12. El club
La luz filtrada por las cortinas apenas comienza a iluminar la habitación cuando abro lentamente los ojos. La suavidad de las sábanas y el aroma a hombre me indican que no estoy en mi propia cama. Recuerdo la noche anterior: la cena, las risas, los momentos compartidos con Joss en el baño y luego cuando subí a la habitación de Blaz. Parpadeo, tratando de desemperezarme.
Entonces, mi mirada se posa en la mesita de noche y allí están, brillando bajo la luz del amanecer, unos hermosos aretes de diamantes. Mis ojos se abren de par en par y una sonrisa asoma en mi rostro mientras tomo los aretes en mis manos.
«¿Son para mí? ¿Por qué Joss me estaba regalando diamantes?»
Justo cuando me pregunto eso, escucho su voz desde la puerta. —Feliz cumpleaños, pagana —dice con una sonrisa, sosteniendo una bandeja, donde hay un ramo de flores, una taza de café humeante, frutas y panqueques—. Espero que te gusten los aretes.
Mis ojos brillan de emoción mientras asiento y salto de la cama para ir a abrazarlo. —¡Me encantan! Son hermosos, gracias.
Pero Joss me detiene antes de que pudiera decir algo más. —Espera, hay otro regalo para ti —dice, señalando hacia la puerta—. Están en tu habitación.
Intrigada, sigo su indicación. Al abrir la puerta de mi habitación, me quedo boquiabierta al ver la escena frente a mí. La habitación está repleta de estanterías llenas de libros—dichos estantes estaban vacíos la noche anterior—, Joss me dice qué hay desde clásicos hasta novelas contemporáneas, cada uno esperando ser explorado y disfrutado. Me dice que me compró todos los libros publicados de la serie que estaba viendo, es decir, Outlander.
El primer libro comienza con Forastera y aún no he visto las demás partes así que no sé dónde termina, pero Joss dice que están todos ahí. También está El diario de una Ninfómana entre otras que sabe que pueden gustarme. Aunque ha puesto algunas series de crímenes y ciencia ficción, ya que son sus favoritos. Pero la mayoría de los libros de aquí son de fantasía, como realmente me gusta. Me encanta el duro mundo de la fantasía, relacionándome con las mujeres abatidas, pero no rotas, al menos no están más rotas que las que se suele encontrar en el romance contemporáneo. O no me enseñan "Si el tipo que al que amas te pega, te trata como una mierda o te pega los cuernos, perdónalo, errar es de humanos, pero pedir perdón es de valientes. Si es otra persona denúncialo, está mal lo que hace, es tóxico. O déjalo. Las de fantasías me enseñan el arte de la venganza, como envenenar al que te rompe el corazón o sacarle el corazón y buscar uno más bueno que sea malo con todo menos contigo. Por lo que está bien, no quiero leer gente que me recuerda el mundo real.
Es un regalo perfecto para mí, esto me ayudará mucho con mi aprendizaje. Y es aún mejor si veo a leer algo que me gusta.
—¿Has hecho todo esto hoy?
—Sí.
—Está todo increíble, !Dios me encanta! —chillo, besándolo—. ¿Por qué te has tomado la molestia?
—Leer es como soñar con los ojos abiertos, explorando un universo repleto de infinitas posibilidades. —Dice—. Por lo que no es molestia hacer esto por ti, me gusta saber que descubres nuevas cosas conmigo.
Después de recibir los regalos sorpresa, me tomo un momento para absorber la magnitud de la situación. Miro a mi alrededor, mis ojos brillan de emoción mientras intento procesar la generosidad de Joss. Una sonrisa se extiende por mi rostro, y siento un cálido cosquilleo de gratitud en mi pecho. Sin embargo, también hay una chispa de anticipación en el aire, una conexión palpable entre nosotros que va más allá de la simple amistad. Un intercambio de miradas, un roce casual de manos; pequeños gestos que sugieren un cambio sutil en la dinámica entre nosotros. Es en ese momento, con mi corazón latiendo un poco más rápido de lo habitual, que comienzo a darme cuenta de que es la primera vez que estoy agradecida de que me haya retenido para sus propios beneficios. Nunca pensé que iba a disfrutar ser la cautiva de tres hombres.
Mientras estoy inmersa en mi alegría, una voz familiar resuena detrás de mí.
—¿Se están follando sin mí? —pregunta Klaus, apareciendo con una sonrisa juguetona.
—Claro que no. ¿Adivina qué día es hoy?
—¡El día en que al fin vas a ser follada!
Le saco el dedo medio. —Ninfómano.
Se pone la mano en el corazón él muy dramático.
—Uf, las mujeres siempre quieren lo mismo de mí. ¿Sabes lo duro que es estar tan bueno?
—Pobrecito —me burlo.
—Sí —responde; parece afligido—. A veces me sorprendo con lo valiente que he sido y la resiliencia que he mostrado cuando tengo que negarles un pedazo de mí. ¿Me das un besito para que me sienta mejor?
—Supongo que no me queda otra, teniendo en cuenta que eres uno de mis novios —suspiro—. Ven aquí.
—Bien —murmura Klaus, y me acerca a su boca con poca delicadeza.
Le devuelvo el beso con ímpetu y me deshago sobre él. Cuesta imaginarse que hace dos semanas creía que no me gustaban los besos; porque los consideraba asquerosos cuando ahora podría pasarme los días besando a Joss y a Klaus y no me cansaría nunca. Cuando Klaus me abre la boca con suavidad y desliza la lengua, siento que me da un vuelco el estómago y que se me enciende todo el cuerpo.
De repente siento otra boca cálida sobre el cuello. Jadeo cuando Joss se pega a mí y me traza una línea de besitos con lametones por el cuello. Si que te bese un chico ya es excitante, que te besen dos, cuando tú estás entre ellos, es prácticamente orgásmico.
«Definitivamente es el mejor de todos los cumpleaños».
Tengo que contener un escalofrío cuando Joss me da un lametón en el lateral del cuello. Empiezo a sentir la ropa interior húmeda a medida que aumenta la excitación.
¡Benditos dieciochos!
La cabeza me da vueltas. No puedo respirar. Eso es divino.
—Meike —murmura Joss contra mi piel—. Sabes tan bien.
Me giro hacia él con los ojos cerrados y nuestros labios chocan. Joss coge aire de golpe y me devuelve el beso con fuerza. Nos lanzamos el uno a por el otro. Al otro lado, Klaus curva las manos sobre mis caderas, y me estremezco cuando sus grandes dedos se deslizan bajo el dobladillo de la camiseta y desatan escalofríos por toda mi piel. Arqueo la espalda para pegarme a él en busca de más toques. Klaus capta el mensaje y me agarra un pecho con la mano. Empiezo a jadear un poco cuando Joss me acaricia la cara y empieza a besarme con más fuerza. Los movimientos de nuestras bocas se acompasan, lentos y sensuales, tirando una de otra mientras Klaus asciende la mano por mi pecho. Cuando me encuentra el pezón con el pulgar, no soy capaz de contener el gemido que se me escapa, y me empieza a temblar todo el cuerpo. Las manos de Joss se deslizan en mi entrepierna y creo que voy a desfallecer.
—Aún es virgen —advierte la voz de Blaz.
Joss se aparta de golpe de mí, como si se hubiera quemado, con las mejillas ardiendo.
Estoy respirando con dificultad.
—Ahora que sacas el tema —añade Klaus, más animado—, aquí el chico de las flores y desayuno no es el único que te ha hecho un regalo. Yo también tengo una cosita para ti.
Estira el brazo por el lateral de mi cama y busca algo a tientas bajo ella.
—Aquí tienes, Nymphe —me responde Klaus, muy contento, y me deja una caja de cartón marrón en el regazo.
Examino la etiqueta del paquete. Hay un logo negro en la parte de delante: una mujer con muchas curvas y cuernos de demonio.
—Oh, ¿qué es?
—Ábrelo —me dice Klaus—. Toma.
Me pasa sus llaves y utilizo el borde afilado para rasgar la cinta adhesiva y abrir la caja.
Dentro me encuentro un pene de plástico, hay pinzas, didos con arnés, esposas, una bala vibradora... oh, este viene con un conejito. También hay una venda para los ojos y un tapón.
—No sabía qué juguetes te gustan, así que pensé que era mejor pedir la gama completa. —Saca una botella de plástico. Mis ojos se agrandan aún más y dice: —Lubricante a base de agua con efecto calor y estimulante. Lo vas a necesitar.
—¡Klaus, es perfecto! ¡Muchas gracias!
Se ríe y luego me dice que dé la vuelta. Lo hago.
—Esto combinará con tus ojos —dice, poniéndome un collar de diamantes azul.
Pero la sorpresa no había terminado. En ese momento, Blaz suelta un suspiro de impaciencia y tira una llave en la cama. —Feliz cumpleaños, Dieb —dice con su característica seriedad—. Este es tu regalo.
Miro la llave, sin comprender del todo. Entonces, él señala hacia la ventana, corro hacia ella donde veo un reluciente auto deportivo estacionado afuera. Mis ojos se abren con asombro mientras absorbo la magnitud del regalo.
—Es tuyo —continúa Blaz—. Tu propio auto. Espero que te guste.
Mis manos tiemblan de emoción mientras tomo la llave. —¡Es increíble! ¡No puedo creerlo! ¡Gracias a todos! —exclamo, sintiendo la felicidad abrumándome mientras me abalanzo sobre ellos en un abrazo colectivo.
Bueno, Blaz me suelta rápidamente, pero sé que le gustaría abrazarme con libertad como Joss o Klaus.
Es un cumpleaños que nunca olvidaré.
Una vez qué pasa mi emoción la realidad me golpea.
—Oigan.
—¿Qué?
—No sé manejar.
***
Es Halloween y es mi cumpleaños.
Halloween es el único día en el que puedes vestirte de puta y todos van a pensar que es un disfraz.
Me pongo un par de tacones de aguja y veo mi reflejo en el espejo de cuerpo entero. Me veo como la socialité perfecta con un vestido negro brillante sin espalda con un escote pronunciado. Es un vestido atrevido con su falda con aberturas en el lado izquierdo. Mi maquillaje es una calavera, al igual que Blaz, a quien prácticamente obligue a quedarse sentado mientras lo pintaba. Joss está noches es el Joker y Klaus, bueno, Klaus se ha puesto un pantalón y no lleva camisa, supongo que es la tentación.
Una lenta sonrisa curva mis labios.
Alejándome del espejo de mano. Salgo de mi habitación y me encuentro con los chicos esperándome en la limusina, no tardamos en llegar al club, donde se hará la fiesta exclusiva y obviamente Blaz ha usado la ocasión para cerrar unos negocios.
Cuando la limusina nos abren la puerta, salimos justo enfrente de la entrada. Ninguno de los chicos se molesta en mirar la línea que serpentea a lo largo del frente del club, sino que caminan hacia el gorila.
Sus ojos nos examina, luego suelta la cuerda dorada y asiente con la cabeza. En el interior, las baldosas brillan bajo mis talones cuando me detienen y me registran en busca de algún arma antes de que me permitan entrar al primer piso, donde la élite se emborracha y se frota más que solo los hombros. La música hace temblar el aire y las luces de colores destellan en el interior. Veo hacia todas las mesas, la mayoría ya están ocupadas.
Levantando la mirada hacia el segundo piso, donde la zona VIP ha sido acordonada para la fiesta. Joss y Blaz desaparecen, y a Klaus le toca estar conmigo, le incito ir a jugar la ruleta y acepta.
Tomando el lugar junto a él en la mesa.
—Sabes —me dice—, la ruleta tiene las peores probabilidades de todos los juegos que podrías jugar en un casino. La casa tiene una ventaja mayor.
Yo sonrío, luego gira la cabeza en sus dirección para responder. —Me voy a arriesgar.
—Jugadores, hagan sus apuestas —dice el crupier, interrumpiendo nuestro concurso de miradas y atrayendo nuestra atención hacia la mesa.
Klaus me mira pensativa, luego desliza todas sus fichas—una suma de trescientos dólares—en el rectángulo negro para una sola apuesta externa como le ordené, lo que nos da una probabilidad del cincuenta por ciento de duplicar su dinero. El crupier agita su mano sobre la mesa y dice que no se pueden hacer más apuestas, luego deja caer la bola plateada en la rueda.
Da varias vueltas antes de caer finalmente en un hueco.
—Negro diez —anuncia el crupier.
—¡Ganamos! —digo con una sonrisa y aplaudo emocionada.
—Suerte de principiante —bromea, sonriéndome. Incluso con mis tacones puestos, él más alto que yo.
A mitad de la noche Blaz y Joss parecen y se unen a la fiesta.
Por suerte hay barra libre, así que, lo pasamos entre bebidas y bailando entre los cuatro.
Los ojos de Blaz se oscurecen y es como si la miel se derritiera. Mis pensamientos deben estar escritos en mi cara. Sus manos se extienden posesivamente sobre mi espalda y me acerca más mientras guía un muslo musculoso entre mis piernas, dándome la tentadora fricción que anhelo. El alcohol corre más rápido en mis venas, derritiendo el resto de mis inhibiciones y luego encendiéndolas por si acaso.
Envuelvo mis manos alrededor de su cuello y empujo mis dedos hacia arriba en su cabello espeso antes de cerrarlos en puños. Sus ojos bajan y miran fijamente mi boca. Arrastro mi labio inferior entre mis dientes y giro mis caderas con la música, agregando presión adicional cuando rozo la impresionante erección que se extiende entre nosotros.
Es demasiado ruidoso el club para escucharlo, pero puedo sentir su gruñido mientras desciende para finalmente reclamar mi boca. Me abro para él de inmediato, dando la bienvenida a su lengua para que se arremoline y domine la mía, y mierda, él domina. No es apresurado ni frenético, pero tampoco tiene nada de débil o pasivo.
Es un poder controlado.
Klaus está detrás de mí, lamiendo y mordiéndome el cuello, lo que hace que todo sea más intenso.
—Quiero mi noche prometido, pero necesito controlar esta ansiedad, así que abre esas piernas para mí que quiero tu marca en mi coche —me susurra Blaz.
—Es hora de volver a casa —escucho la voz de Joss.
Nadie nos presta atención alguna, salimos del sitio y Blaz me sube a su auto. Mulero que se cierra, se pone a hacerme llegar con los dedos.
Llegamos a la casa antes de que me dé cuenta y cómo sé que mañana estaré muerta después de que Blaz descubra que no soy virgen, voy por más valor líquido.
El corazón me late desbocado mientras el centro se me aprieta de necesidad, de la anticipación cuando los chicos me alcanzan.
Dejo la botella de whisky casi por la mitad encima de la encimera mientras mi garganta quema.
Me quito el vestido, la tiro al suelo y avanzo hacia Blaz por la cocina con los pechos al aire.
Lo agarro por el cuello con las dos manos y me aprieto contra él, me engancho a su boca para darle todo lo que tengo. Siento sus manos en mi cuerpo, acariciándome la piel de la espalda. Salto y me agarra. Envuelvo las piernas alrededor de sus caderas mientras da la vuelta y me sienta en el borde de la isla.
Aprieto la vagina contra su entrepierna mientras lo beso sin aliento, atrapando cada beso y le muevo la lengua con las provocaciones de la mía. Estamos gruñendo en la boca del otro como si fuéramos animales hambrientos. Entonces rompo el beso, lo empujo con fuerza por los hombros para apartarlo. Se echa para atrás, pero me sigue agarrando las caderas. Sigo estrechándolo con fuerza por la cintura, con los tobillos cruzados encima de su firme culo. Levanto la mirada hacia él. Tiene los labios rosas y húmedos de mis labios, y los ojos tan dilatados que parece que los tiene negros.
—¿Quieres mi cuerpo, Blaz? —murmuro mientras escudriño su rostro.
—Sabes que sí —masculla y me mira con los ojos como si fueran dos fuegos ardiendo.
—Bueno. —Jadeo—. Entonces fóllame como si me odiaras.
Me clava los dedos en el pelo por la nuca y tira con fuerza para echarme la cabeza hacia atrás.
Me da un beso fiero, su boca domina la mía, y me mete la lengua bien hasta el fondo. Me envuelve los pechos con las manos y me arqueo hacia él, desesperada por más. Pasa de amasarme a pellizcarme los pezones, aprieta con el índice y el pulgar y los retuerce hasta que siseo y le doy una palmada en la mano para que se aparte. El aire frío se me cala en los huesos y me estremezco, tengo los pelos de los brazos de punta.
Klaus da un paso hacia delante.
—No —ladra Blaz rompiendo nuestro beso—. Los dos, quédense aquí de pie a mi lado y no digan ni una palabra —ordena señalando un punto en el suelo.
Levanto una ceja, siento curiosidad por ver qué pasa a continuación.
Poco a poco, Klaus da un paso hacia delante, le arde la mirada de vernos. Puedo sentir la energía lujuriosa que emana de cada poro de su piel.
Joss por otro lado, no deja de mirarme.
Blaz me agarra por el pelo para atraer mi atención y me baja de la encimera de un tirón. Jadeo y me agarro a él hasta que consigo mantener el equilibrio. Tira de mí hacia delante, nuestras narices se rozan, su cálido aliento me abanica la boca.
—De rodillas, Dieb.
Mi vagina se moja más mientras me pongo de rodillas de buena gana. Se acabó ser una niñata. Voy a ser muy buena con él. Y, a cambio, él bajará esas murallas y por fin me dejará entrar.
—Abre la boca.
El corazón me late desbocado a mil kilómetros por segundo y la vagina se me aprieta mientras aparto los labios para él.
Me mete dos dedos en la boca. —Chupa.
Se me escapa un leve gemido mientras le chupo los dedos, usando la lengua y los dientes para tentarlo. Me mete un tercer dedo y lo acepto, la saliva me cae por la barbilla mientras va moviendo la mano a su propio ritmo. Me lleva al pelo la mano que tiene libre y me mantiene la cabeza bien quieta y empuja los dedos aún más al fondo hasta que me entran ganas de vomitar y los ojos se me llenan de lágrimas.
—Qué buena chica eres —murmura—. Qué boca tan húmeda y mojada tienes. ¿Y qué me dices de tu vagina? ¿Estás húmeda por mí, Dieb?
Asiento con la cabeza y parpadeo para apartar las lágrimas.
Me entran arcadas cuando me mete los dedos en la garganta para obligarme a abrir la boca. Enseguida saca la mano y jadeo para recuperar el aliento. Las endorfinas me corren por las venas, me dejan con esa sensación de vibración y zumbido.
Su dominación más el alcohol me emborrachan.
—Joss, ponte de rodillas y comprueba cómo tiene la vagina —le exige—. A ver si está chorreando por nosotros.
El estómago me da un vuelco de excitación cuando Joss se pone de rodillas, buscando mi rostro con la mirada.
Le sonrío para tranquilizarlo.
—Por favor, Joss —murmuro, mientras abro más las piernas para él.
Sigo llevando las bragas, pero Joss sortea el obstáculo con facilidad, me mete la mano por la cintura, sus dedos me acarician la vagina mientras busca mi centro húmedo. No puedo contener un gemido cuando mete los dedos dentro de mí y los saca arrastrándolos con cuidado para dibujar círculos sobre el clítoris.
—¿Y bien? —gruñe Blaz.
—Está muy mojada —responde Joss con la voz ronca.
Joss saca los dedos de entre mis piernas y se los tiende a Blaz para que los vea. Destellan bajo la brillante luz de la cocina.
—Déjame probarlo —dice Klaus.
Joss levanta más el brazo y yo los observo, hipnotizada, mientras Klaus se mete los dedos de Joss en la boca y los lame hasta que los deja limpios.
Después de esto, siento que cada instante es una explosión de vida, una experiencia sensorial que me hace sentir viva como nunca antes. No hay límites, no hay inhibiciones; solo existe el presente, vibrante y lleno de posibilidades. En este momento, soy parte de algo más grande que yo misma, una fuerza indomable que me impulsa a seguir adelante, sin mirar atrás.
♥️♥️♥️
¿Qué les ha parecido el capítulo de hoy?
¿Quieren más?
Si desean más pongan un corazón.
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