Gulf se preparó mentalmente para disfrutar plenamente del día, ahora que se abría a la perspectiva de sentirse al fin libre de aquella extraña experiencia...

   "¡Qué afortunado fuiste, Gulf!", se oyó decirse a sí mismo mientras veía el jardín de Kayza a la luz del atardecer a través de un ventanal, "¡ Enhorabuena! Escuchar conversaciones ajenas te sirvió para algo. ¿Qué habría sido de ti si cometías el error de besar a ese jardinero Mew? Ese jardinero Mew...¿ Qué estaría haciendo ahora ese jardinero Mew? ¿Recordaría la promesa que había hecho la noche anterior? ¿Cumpliría la cita ahora que llegaba al atardecer? ¿Me esperará junto al banco de madera para regalarme el beso que me prometió...?"

    Gulf sacudió la cabeza al darse cuenta del derrotero de pensamientos que acababa de tener.

"¡ Por Dios, Gulf, no hay ningún hechizo! ¡Ningún Hucus Plocus!",  Gulf seguía sin poder recordar las palabras exactas,  "¡Deja ya de pensar en Mew!"

    —¿Mew...?  ¿Han visto a Mew?— se sorprendió preguntando a un par de cocineras.

    Sus pasos lo habían llevado directo a la cocina de la planta baja sin siquiera darse cuenta. Sintiendo mucha vergüenza por su falta de autocontrol Gulf no esperó la respuesta y amagó con irse. Pero entonces una voz le respondió:

    —Mew está descargando una mercadería que traje del pueblo...

    Gulf sintió que su corazón se aceleraba en su pecho. Reconoció aquella voz instantáneamente. Lo miró directo a los ojos. Pues no había tenido oportunidad de ver su rostro en la semi penumbra la noche anterior.

   "¿¡Qué hace él aquí!? No pierde oportunidad. ¡Qué fastidio! Se le pega a Mew como una garrapata."

   Gulf volvió a sacudir la cabeza. Sus pensamientos destilaban claramente unos celos muy profundos en cada palabra.

   "¡¿Celos?!",  pensó Gulf, "¿Por qué debería estar celoso?"

    Gulf respiró profundo y volvió amagar con alejarse pero aquel muchacho volvió a hablarle.

   —A propósito, soy Met, el hermano mayor de Mew. Él me ha hablado mucho de ti anoche. Íbamos camino al faro cuando se desató la lluvia y me pidió volver... Dijo que estaba preocupado por ti.

   Gulf tardó varios segundos en ser consciente de lo que aquel joven acababa de decir.

   —¿Hermano... mayor?— fue lo único que atinó a balbucear.

   Met sonrió y asintió. Gulf sintió una calidez en su pecho como si le hubieran dado la mejor noticia del mundo. Pero al ser consciente de aquella sensación, un temor profundo e intenso comenzó a invadirlo y salió corriendo directo hacia su habitación, chocándose con personas y muebles en el camino.

   Cuando llegó a su cama sentía que le costaba respirar. Se acercó a la ventana y la abrió de par en par buscando una bocanada de aire fresco. Sus ojos se clavaron inconscientemente en el jardín de Kayza y tuvo que sujetarse fuertemente del alféizar de la ventana cuando vio al joven Mew acercarse a paso tranquilo al banco de madera.

   La luz anaranjada del crepúsculo parecía envolverlo mágicamente y una brisa suave jugueteaba en sus cabellos oscuros. Vestía todo de blanco y Gulf sintió con dulzura, y con nerviosismo y asombro, que estaba en la presencia de un ángel.

   Se quedó mirándolo fijamente durante largos minutos sin siquiera pestañear. Hasta que una vibración lo sacó de su ensimismamiento. Aún aturdido tomó el celular y leyó el mensaje que acababa de llegar. Sin darse cuenta de que su rostro se hace estaba empapando en lágrimas, salió corriendo y no paró hasta llegar al banco de madera.

   Mew, al verlo, se puso de pie y le sonrío. Pero al tenerlo más cerca se dio cuenta de que Gulf estaba llorando y sin pensarlo dos veces lo tomó de ambas manos y lo atrajo hacia su pecho.

   —¿Qué sucede...?— la voz urgida de Mew conmovió aún más a Gulf.

   —Mi abuelo...

    Mew palideció.

   —Mi abuelo ha reaccionado bien a la operación y ¡ya está fuera de peligro!

    Mew dió un suspiró aliviado. Sonrío con dulzura y comenzó a secar las lágrimas del rostro de Golf que ahora lo miraba con ojos brillantes e hipnóticos.

   —Lo he decidido ...Voy a hacerme cargo de este hotel.

   —¿Finalmente lo venderás?— la voz de Mew ahora sonaba temblorosa.

   — Jamás haré eso. Ni tampoco cambiaré nada. Así como está, está perfecto. El único cambio que habrá...serás tú. Te voy a dar un puesto nuevo...

   Mew lo miró sorprendido.

   —Soy muy feliz siendo el jardinero... además, no sé hacer otra cosa.

   —Y seguirás siendo el jardinero...—dijo Gulf dando un paso hacia él.

    Mew sintió la respiración cálida de Gulf en su rostro y ya no pudo resistirse. Lo tomó de la cintura y lo atrajo hacia él.

   —El puesto de novio del gerente está vacante. Y solo tú calificas completamente para ese trabajo.

    Mew  sonrió pícaro y se mordió el labio. Y Gulf, al sentir que Mew acercaba su boca a la suya, susurró divertido:

   — Hoculus puculus...

   — Hocus Pocus ...— lo corrigió Mew divertido.

   —¡Eso!¡Y ahora estás hechizado! Ya no podrás alejarte de mí nunca más.

   —Sea...— susurró Mew y se entregó con alma y vida aquel beso que había estado deseando desde el primer momento en el que había tropezado con él en el vestíbulo.

    Y siguieron besándose aún cuando la noche cayó sobre ellos y un manto de estrellas plateadas los envolvió desde el cielo haciéndolos uno para siempre...