TODAS LAS TARDES,A LAS TRES....
(RESPUESTA AL DESAFÍO DE @PETER_E: UN RELATO URBANO,CONTEMPORÁNEO,DE CARacTERÍSTICAS LGTB.Y BIEN...AQUÍ VAMOS...Y HAREMOS LO MEJOR QUE PODAMOS....)
Nunca supe su nombre.Nunca lo pregunté.Ni a él,ni a nadie....
Había muchos floristas en la plaza.yo buscaba siempre alguna rosa para mi madre,o unos claveles blancos para la vecina de al lado,la misma que nos acaramelaba el alma con sus pasteles de domingo,y sus sonrisas entre gatos y hierba mojada.
No.Nunca supe su nombre.Ni quise averiguarlo.
Todas las tardes,a las tres,al salir de mi oficina,no me importaba pasear mi solitario aire de madurez mal llevada con otoños a cuestas,amores contrariados,amarguras y agonías.
En una tarde cualquiera lo vi.La muchacha que solía vender las flores en el puesto ya no estaba.Y.en su lugar,como si fuese el imposible sueño escapado de la última pluma del poeta más pobre de París,de este París tan bello por envejecido y tan amado por ser tan mío,lo vi:moreno,pálido,con un aspecto triste que habría soportado quién sabed cuántas fugas,cuántos continentes,cuántos mares....Los ojos negros de un sesgado extraño,la boca fina..y las manos....ah,las manos.....Dos largos cuencos de prohibidas aguas,dos tiernas noches repujando estrellas...Cortaba las espinas de las rosas,y amalgamaba pena,incertidumbre y cielo.
Era otoño.El viento jugueteaba con las guedejas lacias de su pelo negro, él , casi con rubor,se acomodaba un mechón rebelde que se desmoronaba hasta besarle el cuello.
Poco hablamos.Tenía un extraño acento.Pero al entregarme el delicado envoltorio con las rosas,o con las margaritas que a veces solían engalanar mi pobre estudio de escritor sin suerte,esclavo de las pipas de espuma y del silencio,rozábamos la punta de nuestros dedos.
Todas las tardes,a las tres.El reloj de Nôtre Dame daba la hora : Misericordia...y sueños.
Un cincuentón no puede permitirse ciertos regocijos,pensé.Pero era un inocente roce,una sirena volandera entre las olas de los cielos,glorificando nubes,y haciéndome feliz.Sólo con eso.
Mi madre,Mére Rose,que sabía la posición que había elegido en esta vida mía,muchas veces me había regañado ,aunque dulcemente:"¿Por qué no formas un casal,por qué no te emparejas,con alguien que verdaderamente te merezca? Charles,Charles!Quedarás solterón!Y hay tantos hombres que darían su corazón al viento por estar de la mano de un poeta!"
Ella creía en mis pobres rimas...mucho más que mi editor,un tipo expletivo,apoplético,de ojillos casi inexistentes detrás de sus anteojos sempiternos.Ella creía en los versos que a veces fisgoneaba cuando Paulette,la muchacha,dejaba las puertas abiertas de mi estudio...
No.No me molestaba.Y mucho menos ahora,porque,al subir las escalinatas atestadas del metro,podía ver el puestito de las flores,y a mi muchacho hermoso,a mi sueño,a mi lirio bautizado en azucenas,a mi pequeña sombra de solaz....Mi vida toda estaba allí....Ya no escribí poema que no fuera un elogio secreto a aquellos roces,a aquellos dedos largos,a los ojos sesgados,a la sonrisa tímida...lo único que tuve de su parte.
Y ,tal vez,lo único que tuve en toda mi descascarada fantasía de vida.
....................................................................................................................................
Pasó el tiempo.No conté los otoños,porque las hojas no tienen número en el viento.
Tampoco me atreví a ponerle un nombre.¿Para qué,si el triste petirrojo me señalaba un árbol sin murmullos,y una calle tranquila,sosegada,y hasta los pasos que contaba,uno tras otro,desde la boca del metro hasta encontrarme con los dedos de un ignoto que me había arrebatado la tristeza,y me pintaba risas en la almohada,aunque supiera que jamás tendría de él más que apenas eso?
Suficiente,viejo Charles.Suficiente para ti.....ya vas camino de recibir esas flores en otro sitio,y no en las calles.....
Acompañaba a mére Rose los domingos a la misa,y él...él allí estaba.Pero no era lo mismo.El puestito,atiborrado,me impedía ver sus manos y adivinar sus ojos....
Pero el lunes,a las tres...ah!Era la gloria!Mi oración había sido escuchada,y yo seguía haciéndome viejo sin poder decir palabra...sin poder hacer más que rozar aquellos dedos al recibir las flores.....y luego cantar hacia dentro un viejo vals....como cantaban las costureras ,las grisettes, en las novelas de antaño....
Fue un martes..No...Un miércoles...(O tal vez fuera un jueves? Difícil es pintar de negro un calendario!)
Saí del metro,subí los escalones lentamente,pero silbando aquel vals...
Ya o había puesto,ni violetas,ni jazmines....Y era primavera...
En otro kiosco más allá ,dos muchachas parloteaban en una lengua que yo desconocía.Eran morenas,de piel aceitunada,con los mismos ojillos al sesgo....
Me acerqué.No pensaba comprar nada,pero me atreví a preguntar.
Y justo entonces (justamente entonces!)dieron las tres.
Las tres en punto.
_ Se mató ayer_ ,fue la respuesta seca,en un francés elemental,de una rusticidad que hacía aún más lóbrega la frase:una frase simple,escuálida,dicha como al pasar...como si nada.
Más allá,otra muchacha,canturreando,tendía ropa y salpicaba lágrimas.
Quedé clavado al suelo.Solté,sin advertirlo,el maletín que llevaba,con la traducción al francés que cierto amigo mexicano me había encargado...Era una de sus novelas,una que hablaba de hojas y de silencios, y de recuerdos y de paradojas inextinguibles...casi tan inextinguibles como la mía.
Una historia pletórica de los columpios en los que ahora se habían convertido los jirones de mi alma.
Jamás he vuelto a alzar la pluma...ni a sentarme a la máquina...Jamás he vuelto a tomar el metro,y casi ya no salgo de casa,salvo para mirar al cielo.',pore las noches.Y solamente en otoño.
Hay dos estrellas.Nada más.
Y una luna que se esconde en la neblina.
Sólo por no clavar sus dedos...esos dedos...en mi herida...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro