Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 11

Emma.

El domingo se convierte en mi día de relajación con Cora, aunque solo pensar en Bennett me hace doler el pecho, recordar lo gentil que fue conmigo, lo amigable y atento desde que lo conocí, las risas que me sacó.

Es difícil creer que se convirtiera en la sombra de un hombre destruido. Quiero saber la traición que hizo contra Alexander, pero tengo miedo de desilusionarme del hombre dulce que conocí, aun no lo creo capaz de hacer algo miserable, pero también creí que Alexander era solamente un empresario y no fue así.

Al volver con Alexander supe que tengo que hacerle frente a todo eso y aunque el no me ha mostrado hasta dónde llega él y lo que es, sigo con el miedo interno que me consume desde que Seth me secuestró.

Salgo para hacer unas compras de ultima hora antes que Dylan y Cora vengan a pasar el día conmigo y no me pasa desapercibida la camioneta negra de Ethan siguiéndome desde que salgo del estacionamiento de mi edificio.

Mentiría si digo que no fue un alivio verlo al menos una vez cada tres días siguiéndome, las semanas que estuve lejos de Alexander, incluso si se mantuvo lejos, me sentí protegida, él fue parte de la clave que me hizo poder salir sola a la calle otra vez.

Termino de mis asuntos personales y vuelvo a casa, sin ver rastro de Ethan, conforme pasan los días son menores las veces que lo veo, creo que él mismo sabe que he progresado en mi confianza después de lo que sucedió.

Dylan pasa por el apartamento antes de irse de regreso a Brent y almorzamos todos juntos viendo un maratón de películas de comedia elegido por Cora, aunque Dylan se mantiene al teléfono la mayoría del tiempo y tampoco es como si fuera un hombre que se relaja cada nada.

No puedo decir lo mismo de mí. A diferencia de él que se mantiene llamada tras llamada, yo pierdo el móvil y ni me preocupo por buscarlo durante todo el día.

Estar con este par se siente tan familiar que me levanta el ánimo para poder regresar a Hilton &Roe otra vez.

Pero nada es para siempre y termina el domingo dejándome con los nervios de punta porque mañana a primera hora me presento a trabajar de vuelta a la empresa a escuchar los chismorreos sobre mí, sobre todo después de dejar el trabajo casi tres semanas.

Si Luke piensa que Alexander me botó como el clásico jefe que folló a la asistente hasta que se aburrió de ella, los demás en la empresa deben pensar lo mismo, ya fue difícil para mí una vez cuando el beso en la exposición, esto es peor.

Para despejar mi mente de gente innecesaria, repaso la lista de las cosas de West B que llagaron hoy, son muchos documentos con los que tengo que familiarizarme.

Los proyectos que tienen en puerta son varios, pero no hay mucha información en lo que me trajeron, incluso para mí que soy la directora del departamento de relaciones públicas.

Abro otra de las carpetas y observo el programa del evento de inversionistas ingleses que se celebra todos los años.

Aunque este es el programa que dan los organizadores, ni siquiera hay algo que me diga que West B va a presentarse y si planea buscar inversionistas ahí, de hecho en todo el papeleo que tengo, hay menos información de la que vi como asistente del señor Jones.

Es una prueba. Ellos no confían en mí, justo como lo esperé.

Primero quieren ver qué tal leal soy antes de soltar la cuerda. Voy a darles un incentivo con un proyecto pequeño de reconstrucción que tiene Hilton &Roe en Manchester. Comienzo a armar la estrategia del verdadero proyecto del señor Jones, pero en lugar de darles el original, le cambio muchos detalles y lo dejo listo para mostrárselo a West B esta semana.

Con Matthew acordamos que solo iría a la empresa los últimos dos días de la semana de ser necesario, las demás actividades las suplirá uno de los publicitas nuevos que se tiene que contactar conmigo mañana por la mañana.

De todas formas, los publicistas hacen todo el trabajo ahí, mi trabajo es evaluarlo, es trabajo que puedo hacer en casa y si sale mal me importa poco

Abro mi laptop y conecto la memoria USB que tiene los archivos que encontré en la computadora de Matthew. Estos son planos de Hilton &Roe tienen el sello de certificación debajo, Alesha se los vendió.

Mikael, el dueño de West B, es el mismo hombre canoso que vi en el club, el mismo día que la seguí y la vi robando cosas de la oficina de Alexander.

Hay tres documentos más que logre sacar de la computadora, pero son financieros y aunque tengo cierto conocimiento en las inversiones, no son mi campo de fuerza. Entiendo que las cantidades en rojo son las entradas netas que ha recibido la empresa.

Guardo una copia del archivo en la nube digital por precaución. Porque West B está jugando muy bien sus cartas aprovechándose de la racha negra de Hilton &Roe, incluso pueden pensar que pueden hacerlos quebrar y hay una posibilidad muy grande, incluso si el proyecto de Birmingham fue bueno.

Veo todo desde el tercer plano van a atacar directamente a la estrategia del departamento de relaciones públicas, con el señor Jones.

Me sirvo una copa de vino cuando ya me pesa estar viendo tantos documentos y voy a la página de Ralph Lauren a buscar un abrigo similar al que traía Maya anoche y me encantó.

Encuentro el abrigo y casi me atraganto con el precio. ¿Vendió un riñón para comprarlo Maya? Cuesta poco más de medio millón de dólares el faux fur, es de la nueva colección de la temporada de otoño.

Dejo la idea de lado, aunque la prenda de verdad que me gusta, pero ni siquiera no trabajando para West B van a pagarme esa cantidad.

Paso por toda la colección, sí, Maya tiene cada una de las prendas. Como buena chica paso poco más de una hora entre la tienda viendo prendas exquisitas que cada vez que se cercana al millón de dólares me hacen beber un trago largo de vino.

Una cosa lleva a la otra y con una copa más entro a la fundación de los señores Pitt a la que asistimos hace meses en Birmingham, la de los niños con cáncer. Entro para buscar fotos del evento de esa fecha, y ahora que lo pienso no tengo alguna foto de Alexander que no sea de trabajo.

Ni siquiera busco la fecha del evento pasado porque las fotos que hay de pequeñas sonrisas me desquebrajan el corazón. Todos sufren de alguna a forma u otra. La vida no perdona ni a los más pequeños.

Mi madre murió de Cáncer también, ese es un dolor que no le deseo a nadie. Saber que la persona que amas está muriendo y no puedes hacer nada para detenerlo, solo prepararte para cuando llegue el final.

Miro la cuenta bancaria que adjuntan en la página y recuerdo todo lo que sucedió esa noche. Recuerdo que Adam dijo sobre algo sobre que Alexander siempre contribuía. Un hombre como él con todo el dinero que tiene... Doy clic en el botón verde y hago la transferencia del dinero que me pagó West B.

Cierro la laptop y busco entre los contactos de mi móvil un poco mareada, pero paso del de Alexander, sigo firme en llevarlo poco a poco, aunque dude de mi palabra, yo hablo enserio.

Termino en el número de Dylan presionando el botón de llamada, se pierde entre los tonos y vuelvo a llamarlo hasta que responde.

—Hola Gray.

—Emma.

—¿Ocupado?

—Un poco, perdón, ¿Es urgente la llamada? Estoy a mitad del trabajo— se le escucha la voz tensa.

—Uh, no, solo llamada de media noche, espero que hayas llegado a Brent en una sola pieza— me río con un poco de vergüenza.

—Déjame terminar esto y te llamo más tarde.

—Claro— suspiro. —Adiós grandote.

Apenas alcanza a despedirse cuando ya colgó. Paso los dedos por los contactos y vuelvo a estancarme con Alexander.

Sacudo la cabeza y me levanto para recoger todo este desastre, el vino y los documentos, pero con música. Paso al reproductor de música poniendo una pieza de Siine que me levante el ánimo.

Quito las carpetas de mi cama mientras me muevo al ritmo de la música, me tambaleo un poco y me gana la risa tonta. Hace una hora estaba buscando abrigos caros y si alguien viera mi atuendo se reiría conmigo, solo tengo mi pequeño pijama corto.

Termino de quitar todo sobre mi cama bailando como puedo olvidándome de todo por un momento, pero las canciones de Siine terminan y Sia comienza a cantar.

Bailo a un ritmo más lento dejando que las notas de Snowman entren por mi cabeza. Combinado con las endorfinas que libera el vino en mi cuerpo y el baile, me siento como si estuviera flotando.

¿Cómo puede una persona no hacer esto? Mi pijama corto de seda me roza los muslos cuando doy una vuelta lentamente.

So come on Let's go, belong zero and hide from the sun, I love you forever where we'll have some fun— canto a la par de la mujer.

En uno de los tantos movimientos que hago me pierdo en la música y me pregunto ¿Por qué Alexander no baila? Nunca lo he visto hacerlo. Quito la música y lo llamo. Suena solo dos veces y responde.

—¿Por qué no bailas? — le pregunto antes que hable.

—¿Cómo? — pregunta jadeando.

—Estaba pensando— me coloco el teléfono entre la oreja y el hombro y regreso la copa de vino a la cocina. —Nunca te he visto bailar.

—Yo no bailo.

—Siempre dices eso, pero ¿Al menos sabes bailar? — sigo con mi interrogatorio.

—¿Así es como pasas tus noches pensando en mí?

Ahora me doy cuenta de lo ridícula que es mi llamada, eso solo fue un pretexto para escucharlo, está ocupado trabajando eso ya me lo había dicho, dijo que me llamaría más tarde.

—No me has dicho si llegaste en una sola pieza a Brent.

Me tumbo sobre la cama mirando el techo. Cruzo mis tobillos apoyándolos contra la pared, mis calcetines blancos resbalan un poco, pero termino por apoyarlos ahí. —¿A Brent?

—Sí, a Brent— balbuceo

—¿Bebiste?

—Solo un poco, los abrigos de Maya son muy costosos ¿Lo sabías?

—No— responde tajante.

—Pues lo son — quiero que siga hablando, de lo que sea, mientras escuche su voz. —Creo que enloquecí de repente y necesito vacaciones— gruño.

Es verdad, debería irme para las vacaciones en navidad a algún lugar paradisiaco, aunque aún falten un par de meses para eso. Tal vez al Caribe...

—¿A dónde?

Me encojo de hombros, aunque no puede verme. —A donde sea, solo quiero un lugar relajante, con una botella de vino y un baño de burbujas para bajarme el estrés— escucho como de madera algo caerse al suelo. —¿Qué estás haciendo?

—Entrenando. ¿Y tú? — responde y el claro sonido de su garganta bebiendo agua se escucha del otro lado de la línea.

Eso me cuerda que... No voy a volver a Dowing Street a ese gimnasio barato de mala muerte, pero puedo volver a mis carreras diarias... Con bocadillos y crema batida y... mis ojos se cierran poco a poco.

—¿Y tú? — repite Alexander, cuando despego mis pies de la pared y me acurruco en mi cama.

—Bailo.

—¿En una fuente?

—Oh ya basta de eso— frunzo el ceño —Me estás tocando las pelotas y ni siquiera me viste hacer eso Dylan.

Una respiración profunda resuena en mi oído. —Alexander querrás decir— su voz suena baja.

Me cago en la... Abro la boca para decir algo y me gana la risa. —¡Tú no eres Dylan! — me levanto.

Casi puedo sentir la tensión de su lado. Se queda en silencio del otro lado, al parecer no encuentra divertida mi confusión.

Carraspeo. —Estaba hablando con Dylan y bebí un poco, déjalo pasar— chasqueo la lengua.

Se queda en silencio total.

—¿Alexander?

Mi celular timbra y veo que es un mensaje de él. Lo abro y es una foto de su miembro fuera de sus pantalones cortos de ejercicio, se lo está agarrando con la mano para hacer la foto. Trago grueso. Está... erecto y la piel alrededor de su vientre se ve claramente sudada.

El calor se me sube a las mejillas y apuesto a que puede oír mi respiración pesada.

—Aquí estás hablando con el dueño de esa polla, no con otro— habla enojado por la llamada —Controla tu jodida boca ebria.

—Estás duro— jadeo sin aire sintiendo como me humedezco en mi sexo viendo la foto otra vez.

—¿Ya no soy el otro cabrón que dijiste? — su tono brusco apenas lo distingo.

Deslizo mi mano por la tela de seda y mis los dedos de mis pies se retuercen cuando paso mi mano por mis pechos. Me lo apretujo y suspiro de gusto, el silencio se extiende de su lado cuando ya no respondo.

Vuelvo a mirar la foto y me muerdo el labio inferior sintiendo mi boca seca. —¿Qué estas haciendo? ¿Te estás tocando viendo mi polla? — pregunta y dejo de mirar la foto.

—No— mi voz suena sin aliento.

—¿Entonces por qué jadeas? — me quedo en silencio sin saber que responder. —¿Te calienta verme duro o pensabas en tu anterior llamada? — su tono de voz baja a más grave y la punzada de deseo me golpea en mi entrepierna.

Mierda. Quiere hacerme romper mi regla del poco a poco, pero hay algo que me ronda la cabeza.

— ¿Te has masturbado alguna vez pensando en mí? — las palabras se filtran.

— No.

—Ah— no se si siento decepción porque en mis dos últimos sueños húmedos fue su viva imagen la que me hizo tocarme.

—Cuelga ya, tienes que trabajar mañana, no estar con llamadas a nadie.

—Yo si he pensado en ti— trago grueso.

—No me sorprende.

—Me refiero a que, yo si me he tocado pensando en ti— se queda en silencio —Me corrí en mi sabana metiéndome los dedos, pensando que era tu polla— gimo.

Respira hondo. —Voy a azotarte ese culo mañana cuando estés sobria— amenaza.

—Vas a calentarme si lo haces.

—Te voy a dar duro.

—Dije poco a poco, si me follas vas a romper la regla— me toco el sexo y vuelvo a gemir cerrando los ojos —Además nunca me has follado en tu oficina.

—No tientes tu suerte.

—¿Qué si quiero tentarla? Podrías inclinarme y llenarme el coño caliente que tengo— me chupo los dedos y así húmedos me bajo el pantalón de mi pijama junto con las bragas y me acaricio el clítoris.

Pongo el alta voz y dejo el celular a un lado de mi cabeza mientras comienzo a gemir Maldice en voz baja y escucho el ruido de un cajón azotarse.

—Te voy a ir a comer el coño.

—¿Sí? — gimo abriendo las piernas más. —Ya me calentaste, es lo menos que puedes...— mi gemido corta lo que iba a decir. —¡Ah! Es... estoy muy mojada Alexander. — aumento el ritmo de mi mano.

—Carajo— gruñe —Muéstrame el coño que me pertenece y que relleno— dice enojado.

—Pero ¿cómo? — abro los ojos jadeante y miro el celular. Abro la cámara y me abro de piernas disparando el flash.

Envío la foto con la piel ardiendo y vuelvo a tocarme. —¿Te gusta? — comienzo a jadear audiblemente.

—Mañana no vas a poder caminar después que te castigue. — gruñe enojado y termina la llamada repentinamente cortando la tensión sexual que creamos juntos.

Mis jadeos son todo lo que queda en la habitación. Me paso la mano por la cara y me levanto sintiéndome menos tensa. Tomo el vaso de agua al lado de mi cama y doy un sorbo largo.

La tentación con Alexander ya era peligrosa, pero el deseo es más fuerte que eso.

Miro mi falta de ropa y respiro hondo. Su mujer. El nombre de Dylan aparece en la pantalla de mi celular y presiono el botón verde.

—¿Noche larga? — pregunta del otro lado, su voz ya no suena ajetreada como antes.

—Sí, algo así— me dejo caer sobre el respaldo de la cama.

—También yo.

—De hecho, mañana tengo un largo día de trabajo, tengo que irme a dormir pronto. — no me siento con ganas de hablar, ni de caminar, pero primero debería probar a vestirme de nuevo.

—Entiendo. Duerme bien Brown.

—Muy bien— se escucha la voy de Cora por atrás antes que termine la llamada, lo que me dice que Dylan no se fue a Brent esta misma tarde.

Después de hablar con Dylan me obligo a dormir lo mejor que se puede un poco ebria, un poco caliente, un poco tensa y cansada.

La mañana no me detiene porque vuelvo a estar dentro de mis cabales, aunque con un poco de dolor de cabeza, cuando paso por la cocina sacudo la cabeza hacia mi copa de vino. Tengo un complemento negro de blazer y pantalón de vestir.

Abotono mi blusa y me dejo una coleta larga y ya estoy dentro de mi Mazda rumbo al lugar que cambió en parte el rumbo de mi vida en diferentes sentidos.

Cuando salgo del estacionamiento de Hilton &Roe lo primero que recibo en lugar de unos buenos días, es una mirada de arriba hacia debajo de uno de los arquitectos de Alexander que va bajando de su auto.

Si venía levantándome los ánimos en el camino pensando que regresar aquí sería fácil, él acaba de bajarme un porcentaje de mi confianza.

—Mike— una mujer sale y le entrega un café haciendo que aparte la mirada de mí, pero ella toma el lugar de las miradas cuando cierro la puerta de mi Mazda.

Sabía que sería difícil. Tomo mi bolso y camino a la entrada no muy segura. A la entrada del estacionamiento llegan las camionetas negras de Alexander y apresuro el paso, pero rápidamente Ethan le abre la puerta y sale en su traje.

Sigo mi camino por las escaleras de la entrada y termina alcanzándome. Nos miramos apenas un segundo y caminamos a la par a la entrada. —Buenos días— pruebo suerte siendo educada.

—Llega tarde señorita Brown— no si quiera me mira.

No caigo en su juego de poder, desde lejos se ve que está furioso, solo sigo subiendo a su lado.

Las miradas comienzan de nuevo cuando entro, pero cuando ven que Alexander viene conmigo las disimulan. Pasamos por el pasillo, se mantiene a mi lado en todo momento hasta que subimos al ascensor.

Si esta es una forma de poyo, que bien lo parece, la agradezco, aunque se sigue viendo molesto y después de mis recuerdos de anoche creo que sé por qué.

Las únicas dos personas que iban subiendo con nosotros bajan un piso antes y nos dejan solos. Mantengo la vista fija en las puertas de metal viéndolo como perfecciona su forma de verse enojado.

Veo que nuestro piso ya está cerca. —Ten un buen día— le digo en voz baja y le dejo un beso corto en la cara, hasta la mandíbula la siento tensa bajo mis labios.

Las puertas del siguiente piso se abren y Alicia es la primera en levantar la cabeza. Alexander pasa a nuestro lado sin decir nada y lo pierdo de vista.

—¡Emma! — Alicia viene de inmediato con las mejillas regordetas alzadas. —No sabes cómo te extrañe.

—Es bueno verte Alicia— le doy un abrazo corto y cuando nos separamos casi veo sus ojos llorosos.

—Volvemos a ser equipo. ¿O no?

—Sí— digo con más entusiasmo del que me imagine tener, no era mentira, amo mi trabajo.

—Emma Brown— la voz conocida que me empleó aquí habla detrás de mí. Me giro y veo a mi jefe con su clásico traje gris. —Bienvenida. — me da una inclinación de cabeza y me entra la nostalgia.

—Señor Jones— le regreso la inclinación de cabeza y sin importar que, le doy un abrazo que lo toma por sorpresa. Es muy alto y esto muy poco profesional, pero... me regresa el abrazo y repite el bienvenida en voz baja.

—Señorita— se separa y veo la arruga de preocupación que se le marca cuando algo va mal y esto es por la situación actual de la empresa. —A trabajar, no quiero decirles esto, pero la empresa nos necesita.

—A la orden.

Regresar a mi antigua oficina se siente tan familiar que me dan ganas de tener a Cora aquí para abrazarla, pero desde que se vio reacia a que regresara al trabajo, prefiero mantener este tema con ella solo al borde.

Paso medio día trabajando y quitándole la mayoría de responsabilidades a mi jefe para dárselo a sus publicistas. Es justo antes de la comida cuando la llamada que llevo esperando entra en mi celular, pero el número me deja desconcertada porque lo tengo registrado.

—¿Qué mierda? — presiono el botón verde. —¿Diga?

—Buenos tardes, Matthew me dijo que me contactara contigo, soy el asistente del departamento de relaciones públicas de West B del que eres ahora directora Emma— dice con cierta burla la voz de Adam.

Me quedo estática unos momentos, por eso Matthew no quiso presentarme a mi asistente. Él sabe que Adam también trabajó para la empresa de Alexander.

—Sabías que ibas a trabajar para mí.

—Sí.

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Y me lo preguntas a mí? — se ríe. —Cuando me contaron tu propuesta casi no me creo que estuvieran hablando de la misma Emma Brown que conozco. — se ve satisfecho con mi silencio. —Esa faceta tuya la tenías muy bien escondida como muchas otras.

Aprieto la mandíbula. — No te permito que me hables así.

—Me conoces Emma, somos grandes amigos, no somos extraños y ahora que los dos trabajamos de nuevo en el mismo equipo como en los viejos tiempos, podemos llevarnos mejor.

—Tu y no somos amigos— la última vez me llamó puta y conocí la verdadera cara de Adam Tail — Y considera tus burlas hacia mí, a menos que quieras quedarte sin trabajo porque ahora aquí no soy una puta como me llamaste, yo soy tu jefe ¿Me entendiste?

—Sí— responde después de unos momentos en silencio. —Matthew quiere que revises una propuesta para el evento de inversionistas ingleses, quieren que la imagen de West B quede por encima de las demás empresas que se presenten.

—Eso haré.

Termino la llamada y saco el aire que no sabía que estaba conteniendo, dos golpes resuenan en la puerta y el cabello castaño de Maya aparece con ella. Trae un conjunto de rayas y sus tacones resuenan cuando entra con el bolso Versace.

—Hola Emma— me da dos besos en cada mejilla. —Linda oficina.

—¿Qué te trae por aquí Maya? — aun siento los estragos de la llamada de Adam y no quiero actuar nerviosamente, pero esta mujer parece que puede ver dentro de las personas.

—¿Puedo invitarte a comer? Prometo que no te llevaré muy lejos de la ciudad— deja su bolso en mi escritorio —Hay un restaurante por el rumbo y mi Cadillac corre a buena velocidad.

—La verdad es que prometí comer con Alicia.

—No lo creo porque la pequeña mujercita de afuera salió hace veinte minutos a comer.

Atrapada. —Tal vez lo olvidó.

—Tal vez, no vas a rechazar mi invitación ¿o sí? Porque soy una persona muy rencorosa y no me rindo con lo que quiero fácilmente.

Defecto de familia. —En ese caso acepto la invitación.

Tomo mis cosas y sigo a la mayor de los Roe por los pasillos, aunque prefiero ir rápido y sin mirar a nadie en particular. Pero Maya baja momentáneamente sus gafas negras mirando el por qué la gente se nos queda viendo y cuando repara que me miran a mí se detiene.

—No es la única que recuerda el beso de la exposición— digo a modo de explicación.

—No lo creo— dice entrecerrando los ojos y se recoloca los lentes. —Vamos.

Caminamos a la salida y desacelera el paso que llevaba por lo que me obligo a ir más lento. —Sostenles la mirada— dice mientras pasamos entre los pasillos frente a dos mujeres que ni ocultan que nos están mirando

—Salúdalas, no son más que unas simples arribistas— me dice.

—Buenas tardes— decimos al unísono.

Salimos al estacionamiento y llegamos al Cadillac negro que he visto en mi edifico. Ethan esta a no muchos autos de nuestra parte. Mira en nuestra dirección y sus ojos se detienen en mí.

Por un momento me siento expuesta de nuevo. Las luces del auto de Maya parpadean y la puerta se abre automáticamente metiéndome dentro para ir a uno de los restaurantes más caros de la ciudad. 



¡Hola sexys! 

Una aparición inesperada... *se va corriendo*

Leamos y preparémonos que en unas horas podría estar disponible el siguiente capítulo. 

¡Los amo tres millones!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro