Nada navideño.
regalo para __nakiri <3
pq subir regalos navideños
fuera de fecha es de bros. xd
Sobre el os en sí: están en segundo año, canon divergente, mucho ooc yyy es una situación muy conveniente.
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Monoma ha pasado más navidades de lo que podría recordar lejos de su lazo familiar. No es para nada una sorpresa que preparasen escapadas vacacionales o fiestas élite que no lo incluyan del todo a él —y en las pocas ocasiones en la que lo hacían, eran tan absurdamente distantes que dejó de intentar acoplarse a ellas y disfrutar de la soledad.
Para Monoma Neito, Navidad no significa algo más que un ostentoso regalo bajo su árbol y una noche llena de abundante comida igual a cualquier otra, no le veía lo especial.
El problema, si es que esto significaba tener un problema, es que no todos podían entender esa forma de ver la aclamada festividad. Y cada que Neito respondía con desdén acerca de ello, se esperaba la misma tonta pregunta:
—¿De verdad no te gusta la Navidad?
Kirishima se encuentra dramáticamente sorprendido, mientras que él solo lo mira con aburrimiento. En el fondo, acostumbrado a ser visto como un pseudo Grinch de su época.
—No me llama especialmente la atención —responde y espera a que sea todo.
—¿Por qué?
—¿Te importa?
Kirishima abre la boca unos segundos, pero se queda callado finalmente y Neito da por acabada la conversación. El ímpetu del pelirrojo, sin embargo, lo lleva a darle una palmada en el hombro, desconcertándolo.
—Qué bajón.
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Así que Neito, para ahorrarse lo que un viaje en fechas festivas conlleva —dinero y estrés, mucho estrés—, decidió quedarse en los cuartos de la prestigiosa U. A. a pasar esos días sin más.
Era un buen plan para él: cenar, quedarse en su habitación encerrado y quizás recibir algún saludo o regalo. Sin embargo, él no contaba con que el mismísimo 24 de diciembre al mediodía los directivos decidieran juntar a los pocos personajes que se quedaron allí varados en un mismo edificio —el edificio de la clase 2 A, trágicamente— y un profesor.
—¿Y tú, por qué estás aquí?
Y Kirishima Eijirō es, para más desgracia en su vida, parte de ese grupo —y el único al que lamentablemente conoce de cerca.
Así que ahora los dos están sentados en el sillón de la sala de convivencia, cada uno en una punta con el rubio intentando leer un libro. Pero la simple presencia del pelirrojo lo distrae de su lectura y a Neito no le queda más que intentar seguir el hilo de una conversación con un ambiente, eh, extraño.
—Es una larga historia.
Ambos se miran a los ojos por largos e incómodos segundos, antojados casi como una eternidad. Luego, el rubio eleva una de sus cejas y cruza los brazos sobre sus piernas.
—¿Y?
—¿Y qué?
Neito aprieta el agarre en su libro, deseando paciencia como regalo. Y miren que hizo el intento de convivir con él, eh, ha sido un niño bueno.
—¿Ahm? ¡Ah! ¿Quieres saber por qué estoy aquí esta noche?
—¡Sí! Quiero decir- no tengo muchas opciones de qué otras cosas hacer ahora. Así que sí, por qué no.
—Bueno, como estuve muy ocupado con las pasantías no conseguí un pasaje a tiempo para volver a casa, tristemente. Pero mis mamás me dijeron que no había problema, que lo pasarían en lo de mi abuela y me video-llamarían a la medianoche, y ya nos veríamos en año nuevo... Pensándolo bien, no es tan larga, solo he sido dramático —concluye su relato con un encogimiento de hombros.
Y Neito solo se queda con el rostro atónito, tratando de procesar la bomba de información innecesaria que el enmarañado pelirrojo le contó en segundos.
—... Efectivamente.
—¿Efectivamente no fue una historia tan larga o efectivamente fui muy dramático?
—Las dos —contesta, levantándose de su lugar—. Y si me permites —Neito hace un ademán como saludo y luego se va a dar una vuelta, lejos de allí.
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El pequeño grupo ha tenido una cena navideña y un intercambio de "regalos" improvisados por parte de la institución. Poco después de las doce, Neito decide que es momento de irse a dormir.
Así que se retira a su habitación asignada, uno de los pocos cuartos vacíos de aquel edificio. Allí ya había colocado su futón y poco más para pasar la noche. Él llega, se pone su pijama, cepilla sus dientes y se acuesta. Y cierra los ojos, esperando a que eso sea todo por hoy.
Varias vueltas más tarde, sin embargo, le revelan que es un desdichado con insomnio y sed. El despertador marcaba la una y media pasadas cuando Neito, rendido y sediento, baja al salón en medio de la oscuridad.
Los pocos chicos que hay allí —algunos de primero, otros de la clase de apoyo que, al parecer, ya se conocían— resolvieron hacer una pijamada en medio de la sala para no pasar una noche solitaria. Neito los encuentra amontonados, sumamente dormidos para entonces; y se va directo a la cocina, tratando de no despertar a nadie.
—¿Es que acaso no puedo deshacerme de ti? —espeta, ofendido con la vida.
—¿Mmh? La videollamada terminó recién ahora y he bajado a por algo de beber —Kirishima le contesta, como si esa hubiera sido la pregunta, o como una excusa.
Neito piensa en llamarlo tonto por no tener una botellita de noche con él. Pero solo se acerca a la heladera a por —sí, agua fresca.
—¿Y tú?
Kirishima busca algún snack entre los cajones de la lacena y luego se apoya en el reborde de la mesada, prestándole atención al rubio. Neito lo observa de reojo, nota que tiene el cabello recogido en una pequeña coleta y viste de lo que supone, es un pijama. Y se cuestiona por qué el pelirrojo buscaba charla con él.
—No puedo dormirme.
—Deberías hacerlo pronto.
—No eres mi madre para darme órdenes.
Ni mi amigo, quiere acotar, pero se reserva bebiendo un largo trago de agua.
Kirishima niega con la cabeza. La respuesta que recibe Neito, sin embargo, no se la esperaría ni en mil años.
—Bakugō me contó que a la madrugada sale un fantasma que molesta a los que siguen despiertos a esta hora.
Es lo que dijo, completamente serio, como si le acabara de revelar el secreto más verídico e importante del mundo. Y Neito, una vez más, queda atónito tratando de procesar lo que Kirishima le ha dicho.
—¿Y tú de verdad le-... Déjalo.
—¿Qué? —Se mete un gran puñado de garrapiñada a la boca. Aún así, dice—. Estoy hablando en serio.
—¿No te das cuenta que eso ha de ser una mentira suya, un invento para que...
Unos toquecitos en la ventana más próxima lo interrumpen. Ambos miran en esa dirección coordinadamente, pero Neito sigue fingiendo sosiego.
—Eso fue casualidad, pudo ser cualquier cosa, una ráfaga de viento o... —La poca luz en la cocina empieza a parpadear, y luego se corta largos segundos—. Un desperfecto eléctrico por la tormenta de fuera, está claro.
—Lo que digas, bro —contesta Kirishima y Monoma siente algo raro en su interior. Desagrado, tal vez—. Yo me iré a dormir.
—Sí, sí, no esperes un besito de buenas noches de mi parte.
Kirishima se retira sin decir nada más y Neito se queda allí parado, mirando a la nada, pensativo. De repente una mano toca su hombro y consigue sobresaltarlo no disimuladamente.
—Estás frente de la heladera y quiero...—Neito se hace a un lado y el pelirrojo se acerca a agarrar una botellita de agua, finalmente—. Sep, ahm, feliz navidad.
—Ya vete —implora, con cansancio en su voz.
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Cuando Neito decide que es momento de regresar a la lúgubre habitación, lo hace odiando el efecto que Kirishima ha causado en él.
El viento de fuera parece golpear duramente contra su ventana, hay una corriente de aire en el ambiente que le toca la cara a cada segundo y la madera del piso parece crujir mucho más que de costumbre. Todo eso lo mantiene despierto una hora más.
Y tras darle muchas vueltas al asunto y a su almohada, Neito encuentra que no podrá dormirse, al menos no allí, al menos no solo.
Así que con el orgullo perdido —pero la cabeza en alto, obvio— y su futón en mano, Neito toca la presunta puerta de Eijirō Kirishima con poco tacto y su mejor expresión de odioso.
—¿Qué- ¿Qué demonios haces tú aquí? —Kirishima le pregunta, más somnoliento que nada.
Neito decide omitir los detalles de la verdadera razón por la que está ahí.
—Simple y llanamente, no puedo dormir —dice con gracia. Y se mete en una de las habitaciones más ridícula vista por él, sino es que la peor, pero se traga esos comentarios. No está tan desordenada como creyó, por suerte—. Ni una palabra sobre esto, nada —escupe.
Kirishima cierra la puerta detrás de ellos. En realidad, está tan adormecido que no tiene el raciocinio para cuestionarlo.
—¿Okey?
Neito deja su futón a un costado de la cama del pelirrojo, en el único hueco donde cabe cómodamente. Kirishima está a sus espaldas, pero no le presta atención hasta que habla.
—¿Quieres...
—No. —Monoma voltea y ve que el chico le está extendiendo un cobertor extra—. Ah, sí. Gracias.
—No fue nada. Buenas noches.
Kirishima le dedica un beso en medio de la cabeza antes de apagar el velador. Pocos segundos después ya se encuentra acostado sobre su cama, roncando otra vez.
Y si antes Neito no podía dormir por la sugestión que Kirishima le había causado, ahora no podría dormir por el calor de su sonrojo provocado por, maldito sea, Kirishima también —además de que esa habitación era, extrañamente, muy cálida. Y miente. Se ha dormido unos minutos después de la vergüenza.
- DKHFKLJAKFFLDJFKJFKJ xdddd
eso es lo único que tengo para decir al respecto.
MENTIRA, ¿ustedes conocen a ese personaje del Increíble mundo de Gumball que siempre que se cruza con Gumball, tienen la interacción más incomoda del mundo, el chico salchicha? bueno, este relato me da las mismas vibes de ellos dos.
me gustaría escribirle una continuación, pero no prometo nada, ya saben cómo soy.
nos leemos. wuu
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