Exhalo aliviada, cuando la cena y la charla que papa nos hizo oír a Brice y a mi sobre sus negocios que fue tan harta cómo una clase de filosofía en chino, por fin termina. La verdad estaba cansada de hacer de maniquí solo escuchándolos y esquivando las miradas de reojo Bob y su extraño y repentino interés por saber cómo era mi vida. Encuentro la primera oportunidad de retirarme y lo hago. O esa es mi más ferviente intención.

―Quédate un rato más, cariño.

Papa intenta frustrar mis planes. Y lo odio.

―Lo siento papá, pero mañana tengo escuela ―me excuso lo más seria posible.

―Déjala Luc, ella tiene razón, Brice también tiene clases.

Bob parece tan comedido que me asusta tanta amabilidad. No sabía si agradecerle o asustarme con su generosidad.

―Olvídalo, no soy ningún niño ―Brice refunfuña intentando echar abajo sus amables planes. Sin embargo, toma su chaqueta y se acerca a mí.

―Nos vemos en la escuela, princesa ―dice inclinándose sobre mi oído.

Me aparto rápido, esta noche ha estado de lo más antipático. Es como si estuviera en alguna guerra con su padre quien desaprueba su comportamiento con un gesto de su mirada. Es el primero en salir. Luego que se aparte Bob se acerca y toma mi mano para despedirse; lo último que espero es que haga esa cursilería de besarla, y lo hace. Yo abro mis ojos espantada. Mi padre sonríe complacido como si escondiera algo detrás de ello, y Brice desde la distancia rueda los ojos con hastío. Retiro mi mano muy rápido espantada, abrumada y muy asqueada.

―Descansa, Leah ―dice y se retira luego de darle un apretón de mano a mi padre.

Por un momento tanta atención aparte de asustarme, me desconcierta; y mirando la actitud de papá, me desconcierto aún más.

―Tienes razón, es tarde ―dice, mira su reloj y mira a la mujer que aún permanece allí, y seguramente esperando por él―. Hablaremos de algo muy importante, mañana ―añade acercándose a la mujer que lo apremia.

Su mano en el trasero de ella me indica claramente que es lo que va a hacer. Siento asco. Sin embargo, recuerdo que tengo algo que pedirle y debe ser ahora.

―Papá ―llamo su atención cuando da la media vuelta con la rubia.

―Leah, lo que sea, lo hablaremos mañana.

―Es importante.

―Mañana Leah. Esta noche tengo algo más importante que hacer.

¡Si, claro!

Le sonríe a la mujer y la empuja con su mano puesta en su trasero hacia el pasillo que lleva a su habitación. Yo me quedo allí solo observándolo y pensando que, aunque se lo pidiera, él jamás firmará la solicitud. No es tan magnánimo como aparenta. Por lo que quizás debo improvisar, al fin y al cabo, nunca se dará cuenta. Él jamás está pendiente de lo que hago, es más, jamás le ha interesado como hago las cosas, si no, como estas resultan. Para mi padre, el proceso es solo un mero requisito.

~°~°~°~°~°~

Gracias por leer!!