¿Tenía razones para vivir?

Posiblemente cualquier persona hubiera intentado quitarse la vida frente a todo aquel maltrato.

Pero al final se logró lo que el europeo deseaba, un sumiso, callado, educado y sobretodo hermoso hijo. Al fin había logrado crear la personalidad perfecta para su Nueva España, su más brillante y preciada joya. Joya que no veía como hijo en realidad, pero tampoco podía presentar como amante.

¿Había algo por lo que seguir?

Un viaje le bastó a la colonia para responder eso y recuperar lo poco que quedaba de su verdadero ser, de su maltratado ser, lo poco que sobrevivió al constante abuso que sufrió, al aislamiento y a la pérdida de todo.

Se enteró de los problemas de Reino Unido y del francés, de los planes de Trece Colonias y de lo que pensaban los ahora nuevos ocupantes de sus tierras, todo fue una llama fugaz que avivó su espíritu guerrero, prendió todo su ser con el deseo de libertad, de romper aquellas cadenas ya no físicas, si no mentales y políticas.

La llama se extendió por el supuesto nuevo continente descubierto, América, pasó de Trece Colonias a él y sus "hermanos", aunque no fueran unidos, aunque apenas se dijeran palabra pudieron sentir la necesidad de salir de eso, de extender las alas que les cortaron y emprender el vuelo hacia cual fuere su destino.

Todo fue una llama que arrasó con muchas vidas, una llama alimentada del odio, maltrato y opresión, alimentada de esperanza, la fe implantada y el deseo de algo mejor.