CAPÍTULO 16
Narrador omnisciente (Diecisiete años atrás)
Hay un niño sucio en el suelo de las jaulas de Logan Roe en un pueblo llamado Stratford las afueras de Londres.
El agua de las goteras se escucha por las cuatro paredes, todo está en silencio hasta que la música se escucha a la media noche y aparecen los escarnios de los kray que parecen sacados desde el mismo averno.
El niño tiene las rodillas raspadas y las manos abiertas con heridas que se hizo para sacar la manta vieja del hueco de la otra celda. Sus sollozos no se escuchan en su jaula porque no está llorando.
Tiene mucha hambre, pero la poca comida que le trajeron los kray se la dio a su hermano pequeño, de todas formas, un pedazo de pan mohoso y sucio no iba a llenarlo.
En una jaula cercana ve a la chica del cabello rojo que lo mira, ella es Alesha la hija de Caterva, uno de los Kray de Logan, y hace casi cuatro días que la trajeron con su padre aquí, pero él sabe que al menos ella tiene a su padre para soportar estar en ese asqueroso lugar y no está desprotegida como él y Bennett.
—Alex— la voz de su hermano menor corta el silencio. —Tengo frio.
—Ven— su pequeño cuerpo se encoje y él lo atrae para abrazarlo. Recuesta su cabeza en sus piernas y lo acurruca para que se duerma de nuevo. Ve como Caterva lo mira en silencio, pero no dice nada ni hace nada para ayudarlos.
Logan dio instrucciones que quien los ayude iba a terminar metido en una jaula también, esa es su forma de mostrarles la lección.
Desde que la madre los dejó, Logan ha hecho de todo con ellos menos cuidarlos. Escucho a su tía Maya decir que su madre se había hartado de estar con los treinta y siete, no entiende lo que significa y si se fue ¿Por qué no se los llevó con ella?
¿Por qué no pueden volver a su casa de antes? A veces cuando no puede dormir cierra los ojos y pasa entre sus dedos el dije que le dejó su madre mientras recuerda todos esos momentos felices cuando parecían una familia normal hasta que fue consciente de que su papá era algo más importante.
Cuando veía a los kray ir y venir de su casa todos los días su mamá siempre lo mandaba a su habitación, pero ella se fue y no hubo nadie más que le dijera que no viera lo que su padre era en realidad,
Aunque el niño no lo crea Caterva lo mira con decepción de lo que pudo ser una infancia diferente si su madre se hubiera quedado a cargo de ellos y no del hombre robusto de ojos verdes al que le sirve.
Pero Meredith abandonó a su familia. Y si Logan ya era cruel, eso lo convirtió en el ser más despreciable que alguien haya visto. Aprieta la cabeza de su hija para que se duerma y ve el reflejo de una daga que seguramente se robó.
Logan está creciendo la organización que tiene tratando de situar territorio en Londres, pero los rusos de las otras organizaciones criminales son muy astutos y no dejan que nadie se ponga sobre ellos.
Caterva sabe que Logan tiene un plan para debilitar a los rusos, escuchó que va a hacer alianzas con varios de ellos, solo necesita encontrar a uno poderoso, se escuchan rumores de que será un tal Dmitry Makov.
Lo único que quiere es salir de esta porquería, la espalda le duele de tantos golpes que le dio ese cabrón traicionero, ni porque es su mano derecha deja de rebajarlo a nada.
—Extraño a mamá, quiero que venga por nosotros Alex, ya no quiero estar aquí, papá es malo con nosotros. ¿Ya no nos quiere?
—Duérmete Bennett— lo arropa con la manta vieja, aunque él también quiere verla.
Quiere que aparezca de nuevo y los saque de ahí, la extraña mucho y todas las noches cuando su hermano ya se durmió aprieta la cruz que les dejo y en su mente le pide que vuelva para que papá deje se ser tan malo con ellos y vuelva a ser bueno.
Pero siempre amanece y nunca se cumplen sus deseos, aunque los desea con todo su corazón como le enseñó la tía Maya.
—Si esta jaula tuviera colores sería mejor, sería como una sala de juegos como la que vimos en la tele y podríamos comer golosinas como esos niños— dice su hermano pequeño negándose a dormir, pero se le ve feliz sólo de imaginar esas cosas que ellos no tienen.
—Para poder pintar las paredes primero se necesita un lugar dónde entre la luz como por aquí— señala una de las paredes soñando como él. —Después se necesitarían cambiar estas puertas oxidadas por puertas nuevas.
—¿Y cómo vamos a hacer eso nosotros solos?
— Un arquitecto puede hacerlo.
—¿Y qué es un arquitecto? — su hermano lo mira desde abajo acostado en sus piernas.
—Una persona que crea cosas y que construye edificios grandes. He visto y leído las revistas de la tía Maya y hay gente que hace cosas y muchas más, como correr autos y cocinar, a esos los llaman chefs.
Sabe que su hermano es muy pequeño para entenderlo, pero lo escucha, esas son las historias que le cuenta antes de dormir.
—Cuando sea grande te voy a construir una sala de juegos como la que vimos y la voy a llenar de esos dulces para ti solo.
—¿Enserio? — el de ojos castaños más pequeño grita emocionado.
—Sí, te lo prometo— lo hace acostarse otra vez y poco a poco comienza a mecerlo. —Me voy a robar la revista de la tía Maya para buscar a uno de esos hombres que construyen y él me va a ayudar.
—¿Y dónde está la tía Maya Alex? ¿Por qué no ha venido a sacarnos de las jaulas? Ella siempre viene cuando papá no está y nos regresa a la casa, quiero que venga.
—Dicen que papá... dicen que Logan se la llevó— se corrige —Ya duérmete Bennett que es tarde.
—¿Cómo sabes que es tarde si aquí todo está siempre oscuro?
—Porque soy muy inteligente y tú no.
El niño se arrastra con su hermano y juntos se tumban en el suelo. Bennett se acurruca hacia su hermano mayor y poco a poco se queda dormido.
Si tan solo hubiera una forma de salir de ahí. Su padre les dijo que no podían acercarse a las jaulas, pero lo hicieron mientras jugaban y cómo castigo los encerró en ellas desde hace dos semanas.
Apenas comen lo que les avientan cuando la música suena y los Krays se mofan de los mugrientos que hay encerrados ahí maltratándolos. Caterva algo debió haber hecho mal para estar aquí con ellos.
Un kray le dijo que como castigo se lo van a llevar con los rusos para que lo entrenen, ni loco va a dejar que lo alejen de su hermano.
El niño se pasa la mano por la nuca dónde el Kray le pego con el tubo de metal, le arden los ojos a veces y hay otras que no puede ver bien cuando hay mucha luz.
Mientras el niño mira enojado hacia el suelo enojado una de las puertas se abre. Uno de los hombres infiltrados del gobierno que se hace pasar por Kray, hace pasar a un hombre medio rubio, medio castaño.
Es uno de los políticos candidatos al parlamento o al puesto de ministro que se acerca a las jaulas dónde Caterva.
El infiltrado le dijo que al mano derecha del líder lo trajeron a las jaulas hace días y como él quiere el puesto en el gobierno quiere ayuda extra, pero para hacerse de ministro no lo va lograr con menos dinero del que tienen los demás.
Si logra hacer que el mano derecha del líder le de información consecutiva podrá poner a la seguridad del gobierno ingles de su lado y conseguir el puesto que quiere.
—¿Qué hacen aquí? — Caterva se levanta por todos. —Ya sabía que eras un puto traidor, deja que Logan lo sepa y de aquí no sales con cojones.
—A esta hora no los vigilan ¿Verdad? — el hombre de apenas veinticinco años trata de tranquilizarlo, aunque se ve de lejos que es un hombre recio de trabajo duro, sino fuera por los barrotes ya se le hubiera ido encima. —Este lugar no es agradable, menos para una niña tan pequeña, ¿Es tu hija?
—Sí y cómo cualquier niña de la organización te puede rebanar la garganta. — le escupe en la cara.
—Esta pequeña organización no es una mafia todavía. — se burla quitándose el escupitajo con asco —. Vengo aquí a negociar, soy Richard Joseph Madden Louis candidato a miembro del parlamento o al próximo ministro a la planeada muerte del actual.
—¿Y a mi que mierda me importa? Estás muerto, estás en territorio equivocado— le grita al infiltrado que sólo de pensarlo le tiemblan las piernas.
—Claro que te importa, estoy aquí para ofrecerte un trato, está organización es una escoria en el mundo y aunque traiciones tu lealtad apuesto a que quieres una vida mejor para tu hija.
Caterva mira a su pequeña de ojos azules que hace unos minutos le pedía comida. El político sonríe al ver que tiene su atención.
—El indulto ingles es un regimiento de protección que se les ofrece a los criminales por declarar en contra de las organizaciones o mafias para las que trabajan reduciendo su condena. — explica — Nadie tiene autoridad de ofrecerlo sino el primer ministro del estado.
—Tú no eres ministro.
—Si me ayudas voy a escalar al puesto.
Caterva se ríe. —Nací en esta mierda, no quiero tus porquerías políticas.
—Me basta que me des la información periódicamente sobre los movimientos de esta organización para engañar a la seguridad del gobierno con pequeños operativos y yo pondré a hombres bajo tu cargo para hacerte de poder y dinero, y no ser solamente uno de los miserables Krays de Logan Roe.
El de la jaula se vuelve a reír. — Pasó de ser el gato de Logan a ser tu gato.
—Nadie dijo que te voy a dar todo gratis. — el político se ve más perverso que Caterva en ese momento. —Estarás bajo mi mando y a cambio te saco de las jaulas, mi auto está afuera.
Caterva aprieta el pecho y con coraje de un mugriento, porque en eso se convierte al aceptar la traición a su organización como un cobarde que quiere poder y dinero, toma la mano del político que manda de inmediato al infiltrado a abrirle la puerta oxidada con las llaves que se robó.
—¿Qué es esto exactamente? — el político barre su mirada entre los mugrientos del lugar — Gente encerrada, goteras por todos lados, debe haber ratas aquí.
—Ratas no, hay mugrientos, que son traidores y estorbos para los kray. Cuando la música empieza a la media noche se pone peor, hay que largarnos de aquí— le avisa Caterva saliendo con su única línea de sangre a lado de él.
El político los deja pasar para la salida junto con el infiltrado, pero antes de seguirlos una voz más aguda los detiene.
—Yo quiero lo mismo para mí y para mi hermano. —le grita el niño de la otra jaula al que no había visto.
—¿Qué quieres? — se agacha el que será próximamente el segundo ministro del gobierno inglés con todas las trabas que está forjando para ganarse el puesto.
—Oí todo lo que le ofreciste al Kray, quiero que nos saques de las jaulas o voy a decir todo lo que escuché.
—¿Y tú quién eres? — la curiosidad el político es grande al oír la amenaza de alguien tan pequeño.
—No te acerques a él— le grita Caterva —Sácame de aquí y yo me las arreglo para que Logan no me vuelva a encerrar, te pasaré toda la información que quieras.
—Dime quién eres— le insiste.
—Soy Alexander Roe, el hijo del líder de la organización.
El político sonríe con suficiencia y con cierto temor, las manos le sudan al agarrarse de los barrotes sucios.
—Eres muy pequeño para servirme de algo. Crece más y búscame en unos años y estaré dispuesto a ayudarte.
—Que no te acerques a él— Caterva lo empuja al suelo.
Los hombres comienzan a forcejar en el suelo y el infiltrado ayuda al político que ni en dos vidas se habría quitado de encima a semejante hombre.
El ruido alerta a los Kray y viene corriendo, el político logra levantarse golpeado y con la boca reventada, ya no regresa a dónde estaba y tiene que salir huyendo de ahí, pero el trato ya está hecho.
Junto al infiltrado corren a la salida dejando todo detrás, pero al salir el político se vuelve una vez más y la mirada del niño de ojos verdes al que deja con la mirada cargada de odio.
〘 〙
Alexander.
Miro el edificio con odio e irritado.
Tenía catorce años cuando lo hice por primera vez, la daga se la clavé directo en la yugular al kray que estaba golpeando a Bennett y lo único que Logan hizo después de ver el cuerpo fue reírse.
Cuando se enteró de la traición de Caterva con Richard que llevaba años soltando información, el padre de Alesha tuvo que irse como un perro antes que lo mataran, por años no se supo de él y Logan no la mató a ella porque la traición fue de su padre.
En la primera puerta me retienen hasta que el hombre me reconoce y me deja entrar —El lobo está aquí. — dice a mi espalda y van entre corriendo la voz.
A los diecisiete años cuando los rusos me trajeron de vuelta al entrenamiento al que me arrastró Logan finalmente vino mi tiempo de buscar a Richard y ya era más inteligente para convencerlo de sacarme de ahí, ya no quería esa vida de porquería.
—Pasé señor— me abren la puerta de las escaleras.
El sótano está húmedo y con poca luz no veo una jodida cosa, hace semanas que no tenía las palpitaciones que me dan por el estrés y ahora tengo que soportarlas de nuevo. Me froto las sienes abriendo la otra puerta y luego la tercera y última.
Cuando cruzo el lumbral los mozos salen y me atienden con prisa como se debe, me ponen mi whiskey a la mano. —¿Desea algo más señor Roe? — me tratan como un dios.
—¿Dónde está?
—En el sótano en el segundo piso hacia abajo, llegará pronto, le avisamos de su presencia en cuanto entró, no tardará en venir.
—Más le vale que no se tarde, no tengo tiempo.
—Pida lo que desee.
—Estoy bien— lo calmo y me muestra su mirada de desasosiego. —Pero ese techo necesita reparaciones— le señalo tejado que se abre con grietas, escribe absolutamente todo lo que necesiten y me lo dan antes que me vaya para que no pasen incomodidades.
—Gracias señor.
Se va con mejor animo que con el que vino.
Está es una guarida poco convencional para alguien con tanto dinero, en lugar de conseguirse una mansión de lujo se consiguió un viejo lote de oficinas y lo reconstruyó como un sótano de tres pisos hacia abajo que no mejora ni aunque se esté cayendo a pedazos.
Gente sin visión.
Podría derrumbar el segundo piso y construir un lugar digno para los mozos que le sirven.
Me empino el vaso y espero. Más le vale que saque la cabeza y no me haga perder mi tiempo, aunque siga poniéndose una soga al cuello para deslindar vínculos conmigo sabe que no es así.
Aborrezco las luces rojas neones que tiene aquí abajo, si la vista ya la tengo jodida por tantos golpes que me dieron en las jaulas cuando adolescente, esto no es ayuda.
Las puertas dobles traseras se abren y veo a más mozos salir para atenderme, me quitan el saco, me dan un porro y hacen circo y medio para que no me aburra esperando.
Me punto traerles comida mientras siga en Nueva York, no me gusta verlos desmejorados.
—¿A qué debo la inesperada visita del lobo en mi humilde morada si sólo soy un simple Xамелеон de la organización?
Me levanto dejando el whiskey de lado y con la poca luz veo su cuerpo en la entrada, pero no le veo la cara.
—Camaleón o no, trabajas para mí y vengo cuando me apetece, te dije que te quedaras en Londres que tengo más asuntos para ti.
—No puedo descuidar mis asuntos aquí en América, además ya sabes que Logan anda buscando a uno como yo por los rumbos para infiltrarse en el sistema de la base militar del Gard que quiere, mientras más tierra haya de por medio entre los kray y yo, será mejor.
Camina a mí dejando que la luz roja neón del techo le dé en la cara. Los ojos los tiene recubiertos de la porquería acupunturista con la que se trata que huele a hierbas naturistas y se le ven las líneas negras delineadas en los ojos.
—Y una cosa más yo no soy criado del hijo de Logan, él es el único señor al que sirvo.
—Puto cabrón. — saco el arma quitando el seguro y le apunto directo a la cabeza para volarle los sesos. Su risa retumba calándome los oídos y poniéndome de malas con la punzada en la nuca.
—No te gustan las bromas, déjame anotarlo en mi lista de cosas favoritas. — hace gestos con la mano —Ésta si es una visita de armas de fuego, siempre he tenido saber qué huele el plomo.
—Cuando te perfore la cabeza lo sabrás.
Hecha la cabeza hacia atrás y se carcajea. Los mozos se encojen viéndome enojado y nadie más se acerca a nosotros. Les hago una señala para que se vayan y nos quedamos solos.
—¡Bienvenido a la Gran Manzana Alexander Roe! — dice Jack el hijo de Maya con una sonrisa perversa abriendo los brazos a su alrededor. —Ya era mi momento de ser el anfitrión de nuestras reuniones.
—A veces me preguntó por qué nací en una familia de dementes— bufo.
—A lo mejor eres el único anormal y no te has dado cuenta, primo— sube su taza de bebedizos que huele a pino y algo con canela. —¿Té? — lo miro mal y se sirve solo —¿Qué quieres en mi casa?
Se sienta en uno de los sillones de piel frente al mío y cruza las piernas dejando que su pantufla se mesa con su talón.
—Richard está escalando al puesto de primer ministro, Ethan está en Londres siguiendo sus pasos y va a reunirse con Dmitry Makov, ya lo vio reunirse con él en el Grape Vine, esa misma noche yo lo vi en el restaurante y se largó como una cucaracha para no levantar mis sospechas.
—Se nota que su sed de poder no acabó hace años cuando consiguió el puesto que tiene, quiere más y como el parlamento hará las reelecciones este año, quiere seguir ahí.
—La organización de los treinta y siete lo tiene en la mira, pero es muy insignificante para ellos y lo sabe, por eso sospecho que va enredarse con el ruso que trabaja para Logan.
—¿Por qué no lo dejas? Cuando Logan se enteré que el ruso lo está traicionando lo va a matar y a Richard también, te vas a quitar dos pájaros de encima y tantos años de soportar a la lacra de político que es ese cabrón.
—Richard es un mugriento del que me puedo deshacer en cualquier momento, pero no me conviene que se alíe con el calvo de Dmitry.
—¿Y por qué no?
—Porque quiero a Dmitry para mí.
Deja de beber su taza y su desalineada actitud que no se compara a la de su madre se esfuma.
—¿Es por Bennett? ¿Quieres deslindarlo de él?
—Logan me jugó chueco junto con Alesha para embarcar mi empresa, el dinero no es lo de menos tengo de sobra para años y años, pero tengo que ser más astuto que ellos.
—Definitivamente. Continua— le da un sorbo a su taza de té.
—La semana pasada mataron a tres de mis hombres mientras vigilaban una de mis propiedades y hace dos días tuvimos una emboscada cuando protegían a Richard— lo miro con recelo —Tú andas por aquí y por allá ¿Qué que me informes de los movimientos que tiene Logan?
—Por un precio justo te diré todo lo que deseas saber.
Saco la bolsa de dinero que siempre pide y se la entrego. No necesita contarlo para comenzar a abrir la boca.
—Logan quiere que la organización de los treinta y siete lo apoye porque la mafia danesa no va a dejarlo quedarse con la base militar, les estarían declarando la guerra— sonríe —La organización de los treinta y siete es la cabeza de la mafia inglesa y como tal toman las decisiones en conjunto.
—Se lo que es imbécil.
No toma mi insulto con burla.
—Él es cabeza de la organización de los treinta y siete, se han ido muriendo los integrantes con el paso de los años y ha jugado bien, le conviene tenerte dentro para tener todo el poder y no tener que pedir refuerzo de atacar cuando desee. — se reclina —Las empresas que tiene con las que se abastece de dinero, las trabaja Alesha, pero cualquiera puede hacer eso, así que ella no le sirve de mucho en la jugada según mis cálculos.
Mentalizo la situación.
—¿Te vas? — pregunta cuando me levanto y los mozos vienen de una de las puertas. Al que me hizo entrar le acepto el papel apenas bien escrito de lo que necesitan y me lo guardo en los bolsillos.
Miro los frascos pequeños que tiene etiquetados por la parte de enfrente. Sigue mi mirada y se va al rincón a sacar una caja.
—Ten— me da un frasco pequeño que no se ve en mi mano.
—Y yo para que quiero esto.
—Tú sabes bien para qué, usabas de estos cuando Bennett era más joven ¿Te acuerdas? — me apego a mi silencio — Si quieres se astuto primero recupera lo que te quitaron. Dos pelean mejor que uno. ¿Nos es lo que nos enseñaron desde pequeños?
Cierro mi mano sobre la porquería pequeña y me voy de ahí.
〘 〙
Emma.
Las tres horas siguientes sigo sola en la Royal Suite sin Alexander y sin ganas de salir.
Aprovecho para tomar una ducha larga en el elegante baño de mármol blanco que bien puede ser de dos habitaciones, hay una tina recubierta tipo spa en el centro antes de abrir una puerta cristalizada a la ducha más grande que he visto en mi vida.
Alexander debe volverse loco criticando el diseño del lugar, nada que no sea su hotel o que él mismo haya diseñado, es perfecto, pero para una persona normal como yo que no sabe de arquitectura, me siento el paraíso y no me resisto a revisar el más mínimo detalle.
La ducha esta cubierta por un techo de puntos que deja correr el agua como una cascada sobre el cuerpo. Me encanta. Mi alrededor se llena de vapor que baja cuando el agua quita mi gel de ducha.
Dejo la solitaria maleta de Alexander dónde la dejaron sus hombres y me acomodo en mi nueva habitación poniéndome ropa más adecuada, no sólo uno jeans.
Una de las dos pantallas planas que cuelgan de la pared frontal marcan las tres de la tarde y siento que estoy en un bucle temporal con el cambio de horario.
Si la reunión es mañana quiero salir a caminar por la ciudad como cualquier foráneo, me acerco a una de las ventanas y veo más de la ciudad, este ventanal es enorme. Mis ansias de explorar no se apagan solas, será mejor que me dé prisa.
Me pongo perfume frente al espejo en el cuello y la puerta se abre cuando Alexander entra encontrándome con mi bata a medio cerrar sobre mis pechos.
— Tus hombres trajeron eso — señalo la maleta y se limita a quitarse la chaqueta y poner algo pequeño sobre ella —Si no vas a dirigirme la palabra ¿Para qué me quieres aquí?
No dice nada, sigue con la expresión molesta, no quiere hablar y así no se arreglan las cosas.
—Voy a pedir mi habitación de regreso, esto es ridículo y no tengo que soportarlo— sigo con lo mío y por el espejo miro que se quita la camisa y luego se baja la bragueta del pantalón.
La piel de sus piernas queda expuesta cuando se baja todo quedando desnudo. Aparto la mirada cuando camina a la ducha dándome la vista de sus glúteos.
—Trata de hacerlo y vemos si lo consigues— me reta.
Guardo molesta mis cosas de vuelta en mi maleta, como la mierda que me largo. Voy a la ducha interrumpiéndolo y saco mis cosas. — Me largo.
—Ven aquí— sale mojado, enojado y desnudo.
—Te expliqué mis razones, no las entiendes, no quieres escucharme, parece que me aborreces, no tiene sentido nada de esto— lo encaro.
—Fuiste a verlo sabiendo lo que estaba haciendo— se le desencaja la cara del enojo. —¿Qué ganas ocultando información y viendo a un traidor cómo Tail?
—¿Y qué otra opción tenía? Lo habrían acabado y nunca hubieras sabido que Mike es el que pasa información a West B con Adam. Te vi en la reunión, tú y Erick lo saben y sé que tu asociación con Tyler no es real.
—¿Es sólo eso Emma o querías verlo después de todo? — me inquiere y retrocedo.
Su mirada va a la abertura de mi bata y aprieta la mandíbula. El teléfono de la habitación suena y ninguno de los dos hacemos caso.
—Eso es absurdo ¿Me estás recriminando algo? — me cruzo de brazos —No te vi en días, incluso te llamé y no respondiste— le reprocho pegándome a él hasta que mi bata absorbe las gotas que resbalan de su cuerpo.
—Si te estoy recriminando algo.
—No me importan los asuntos de la empresa, aquí somos tu y yo juntos — baja la mirada a mí y yo subo la mía quedando en su boca. Me relamo los labios con ganas. —¿Por qué me trajiste si vas a tratarme así?
Sigo con la mirada una gota que le resbala en el pecho y pongo mi dedo siguiendo el trayecto, pero no es suficiente. Bajo mi boca para quitarla con mi lengua haciendo que los músculos ahí se expandan.
—¿Por qué me trajiste? — inquiero otra vez.
Finalmente me toca desde que llegamos y me empotra en la mesita de noche haciéndome jadear.
Me agarro a su pecho mientras me quita la bata por los hombros dejándome desnuda y me acaricia el sexo con los dedos mojados por su ducha.
Se traga mi gemido con su boca mientras me besa duro haciéndome jadear por aire, me agarro a sus hombros y muerdo su labio inferior en mi boca haciendo que aprisione mi cintura con sus manos y me deslice el trasero a la orilla del mueble.
— Te traje por mis putas ganas de tenerte conmigo y de follarte— me responde con los dientes apretados y me unta mi propia humedad.
Gimo con la boca abierta de puro deseo y abro las piernas para que se coloque entre ellas. La cabeza de su erección me raspa en la cara interna de los muslos y me ensarta la punta de a una.
Se me seca la boca y parece que corrí un maratón cuando comienza a penetrarme hasta la mitad gruñendo y me hace jadear como enferma.
—Te estoy premiando por lo que no te mereces— me mira enojado mientras le clavo los dedos en los glúteos para que me la meta toda.
—¿Todavía soy tu nena?
—Si— agarra mi pierna y la levanta en su cadera para complacerme.
Los gemidos de su nombre en mi boca le ponen, aunque esta enojado lo veo con el ego hasta el cielo de hacerme gritar su nombre, pero algo sucede esta vez porque en medio de todo levanta la mano a mi mejilla y su ceño se frunce.
Me pego a su mano y cierro los ojos. Me da dos arremetidas deliciosas más y la saca por completo dejándome sin aire cuando es ahora su celular el que suena.
—No me gustan las traiciones de ningún tipo— me dice y se pone ropa encima.
No tardan en llamar a la puerta cuando me pongo la bata de nuevo y son sus hombres que no traen una mirada agradable, algo debe haber sucedido porque lo que le dicen lo hace salir de inmediato.
—¿Algo va mal? — le pregunto a su espalda.
—No salgas del hotel— toma su chaqueta de nuevo y se va.
Me visto nerviosa con pantalones negros y mando a la mierda la moda de la ciudad, me pongo las deportivas otra vez.
Salgo sobresaltándome con los hombres de Alexander a la puerta, me pone mal que me vean como si yo fuera Alexander y no siento la confianza que tengo con Ethan cuando me sigue por el pasillo.
—El señor Roe ordenó que no saliera del hotel.
—¿Por qué? ¿Qué va mal?
Se miran entre ellos y caigo en cuenta que no es lugar para hablar si algo va mal, hay demasiada gente aquí.
—Voy a ir al bufete sola.
Asienten en conjunto y regresan a la puerta de mi habitación. — Como ordene.
—No les estoy ordenado nada —digo aturdida y vuelven a asentir.
En el buffet tengo a la mujer que nos dio las llaves electrónicas a la espalda y me ofrece que tome lo que sea. — De verdad siento la equivocación con la habitación, no hay razón para que me despidan, usted entenderá— se me pega todo el camino y comienzo a sentirme irritada.
—No, no entiendo. Trato de tomar mi almuerzo ¿Le importaría?
—El buffet es un poco menos exclusivo, puedo ofrecerle langosta en el restaurante del hotel o incluso llevarla a su suite — me sigue a dónde sea que voy por más que le pido y me pregunta si quiero algo más. Su forzada amabilidad me irrita tanto que se me quita el apetito.
Siento cierto alivio al salir del hotel para quitarme el estrés de la cabeza y las calles son un espectáculo con tanta gente caminando. El acento es algo a lo que no estoy acostumbrada, pero me gusta.
Saco mi celular para llamar a Cora y cuando responde le cuento sobre lo que veo. —Es espectacular, los edificios son grandes, hay espectaculares en cada avenida. — mi dolor de cabeza desaparece en el transcurso. —Nuestras próximas vacaciones deben ser aquí.
No se cuanto camino, pero me detengo cuando ya pasa de media tarde y mi estomago me recuerda que sigue vacío, camino más hasta que veo uno de sus famosos puestos de pretzels.
Saco dólares americanos que cambié antes de volar a América y tomo uno llevándomelo a la boca, el sabor salado me gusta con solo un bocado. No me gusta disfrutar de esto sola, pero toca hacerlo.
Mi celular se queda atascado en mi bolso de mano y pierdo la noción del tiempo hasta que el cielo se oscurece y la temperatura disminuye. Después de todo un simple jersey no es suficiente.
Una tienda luminosa me atrapa a mitad de una de las avenidas y el revuelo de gente dentro me impresiona. Paso estante por estante entre las argollas y cadenas de plata. Veo a una mujer de tatuajes haciendo inscripciones en los dijes a pedidos de sus clientes.
Salgo de la tienda metiéndome una caja negra en el bolso.
—Lectura de tarot por aquí— me ofrece una mujer con ropas negras.
Paso de largo con las manos en mis bolsillos y cuando puedo tomo un taxi, pidiendo el Conrad New York Downtown. Me duermo en el camino y casi dos horas mas tarde me regresa a la puerta conocida.
La irritante asistenta no me encuentra cuando regreso al buffet. Al tomar unas uvas una mujer tira una charola, siento un escalofrió en mi espalda que no me gusta.
—Hola Rebecca— me susurran en la nuca.
Me sobresalto y miro al hombre que está detrás de mí.
—Que coincidencia del mundo encontramos aquí— me sonríe. —Este es uno de mis hoteles favoritos cuando vengo por la ciudad de los camaleones, aunque muchos la conocen como "La Gran Manzana" — le da un trago al martini que trae en la mano.
—Hola— es lo único que consigo decir.
—Soy Logan— me recuerda extendiéndome la mano. —Nos conocimos en Londres y ahora en Nueva York, eso debe ser una coincidencia, ya me hacía falta conversar con alguien que tenga mi acento.
Me quedo callada, no se que decir y no me gusta como me siento, es como una presión en el cuerpo. Me mira con una sonrisa ladeada y me pone comida en el plato.
—Déjame alimentarte mejor, las uvas no te van a saciar, pero una manzana si— la pone en mi plato —¿Te invito una bebida? El bar está por ahí y está abierto las veinticuatro horas, no creo que pueda dormir esta noche por el cambio de horario— lo señala con la cabeza.
—La verdad es que no vine sola.
Veo en la entrada un hombre vestido como los que hay aparecen en mi edifico. Ropa desfachada, hay otro en la entrada del buffet.
—Ah— bebe más —¿Vienes por negocios o placer? — la ultima palabra la dice con descaro como burlándose.
—No te ofendas, pero no hablo de mi vida privada— dejo la comida en la mesa. —Ha sido un placer, tengo que irme— le extiendo la mano por educación.
—El placer es todo mío Rebecca, si es que así te llamas— remarca mi falso nombre —Salúdame a Alexander—. me grita riéndose y mi pulso se desborda tanto que casi corro fuera.
La protección temporal de mi habitación no es suficiente, de la parte de la suite que es como un pequeño estudio sale una persona con la cabeza cubierta y veo a Ida seguirlo a la salida.
—Hay un hombre aquí— le digo —. Me habló de Alexander, pero no tiene sentido que lo conozca, sólo lo vi una vez en Londres. Se llama Logan.
—Saca al hacker de aquí y llévatelo— les dice a otros dos hombres.
Veo mucho movimiento, hay más hombres de Alexander aquí de lo que pensé, pero ninguno de ellos es Ethan y tampoco veo a Alexander. Ida se queda conmigo y me pregunta todo sobre Logan.
Digo cada detalle y que lo vi en el edifico de Alesha, lo que en mi cabeza une a Logan con Alesha. No me gusta la sensación de sentir que algo está pasando y no saber lo que es. La hora siguiente Blake viene a trabajar conmigo sobre la reunión de mañana, ajeno a lo demás.
Ida no deja la habitación en ningún momento, pero si lo veo hablar por teléfono todo el tiempo. Cuando Blake se va ya es cerca de media noche y pregunto por Alexander sin obtener respuestas.
El sueño esta presente, pero no logro nada acostada en la cama y menos con Ida aquí, estoy preocupada por Alexander.
Cora me sugiere tomar un baño mientras le escribo y eso hago. Pongo las luces bajas y me meto en la tina repleta de sales corporales y esencias. Mis músculos se relajan y la puerta principal se azota.
—¿Dónde está? — le grita a Ida.
No escucho lo que dice el otro, pero si que Alexander le grita enojado. —¿Logan te tocó? ¿Te lastimaron? — la puerta de la ducha se abre y me levanto con la espuma cayendo para ir con él.
—No.
—Me voy a cargar a esos hijos de perra por no cuidarte. — me toma de la cintura mojándose las manos con la espuma.
—¿Ida te dijo? ¿Qué sucedió? ¿Dónde estabas?
—Nos emboscaron aquí— me examina cuidadosamente y sale enojado. —¡A mi mujer la cuidan todos ustedes incluso si pierden sus bolas! — el grito me sobresalta.
Mi baño se enfría y me coloco el albornoz, todo vuelve a estar en silencio a fuera y así sigue la siguiente hora. Me siento en el diván abrazándome a mis piernas. Cuando salgo Ida sigue aquí y se mantiene serio.
—Alexander dice que los emboscaron.
—Ya se fueron, el señor Roe esta arreglando todo.
Toma una llamada y escucho lo que parecen ser disparos.
Me meto a la cama y me obligo a dormir, pero termino llorando porque no quiero que le pase nada a Alexander. Si Ida escucha mis sollozos no dice nada.
Horas más tarde cuando el cielo sigue siendo negro en el ventanal siento el brazo que me cubre la cintura y el pecho que se pega a mi espalda.
Me remuevo hasta que tomo su cara en mis manos y veo que tiene los ojos abiertos. Compruebo que no tenga magulladuras ni heridas. Palpo por donde puedo y me alivia ver que está bien.
—¿Por qué lloraste? — me inquiere mirándome y pasando su dedo por debajo de mis ojos. —¿Te asusta que me maten como el hijo de puta que soy?
— Nunca te atrevas a dejarme— siento las lagrimas acumularse en mis ojos.
—¿Por qué? ¿No puedes vivir sin mí nena? — quita la lagrima que cae de mi mejilla. Se le ve cansado y su ropa huele mal.
—No puedo ni quiero.
Lo beso castamente haciendo arrumacos con su cabello. Me da la vuelta hasta que termino a horcajadas y deja que acaricie mi nariz con la suya, apenas puede mantener los ojos abiertos.
Meto mi cabeza en su cuello y dejo un beso ahí para dormirme en paz.
¡Hola sexys!
*Suspira*
El deseo no solo concierne al cuerpo, concierne al alma...
Hay tantos spoilers aquí que nos vamos a volver locos AHHHHH
En mi instagram dejaré vistazos del siguiente capítulo.
¡Los amo tres millones!
-Karla
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