Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 12

Alexander.

—Bennett pasó la noche en mi apartamento y hermano, como el infierno que no se ve bien— dice Erick como si esa idiotez me importara.

—Ten listo el contrato de Nueva York con todas las cláusulas que quiero, voy a arreglar mi agenda y unas reuniones pendientes y en máximo tres días o cuatro voy a salir del país— le hablo de lo que sí importa —Amelia trae los planos de Manchester y que Mike venganza revisarlos.

—Si señor Roe.

—¿Ya tienes elegido quién va a acompañarte?

—Un publicista, para las cláusulas de privacidad, no tengas esperanza de montar tu culo en mi jet, ya jodiste ese contrato y voy a arreglar tu desastre. — fijo la vista en mi rolex.

—Vas a necesitar a un abogado.

—De ser así será Blake el que vaya no tú.

—Suerte con eso— recoge los documentos de la mesa bruscamente y sale dejándome solo.

Enciendo la cámara de las jaulas que tengo para mí y veo el cuerpo de Sawyer tirado en el suelo sucio con las últimas magulladuras que le hice ayer. Tengo cámaras en las jaulas, dos de ellas están configuradas por el hacker para mantenerse ocultad de la gente de Logan y de los legae que llegan a estar por ahí en los eventos nocturnos que realizan la organización de los treinta y siete.

Doce mafiosos del inter continente central europeo y sus alrededores, al que pertenece Logan y los daneses también. La cede de las jaulas, donde encierra a los traidores, a la escoría, mejor conocida como los mugrientos, está aquí en Londres.

Todos buscan poder ahí, entre ellos Logan, sin consigue la base militar del Grard de Dinamarca va a eliminar a otro miembro de la organización hasta reducir su número.

Si voy a Nueva York no sólo será por el contrato, me interesa ver una que otra persona de América que tiene lazos con la mafia inglesa. Sigo jugando mis cartas analíticamente al mismo ritmo que las juega Logan, pero tengo una ventaja con parte del gobierno inglés.

Me concedieron el indulto, cuando nos sacaron de la mierda que nos tenía Logan, ahora debemos rendirles cuentas periódicamente. No tuve alternativa que aceptar las condiciones si quería sacar a mi hermano de ahí.

Esa fue la primera vez que maté a alguien para sacar a Bennett de las jaulas, a los quince años.

—Ida— hablo para que el extranjero entre. —¿Dónde dijiste que estaban los pioneros que escaparon de la casa treinta y siete la noche que fui por Emma?

—Se fueron rumbo a las afueras de Londres, lo más seguro es que Logan los haya encontrado— la ceja cortada por la mitad se le alza con el gesto duro que tiene —Si les fue bien, los mataron, si no, los tiene como prisioneros.

—Revisa la zona, si tiene a los pioneros vamos a ir por ellos porque uno de esos perros me pertenece. Es un maldito rubio.

—Puedo llevar a unos hombres para que examinen la zona.

El hecho de que Alesha no haya hecho ningún movimiento desde que se largó de mi casa me tiene alerta, la impulsividad que tiene es intrigada y Logan la puede usar a su favor, no quiero pelear con su muñeca de madera de la que sostiene los hilos, porque si me centro en ella me desvío de lo que él hace.

Y mientras me tenga distraído contraatacando los berrinches de Alesha, él se pone a trabajar en cosas importantes de las que sólo van a joderme. 

—Contacta a gente de Caterva Smith, aunque se mantiene lejos de Logan, hasta yo sé que él sigue teniendo contacto con varios Kray. — me froto las sienes —Mañana vamos a tirar los restos falsos de Sawyer Taylor que preparamos para que el MI6 los encuentre.

—Ya los guiamos a la zona marcada todos estos días y mañana encontrarán la carnada para que dejen de buscar.

Le doy un asentimiento de cabeza y antes que salga Maya entra para el acomedido que quiero. No sobre la casa treinta y siete, el lugar lo encontró la misma tarde que me lo ofreció, tiene su parte de eficiente.

—Señora Roe— Ida pasa a su lado.

—Señora Hilton— lo corrijo ella —¿Me llamaste? — pone esa baratija pesada que trae en la mano sobre mi escritorio. —¿Hay algún problema con el comprador del mugriento que tienes en la jaula? —dice sin dejar de mirar a la puerta.

—No.

—¿Cuál de estos dos que siempre te sigues es al que más confianza le tienes? — le frunzo el ceño. —El Kray que siempre va a vigilar a Bennett se topó con Emma y una rubia que iba con ella. Emma tiene agallas — se sienta en la silla frente a mí. —La encontré pateando la camioneta verde del hombre de Logan.

—¿Qué coño hizo?

—Estaba mirando todo de lejos, pero el kray se bajó con el arma en las manos, no sé si ella lo notó, por eso me acerqué y no dejé que se le acercara, en cuanto vio que era yo sé alejó, pero ahora tenemos el problema de que le va a decir a mi querido hermano Logan que estoy ahí. — maldigo —Que Bennett viva cerca de ella ya le representa un peligro, siempre van a vigilarlo o la sacas de ahí o la cubres de hombres que la cuiden.

—Voy a sacar la mierda de ese puto traidor.

Emma no va a querer irse de ahí, ya me lo dejó claro y con Ethan vigilando de lejos no la tiene alterada, pero sí tengo que sacar el culo de Bennett de ahí lo voy a hacer.

Pelearse con un kray. Demente de boca imprudente. —¿Cómo pasó lo del kray?

Maya se ríe. —Debiste haber estado ahí, yo me hubiera jodido de los cojones que tiene ¿Estás seguro que no la hiciste tu esposa y me lo estás ocultando? — se reclina sobre la mesa —Nadie tiene agallas para mandar a la mierda a un kray de Logan sin saber que le van a clavar un arma en la cabeza.

La satisfacción me recorre. —Claro que tiene agallas, va a tenerlas para soportar el peso de ser la mujer del lobo de la mafia inglesa.

—Me gusta. —se reclina en la silla.

Miro la cosa que trae puesta, y con el ceño fruncido saco una centurion card negra y se la paso por encima de mi escritorio. —Perfecto, porque te llame para un asunto en particular.

〘 〙

Emma.

—El restaurante al que te llevo es una revelación de los italianos y créeme que, aunque no tolero a la mayoría de ellos por razones personales, no puedo decir nada en contra de su gastronomía— dice Maya manejando por la ciudad.

Me encantaría que usara el techo descapotable de su auto, pero pido mucho. Bajo mis lentes de sol para ver la velocidad permitida en los señalamientos de la carretera principal y veo que claramente lo está rebasando. Tenemos una camioneta siguiéndonos, es muy similar a las de Alexander.

—Cuando quieras puedes volver a cenar pasta a mi apartamento, no soy italiana, pero haré mi mejor esfuerzo— hago que se ría con mi comentario.

Su Cadillac está tapizado en cuero negro y solo tiene espacio de dos plazas delanteras. Corre a más de cien kilómetros por hora, es una versión reciente por lo que me dice Maya, aunque no se ve interesada en hablar de su auto, si se ve loca de felicidad conduciendo a alta velocidad.

Viendo su perfil me recuerda en esencia a la cantante Adele. Maya tiene también la nariz final, el cabello castaño claro y el exquisito gusto en su forma de vestirse. Las uñas rojas las aprieta sobre el volante girando a la derecha.

—Definitivamente voy a tomarte la palabra cielo— se sube los lentes de sol a la cabeza y me guiña un ojo. —Has hecho que mi estancia en Londres sea más placentera con tu compañía, he conocido a unas mujeres esposas de los ejecutivos de Alexander, como la esposa de Christopher, pero me encuentro un poco aburrida con ellas.

Me halaga su comentario. — Hay un club exclusivo para los socios de la empresa, si quieres te consigo la dirección para que te apuntes.

Debe haber golf y más cosas que practicar, spa y todos esos lujos que la pueden distraer.

—Ya estuve ahí— gira a la derecha a una dirección diferente a la que había tomado hace diez minutos. —Y no hay nada fuera de lo normal, es bonito sí, y poco más, pero no es de mi estilo. ¿Tú vas a club?

—La pregunta está de más— me río, pero ella no. —No soy socia de la empresa sólo soy publicista.

—Grave error, me encantaría que tú y tu amiga Cora me acompañaran un día de estos— alza las cejas perfectamente depiladas. —Hace falta su energía ahí.

No tengo buenos recuerdos del lugar y tal vez Cora mantenga su distancia con Maya al ser tía de los Roe. —Tal vez— dejo la respuesta flotando en el aire sin decir nada en concreto para comprometerme.

Miro los edificios pasar como una mancha borrosa a nuestro lado el aire golpea ligeramente mi cabello y ya comienza a verse los primeros estragos del invierno.

Aún es Octubre y no es tan frío, pero tampoco cálido, parece que el clima no sabe de meses.

—Tengo una duda Emma. ¿Te gusta mi abrigo? — me pregunta de la nada.

Miro su abrigo consternada por su pregunta y asiento. —Sí, es elegante.

Sonríe. — Claro, que buen ojo tiene— no creo que se refiera a mí —. ¿Te importaría si nos desviamos un poco a central Grant? Hay una cosa de suma importancia que necesito hacer para Alexander.

—Claro, no hay problema— asiento y la mujer conduce a una velocidad infernal hasta el centro de la ciudad, me preocupa que en una de estas vueltas que dé, terminemos siendo intervenidas por una patrulla por exceso de velocidad.

Estacionamos frente a una tienda de comercio entrando por un estacionamiento subterráneo iluminado por pequeñas lámparas en el techo y por postes de luz medianos el camino a nuestro lado.

—Llegamos— sonríe Maya cuando aparca. —Vamos, baja del auto que tenemos el tiempo reducido mira un rolex blanco que lleva en la muñeca izquierda y toma su bolso.

—No es necesario que te acompañe, si quieres tú ve a tus asuntos, yo me quedo aquí.

Se ríe. — Tú estás incluida en mis asuntos. — se quita el cinturón de seguridad y hago lo mismo.

Ambas bajamos del Cadillac y ella vuelve a ponerse sus lentes de sol cuando subimos por el ascensor a una tienda departamental con ventanas cristalizadas que tiene las letras gigantes de Ralph Lauren en la entrada en tono dorado entrelazadas la una de la otra.

Entro detrás de Maya mirando asombrada los escaparates alrededor y el personal uniformado con mejor estilo que el de los clientes.

Hay escasos clientes en esta sección y cuando subimos a otro piso se reduce más el número, esta parte de la tienda parece privada o de acceso VIP.

Una mujer de baja estatura y en tacones de punta se acerca a nosotras con un iPad en sus manos y dos argollas de plata en la misma oreja. Me quito las gafas junto con Maya y nos encontramos con ella.

—Soy Maya Roe, tengo una cita con Lesli para mostrarme los abrigos de la colección ilimitada de otoño.

—Enseguida señora Roe. Sigan por aquí por favor— nos guía por el pasillo hasta una pequeña sala alfombrada lejos del ruido. —¿Les ofrezco una copa de vino mientras esperan a la dependienta con la que agendaron la cita?

Escondo mi asombro. ¿Vino solo por esperar a que venga la asistente? Maya asiente por las dos y la mujer desaparece. Miro las prendas desde lejos manteniéndome al margen, sólo estoy de compañía aquí, pero me encanta ver lo que hay de temporada. ¿A qué mujer no?

Unos vaqueros de cuero a lo lejos en uno de los maniquíes es el que me hechiza el tiempo que tarda en regresar la mujer.

Amablemente nos trae una copa de vino que tomo por educación, Maya se sienta en uno de los sillones de piel color rojo y bebe solo un trago.

—¿Fascinante o no? — me mira a mí y luego los pantalones que miro.

Me avergüenzo de no poder comportarme como su compañía. Asiento y me siento a su lado apartando la mirada de todo lo que hay dentro de Ralph Lauren y centrándome en mi vino.

Otra mujer muy similar a la que nos trajo aquí viene con traje negro, pero viene acompañada de una joven asistente de lentes. 

—Esa es Lesli, la asistenta general de la tienda aquí en Londres— me dice Maya antes que se acerque y chasqueo la lengua para que sepa que la escuché.

—Señora Roe y compañía, agradecemos su visita a Ralph Lauren, sean bienvenidas.

Bebo otra vez de mi copa y aparto la mirada para que Maya se haga cargo de sus asuntos y podamos ir a comer, pero la mujer se me pone al frente, veo sus tacones negros y luego a ella con el ceño fruncido.

—Gracias por interesarse en nuestra colección de otoño señora Roe— me dice a la cara. —Pero dadas las circunstancias y al ser de edición limitada, la colección que solicitó fue retirada del almacén. Se agotaron existencias.

Parpadeo, confundida y le sonrío. — Oh no— me río nerviosa y pongo mi copa de vino en la pequeña mesa frente a nosotras. —Yo no soy la...

—Ese problema soluciónalo de inmediato por eso estamos aquí— Maya se me adelanta. —Quiere esa colección y si no puedes, comunícate directamente con el diseñador y que sean hechos nuevos abrigos especialmente para ella. — se levanta en sus tacones Gucci —Anda mujer, no te quedes ahí parada, llama a Ralph Lauren directamente. 

Miro a Maya con las cejas juntas, pero ella sólo se limita a sonreírme de lado mostrándome que está a cargo.

La dependienta asiente, pero Maya cambia de planes y la detiene, yo aún sigo aturdida.

—Alto Lesli— hace que regrese —¿Sabes qué sería mejor? Olvídate de los abrigos de edición limitada de la colección de otoño. — levanta las manos sobre su pecho mostrando su perfecta manicura —Queremos ver los diseños de la próxima colección, la de invierno.

—Pero eso es imposible madame— la asistenta se ve molesta y asombrada al mismo tiempo —La colección no está disponible al público.

—Mejor aún, comunícate con el diseñador, Emma será la primera compradora— señala entre ambas.

—Madame, ¿Se da cuenta de lo que me está pidiendo? Esa es una compra que no puede efectuar.

Maya ladea la cabeza con una ceja arqueada claramente enojada por esa respuesta.

—Oh linda, ahora tú y yo tenemos problemas— su buena expresión se desvanece y se acerca hasta plantarse de cara a la mujer frunciendo sus labios color cereza.

—Dije que quiero la nueva colección de invierno de Ralph Lauren y no me importa cuánto cueste— levanta la barbilla sigilosa y nunca antes se había visto tanto como una mujer de clase alta. —No hay presupuesto para complacer a la mujer de Alexander Roe.

Se me hace un nudo en el estómago.

El peso de las miradas cae sobre mí y la asistenta asiente avergonzada.

—Le ofrezco una disculpa madame— se pone de todos los tonos de rojo, no hay mujer que le lleve la contraria a Maya Roe, ni siquiera ella. —La nueva colección para la señora Roe, comunícate con Ralph Lauren de inmediato— le dice a su asistente. 

—Y mientras lo resuelven trae el catálogo de modelos para que Emma elija los que quiera.

Asiente dos veces. —A la orden madame.

Ambas mujeres se van por el pasillo dejándonos solas en la sala. 

—Estás dependientas de hoy en día— Maya se queja y ni siquiera le presta atención a mi expresión confundida —. Con más tiempo de anticipación habríamos ido a ver al diseñador personalmente, no iba a ser difícil contactarlo.

Miro el pasillo vacío sin dar crédito a lo que escuché. — Maya— encuentro mi voz, aunque sigo aturdida —. ¿Qué es todo esto?

—Oh— sonríe —Olvidé decirte que estamos aquí de compras para ti.

—No, no, no— levanto las manos sobre mi pecho, si ya fue una locura escuchar todo lo que le dijo a la mujer no voy a oír más. —¿Cómo vas a...? — trato de reunir pensamientos coherentes —Yo no...

—Tranquila— levanta su copa de vino y le da un trago restándole importancia al asunto. —He visto tu buen gusto en los abrigos que traigo y Alexander va a complacerte en lo que quieras, no es un gran problema que se contacten con el diseñador.

Está igual de loca que su sobrino. —Maya— me quito el saco por los hombros — No voy a tomar ninguno de esos abrigos.

—Estamos aquí por ti Emma, me encanta que te hayan gustado mis abrigos, pero te vamos a conseguir mejores. —Ojea uno de los catálogos más cercanos.

—Maya, acabo de volver con Alexander— siento que debo explicar eso para que dejen de llamarme señora Roe y ella deje de hacer todo esto—. No sé cómo terminamos aquí, ni por quién me tomas, lo siento yo... yo no quiero nada de esto— tomo mi bolso —. Me voy de aquí.

—Bien, cómo no quieres los abrigos—me detiene y llama a otra de las dependientas —. Nos llevaremos todas las colecciones de ropa en tu talla.

—¡No! — detengo a la dependienta y Lesli se acerca con los nuevos catálogos, los pone sobre la mesa de la sala aguardando por nosotras.

—Alexander es persistente si ya debes saberlo y cielo, eso es una cosa de familia —  oculta una sonrisa —Nadie te considera una mala persona solo porque él quiere complacerte con algo que supo que quieres, así que regresa aquí y selecciona los modelos de tus nuevos abrigos sin prejuicios estúpidos porque en nuestra familia no hay lugar para prejuicios Emma Brown.

Me siento pequeña ante la mirada castaña de la mayor de los Roe. Aprieto las manos en mi bolso. Suelto un suspiro largo y camino de regreso a dónde ella que sonríe victoriosa.

—Me permite su saco madame— Lesli me quita el blazer y el bolso de las manos.

Durante la siguiente hora me relajo de la tensión que sentí al llegar aquí y casi me siento como una niña en navidad eligiendo tres abrigos de fax fur de una colección de invierno que ni siquiera ha salido al público. Uno negro y dos blancos que le dan un toque a los que me encantaron de Maya.

Me mido uno de los modelos de prueba que una mujer ajusta a mi talla. Me suelto la cola alta y dejo caer mi cabello en mis hombros, lo reacomodo y me miro en el espejo de cuerpo completo.

Me encanta.

Maya mira complacida y le da instrucciones a la dependienta sobre lo que debe hacer para que nos lo llevemos a casa. Veo lo otros modelos, pero ninguno me llama la atención y termino quedándome con tres.

—Tengo al diseñador en la línea— Lesli aparece cuando me ponen otro abrigo de prueba que Maya insistió en probar —La compra está efectuada.

La mayor de los Roe abre su bolso y saca una tarjeta de crédito negra con letras doradas, es una Centurion card que me hace apartar la vista y se la entrega a la mujer.

Pagamos y al bajar al siguiente piso tenemos la compra realizada, un hombre de traje nos ayuda a llevar mis cosas al auto de Maya.

—Gracias por esto Maya. — de alguna manera siento la necesidad de decírselo a ella.

La mujer de casi cuarenta años me mira con añoranza y se limita a sonreírme haciéndome sentir cómoda con la compra. El camino al restaurante ya no es tan largo, sólo a unas calles de las tiendas y aunque ya quemé mis dos horas de comida no la contradigo.

Mantenemos la comida de forma amena y me deleito con un filete a término medio y disfruto de la compañía y una plática casual que me distrae de todo.

Cuando regresamos a Hilton &Roe Ethan no encuentra en el camino y traslada las compras a mi auto con sumo cuidado por orden de Maya mientras ella y yo subimos por uno de los ascensores de la empresa.

—Gracias por aceptar mi invitación a comer Emma — me aprieta ligeramente el brazo en un gesto amable.

Asiento, aunque su supuesta invitación de comida fue una trampa para llevarme de compras.

—¿Dónde está el señor Tyler Hilton? — le pregunta a Alicia cuando entramos.

—En la oficina de la derecha— Alicia se levanta y le extiende la mano, está claro que Maya impone con su presencia. — ¿Es su nueva asistente?

—No soy su asistente, soy su esposa— Maya se despide de mí y deja a Alicia con la mano extendida.

—Mátame por favor— Alicia se pone roja por toda la cara. —Acabo de llamar a la esposa del nuevo socio del señor Roe, su asistente.

—Mañana no lo va a recordar— la tranquilizo. —Lamento la tardanza, mi comida con ella se alargó ¿El señor Jones ya volvió de su reunión?

—Hace una hora y desde entonces está reunido con el señor Roe en la sala de juntas con dos publicistas más y los demás ejecutivos.

Mierda. —Ahora mátame tú a mí, si entro a la reunión ahora van a correrme.

—No, acabamos de recuperarte — se limpia los restos de glaseado de la mejilla —Puedes llevar esta carpeta y dársela al nuestro jefe— me entrega dicha cosa —Son solo reportes que llegaron del evento de Birmingham, son buenos y él ya lo sabe, pero será la excusa para que entres.

—Dámela— respiro hondo y voy al comedido antes que sea más tarde.

Entro en silencio y veo a Erick al frente de una de las pantallas hablando. Voy a dónde mi jefe y le doy la carpeta, me señala que me siente a su lado y mientras lo hago siento la mirada cargada que sigue mis movimientos.

Erick me mira momentáneamente, pero continúa hablando. Alexander está en su lado de la mesa como cabeza de la reunión.

—Por favor papá— Erick le da paso a mi jefe —Quiero decir señor Jones.

—Tenemos el evento de inversionistas en unas semanas, aquí vamos a terminar de cubrir el bache por el que pasó la empresa dañando la imagen y demás. — mi jefe se levanta. —Si estás de acuerdo Alexander, vamos a dar la noticia de la asociación con la compañía de Tyler Hilton que hemos venido guardando.

—También podríamos dar una prevista de un proyecto que tengamos, puede ser la del hotel de Manchester— dice una mujer, que es parte del equipo de arquitectos que tiene la empresa. —Como vamos a renovar ahí uno de tus hoteles y convertirlo en ecológico podemos dejar en claro que nuestro proyecto no se cayó en el incidente en Brent. ¿Eso serviría Christopher?

El hotel de Manchester. No pueden hablar sobre eso hotel porque para ese entonces West B, tendría conocimiento de ese proyecto y tomaría ventaja de la información que sabe.

—Es una propuesta muy acertada y cómo la mayoría de las cadenas hoteleras internacionales de renombre estarán ahí, vamos a ser el centro de atención solo habrá que negociar con las revistas para cubrir la nota.

Este evento es el impulso que necesita la empresa para quitarse la mancha que dejó el accidente de Brent, pero no es la opción acertada, menos con el nuevo socio. Darán la imagen equivocada.

—¿Tiene alguna sugerencia Emma? — pregunta mi jefe.

—No señor— bajo la mirada y me trago mis palabras.

Escucho lo que dicen en silencio asintiendo aun cuando no estoy de acuerdo, mis ojos se encuentran con los de Alexander, ladea la cabeza como estudiándome, pero no le doy ningún tipo de resbalón en mi posición respecto a esa estrategia.

Opto por apartar la mirada y centrarme en Erick o en quién sea. Discretamente saco mi celular y por debajo de la mesa le escribo a Adam, diciéndole que Hilton &Roe tiene una estrategia para el evento de inversionistas, pero no la detallo. Necesito despistarlos de lo que realmente harán en el evento.

Levanto la mirada de mi celular al mismo tiempo que uno de los arquitectos lo hace. Mike. Nos miramos un segundo y Erick entra en el campo de miradas, mirando entre él y yo. Por un momento el miedo me corroe, pero me mantengo serena para no parecer sospechosa.

Cuando Adam responde de recibido respiro hondo y me centro de nuevo en mi jefe, pero mirando sigilosamente al tal Mike de a momentos. Parece que toma nota de todo lo que se dice en la reunión, aunque no veo porque le interesaría lo que dice mi jefe, eso no es parte de su trabajo.

A no ser que... centro mi mirada en él cuidadosamente mirando su mano moverse rápidamente sobre la carpeta que tiene. Al ser uno de los arquitectos tenía cierta cercanía a Alesha.

Amigo de traidora, posible traidor.

La reunión termina y me pongo de pie al mismo tiempo que Mike, con toda la intensión me pongo en su camino y chocamos haciendo que su carpeta caiga abierta al suelo.

—Lo siento— me disculpo agachándome a recogerla.

Veo que anotó todos los puntos de la reunión. Le regreso la carpeta que me arrebata y me mira mal antes de salir.

Quedo al lado de mi jefe viendo a los ejecutivos irse, esperando que me de la orden de irme. El esposo de Maya pasa frente a nosotros y ya me la imagino esperándolo sola en su oficina.

Me da una inclinación de cabeza y se la regreso con educación mirando como saca un cigarro en cuanto sale.

Alexander se queda en su lugar mirándome, pruebo a dar media sonrisa y me responde con el ceño fruncido.

Recuerdo lo de los abrigos y aprovechando la momentánea distracción de mi jefe escribo un gracias en una pequeña nota y lo dejo en su lugar.

Lo mira como con aburrimiento y se levanta pasando a nuestro lado sin decir más y ni dignándose a mirarme como el cabrón que es.

—Una cosa más Christopher, elige al publicista que quiero para Nueva York, Amelia te dará las fechas exactas, quiero una respuesta para mañana— le dice sobre la espalda a mi jefe.

Alzo las cejas sorprendida de enterarme que se va. — Vamos Emma—mi jefe me hace salir.

Voy a mi oficina después que me encarguen las tareas finales del día. Encuentro a Alexander dentro y al igual que el primer día todo se siente como un déjà vu.

  —No sé si debo preguntar que haces aquí, no sé cómo no puedes apegarte a la única regla que hay entre nosotros. — cierro la puerta detrás de mí y frunce el ceño. —Sólo pedí un simple poco a poco cariño.

Uso ese apelativo para tocarle las pelotas de que haya ignorado mi nota, pero no funciona porque no me suelta nada borde. 

Sigue molesto por mi breve confusión de anoche, había bebido un poco de vino y si solté el nombre de Dylan fue porque antes de hablar con él había hablado con ese grandote.

—Quiero una actualización del evento de Birmingham, quiero saber lo que la gente ha dicho los últimos días y si nos beneficia antes dl evento de inversionistas— dice en tono neutro y se mantiene en forma profesional.

Ahí me doy cuenta que no está solo en mi oficina, Amelia está a su lado está su lado mostrándole algo y quiero que la tierra me trague viva en este preciso momento.

Ella no dice nada como toda una profesional, sólo mantiene el documento abierto para él.

Me siento estúpida y camino a mi escritorio con la vergüenza comiéndome la cara.

Alexander la mantiene haciendo modificaciones y la puerta se queda abierta, pero no es suficiente para que el ambiente mejore. 

—Entonces querías actualizaciones de Birmingham— digo para corroborar, de nada me sirve decirle señor Roe o usar alguna otra formalidad frente a Amelia si ya lo llamé cariño como si de verdad estuviéramos en una relación de ese tipo.

—Sí— responde sin mirarme.

Me pongo frente a la computadora abriendo los archivos confidenciales. —Si me das un momento, te doy un pequeño reporte para que... — lo tengo a mi espalda en un segundo.

Levanto la mirada y veo a su asistente estar escribiendo en su dispositivo digital.  Miro sobre mi hombro y me da una mirada severa. Vuelvo la vista a la pantalla.

—¿Estás son las actualizaciones? — pregunta y siento como mueve mi cabello para despejar uno de mis hombros.

—Sí— abro otra pestaña sintiendo como se pega más a mi espalda y un ligero roce de dedos sobre mis omóplatos. —Aquí hay dos artículos del Daily Star, salieron esta mañana. Son excelentes, estamos a poco de entrar en la lista de los diez mejores hoteles del año. — me giro sobre mi hombro le sonrío con la noticia.

Me mira en silencio y me giro tensa por ser tan idiota.

—Ya veo— su mano va a mi cintura y le sonrío otra vez esperando que me la regrese, pero no lo hace.

—¿Puedes quitar tu expresión de cabrón?

—Así no vas a evitar tú castigo— me quedo quieta cuando me amasa uno de los glúteos. —Tú regla del poco a poco no sirve conmigo, ni tú misma te la crees.

Trago grueso con la garganta seca. —Eso ya lo veremos— me callo de golpe cuando sus dedos se clavan en el glúteo que masajea y me asesta el primer azote que no veía venir.

Me agarro a la mesa poniéndome en la punta de mis tacones y miro a Amelia que no despega la vista de la agenda que tiene en las manos.

—Ya te hice caer una vez y lo voy a volver a hacer— responde enojado.

Me giro sobre mi hombro para verlo. — No estés muy seguro esta vez— le llevo la contraria.

—Emma— mi jefe entra distraído por la puerta mirándonos a los tres.

Por suerte la altura del escritorio cubre lo necesario de nuestra cintura para abajo y como no está pegado a mí no hay nada extraño en la situación hasta ahora.

—El señor Roe quiere actualizaciones sobre Birmingham — le explico ridículamente del por qué está aquí Alexander.

—Muéstrale a Christopher las fechas del viaje, quiero una respuesta de inmediato— se adelanta Alexander antes que hable para que Amelia haga lo propio.

—Si desea puedo consultar su agenda con la de su secretaria— le dice a mi jefe.

—Perfecto — caminan juntos a la salida —Alicia, ven un momento aquí— llama mi jefe y los tres se quedan en la puerta haciendo las modificaciones.

—Te voy a comer el coño caliente que tienes y que tanto te estabas tocando anoche— me advierte Alexander en el oído simulando que está viendo la pantalla. —Esa foto que me mandaste se puede convertir en una de mis favoritas.

El cuerpo se me calienta y muevo la mano fingidamente en la computadora como si de verdad estuviéramos buscando algo.

—¿Te masturbaste mirándola?

—No— responde escuchándose más enojado que antes y dándome otro azote que temo se haya escuchado.

Su mano baja otra vez y me rebota los glúteos con decisión haciéndome jadear mientras me excito. Cierro la boca de golpe cuando se me escapa un gemido.

Se me ponen las mejillas rojas y miro a la puerta donde están las tres personas mientras Alexander me azota a su antojo haciendo que mi sexo moje mis bragas. Me trago un gemido gracias a Dios justo cuando Amelia entra otra vez mirando su dispositivo.

—Señor Roe, para el señor Jones no es posible viajará Nueva York está semana.

Miro a la mujer respirando agitadamente y llevo mi mano atrás palpando el pecho duro del hombre que tengo detrás hasta que siento el miembro de Alexander. La mano en mi cintura se aprieta y antes que le responda a su asistente le masajeo la polla.

—Que haga modificaciones, la fecha ya está establecida— responde con voz clara.

Se cree muy astuto, pero no lo es. Subo mi mano arriba y hacia abajo sintiendo como el miembro se endurece bajo mis dedos.

Lo oigo respirar pesadamente en mi nuca y me siento satisfecha con el resultado.

Me aventuro a ir por más y me peleo a tientas con el cinturón, cuando lo logro desabrochar, bajo su bragueta y meto mi mano bajo el elástico del bóxer.

El rastro de vello se abre camino acariciando mis dedos hasta que encuentro la cabeza caliente, paso mi pulgar por ella dos veces y me muerdo el labio por la indecencia que estoy haciendo.

—Es lo que le dije, pero tiene una reunión importante con una de las revistas en tres días, que es cuando usted parte a Nueva York. — Amelia sigue.

Envuelvo la polla caliente con mi puño y lo comienzo a subir y bajar con fuerza sintiendo como palpita entre mis dedos. Alexander mete la mano bajo mi blusa y aprieta la carne de mis costillas.

Amelia lo mira esperando una respuesta y en un arranque irracional echo el culo hacia atrás para encajarme su polla entre los glúteos a través de la tela de mi ropa.

Mi braga se encaja en entre mis muslos aplastada por el miembro de Alexander.

Me pone ambas manos a cada lado de la cintura para pararme, pero no me detengo y me froto hacia arriba otra vez sintiendo todo el grosor delicioso, los juegos de Alexander son más perversos que antes y me encanta.

Sin poder evitarlo gimo con la boca cerrada apretándole la base de la polla ganándome que Amelia me mire.

—Cierra la puerta y déjame a solas con mi mujer — Alexander gruñe enojado bajo en su garganta y yo cierro los ojos cuando me jala hacia atrás, me siento caliente de que me haya llamado su mujer.

Amelia se queda estática en su lugar sin saber qué hacer y ya tengo las manos de Alexander en la parte delantera de mí pantalón.

Su asistente sale de su asombro y camina a la salida sin mirarnos de nuevo a la cara.

Cuando se cierra la puerta ya tengo el culo sobre mi escritorio y mi mano en el cuello de Alexander para que baje la boca.

Me quedo sin aire en los pulmones por la fuerza con la que me ataca. Me agarro a sus hombros para no perder el equilibrio, su lengua entra a mi boca y su mano en mis costillas se aprieta subiendo debajo de mi blusa hasta que entra en mi sujetador.

Baja la boca por mi barbilla hasta la piel sensible de mi cuello llenándose las manos con mi teta. Entierro mi mano en su cabello gimoteo mirando la puerta. —Anoche no pude correrme, te necesitaba— digo y lo hago gruñir.

Sube la cabeza y vuelve a apoderarse de mis labios con hambre.

Cuando me deja tomar aire soy yo la que voy a su cuello, por encima de dónde está la marca de mi mordida que apenas se puede ver por su camisa y le dejo un beso húmedo ahí. Mis manos bajan a su masculinidad, pero no me deja tocarlo. 

—No tan rápido pequeña seductora— me corta y me quita las manos de su cuerpo.

Viene a echarme en cara mi regla. —No juegas limpio, manda la regla a la mierda. 

Sonríe de lado. — No. Voy a hacer que cumplas tu regla tortuosamente lento.

Lo miro a los ojos fijamente y voy a quejarme cuando oímos pasos en la puerta. Le tomo la polla y se la meto de nuevo en su lugar antes que mi jefe entre de nuevo. 

Alexander se ve satisfecho con mi nerviosismo.

Lo miro para que diga algo porque me quedo sin opciones de decir alguna excusa.

—Libera los próximos días a Emma, se va a Nueva York conmigo, necesito que vaya un publicista  para cerrar el negocio, aparte de Blake mi abogado.

—Eso es lo que venía a proponerte. Lamentablemente no puedo liberar mi agenda de mis compromisos para viajr contigo y menos dada la situación actual con las revistas— nos mira. 

—Irá Emma.— Alexander le ordena.  

—Antes de darte una respuesta, primero necesito hablarlo con ella y realizar los requerimientos necesarios para las funciones que va a realizar en mi nombre en Nueva York.

—No creo que la señorita Brown tenga algún tipo de impedimento. — Alexander se aleja a donde mi jefe y me mira desde ahí.

Él es el jefe, puede ordenar lo que le plazca. —Necesito revisar mi agenda señor Jones, pero si usted lo ordena asistiré con el señor Roe. 

Alexander vuelve a fruncir el ceño, pero si mi jefe no va a estar presente me va a lanzar como conejillo de indias, aunque ni si quiera se me ha informado a que viajaremos a nueva York, lo ultimo que tenía entendido era que Erick estaba a cargo de unos contratos en la ciudad.

—Eso podemos resolverlo a la brevedad Emma— mi jefe asiente — Venga a mi oficina por favor, el viaje es esta misma semana y debemos prepararnos.

—Si señor.

Le entrego a Alexander lo que me pidió antes de irme con mi jefe, pero ni siquiera revisa lo que le doy.

—Me temo que no, deja esa reunión con ella para mañana— ambos lo miramos mientras endereza la espalda. —Hoy tenemos una reservación para cenar.

El señor Jones mira entre ambos en silencio, me remuevo en mi lugar, pero en silencio hasta que él se gira a Alexander sin replicar a la orden antes de salir por la puerta dejándonos otra vez solos.

Sólo hasta entonces me giro al de ojos verdes con los brazos cruzados.  

—¿Perdón? ¿Podrías explicarme esto de que tenemos una reservación?

Ni siquiera tuerce el gesto cuando me hace tomar mi bolso. —Tenemos una cena esta noche, pasó por ti a las siete.

Me giro mirándolo con los ojos entrecerrados. —¿Me estás invitando a cenar Alexander?

—Sí, ¿Quieres que te haga una petición formal como si fuera un niñato?

Eso sería mucho pedir de él y no creo que me gustaría, me gusta la impulsividad en algún nivel. 

—No— oculto mi sonrisa mientras se acerca a mí  

—En ese caso, te veré a las siete. 

Inclina la cabeza y entierra la mano en el nacimiento de mi cabello para que alce la cara a la suya, pero en lugar de pegar la boca a mía me besa la mejilla dejándome con las ganas.

—Ponte elegante porque buena ya estás— me susurra al oído.

Respiro entrecortadamente y me toma de la barbilla para besarme duro. Me agarro a sus hombros soltando un suspiro que se ahoga en su boca.

Apenas comienzo a saborear sus labios cuando ya se apartó. Me conduce fuera de mi propia oficina y sigo con la vergüenza e incomodidad de que me miren cada vez que salgo y más si él viene a mi lado.

Mira a una mujer que nos mira y ella aparta la mirada rápidamente. Nadie habla de ella. Recuerdo lo que les dijo a todos.  

Me toma de la mano y salimos juntos por los pasillos, la tomo con fuerza aceptando el contacto, por hoy ya estoy cansada de luchar con idealismos.

Caminamos fueran juntos y mi Mazda se aparca a la entrada de la empresa como nunca lo habían hecho antes.

Ethan baja y me entrega las llaves con una inclinación de cabeza.

—Tengo un asunto pendiente, te veo en la noche. —Alexander me deja en la puerta del piloto —Ethan te va a seguir hasta tu casa— el tono en el que lo dice no deja lugar a replicas y tampoco me molesta que Ethan me siga hasta mi apartamento.

—De acuerdo— le doy una última antes de subirme al auto.

Su auto vine detrás del mío y Alexander se sube con una elegancia que me deja anonadada antes sumergirme en el trafico de la ciudad.

Por el espejo retrovisor veo a Ethan seguirme dos autos a lo lejos, pero también veo una camioneta verde pegándose a mi Mazda.


Hola sexys.

Feliz Viernes de... Deseo, las cenas siempre me han parecido interesantes por alguna razón.

Yo no doy spoilers en mi instagram a la media noche *se va corriendo *

¡Los amo tres millones!
-Karla

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro