CAPÍTULO 14
Emma.
Cora camina a mi lado y me rodea con un brazo. —Tranquila, procésalo primero antes de hablar con ellos— asiento, «Sawyer está muerto» —. Te diría que lo siento, pero por ese pobre infeliz no siento nada.
—Yo tampoco. — me sincero mientras su mano se pierde en la piel de mi abrigo en mi espalda.
—Les sugiero que retrocedan— miro entre Dylan y Alexander, el primero está como resguardando a su compañero, pero él no deja de hablar parado a pecho alzado frente al de ojos verdes.
—¿Cuál es su nombre caballero? — habla el compañero de Dylan, el que tiene chaleco azul puesto.
—Es su jefe— responde Cora por él, pero ni la mira.
—Se vino a dar información confidencial para esta civil común y no creo que le incumba meterse en los asuntos de sus empleados.
Alexander posa la mirada en él y veo a Ida venir por la derecha y Ethan por la izquierda. Cora me pega a su lado mirando a ambos hombres con el ceño fruncido. Siento como sus brazos se tensan, esto es lo que ella ha estado evitando.
En dos pasos su cuerpo está levantando centímetros del suelo por el de ojos verdes. —¿Qué tan común es ella? — su respiración es más pesada que la mía, está esperando que diga otra cosa ese hombre para dejar salir su verdadera cara.
—Cómo cualquier otra.
— ¡Cállate! — Dylan le da una orden a su compañero poniéndose a la defensiva, en un tono que me hace estremecer, incluso Cora se encoje a mi lado mirando lo que está pasando. —Ella no es ninguna civil común, es mi familia y la respetas, si no guardas tu lengua para ti mismo te deserto en este momento de tu cargo.
—Agente Gray, este hombre está atacando a la seguridad del gobierno, está infringiendo la ley inglesa en el artículo número quince de nuestra... — trata de excusarse el otro, pero Alexander no lo deja continuar.
—Tú estás ofendiéndola a ella— se alza sobre él —Si para tu departamento de "Justicia" el asedio y secuestro de ambas mujeres es un problema menor, no son más que basura corrupta.
—Luchamos contra la corrupción, pero tenemos prioridades.
—Eso me queda bastante claro— paso entre ellos para irme y dejar de escuchar todo esto.
—Se hizo lo que se pudo, no vamos encargándonos de la vida de cualquiera como si nos importara, no perteneces a un alto mandato o al gobierno para que te cuidemos las espaldas. — me grita haciendo que me regrese a verlo.
Pero tan pronto cómo lo hago Alexander le da un cabezazo al frente y le revienta un golpe seco al agente tumbándolo en el suelo.
El otro tiene la decencia de regresar el golpe en la mandíbula y con eso sólo se gana que Alexander se pare frente a él sin inmutarse lo levante para asestarle el puño dos veces.
Dylan se lo quita de encima y me voy a hacia atrás topándome con el cuerpo de Ethan anticipando una pelea mayor.
—A ver, sigue hablando— lo reta.
—¡Dylan dile a este sujeto que se calle y deje de rebajarnos a Emma y a mí! ¡Ya es suficiente! — Cora va corriendo a amenguar a su hermano cuando se le para frente a Alexander, pero yo no me muevo de mi lugar.
—Levántate y prepárate para desertar mañana, sólo llevas dos meses aquí y ya te largas— el de ojos azules le ofrece la mano mientras ponen distancia de Alexander.
Aun enojado como se ve el ex rubio, veo como trata de mantener la compostura y lo hace perfectamente.
—Pero señor...— alza la cabeza, se nota que es aprendiz, nunca pensé que alguien e ese rango tratara despreciativamente a las personas.
—¡Cállate!
— Sí, Xамелеон— se logra poner de pie con la nariz reventada y cierra el pico poniendo sus manos cruzadas detrás de su espalda.
Alexander respira por la nariz y se vuelve a poner frente a mí.
—Yo voy a hacer todo lo que esté en mis manos para seguirte ayudando, incluso si no hay apoyo de mi trabajo— promete Dylan mirándome a los ojos una vez que la situación ya se calmó, aunque la espalda de Alexander cubre buena parte de su cara—. Sawyer es una baja menos, pero voy a encontrar al otro también.
Mantiene el nombre para sí, para no informar a Alexander de algo que ya sabe. La evidente molestia de su compañero es una burla en mi cara, veo su desprecio en sus ojos y lo que dijo, de cuidarme las espaldas.
Me recuerda al día que el comisario dijo que estaba mintiendo respecto a Jaden y así terminé en una casa de prostitutas, tiene esos golpes bien merecidos porque ni lo que nos pasó a Cora y a mí es un problema menor.
Me niego a llorar una sola lágrima por Sawyer, son lagrimas de rabia que su miserable vida terminara de ese modo. Levanto la cabeza decidida mirando a su compañero.
—Eres Alexander Roe ¿Cierto? — Dylan lo estudia. —Será buen momento para presentarme como el agente Dylan Gray— no lo dice con amabilidad — Veo su genuino interés en su publicista ahora, pero no lo vi cuando su empresa no pagó los gastos del robo de su apartamento.
—Señor Alexander Roe— le recalca. —Y de dicho robo se hará cargo mi abogado inútil de inmediato.
—Señor Roe— Dylan se yergue en toda su altura entrando en su papel moral de autoridad— Le recalco que está frente a parte de la seguridad del gobierno inglés y está penado atacar a uno de los agentes como lo ha hecho con mi cabo y me lo puedo llevar preso en este momento.
Alexander mira a su compañero. —¿Y qué? ¿Vas a llorar sólo por unos golpes?
Cora mira entre ambos y veo el rastro de una risa pasar en su cara.
—Somos el MI6— saca su placa confidencial y se para frente a él.
—Dylan, no es buen momento para Emma ni para mí por favor— Cora vuelve a hacer aparición todavía sosteniéndome.
La amenaza de Dylan me pone más tensa de lo que ya estoy.
—No hay necesidad de armar un alboroto— no quiero que esto termine mal —Si lo que quiere tu compañero es un gracias, pues eso todo— respiro hondo.
—No te atrevas a darles las gracias— Alexander me aleja de Cora y en defecto haciendo que ambos Gray fijen la mirada en nosotros. —Tú no tienes que agradecerle nada a nadie.
—Acabas de irte contra un agente, eso es un delito ¿No oíste lo que dijo Dylan?
—¿Te parece que me importa lo que dijo?
El silencio se pone entre todos, pero justo como dijo, a Alexander poco le importa y menos les importa a sus hombres que ya se pusieron nuestro alrededor como reafirmando que están aquí dispuestos a todo.
Dylan mira entre Ida y Ethan analizando la situación.
—Mantente al margen de esto— le pido en voz baja y veo la molestia inmediata en su expresión. Claro está que estoy negándolo frente a ellos. —Nadie sabe que volvimos. Dylan es cómo mi familia, se cómo tratar con él y también con toda esta situación, creo que debes irte.
Cora mira entre ambos entendiendo obviamente la situación.
—Este no es el lugar para hablar de cosas como estas— corta el silencio y nuestra conversación acompañada de las acusaciones silenciosas.
Mira a todos despreciativamente sosteniéndome de nuevo pese que Alexander la mira mal por alejarme de él.
— Gracias idiota— mira al de chaleco —Por nada en específico, porque dudo que tú hayas encontrado a Sawyer ¿Eso te basta para que te largues de aquí?
—Coraline — Dylan la reprende y el otro hace intento de hablar, pero con un dedo lo detiene. —Te dije que te calles, estás desertado de mi unidad y ni se te ocurra atacarla, es mi hermana.
Sin más remedio se queda otra vez en silencio soportando su nariz rota en silencio.
—Necesita un momento, le acabas de decir que Sawyer esta muerto y ni siquiera la dejan procesarlo ¿Qué clase de autoridad son ustedes? — respira hondo —Vamos Emma—me insta a irme con ella mirando mal a todos. —No tienes que seguir escuchando estás estupideces.
—¿Dónde encontraron los restos? — no dejo que me lleve.
—En las afueras de la ciudad dónde recibimos informes que se había estado quedando con su ex esposa con la que también huyó— Dylan mira a Alexander y se detiene de hablar de más —Te daré los detalles arriba en tu apartamento, mientras lo procesas todo poco a poco.
—Está bien— acepto.
—Le sugiero a los demás que se retiren, sobre todo a ti— le dice a su compañero y después me mira de forma protectora.
—¿Cómo pasó?
—Un accidente.
—¿Qué tipo de accidente? — insisto.
—Su auto se volcó en una de las carreteras y se quemó la mayor parte del cuerpo. — habla el de chaleco azul sin levantar la cara —Analizamos los restos con el forense y corresponden a Sawyer Brian Taylor, puedes venir con nosotros para reconocer el cuerpo de tu padre.
—Al parecer no sabes cerrar la boca — Cora lo calla —Ven, necesitas una manta— ni siquiera me doy cuenta de cuando comienzo a temblar hasta que ella me lo dice, traigo el abrigo puesto y siento que estoy congelándome.
Dylan y su compañero se alejan medio metro y bajan la voz, aunque discierno que le está exigiendo disculparse. Cora sube y baja su mano por mi brazo y aunque quiera no miro lo que hace Alexander.
— Estabas con él— no lo dice a modo de pregunta y mirándome cuestionablemente —¿Qué pasa con tu trabajo en West B? Sabe que trabajas para ambas compañías.
Se siente como una bofetada en la cara, me hace sentir como si estuviera traicionando su confianza. Tuve una cena excelente, pero ya no importa porque me acaban de bajar el buen humor que traía.
Me zafo de ella rogando que las piernas me funcionen, me trago las lágrimas de la frustración que siento, vuelvo a estar en el inicio de la desesperación como está tarde después de ver a Bennett.
Necesito estar sola desesperadamente. Me limpio una de las lagrimas traicioneras que salen bruscamente y aumento mis pasos lejos, pero el compañero de Dylan se acerca corriendo impidiendo que me vaya.
Tengo que retroceder dos pasos para verle la cara, debe medir cerca de dos metros, es casi tan alto como Alexander.
—Emma, te ofrezco una sincera disculpa en nombre del departamento del agente Gray y si en algo podemos ofrecerte ayuda...
—No necesitas la ayuda de nadie— Alexander| se interpone. —Vamos— me coloca la mano en la espalda baja y me hace caminar.
—Por favor vete— le pido cansada con la cabeza gacha, no quiero lidiar con esto, quiero solo un momento de paz—. Voy a habla con Dylan sobre todo esto, te llamo después.
Me levanta la barbilla. —Deja de tratarme como un niñato Emma y quiero la cabeza siempre en alto. — lo miro a los ojos —Es un dicho de familia— aclara.
—¿De los Roe? — eso es lo menos importante ahora, pero me gustan las distracciones.
—Sí.
Es egoísta de mi parte correrlo después de esa cena, pero las cosas están tensas. —Estoy hecha mierda— pongo mi frente sobre su pecho cansada y me agarro a las solapas de su saco.
Me pesan los parpados, pero tenerlo conmigo lo hace más fácil todo.
—¿Ya podemos subir? — la voz de Dylan viene detrás de nosotros y de inmediato me separo. —Tu reunión con tu jefe se terminó, no creo que quiera seguir explotándote en horas extralaborales.
Alexander me levanta la cabeza, serio. Lo miro con los ojos sin ocultar nada. Me lleva a arriba hasta que entramos en mi apartamento sin importarle dejar a Dylan a media palabra, se lo agradezco, no quería quedarme ahí más tiempo.
Dejo mi abrigo nuevo en el closet y vuelvo a la sala de estar donde está él. Tiene el ceño fruncido y la pequeña hendidura del golpe apenas se le abulta en la cara, es pequeño, pero quiero ponerle algo.
La puerta suena y después que los dos la ignoramos dejan de tocar captando el mensaje, ya sea Cora o su hermano.
—Probablemente mañana vaya a ver los restos de Sawyer, debo hacerlo por rutina, si su ex esposa murió en el accidente o no, no es de mi incumbencia.
—¿Te afecta su muerte?
No tengo ni que pensarlo. —No, Sawyer fue un miserable y lo que le pasó ni siquiera es algo que vaya a quitarme el sueño— camino al baño conjunto cuando no habla más y busco por algo en el botiquín que tengo para ponerle en la mandíbula donde tiene el golpe.
—¿Por qué estás negándome frente a todos? — dice a mi espalda sobresaltándome porque no lo escuché entrar.
Trato de pasar a su lado para ignorar el tema, pero me bloquea el camino.
—Tengo esto para el golpe— levanto un tubo blanco que tengo en las manos.
—Te hice una pregunta y quiero una respuesta— no deja que evada el tema.
Me relamo los labios y me cruzo de brazos mirándolo.
—¿Quieres que todo el mundo sepa que te está follando de nuevo a tu publicista? Pensé que ya habíamos pasado por eso con nuestro acuerdo casual y que ahora tenemos un trato de tener todo lo nuestro poco a poco creí que podíamos ser más discretos.
Por su expresión deduzco que mi respuesta fue menos efectiva de lo que esperaba. Me barre con la mirada y me mantengo firme en lo que dije.
—Vamos a dejar una cosa clara Emma — me preparo para que su ego dañado hable, pero se ve realmente molesto —No estás con un niñato de esos moja bragas precoces estúpidos.
—Si eres un moja bragas— me encojo de hombros.
—¿Puedo continuar o vas a interrumpirme otra vez? — levanto las manos sobre mi pecho cuando frunce el ceño —No estás con un niñato y lo que tenemos no es un trato de poco a poco que no nos sirve de nada.
Sigo tensa de la pelea de afuera. — No entiendo cuál es el problema.
Lo miro enfadado y soy yo la que lo mira extrañada cuando caigo en su expresión.
—¿El impenetrable Alexander Roe está enojado porque estoy negando que estoy saliendo con él? — ladeo la cabeza con el pecho martilleándome por lo inapropiado de la situación.
Su mandíbula se aprieta y el pequeño baño se ve ridículo para un hombre tan grande como él. El espacio no es suficiente para los dos aquí dentro.
—No está saliendo conmigo, estás conmigo. — me corrige y me hace dar dos pasos atrás cuando se inclina hacia mí, es más alto que yo y se tiene que inclinar como ahora, pero con estos tacones casi estamos cara a cara.
—¿Y cuál es la diferencia?
—Detén tu boca imprudente.
Me muerdo la mejilla interna encontrando fascinación en esto y un poco de gracia porque no lo creo. Si se ve enojado por esto que pensé sería insignificante para él.
—No me calles, no sé la diferencia, dímela.
Su ceño se frunce más hasta juntar sus cejas. Mis muslos pegan con el borde del lavabo y ya no tengo escapatoria de él. Me toma la barbilla con los dedos fríos y me hace levantar el rostro al suyo hasta que me clava los ojos verdes penetrantes.
—Conmigo no sales como con cualquiera a pasar el rato— dice muy serio y se me dificulta sostenerle la mirada —Eres mi mujer.
Mi pulso salta en mi cuello como cada vez que dice esa frase.
—¿Dónde dice eso que no lo sabía? — estoy tentando mi suerte con este hombre de ojos verdes dos metros, me cuesta contener la risa burlona que quiere salir de mi boca al ver que sí puedo enojarlo más.
—Ya es suficiente Emma— me advierte y pone su mano en mi cintura para detenerme de seguirme alejando, pero toca justamente ese punto que me da un cosquilleo en el cuerpo.
Una risita se me sale automáticamente y me remuevo para que me suelte antes que note que ese es mi lugar de las cosquillas.
Frunce el ceño y de inmediato nota porque me alejo mientras pone esa expresión perversa en su rostro.
Ladea la cabeza con toda la intención y me encuentro prisionera de sus brazos a cada lado del lavabo. No tengo a dónde huir.
—No— lo detengo, aunque todavía no me toca, pero ya veo claras las intenciones de lo que va a hacerme en sus ojos perversos y malvados. —Ni siquiera lo pienses Alexander Roe— lo señalo con mi índice.
—Ya no estás tan burlona llevándome la contraría— me bloquea el paso a la puerta y sus manos tratan de acercarse.
—¡Alexander! — retrocedo al lavabo y grito cuando sus manos me atrapan por las costillas provocando la risa ronca que brota de mi garganta y me hace retorcerme entre sus manos.
Me río a carcajadas tratando de detenerlo, pero esté hecho de piedra porque no puedo moverlo ni un solo centímetro. Sus manos siguen pasando por mis omoplatos y mi cuerpo entero cosquillea matándome.
—Basta— le pido lagrimeando agarrándome de sus brazos pesados para alejarlo, pero no se detiene.
Mi vejiga se llena haciendo que me retuerza más y supliqué de verdad. —Tengo que decirte algo importante— miento y sólo así logro quitármelo de encima, pero no me deja pasar.
Me sube sobre el lavabo para que quedemos a la misma altura, pateo mis tacones fuera tirándolos al suelo y mis pies quedan colgando al laso de sus piernas.
Respiro pesadamente y me rio por lo bajo incluso si ya no tengo sus dedos en mis costillas, pero aún siento los estragos del cosquilleo recorrerme.
—¿Tienes algo que decir?
Me mira todavía enojado y no me aguanto las ganas de reírme agarrándome a sus hombros. Su mirada cambia cuando le sonrío y su expresión malhumorada se esfuma.
—Sí.
Mi pecho martillea y me encanta su olor. Pongo mis manos en su cuello reteniéndolo y paso ligeramente mi mano por mi mordida en su cuello y después por el golpe en la mandíbula.
Paso mis dedos suavemente y antes que se dé cuenta bajo la boca y lo beso ahí, aunque sé que seguramente duele, pero no besarlo también duele.
—Tal vez debería empezar a confesar algo que siento que nos están ocultando la gente de Nueva York. — es lo primero que se me ocurre decir.
—Mentirosa— me riñe descubriéndome y lo jalo hacia mí para atrapar su boca antes que vuelva a hacerme cosquillas.
La pone tensa al inicio, pero conforme hago una pausa para tomar aire se relame los labios con mi sabor.
Agarro las manos con las que no me quiere tocar y las llevo a mi cintura bajando a boca de nuevo. Las deja sólo sobre mi cuerpo con peso muerto molestándome de que no me toque, pero aun así me dedico a disfrutar de él todo lo que puedo pegándolo a mí.
Sabe delicioso, deslizo su labio inferior entre mis dientes mordiéndolo duro y las manos en mi cintura se aprietan y me besa de verdad. No dejo que se aleje, quiero quedarme aquí toda la noche.
Mi mal humor por la noticia de Sawyer se va esfumando poco a poco con la tensión de lo que dijo Dylan. El besuqueo me tiene suspirando cada que me paro a tomar aire.
Paso mis besos por su mejilla dos veces y vuelvo a buscar la boca que me mata y me da tanto placer.
Me carga por los muslos en su cintura y ni así dejo que deje de besarme. Hasta que me pone sobre la encimera de la cocina que conecta con la sala de estar y me hace soltarlo. Su mirada se ve oscura, me mira desde arriba pretenciosamente como estudiándome.
Mete la mano dentro de su saco y saca una caja de tercio pelo larga y de color negro que yo ya había visto antes en su casa, estaba escondida en uno de sus cajones.
—Esto es tuyo. Ábrelo.
Lo miro en silencio mientras me lo pone en la mano. Una parte de mi piensa que cambió el contenido y si así fuera me molestaría que fuera un estúpido collar plateado como el que le dio a Alesha cuando se lo devolví, pero ni eso no sería peor de lo que contenía la caja cuando la encontré la primera vez.
Paso mis manos por ella haciendo tiempo. Espera pacientemente a que lo habrá y mis dedos resbalan en el tercio pelo. El contenido es el mismo y me hace contener la respiración.
—Sé que ya la habías visto antes, yo la puse ahí para que la encontraras.
—Es un regalo muy inusual— saco el mango dorado y metálico de esta cosa y me atrevo a tocarla como no lo hice cuando la encontré.
Me llena de curiosidad tenerla entre mis manos por muchas razones, se ve diferente a cualquier cosa que he tenido y también se siente diferente a como lo imaginé.
—Es una daga forjada a mano— se ve muy satisfecho de decirlo.
—Ah— asiento cómo si yo supiera de estas cosas.
La giro en mi mano sintiéndola pesada, aunque no mide más de diez centímetros, es intimidante tenerla. «Ay, Dios, esto es una daga» Trato de actuar normal viéndola, pero no puedo ignorar que es un arma blanca.
Me deja pasarla entre mis manos con debida curiosidad y también precaución que debe parecerle ridículo. Veo la inscripción en un pequeño extremo de la punta. Parece que está escrito en danés. Lo leo una y otra vez y no entiendo.
—¿Qué significa?
—Qué pertenece a la mujer de Alexander Roe.
Casi se me cae de las manos asustándome con lo que debe costar y creo que bromea cuando ve mi expresión horrorizada y sonríe de lado. Pensé que hablaba enserio. Lo meto dentro de la caja aterciopelada otra vez y se la entrego, pero no la toma.
—Dije que es tuya.
A estas alturas habría preferido un collar plateado.
—Sabes, los abrigos eran suficiente, pero fui bien educada por mi madre, así que gracias— la pongo a mi lado frunciendo los labios para humedecérmelos, su mano va a mi cabello y lo mueve a un lado descubriendo mi pecho y mi cuello.
Los dedos fríos los pasa por él y por la parte de mi escote, donde no se puede ver su corrida, pero si la puedo sentir todavía.
— ¿Qué significa la inscripción realmente?
Se pone serio y pasa sus manos por mis muslos desnudos subiendo mi vestido dejando un cosquilleo por donde pasa.
—Que pertenece a la mujer de Alexander Roe. — baja la mirada a mi boca con hambre —A ti.
Dejo de pensar y lo último que sé después que me haga besarlo con desesperación es que de alguna forma u otra terminándonos arrastrándonos juntos a la ducha.
El vapor del agua caliente empaña el cristal que lo separa y mi cabello húmedo se me pega a la frente cuando miro hacia abajo a Alexander de rodillas, pero no para confesarse y mucho menos para rezar, aunque bien puede estar haciendo una letanía entre mis piernas.
Nuestra ropa mojada esta tirada sobre el piso por todos lados, pero no veo mi ropa interior, ni sé a dónde la lanzó.
Una de mis piernas descansa en su hombro derecho y con la otra apenas mantengo el equilibrio en las baldosas para no caerme. El agua resbala entre los dos acallando mis jadeos y gemidos que me cuesta contener.
Tengo su cabeza enterrada entre las piernas lamiendo con decisión mi sexo húmedo y mojándose la espalda con las gotas que resbalan por su piel.
Hace un sonido de satisfacción probándome que me pone la piel caliente y aprovecha mi excitación para subir mi otra pierna a su hombro cargándome así con ambos y apoyando la mitad de mi peso en mi espalda y por ende dejándome completamente abierta a su merced.
Me agarro a la puerta cristal con una mano para no resbalarme y con la otra me muerdo la palma sintiendo las palpitaciones de mi sexo.
Si supiera como rezar pediría que no se detenga porque es muy bueno. Su lengua pasa por todos lados recogiendo la humedad, siento su decisión en cada movimiento. Nunca me lo había comido con tantas ganas como hoy.
Me muerdo los labios para no gritar, incluso quiero controlar mi excitación, pero Alexander no se detiene, me clava los dedos en los glúteos y con la fuerza que tiene me sube para abarcar más territorio.
Entierro mi mano en su cabeza cuando mi vientre cosquillea y siento que las palpitaciones me vuelven locas, trato de apartarlo para poder controlarme, pero toca el lugar correcto chupando con decisión.
— ¡Ahí Alexander! — entierro mis dedos en su cabello mojado y retengo su cabeza gimiendo como una verdadera... ramera.
Su mano sube para acompañar su boca y me acaricia el doble penetrándome tortuosamente lento, son caricias suaves que contrastan la rudeza de su lengua.
Cuando sus dedos salen frota mi clítoris con ellos antes meterlos otra vez. Mis piernas se tensan y todo se acumula en mi centro, oigo el sonido ahogado que hacen mis fluidos en su boca y jadeo descontrolada.
Me corro sin anticipación aprisionando su cabeza entre mis piernas con los muslos casi cortándole posibilidad de salir, pero ni eso hace que se detenga porque se atraganta de mis fluidos, bebiéndose todo.
Cierro los ojos escuchando el sonido de su garganta, mi pecho sube y baja descontrolado mientras le da lametones a mi pequeño coño sensible para sacar más.
Lo miro desde arriba acariciando el cabello castaño ondulado mientras besa mi pubis y le da mordidas a formas desiguales haciéndome pedir aire más para mis pulmones por los obsceno que se ve esto. Poco a poco me deja sobre mis pies de nuevo, pero no me suelto de él o me caigo.
Sube besando mi vientre lascivamente y lame desde ahí hasta que pasa entre mis pechos juntándolos y comiéndose mis pezones. Me doy cuenta que esa es una de las partes de mi cuerpo que más atención recibe de él.
Las amasa a su antojo y vuelve chupando la piel alrededor. —Estás son mías— se llena la boca.
Me agarro a su espalda llena de placer y espero a que suba a mi boca, cuando lo hace me pega a las baldosas a mi espalda, pero una de ellas me lastima y me hace soltar un gruñido de dolor.
Todavía tengo los estragos de los azotes, los moretones disminuyeron y la mayoría desaparecieron, pero me queda un poco de sensibilidad en la zona. —¿Te lastimaste?
—No— lo calmo sintiendo su erección pegarse a mi vientre, bajo mi mano para acunarlo, pero aun así me gira con el ceño fruncido y su mano se posa entre mis omoplatos.
Hago una mueca de dolor y frota su pulgar en la zona aliviándome, la ducha se apaga y me hace salir, me pone dónde el espejo empañado que limpio con mi mano y así desnudo detrás de mí rebusca entre mis cosas hasta que encuentra algo que pone en su mano y frota en mi espalda.
El masaje combinado con el alivio del dolor hace que me relaje hasta que termino con mi cabeza en su pecho mojado, el frio me come ahora que estamos fuera y estiro la mano por mi albornoz, se lo daría, pero le quedaría ridículamente corto.
Me lo pongo, pero él lo baja para seguir con su trabajo en mi espalda y no puedo decir que lo sube por mi trasero para masajearme con las manos, si no con algo más.
—¿Y mi tanga? — lo miro a través del espejo mientras me masajea la espalda y al mismo tiempo tengo algo entre los glúteos.
No me responde, se centra en lo que hace.
—¿Te gusta verme con lencería erótica?
—Todo se te ve caliente a ti y ninguna lencería dura en tu cuerpo mientras te atiendo— me mira por el espejo y mis mejillas se calientan.
Mi seguridad en mi cuerpo aumenta lo suficiente para que me tenga jadeando.
—Imagíname así en tu oficina.
—¿Vas a llevarla puesta a la empresa? — se ve genuinamente interesado.
—Tal vez— veo como su mirada cambia y me inclina poco a poco. Me quita el albornoz y lo tira al suelo.
—Tócate— su voz es ronca.
—Tócame tú. — lo desafío.
Siento sus dedos en mi sexo de inmediato y me pega a su pecho. —Primero me sacas la polla en tu oficina y ahora vas a llevar un hilo en tu coño para tentarme— me muerde el lóbulo de la oreja. —Eres una pervertida.
—No.
—Sí, y con esas provocaciones lo único que vas a lograr es que te llene con mi leche.
Me abre los glúteos y aguanto la respiración cuando se desliza dentro de mí, el lavabo no es suficiente para mis manos, un día tengo que acostumbrarme a su tamaño. Se me escapa un gemido muy largo. Siempre me llena toda.
—Mira eso— gruñe a mi espalda sacándola —Te cabe entera.
Echo el trasero hacia atrás para que vuelva a metérmela y lo hace, pero sólo la deja dentro. Hago intento de moverme, pero no me deja. —Siéntela. — me dice.
No tiene ni que pedirlo, siento cada vena palpitante de su dureza, siento la cabeza en el fondo y... gimo cerrándolo los ojos cuando me da una sola estacada que no me sacia. Desde atrás mete su mano y me amasa uno de los pechos.
—Más— pido necesitada.
—No sé, he estado pensando en lo que dijiste— la saca muy lentamente y de la misma forma la mete. Comienzo a sudar de desesperación.
—¿Sobre qué? — trato de sonar normal.
—Muchas cosas— sale lentamente y me lleva a la habitación, tengo la esperanza de que lo haga más rápido ahí, pero cuando me tumba en la cama y entra es peor que antes.
Lo que la ducha caliente hizo en mi cuerpo, él lo desaparece poco a poco, porque apenas y logra darme cinco arremetidas y cuando la saca se queda fuera mucho tiempo.
—La próxima vez que niegues que estás conmigo frente a quién sea, recuerda esto.
—Alexander fóllame— me agarro a sus brazos.
—Yo nunca he suplicado — dice en tono burlón —Suplicar por sexo es un poco intenso y tenso.
Mi entrepierna arde porque vaya más rápido, pero no lo hace y me estoy frustrando hasta los huesos. Aparto la cabeza a un lado mientras mi mente trata de buscar algo coherente que decir, pero no puedo y vuelve a salirse.
Cuando me penetra de nuevo agarro su cabeza y beso justo debajo de su pulso. —Estoy malditamente enamorada de ti. — le susurro.
Lo oigo gruñir bajo y de repente me embiste sacándome todo el aire de los pulmones.
Me abre las piernas y con la mirada seria comienza a follarme como se debe terminando con mi tortura.
Se le forma una marca entre las cejas cuando su abdomen se tensa y cada penetración me deja jadeando con la boca abierta y con la espalda arqueada.
Mis pechos se sacuden con cada embestida y me machaca entrando y saliendo con bestialidad sosteniendo mis caderas en la cama para que lo reciba por completo. Lo único que sale de mi boca son gemidos de placer mientras me agarro a sus hombros.
Muevo la cadera arrancándole un jadeo similar al mío —. Joder Emma— me levanta para que lo monte.
Me pongo a ahorcajadas sobre él y paso mis piernas a cada lado de su cintura ansiosa bajando mi boca a la suya mientras me penetra de nuevo.
—¿De quién es este coño? — jadea
—Tuyo— me alzo sobre mis rodillas y bajo de golpe, él gruñe y yo gimo.
Muevo la cintura de adelante hacia atrás, sus dedos se entierran en mi piel y jalo su cabello poniendo mi mano en la pared.
Nuestra habitación se llena de mis gemidos y los jadeos que le arranco, pero poco dura mi delicia porque vuelvo a estar con la espalda en el colchón y con los tobillos cruzados sobre sus costillas.
De esa forma me folla duro sosteniendo mi tobillo para que no lo suelte. Las embestidas comienzan y los gritos también. El sudor hace que nuestros cuerpos se deslicen entre sí y mi garganta se seca.
—Mmm— aprisiono sus glúteos con mis manos para meterlo más profundo y levanto la cabeza para ver como entra en mí.
Es tan largo para entrar fácilmente en mi coño, lo estira y lo llena. Oh Dios, cómo lo llena. Quita mis piernas de su espalda y las junta poniéndome de lado con su pecho subiendo bruscamente.
Me atrapa las muñecas con sus manos sobre mi cabeza y entra otra vez provocándome una punzada de dolor desde este ángulo. Ahogo un sonido ahogado y me hace agarrarme a mi rodilla.
—Abrázate a ella — me mira con deseo cuando lo hago y me trago mis gemidos cuando veo las ventajas de esta posición, la profundidad, el ángulo... su glande roza el fondo de mis paredes.
—¿Quieres mi leche?
—Sí— asiento frenéticamente.
No aguanto más y termino liberando mi calor con su nombre brotando de mis labios. Me deja gritar todo lo que quiera y arremetida tras arremetida hacen que también se vacíe en mi interior.
Las horas aquí sumadas a nuestra cena y la intervención de Dylan me dejan exhausta. Los orgasmos me dejan adormilada con los ojos cerrados y a tientas busco su cuerpo hasta que me pongo sobre su pecho sintiendo como tiene la respiración pesada.
Beso uno de sus pectorales y me levanta sobre él hasta que su cabello me cosquillea entre los pechos donde deja su cabeza. Lo dejo hacer y me pierdo en el sueño porque no se mueve para irse.
Paso buena noche con él hasta que tengo que levantar y ya no lo encuentro en la cama conmigo.
En mi teléfono tengo dos correos privados de West B dónde el remitente es Adam, un mensaje de Cora que me da vergüenza responder después de ser borde anoche y por último hay un aviso para el evento de inversionistas, es la invitación.
Salgo en mi bata mirando dicha cosa y veo a Alexander haciéndose un café está al teléfono hablando con alguien.
No sé de dónde sacó la ropa limpia porque en el baño siguen nuestras ropas mojadas y él ya está en traje. Paso en su lado en silencio para no interrumpir su llamada y sin darme cuenta lo hago girarse para besarlo castamente.
Paso de largo a la cafetera y sólo cuando me mira fijamente me doy cuenta de mi gesto, hago como si nada. —¿Cuándo van a reunirse los inversionistas con ellos? — lo tengo a mi espalda con su mano en la cinta de mi bata.
La hora en su reloj me hace beberme el café a medias y salir de su agarre mientras corro a la ducha para cambiarme y al salir apenas termina la llamada.
—¿Ethan te dijo algo sobre una camioneta verde siguiéndome ayer? —saco la pastilla del día. —Son camionetas que han estado aquí, las he visto en el estacionamiento.
—Sí, mantente lejos de ellas, hasta que lo resuelva.
—¿Están aquí por Bennett? — entrecierra los ojos mirando como bebo mi vaso para tragar la pastilla. —Lo vi y se ve desmejorado.
—¿Te vino a buscar? — su ceño se frunce.
—No, yo lo fui a ver para hablar y todo iba más o menos bien, pero por un tal Dmitry me echó de ahí.
—Hijo de perra— maldice —Que no se te acerque hasta que se haya largado del edificio. Dmitry Makov es un mugriento ruso que vende coca y más cosas en el mercado negro.
—¿Está metido en eso? — asiente y me duele el pecho —Piensa que Cora está muerta.
—Yo se lo dije.
—¿Qué? Se está muriendo sin ella, está todo drogado y aunque le dije la verdad parece que no me entendió ¿Por qué le hiciste eso?
—Porque la iba a arrastrar en su mierda y porque es un maldito traidor. — no se ve ni un poco arrepentido.
—¿Es tan malo lo que hizo para terminar así todo drogado y desmejorado? — se me quiebra la voz —Ni siquiera se puede mantener en pie, casi no queda nada de él.
Veo algo pasar por sus ojos, pero endurece el gesto. —No tenemos tiempo para esto, toma tu bolso te llevo el desayuno a tu oficina.
—Voy en mi Mazda, tengo que salir a hacer asuntos fuera de la oficina.
—Que lo lleve Ida.
—De acuerdo— bajamos a su auto y durante el camino a la empresa pienso en lo que dijo de Bennett.
—No es justo, no es justo que piense que Cora está muerta y se este matando lentamente a él mismo.
—Es un traidor, deja el tema, Emma.
—No, es tu hermano ¿Cómo puedes odiarlo? — lo encaro cuando estaciona en Hilton &Roe. No me responde, pero yo no me detengo. —Tenerlo en el dolor es una injustica que no merece. — bajo de su auto y escucho su puerta abrirse, me encara ahí mismo.
—Deja de hablar de Bennett.
Un Cadillac negro aparca al lado de nosotros, pero no deja de mirarme.
—No te entiendo en absoluto, pero no importa esto no es de mi incumbencia— trato de pasar a su lado decepcionada de oír que no le importa más su propia sangre viendo como Maya baja del auto continuo, pero vuelve a ponerse frente a mí con la mandíbula apretada.
—Dije que dejes el tema.
—¿No te importa nada?
—Toda mi vida luche para que mi hermano no terminara en la mierda y cuando tuvo oportunidad el mismo se entregó, así que no me hables de lo que es justo o no. — dice con un deje amargo en su voz.
Maya baja la mirada en silencio escuchándolo y Alexander se aleja dejándome en mi lugar.
—Alexander— voy tras él, pero no alcanzo a llevarle el paso, pero se regresa y aunque se queda en silencio y se ve claramente enojado, me lleva hasta la entrada de la oficina.
Quiero decir algo, pero ya desapareció. Me quedo como idiota viéndolo irse y antes que alguien vea Maya me hace entrar con ella al elevador.
— Mantén la calma y quita esa cara desalineada que te ves fabulosa hoy— me lleva por el pasillo. Asiento y entramos juntas a mi oficina. —¿Qué sucedió?
—Visité a Bennett y se lo dije. — me abrazo a mi misma —Bennett cree que Cora está muerta porque Alexander se lo dijo, me pudo mucho verlo así que lo confronté, pero no sabía las razones que tenía.
—Lo sé, a mi también. — me da un apretón en el brazo —Pero también sé que lo dijo Alexander es cierto y no lo culpo.
—No quería lastimarlo.
—No lo lastimaste, solo abriste una brecha de amargura que Bennett cavó cuando decidió traicionar a su hermano.
—Justo ahora que estamos arreglando las cosas, sucede esto.
Maya se quita el abrigo blanco que trae. —No es el fin del mundo, se llama realidad y esto se soluciona con una cosa llamada—, hace que lo piensa — comunicación.
Alicia entra dando los buenos días cortando nuestra conversación y asustándose de la presencia de Maya aquí.
—Del señor Jones, quiere que los revises. — apenas levanta la mirada.
—Hey chica— Maya mueve su mano frente a la cara de Alicia —Déjate de juegos y mírame que no muerdo.
—Si señora Hilton. — se ríe nerviosamente y se arrastra fuera.
—Sigue siendo extraño que no te llamen señora Roe— enciendo mi ordenador.
—Los negocios son así, si Alexander le vendió a Tyler el veinticinco por ciento de las acciones de su empresa, así debe ser mi nombre.
—Cuando lo oí, pensé lo mismo que mi jefe, no es nada contra ti o tu esposo, pero que Alexander venda parte de la empresa lo perjudica de alguna.
—Claro, es arriesgado— sonríe de lado —Ese es un detalle insignificante para Alexander ¿o no? — su tono queda flotando en el aire y me guiña un ojo cuando toma su bolso de piel —Espero verte después, ya lo tengo, en una cena esta noche.
—Me encantaría, pero tengo mucho trabajo, nos vamos a Nueva York mañana en la tarde.
—Entonces será cuando regreses y no acepto un no por respuesta. — asiento, pero se vuelve —Emma.
—¿Sí?
—Gracias por mis sobrinos. — sale dejándome sola.
Una media hora después Ida entra cargando mi desayuno y no puedo sentirme peor de que él lo haya enviado. También me entrega las llaves de mi Mazda que agradezco en silencio.
—Reunión a las dos en punto— Alicia me envía el mensaje y desayuno en silencio.
. . . .
Me pierdo parte de la mañana yendo a West B dónde acordamos encontrarnos y ver a Adam no mejora mi ánimo, se ve tal cómo antes.
—Hola Emma— me da una sonrisa de lado mientras mete su mano en la bolsa delantera de su pantalón. —Probablemente me veo diferente, la ultima vez que me viste tenía sangre en la cara.
—Muéstrame las invitaciones al evento de los inversionistas. — entro al lugar sintiendo mi espalda fría.
—Buenos días a ti también— dice a mi espalda y me pasa la hoja de un listado de gente que en su mayoría no conozco. —Mikael quiere que dejemos de lado la lista de los invitados, hay un nuevo negocio en puerta para nosotros y no es en Londres.
—¿Dónde es?
—En nueva York, vamos a sembrar hoteles ahí, específicamente con la corporación Dorian's, nos enteramos que Hilton &Roe está firmando con ellos la próxima semana y nos vamos a adelantar a ir el fin de semana antes que ellos para mejorar la oferta y quitársela.
No puede ser. —¿Por qué nadie me había informado de esto?
—Fue de ultimo momento.
—¿Ultimo momento? Ya tienen fecha del viaje, eso no fue de ultimo momento.
—Lo siento, fueron ordenes de Mikael. — se sienta a mi lado —De verdad lo siento Emma, se comporta duro con los que estamos vendiendo información, es muy precavido en sus asuntos.
—Así que estás aquí para vender información.
—El señor Roe me echo como un perro de la empresa y me quedé sin trabajo, aquí la paga es buena, eso tu ya deberías saberlo.
Tengo que pensar en algo que hacer, pensé que darle a West B el proyecto de Manchester los iba a hacer confiar en mí y me equivoqué, Mikael es un viejo sabueso y para descifrarlo se necesita al menos tener un aliado.
—Sí claro que lo sé. — pongo mis manos en mi rostro.
—Emma, arreglemos la lista de invitados del evento.
Asiento abriendo las carpetas. —Ni siquiera tengo detalles del viaje a Nueva York, es humillante que me hagan esto, también vengo a buscar un poco de credibilidad en mi propia carrera.
Adam se queda callado y luego veo el gesto de coqueteo que tenia siempre en nuestras horas laborales.
—Si quieres pedimos comida aquí y mientras trabajamos te muestro el plan de negocios de Mikael.
—¿De verdad?
—Claro— pasea por mi escritorio. —Pero dime algo Emma, ¿De verdad estás jugando del lado de West B? ¿O cuál es el plan? Porque supongo que si le estás haciendo esto a Alexander Roe es por una buena razón.
Aborrezco que sea tan entrometido cómo antes, hay cosas que no cambian, pero al ver que es muy cercano a Mikael, me tiene alerta con él. —Estoy del lado de West B. — le aseguro. —Pero sigo sin entender cómo se enteraron del proyecto de Hilton &Roe.
—No creerás que somos los únicos a los que les gusta el dinero fácil — se ríe, pero cuando le devuelvo la sonrisa se calla. — Si es verdad que estás con West B, entonces podríamos volver a ser un buen grupo como antes, solo habrá que limar las perezas que dejamos.
—Voy a pensarlo, eras un buen compañero, pero como persona desconocía lo que eras.
—Todos escondemos nuestra verdadera cara y no es justificación, pero ya sabes que me gustabas, me gustas, bueno no tanto después que me dejaran como mierda por tu culpa.
Cierro la carpeta y me aguato las ganas de mandarlo a la mierda sólo porque quiero que suelte la lengua de lo que sabe. Lo dejo pedir la dichosa comida y como poco de lo que traen tratando de hacerlo hablar mientras trabajamos.
Pero suelta poco, lo único que logro saber es que hay alguien más pasando información y creo que sospecho de Mike, el arquitecto.
Regreso a la empresa tomando una copia de los últimos archivos de la nube de West B y me encuentro en la oficina del señor Jones pidiendo una cita previa.
—Adelante Emma, tome asiento.
—Gracias, señor, pero prefiero estar de pie, hay un asunto del que quiero hablarle.
Se levanta con el ceño fruncido. —La escucho, ¿De qué se trata?
—El señor Roe debe viajar mañana mismo a Nueva York o West B se quedará con el negocio de los nuevos hoteles.
¡Hola sexys!
Los secretos poco a poco comienzan a salir a la luz y pocos van a quedarse a ver la verdad.
Doy avances del siguiente capítulo en mi instagram, nos leemos ahí.
¡Los amo tres millones!
-Karla.
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