debió decirle que diera la rueda de prensa.
—¿Cómo puede asegurar algo cómo eso señor Roe? — es la misma mujer la que pregunta sin estar satisfecha con ninguna respuesta, parece que lo está haciendo con intensión.
Alexander dirige su mirada a ella. —Hilton &Roe está en la lista de los mejores hoteles del mundo. Siempre mantendremos ese prestigio. La pregunta aquí, es ¿Por qué alguien habría de dudarlo?
La mujer no tiene replica para eso.
Alguien entra y se lleva la charola que debe tener la comida fría, agradezco que el ruido bloquee la voz masculina que habla otra vez en la pantalla. Una tenue luz comienza a encenderse en la habitación y me hace cerrar los ojos unos segundos.
Ethan vuelve a aparecer en mi campo de visión con una charola diferente. Con comida caliente. Le volteo la cara dándole mi respuesta y que no pierda su tiempo aquí como lo hizo en la tarde.
—Tiene que comer para recuperar fuerzas— insiste.
No le hago caso, pero ni aun así se va. Pone la charola sobre el mueble de noche y vuelve a ponerse de cuclillas a mi lado.
—Si come la llevaré a ver a Coraline al hospital.
Mi cabeza se alza inmediatamente y mi pulso se desborda en mi pecho. —¿Cómo? — no me permito tener esperanza, eso nunca termina bien, pero lo siguiente que dice levanta mi mente adormecida.
—Si come la llevaré a ver a Coraline al hospital— repite remarcando cada palabra.
Cierro los ojos y espero esas palabras que hacen falta para darme un poco de luz.
—Está viva.
Me agarro a sus brazos jadeando y me ayuda a levantarme del suelo. —¿Está... está viva?
Asiente. —El golpe en la cabeza fue fuerte, pero ella es una mujer dura y fuerte.
Las piernas se me debilitan. —¿Muy viva?
—Muy viva— el fantasma de una sonrisa cruza su boca, pero nunca sale.
Sonrío en medio de las lágrimas que se acumulan en mis ojos y doy gracias en mi mente a nadie en particular. —Llévame con ella— lo agarro de los hombros, dijo que trae un golpe en la cabeza. —Llévame ahora. Quiero verla, necesito verla Ethan.
—Primero tiene que comer algo.
—No, quiero verla ahora mismo. Necesito ver con mis propios ojos que está viva. — estoy a punto de suplicar, haré lo que sea para poder ver a mi rubia favorita.
—Escuche señorita Brown— trata de tranquilizarme —. Si quiere verla tiene que comer, no es fácil salir en sus condiciones.
Vuelvo a negar, pero cuando comienza a arreglar la charola como la anterior empiezo a analizar la situación y analizo lo que dice.
—No saldré de aquí ¿Verdad? — caigo en cuenta. —Y si Cora está viva tampoco lo hará.
No responde, se dedica a hacer su trabajo colocando comida en el plato. No van a dejarme salir de aquí. Soy un peligro para ellos. Después de lo que sucedió, podría armar un escándalo. Esta clase de gente no deja cabos sueltos.
—No soy un peligro, mantenme encerrada si quieres, pero déjame verla. Te lo suplico. — Como no me responde comienzo a sollozar de frustración y a través de mis lágrimas veo la cara de Ethan arrugarse.
—Escúcheme señorita Brown.
—¡No! — grito perdiendo la compostura.
—No debe alterarse, el medico dijo que...
—¡¿Por qué Ethan?! — le grito en la cara. —¿Por qué no me llevas con ella?
Los gritos comienzan a alzarse en la habitación y aunque Ethan trate de hacerme entrar en razón no veo forma de hacerlo. Siempre ha sido amable conmigo, me ha ayudado en más de una ocasión.
Ya me cansé de suplicar, estoy en un punto muerto y sintiendo que estoy enojada a cada que pasan las horas ¿Por qué? ¿Por qué tengo que ser la que siempre suplica?
Los pasos que escucho viniendo por el pasillo me ponen alerta y los ojos de Alexander se me clavan como dos dagas en la piel cuando la puerta se abre. Ethan sigue tratando de hablar conmigo, pero yo ya no lo miro, solo miro a Alexander.
Ethan se calla de inmediato cuando lo ve. La expresión molesta vuelve a su rostro y se mantiene tenso en su lugar. Me paso la mano por el rostro bruscamente enojada con todo el maldito mundo.
—Vete— le digo a Ethan apretando los dientes.
Mantengo mi posición tensa de pie. ¿Soy tonta o qué? Sigo dando por sentado que va a hacer lo que le pido. Ethan me mira con una ceja arqueada y sé que va mandarme a la mierda, pero el enojo que siento dentro me impulsó a hacerlo.
Alexander endereza la espalda en su lugar sin decir nada, sin contradecirme. Me siento como estúpida cuando Ethan se queda dónde está. No tiene que obedecerme, aquí no soy nadie. Matt es más agradable que él.
—Ya la oíste— dice Alexander de inmediato. Su tono de voz es tan áspero a lo que oído alguna vez de él.
Me quedo en silencio con el pecho comprimido y le rehúyo la mirada mientras la puerta se cierra. Nos quedamos solos y en silencio por muchos minutos, creo que no sabe que decir y yo tampoco. Aunque eso parece poco probable para un hombre como él.
—¿Vas a matarme por lo que vi? — pregunto sin mirarlo.
No dice nada solo que queda ahí como un maldito poste. Está repitiendo el mismo ritual de anoche. Quedarse en silencio mirándome. ¿Si le pido que me lleve con Cora lo hará? No, no lo hará.
—Quiero ducharme— digo finalmente rompiendo el silencio que no quiere cortar.
Sus pasos se mueven por la habitación casi al mismo tiempo que termino de pedírselo. Sigo mirando a la nada hasta que lo escucho en el baño. Poco a poco me siento en la cama y escucho el agua correr.
Sus pasos aparecen de nuevo en la habitación y veo como se acerca a mí. —¿Por qué has rechazado la comida que se te sirvió?
El olor a menta está de regreso en lugar de ese olor nauseabundo a sangre. Me levanta en brazos y me agarro a su cuello para que me lleve a la ducha.
Sus ojos quedan a la altura de los míos, el verde no se ve como el habitual. —Te hice una pregunta— me pone una mirada severa. Mi ceño se frunce por su tono demandante y sin darme cuenta ya le estoy dando una mirada similar.
Su mirada cambia al verme enojada, su ceño también deja de fruncirse. De inmediato aparto la cabeza rehuyéndole la mirada. Siento como los músculos de su cuello se tensan como si estuviera apretando la mandíbula.
El calor de su cuerpo es reconfortante y es lo que ha buscado mi cuerpo durante todo el día, pero sigue sin ser suficiente para regresarme a la realidad de lo que estoy afrontando.
Me deja en el piso de la ducha y ni siquiera me mira porque ya está caminando a la puerta sin que se lo pida, la cierra detrás de él y a los pocos segundos escucho la puerta principal también cerrarse.
Miro la puerta en silencio y me deshago de la playera prestada. Me apoyo en el mueble del baño y así camino hasta la ducha, la temperatura del agua está lo suficientemente caliente para levantar vapor y empañar los cristales de la ducha.
Me empapo de agua y con cuidado meto el cuerpo completo temiendo sentir ardor en la espalda, pero es tenue y con el paso de los minutos me acostumbro a soportarlo. Tomo la barra de jabón que huele a menta para pasármela por el cuerpo.
No hay un gel de ducha femenino, pero con el suyo me basta para lavarme el cabello y desenredarlo con los dedos. El agua caliente deshace los nudos en mis hombros y parte de la tensión desaparece.
Es increíble lo que un solo baño puede hacer.
No quiero pensar en nada mientras estoy aquí dentro. Me quedo bajo el chorro de agua hasta que me pesa la cabeza otra vez y la piel de mis dedos ya se arrugó. Tomo el único albornoz que está en la ducha y me lo coloco.
Me queda grande porque es suyo, salgo con el cabello mojado sujetándome de la pared y logro llegar hasta la cama. El camino hasta su armario es muy largo y la pierna ya me duele otra vez.
Solo con el albornoz me meto en la cama colocándome de lado para dejar descansar mi pierna.
Mis pensamientos van y viene con Cora, rogando que ese golpe del que habló Ethan no sea nada serio, todo se siente relativamente familiar, pero cuando mis pensamientos comienzan a dirigirse hacia la situación en cuestión, dejo de pensar y me acurruco en la cama mirando hacia el ventanal.
La ducha caliente tiene mis músculos relajados y las sabanas me acobijan como una manta suave calentándome del frio.
La pantalla ya no está encendida, la única luz que bien es la de la ducha poniendo la habitación de forma acogedora.
. . .
Despierto con el reloj interno porque la luz a fuera apenas va a comenzar a salir, no sé en qué momento de la noche me dormí ni como lo hice.
Estoy sola en la habitación, el otro lado de la cama está como lo dejé, nadie ha venido aquí durante la noche, aunque la charola de comida que nunca toqué ya desapareció.
Me quedo en la cama envuelta en el silencio, suspirando de vez en cuando. Con mis dedos juego con los bordes de la sabana y siento ese familiar rugido en mi estómago que no sentí ayer que me dice que con el paso de las horas mi cuerpo va reaccionando.
Trato de alcanzar un vaso de agua que está en el mueble de noche del lado de Alexander para refrescarme la garganta y es ahí cuando escucho la respiración de alguien más en la habitación.
Me siento en la cama y quedo inmóvil con los ojos bien abiertos mirando a mi alrededor, pero la habitación está completamente vacía a excepción de mí. Me meto dos mechones de cabello detrás de las orejas que se secó durante la noche.
Vuelvo a oír una inhalación y de inmediato me quito la sabana de encima. Gateo a medias por la cama apoyando todo mi peso en mis brazos y sigo el sonido hasta la parte delantera.
Hay un bulto masculino en el piso. Tiene el brazo izquierdo bajo su cabeza y su pecho sube con regularidad. No tiene una manta ni mucho menos un cojín. Sus parpados cerrados ocultan los ojos verdes característicos.
Parpadeo y regreso lentamente a mi lugar en la cama con el pecho palpitándome. Mi estómago ruge de nuevo recordándome mis necesidades humanas. Mi cabeza pesa como una piedra.
Lo escucho moverse en el suelo y cierro los ojos de golpe. Suelta una maldición y luego un quejido mientras se levanta. Lo escucho murmurar algo más que no entiendo y los pasos de sus pies descalzos se van acercando.
Me mantengo inmóvil y respiro profundamente para que crea que sigo dormida. Siento el calor acercarse a mi cara y me ruego por mantener los ojos cerrados. Mi estómago hace acto de presencia y no siento que me toque.
Sus pasos se alejan y abro un ojo a medias, lo veo con el ceño fruncido con el teléfono en la mano.
—Tráele el desayuno equilibrado que te pedí. — dice —Y dile a Ida que lo espero en diez minutos abajo.
Deja el teléfono en su lugar y sale de la habitación de inmediato. Veo que el cielo afuera sigue oscuro y él ya está con pendientes, pero después de ver como se pusieron las cosas en su conferencia, me doy una idea de lo que está enfrentando.
No pasa más de media hora cuando tocan a la puerta casi con miedo.
Dejo que toquen un rato bastante largo, no voy a levantarme de aquí, pero la persona fuera sigue tocando y no me queda más remedio que responder.
—Adelante— digo
Ethan entra por la puerta con una charola similar a la de anoche. Aparta la mirada con educación. En silencio prepara el plato justo igual que ayer. Casi me siento mal por lo ayer, pero disculparme sería ridículo.
Estas personas no son lo que parecen. Ethan no es un simple chofer, ni un simple guardaespaldas de Alexander Roe.
Me ofrece el plato y por educación le doy las gracias en voz baja. Me deja la píldora de la pierna en la bandeja que me acerca y no protesto para tomármela. Sale por la puerta y corto el primer trozo de carne para llevarlo a mi boca.
Miro de lejos el lugar donde estaba dormido Alexander y parpadeo conteniendo la reacción de mis ojos que escuecen. No dejo que el sentimiento en mi pecho salga, ese sentimiento al que tanto le hui.
Tomo una respiración profunda y me concentro en comer lo poco que le cabe a mi estómago en silencio. Veo el mando de la pantalla en el mueble dónde está y me levanto a tomarlo para que haya algo que haga ruido.
Se enciende mostrándome las primeras noticas de la mañana, y la del incendio en el hospital de Brent de hace dos días aparece.
Alexander.
Entro a la habitación blanca y el olor a medicación está en el aire. La rubia tiene una mano conectada al medidor de pulso y cuando me ve entrar me barre con la mirada. Todavía es de madrugada, pero ya está despierta.
—Coraline— digo
—Alexander Roe— responde de inmediato. —Cabezota. — lo último que dice no alcanzo a escucharlo.
Tiene el suelo bajando a su mano. Ya se ve despierta, desde anoche recibí noticias de ella.
—Recuerdas lo que sucedió, el medico dice que el golpe en tu cabeza fue fuerte.
—Claro que lo recuerdo — me habla de forma tajante —¿Dónde está Emma? Si me trajeron aquí es porque me encontraron y yo estaba dónde ella. Así que por favor dime que está bien.
—Está en mi casa— es lo único que respondo.
Me mira de arriba abajo otra vez. —Nos encontraron en Trafford ¿Cierto? ¿Sabes quién nos llevó ahí? — me barre otra vez —Tú debes tener muchos contactos para habernos localizado.
Ladeo la cabeza a su actitud desafiante. —Hay algo que quieras decirme Coraline.
—Nada que no sepas.
La conversación que tuve con Bennett hace poco regresa a mi cabeza. Que ella haya visto cosas personales mientras buscaba los documentos de los negocios de los rusos. Tomo nota mental de todos sus movimientos y su actitud.
—Nos robaron todo— dice después de un momento. —Estoy segura que no dejaron nada en nuestro apartamento, antes que nos sacaran de ahí.
—Por tu seguridad y la de Emma no pueden regresar a ese apartamento.
—Estaríamos locas si lo hiciéramos, ellos son unos malditos— su ceño se frunce y deja descansando su mano en uno de los cojines. —¿Qué pasó con la gente que nos llevó ahí? Por favor no digas que están en la cárcel y van a recibir su merecido castigo, eso es una vil mentira. Tratamos que los oficiales los detuvieran y no hicieron nada. ¿Sabes quiénes son los que nos secuestraron a Emma y a mí? ¿Ella te dijo algo? — pregunta con cautela.
Lo sé todo. Absolutamente todo.
—Sea quienes hayan sido, están muertos, mis hombres lo hicieron. — le respondo y su cara se pone pálida. —En cuanto recibas el alta del hospital que no será en más de dos días, uno de mis hombres te llevará a mi casa para que te quedes ahí el tiempo pertinente.
No pregunta más de lo primero que le dije. Carraspea. —Nos robaron todo— dice como recordándolo. —No sé dónde quedaron nuestras cosas. Tengo que llamar a Luke. Debe estar preocupado.
Se corta de repente tratando no hablar de más. La miro fijamente. —Piensa bien en lo que harás y en lo que le dirás, los vecinos saben que fue un asalto lo de su apartamento y como el recepcionista también está muerto, ya debe saberlo.
Se pone más pálida que antes
—Buen día Coraline— salgo de ahí dejándole vigilancia.
Estoy seguro que la rubia sabe más de lo que me dijo. Miro la puerta de reojo, sabe mucho más y también sabe cómo ocultarlo.
. . .
Me empino de nuevo el vaso de wiskey escoces sin inmutarme del estómago vacío que solo lleno de alcohol y termino las modificaciones de los edificios. Ida entra en el estudio con el diagnóstico del médico en la mano por su espalda me parece ver una bola de pelos amarilla.
—¿Qué dice? — no pierdo el tiempo leyendo la hoja, me encargo de abrir el discurso que escribió Christopher para presentarlo en un par de horas más.
Ya se les dio la noticia que el apartamento de Emma fue asaltado. También hombre que dejé con la rubia me escribió para decirme que el tal Luke se apareció por ahí.
—Una contusión severa en la cabeza, no la mató por suerte, pero estuvo cerca de hacerlo. — explica—. La mujer no ha hecho más preguntas de las que debe, pero encontré datos interesantes de ella.
Despego mi vista de los documentos que tengo en la mano y miro la hoja que me ofrece. Está el contrato con la Galería de Londres, aparecen nombres como el de su representante, el tal Luke. No familiares, solo un hermano.
—¿Ese hermano ha tratado de contactarse con ella o Luke? Te di el celular que encontramos en su antiguo apartamento para que lo revisaras.
—Ya logré calmar a su agente dándole información falsa de dónde se encuentra, llegó una hora después que hablé con él, pero del hermano no teníamos rastro hasta esta madrugada que trató de contactarla. Ella no ha dicho nada de él o preguntado si quiera desde que despertó.
Dejo la hoja de lado fijándome en el nombre del hermano de la rubia. Dylan Gray. —¿A qué se dedica su hermano?
—La información de él es confidencial, no hay rastros sueltos sobre sus ocupaciones, deduzco que tiene un cargo en el gobierno o cargo de autoridad mayor. Ya estoy en búsqueda de su nombre por mis contactos infiltrados.
—Si fuera del gobierno ya lo sabríamos, quiero información completa sobre él.
—Del detonador que buscamos ya es demasiado tarde, lo tienen las autoridades mayores, lo encontraron antes que nosotros. — suelto una maldición y me froto las sienes—. Logan sigue en la ciudad, hemos tenido reportes de camionetas de Kray por la zona.
—No va a largarse hasta terminar lo que empezó— bufo mientras Ethan se mueve de su lugar determinado. —Tenemos tres variantes, aunque Logan solo conoce dos. El escándalo del hotel y el ataque directo con Alesha, no sabe lo del detonador.
Ethan permanece en silencio sobrepasando las opciones en su cabeza como suele hacerlo. Sonrío de lado.
—Ethan hazle saber a Caterva nuestra felicidad por su hija con Logan— miro al otro —Tu encárgate de mantener vigilado al equipo de Brent para ver qué información sacamos. — ordeno—. Fuera no quiero nadie me moleste.
Ambos hombres asienten dejándome solo. Me agarro las sienes y parpadeo para aclararme la vista.
La puerta se abre de nuevo y cuando levanto la mirada para echar a gritos al cabrón que me haya interrumpido veo que es Emma. Tiene puesta una de mis camisetas y uno de mis pantalones cortos que le quedan grandes.
—Quiero hacer un trato contigo— dice a medias levantando la barbilla.
Las ojeras de antes ya comenzaron a desaparecer de sus ojos. El color ya regresó a sus mejillas ahora que comió. Le hago una señal con la cabeza para que entre y también observo como la pierna ya la mueve con más facilidad.
No me mira, aunque mantiene la expresión seria. Espero que venga a tratar de hablar sobre lo que debemos como el hecho de que maté a ese jodido imbécil frente a sus ojos. No está lista para esa conversación todavía.
Anoche hizo amago de sacarlo al tema, pero debe procesar todo. Apenas comienza a hablar, se ha mantenido en silencio. Toma asiento en la silla del frente y se mete el cabello detrás de las orejas.
—Te escucho— digo cuando ella no habla.
Se toca las manos y las remueve nerviosa entre sus piernas. —Yo...— se queda en silencio. —Yo sé... yo sé qué... — no puede terminar una sola oración.
Parpadea y toma una respiración profunda como lo hace cuando deja que su perfil ejecutivo salga. Cuando vuelve a hablar su voz es más clara que antes.
—Alexander yo... yo te pido que me dejes ver a Cora, la última vez que la vi estaba como muerta. necesito ver con mis propios ojos que sigue respirando. Ethan me dijo que está viva. — se le corta la voz y tarda para hablar.
La miro en silencio hasta que sus pestañas húmedas suben y me clava esos ojos.
—No voy a decir nada de lo que vi, no voy a hablar con nadie, solo pido verla.
Me levanto de mi lugar hacia dónde ella. Desde anoche ya noto que no tiembla, no se amedrenta cuando me acerco. Levanta otra vez la mirada. Quiero ver lo que hay dentro, y entenderlo.
Anoche cuando me miro molesta supe que está regresando en sí, pero tan rápido como apareció esa expresión en su rostro, rápido desapareció. La miro fijamente como lo he hecho.
—Sabes perfectamente lo que viste, no te engañes.
—¿Vas a matarme por lo que vi? — pregunta en voz baja. —Ya me quedó claro que Alexander Roe no es solo un empresario millonario.
No hay amargura ni otra emoción en sus palabras, parece que las ensayó antes de venir a verme. Aprieto la mandíbula con fuerza. Me inclino sobre ella con el gesto severo que traigo desde hace días y se encoje en su asiento.
Hizo una pregunta estúpida otra vez. —Haz esa pregunta otra vez.
Parpadea y me rehúye la mirada de nuevo. Quiero que vea, que escuche de sus propios labios lo que está diciendo y ver si es una pregunta hecha al azar o la hace con toda la intensión.
—¿Vas a matarme por lo que vi? — dice en voz baja.
La tomo de la barbilla y la hago mirarme. —Mirándome a los ojos.
Respira hondo y aparta la mirada. Lo sabe perfectamente. Sabe que su pregunta es putamente absurda, pero no va a admitirlo.
—No tienes que pedir tratos ni suplicar nada, no eres prisionera aquí, ni en ningún lado — la miro fijamente y sus cejas se alzan.
Ya se ve con mejor aspecto anímico que ayer, en gran parte debe ser por su amiga.
—Ethan te llevará a ver a Cora— me separo de ella para no incomodarla. —Está en el consultorio de tu Dra. Kriss. Aprovecharas para hacerte revisión de la pierna, has estado caminado por todos lados y los analgésicos ya debieron disminuir la inflamación.
Me mira son los ojos brillosos y asiente, antes de rehuirme la mirada otra vez. No me deja ver lo que hay ahí, algo que no quiere que mire o no quiere sentir.
Esa mujer es su médico particular, pero el medico que conseguí después de traerla le hizo la revisión general, asegurándose de todo lo que le pasó a su cuerpo después que ella se lo pidiera.
Ella escucho todo lo que dijo en el diagnóstico. Vio el medicamento que le dejo para la pierna y el dolor en la espalda. La bola de pelos amarilla que vi antes entra por la rendija de la puerta semi abierta.
—Largo de aquí—digo molesto. Hoy se larga de mi casa.
Emma voltea a ver a quién le hablo y el perro sin hacerme caso pasa y se acerca a ella para hacerle arrumacos en una de sus piernas. De repente el perro me comienza a ladrar. Emma se sobresalta y se levanta de la silla de inmediato.
La tomo del antebrazo para que no se caiga, pero se zafa de mi agarre y va con él acariciándole la cabeza para tranquilizarlo. Lo que me faltaba. La alejo del perro y la insto a que salga conmigo.
Todavía le cuesta ir rápido por la pierna, como tengo prisa la levanto para llevarla en brazos. La llevo a la habitación y la dejo sobre el suelo con el gesto endurecido. —Eres un maldito mentiroso— dice en mi cara.
—Siempre has sabido que el diablo miente— me inclino sobre ella.
Sus ojos se entornan. —Eres un as... — se detiene.
—Dilo— no me amedrento. —Soy un puto asesino. Si quieres poner en este momento las cartas sobre la mesa Emma Brown, hagámoslo.
Nos miramos fijamente, su ceño se frunce, pero me retiene la mirada como aceptando lo que ve por primera vez. —Esa era una casa de prostitutas.
—Lo es— le confirmo.
—Me vendieron, me hablaron de los hombres que debía atender— su respiración se acelera. —Te vi matar a Jaden, vi a gente muerta por todos lados. ¿Qué mierda es eso? — su tono de voz comienza a alterarse con su semblante. —¿Qué mierda es?
—La organización de los treinta y siete.
Me mira fijamente de arriba hacia abajo. Da media vuelta rehuyéndome nuevamente la mirada. Sus acciones están comenzando a encajar una a una frente a mí. Las señales del evento traumático que presencio no están.
Me da la cara de nuevo mirándome con confusión y con rabia. Sus ojos se clavan en los míos, está buscando algo. —¿Tú estás dentro de esa mierda?
Se queda en silencio cuando no le respondo, lo único que hago es mirarla. Salgo por la puerta sintiendo el tirón en la nuca. Ethan se acerca a tomar su lugar en la puerta.
—Cómprale ropa para que pueda salir y llévala a dónde te pida — le doy órdenes —Mantenla vigilada hasta que muestre alguna señal de lo que va a hacer.
Si está alterada puede tomar represarías que involucren todo lo que vio. Teniendo en cuanta que la rubia tiene como hermano con un rango alto, debemos prevenirnos y márcanos un camino limpio hasta que se calmen los medios con las noticias de Brent.
Pero también necesito saber lo que se avecina con ella, ya vio lo que hay detrás de ciertas cosas, la organización se mantiene al margen de lo que sucede, pero no lo hará por mucho tiempo y como autoridad debo presentar los estragos de lo que sucedió.
—Como ordene señor.
—A ella no se le niega nada— le recuerdo las mismas palabras que le dije anoche cuando no cumplió su orden de inmediato al echarlo de la habitación.
Me voy al auto conduciendo solo hasta Hilton& Roe. La sala de reuniones ya está preparada y mis socios mayoritarios están aquí esperando. Erick pasa al frente para hablar como abogado, pero no ha iniciado la reunión todavía cuando Bennett entra por la puerta hecho una mierda.
¡Hola sexys!
Hay cabos sueltos todavía, pero esto debe ir tomando su curso a su debido tiempo.
Nunca subestimen al que lastimaron, porque el silencio es el antecesor de la venganza.
¡Los amo tres millones!
-Karla
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