7. Un novio, un amigo con derecho a roce y el nada
Mi corazón, como una sinfonía desbocada, acompaña el compás frenético de los ruidos que pulsan a mi alrededor, inundando mi mente con su zumbido ensordecedor.
Cierro los ojos, y al abrirlos, me sumerjo en un escenario imaginario, donde cada paso es un eco de la música que llena el teatro de cine, un escenario lleno de personas que observan con expectación. Respiro el aire cargado de emoción, dejándome llevar por la danza que me llena de propósito y significado. Mis pensamientos se desvanecen ante la intensidad del momento, como si fuera la primera vez que experimento la magia del baile. Bailar Giselle Acto 1 Variación se convierte en una revelación, una conexión profunda con los sentimientos de la heroína, su amor y su desesperanza, su lucha contra los estereotipos y las expectativas impuestas por la sociedad.
En ese instante, comprendo la verdad detrás de los cuentos de hadas, la complejidad de las relaciones humanas, y la inevitabilidad de los errores y las decepciones.
En el burdel no se me permitía usar los pasos de ballet a menos que no estuviera combinado. Este es uno de mis ballets favoritos absolutos, pero nunca lo había sentido tan profundamente como hoy. El profundo enamoramiento de Giselle, su felicidad cuando estaba con Albrecht. Luego, más tarde, cuando la dura verdad estallaba a través de la burbuja de inocencia de la heroína, su frenesí en cada giro y salto al darse cuenta de la desesperanza de su amor. Lo que siempre me hizo pensar en los cuentos de hadas tan aburridos, de alguna forma entendí porque madame no dejaba que Eda me contara cuentos tontos con finales felices, donde las chicas fingen gentileza y fragilidad ante de los demás.
Ser buena siempre es un asco; porque todo es fingido.
Nadie es cien por ciento bueno aunque quiere.
Y en cuanto a los príncipes serían reyes estúpidos en el futuro. Una cosa es aceptar que una persona es guapa, otra muy distinta es enamorarse por ello. ¡Ni siquiera hablan con ellas sobre cosas profundas! De haberlo hecho, habrían descubierto que las princesas era pusilánime y fácil de engañar. Un ejemplo tenemos a Ariel que hizo un trato a cambio de perder su hermosa voz y acusan a Úrsula de ser mala, cuando sobre aprovechó la oportunidad que la vida le presentó.
¿La vida no es acaso un juego de engaño? Pides algo y tienes que dar otra cosa a cambio.
O Blancanieves que se comió una manzana de una persona que no conocía. ¿No es su culpa por ser confiada?
Los príncipes de los cuentos de hadas son unos necios que con seguridad llevan el reino a la ruina, con razón el libro termina tan rápido después que se casan. Estamos claro que la madrastra y Ursula son las únicas personas que demuestran al ser humano tal y como es.
Y si hablamos de historias de amor de chicas patéticas y que lo habrían sido aunque no lo dijesen. Piden que los acepten como son, pero si ni ellas mismas se aceptan como eran antes.
En todo caso, decían que hacían el amor con un tipo que ni siquiera las respetaba lo suficiente como para esperar más de veinticuatro horas antes de meter su pene en otra, ¿y cómo era que hacían el amor con tipos que ni siquiera tenían una relación seria con ellas? Es obviamente que se referían a fornicar. Tal vez fornicar soñaba demasiado paganas para sus bocas tan "puras e inocentes", pero el sexo oral no.
Y eso que una chica no sabe que es bonita hasta que vienen un flamante hombre a su vida y demuestra lo hermosa que es una patraña. Nadie está exento de querer hermosearse, ni siquiera las mujeres que fingen ser modestas. ¡Si hasta la mosca muerta de Blancanieves era vanidosa, aun viviendo aislada en el bosque, o sino la reina malvada no hubiera usado un peine envenenado y los corpiños demasiado ajustados para matar a la princesa!
Eso me deja una moraleja: los cuentos de hadas se hicieron para que los niños supieran la crueldad del mundo, pero los adultos decidieron torcer la historia para que puedan vivir dentro de una burbuja de fantasía.
Me detengo en el último acorde de la pieza, mi respiración acelerada pero al mismo tiempo sintiéndome maravillosamente tranquila. Abro los ojos, observando mi entorno, y noto a alguien en una de las últimas filas. Es la sala de Cine de los hermanos Koch y Klaus después de las compras dijo que nadie lo usa, excepto los fines de semanas, y hoy es viernes.
El calor llena mis mejillas y mi vientre. En mi mente había bailado para los chicos sin siquiera saber que uno estaba allí.
Blaz se encontraba sentado en la penúltima fila, envuelto en sombras para que no pudiera ver su expresión. Mi corazón da un vuelco, llenándose de un anhelo que apenas podía explicar. Joss aplaude desde la puerta, arrancándome del momento, devolviéndome a la realidad del mundo exterior.
—La cena está lista, baja tu culo de ahí —dice Blaz, levantándose para irse.
Yo me quedo fría. —¿Qué mierda le pasa?
—Tiene bolas azules por tu culpa, así que, es normal que ande de mal humor —responde Joss mientras estoy bajando—. Klaus le ha preguntado; por qué no te ha llevado aún a la cama y ha dicho que espera que cumplas los dieciocho.
—Una edad legal para follar —termino por él con una sonrisa. Al menos tengo tiempo.
—Sí, estoy de acuerdo con él. Klaus no tanto, pero lo ha aceptado a regañadientes, aunque ha dicho que lo sedujiste en los vestidores.
—Pobrecito —me burlo—, una chica de diecisiete obligó a su pene a levantarse y no sabe cómo manejarlo el solito. Supongo que veinticuatro años le hacen parecer un adolescente hormonal aún.
Joss pone los ojos en blanco mientras me conduce hacia el comedor.
—¿Por cierto cuántos años tienen tú y Blaz? —digo curiosa.
—Acabo de cumplir veintiún años y Blaz tiene veintiséis.
—¿Siempre han tenido una sola chica para los tres? —pregunto; porque sé que es más fácil sacarle información a Joss que a los demás.
—No, hemos tenido relaciones individuales. Solo sucede cuando nos gusta la misma chica. Además, en nuestra familia, compartir todo es normal.
—Oh, siempre pensé que era algo normal allá; porque se supone que allá iban a cumplir sus fantasías: hombres con más de dos mujeres o dos amigos que compartían la misma chica, pero Eda dijo que afuera había mucha gente puritanas y siempre están juzgando a los demás como si fueran Dios.
—Y es cierto —dice mientras jala la chilla afuera para que pueda sentarme—. A muchos le parece desagradable y denigrante, pero cada quien vive como quiere, nosotros no nos metemos en sus vidas aburridas y monótonas.
—Por eso hemos tomado medidas de seguridad —dice Klaus, quien al parecer estuvo escuchando nuestra conversación—. Cuando salimos en público, Joss es tu novio oficial.
Me acomodo en mi silla y levantando la barbilla, mis ojos se encuentran con los de Blaz. Él terminó de comer y me mira fijamente.
—¿Y tú qué eres? —digo, llevando un pedazo de un bistec a la boca. La cena de hoy es bistec y papa al horno con una guarnición de verduras.
—Tu amigo —dice—, somos amigos con beneficios.
—¿Así que puedo decir lo último?
—¡No!
—De acuerdo, ¿y Blaz?
—No somos nada —dice el insoportable—. No eres nada para mí.
Constantemente soy consciente de la atracción que siento por él. Sus ojos penetrantes, su mandíbula cincelada, ese cuerpo musculoso... y maldita sea, la forma en que sigue presionando todos mis botones.
Un dios alemán arrogante, pero imbécil.
Solo que no tengo ninguna intención de inclinarme ante él. Nunca.
Como si pudiera leer mis pensamientos, la esquina de su boca se levanta en una sonrisa peligrosamente sexy. No es que me importe. Estoy segura de que Blaz es muy consciente del efecto que tiene en las mujeres. Incluso podría asegurar que en hombres también.
Observo cómo se pone de pie y luego lentamente comienza a acechar en mi dirección. Cuando está cerca, levanto la barbilla, y mis ojos se cruzan con los suyos.
En lugar de hacer un comentario sarcástico o insultarme, sus ojos mantienen los míos cautivos hasta que se apartan de mí cuando sale de la habitación. El momento hace que mi corazón se acelere de los nervios y la saliva se seque en mi boca. No por miedo, sino por otra cosa... algo mucho más peligroso.
Deseo o lujuria. O ambos.
Blaz es el tipo de hombre por el que las mujeres matan. Lo que no sabe es que no soy de las chicas que le gusta ensuciarse por nadie, excepto por sí misma.
Sacudiendo la cabeza, respiro profundamente. Mi comida me mantiene ocupada, así no me perderé en mis pensamientos sobre Blaz y cómo matarlo sin fallar en el intento.
Tomo una copa de vino mientras los chicos hablan entre sí.
Después de que pasa un tiempo, miro a Joss y encuentro que su atención también está fija en su primo.
Solo para acercarlo un poco más al borde por el que esperaba empujarlo, estiro las piernas. El movimiento inmediatamente hace que su atención vuelva a mí. Y sus ojos siguen mi mirada cuando las levanto hacia él.
―¿Está bien si pongo mis pies aquí? ―Le pregunto, bajando un pie a la mitad de su muslo.
―Sí. ―Sus ojos siguen mis pies mientras los coloco en su regazo, teniendo cuidado de no chocar accidentalmente con la erección contra sus pantalones.
Llegaré de golpe más tarde. Primero, necesito que se sienta cómodo con esto.
Una de sus manos aterriza suavemente sobre mis pies, y me estremezco un poco por el calor que los envuelve. Su mirada vuelve a mis pechos hasta que mis escalofríos cesan, y luego arrastra su atención de nuevo a su primo.
Y hablan.
Va a ser difícil de roer, pero maldición... me voy a divertir empujándolo.
Si no hay forma de evitar perder mi virginidad, prefiero que sea él. Dicen que alguien deseo no piensa y en medio del deseo se olvidará que le prometió a Blaz que sería el primero. Aunque me siento atraída por su hermano, sé que Blaz es peligroso. Decido que si voy a perder mi virginidad, quiero que sea con Joss.
Él sería más tierno en la cama.
Después de cenar, los chicos y yo vemos una película, me siento en medio de los dos; mi cabeza está encima de Klaus, pongo mis pies en el regazo de Joss y accidentalmente rozo su erección con uno de ellos.
No lo menciona, en silencio me ofrece un bol de palomitas y luego comienza a masajearme los pies.
Klaus sonríe y susurra: —Puede que Joss sea el más sensible y dulce de nosotros tres, pero no te confundas, es igual a nosotros.
Dicho esto, vuelve a prestar atención a la pantalla, sin dejar de acariciarme la cabeza.
Llego a una cuarta parte del camino antes de quedarme dormida, demasiado exhausta por el día para concentrarme.
No estoy segura de cuánto tiempo he estado fuera cuando siento un par de brazos fuertes que me levantan de los cojines. A pesar de estar casi dormida, lo huelo. Entonces, cuando me baja a la cama, lo jalo conmigo, ruedo hasta la mitad sobre él, haciendo que se quede quieto, hasta que sus brazos se cierran alrededor de mi espalda y mi cintura, sosteniéndome firmemente contra él. Inhala mi olor y me abraza con fuerza mientras presiono mi nariz contra su cuello, acariciándolo como si fuera allí donde pertenezco.
Me vuelvo a dormir rápidamente, y ninguno de los dos se mueve ni una maldita pulgada en toda la noche.
Me despierto a mitad de la noche al sentir frío, veo que estoy solo en la cama. Voy a quedarme dormida de nuevo cuando escucho unos ruidos extraños provenientes del baño y veo que la puerta está medio abierta.
Esos son gemidos. Oh, mi Dios.
Me levanto despacio y camino sin hacer ruido hasta el baño.
Joss está con una mano presionada contra la pared y la otra acariciando su pene envuelta en mi tanga.
Mi boca se seca.
Creo que mi cuerpo casi falla y se apaga.
Se queda en silencio, pero su cabeza se inclina hacia atrás y su pecho sube y baja rápidamente. Sus embestidas se vuelven más fuertes y rápidas, hasta que el viento me lleva su gemido bajo mientras se pierde en la liberación, y sé que tengo que moverme.
Necesito agua.
Me siento muy despierta, decido ir a la cocina para tomar algo para beber, calmarme y tal vez tome algo para comer, ya que no creo poder dormir después de lo que vi. Me pongo un albornoz al descubrir que Joss me había quitado la ropa y salgo de la habitación y luego continúo escaleras abajo. La puerta del corredor de conexión está cerrada, lo cual es extraño, pero la abro en silencio, cuidando no despertar a nadie. Me dirijo por el pasillo de conexión y entro en la cocina, donde agarro un vaso de agua y me preparo un sándwich. Me siento a comer. Después empiezo a regresar a la habitación con el vaso de agua.
Cuando pongo un pie en las escaleras un extraño ruido me hace detenerme brevemente. No puedo ubicarlo. A través de la oscuridad, me arrastro lentamente en la dirección del sonido. Una tenue luz desde la sala de juegos se filtra en el pasillo. Blaz me advirtió que no me acercará allí e incluso hay un letrero que debe decir no entrar.
Empujo la puerta un poco y me congelo, mi cuerpo se detiene por la conmoción. Mi cerebro tarda un segundo en comprender lo que esta pasando. Blaz tiene a una mujer inclinada sobre la mesa mientras la sujeta por el cuello, y la embiste por detrás. Una y otra, y otra vez. Con fuerza y desenfreno. Ella gime ruidosamente a pesar de que su mejilla está presionada contra la mesa. En el otro extremo de la habitación, una mujer está arrodillada frente a Klaus, con su mano empuñando su cabello castaño, guiando sus movimientos. La obliga a tomar su pene y a la mujer no le queda nada más que aceptarlo, está arrodillada y con la mano esposada en la espalda.
El vaso resbala de mi mano y se rompe a mis pies por la sorpresa. Los ojos de Klaus y Blaz se enfocaron en mí al instante.
—¡Cierra la puta puerta, Meike! —grita Blaz.
—Lo siento, perdón, perdón —repito.
Lo cierro y salgo corriendo.
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Lo prometido es deuda. Siguen comentado y tendrás más capítulos.
¿Qué les ha parecido el capítulo de hoy?
Si desean más pongan un corazón.
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