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—Seguramente no lo sepas pero esta receta que les acabo de enseñar pertenece a un chef de dos estrellas Michelin. Este nuevo postre exclusivo hará que este lugar sea incluido en el top de los diez mejores lugares turísticos del continente. El chef de estrella Michelin forma parte de las cadenas de restaurantes de mi familia y es la más grande de...—Gulf se interrumpió de repente, al oír un portazo detrás de sí —¿A dónde se fue ese jardinero impertinente?— resopló Gulf mientras salía tras él—¿ No le han enseñado que es de mala educación dejar hablando solo al patrón?
Después de recorrer medio hotel sin siquiera tomarse el trabajo de saludar a cada huésped con el que se cruzaba en el pasillo, Gulf por fin encontró a Mew en una habitación del tercer piso mientras ayudaba a dos muchachas a cambiar un colchón mojado.
—Mañana subiré al techo y arreglaré esa gotera. Escuchó a Mew decir.
— No sé por qué mi abuelo insiste con mantener ese viejo techo de tejas...—la voz de Gulf sorprendió a los tres.
Las muchachas se apresuraron torpemente a salir de la habitación cargando sábanas viejas.
—Voy a mandar a cambiar todo el techo. Será una copia exacta del techo del hotel seis estrellas de Dubai, ya sabes, el que se inauguró la semana pasada y al que por supuesto fui invitado...y por el mismísimo príncipe...
Pero Gulf no alcanzó a decir el nombre del príncipe pues apenas se dio cuenta que otra vez ese impertinente Mew lo había dejado hablando solo ahogó un grito de frustración.
—¡¿A qué persona sensata en el mundo no le interesa oír hablar sobre el mejor chef de estrellas Michelin del mundo o del único hotel seis estrellas de todo el Oriente medio?!—balbuceó para sí Gulf de mal humor.
Respiró profundo mientras miraba de reojo a través del cristal de la ventana. Suspiró. Llevaba todo el día tratando de impresionar a Mew pero nada de lo que le contaba parecía impresionarlo. Volvió a suspirar y clavó sus ojos en el jardín que ahora a la luz de un crepúsculo neblinoso parecía estar cubierto de destellos plateados.
Y sabiéndose sólo dejó por un momento su postura altiva y volvió a suspirar...
—"Una rosa con cualquier otro nombre olería igual de dulce..."— pronunció extasiado al ver una rosa amarilla pálida que se mecía suave con la brisa del mar del sur.
— Hermosas palabras....
Gulf se estremeció y se dio vuelta de golpe hacia la puerta entreabierta. Mew lo observaba desde el umbral con lo que parecía ser una media sonrisa.
"¿Me está sonriendo a mí o me lo estoy imaginando?", se preguntó Gulf sintiendo que su corazón se saltaba un latido —Sí, hermosas palabras...— repitió Gulf...
¿Por qué sentía la boca seca? ¿Por qué aquella media sonrisa lo hipnotizaba de una forma tan potente?
Gulf trató de serenarse y en un tono ahora que se oía muy condescendiente como si le estuviera hablando a un niño con poca inteligencia pronunció:
— No son palabras mías... es una frase célebre de...
—Shakespeare...— lo interrumpió Mew borrándosele la sonrisa del rostro— Puede que no sepa de hoteles cien estrellas ni de chefs llamados Michelin... pero conozco a Romeo y Julieta... El lenguaje del amor es el lenguaje en el que yo hablo.
Y entonces Gulf lo comprendió. Comprendió que la persona que le hablaba parada frente a él, con la ropa descosida y embarrada, no era sólo una persona, un empleado simple, sin educación , sino que era un corazón que latía y se conmovía con cosas simples.
Gulf sentía la necesidad de decirle a ese Mew que ahora lo miraba fijamente y en silencio que él también sabía hablar con el lenguaje del amor que su corazón también se apasionaba por las cosas simples. Aunque estaba acostumbrado a hacerlo sólo en las sombras, en las penumbras cuando nadie lo veía. Pero su corazón hablaba el lenguaje del amor y podía enamorarse de unos ojos humildes como los que ahora se habían clavado en los suyos.
— ¿Damos un paseo por el jardín?— le susurró Gulf acercándose a él en voz baja y urgida.
—Sólo si prometes no hablar de...
— Sólo hablaremos de amor... —lo interrumpió Gulf, con una voz extremadamente dulce.
Y entonces fue Mew quien sintió por primera vez en su vida que su corazón acababa de saltarse un latido...
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