»38«
Aún estoy sin entender que está pasando; pero sin Brice, siento que ahora no tenía a nadie a mi lado para ayudarme. Albert y Eleonora, ya tienen demasiados problemas por mi culpa. Y lo último que quiero ver es la causa de todo ello. Seguimos caminando y no vamos rumbo a su oficina, si no al estacionamiento.
―¿Qué le dijo mi padre? ―increpo deteniéndome porque realmente quería saber que había pasado para que dijera eso.
Que no estaba nada lejano de la realidad.
―Antes que nada, no estoy molesto contigo por haber falsificado el permiso ―dice y yo me espanto un poco.
―Yo lo... siento ―admito mi culpa por ser descubierta de la peor manera.
Solo a mí se me ocurre pensar que mi padre jamás se daría cuenta, de algo así.
―Como dije, ahora te entiendo.
―¿Qué le ha dicho? ―insisto.
―Me habló de sus futuros planes para su hija. Y eso me molestó, voy a tener una hija y lo que menos querría sería coartarle su libertad.
―¡Que le dijo! ―exijo.
―Dijo que nada de esto que estás haciendo es necesario para ti, porque vas a dejarlo para casarte pronto. Algo que me resulta absurdo, y con lo que no estoy de acuerdo.
―Profesor...
―Leah, eres una chica inteligente. También demasiado joven, él no debería hacerte eso.
―No tengo otra salida. Es mi padre.
Exhalo hondo y frustrada al decir eso. Es muy cierto.
―Lo es; pero no tiene el derecho de tratarte de esa forma, como un objeto, así que sí la tienes.
―¡No!, ¿que podría hacer? al final solo tengo que hacer lo que dice.
―Puedo ayudarte. Si lo pides ―emite sorprendiéndome y yo abro mis ojos.
Ojos que ahora quieren llorar.
―Pero... como...
―Ya lo veremos, yo lo haré con gusto; además, ahora entiendo muy bien tu fijación por mí. ―¡Oh, cielos! Eso me hizo enrojecer de vergüenza―. Pero no te avergüences, es normal cuando no tienes un ideal de padre, y en el fondo me siento muy alagado.
Vaya, y ahora como cree que voy a mirarle; pero, ¿cómo lo supo?
―¿Desde cuándo lo... sabe? ―pregunto a pesar de mi bochorno.
―Lo intuí desde que me di cuenta que me espiabas por la ventana de tu salón de clases cada que pasaba a la cafetería. Y luego lo constaté cuando lo confesaste por teléfono.
¡Trágame tierra y no me dejes salir! Esto era aún peor que los sucios y egoístas planes de mi padre.
―Debe... pensar que soy una acosadora ―repongo frustrada.
―Para nada. Las verdaderas acosadoras no se comportan así ―explica y sonríe. Eso no me hace sentir mejor―, ¿vas a tu casa?
―No ―niego aliviada de que cambie de tema.
La verdad preferiría no hablar más de ese bochornoso asunto.
―Eso pensé.
―La verdad, no sé a dónde ir.
―Sí lo tienes. ¿Recuerdas mi viejo apartaestudio? Puedes quedarte allí de momento, es seguro.
―¿Lo dice en serio? ―pregunto ansiosa porque me parece todo lo contrario.
―Por supuesto, quiero ayudarte.
―¿Está seguro? Esto le puede traer muchos problemas con mi padre. Podría perder su trabajo, y a él no le molestaría arruinar su vida solo porque le da la gana. No creo que sea seguro.
―Lo sé, pero estoy seguro que nadie te buscará allí, ¿qué dices?
Eso me hace esbozar una sonrisa, ahora solo pienso que el profesor tiene buenas intenciones, pero me resulta muy ingenuo.
―No lo sé, no quiero meterlo en problemas.
Me niego a aceptar su generosidad después de todo lo que ha pasado. Mi padre en verdad podría hacer que le echen, y otras cosas peores sin embargo, su seguridad me hace pensar que quizás si tenga un refugio para pasar esta tormenta.
―No lo harás; te lo aseguro ―insiste en su elaborada teoría―. Solo quiero que tengas espacio para pensar en demandar a tu padre ―añade y eso sobrepasa todas mis sorpresas.
¿Demandar a mi padre? Le miro con mi mandíbula desencajada.
―¿Eso... se puede? ―pregunto incrédula porque de verdad que no quiero que él haga lo que quiera conmigo, pero tampoco soy tan inteligente para ir en su contra.
―Vamos, entra ―indica abriendo la puerta de su modesto auto―, quedarnos mucho tiempo aquí sí puede traernos problemas. Y la verdad quiero que pienses lo que te digo, tengo a una amiga abogada que de seguro estaría muy feliz de ayudarte.
¡Vaya!
Nada de esto me lo esperaba, y me siento tan confundida que no sé si reír o llorar; pero de algo si estoy segura, si hay la posibilidad, no voy a dejar que mi padre haga lo que quiera conmigo solo para cumplir sus horribles planes avaros y egoístas solo para acumular riquezas que lo harán feliz a él, y a mí solo me llenaran de infelicidad.
~°~°~°~°~°~°~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro